Así es... Pollock

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«Mi pintura no procede del caballete... En el suelo es donde me siento más cómodo.»

así es…

Pollock

CATHERINE INGRAM

Ilustraciones de PETER ARKLE


Título original: This is Pollock Edición: Catherine Ingram Diseño: The Urban Ant Diseño de cubierta: Pentagram Design y Alex Coco, basado en un concepto original de Melanie Mues. Ilustración de Peter Arkle. Traducción: Cristóbal Barber Casasnovas Revisión de la edición en lengua española: Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Arte

Coordinación de la edición en lengua española: Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2014 © 2014 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2014 del texto Catherine Ingram © 2014 de las ilustraciones Peter Arkle I.S.B.N.: 978-84-9801-738-0 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.


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Pollock CATHERINE INGRAM

Ilustraciones de PETER ARKLE


Jackson Pollock en su estudio, 1950 Fotografía de Rudy Burkhardt

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En esta fotografía, Jackson Pollock parece, en palabras de su amigo Willem de Kooning, «un tipo que trabaja en una estación de servicio poniendo gasolina». Tiene la mirada perdida; no establece ningún tipo de contacto visual. Pollock era un personaje intenso que se sentía incómodo en su propia piel y al que el mero hecho de hablar le parecía casi doloroso. La gente desconfiaba de él, y el hecho de que a menudo se emborrachara tampoco ayudaba. Las borracheras de Pollock no hicieron más que alimentar el mito del artista como personaje imprudente, un rasgo común en la generación Beat. A lo largo de su vida se publicaron múltiples fotografías en las que aparecía triste y contrariado. Su imagen pública acabó perjudicándole; no obstante, siguió dando muestras de mal comportamiento para gusto de los que alimentaban su mala fama. La trayectoria de Pollock debe separarse de la figura del chico malo. Pintó sus icónicas pinturas de dripping («goteo») en un período en que estaba sobrio y llevaba una vida muy normal junto a su esposa en una granja de Long Island. En esta fotografía se puede ver a Pollock en su estudio, de cuclillas, mezclando poco a poco la pintura dentro del bote, a punto de empezar a trabajar. Cuando pintaba, Pollock se concentraba. El hombre rígido y desmañado se movía con gracilidad, creando fluidas y delicadas obras de arte. En 1871, el poeta Walt Whitman declaró: «América exige una poesía que sea atrevida, moderna, envolvente y cósmica, como debe ser la poesía». Las monumentales pinturas de dripping de Pollock reflejan una visión exclusivamente estadounidense. Sesenta años después siguen pareciendo atrevidas y modernas.

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Una potencia incierta: los Estados Unidos de la posguerra Hacia el final de la segunda guerra mundial, la moral de los estadounidenses estaba por los suelos, una reacción que el teórico social Dwight Macdonald atribuyó al «carácter fraudulento» de la guerra. Los soldados estadounidenses habían entrado en los campos de concentración nazis y habían sido testigos de los horrores que tenían lugar en su interior. Asimismo, la victoria de los aliados parecía haberse quedado en nada, eclipsada por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Las fuerzas aéreas estadounidenses lanzaron una bomba atómica en cada una de las dos ciudades; su radiación provocó la muerte de 200.000 civiles. Tras bombardear Hiroshima, el copiloto Robert Lewis exclamó: «¿Qué hemos hecho?». En medio de tal incertidumbre, Estados Unidos experimentó un repentino crecimiento económico. El historiador Harold Vatter describe así el boom que tuvo lugar en los mercados nacionales e internacionales: Los vehículos, los televisores y los electrodomésticos salían de las líneas de montaje a medida que Estados Unidos continuaba desarrollándose como sociedad de consumo […] a medida que, en especial, las multinacionales estadounidenses iban aumentando enormemente su participación en la economía mundial. El hecho de que Estados Unidos emergiera con rapidez como superpotencia significó que todo lo demás tuvo que avanzar a marchas forzadas. La gente puso sus esperanzas en personajes visionarios. El propio Macdonald confiaba en que los artistas y los intelectuales consiguieran reavivar la fe de la gente en la humanidad.

Bomba atómica lanzada sobre Nagasaki, 9 de agosto de 1945. Archivo de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.

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Arte estadounidense Al panorama artístico estadounidense le faltaba confianza: durante mucho tiempo se había comportado como un camaleón, absorbiendo influencias que procedían del exterior. Durante la Gran Depresión de la década de 1930, muchos artistas se fijaron en el comunismo soviético y desarrollaron el arte social realista, un tipo de arte que apoyaba los ideales comunistas. No obstante, a medida que avanzaba la década, los simpatizantes del comunismo vieron truncadas sus ilusiones como consecuencia de las políticas punitivas de Joseph Stalin, así como por su decisión de firmar un pacto con la Alemania fascista. La frustración de los artistas también iba aumentando como consecuencia del New Deal del presidente Franklin D. Roosevelt, cuyo objetivo era sacar al país de la crisis económica, aunque acabó convirtiéndose en una farsa burocrática. En 1935 se fundó la Works Progress Administration (WPA), que permitía a los artistas registrarse y cobrar un salario que iba de los 15 a los 90 dólares al mes. El objetivo era crear arte público; no obstante, con frecuencia las pinturas acababan amontonadas en almacenes que se iban vaciando periódicamente. En uno de los vaciados que se hicieron en 1941 se incineraron 650 acuarelas de la WPA, entre las que había 12 obras de Jackson Pollock. Aun así, el panorama artístico de Nueva York seguía en plena ebullición. El artista Barnett Newman describió el año 1940 como «un momento revolucionario brutal». En los años inmediatamente posteriores surgió un nuevo tipo de arte que pasaría a conocerse con el nombre de expresionismo abstracto. La prensa eligió a Jackson Pollock como líder y enfant terrible del grupo.

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Compraron la posada Diamond Mountain Inn. A LeRoy no le gustaba regentar el negocio y el matrimonio se separó. Stella compró una granja en Orland, pensando que conseguiría hacer que LeRoy volviera. Pero nunca lo hizo. de 1920 a 1921 de 1921 a 1923 de 1917 a 1920 Tiempos menos felices en una granja de fruta de 18 acres. LeRoy detestaba el comercio de fruta. Empezó a beber, lo que no gustó nada a Stella.

Los hermanos Jackson fueron a visitar las colinas y las casas de los indígenas cerca de Phoenix.

Stella, incapaz de regentar la granja ella sola, la cambió por un Studebaker Special Six de segunda mano.

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de 1928 a 1930

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de 1924 a 1928 Durante las primeras semanas, la familia vivió en una tienda de campaña. En Riverside residieron en tres casas diferentes.

de 1913 a 1917 y de 1923 a 1924


Nacido el 28 de enero de 1912

LA FAMILIA ERRANTE Jackson nació en Cody, Wyoming. Sus padres eran Stella y LeRoy. Cuando Jackson tenía solo diez meses, la familia Pollock abandonó la ciudad. Stella quería una vida mejor para su familia, por lo que viajaban constantemente. No obstante, su periplo por el Oeste terminó convirtiéndose en una desesperada espiral descendente. Con cada traslado, la superficie de sus tierras iba disminuyendo, por lo que los viajes empezaron a ser cada vez más frecuentes. Después de que LeRoy los abandonara en Janesville, el viaje se convirtió en una persecución: Stella quería volver con su marido. En Orland intercambió su última granja por un vehículo de segunda mano y viajó hasta Los Ángeles en busca de su marido.

Durante los años venideros, Pollock empezó a comportarse como un vaquero: llevaba botas de cowboy, se sentaba con las piernas abiertas y destrozaba bares. Aunque su identificación con el Oeste era abstracta, apenas viajó por la zona. Sin duda, su percepción del lugar estaba ligada a su inestable situación familiar.

En la granja cerca de Phoenix, Arizona, es donde fueron más felices. Años más tarde, LeRoy le confesó a uno de sus hijos: "Ojalá pudiéramos estar otra vez en el campo, en un rancho grande, con cerdos, vacas, caballos y gallinas. Trabajamos muy duro, pero teníamos dinero y éramos felices".


«Todas las madres son formidables» Jackson Pollock En los archivos de la Smithsonian Institution se guardan algunas instantáneas de la infancia de Pollock. En una fotografía puede verse a Stella, la madre de Pollock, con el niño en brazos, caminando toscamente entre pollos y maquinaria agrícola. El trabajo de Stella consistía en sacrificar pollos. Llegó a ser tan diestra en la labor que se convirtió en uno de los principales motores de la familia. Lee Krasner, la que se convertiría en la esposa de Pollock, describía su primer encuentro con «Madre». Su comida me abrumó. Nunca había visto tal despliegue a la hora de servir. Había preparado toda la cena ella sola, incluso el pan; la abundancia de comida era fabulosa. Mamá me pareció genial […]. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de por qué Jackson y su madre tenían un problema. En aquel momento no relacioné el episodio de alcoholismo de Jackson con la llegada de su madre. Stella creció en la época en la que se estaban construyendo las grandes vías ferroviarias de Estados Unidos. Según el teórico social Marshall McLuhan: «El ferrocarril cambió de manera radical las perspectivas personales y los patrones de interdependencia social. Sembró y alimentó el sueño americano». Stella viajó por el oeste de Estados Unidos convencida de que más allá de la siguiente frontera había una vida mejor. Trasladó a su familia a Chico tras leer un artículo en una revista de tendencias en el que se hablaba de una elegante localidad con «avenidas arboladas». Las apariencias eran importantes. Stella era modista, y transformó a sus pequeños granjeros en elegantes hombrecitos de ciudad. Para Pollock, que tenía que enfrentarse al trauma de ser «el nuevo del pueblo», la iniciativa de su madre empeoró aún más la situación, ya que su nueva indumentaria hacía que llamara aún más la atención.

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LeRoy, el padre ausente LeRoy tenía la costumbre de evadirse de la realidad con la bebida. Sus hijos lo veían como un hombre sensible, y en las cartas que le escribían le hablaban de cultura y política. Cuando Jackson tenía 15 años, LeRoy le llevó, junto con su hermano Sanford («Sande») a hacer una ruta por el Gran Cañón. En esta fotografía puede verse un inusual momento de intimidad entre Jackson y su padre, que estuvo casi siempre ausente de la vida de sus hijos. LeRoy está sentado en el borde del acantilado, con las piernas colgando. Jackson está sentado justo detrás, contemplando las Montañas Rocosas. Algunos historiadores sostienen que los monumentales lienzos de Pollock son un reflejo de la magnificencia y la amplitud del paisaje del oeste de Estados Unidos. Durante el viaje, LeRoy y sus dos hijos trabajaron durante un tiempo evaluando nuevos caminos a lo largo del tramo norte del cañón. Según Sande, Jackson disfrutaba mucho con el trabajo. Para Pollock, descrito por algunos como una persona «nacida con un motor demasiado grande», el trabajo constituía una liberación. De adulto admitió: «La pintura no es un problema; el problema es qué hacer cuando no estás pintando». Pollock era realmente feliz cuando el motor funcionaba a todo gas: en la década de 1940 se trasladó a Long Island, y durante los primeros años de su estancia en ese lugar pintó un cuadro tras otro, y, además, reformó su casa, trasladó su estudio y trabajó las tierras.

Jackson y LeRoy Pollock, Gran Cañón, 1927.

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Pollock era un personaje intenso que se sentía incómodo en su propia piel y al que el mero hecho de hablar le parecía casi doloroso. La gente desconfiaba de él, y el hecho de que a menudo se emborrachara tampoco ayudaba. La embriaguez de Pollock no hizo más que alimentar el mito del artista como personaje imprudente, un rasgo común en la generación Beat. Pero cuando pintaba, Pollock se concentraba. El hombre rígido y desmañado se movía con gracilidad, creando fluidas y delicadas obras de arte.

ISBN 978-84-9801-738-0

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