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ROKUROKUBI

De día, las rokurokubi lucen como mujeres ordinarias. Sin embargo, de noche, sus cuerpos duermen mientras que sus cuellos se alargan y vagan libremente por ahí. A veces sus cabezas atacan animales pequeños, beben aceite de las lámparas con sus largas lenguas, o simplemente causan travesuras asustando a la gente cercana.

Al contrario de otros yōkai, que nacen como monstruos, las rokurokubi solían ser humanas comunes que fueron transformadas por un hechizo resultado de alguna mala acción. Quizá pecaron contra los dioses, o le fueron infieles a sus esposos, pero en la mayoría de los casos, eran sus esposos o padres los que pecaban y por un giro cruel en el destino, ellas recibían el castigo en sus lugares.

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Una vieja leyenda de la Provincia de Tōtōmi cuenta de un monje que se fugó con una joven mujer llamada Oyutsu. Mientras viajaban, Oyutsu enfermó de gravedad y el monje se dio cuenta que los tratamientos para curarla le acabarían todo el dinero del viaje, así que asesinó a la chica y robó el dinero restante.

Durante sus viajes se hospedó en la posada de un hombre que tenía una hermosa hija. El monje perverso compartió cama con la hija del dueño, y durante la noche su cuello se estiró y su cara cambió hasta transformarse en la de Oyutsu, quién lo acusó llena de rabia de haberla asesinado. Al día siguiente, el monje, arrepentido de sus malos actos, confesó el asesinato de Oyutsu al dueño del mesón, también mencionando lo que había visto la noche anterior. El dueño confesó que él también había asesinado a su esposa por su dinero, usándolo para construir aquella posada. Como castigo, su propia hija había sido transformada en rokurokubi.

Después de eso el monje regresó a su templo, construyó una tumba para Oyutsu y rezó por su alma todos los días.

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