Pink Floyd. Tras el muro

Pink Floyd Tras el muro Toda la historia, desde 1965 hasta hoy

Hugh

Toda la historia, desde 1965 hasta hoy

Pink Floyd Tras el muro

Título original Pink Floyd Behind the Wall

Edición Jeannine Dillon

Diseño Jacqui Caulton

Documentación iconográfica Tom Seabrooke

Traducción Remedios Diéguez Diéguez

Revisión de la edición en lengua española

Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Música

Coordinación de la edición en lengua española

Cristina Rodríguez Fischer

Primera edición en lengua española 2015 Nueva edición actualizada 2021, 2023

© 2021 Naturart, S. A. Editado por BLUME

© 2015 Art Blume, S. L.

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Todas las fotografías son propiedad del editor, a excepción de las que se indican en las páginas 232-235 © 2013 de los fondos texturados iStockphoto

ISBN: 978-84-19785-91-6

Depósito legal: B.14475-2023

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Aunque Pink Floyd se formó en Londres y encontró el éxito proporcionando la banda sonora musical al panorama psicodélico londinense en la década de 1960, los orígenes del grupo se encuentran a casi 100 kilómetros al norte, en la histórica ciudad universitaria de Cambridge. Y no solo porque tres de los miembros de la banda creciesen allí. Su música encuentra eco en el ritmo calmado y desenvuelto de la vida en Cambridge, su elegante arquitectura, los céspedes perfectamente cuidados y el plácido río Cam que se abre paso entre las facultades.

Cambridge era un lugar idílico para crear durante los años de posguerra de las décadas de 1950 y 1960. Con 10 000 estudiantes residentes, la universidad era la mayor fuente de empleos de la ciudad y proporcionaba trabajo a todo el mundo, desde porteros hasta profesores. El terreno llano facilitaba los desplazamientos en bicicleta, el medio de transporte utilizado mayoritariamente. (De vez en cuando se toman bicicletas «prestadas» que se encuentran unos días más tarde en el depósito de la policía.)

George Roger Waters, el miembro de mayor edad del trío de Cambridge, nació a 32 kilómetros al sur de Londres, en Great Bookham, cerca de Leatherhead, el 9 de septiembre de 1943. Su padre, Eric Fletcher Waters, religioso y profesor de educación física, servía en aquel momento como subteniente en el Regimiento de la Ciudad de Londres del Octavo Batallón de Fusileros Reales. En enero de 1944, Eric participó en una fuerza de desembarco en la península italiana de Anzio. Murió a consecuencia de los disparos el 18 de febrero de aquel año, durante la prolongada batalla que siguió a la operación.

SUPERIOR: Un cartel producido para los ferrocarriles London & North Eastern Railway (LNER) a fin de promocionar el tren como medio de transporte hasta Cambridge.

Roger tenía cinco meses cuando Eric murió, pero hasta los tres años no se dio cuenta de que no tenía padre, a diferencia de otros niños. Le afectó profundamente, un sentimiento que se prolongó a medida que se iba haciendo mayor. Como escribiría más tarde Timothy White, antiguo redactor de Rolling Stone, «Apostaría a

que no pasa un solo día en que Roger Waters no llore la pérdida y eche de menos al padre que no conoció, o que odie el cúmulo de circunstancias que le robaron a su padre». La pérdida daría forma a gran parte de su trabajo con Pink Floyd, sobre todo The Wall, The Final Cut y sus álbumes en solitario.

En 1944, la madre de Roger, Mary Waters, se trasladó con la familia a Cambridge, donde vivía su hermana. Consiguió un trabajo en una escuela de primaria, y en unos años se convirtió en la maestra de su hijo. Dos años más tarde sería la profesora de otro Roger: Roger Barrett. Era muy improbable que el hijo de Mary se juntase con un niño dos años más pequeño que él, pero al menos sabía de la existencia del otro Roger, que vivía a dos puertas de la hermana de Mary. Los dos niños acudían a la misma clase de arte los sábados por la mañana, una actividad donde Barrett encontró a alguien de su edad para pintar: David Gilmour.

Roger Keith Barrett, más tarde conocido como Syd, nació en Cambridge el 6 de enero de 1946. Fue el cuarto de cinco hermanos. Su padre, el doctor Arthur Barrett, era patólogo en el cercano hospital de Addenbrooke, además de una figura destacada en la vida cultural de la ciudad como miembro de la Sociedad Botánica Universitaria y oboísta de la Orquesta Filarmónica de Cambridge. La madre de Roger era una figura veterana del movimiento Cambridgeshire Girl Guide, y el propio Roger era un aplicado boyscout. Vivían en una casa grande con un generoso salón y una cocina en los que padres e hijos entretenían a sus respectivos amigos, con frecuencia al mismo tiempo.

Roger era un muchacho extrovertido, seguro de sí mismo, a quien su madre consentía todo según afirmaban los testigos. Era capaz de conseguir de su madre cualquier cosa que se propusiera, pero en ocasiones mostraba un carácter violento si las cosas no salían como él quería. Tenía un talento natural para la música, las palabras y la pintura, aunque en general rechazaba cualquier intento de desarrollar esos dones mediante una educación formal.

David Jon Gilmour nació el 6 de marzo de 1946 en Newnham, en la zona limítrofe del sudoeste de Cambridge. Su padre era profesor de Genética en la University of Cambridge; su madre, profesora, se convirtió más tarde en productora de televisión. David tenía dos hermanos y una hermana. Creció en un ambiente relajado en el que la música era un elemento habitual, pero también tuvo que aprender a ser autosuficiente a una edad muy temprana. Tenía tan solo cinco años cuando le enviaron a un internado durante un año mientras sus padres se trasladaban temporalmente a América. La experiencia no le gustó: «Roger perdió a su padre en la guerra, yo perdí al mío en Greenwich Village», bromeó en una ocasión.

DERECHA:

Gilmour solo tenía que cruzar la calle para tomar un camino que llevaba a los bucólicos Grantchester Meadows, a orillas del río Cam, y que inmortalizó el poeta romántico Rupert Brooke en «The Old Vicarage, Grantchester» («La vieja vicaría, Grantchester»)», que acaba con los conocidos versos «¿y aún marca el reloj de la iglesia las tres menos diez? / ¿Y hay todavía miel para tomar el té?». Waters, Barrett y Gilmour tenían sus propios recuerdos de la zona. Waters iba a pescar; Barrett jugaba con Rose, su hermana pequeña, ejercitando su imaginación. Era un lugar perfecto para representar historias de libros infantiles, como The wind in the Willows ( El viento entre los sauces ) Pink Floyd ren­

diría su propio homenaje con «Grantchester Meadows» (del álbum Ummagumma), de Waters, y «Fat Old Sun» (de Atom Heart Mother), de Gilmour. En ambos casos recuerdan los sonidos y el ambiente del lugar.

A los once años, Waters cambió a la Cambridgeshire High School for Boys, la fuente de su ira contra el sistema educativo que finalmente se manifestaría como una diatriba a gran escala en The Wall. Era especialmente mordaz con los profesores. «Algunos eran increíblemente malos y nos trataban fatal; a algunos los humillaban continuamente, nunca nos animaban a hacer cosas, solo intentaban que estuviésemos

SUPERIOR: El pintoresco Grantchester Meadow. Tanto Gilmour como Waters rindieron homenaje a este lugar en «Fat Old Sun» y «Grantchester Meadows».

El poeta romántico Rupert Brooke, que también inmortalizó el lugar en su poema «The Old Vicarage, Grantchester».

La banda redujo su agencia de apariciones en directo y trabajó sin descanso durante la primavera, pero no habían acabado de grabar la canción cuando presentaron «Nothing» ante el público en el Garden Party at the Crystal Palace Bowl (sur de Londres), a mediados de mayo, con The Faces como teloneros. Llovió durante gran parte de la actuación de Pink Floyd, y si bien los músicos se encontraban relativamente protegidos gracias a la forma del escenario, el público se apiñó bajo impermeables de plástico. Durante «The Return Of The Son Of Nothing», un pulpo inflable gigante surgió del lago que separaba el escenario del público entre una cortina de humo naranja. Por desgra-

cia, pocos peces del estanque sobrevivieron a las vibraciones que producía el sonido de la banda.

Finalmente, Pink Floyd grabó su poema sonoro, titulado «Echoes», en julio. Eligieron los Air Studios, de George Martin, que disponían desde hacía muy poco de equipo de grabación de 16 pistas (en Abbey Road se seguían utilizando ocho). Con 23 minutos y medio, «Echoes» ocuparía una cara entera del nuevo álbum de la banda, como había ocurrido con «Atom Heart Mother» en su LP anterior. En la otra cara, uno de los otros temas que grabaron para el álbum lograba condensar la auténtica experiencia Pink Floyd en algo menos de seis minutos. «One Of These

SUPERIOR: Un fan se refresca en un estanque antes del concierto al aire libre en el Crystal Palace Bowl, con Pink Floyd y The Faces, 15 de mayo de 1971.

«ONE OF THESE DAYS» EMPEZÓ SIENDO UN RIFF DE BAJO DE UNA SOLA NOTA INTERPRETADO POR WATERS Y SE CONVIRTIÓ EN EL MOTOR DE LA CANCIÓN.

Days» empezó siendo un riff de bajo de una sola nota interpretado por Waters, con el instrumento enchufado a la unidad de eco Binson que utilizaban desde la época de Barrett. El riff acabó convirtiéndose en el motor de la canción.

«Es como si generases un ritmo entre tú mismo y el eco», explicó Gilmour a Capital Radio. «Originalmente solo estaba ese sonido; más adelante, después de grabar otras cosas, no parecía que pudiese sostenerse por sí solo en el tema completo. Hicimos otra parte con un fuerte vibrato, toda la sección media, y después empezamos a superponer todo el boogaloo: todos los órganos y las guitarras rápidas».

Mason también aportó su única contribución vocal a la banda entonando la línea «One of this days I’m going to cut you into little pieces» en el clímax de la sección de boogaloo.

Entre el resto de títulos hay dos colaboraciones entre Gilmour y Waters: la pastoril «A Pillow Of Winds» y «Fearless», con un trasfondo lírico más oscuro («Fearlessly the idiot faced the crowd» [«Sin temor, el idiota se enfrentó a la multitud»]). Este tema incluye a un grupo de fans del Liverpool cantando el himno de su equipo, «You’ll Never Walk Alone». En esta ocasión, sin embargo, no se hicieron experimentos sonoros (excepto el ladrido de perro que se escucha en «Seamus»).

SUPERIOR: Rick Wright en el escenario del KB Hallen, Copenhague, Dinamarca, el 23 de septiembre de 1971.

Asu regreso de la difícil gira In the Flesh, en julio de 1977, los agotados miembros de Pink Floyd se dispersaron para descansar. Todos lo necesitaban: hacia el final de la gira era evidente que apenas se comunicaban; en aquellos momentos, cada uno se dedicó a lo suyo.

Gilmour tenía serias dudas sobre si Pink Floyd debería continuar, si tenían algo más que ofrecer como banda. Para apaciguar su mente decidió sacar un álbum en solitario. Trabajó con su antigua sección rítmica de los Jokers Wild: el batería Willie Wilson (que tocó con Syd Barrett antes de unirse a Quiver) y el bajista Rick Wills (que después de Jokers tocó con Peter Frampton, Roxy Music y The Small Faces). El álbum, titulado David Gilmour, fue deliberadamente ligero y relajado en comparación con el material tan calculado de Pink Floyd. Gilmour le pidió a Roy Harper que escribiese las letras para una canción, y también versionó un tema de Unicorn, la banda a la que había producido un par de años antes. El disco, un álbum agradable pero no especialmente memorable, se lanzó en mayo de 1978.

Aquel mismo mes, Wright sacó su álbum en solitario, Wet Dream. Para grabarlo recurrió al guitarrista Snowy White y al saxofonista y flautista Mel Collins, que ya había tocado previamente con la banda. El resultado fue un álbum que suena en muchos pasajes a tomas descartadas de Floyd de un par de álbumes atrás. Wright no se encontraba en un buen momento cuando grabó el álbum. Su relación con su mujer, Juliette, hacía aguas. Llevaban casados desde 1965. (Mason y Waters también se habían separado de las mujeres con las que se casaron en los sesenta; Gilmour, a contracorriente, se había casado con Ginger, su novia americana, un par de años antes.)

Unos meses antes, Mason tuvo un roce inesperado con el movimiento punk cuando le pidieron que produjese el segundo álbum de The Damned, autores del primer disco de punk británico. The Damned querían que Syd Barrett produjese el álbum, pero no consiguieron encontrarlo. Mason aceptó el reto, pero no tardó en encontrarse con una banda envuelta en «diferencias musicales»: el guitarrista y letrista, Brian James, quería avanzar; los demás, fieles al estilo punk, se resistían a los cambios. Como observaría Mason más tarde, Music For Pleasure (una referencia burlona a una discográfica barata) se grabó en menos de lo que Pink Floyd tardaba en montar los micrófonos. El disco consiste básicamente en sobras poco ensayadas del primer álbum de la banda, más una interesante exploración del jazz psicodélico en el tema que cierra el álbum, «You Know». Para Mason fue más satisfactorio su siguiente trabajo con el guitarrista Steve Hillage (que en los sesenta perteneció al grupo hippie Gong). El álbum resultante,

SUPERIOR: Álbum en solitario de David Gilmour, lanzado en 1978 y titulado simplemente DavidGilmour .

SUPERIOR: Álbum en solitario de Richard Wright, titulado WetDream y estrenado también en 1978.

SUPERIOR: Imagen promocional finales de la década de 1970.

Green, incluye experimentos con música electrónica ambiental que recuerda en algunos pasajes a las colaboraciones de David Bowie con Brian Eno.

Waters, por su parte, se marchó a Suiza para recuperarse de lo que, para él, había sido una gira agotadora y traumática, una experiencia que no tenía intención de repetir. No obstante, de esa experiencia sacó algunas ideas para el siguiente proyecto de Pink Floyd. Habló con amigos sobre los sentimientos de aislamiento que había sentido con respecto al público, la distancia entre ellos, la dificultad de comunicación con ellos, el muro metafórico que existía entre ellos.

El verano de 1978, Pink Floyd se reunió por primera vez en un año en Britannia Row Studios, donde Waters les puso más demos en casetes que había grabado para dos posibles proyectos y les pidió que eligiesen su favorito. Uno llevaba por título provisional Bricks In The Wall; el otro acabaría convirtiéndose en su primer álbum en solitario, The Pros And Cons Of Hitch Hiking. Gilmour, Wright y Mason eligieron Bricks In The Wall por unanimidad, pero no sin reservas. A Wright le preocupaba que todas las canciones tuviesen la misma clave y el mismo tempo, mientras que Gilmour pensaba que parte de la música era floja, y que algunas de las letras no pasaban de ser un «quejido». No obstante, confiaba en que la banda conseguiría que funcionase. Desde el principio acordaron recurrir a un productor externo para ayudarles a dar forma a lo que ya parecía que acabaría siendo un álbum doble. Waters optó por Bob Ezrin, para quien había trabajado su novia de entonces, Carolyn Christie, y al que ya conocía. Ezrin, natural de Toronto (Canadá), había producido Love It To Death, Killer y School’s Out, de Alice Cooper, antes de aumentar su reputación luchando a brazo partido para sacar el álbum Berlin de Lou Reed, encontrar el sonido para Destroyer que encajase con el maquillaje de Kiss y producir el primer disco en solitario de Peter Gabriel.

Ezrin recordaría más tarde que Waters dejó claro desde el principio que el proyecto era suyo, además de observar que una declaración así puede dificultar el trabajo en equipo de una banda. «Roger era sensible con ese tema, o todo lo sensible que Roger puede ser, así que me convirtió, creo, en un aliado», afirmó Ezrin. «Pero mi percepción de mi trabajo consistía en defender el material en sí mismo, y eso implicaba chocar con Roger muchas veces, y con otras personas, y ser un catalizador para que dejasen atrás los desacuerdos que pudiesen existir».

SUPERIOR: El segundo álbum de The Damned, MusicforPleasure, producido por Mason.

SUPERIOR: Nick Mason trabajó con el guitarrista Steve Hillage en su álbum, Green

Pink Floyd actuando el 7 de agosto de 1980 en Earls Court, Londres, ante el muro construido expresamente para el espectáculo.

Estados Unidos, la banda no pudo competir con la todopoderosa Taylor Swift o el largamente esperado Sonic Highways, de los Foo Fighters; tuvo que conformarse con el puesto número tres y unas ventas de 170 000 copias. Como señaló un periodista, lo más probable sería que a muchos fans de Pink Floyd les costase conseguir el álbum teniendo en cuenta cómo había cambiado la industria discográfica desde la última vez que la banda lanzó un álbum.

Gilmour retomó su carrera en solitario en septiembre de 2015 con el contemplativo Rattle That Lock (que alcanzó el número uno en el Reino Unido y el 5 en Estados Unidos) y con giras breves en Europa, el Reino Unido y Estados Unidos. Entre otros lugares históricos, tocó en el Royal Albert Hall de Londres y el Auditorium Theatre de Chicago. No obstante, ninguno supera en historia al anfiteatro romano de Pompeya, donde Pink Floyd tocó 45 años atrás para su película Live At Pompeii. Gilmour cedió a la tentación de hacer lo mismo, en esta ocasión con público. Su propio Live At Pompeii se lanzó en 2017 e incluyó «One of These Days», uno de los temas que Pink Floyd interpretó en 1971.

Mientras tanto, Waters presentó su DVD de The Wall Live en noviembre de 2015. El material pertenece a conciertos en estadios de Atenas y Buenos Aires, e incluye su peregrinaje personal a los lugares de Francia e Italia en los que su abuelo y su padre murieron durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. A este trabajo le siguió un doble CD del espectáculo en directo.

Sin embargo, si alguien pensaba que esa podría ser la despedida de Waters, estaba equivocado. Dos años más tarde presentó su primer álbum con material nuevo en veinticinco años: Is This the Life We Really Want? La elección del productor fue toda una sorpresa: Nigel Godrich, más conocido por su trabajo con Radiohead y Beck, criticó en el pasado los álbumes de Waters y le animó a crear un disco más conciso y más centrado en sus letras. El resultado fue un álbum que recuperó motivos característicos de Pink Floyd, como el tictac de relojes y los latidos de un corazón.

Waters promocionó el álbum con la gira mundial Us & Them, en la que no tuvo reparos en utilizar su herencia para transmitir sus ideas políticas. El cerdo volador apareció engalanado con las palabras «Stay human or die», y el confeti lanzado durante «Confortably Numb» llevaba estampada la palabra «Resist». ¿Y a qué había que resistir exactamente? La pantalla lo revelaba: al neofascismo, a la contaminación, a los beneficios obtenidos de las guerras y a Mark Zuckerberg, por citar solo algunos elementos.

Waters se muestra muy crítico con la ocupación por parte de Israel de las tierras reservadas originalmente para los palestinos, y ha ani-

mado a otros artistas a no actuar en el país. Él, a su vez, ha sido objeto de críticas (en especial, de una organización llamada We Don’t Need No Roger Waters). Su postura también le costó algunas aportaciones de patrocinadores para su gira, sobre todo las de American Express y Citibank. No obstante, eso no le impidió criticar a Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, o elogiar al venezolano, Nicolás Maduro.

Las actividades musicales de Waters continúan siendo muy variadas. En 2018 reescribió y narró el texto de La historia del soldado (The Soldier’s Tale), de Stravinsky, en un álbum que cuenta con la participación de la Bridgetown Chamber Music Festival Orchestra. Además, dio su apoyo a una ópera moderna titulada Another Brick In The Wall, inspirada en temas de su álbum, con decorados creados por diseñadores del Cirque du Soleil y una orquesta de 70 músicos.

El regreso más inesperado, posiblemente, fue el de Nick Mason, que mantuvo un perfil bajo desde la última gira de Pink Floyd, en 1994. En el verano de 2018, reapareció de repente con una banda llamada Saucerful Of Secrets, dedicada a tocar temas de Pink Floyd anteriores a The Dark Side Of The Moon.

En 2016, Mason gestionó un gran recopilatorio de 27 discos titulado Pink Floyd: The Early Years 1965-1972, con más de 280 temas en siete volúmenes, en su mayoría en directo e inéditos. A pesar del precio exorbitante (unos 400 euros) y del hecho de que la calidad del sonido es en general pésima, los seguidores más fieles de Pink Floyd mostraron un interés considerable. Los coleccionistas más dedicados recibieron dos temas de Syd Barrett grabados por la banda pero inéditos («Vegetable Man» y «Scream Thy Last Scream») como un verdadero tesoro.

Mason se dio cuenta de que tenía algo bueno entre manos. Montó una banda que incluía al bajista Guy Pratt (que sustituyó a Roger Waters en Pink Floyd) y, algo más sorprendente, al guitarrista Gary Kemp (de Spandau Ballet). Su debut tuvo lugar en mayo de 2018 con unas cuantas actuaciones en clubes, donde tocaron con un entusiasmo que no se correspondía con su edad. El público, en su mayoría joven, acogió los temas de Syd Barrett con verdadera euforia; incluso conocía las canciones más oscuras de bandas sonoras de Pink Floyd de principios de los setenta. Por su parte, Mason mantuvo un ambiente desenfadado; presentó a la banda como «The Roger Waters Experience» y disfrutó de la posibilidad de tocar el gong que Waters monopolizó en su momento.

La banda ofreció una gira por Europa que comenzó en septiembre de 2018. En marzo de 2019 arrancó la gira de seis semanas por Norteamérica, de costa a costa, que continuaría con más conciertos en festivales europeos.

210 PINK FLOYD: DETRÁS DEL MURO

«Creo que hemos encontrado nuestro lugar, que consiste en hacer algo que no hacen las bandas tributo, ni Roger, ni David», explicó Mason para Billboard. «La tendencia actual consiste en intentar recrear las cosas a la perfección. Nosotros aportamos imperfección».

En cuanto a la banda Pink Floyd, se convirtió en pieza de museo oficialmente en 2017, cuando el prestigioso Victoria and Albert Museum de Londres ofreció una exposición retrospectiva titulada «Their Mortal Remains» La muestra, al más puro estilo Floyd, fue un gran espectáculo audiovisual que se disfrutaba con cascos desde la entrada, pasando por una reconstrucción de la furgoneta Bedford original de la banda, en los años sesenta, hasta la sala final, con su reencuentro en el Live 8 y la banda tocando «Comfortably Numb» con una tecnología de audio 3D especialmente remezclada, sonando en 17 canales y 25 altavoces (incluyendo siete subwoofers).

La exposición incluía alrededor de 500 objetos, entre ellos el bastón con el que Roger Waters era castigado en el colegio; piezas de los inicios de la banda, como el Azimuth Coordinator y la unidad de efectos Binson Echorec Baby; artilugios utilizados en el escenario como la bola de espejos con forma de flor de sus espectáculos de los setenta; los in-

flables gigantes diseñados por Gerald Scarfe para los espectáculos Animals y The Wall; la camiseta con la leyenda «I Hate Pink Floyd» de Johnny Rotten, o las cabezas metálicas gigantes que adornaron la portada de The Division Bell. Incluso se daba la oportunidad de remezclar «Money» con las propias especificaciones en una serie de mesas de mezcla.

El cerdo volador volvió a elevarse una vez más en los cielos de Londres, sobre el museo, para la inauguración de la exposición, que batió los récords de asistencia del V&A durante los seis meses que duró. A principios de 2018, la exposición se trasladó a Roma (Italia), para continuar en Dortmund (Alemania) en otoño. La muestra itinerará en los próximos años; Berlín, París y Nueva York están en proyecto. La actividad discográfica tampoco se detiene y en abril del 2021 se lanzó Live At Knebworth 1990, que recoge el concierto del grupo en el mítico festival.

Mientras tanto, se acumulan los premios y los reconocimientos. En 2017, los investigadores del Museo de Historia Natural de la University of Oxford bautizaron a un tipo de camarón recién descubierto con el nombre de la banda. Synalpheus Pinkfloydi, el camarón pistola, utiliza su gran pinza rosa para producir un ruido tan intenso que puede matar a los peces pequeños. En realidad, la comparación es muy acertada.

SUPERIOR: Cartel con la portada y fecha de publicación del último álbum de Pink Floyd, TheEndlessRiver , a orillas del Támesis, en Londres, el 23 de septiembre de 2014.

¿POR QUÉ THE DARK SIDE OF THE MOON ES TAN ESPECIAL?

Cuarenta años después, The Dark Side Of The Moon sigue siendo, de lejos, el álbum conceptual de más éxito que se haya creado nunca. Las ventas mundiales de 34 millones de copias dejan pequeños al resto de aspirantes (así como a los siguientes intentos de Pink Floyd, como Wish You Were Here, Animals y The Wall, que más de uno considerará mejores).

No se trata únicamente de las ventas (solo Thriller de Michael Jackson y Back In Black de AC/DC han vendido más copias), sino también de la longevidad. Ningún álbum ha estado más semanas en las listas que The Dark Side. Se mantuvo en la lista de álbumes de Billboard durante casi quince años, y probablemente continuaría igual si no se hubiesen cambiado las normas a finales de la década de 1980. Todavía alcanza ventas anuales de más de un cuarto de millón de copias.

Así, ¿cuál es el secreto? ¿Por qué ese atractivo tan amplio y tan atemporal? Los temas centrales de The Dark Side Of The Moon son la alienación y la locura, temas que nadie elegiría, en principio, para lograr el favor popular. Es una pregunta que incluso a la banda le cuesta responder. «Creo que nunca hemos llegado a entenderlo», confesó Nick Mason. «Hay elementos que nunca habrías percibido en el momento. Se trataba en parte del momento y en parte de las canciones, de que llegasen al público, y eso le dio un empuje que despertó la curiosidad de más personas, y así sucesivamente...».

Sin duda, la banda era consciente de que tenía algo especial entre manos cuando acabó el álbum, aunque ninguno podría haber previsto hasta qué punto sería especial. «Recuerdo con claridad el momento de escuchar la mezcla final entera y pensar: “Dios mío, hemos hecho algo absolutamente fantástico”», afirmó David Gilmour.

Roger Waters, la fuerza dominante (pero todavía no dominadora) de la banda cuando grabaron The Dark Side, tiene su propia teoría: «La música es fascinante, pero creo que hay algo más. A lo mejor es la sencillez de las ideas lo que gusta a una generación que atraviesa la pubertad e intenta darle sentido al mundo».

Tras su lanzamiento, en marzo de 1973, The Dark Side Of The Moon pareció captar el espíritu del tiempo: existía un mercado en rápida ex-

pansión para la música rock, con nuevas generaciones de oyentes, y el sonido estéreo ya llegaba a todo el mundo en lugar de ser un privilegio de los entusiastas de la alta fidelidad. The Dark Side Of The Moon era el álbum estéreo perfecto.

Y también era una maravilla para escuchar con auriculares. Uno puede sentarse relajado y escuchar cómo el latido es cada vez más

THE DARK SIDE OF THE MOON SE

MANTUVO EN LA LISTA DE ÁLBUMES DE BILLBOARD DURANTE CASI

QUINCE AÑOS...

perceptible mientras se mezcla con una incorpórea voz escocesa que dice «I’ve been mad for fucking years» y una risa maníaca interrumpida por el sonido de un helicóptero que pasa de un oído al otro (y que, a su vez, choca con un grito femenino para acabar apagándose entre el ritmo lento y las suaves guitarras de «Breathe»). Sin embargo, cuando uno ha conseguido relajarse, de pronto cambia de marcha y se ve atrapado en un rápido ritmo de hi-hat y un riff electrónico mientras voces, pasos, ruidos y otros sonidos discurren a ambos lados de la cabeza. A continuación se produce una explosión sorda y más pasos a la carrera, y mientras estos se apagan, se escucha el tictac tranquilizador de un reloj que arrulla para estallar a continuación en una cacofonía de alarmas que alteran y llevan a las pesadas y agotadoras guitar chimes de «Time». Y después de todo esto, solo han pasado ocho minutos de álbum; faltan 34 más.

La experiencia sonora de The Dark Side Of The Moon resulta tan intensa hoy como entonces. Otros artistas han creado paisajes sonoros más sofisticados, pero ninguno ha conseguido la misma inmediatez. Y nadie toca en estéreo como lo hizo Pink Floyd entonces.

PINK FLOYD COMO NUNCA ANTES SE HABÍA VISTO...

Pink Floyd. Tras el muro abarca medio siglo de rock y muestra la espectacular y variopinta historia de la banda psicodélica más popular de todos los tiempos. Desde sus orígenes en Cambridge con Syd Barrett como autor de las letras hasta la inolvidable grabación de The Dark Side Of The Moon y la disolución de la banda, esta es la primera historia completa ilustrada de Pink Floyd. Descubra los secretos que ocultan las canciones, la evolución de sus legendarios espectáculos de luces y muñecos, las amargas disputas y mucho más. Incluye una completa discografía y más de doscientas imágenes de Syd Barrett, Roger Waters, David Gilmour, Rick Wright y Nick Mason (así como fotografías de conciertos y de sus vidas privadas), que le permitirá conocer la vida secreta de una de las bandas más revolucionarias de todos los tiempos.