Tarantino

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TARANTINOUNARETROSPECTIVA TOM SHONE

6 Introducción 24 Primeros años 38 Los guiones EL DIRECTOR 56 Reservoir Dogs 78 Pulp Fiction 106 FourIntermedio:Rooms y From Dusk Till Dawn ( Abierto hasta el amanecer) 120 Jackie Brown 142 Kill Bill 168 Death Proof 184 Inglourious Basterds ( Malditos bastardos) 206 Django Unchained ( Django desencadenado) 226 The Hateful Eight ( Los odiosos ocho) 242 Once Upon a Time in... Hollywood ( Érase una vez en... Hollywood) 258 Epílogo 264 Filmografía 270 Bibliografía selecta 271 Créditos de las fotografías y agradecimientos CONTENIDO

Estuvieron charlando hasta el amanecer, jugando con la colección de juegos de mesa de Tarantino basados en Grease y Saturday Night Fever (Fiebre del sábado noche). «Me encantó jugar con John —cuenta el director—. Sueño con hacer un juego de Reservoir Dogs». Al final, el director se sinceró con relación a la carrera de Travolta. Ni siquiera había sido capaz de ver Look Who’s Talking Too (Mira quién habla también). «¿No te acuerdas de lo que dijo Pauline Kael de ti? —le preguntó el director—. ¿Y lo que dijo Truffaut sobre ti? ¿Y lo que dijo Bertolucci? ¿Es que no sabes lo que significas para el cine estadounidense, John?». Aunque ambos estaban dolidos y emocionados «Lo que me propuse de verdad era hacer una novela en la gran pantalla, con personajes que entrasen y saliesen, que tuvieran su propia historia, pero que pudieran aparecer en cualquier sitio».

Al principio, Tarantino no pensó en Travolta para el papel del sicario Vincent Vega, ya que lo había escrito para Michael Madsen. En cambio, pensó en él para Seth Gecko en el vampírico guion de From Dusk Till Dawn (Abierto hasta el amanecer), que había escrito hacía años y que volvía a adquirir fuerza gracias al éxito de Reservoir Dogs. Desde la experiencia con Tim Roth, Tarantino tenía la costumbre de pasar al menos un día con cualquier actor que estuviese considerando para un papel protagonista en uno de sus filmes. Así, invitó a Travolta a su apartamento en Crescent Heights, en West Hollywood. El director recuerda así el encuentro: «Nada más abrir la puerta, [Travolta] me dijo: “Vale, te voy a describir este apartamento. El cuarto de baño tiene tal y cual tipo de azulejo, y aquello y lo otro. Si lo sé es porque este es el apartamento en el que vivía cuando llegué a Hollywood. Es donde vivía cuando trabajé en Welcome Back, Kotter”».

pulp fiction 85 de Reservoir Dogs y que quería trabajar con el joven director aun cuando eso supusiese un recorte salarial: por Die Hard 2 (La jungla 2: alerta roja) cobró una cifra equivalente a todo el presupuesto de Pulp Fiction. Al principio, Willis recelaba del papel de Butch: «Bruce no deja de decir: “¿Qué? ¿No voy a ser el protagonista? ¿Me va a atar un palurdo en una tienda de empeños para que el protagonista pueda ser John Travolta?”», explicaba Simpson. Sin embargo, Willis cambió de opinión tras conocer al director en una barbacoa que celebró Harvey Keitel en su casa, durante la cual ambos dieron un paseo juntos por la playa. «Uno de los motivos por los que seleccioné a Bruce Willis para Pulp Fiction es que, para mí, era el único actor vivo que podía parecer una estrella de la década de 1950», dijo Tarantino, que había oído que era un actor con el que costaba trabajar: «Era el actor del que peor había oído hablar; me habían dicho que Bruce incluso te decía qué lente usar en la cámara». Al final, el actor solo pidió cambiar una palabra de su guion: «Perdona, nena, tuve un accidente con el Honda», en lugar de «con el automóvil». Tarantino admitió que así parecía más divertido. «Después de trabajar con Bruce, nunca haré caso de los rumores sobre lo difícil por la obsesión del director por la carrera del actor («¿Cómo puedo no reaccionar uno ante eso?»), Travolta no se sintió atraído por From Duk Till Dawn «No me van los vampiros», le dijo a Tarantino. «Tras conocer a John, lo tuve siempre en mente cuando comenzaba a escribir», explicaba el director. Cuando se enteró de que Madsen había aceptado un papel en Wyatt Earp, una copia del guion de Pulp Fiction llegó a la puerta de Travolta con una nota manuscrita donde solo decía: «Échale un ojo a Vincent». Tras leerlo, Travolta le respondió lo siguiente a Tarantino: «Es uno de los mejores guiones que jamás he leído, y uno de los mejores papeles que jamás me han ofrecido, pero te deseo buena suerte, porque no creo que participe».

Tarantino tuvo que pelear. Harvey Weinstein quería a Sean Penn o a Daniel Day-Lewis. También se habló de James Gandolfini. Durante una conversación telefónica de madrugada con Weinstein, Mike Simpson —representante de Tarantino— expuso con dureza sus demandas —control sobre el montaje final, dos horas y media de duración y decisión final sobre el reparto— de este modo: «O aceptas ahora o no hay trato. Tenemos a otros dos interesados esperando. Tienes quince segundos para acceder. Si cuelgo el teléfono, se acabó... —recuerda Simpson—. Harvey siguió hablando y discutiendo hasta que me puse a contar: “Vale; quince, catorce...”. Cuando llegué al ocho, Bob Weinstein respondió: “Harvey, no nos queda más remedio que aceptar”. A lo que Harvey dijo: «De acuerdo, a la mierda». Harvey Weinstein se tranquilizó un poco una vez que se contrató a Bruce Willis, que era un gran admirador página 84: «Volvería a trabajar con él ahora mismo». El trabajo con la estrella Bruce Willis le resultó muy fácil a Tarantino. superior: conversación silenciosa con John Travolta en el plató de rodaje.

En el intenso monólogo de DiCaprio —una arenga inspirada en un libro sobre frenología racista procedente de la biblioteca del actor—, se quedó sin voz un par de veces, y, en la sexta toma, golpeó la mesa con la mano y se cortó con un vaso, lo que hizo que la sangre se extendiera por toda la mesa. Foxx se lastimó la espalda. Mientras entrenaban, las abejas asustaron al caballo de Christoph Waltz, que lo lanzó al suelo e hizo que se rompiera la pelvis, por lo que tuvo que retirarse durante dos meses y medio. En el norte de California se vivió el primer diciembre sin nieve desde hacía cien años, lo que hizo que Tarantino tuviera que enviar material a Wyoming y construir platós para poder rodar, proceso en el que se perdió a varios actores: Joseph GordonLevitt, Anthony LaPaglia, Kevin Costner y su sustituto, Kurt Russell, que fue sustituido por Walton Goggins a finales de marzo.

Tarantino se mostró más proclive a la improvisación a la hora de idear los planos de Django Unchained que en sus anteriores colaboraciones con el director de fotografía Robert Richardson, en las cuales había listas de planos escritas a mano cada mañana.

«El rodaje de este filme fue realmente duro —afirma Tarantino—. Cuando uno rueda una epopeya durante meses y meses con todo un ejército de personas en condiciones de frío y calor extremos, lo más difícil es recordar por qué se quería hacer todo aquello. Es fácil perderse». Los Weinstein, productores del filme, querían que se estrenase en Navidades para que pudiera optar a los Oscars de 2012. «En cierto momento del proceso, tuvimos que tomar una decisión —comentó Tarantino—. ¿Teníamos un filme oscarizable o no? Y todos pensamos queLasí».posproducción se condensó en cuatro meses. El proceso resultó complejo por el hecho de que, por vez primera, Tarantino tuvo que montar un filme sin Sally Menke, a la cual habían encontrado muerta debido a un infarto mientras paseaba por Griffith Park poco después del estreno de Inglourious Basterds En su lugar, trabajó con Fred Raskin, que comenzó el montaje mientras Tarantino aún seguía con el rodaje. El primer montaje duraba menos de cuatro horas y media. «El método de trabajo de Quentin consiste en rodar todo el guion y luego condensarlo hasta sus elementos fundamentales en la fase de montaje», contaba Raskin, que se las vio y se las deseó para reducir tres importantes escenas: la de la pelea de mandingos, la del perro y la de la casi castración en el granero. Sin embargo, el montaje original no dio en el clavo: «Pese a que el filme tuvo una buena acogida en las proyecciones de prueba, el público salía traumatizado. Aunque la gente aplaudía al final, no veíamos que todo el cine rompiera en aplausos». Tarantino tuvo que negociar con los Weinstein para disponer de otras tres semanas a fin de rodar una nueva secuencia final. A cambio, el director renunció a parte de su participación en los beneficios. El presupuesto final ascendió a 83 millones de dólares, por lo que se convirtió en el filme más costoso de cuantos había rodado Tarantino hasta entonces.

El tiroteo en el que muere Candie supuso una de las partes adicionales que más elevaron la cuantía. En la forma original, Schultz mata a Candie, Butch Pooch mata Schultz, Django levanta las manos y lo capturan y, después, sucede la escena del granero. «Sin embargo, el filme parecía que había acabado en ese punto —explica Raskin—, por lo que Tarantino lo redujo a lo fundamental: Django regresa y liquida a los supervivientes del primer tiroteo». páginas 214 y 215: «Así que, como con la esclavitud, se comercia con carne». Schultz le explica su carrera como cazarrecompensas a Django. superior: Billy Crash (Walton Goggins) se deleita en torturar y entrenar a los esclavos de Candyland para que participen en brutales combates a muerte. inferior: el amor de Tarantino por los westerns, incluido Per qualche dollaro in più (La muerte tenía un precio), dirigido por Sergio Leone y protagonizado por Clint Eastwood, se percibe claramente en el filme. página 217: Tarantino afina un primer plano.

«Cuando rodamos en exteriores, priman Sergio Leone y Sergio Corbucci —le dijo Tarantino a Richardson—. En interiores, sobre todo en la mansión de Candie, hay que hacerlo a lo Max Ophüls». El largo rodaje comenzó durante la última semana de noviembre de 2011 en Lone Pine, en California, y luego continuaron rodando en Jackson Hole, Wyoming y Luisiana, hasta acabar, el 24 de julio de 2012. «Parecía que nunca fuéramos a acabar con el rodaje», explicó Jackson. Kerry Washington cuenta que las horas que pasó en una sauna metálica del tamaño de un ataúd y repleta de ciempiés y gusanos le provocaron pesadillas.

Tarantino no ha perdido el don para los repentinos estallidos de violencia que nos agitan antes de que haga acto de presencia la repugnancia: la ejecución del último asesino frustrado de Manson, mediante un lanzallamas exagerado, resulta tan descarnada, brutal y de alguna manera desenfadada como el esparcido de los sesos del criminal anónimo por el interior de un automóvil en Pulp Fiction.La muerte no tiene nada que ver con el cine de Tarantino, incluso cuando altera el curso de la historia. Tras haber evitado uno de los asesinatos en masa más polémicos del siglo, Dalton no hace un discurso ni se aleja andando hacia el ocaso: se toma una copa en la casa de su vecina. superior: Tarantino estudia los ángulos. izq uierda: Sharon Tate, despreocupada y seductora. superior derecha: Rick Dalton, la estrella entre elegante y andrajosa con un único filme en su haber. inferior derecha: Tarantino y Pitt bromean en el plató.

in... Hollywood, como tampoco lo hacen ninguno de los amigos y visitantes de su palacio de Benedict Canyon. Sus potenciales asesinos, sin embargo, acaban golpeados, vapuleados, mutilados y calcinados en un épico incendio a manos del vecino de Tate, Rick Dalton, una estrella entre elegante y andrajosa de la televisión, y de su mano derecha, el holgazán Cliff Booth. El resultado es una fantasía heroica que suscita espontáneos y catárticos aplausos entre el público exactamente de la misma manera que lo hizo la imaginaria y muy innoble derrota de Hitler y Goebbels de manos de los Bastardos El espectador bien puede acabar lanzando hurras.

Si empiezo por el final es porque Once Upon a Time in... Hollywood es un filme que mira con cariño por el espejo retrovisor: una historia contrafactual más preocupada por cómo eran las cosas antes de su propuesta de realidad alternativa que por cualquiera de las posibilidades que pudieran generarse. Las dos primeras horas de la versión de 159 minutos vista en Cannes —retocada desde entonces por Tarantino, por lo que es de justicia decir que, después de todo, el público en general nunca experimentará el filme de la misma manera que la multitud del festival— se extienden y se estiran como un desgreñado perro que se estuviese echando una siesta por la tarde, vagando por las carreteras y los caminos de su verano angelino del 69 recreado al detalle y con una impecable dirección artística, con despreocupada languidez, antes de lanzarse a la acción frenética del acto final, planeando la masacre que no lo fue. Nos estremecemos como si nos despertáramos de un

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