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MANEKI NEKO
En el distrito Yoshiwara de Edo vivía una famosa cortesana llamada Usugumo. Ella amaba a los gustos, y le tenía especial cariño a su propia mascota, a la que cargaba consigo a todos lados. Su amor por los gatos era tan grande que se comenzó a esparcir el rumor de que Usugumo había sido poseída o embrujada por un gato.
Un día, mientras Usugumo trataba de ir al cuarto de baño, su gato comenzó a pegarse mucho a ella. Se negaba a irse de su lado, arañando su vestido y maullando sin parar. Al ver esto, el dueño del burdel pensó que el gato estaba atacando a Usugumo, y sacó su espada para dar una tajada hacia el gato. La cabeza del felino salió volando hacia el baño y hundió sus dientes en una gran serpiente venenosa que se estaba escondiendo cerca del lavabo.
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Usugumo se hundió en una profunda tristeza por la pérdida de su amada mascota, que incluso en la muerte le había salvado la vida.
Para tratar de alegrarla, el dueño del burdel mandó hacer con el mejor carpintero una estatua idéntica al pequeño gato, hecha de la madera más fina. La estatua era tan hermosa y parecía tan llena de vida que llenó a Usugumo de alegría nuevamente. Todos quienes veían la escultura del gato querían una igual, y ese año se vendieron muchas copias de la figura en los mercados.