Hace muchos muchos sueños, había una llamita. Vivía con su rebaño, en lo alto de las montañas donde sopla el viento. Tenía el pelaje suave y marrón, los ojos marrones y grandes, y unas patas largas, perfectas para saltar y brincar.
A Llamita le encantaba jugar con las demás llamas, dando brincos por la alta hierba de la montaña.
¡Tric-troc, triqui-troc! Pero era la más pequeña del rebaño, y a veces le costaba seguir el ritmo de las demás.