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Personas · Enrique Bravo Lanzac y José Luis Torres García
Editorial Personas
La arquitectura son las personas. Desde el comienzo de Travesías esta ha sido la máxima, la de hacer un tributo a quienes piensan y hacen la arquitectura.
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Decía un admirado profesor que la arquitectura es «el equilibrio entre deseo y posibilidad». Ahí reside la ecuación perfecta para activar el milagro arquitectónico. Pero detrás de ese ejercicio de funambulismo están, sin duda alguna, las personas: las arquitectas y los arquitectos, aunque en muchas ocasiones esto se olvide por el peso lapidario de los egos. Nos han enseñado a reverenciar a los arquitectos como dioses enjaulados en su propia obra, dejándonos con las ganas de entrar en su interior, en su cotidianidad, para pasar y dibujar un retrato más amplio, más humano. Un retrato que asume fracasos, frustraciones, cambios de rumbos…, en definitiva, un retrato que nos sirva de referente para sobrevivir.
Quizá, levantar el fanal —aireando las cuestiones mundanas de la intimidad— rompe el hechizo de la levitación del arquitecto. Este asunto no es fácil de reedificar. Para romper el cristal se necesitan construir nuevos soportes y ver el objetivo de otra forma; pero también, requiere de otra disposición del observado, con la que acceder a esa estancia desconocida donde abrirse a otras preguntas y mirarse desde un plano aéreo, saliendo del habitual ensimismamiento. El itinerario de esta travesía es un velado homenaje a las personas. Pasando estas páginas se descubre la importancia que en este número ha tomado «el arquitecto», por encima de su propia obra y más allá de su trayectoria. La revista se resume bien como una nómina de protagonistas: pioneros como González Edo, Lamela, Palazuelo, Rossi y Aymonino; referentes internacionales como Pinós y Ferrater; jóvenes talentos como Carisimo, Tomboly, Martín Cámara, Gravier, González Fernández, Crescini o Monasterio; y maestros locales como Seguí y Quero. También no falta en este listado un amplio elenco de arquitectas y arquitectos que han sido exitosamente reconocidos por sus proyectos, sumados a todos y cada uno de los que han contribuido con sus textos a construir esta entrega.
El número quinto de Travesías propone un deambular a través de nueve episodios. La primera parte, disciplinar, férrea y rígida, se articula en cuatro secciones: EL PAVO, SOPORTES, OFICIO y PROYECTOS; la segunda, más reflexiva y personalista, también estructurada en cuatro: DIÁLOGOS, RUMBOS, ENTRECRUZADAS e IMPRESCINDIBLES. Las dos caras sempiternas de la arquitectura. Un viraje desde la disciplina más ortodoxa hasta los extremos, una cartografía liminar donde todo lo conocido parece poco y lo desconocido sobrepasa —o asume el riesgo de no entenderse—.
A las secciones habituales se unen tres nuevas series: Notas de archivo con el propósito de poner en valor el patrimonio documental; Maestros locales, para descubrir las trayectorias de nuestros arquitectos; y al colofón final se suma Parecidos razonables: un exquisito deambular por el dibujo, la arquitectura y el arte. También se incorpora una nueva sección, Rumbos, un encuentro con arquitectas y arquitectos que han emprendido nuevas vías profesionales partiendo de la formación y las competencias adquiridas en la escuela y practicadas en el oficio.
Y en el centro, la novena parte, un cuaderno sobre LA BIENNALE y Venecia. Un paseante voyeur —esta vez visible— escribe crónica de pros y contras, de atemporalidades y vanidades, pero con ojos prestados de veneciano; mientras que un bestiario de amebas, rellenas de reducciones acuosas del Lago, inunda todo el espacio de unos baños, convertidos en pabellón, que rezuman una atmósfera sicodélica y altamente disidente.
Si Travesías 4 se contara como una lista de ciudades en ésta aparecerían Ginebra, Madrid, Málaga, Asunción, Sevilla, Tokio, Barcelona, Roma, y Venecia, siempre Venecia. La revista se empapa de un aire italiano, húmedo y salino, que trae consigo una reflexión directa: Venecia sólo es la excusa. El problema es global, las idas y vueltas dan la clave. Los entrecruzamientos lo avisan a lo largo de estas páginas, se hunde Venecia, se inunda Paraguay. La pista: «hacer más con menos». El número llega con vocación de ser un bálsamo para aplicarlo con calma en la balsa de flotación.