Monet
«Quisiera pintar del mismo modo que canta el pájaro».
así es…
SARA PAPPWORTH
Ilustraciones de AUDE VAN RYN
Título original: This is Monet Edición Catherine Ingram Traducción Cristóbal Barber Casasnovas Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Arte
Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2015 © 2015 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2015 Laurence King Publishing, Londres © 2015 del texto Sarah Pappworth © 2015 de las ilustraciones Aude van Ryn I.S.B.N.: 978-84-9801-846-2 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.
así es…
Monet
SARA PAPPWORTH
Ilustraciones de AUDE VAN RYN
¡Pobre Camille! En 1866 Monet tuvo más éxito en el Salón de París, esta vez con un paisaje. Este éxito hizo que se cambiara a la pintura de figuras humanas. La joven modelo de diecinueve años Camille-Léonie Doncieux se convirtió en su modelo por antonomasia. El cabello largo y negro y los ojos grandes y oscuros de Camille habían inspirado ya a varios jóvenes artistas. Por alguna razón (no está claro si era por su temperamento o por
su situación vital), siempre se hacía referencia a ella con el nombre de «Pobre Camille». Hacia 1866, Monet y Camille iniciaron una relación sentimental. En el cuadro que Monet hizo de Camille en 1866, la modelo aparece ataviada a la última moda, de pie en una habitación sencilla y oscura. Este retrato convencional hizo que tuviera más éxito en el Salón.
Después de este triunfo, Monet se propuso pintar varias figuras humanas en un jardín, usando a Camille como modelo para tres de las cuatro mujeres de la composición. El lienzo pretendía ser un cuadro a tamaño natural. Monet consideró que debía pintar en el exterior para poder mostrar los efectos reales de la iluminación exterior. En el cuadro, los tonos claros del sol se intercalan
con los tonos azulados proyectados por el turbio follaje. Este reto presentó dificultades prácticas, sobre todo porque se trataba de un lienzo de grandes dimensiones. En lugar de usar una escalera, Monet decidió cavar una profunda zanja en el jardín y colgar el lienzo de un sistema de poleas que le permitía subirlo y bajarlo para acceder a todos sus rincones con relativa facilidad.
Père Poly Claude Monet, 1886 Óleo sobre lienzo 74 ⫻ 53 cm Musée Marmottan Monet, París
Paisajes marinos, retratos y bodegones Durante la década de 1880, Monet viajó muchísimo. Cuando no estaba en el sur de Francia, estaba en Holanda visitando los campos de tulipanes, pintando los dramáticos paisajes volcánicos del Macizo Central o bien explorando nuevos aspectos de sus queridos litorales de Normandía y Bretaña. Fue casi como si cada año necesitara una nueva dosis de brisa marina. Incluso llegó a decir que deseaba que lo enterraran en una boya. «El mar era lo único que hacía feliz a monsieur Monet. Necesitaba agua, grandes cantidades de agua; y cuanta más agua había, aunque la espuma nos salpicara en la cara, más contento estaba», recordaba su amigo Père Poly, un pescador que vivía en la Bretaña. Poly se convirtió en un improvisado asistente de Monet: cargaba con sus lienzos a lo largo de muchos kilómetros mientras Monet se encaramaba a peligrosos acantilados en busca de la vista perfecta. También fue el modelo de uno de los escasos retratos que pintó Monet. En él se hace patente el carácter caricaturista de Monet en la nariz pronunciada y en el rebelde vello facial de Poly. Las enérgicas pinceladas de estilo impresionista que tanto usó para representar el mar aquí también son útiles para plasmar el volumen del jersey del pescador y la imponencia de su mirada burlona. El cuadro está firmado en un prominente color rojo, algo poco habitual en Monet: «Claude Monet, Belle Isle 86». Es evidente que ese hombre y ese lugar eran importantes para él. El pintor colgó este cuadro en su casa, sobre su escritorio. Cuando hacía muy mal tiempo para pintar en el exterior, Monet realizaba retratos o bodegones.
¡ s! No te enfades. Pinta esto
Insatisfactorias y sin firmar La poca vista de Monet fue uno de los motivos por los cuales en sus últimos años tardaba más en finalizar sus obras. De hecho, con bastante frecuencia las dejaba inconclusas. Monet siempre había sido extremadamente crítico consigo mismo, y tenía tendencia a destruir sus obras si no le satisfacían. Sin embargo, a medida que su vista se iba deteriorando, parece que Monet empezaba a sentirse menos seguro de su criterio, por lo que a menudo solía retocar sus cuadros, en ocasiones durante varios años. Además, su característica urgencia respecto a la finalización de sus pinturas empezó a menguar, dado que no tenía necesidades económicas. Así pues, la reacción de Monet a las presiones de Durand-Ruel para que pintara más cuadros fue decirle que no tenía intención de convertirse en una «mera máquina de pintar». Estaba «decidido a no vender ningún cuadro más que no le pareciera bueno». Si de algo estaba seguro Monet era de que no buscaba la «perfección»; no obstante, reconoció que encontrar el equilibrio perfecto entre un aspecto acabado y otro espontáneo no siempre era fácil y que, como otros muchos artistas, no siempre estaba seguro de que hubiera completado una obra. Cuando lo estaba, la firmaba. Sin embargo, importantes galerías de arte exponen muchas de las obras de los últimos años de Monet, todas ellas sin firmar.
Muerte, guerra y nuevos comienzos Cuando, tras la primera exposición de los Nenúfares en 1909, los cuadros de la serie empezaron a venderse de manera individual, los críticos y sus amigos le sugirieron que organizara una exposición pública y permanente para mostrar sus futuros nenúfares. Varios años después, en una época en la que Monet vivió una gran tragedia personal y nacional, volvió a surgir la idea de la exposición. En febrero de 1914, Jean, el hijo mayor de Monet, falleció como consecuencia de una larga enfermedad. Después, en julio de ese mismo año, estalló la primera guerra mundial. Las tropas alemanas no estaban lejos de Giverny. Extrañamente, parece que la declaración de guerra empujó a Monet a iniciar su nueva serie Nenúfares después de un período de inactividad tras la muerte de Alice y Jean. Como él mismo le explicó a Durand-Ruel, «He empezado a trabajar otra vez, y ya sabes que yo no hago las cosas a medias: me levanto a las cuatro de la madrugada, y trabajo como un esclavo durante todo el día». Se trataba de la serie más ambiciosa hasta la fecha: crear unos enormes cuadros de sus nenúfares con la intención de incluirlos en su exposición pública y permanente. Como preparación, Monet pintó casi cien nenúfares durante doce años, entre 1914 y 1926. La mayoría son de formato horizontal, y muchos de ellos miden hasta 5 m de ancho. Monet disponía de un estudio especial para albergarlos. Colocaba los lienzos sobre gigantescos caballetes con ruedas para poder trabajar en varios de ellos al mismo tiempo y ajustar la transición de unos a otros.
Uno de los principales impresionistas franceses, con los que compartía una temática y un estilo pretendidamente modernos, mostró siempre un enfoque único y personal. Nunca le gustó seguir normas ni teorías; de hecho, se resistía a cumplirlas de un modo bastante activo. Monet tenía una gran necesidad de pintar. A pesar de su fama, nunca se sintió satisfecho y continuó pintando hasta pasados los ochenta años, haciendo que su arte evolucionara hacia territorios nuevos y sorprendentes.
ISBN 978-84-9801-846-2
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