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SIETE HISTORIAS SECRETAS
Contenido
Este libro aspira a definir qué son las joyas, por qué las llevamos y qué hondo significado atribuimos a nuestro ornamento. Y a descubrir por qué nuestra necesidad de adorno es tan infinita como el círculo eterno de un arete o un anillo.
CAPÍTULO UNO Aretes
Considero que el humilde arete es el primer accesorio de moda de la historia. Es más, tengo la convicción de que en el libro del Génesis, cuando el hijo de Abraham ofrece a su prometida un shanf o pendiente de oro, se trata de un arete.
Repasar la historia del pendiente de aro equivale a hablar de la historia del oro, pues ambos están inextricablemente ligados. El oro ha sido importante en todos los períodos de la historia humana; ha espoleado a civilizaciones y sociedades enteras y empujado al hombre a los percances más peligrosos en su ansia por encontrarlo. Ya en el tercer milenio a. C., con ayuda
Cuando el mundo se confinó y se vio abocado a socializar mediante llamadas de Zoom y FaceTime, los pendientes de aro se convirtieron en el accesorio por excelencia de la COVID-19. Iluminaban el rostro con destellos de glamur, al modo de Cleopatra, y daban un aire algo más lustroso a la imperante ropa cómoda. Un pendiente llamativo siempre tiene impacto y los aretes pulsan la nota perfecta de elegancia discreta. Chicas de todo el mundo buscaron el arete perfecto en las tiendas online y las ventas se dispararon. Este período sin precedentes de vida al ralentí ha permitido que muchas personas tengamos tiempo para evaluar qué necesitamos (ponernos) en realidad para la vida diaria. El concepto de las tendencias de temporada nos resulta cada vez más ajeno. Las influencers de la moda, entre ellas Hailey Bieber y Bella Hadid, explicaron a Vogue que los aros eran los únicos accesorios que les resultaron imprescindibles durante el confinamiento y animaron al público de la revista a realzar los estilos deportivos, cada vez más grises y similares, no con fruslerías recargadas, sino con aros de oro. Los aretes expresan individualidad, pero también son un símbolo perdurable de conexión: la que nos vincula con los orígenes de la humanidad y con tradiciones más antiguas de lo que podemos discernir. A lo largo de la historia han preservado su estatus icónico como símbolo de poder e identidad. Y su historia no termina aquí. No hace mucho han sido tendencia los aretes en espiral, desiguales o con nudos. Quizá los tiempos cambien, pero siempre aparecerán estilos novedosos y de rabiosa vitalidad. Es la magia del aro: no tiene principio ni fin.
CAPÍTULO DOS Sortijas
Sortijas y anillos llevan unos 4000 años cargando con el simbolismo del amor: son celebraciones visuales de los hitos importantes de nuestra vida, como el nacimiento, el compromiso de matrimonio, la amistad y el duelo. Conectamos emocionalmente con las sortijas más que con cualquier otra joya, pues desde siempre se han asociado a la consolidación de los lazos que unen a las personas. Incluso quienes no son propensos a lucir joyería suelen llevar algún anillo. Este ornamento representa mejor que ningún otro la declaración del amor, la lealtad y la confianza. Ya en la prehistoria, nuestros ancestros los fa-
Esta era una de las joyas más queridas de la reina Victoria de Inglaterra: la tiara de diamantes y zafiros encargada en 1840 por su esposo, el príncipe Alberto, y que él mismo diseñó. La diadema se basa en el crancelín sajón, motivo heráldico de la casa del príncipe. La tiara quedó inmortalizada como símbolo de poder y amor en el retrato oficial de la soberana pintado en 1842 por Franz Xaver Winterhalter.
El collar de Shannongrove (h. 800-700 a. C.) fue hallado en 1783 en una turbera, en el condado irlandés de Limerick. Probablemente fue una joya ceremonial, perteneciente a una persona de alto rango.
La corona imperial de Rusia presenció la entronización de los zares desde Catalina la Grande, en 1762, hasta Nicolás II, en 1896. La abdicación del soberano en 1917 determinó la caída del imperio y del gobierno de la familia Románov.
Los giardinetti o jardincitos, que adoptaban la forma de ramilletes y otros adornos florales, se popularizaron en la década de 1750. En este broche (h. 1890), las diminutas gemas conforman el botón de las flores, dispuestas en una cesta que imita el mimbre; otros diseños representaban jarrones y macetas de copa.
«Carol Woolton es una enciclopedia de joyería.
[…] Fascinante».
Alexandra Shulman
Anterior editora en jefe de la edición británica de Vogue
«Una lectura interesante y romántica para cualquier amante de la joyería. Me ha encantado».
Theo Fennell
Diseñador de joyas
«Un viaje seductor y delicado al fabuloso mundo de las joyas».
Sophie Dahl
Escritora
«Nadie mejor que Carol Woolton para escribir esta espléndida obra».
Andrew Roberts
Historiador y periodista
«Un libro precioso que desgrana la historia de la joyería. Una lectura imprescindible».