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Entrevista a Lancy Dodem

LANCY DODEM

primer apadrinado por la Fundación Vicente Ferrer, huérfano de padre, recibe a la AVP en la sede de la fundación.

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La vida de Lancy Dodem hubiera sido muy di-

ferente si no se hubiera cruzado con Vicente y Ana Ferrer que lo acogieron bajo su protección. Sin ellos L. Dodem hubiera cumplido el sistema de las castas: los hijos hacen el trabajo de sus padres. Y estaría trabajando como albañil o agricultor. En el mundo occidental la diferencia de castas nos suena lejano, ¿puedes hacernos un resumen de su significado e implicación en la vida de la India?

Aunque India lleva casi 74 años de independencia, todavía existen las castas, especialmente en la India rural. La sociedad india está dividida en 4 castas: los brahmanes (sacerdotes y maestros) son la casta más alta. Los chatrías (políticos y soldados). Los vaishias (comerciantes y artesanos). Los shudrás (esclavos, siervos, obreros y campesinos). Y los intocables que se dedican a los trabajos sucios como limpiar lavabos, recoger basura; cuando alguien muere son ellos los que lo llevan al cementerio. ellos no tienen casta ni pueden entrar en las castas. Al nacer en India adoptas la casta de tu familia y no puedes cambiar. Es tu karma. En la vida anterior has hecho algo mal y por eso has nacido en una familia de intocables. Es tu destino y tienes que cumplirlo. Poco después de 1947, con la independencia de la India, los intocables tuvieron el derecho a ir a la escuela, pero muchos no podían. La cultura india está muy arraigada, es muy difícil romper esta inercia y además los intocables desde miles de años atrás hacían estos trabajos a los que nos hemos referido. Y aunque quisieran cambiar no pueden porque están atrapados en la cultura, las costumbres, la pobreza, el analfabetismo a los que hacíamos referencia. Las personas de casta alta tampoco los dejan.

Vicente Ferrer llega a la India en el año 1952 y ve que hay mucha gente pobre, especialmente intocables.

India estaba recién independizada de los británicos y existía una gran cantidad de analfabetos. V. Ferrer trabaja primero en Bombay y en el año 1969 se traslada a Anantapur, y allí además de analfabetismo encuentra una gran sequía que no permitía cultivar los campos.

Tuvo claro que había que incidir en la educación, pero también en otros muchos aspectos. Y hoy, después de 50 años de la Fundación V. Ferrer, los intocables pueden decir que no tienen miedo, tienen la herramienta de la educación para conseguir un futuro mejor.

Miembros de la Junta Directiva con L. Dodem durante su visita a la F.V.F.

Ese primer apadrinamiento que comenzó contigo ha derivado en diversos programas que han conseguido en 50 años que cerca de 3 millones de personas hayan salido de la pobreza y que gracias a sus hospitales se haya atendido a millones de personas. ¿Cuáles son los ejes en los que se apoya la F.V.F.? ¿Cuál es la clave del éxito de la organización?

Actualmente la Fundación V. Ferrer tutela 3660 aldeas. La Fundación ha conseguido que los niños no

hayan emigrado a otras regiones y Anantapur sea hoy una zona poblada. El primer proyecto de V. Ferrer se basa en su creencia de que tierra árida y seca es tierra muerta. Hay que ayudar a la tierra a que sea fértil y gracias a los embalses y canalizaciones del agua de lluvia que V. Ferrer construye Anantapur, la gente trabaja su tierra y no emigra a grandes ciudades. Ha hecho renacer el distrito de Anantapur y sus habitantes se quedan.

En el 2001 L. Dodem viajó desde su ciudad natal Anantapur hasta Barcelona. “De Oriente a Occidente” tal y como relata en su libro “Mi Viaje al Norte”. Desde entonces, ejerce con pasión su trabajo de sensibilización a través de conferencias y charlas sobre proyectos de cooperación que la Fundación desarrolla en las aldeas del sur de la India. ¿Cómo superó las dificultades de vivir en una ciudad como Barcelona? ¿Actualmente es su ciudad de residencia?

Nunca pensé que viajaría a España. Al llegar, Barcelona parecía una ciudad amplia limpia, con edificios altos, pero no veía naturaleza…. y veía muchos coches. Comparando con la india, pocas personas en la calle que sin embargo manifestaban sin vergüenza sus sentimientos, de la mano, abrazados, algo impensable en mi país. Y también veía, por otra parte, que las mujeres vestían a su gusto, que iban a un restaurante y escogían los platos. En India muchas mujeres no tienen esta libertad, es el marido quien decide todo. Incluso recuerdo que cuando mi padre nos llevaba a un restaurante era él quién elegía lo que teníamos que comer. En casa mi madre cocinaba, comíamos todos y por último ella. También me sorprendió que la gente tenía, casa, comida, ropa, pero no sonreían. En la India la gente no tiene nada y sonríe siempre. Y a lo largo de los años he comprendido porqué: han trabajado tanto que se han perdido, en el camino, el sonreír y disfrutar de las pequeñas cosas. V. Ferrer decía una frase: En occidente viven muy bien, pero mueren muy mal. En oriente viven muy mal, pero se vive bien espiritualmente.

L. Dodem ha comentado en alguna ocasión: “la India está avanzando mucho, pero todavía tiene dos caras: una moderna con grandes ciudades en desarrollo y la rural, donde vive el 70 % de la población”. ¿Es la educación que proponía V. Ferrer la única herramienta para dar oportunidades a los niños de la india?

Sí. Ayuda no solo a encontrar un trabajo, también a tener fuerza, es la única herramienta para enfrentarse a tradiciones y costumbres y salir dela pobreza, la ignorancia. La educación te permite tomar decisiones por ti mismo. En india todavía tenemos ese respeto hacia los padres que nos hace a veces aceptar la persona que nos proponen en matrimonio. Pero gracias a la educación, trabajas, eres económicamente autosuficiente y en India cada vez más, en las grandes ciudades, hay mujeres que luchan por defender sus derechos y decidir con quien contraerán matrimonio. En India rural los padres quieren que las hijas se casen con el candidato que ellos le han escogido. Si observamos tres generaciones abuela, madre, nieta, es la nieta la que ahora tiene oportunidad de estudiar de tener un trabajo, y decidir su futuro. En occidente también eso ha sido así, solo que en España esa evolución ha sido mucho más rápida, Evidentemente una mujer en India que ha podido estudiar y trabaja, tiene muchas más oportunidades. Por eso la F. V.F. concentra en la educación de los niños una gran parte de sus esfuerzos. De los 130.000 niños, cincuenta y seis mil son niñas que hemos podido conseguir que estudien hasta los 16 años. A partir de entonces, han de ir a una escuela pública, lo que significa caminar una o dos horas diariamente y los padres ya no están de acuerdo. En la India, especialmente en la India rural, cualquier excusa es utilizada por los padres para que una niña deje de ir a la escuela. La solución desde FVF es ofrecerles una bicicleta. Con 50 euros se puede comprar una. Y mantener la promesa de proporcionarles una herramienta de futuro: la educación.

En España hay más de 130.000 padrinos. ¿Cómo podría explicarnos la necesidad de colaborar con la FVF apadrinando niños para llevar adelante proyectos como centros de enseñanza, centros para discapacitados, canalización de agua potable a pueblos y aldeas? ¿Ayuda una donación particular? ¿Cómo se reparte entre los distintos proyectos?

V. Ferrer decía que la pobreza no está solo concentrada en un sitio y hay que trabajar en diversas líneas. El proyecto FVF necesita ayuda para seguir asegurando el acceso a la salud, la vivienda y la educación y seguir promoviendo el desarrollo de la población empobrecida y la igualdad de género. La aplicación de los recursos en el programa de desarrollo en la India se distribuyó en el ejercicio 2017-2018 de la siguiente forma: Hábitat 23%, Sanidad 23%, Educación 17%, Mujeres 4%, Personas con discapacidad 6%, Ecología 11%, Gastos de funcionamiento 16% Integrando su pasado indio con su presente europeo, L. Dodem habla con pasión de su país, la India, de su gente, su cultura, sus religiones. De cómo se produce la transformación de la vida de los intocables gracias a un proyecto integral de la ONG Fundación Vicente Ferrer. L. Dodem es una lección de energía, amor a su país e integración en Barcelona. ■

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