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Crónica de la Maratón

III concurso “Crónica de tu Maratón”

El plazo de envío de los trabajos estará abierto desde el 25

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de febrero hasta el día 10 de marzo. La tercera edición del concurso de relatos “Crónica de tu Maratón”, organizado por la Asociación de la Prensa Deportiva de Castellón, va destinada a aquellos corredores inscritos en la IX Marató BP Castelló o en el 10K FACSA Castelló que quieran describir, en clave periodística, sus vivencias y experiencias personales tras recorrer cualquiera de las dos carreras. Más información en la página oficial de la Asociación de la Prensa Deportiva de Castellón (APDCS).

El termini d’enviament dels treballs estarà obert des del 25

de febrer fins al dia 10 de març. La tercera edició del concurs de relats “Crònica de la teua Marató”, organitzat per l’Associació de la Premsa Esportiva de Castelló, va destinada a aquells corredors inscrits a la IX Marató BP Castelló o al 10K FACSA Castelló que vullguen descriure, en clau periodística, les seues vivències i experiències personals després de recórrer qualsevol de les dues curses. Més informació a la pàgina oficial de l’Associació de la Premsa Esportiva de Castelló (APDCS).

Relato ganador del II concurso “Crónica de tu Maratón”

Autor: Iván Cardona Pozuelo. Nº Dorsal: 813

42 kilómetros y 195 metros. La distancia mítica. La que más héroes crea y más sueños destruye. Meses de duro y solitario entrenamiento, de sacrificio. Liturgias que se inician mucho antes del disparo de salida. Nervios e ilusión a partes iguales. Miradas perdidas. Un objetivo, bajar por primera vez de 3 horas y 30 minutos. Las emociones a flor de piel cuando se da la salida. El público aplaude mientras nos observa con admiración. -Están locos-, se oye de fondo. Quizás un niño o una niña sueña con ser como nosotros. Grupeta de 3 horas y 30 minutos. Pasan los kilómetros y entre nosotros las primeras palabras y bromas van dando lugar a un silencio que solo se rompe para ofrecer o pedir un poco de agua. La solidaridad es básica en un maratón. Todos llevamos el piloto automático puesto, mientras nos acostumbramos a los rostros que nos rodean. Me pesan un poco las piernas, y apenas de reojo me voy fijando en las paletas que me marcan la distancia que voy recorriendo. Sin darme cuenta estamos en el Grao, la media maratón. Las primeras malas sensaciones se han evaporado, y ahora las piernas se mueven con fluidez. Hay que aguantar la subida, me digo. De hecho, creo que todos nos decimos lo mismo. El calor aprieta, y a algunos les empiezan a pesar los kilómetros. Las caras se van desencajando paulatinamente. Pero mis sensaciones ya son inmejorables, y lucho por tener un poco de cordura y amarrar a mis instintos. Tras el paso por la ermita del Lledó, enfilamos hacia el centro de la ciudad bajo la atenta mirada del Tombatossals. El público vuelve a llenar las aceras, y ahora los gritos de ánimo encienden mis emociones. Empiezo a visualizar la meta, a pensar que puedo conseguir mi objetivo. Así que al paso por el viejo Castalia aumento el ritmo de mi zancada. La apuesta está hecha. Todo o nada. 1 hora de esfuerzo hasta meta, cruzando los dedos para que no llegue el temido muro. Ahora corro solo por las calles de Castellón. A mi ritmo, concentrado en el esfuerzo. Supongo que esto es “la soledad del corredor de fondo”. Los kilómetros van pasando cada vez más lentamente. Los dolores musculares van apareciendo. Y mi forma de correr cada vez se parece menos a mi forma de correr. Pero de momento el muro no llega para mí. Sí para las decenas de corredores que voy sobrepasando. Solo en los últimos kilómetros de un maratón se puede entender de verdad lo que es un esfuerzo agónico. Estás en el infierno, y solo esperas salir de el cuanto antes. Callejeamos por el centro. El cerebro ya está en modo de bajo consumo, y es la inercia de las piernas la que me hace avanzar. Recojo los gritos del público y los convierto en energía. Kilómetro 40. Lo toco con la punta de los dedos, me digo. Solo hay que sufrir un poco más, solo un poco más. Como si fuese fácil. 41. Al final de la calle está la gloria. La emoción empieza a invadirme. Los rostros conocidos ya me dan la enhorabuena. 42. Giro a la izquierda y enfilo la última recta. Los últimos metros. Al fondo del Parque Ribalta la ansiada meta me espera. Mil veces habré pensado en este momento, y no por ello es menos emocionante. Arremeto con lo último que me queda, aunque sé que en cuanto cruce el arco y pare de correr, mis piernas van a empezar a fallarme. No me importa. 3 horas, 27 minutos y 55 segundos. Mejor marca personal y primera vez por debajo de 3 horas y 30 minutos. Al fin lo he conseguido. Mis sueños se han cumplido. Mañana volveré a ser un tipo normal, pero hoy me siento un héroe.”

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