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Artículo de opinión de Anna Gener, Socia y Directora General de Aguirre Newman Barcelona

CIUDADES

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La concentración urbana es una tendencia imparable. Lo pronostican los expertos urbanistas y los analistas de tendencias de las principales universidades a nivel mundial. El futuro está en las ciudades. Esta circunstancia tiene una gran importancia a nivel político, pues el peso de las diferentes áreas administrativas e incluso el peso de los estados quedará desdibujado, y serán las ciudades las que marcarán el ritmo sobre cómo se organiza el mundo.

Obviamente, serán unas metrópolis mucho más extensas de las que conocemos actualmente, para dar solución a la escasez de oferta de espacios donde vivir y trabajar.

Respecto a Barcelona, urge articular su integración real con el resto de las ciudades de su área de influencia, incluso más allá del área metropolitana. La Barcelona real no son sus 100 kilómetros cuadrados estrictos, sino los más de 3.200 kilómetros cuadrados que ostenta sumando sus alrededores.

Cuando entramos en contacto con una empresa multinacional que busca sede en Barcelona, en su imaginario, Sant Cugat o Cornellà es Barcelona. Por ello, para que nuestra ciudad sea competitiva en el ámbito internacional, debemos hacer que la gran Barcelona funcione de un modo más cohesionado, organizando de manera conjunta todo lo referente a la movilidad, transporte público y a la manera de articular los espacios ciudadanos. Sin embargo, esta mayor integración de las conurbaciones hacernos la vida más confortable y placentera son inconmensurables, pues inciden en aspectos tan importantes como el control de la calidad medioambiental, la gestión de flujos de tráfico, mejoras en el transporte público (que éste sea más eficaz y que permita que el ciudadano haga una mejor gestión de su tiempo), gestión optimizada de los aparcamientos o de los hospitales, y un larguísimo etcétera. En definitiva, la tecnología nos proporciona interconexión y eficiencia. La ciudad está haciendo los deberes. Ahora falta que la ciudadanía nos involucremos e interioricemos que la smartización de la ciudad no es otra cosa que la búsqueda de nuestro bienestar.

próximas no sólo va a depender de la voluntad administrativa, sino de las soluciones tecnológicas que ya tenemos a nuestro alcance. En este sentido, tenemos la fortuna de que Barcelona está en el podio de las smart cities a escala mundial. Nuestro modelo de ciudad es un referente desde hace décadas. Los diversos gobiernos municipales que hemos tenido, fuera cual fuera su signo político, han abrazado la idea de erigirnos en un referente internacional y han capitalizado esta oportunidad.

Curiosamente, smart city es una expresión que a veces genera algún recelo, cuando no debería, pues lo que hay detrás del vocablo es la firme voluntad de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía mediante la aplicación de la tecnología. Las aplicaciones que nos ofrece la tecnología a la hora de

Anna Gener Surrell

Socia y Directora General Aguirre Newman Barcelona

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