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El porche de las salamanquesas · Luis Octavio Frade Torres

Luis Octavio Frade Torres

Vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga

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Saluda

El porche de las salamanquesas

Tras la experiencia… todos necesitamos ese ámbito de descanso y de ocio en forma de terraza o porche, que prolongue la vida en el exterior de las viviendas en nuestro privilegiado clima cálido mediterráneo. Estos espacios son apreciados ahora más que nunca tras renegarlos durante décadas. En épocas anteriores llegaron a ser identificados como elementos de nuestra tradición, propios de la voluntad funcionalista y popular, tal y como decía Julio Cano Lasso. Ahora nadie niega que son fundamentalmente lugares de calma, en los que a veces nos sentimos acompañados por unos pequeños y fascinantes saurios: las salamanquesas.

La primera impresión de esa compañía animal resulta tan atávica como curiosa, porque su apariencia nos proporciona una reacción irracional de sorpresa, proporcionada a veces por su pausa, que pareciera de inmovilidad tónica, y otras, por sus brincos ágiles en cualquier instante sobre los paramentos verticales o incluso los techos. Estos geckos urbanos, que viven en grietas y huecos de nuestras construcciones, son, lejos de su característica imagen estatuaria, unos magníficos agentes disuasorios que nos protegen de los insectos molestos, reconfortando así nuestro sitio de descanso. Llegaron a ser símbolos de buena suerte en la sabiduría hindú o egipcia, y hasta la alegoría de la protección en la cultura africana, porque aparecen siempre atentas a amenazas potenciales y tienen una merecida capacidad de adaptación, soportando situaciones y circunstancias difíciles, representando la supervivencia al regenerarse de ataques que a veces las cercenan, incluso, según la antigua creencia romana, llegaron a ser el significado de la resurrección después de la muerte.

Caracterizadas a modo de pequeños dragones míticos, las salamanquesas nos acompañan… del mismo modo que las arquitectas y arquitectos acompañan siempre a la sociedad. Somos vistos como profesionales singulares —sin llegar a ser míticos salvo excepciones, claro está— que más allá de aportar la funcionalidad formal y estética de nuestro oficio, no somos meros amuletos de la suerte por el hecho de contratarnos, sino por ser capaces de proteger al resolver los problemas constructivos y de proporcionar mayor comodidad a los sitios de estancia. Para ello y ante los inconvenientes laborales actuales, nuestra profesión se regenera, se supera y, como la conducta inherente de las lagartijas, se identifica con la premisa de que la precipitación, para llegar a un fin, no es lo más correcto, sino que es la de observar y diagnosticar con detalle para solucionar mejor cada contingencia.

Además, la salamanquesa representada en forja sobre las puertas de las viviendas en muchos de los pueblos axárquicos o serranos —heredado por la imaginería histórica de los relieves en iglesias— figura la fortuna por encontrar lo perdido... y así, debo reconocer, que desde esta revista Travesías se trabaja para hallar y distinguir la imagen de nuestros compañeros y compañeras como profesionales que con su trabajo sustentan gran parte del bienestar de todos, que encuentran el camino hasta el mejor término de los problemas de habitar de estos tiempos, tanto a escala de las ciudades, como a la de las viviendas, pero nunca optando por la mediocridad de la inmediatez y de otras soluciones provisionales, porque la sociedad ya no demanda mantener la edificación, sino actualizarla.

Ahora la legislación quiere considerar a la Arquitectura y la calidad del entorno construido urbano como bien de interés general, redundando en la promoción de la declaración de Davos y del concepto de «baukultur» o cultura del habitar, pero todo parte del esfuerzo de cada uno de nosotros en el trabajo diario. De esta manera y más allá de la frívola comparación, no es suficiente con anclar una lagartija metálica en las fachadas para conservar el bienestar en nuestras vidas, sino que es necesario apostar por ese trabajo incansable de los arquitectos y arquitectas porque, como nos recordó la iniciativa #porunfuturoenpositivo del CSCAE, en esa labor está el augurio de que todo irá mejor.

Gracias Travesías por avalar, criticar y difundir el sentido de nuestro trabajo y de nuestra responsabilidad.

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