Alejandro Palomas
UN CEREZO Ilustraciones de Albert Arrayás
A mi madre, que ya es un planeta. Alejandro Palomas
Gea vivía en la última casa de la calle. Al lado estaba la de Yuki y Rolo, su perro tuerto. Ah, y también el telescopio con el que Yuki miraba las estrellas todas las noches.
Las dos casas compartían un jardín lleno de cerezos. Yuki y Gea lo llamaban «El bosque nevado». En marzo, las flores blancas cubrían las copas como un mar de nieve. Todas las tardes, Yuki y Gea jugaban en el jardín. A veces, Gea le pedía a Yuki que le contara las pecas de la cara. Tenía tantas… Gea odiaba sus pecas. Si Yuki le encontraba una nueva, ella se encogía de rabia. «Parece que esté siempre sucia», decía frotándose la piel con el dedo.
Cuando Gea cumplió siete años, su madre preparó una tarta con cerezas del jardín. Pero, ay, se le olvidó deshuesar una y Gea se la tragó entera. ¡Menudo susto se llevaron! —¡A lo mejor es mágica! —saltó Yuki—. ¡Una cereza hechizada que borra las pecas! —se animó—. ¡Si se te borra una cada día, el año que viene ya no te quedará ninguna! Desde entonces, cada vez que le tocaba contar pecas, Yuki se saltaba alguna. «Solo quedan 342», mentía. Pero Gea no parecía muy convencida.
Una mañana, cuando Gea se levantó y se miró al espejo tuvo que pellizcarse: ¡no estaban! ¡No había pecas! Pero además su pelo de color zanahoria se había vuelto granate, y la piel parecía casi transparente, como la de una cereza. Cuando la señora Kramp la vio, se le cayó la tetera de las manos. —¡A esta niña me la han cambiado!
Gea y Yuki son vecinos. A Yuki le encanta mirar el firmamento con su telescopio y contar las pecas de la cara de Gea. Cuando Gea cumple siete años se traga un hueso de cereza; lo que podría haber sido un pequeño incidente tendrá consecuencias inesperadas en sus vidas. La magia de El Principito con la voz de Alejandro Palomas, Premio Nacional de Literatura Infantil, y la delicadeza de Albert Arrayás.
ISBN: 978-84-18304-27-9
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