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ALCÁZAR ES HISTORIA .......................................................................PÁG
Alcázar es Historia
El entramado urbano de calles y callejones del Barrio de Santa María invita a perderse en ellas e ir reconstruyendo, uno a uno, los vestigios del magnífico pasado de Alcázar de San Juan. Ayudarán en nuestra aventura las historias y leyendas que han dado nombre a cada una de estas arterias del barrio rebosantes de tipismo. El origen de Alcázar de San Juan se pierde en la Edad de Piedra, pues de esta época se han encontrado en nuestro término municipal restos de algunas civilizaciones asentadas en esta zona, como es el caso de hachas pulimentadas, puntas de flechas y cerámicas, entre otros objetos. Se han encontrado varios yacimientos prehistóricos fuera del espacio puramente urbano, como el de La Motilla de los Romeros y en los Fondos de Cabaña de las Saladillas del entorno de las lagunas, ambos de la Edad del Bronce, o los más recientes restos calcolíticos e íberos detectados en el paraje de Piédrola. Así pues, parece que fuimos sede de algunos campamentos celtíberos, formados ante la invasión romana. Algunos historiadores aún mantienen que fuimos la antigua “Alces”, ciudad prerromana que conquistó el pretor Sempronio Graco cuando se sometió esta región a Roma. De esta época romana se conservan los mosaicos datados en el siglo II o principios del siglo III. Alcázar fue una villae romana, una forma de explotación agropecuaria donde el propietario habitaría en una mansión o palacio (domus), cuyas habitaciones nobles estaban decoradas por los mosaicos. Las excavaciones de la calle Gracia han sacado a la luz talleres y almacenes, pruebas de que la villa fue desarrollándose hasta convertirse en un pueblo o pequeña ciudad al final de la época romana o en la época visigoda.
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El segundo momento más relevante de la historia de la ciudad transcurre durante el medievo, tanto árabe como cristiano, época en la que pasó de denominarse “Al-Kassar” a “Alcázar” y en la que se levantan algunos de los edificios más representativos como el llamado Torreón del Gran
Prior o la Antigua Colegiata de Santa
María (ambos del s. XIII), todo ello bajo el amparo de la Orden Militar de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén que gobernó en estas tierras desde entonces y hasta el siglo XIX. Los siglos XVI y XVII fueron también muy importantes por el crecimiento de la población, la bonanza económica de la agricultura, la consolidación de la industria de la pólvora… Este momento quedó reflejado en la expansión del núcleo urbano y la construcción de numerosas iglesias y conventos como la Iglesia de Santa
Quiteria, el Convento de Santa
Clara, el de San Francisco, el de la Santísima Trinidad o el Convento de San José, donde hoy se ubica el Museo Formma, de la Alfarería Manchega. Esta época dorada alcazareña está vinculada al mundo cervantino. No en vano, en la Parroquia de Santa María se guarda una partida de bautismo fechada el 9 de noviembre de 1558 de Miguel, hijo de Blas de Cervantes Saavedra. Destacan por su carácter cervantino los Molinos de Viento en el Cerro de San Antón donde, aún hoy en día, se realizan, puntualmente, moliendas tradicionales, o el Museo Casa del Hidalgo que acoge una importante colección de piezas originales de los siglos XVI y XVII y que permiten interpretar la vida
de los hidalgos manchegos como trasunto general de Don Quijote. El cuarto período destacado en la historia de la ciudad se extiende desde mediados del s. XIX hasta prácticamente nuestros días. La llegada del Ferrocarril (1854) y el desarrollo de la producción de uva y vino, supondrán un factor determinante en la configuración de la ciudad como un núcleo o corazón de referencia para toda la comarca. Esta época de desarrollo económico y cambio social quedará reflejada en la redefinición del urbanismo, rediseño de una de las arterias principales, la calle Emilio Castelar, y la construcción de singulares edificios como la
antigua fonda de la estación de
ferrocarril, el actual Ayuntamiento o las llamadas “casas modernistas”. No puede perderse: Alcázar de San Juan conserva diferentes yacimientos arqueológicos donde se estudia la historia de los orígenes de la ciudad y que están preparados para su visita, como el yacimiento de la villa romana (s. II d. C) en la Capilla de Palacio, o el yacimiento de la cantera de piedras de molino en el paraje conocido como Piédrola a 7 km al noroeste de la localidad.