Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca
Coordinación
Antonio Abarca Contreras
Diseño y Maquetación
La Red Creativa
Edita
Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca
Fotografía de Portada
Sara Ayllón
Agradecimientos
A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa y a los autores de los artículos y las fotografías
Imprime
Editorial Mic
Depósito Legal: CU-510/2008
Saludas
07 Jorge Sánchez Albendea Presidente de la Junta de Cofradías de Cuenca
09 Joaquín Ruiz Requena Delegado episcopal en la Junta de Cofradías
Entrevistas
12 Luis Moya. Cartelista Por Berta López
24 Juan Ignacio Cantero. Pregonero Por Berta López
Opinión
36 Memoria de aquella Semana Santa que vivimos en el interior por Berta López
48 Quince ediciones del premio de fotografía ‘Semana Santa de Cuenca’ por Berta López
52 Guille, tu ciego de confianza por Antonio Abarca Contreras
56 Hacerse un alma, ser golondrina por Félix Herráiz García
59 Sentimiento nazareno por Paula Escudero Robles
62 Capaces bajo el capuz por Berta López
72 Arte nazareno en miniatura por Águeda Lucas
76 100 años de Leonor Culebras por Águeda Lucas
Homenaje a Federico Muelas
82 50 años del fallecimiento del escritor conquense. Federico Muelas: Breve antología de su poesía dedicada a nuestra Semana Sa nta por Rafael Torres Muelas
88 La Semana Santa de Federico una vez cumplido el cincuentenario de su muerte (1974-2024) por Miguel Romero Saiz
94 La Cofradía de Las Angustias celebra su primer centenario por José Manuel Vela Velasco
98 Hermandad del Ecce-Homo de San Miguel. 120 años de nuestra primera procesión por Rafael Pérez Caballero
104 Por ser Reina y Madre por Aurora Garrote Armero
112 Pregón juvenil de la Semana Santa de Cuenca 2024. Y das luz a mi oscuridad por Andrés Rodríguez Carrasco
116 I Congreso Nacional de Hermandades de la Resurrección. Resurrexit por Juan Alberto Caballero García
117 La Exaltación: de Cuenca a León por Silvia Muñoz
120 La Virgen de la Esperanza. Imagen de la Semana Santa de Cuenca en la exposición Nacional “Sacrum 2024” por Carlos J. Martínez Soria
126 Jesús Saiz por Juan Rafael Montón Serrano
132 Pedro Antonio Ruiz ‘Peri’ por Antonio Abarca Contreras
138 Marisa Aguilar por Sergio Zafra Bascuñana
Hablan las Hermandades Investigación In Memoriam
142 La otra historia del himno de la coronación de la Virgen de Las Angutias por Fernando Cabañas Alamán
154 La Banda de Música de Puebla de Almenara en la Semana Santa de Cuenca por José Vicente Ávila
162 Lazos musicales desde 1954: Bandas valencianas en nuestra Semana Santa por José Vicente Ávila
166 La Semana Santa de Cuenca en 1922 por Enrique Valero Moscardó
Saluda
Cuenca Nazarena 6
Presidente de la Junta de Cofradías
Jorge Sánchez Albendea
Seguro estoy de que ahora que tienes en tus manos la revista Cuenca Nazarena , publicación oficial de la Semana Santa conquense, un sentimiento de renovada ilusión llenará todos tus pensamientos y acelerará esa sensación de nerviosismo que cualquier nazareno de Cuenca tiene al llegar estas fechas.
Si echamos la mirada atrás, con rabia contenida, y recordamos la Pasión del año 2024, nos invadirá una sensación de impotencia y dolor. Se dice pronto, pero el dato fue muy cruel. Y así ocho de nuestros diez desfiles procesionales fueron suspendidos por las inclemencias meteorológicas. De todo hay que sacar una lectura positiva, siempre es mejor una actitud constructiva y así, el año pasado aprendimos que se sobrellevan mejor las adversidades si estamos unidos y que la Semana Santa es, por encima de todo, un sentimiento tan arraigado, puro, íntimo y a la vez colectivo, que transciende a todos y a todo haciendo que esta ciudad siempre esté unida en torno a su gran tesoro, la Semana Santa de Cuenca.
Pero ya ha pasado un año y la historia debe seguir escribiéndose. Conscientes de ello, desde la Junta de Cofradías como puntal organizativo, y desde las Hermandades integrantes de la misma, hemos trabajado con más ilusión y dedicación que nunca para que todo se desarrolle con la excelencia, devoción y orden que nos son propios.
Debemos resaltar que varias de nuestras hermandades se encuentran celebrando durante el presente año diferentes efemérides, ya más que centenarias, que hablan de la estabilidad y el buen hacer de todas las juntas directivas al frente de ellas. Enhorabuena por ello y el mayor de los reconocimientos a vuestro trabajo. Pero no debemos caer en la autocomplacencia, y, en un año Jubilar como es éste, debemos tener presentes las palabras del Papa Francisco: “Las hermandades y cofradías pueden constituir un testimonio de esperanza, especialmente cuando, a través de sus prácticas de piedad, del ejercicio concreto de la caridad y de la capacidad para construir puentes de entendimiento y reconciliación, cumplen con su misión de ser signos auténticos de la presencia del Señor en medio de su pueblo santo”.
Este año es además un año importante para nosotros como nazarenos, porque es el año en que verá la luz uno de nuestros proyectos clave de los últimos tiempos: el nuevo Museo de Semana Santa. La reforma del Museo es uno de esos hitos necesarios para seguir progresando y adaptándonos a los nuevos tiempos. Pero tal vez lo más importante no sea ni la vanguardia que el Museo trae consigo, ni la apuesta de futuro que supone, siendo ambas cosas muy importantes. Tal vez, lo más importante sea que, una vez más, para sacar adelante el proyecto hemos vuelto a “arrimar todos el hombro”.
Los actos previos a la Semana Santa están resultando de gran brillantez, consiguiendo con ello ya no sólo promocionarnos
más allá de nuestros límites provinciales y cuidar nuestra imagen, sino también ayudando a crecer, de manera adecuada y según nuestros fines, los días centrales de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. A fin de cuentas todo es complementario y necesario, todo suma y todos nosotros somos los máximos responsables de mantener los elevados registros que se están alcanzando.
De cara a la próxima Semana Santa hemos intentado aunar esfuerzos y voluntades, pues son muchos los servicios que se ponen a nuestra disposición para que el resultado sea el esperado por todos. Hemos intentado atender todas las peticiones de las hermandades y, como siempre, con un especial tratamiento a la Procesión Camino del Calvario para que, ojala más pronto que tarde, podamos excluir a aquellos que con sus actitudes y comportamiento desvirtúan el rito de las Turbas.
Y si importante es corregir las cosas que se hacen mal, igual de constantes debemos ser en el cuidado de nuestros jóvenes nazarenos, los de la fila del medio, y así seguiremos potenciando la ya arraigada, en tiempo récord, Procesión Infantil como instrumento de educación y enseñanza para dar continuidad al legado heredado.
Tenemos un presente que requiere toda nuestra dedicación y un futuro lleno de retos por alcanzar. Pero esta responsabilidad, presente y futura, es compartida. La Semana Santa de Cuenca es y será lo que los nazarenos queráis que sea. Yo os invito a seguir en la línea marcada, a que caminemos todos juntos y en fraterna comunión, a que seamos conscientes de que aquí no caben egoísmos y que sólo de nuestra humildad, implicación y buen hacer, dependerá mantener lo construido hasta a hora.
Ha llegado nuestro tiempo, volvamos a revestirnos con túnicas y capuces arropando a nuestras SAGRADAS IMÁGENES. Recordad que el SILENCIO debe presidir nuestras procesiones y que la DEVOCIÓN y el RESPETO deben acompañarnos en todo momento.
Gracias a todos los Nazarenos que anónimamente trabajáis por vuestra Semana Santa. Gracias también a todos los profesionales que atendéis con magnífica predisposición las peticiones que desde la Junta de Cofradías os hacemos llegar.
Mi reconocimiento a todas las Juntas de diputación de las hermandades por la gran labor que estáis realizando. Gratitud y reconocimiento a mi actual Comisión Ejecutiva pues es inmensa la labor que desarrollan durante todos los días del año en favor del bien común.
Y a vosotros, Marta, Jesús, Jorge y Rut, mil gracias por estar siempre a mi lado y dejarme seguir cumpliendo este sueño Nazareno.
Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías
Joaquín Ruiz Requena
Nos acercamos un año más a la Semana Santa, tiempo en el que nos disponemos a celebrar el Misterio central de nuestra fe: anunciamos tu Muerte, proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús.
Y este año lo hacemos dentro de lo que la Iglesia Universal está viviendo: el Jubileo del año 2025, Peregrinos en la Esperanza. Es un tiempo de Gracia que la Iglesia nos brinda en nuestro vivir la fe.
El domingo 24 de diciembre de 2024, el Papa abría la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro inaugurando un nuevo Año Jubilar ordinario.
Al empujar simbólicamente las puertas del templo invitaba a los peregrinos a entrar en la intimidad de Dios para hacer memoria del nacimiento del Salvador durante todo este tiempo de gracia. El año en curso es un Año Jubilar en el que la Iglesia conmemora los 1700 años del Concilio de Nicea (325 d. C.), que proclamó la fe profesada en el credo que une a los cristianos que confiesan el misterio de Dios Uno y Trino.
La celebración del Jubileo tiene sus raíces en la tradición veterotestamentaria, que instituyó por mandato divino un año santo cada cincuenta años en el cual se producía la liberación de quienes estaban sometidos a servidumbre y la devolución de las tierras a sus legítimos dueños (cf. Lev 25,10). Un año que el Señor instituyó para expiación y purificación del pueblo elegido mediante una justa redistribución de las riquezas, poniendo a disposición de Dios lo que se consideraba que Dios mismo había otorgado en los años precedentes. La institución jubilar pretendía subrayar que sólo el Señor es el Dios de Israel. Los dones divinos de la libertad, de la descendencia del pueblo del Señor y la propiedad de la tierra eran, en última instancia, propiedad del mismo Dios, que así se lo había dicho en la alianza: «Si a partir de ahora me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi pueblo predilecto entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece; seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación consagrada» (Ex 19,5-6; cf. Lv 26,12). El Señor reivindicaba su dominio cada cierto tiempo, dando a los que fueron privados de libertad o de posesiones una nueva oportunidad. El año jubilar se convertía entonces en un motivo de esperanza para renovar las relaciones entre él y su pueblo, tal y como recuerda el Papa Francisco en la bula de convocatoria del Jubileo Spes non confundit («Una esperanza que no defrauda»).
La Iglesia se ha mantenido fiel a esta institución jubilar desde la perspectiva de la fe en la liberación definitiva, que ya ha comenzado en la resurrección de Cristo y se consumará
«cuando Dios sea soberano de todo» (1 Cor 15,28). Nuestra consumación y la de toda la creación con Cristo en Dios acontecerán desplazando el señorío de Dios sobre los bienes presentes al señorío divino sobre los bienes futuros, a los cuales nos encaminamos mediante nuestra conversión personal unidos en la común intercesión de los unos por los otros. Mediante la peregrinación a la que nos convoca el Jubileo, la Iglesia ha pretendido incrementar la disponibilidad de los cristianos a los planes de Dios, y vivir un «nuevo éxodo», caminando con lo indispensable, poniendo el corazón exclusivamente en Dios y no en las posesiones de este mundo que pasa con sus pasiones (cf. 1 Jn 2,17). Las obras de caridad y desprendimiento, durante este tiempo de gracia, fortalecen la esperanza en el perdón de Dios que nunca defrauda.
Este Año Jubilar quiere tener un enfoque expreriencial, doctrinal y espiritual, es un tiempo de gracia para volver de nuevo al Señor, un tiempo de conversión y de reconciliación.
Este Jubileo del año 2025 el Papa Francisco lo ha puesto bajo el signo de la esperanza. La bula que lo convoca se llama así: “Spes non confundit” (La esperanza no defrauda). El Papa Francisco detecta signos actuales que nos invita a cambiar: las guerras que se están dando actualmente, el invierno demográfico, el poco respeto a la vida, los sufrimientos de enfermos, pobres… Se trata de convertir todas estas desgracias en signos de esperanza. También tenemos otras preocupaciones a nivel eclesial: las secuelas de la pandemia que ha alejado a las personas mayores de la práctica religiosa, la descristianización de occidente, el vacío vocacional, incluso respecto al matrimonio, el cristianismo de rebajas confundido con la necesaria actualización de la misma Iglesia. Ante estas situaciones el Jubileo nos afirma que “la esperanza no defrauda”.
Por esto, celebrar un año santo es hacernos vivir el momento presente de cara al futuro, pues “hemos sido salvados en esperanza” (Rm. 8,24).
Es a lo que nos anima este Jubileo como nazarenos: a reestablecer un clima de confianza y de esperanza, como signo de un nuevo ser discípulos de Jesucristo. Nos invita a recuperar el sentido de fraternidad universal que da sentido a nuestras Hermandades, a ayudar a vivir a tantas personas de una manera humanamente digna, a profundizar en la dimensión espiritual de esta celebración, sintiéndonos peregrinos en la tierra en la que el Señor nos ha puesto.
Feliz Semana Santa.
Entrevista al Cartelista de la Semana Santa 2025
Por Berta López
“Quería una imagen que tuviera mucha fuerza. Que fuera muy sencilla, pero muy potente a la vez” . Cuando era niño, Luis Moya (Cuenca, 1985), Cartelista de la Semana Santa de Cuenca de 2025, se fijó por primera vez en cómo lleva la Cruz el Jesús de las Seis. Para el niño que fue – y para el hombre que es –, parecía como si, bajo la madera, hubiera una persona de carne y hueso, haciendo el esfuerzo por todos nosotros. Por él. Esa imagen se le quedó en la retina, en la mente y en el corazón como solo se nos quedan las imágenes que nos impactan en la infancia. Y le acompañó hasta que, en este año de Nuestro Señor, se ha convertido en la imagen que representa a nuestra Semana Santa. Y así, aquella idea se hizo Cartel para habitar, como el Señor, entre nosotros. Si ser Cartelista es uno de los mayores dones que nuestra Pasión puede otorgar a un nazareno, no es menos bonito corresponderle compartiendo con toda la comunidad esa imagen, nítida, que te ha hecho crecer en la fe. De esa imagen, de fotografía y, por supuesto, del Cartel, hablamos en esta conversación, que tuvo lugar a mediados de enero.
“Lo que define nuestra fotografía de Semana Santa es el sentimiento: aquí es diferente a cualquier otro”
Fotografías: Águeda Lucas
“Con esta imagen, yo expreso lo que siento por nuestra Semana Santa”
¿Qué fue lo primero que sentiste cuando te comunicaron que ibas a ser el Cartelista de la Semana Santa de este año? Orgullo y, sobre todo, responsabilidad. Es algo que deseaba mucho, después de todo el bagaje, de tantos años haciendo fotos y de cómo siento la fotografía en Semana Santa. Por eso, salir elegido fue un orgullo y una alegría, con ese punto de responsabilidad de hacer una buena obra e intentar que a todos los conquenses les guste, o al menos que vean que trabajo y sentimiento, que se han puesto muchas ganas en el Cartel.
Juan Ignacio Cantero dice en su entrevista que no le tiene miedo al Pregón. ¿Le tenía Luis Moya miedo al Cartel?
No. Sí he sentido la responsabilidad pero no miedo porque, si lo tienes en el corazón, si lo tienes preparado, no tiene por qué suponer ningún problema.
¿Tenías un Cartel en la cabeza, antes incluso de ser nombrado Cartelista? ¿Has partido de una idea previa, una que tuvieras por si en algún momento te elegía la Junta de Diputación?
Pues la verdad es que sí. Me gusta mucho la fotografía de detalle, esas partes que dicen mucho. Así que, te puedo decir que el motivo principal del Cartel lo he tenido claro en realidad desde pequeño. Siempre me acuerdo de que, cuando terminábamos la procesión de Camino del Calvario, íbamos a casa y en los informativos, nacionales, locales… veíamos siempre la misma imagen del Jesús de espaldas, con ese gesto de Pasión, de esfuerzo. Desde pequeño, esa imagen me ha llegado mucho. También recuerdo de mi infancia ver la espalda del Jesús en las puestas en andas. Incluso tengo un recuerdo parecido del Miércoles Santo: cuando vamos a poner las almohadillas los banceros de la Amargura, el Jesús ya está preparado y siempre le veo de espaldas, con el gesto que tiene en mi Cartel. Por eso, desde siempre he pensado que, si alguna vez hacía el Cartel de Semana Santa, quería plasmar esa forma de llevar la Cruz que tanto me dice, que simboliza para mí el cristianismo, la tradición. Es, para mí, una imagen muy bíblica.
Tenías claro desde el principio entonces que la Imagen protagonista de tu Cartel sería el Jesús de las Seis. Sí. Siempre he pensado en que fuera una parte de la talla, esa espalda que tan simbólica me parece. Que lleva el peso de todos. He hecho muchas fotografías de diferentes partes de la
talla a lo largo de los años, fotografías que he publicado, con las que he participado en exposiciones: la Cruz, el pie… Sin embargo, esa parte de la espalda no la había utilizado nunca hasta ahora. La tenía reservada para ser el motivo central de mi Cartel de Semana Santa, si alguna vez lo hacía.
Me llama la atención que, después de décadas dedicado a la fotografía y de haber visto la Semana Santa desde todos los ángulos posibles, te hayas mantenido fiel a la idea de aquel niño que tenía fe en llegar a ser Cartelista. Pues me he mantenido fiel. Y eso que tenía dónde elegir. Tenía imágenes del San Juan en una pose parecida, alguna también parecida de Jesús del Puente… Pero el corazón me decía que tenía que ser el Jesús de las Seis y esa espalda que tiene para mí tanto significado. A mí, además, me llaman mucho la atención las imágenes talladas, y del Jesús me gusta lo bien que está tallado, ese realismo que también quiero transmitir. Parece que está vivo, que hay una persona de carne y hueso haciendo el esfuerzo debajo de esa túnica. He tratado de variar, la verdad, de probar otras ideas de Cartel… pero no ha podido ser (risas). El corazón no me dejaba.
¿Cómo se transmite esa fuerza a través de una imagen?
¿Cómo tiene que ser una imagen para ser potente? Sobre todo, tienes que sentirla. Con esta imagen, yo expreso lo que siento por nuestra Semana Santa. Sucede con cualquier tipo de fotografía, en realidad. Si no la sientes, no puedes transmitir nada con ella. En este caso el motivo central es la espalda, pero tiene relación con el ojo, con esa mirada del Jesús que busca complicidad y ayuda.
Y ¿cómo se traslada esa fuerza al Cartel?
El Cartel debe anunciar. Debe combinar los valores estéticos de una gran composición, en este caso, una fotografía, con la capacidad de comunicar de inmediato aquello que representa. Aquí radica uno de los mayores desafíos: que una fotografía, con todo su realismo, sea capaz no solo de captar un instante, sino de transmitir una atmósfera, un simbolismo y un mensaje. Mientras que otras disciplinas como la pintura o el diseño permiten transformar la realidad a voluntad, la fotografía trabaja con lo tangible, con lo que existe, y es a través de la luz, el encuadre y el detalle que debe lograr trascender y convertirse en algo más que una imagen. Este Cartel nace de esa dificultad y, al mismo tiempo, de esa riqueza que solo la fotografía puede aportar.
“El cartel va relacionado por completo con Cuenca y con la gente que ha colaborado siempre con la Semana Santa”
Cuéntanos cómo ha sido el proceso de diseño del Cartel. Buscaba una imagen muy limpia. Quería que se vieran solamente los elementos sobre los que quería poner el foco, que se viese es gesto y que no hubiera ninguna interferencia externa que distrajese. Por eso no me servían las fotografías en procesión.
Para poder expresar todo lo que quería con la imagen que elegí como motivo central, tenía claro que la herramienta era la fotografía de estudio. Pero puesto que la talla no puede salir de El Salvador, necesitaba quedarme a solas con ella durante un rato, para poder fotografiarla como quería. Lo intenté algunos años en la puesta en andas, pero no obtenía la imagen que buscaba. Por eso, pedí permiso a la Hermandad y monté un set en la capilla del Jesús, para tomar las fotografías que necesitaba. Desde aquí quiero agradecer públicamente a la Hermandad y a su secretario su colaboración y todas las facilidades que me dieron en este sentido, sobre todo teniendo en cuenta que yo no les dije en ningún momento que fuera para el Cartel de Semana Santa.
La composición del Cartel tiene tres partes diferenciadas: la espalda del Jesús, que simboliza ese esfuerzo y lo que representa para mí la fe, como ya he dicho; la parte de las manos, que simboliza la unión de todos los cristianos y de todos los conquenses, unas manos que tienen además relación con la mirada y con esa petición de ayuda, esa complicidad; y por último la tipografía, que ha sido lo más difícil.
Ha habido estudio y tratamiento de la luz, edición para conseguir las tonalidades y sombras que buscaba... Todo pensado para encajar además con la tipografía, de la que necesitas que no quite protagonismo a la imagen, pero
que tampoco quede floja y estropee el Cartel. Quería que estuviera relacionada con una de las instituciones que ha apoyado siempre a nuestra Semana Santa, como es nuestra Universidad. Por eso, elegí como base la tipografía de los Vítores de la Universidad de Salamanca, en un tono dorado a partir de las flores de lis de la túnica del Jesús, y la he rediseñado para el Cartel añadiendo las hojas de olivo, tan representativas de nuestra Pasión, alguna cruz y un rediseño que evoca las rejas de la calle de San Pedro, la forja de la calle Alfonso VIII… En el diseño del Cartel he querido que todo representase de alguna manera una parte o rasgo de Cuenca y que todo tuviese relación.
Es un Cartel lleno de simbolismo y de guiños a Cuenca. Así es. El Cartel va relacionado por completo con Cuenca y con la gente que ha colaborado siempre con la Semana Santa. La fuerza del Cartel la da el Jesús, pero también esas manos que se tienden hacia él. Con solo ese gesto, todo el mundo sabe todo lo que pasó. Todo lo que se ve, significa la Pasión de Cristo. Y además, he repasado cartelería, fotografía, arte, programas… Y no he visto que se hubiera representado nunca esa espalda, que para mí es lo más representativo del cristianismo: la Cruz y la espalda de Jesús, que es quien sufrió la Pasión.
Tu Cartel es una imagen en color. ¿Por qué lo has preferido al blanco y negro?
Quise capturar los colores de la Pasión, el morado y el dorado. En mi opinión, el color tiene más verdad. No hay mejor manera de representar el sufrimiento de Jesucristo en su camino hacia la crucifixión que a través de esta paleta de colores. El morado, presente en la mayoría de las túnicas
de las hermandades, es el color tradicional de la Cuaresma, el de la penitencia, y era también el color de los reyes. Y el dorado tiene mucha importancia en el cristianismo y está ligado a la divinidad. Son dos colores muy simbólicos y quería ese simbolismo del color en el Cartel.
Comentabas que no has encontrado una visión parecida de una talla de Jesús en ningún cartel de cuantos has revisado. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
Quería una imagen que tuviera mucha fuerza. Que fuera muy sencilla, pero muy potente a la vez. Y la espalda del Jesús era perfecta para el mensaje que quería transmitir. Hice un análisis de cartelería de Semana Santa de toda España, sobre todo buscando que esa perspectiva no se hubiera tocado nunca, ser original. Aunque tengo que decirte que lo hice un poco mal, porque como yo ya tenía la idea clara de lo que quería hacer, digamos que lo hice al revés, porque la investigación fue después de la idea (risas). Afortunadamente, no había nada parecido y pude seguir con lo que tenía en la cabeza. En ese sentido, estoy muy tranquilo. Se ha juntado mi deseo de mostrar a la gente otro punto de vista de una talla tan conocida y representativa de nuestra Semana Santa, con saber que además sería una visión inédita.
¿Cómo fue la experiencia de montar un set en El Salvador para fotografiar al Jesús?
Para no olvidarla nunca. Para poder hacer todo el trabajo y también para la parte simbólica de las manos, conté con la colaboración de 10 personas de mi confianza, entre familia y amigos, que me ayudaron tanto a montar el set y las condiciones de luz que quería, como a poner sus manos para la composición que buscaba. Quería que se vieran manos
de todas las edades, y hay una que es muy importante para mí, la mano de mi hermana, que es quien siempre me ha apoyado, me ha enseñado arte, fotografía… Su mano no llega a tocar al Jesús, pero es la que más fuerza y peso tiene dentro de esa parte de la composición, es la que guía a todos para seguir a Jesús y la que va en la misma línea de la mirada. Las manos simbolizan la unión de todos los nazarenos de cuenca, pero sobre todo quería plasmar la unión de mi familia. La familia es el pilar donde nos tenemos que apoyar. Sin ellos nunca habría conseguido nada de lo que tengo. Además, la mano de mi hermana es la única mano de mujer y con ella quiero destacar el mérito que tuvo la mujer ayudando en la continuidad de la Semana Santa, así como reconocer que hoy es parte primordial de la misma.
¿Alguna vez habías hecho fotografía de Semana Santa siguiendo un proceso como el del Cartel, en estudio y con una composición preconcebida?
En las puestas en andas se pueden hacer cosas parecidas. También tengo momentos parecidos el Miércoles Santo en El Salvador, antes de que salga la Amargura. Pero montando un set como para el Cartel no, porque tampoco es tan fácil, salvo que tengas un encargo de una hermandad. Pero sí que me gustaba mucho.
¿Cómo definirías tu estilo como fotógrafo?
Me gusta mucho la fotografía social, captar sensaciones. Me gusta documentar esos momentos que solo pasan una vez en la vida, captar el instante, ese rayo de luz que pasa en un momento y solo tienes unos segundos para captarlo tal y como lo has visto… Siempre me han gustado esos puntos de vista en la fotografía.
“La ciudad te ofrece esos momentos que, si sabes identificarlos y plasmarlos, son únicos”
Ha habido una evolución en la fotografía de Semana Santa, por la que hemos pasado del plano abierto, de las fotografías de postal, con mucha amplitud, en las que el fotógrafo buscaba abarcar en una sola imagen el máximo de procesión posible y contar el máximo de detalles, a una fotografía de plano corto, mucho más intimista y al detalle. ¿Por qué piensas que hemos tenido esta evolución? ¿Cómo ha cambiado en Cuenca la manera de mirar la Semana Santa a través de la fotografía? Yo creo que es por ese deseo de mostrar cada vez más cosas, más detalles que se desconocen, el sentimiento de la gente. Por el afán de interpretar lo que vemos a nuestra manera. La Semana Santa es un marco lleno de posibilidades. Y todos los desfiles son iguales, pero a la vez no. Un detalle tan sencillo como mostrar cómo van creciendo los niños de un año para otro ya es un cambio, ya aporta cosas diferentes. Eso, por un lado. Por otro lado, también ahora se tiene otra forma de trabajar y los fotógrafos tenemos otros medios a nuestro alcance. Pienso que ahora la fotografía es mucho más fácil, porque puedes hacer muchas más fotografías al no tener la limitación del carrete que tiene la fotografía analógica. Antes tenías los disparos contados. Ahora, incluso con el móvil puedes hacer 1.000 fotos y encontrarte, cuando revisas el carrete, con detalles que no habías visto al disparar y que te permiten mostrar las cosas de otra forma, cosas nuevas. Yo siempre digo que cualquiera con un buen móvil y un poco de sensibilidad a la hora de mirar puede hacer fotografías de Semana Santa fantásticas desde la acera. Cualquiera. Va todo relacionado con el sentimiento. Y además, ahora la imagen está mucho más presente gracias a las redes sociales y los medios de comunicación.
Estamos de acuerdo en que se puede ser buen fotógrafo de Semana Santa con una cámara analógica, con una digital, incluso con un móvil, siempre que tengas esa mirada y ese sentimiento, pero: ¿Se puede ser buen fotógrafo de Semana Santa sin ser nazareno? Se puede. Una persona que tiene esa forma de expresarse, lo puede hacer viendo la procesión de los Diablos de Almonacid del Marquesado sin ser del pueblo, lo puede hacer en una carrera de atletismo sin haber corrido nunca un metro y lo puede hacer en la Semana Santa sin haber llevado nunca una túnica. Sí es verdad que, si no eres nazareno o no eres de la ciudad, desconoces muchas veces cosas que van a pasar y, en ese sentido, puedes perderte muchas cosas. Pero de lo que ves puedes plasmar mucho en fotografías fantásticas, si tienes esa mirada y esa manera de expresarte.
¿Cómo has evolucionado tú, como fotógrafo?
Empecé cuando era pequeño, con una cámara compacta, de menos a más. Solo hacía fotografías de Semana Santa,
que en ese momento era lo que me llamaba la atención. Así vas viendo, buscando, experimentando… Además tenemos una ciudad especial, solo con salir a pasear ya vas captando eso que hace la única. Luego hacía fotos en los viajes, con los amigos... Es algo que me iba llamando. Con el tiempo, empiezas a tener mejor equipo y quieres dedicarte de manera profesional, te formas, experimentas… Para mí un punto de inflexión fue empezar en la fotografía de bodas. Ahí fue cuando empecé a hacer lo que de verdad quería: buscar más esos detalles, esperar el momento, estar siempre atento a esas pequeñas cosas que pasan a nuestro alrededor, que son importantes y que no siempre vemos. A día de hoy vas mejorando, viendo más ideas… He ido perfeccionando lo que sentía. Tengo fotos de 2002, de cuando era pequeño, y ya se veía un poco mi estilo, pero no como es ahora. La formación y la influencia de otros compañeros también ha sido fundamental para mí. Y a escuchar. He aprendido a escuchar mucho, para saber qué pide la fotografía en cada momento. Sin perder mi esencia ni mi estilo, pero amoldándome para plasmar las cosas bien.
¿Quienes son tus referentes dentro del mundo de la fotografía?
A nivel de fotografía siempre me ha gustado mucho Javier Romero y su forma de capturar los momentos en el momento preciso. También Luis Miguel Caballero, con quien he compartido momentos buenísimos de Semana Santa y de la vida en general. Enrique Martínez Gil, quien tiene esa facilidad para encontrar la fuerza en la imagen de detalle. Y luego, mis compañeros David y Alejandro. Todos ellos han aportado muchísimo a la Semana Santa y a mí me han hecho inspirarme un montón. Pero también me inspiro en la pintura, por ejemplo en la de Pedro Romero, que es muy detallista, dentro de un arte que es muy de postal, pese a ser abstracto.
Me decías que tenemos una ciudad que es maravillosa, algo fundamental para la fotografía de Semana Santa. Siempre decimos que la nuestra es muy plástica, pero claro, jugamos con ventaja: sucede en un marco escénico que no tiene comparación y que hace que la luz que hay en nuestra Semana Santa no la haya en ningún otro sitio. ¿Hasta qué punto condicionan o influyen esa luz y ese marco escénico en cómo es nuestra Semana Santa? El marco escénico parece que estuviera hecho aposta. Que vaya Jesús con la Cruz a cuestas subiendo una cuesta parece que simboliza la Pasión, nuestra idea de cómo fue la Pasión. No se puede representar mejor. A nivel fotográfico, la ciudad te ofrece esos momentos que, si sabes identificarlos y plasmarlos, son únicos.
Cuenca Nazarena19
Fotografía: Luis Moya
La ciudad, a nivel fotográfico, te lo ofrece todo: la parte alta con sus paredes súper bonitas, en las que puedes hacer imágenes súper limpias; tienes procesiones del día y de la noche, en las que cae el atardecer; esa luz de las farolas del Casco Antiguo que es súper bonita, aunque en fotografía quizá se sature mucho… Luego tiene ese punto en el que se puede jugar mucho con las sombras, con las miradas, también a través del capuz, las procesiones con la luz del amanecer en las que se reflejan los rayos en las manos de las vírgenes, en las cruces, en los varales del palio… Tienes un montón de factores que te ayudan para hacer fotografías impactantes y muy bonitas si sabes jugar con eso. En otras ciudades de edificios más altos, calles más anchas y otros horarios, no es lo mismo. Aquí tienes una paleta de color y un catálogo de fondos que es único. No sé si la nuestra es la mejor Semana Santa o no, pero como especial y como la más cercana a lo que se narra en la Biblia, es imposible que haya otra. Ninguna. Ni en Jerusalén (risas). Entonces, si tú lo sientes, si te gusta la Semana Santa, en Cuenca es sacar la cámara y va sola. Mucha gente puede hacer fotos muy bonitas en Cuenca, si lo siente, porque te lo ofrece. Y hay cosas que solo tienes en aquí.
¿En qué se diferencia nuestra fotografía de Semana Santa de la de otras ciudades?
Es diferente por el sentimiento, que aquí es diferente. Aquí tenemos una visión de las cosas distinta, un sentimiento muy especial, no sé si por nuestra forma de ser, por la ciudad… Y se ven unos detalles, unas formas de fotografiar, preciosas. Nos distingue.
Lo he visto también documentándome para el Cartel, que he visto mucha fotografía. Tenemos un potencial enorme. Como diría Florentino Pérez, somos la Champions League (risas). Ese sentimiento, esa visión diferente de la vida que tenemos en Cuenca, se plasma en la fotografía de Semana Santa.
¿Cómo te gustaría que se recordase tu Cartel?
Sobre todo me gustaría que se vea que ha habido trabajo y sentimiento. Soy consciente de que no le puede gustar a todo el mundo. Me gustaría que el tanto por ciento sea mayor pero, si no lo es, que al menos en la gente quede la sensación de que, aunque no sea del todo de su agrado, la imagen tiene fuerza y el Cartel ha llevado esfuerzo y trabajo. Me gustaría que sepan que he sentido lo que he hecho.
8 INSTANTÁNEAS SOBRE EL CARTELISTA
Mis hermandades son, sobre todo, la Amargura y el Descendimiento. Soy también del Huerto, del Jesús de las Seis, de los dos San Juanes, del Bautismo, de la Borriquilla… pero de las que más, de las dos primeras.
Ir a poner las almohadillas de San Juan y la Virgen, el Miércoles Santo, es para mí es un momento súper bonito. Y sobre todo, salir con mi paso. Es un momento muy típico, pero para mí es el momento más especial.
Para ver la procesión, me gustan las curvas de la Audiencia. Por más que intento irme a otro sitio, me voy ahí siempre.
Hay una fotografía que me gustaría hacer y que no he hecho todavía. Es una imagen de la Virgen de la Amargura, según sale del Salvador, que sería preciosa, pero que no puedo hacer todavía porque siempre voy de bancero. Algún día la haré. La tengo muy pensada y la veo cada año. Por ahora no puedo hacerla, pero la haré.
También hay una fotografía que me hubiera gustado no hacer. Es una foto de aquel momento tan duro que se vivió en San Esteban, una foto que tengo guardada y que no he enseñado a nadie. Quizá no debería haberla
hecho, para que ese momento no se recordara, pero… sentí que la tenía que hacer. Aunque me hubiera gustado no hacerla.
Me gusta la fotografía tanto en blanco y negro como en color. Uso una u otra dependiendo del objetivo. El blanco y negro te potencia todo mucho pero cubre muchas carencias. Una fotografía a color dice mucho siempre, pero es más difícil hacerla. La fotografía en color tiene más verdad.
No viví la época de la fotografía analógica, pero me hubiera gustado. Ser fotógrafo en la era digital es muy fácil, con los medios que tenemos. En la fotografía analógica no había trampa ni cartón, ni posibilidad de fallo. El fotógrafo tenía los disparos contados y debía pensar y vivir la fotografía mucho más. El esfuerzo era grandísimo. Ahora hay esfuerzo, pero diferente. Ha sido un cambio abismal.
No podría decidirme entre plano abierto y plano corto: yo creo que hay que plasmarlo todo. Depende del momento. No hay que cerrarse a nada, siempre manteniendo el estilo propio y la forma que tiene cada uno de hacer las cosas.
Un Pregón es bueno cuando refleja la personalidad de quien lo pronuncia
Por Berta López
“No le tengo miedo al Pregón”. Así de contundente, seguro y convencido arranca en esta entrevista Juan Ignacio Cantero de Julián (Cuenca, 1992), Pregonero de la Semana Santa de Cuenca de 2025. Tal vez sea que haber nacido en año olímpico – y qué año, el de los Juegos de Barcelona, nada menos – infunde ese valor y ese no rendirse nunca de los deportistas de élite. Quizá sea por su juventud – es el primer Pregonero de nuestra Semana Santa nacido en los 90, echen las cuentas – o porque este año cumple la edad de Cristo. Tal vez porque, para quien ha desnudado su alma – nazarena, por supuesto –en crónicas, artículos de opinión, presentaciones, tertulias y cientos de versos, la del Pregón es la tribuna definitiva en la que consagrarse como nazareno. O tal vez sea que Juan Ignacio, Juani para tantos amigos, ha comprendido que el Pregón es, por encima de todo, un regalo. Un momento para vivir, intensamente. Para atesorarlo durante toda la vida. Y esos momentos, créanme, no merece la pena vivirlos con miedo. Ni hay por qué tenerles miedo: el miedo, se lo lleva la fe.
“El papel de los jóvenes yo siempre lo reivindico”
¿Cómo se afronta el Pregón de nuestra Semana Santa, habiendo escrito mucho para ella, como tú, y desde la juventud?
Más allá de experiencia o juventud, cualquier Pregonero tiene la responsabilidad de hacer un buen Pregón, no solo consigo mismo, sino con la Semana Santa y con la ciudad. Son los nazarenos los que, al final, te han llevado a ser Pregonero. Yo además siempre he sido defensor de que un Pregonero tiene que ser eminentemente nazareno. Y conquense muchas veces también, porque es cuando realmente toca la fibra de la gente. Cuando hemos traído a gente de fuera, puede ser una pluma excelente, pero no terminan de tener esa conexión con el público, que falta por no tener ese nazarenismo conquense en vena. La responsabilidad siempre es alta.
¿La juventud? Igual en un primer momento pesaba saber que los Pregoneros de los últimos tiempos han sido siempre personas con un bagaje mayor o con una trayectoria nazarena más amplia, te da respeto. Pero creo que la juventud no cambia las cosas: al final quieres hacer un papel importante, ya no por el individualismo sino por el colectivismo. Es lo que yo digo siempre: es Viernes de Dolores, estamos a dos días de Semana Santa, que la gente salga de allí con Semana Santa en el alma, con ganas de irse al Domingo de Ramos y disfrutarla. Sobre todo la responsabilidad es esa: que la gente salga del Pregón diciendo ‘yo ya estoy enchufado, yo ya quiero que abra San Andrés la puerta y que sea Semana Santa’. Entonces, no tengo ningún miedo, pero sí esa responsabilidad.
Has dicho: Quiero hacer un buen Pregón, no solo por mí, sino también por la Semana Santa. Tú, que unes en tu papel de Pregonero tres facetas: nazareno, periodista y escritor (poeta): ¿Cómo piensas que debe ser un buen Pregón de Semana Santa?
Un buen Pregón es, simplemente, el que uno hace. Cualquier Pregonero que haya sido seleccionado es válido,
interesante, tiene su punto de vista, su forma de trabajar y de percibir la Semana Santa. Para mí un buen Pregón tiene que aunar las patas que sean de ese Pregonero. Es decir: si un Pregonero es historiador y es nazareno, ¿por qué no incluir una parte de historia y otra parte de vivencias de la propia Semana Santa?
¿En mi caso? Evidentemente quiero que esas tres patas de la silla estén en el Pregón, que haya una parte que pueda identificar al periodista, más como una crónica o un devenir de los acontecimientos nazarenos. En la parte de escritor, que haya una parte muy literaria, adelanto que seguramente sea en verso, porque como escritor soy más dado a la poesía. Y de la parte de nazareno, evidentemente Cuenca y una oda a nuestra Semana Santa, sobre todo desde el punto de vista de la experiencia del bancero, la del niño al que desde que nació casi lo han sacado en la procesión, la experiencia de haber estado pese a la juventud en directiva, en la fila, debajo del banzo… Eso es lo que en el mío va a estar.
Pero... ¿Qué tiene que tener un buen Pregón? Sobre todo la personalidad del que lo hace. Yo he estado en pregones de muy distinto perfil al mío que me parecen pregones exquisitos. Siempre ponemos el mismo ejemplo: José Miguel Carretero no es de profesión periodista ni es escritor, pero da gusto escucharle, leerle… Su personalidad está muy presente en lo que hace, en su Pregón. El Pregón debe reflejar tu personalidad. Si te han elegido, es porque la gente quiere ver a esa persona que hay detrás del atril. Dicho esto, espero que a través de las palabras que escriba y de cómo las exprese el Viernes de Dolores, la gente pueda percibir la Semana Santa y al nazareno Juan Ignacio Cantero, que es parte de esa Semana Santa.
Me gusta que cites ya de inicio a José Miguel Carretero, gran referente sin duda de nuestra Pasión, porque además fue un pregonero muy joven también, de los pocos muy jóvenes que hemos tenido. Si miramos la
trayectoria del Pregón, no ha habido tantos pregoneros o pregoneras por debajo de los 30-35 años, al menos en la época más contemporánea. ¿Habrá en tu Pregón un espacio para reivindicar o hablar del papel de esa juventud de nuestra Semana Santa, a la que muchas veces le exigimos más de lo que le damos?
El papel de los jóvenes yo siempre lo reivindico. Y no puedo estar más de acuerdo contigo en que muchas veces se les exige más de lo que se les da. Y en cuanto a la típica frase que se dice de que los jóvenes a la hora de la verdad no quieren comprometerse con la Semana Santa, que no están preparados… Yo creo que lo que ocurre es que no se les involucra lo suficiente. Que muchas veces, desde la Semana Santa, es más bien ‘no quiero al joven porque no está preparado para esto’, cuando tú tampoco le das la mano para que lo esté. Porque seguramente, si entrara, vendría con nuevas ideas, con una fuerza renovada que mucha gente ya no tiene…
Al final hay un poco de apoltronamiento y de pensar que, como llevamos aquí toda la vida, somos los que sabemos hacerlo. Y no nos damos cuenta de que antes no estábamos y la Semana Santa salía. Las cosas se hacían. Y que el que llegue por detrás, con la fuerza con la que vienen muchos jóvenes, lo va a hacer igual, mejor o por lo menos la Semana Santa va a salir adelante con esos jóvenes. Y si además queremos un relevo generacional, tenemos que darles ya un papel importante. Pero a la mujer también. Lo digo muchas veces. Porque la Junta de Cofradías sigue estando muy masculinizada, en las juntas de diputación a veces cuesta que haya mujeres, secretarias no hay tantas…
Las que hay o ha habido han estado muchas veces cuestionadas por el mero hecho de ser mujeres… Completamente de acuerdo. Por eso es algo que yo siempre reivindico, en todos los foros en los que estoy. No quiero adelantar nada del Pregón, pero es posible que
haya algún guiño. Porque si yo soy alguien habitualmente reivindicativo en ese sentido y digo que hay que percibir al nazareno que hay detrás del Pregonero, es lógico que haya algún guiño a alguna reivindicación de las que yo suelo hacer, siempre dentro de lo que un acto como el Pregón permite. Quien me conoce sabe que soy muy defensor de Cuenca y de la tradición de Cuenca, lo que quiere decir que habrá también algo en este sentido, de defender lo nuestro. Quiero que sea, no diría una arenga militar, pero sí una forma de decir a los nazarenos que despertemos, que esto es Cuenca y nuestra Semana Santa, que es lo más grande que tenemos y hay que defenderlo.
¿Hasta qué punto el atril del pregonero es un espacio para la reivindicación?
Es una pregunta maravillosa. Uno de los asuntos que me tiene más preocupado con el Pregón es ese. El preguntarme hasta qué punto me voy al artículo de opinión, por así decirlo. No es el foro, quizás. Lo que espera la gente de ese foro es expresión de sentimiento, salir con la Semana Santa en vena… A lo mejor no es el mejor espacio para reivindicar. Por eso, lo que haga no va a ser un artículo de opinión al uso, sino pequeños guiños, pequeñas píldoras dentro de la expresión del nazarenismo conquense, de lo maravillosa que es nuestra ciudad y nuestra Semana Santa. Pequeñas pildoritas que puedan quedar, sin que la gente se vaya diciendo: este nos ha venido aquí a señalar con el dedo. Pero que por lo menos sí que vaya dejando por aquí y por allá, semilla. ¿Que germina? Bien. Has hecho una pregunta fantástica, porque creo que el Auditorio, o la iglesia de San Miguel en su momento, no son foro de reivindicación, porque el público, que al final es para el que escribimos y para el que se destina un texto, va a otra cosa. No a que se le haga una reivindicación ni una manifestación de nuestras opiniones más íntimas. Por eso estará, pero de la manera en que admiten el acto y el escenario.
Fotografía: Águeda Lucas
Si no llevo mal la cuenta, en lo poco que llevamos de entrevista has dicho ya cuatro o cinco veces (quizá más) que lo que quieres es que los nazarenos salgan del Auditorio con la Semana Santa en vena. Con el nazarenismo por las nubes. Eso, ¿cómo se consigue? (El Pregonero hace una pausa, reflexionando la respuesta) Es muy complicado. Algunos años, saliendo del Pregón, percibes que la gente está… No sé si la palabra es fría, pero sí tal vez indiferente. Y creo que lo complejo es conseguir que salgan con la Semana Santa en vena. Lograrlo depende de un compendio de factores. El texto debe llevar a ello, la forma de expresarlo hace mucho… Y esa es otra cosa de las que me dan respeto. En el Auditorio estás frente a un público amplio, no es lo mismo que dar clase a 20 chicos o intervenir con un micrófono en la televisión durante un ratito y sin ver a nadie. El del Auditorio es un público experto, especializado y muy exigente. Tienes que hacerlo sin trabarte, sin errores, con las inflexiones de voz y pausas correctas… A mí eso es lo que más me preocupa. Un texto que llegue y muy literario, muy de Cuenca, una buena oratoria y que el sentimiento de Semana Santa lo envuelva todo sería la mezcla perfecta. Pero no es un solo factor: tienes que conseguir que ese día todo sea perfecto, que sea la tormenta perfecta para que la gente diga: ‘Espectacular’. ¿Será así el mío? Pues no lo sé. Ojalá. Pero es verdad que, por mi experiencia, nunca terminan de juntarse todos los factores para que la gente salga totalmente contenta con un Pregón. Es un público muy exigente, porque sabe mucho de Semana Santa...
Ha escuchado muchos pregones… Eso es, porque en Cuenca es verdad que somos bastante fieles y bastante asiduos al Pregón. Que me parece impresionante que llenemos el Auditorio, cuando para otros actos o para la programación fantástica que tenemos, es difícil de llenar. Y, sin embargo, en Semana Santa siempre llena, con lo cual es un día difícil para que se dé esa tormenta perfecta, pero lo vamos a intentar. Yo tengo la ilusión de poder hacerlo, y más con el hándicap de la juventud (risas). A ver si por lo menos viene el joven a levantar los corazones (risas).
Antes de llegar a ese punto en el que estás delante de tu audiencia, está el momento del texto. Me decías: Si consigues hacerlo bien en el texto, lo demás fluye mejor. La pregunta es: para que ese texto emocione ¿tiene que emocionarse el Pregonero mientras lo escribe? ¿Se emociona Juan Ignacio Cantero mientras escribe su Pregón?
Mientras lo escribe, sí. Escribiendo, por supuesto que Juan Ignacio Cantero se emociona. Porque además es un momento muy emocionante para mí, es un premio, un sueño cumplido. Al final te llama la atención y te emociona mucho. Mientras lo lea, no debería emocionarme. Ese es otro miedo que tengo. Hay partes, como en todo Pregón, que van más a lo personal, son más emotivas, y me asusta que ese mismo día no pueda continuar, se me haga un hilo
la voz… Y eso no lo puedes ensayar ni prever, porque si te emocionas mientras lo lees, no hay nada que hacer. Se te desmonta el castillo de naipes.
De todos modos, si te emocionas, nos emocionaremos contigo. Y al final, por más exigente que sea el público nazareno, que lo es, tiende también a ser benévolo con su Pregonero.
Sí que lo es, tienes razón. Desde que fui nombrado Pregonero, mucha gente que ha venido a hablar conmigo me dice que tengo un don para emocionar. Que tengo un don para tocar los sentimientos de todos. No me lo creo, ni mucho menos. Yo lo que puedo decir es que escribo como me sale. Espero que con el Pregón también sea así. Como tenía la estructura muy clara y están las tres patas de las que hablábamos, te puedo decir que hay una parte más emocional, de lágrima fácil por así decirlo, hay una parte más periodística, de contar la Semana Santa como es, y hay otra parte más de vivencias, más nazarena. Con lo cual, en la parte más literaria, más expresiva, más emocional, es donde pienso que puedo captar más esa emoción de la gente.
Al hilo de esas conversaciones con José Miguel Carretero, Pregonero insigne de nuestra Semana Santa, una de las mejores y más elegantes plumas que han escrito alguna vez sobre ella, nazareno muy querido, pienso en tu proceso de documentación y en el trabajo previo a la escritura. ¿Se inspira el Pregonero en quien ha enfrentado antes que él ese atril, tan querido y que, a la vez, tanto respeto provoca? ¿Revisa otros pregones? ¿Se documenta? ¿Prefiere no mirar nada para no influenciarse? ¿Pide consejo? ¿Cómo se escribe un Pregón de Semana Santa? ¿Cómo lo estás haciendo tú? Yo tengo una máxima, que aplico en todo en la vida. Y es que, para escribir, primero hay que leer. Hagas lo que hagas. No me creo a quien dice que escribe sin haber leído. Leer es una fuente de inspiración, de evasión. Te hace soñar, pensar, reflexionar… Lo primero ha sido leer el libro de Luis Calvo Cortijo sobre los pregoneros de nuestra Semana Santa. Después, escuchar: por suerte tenemos hoy en día muchos de los pregones contemporáneos en vídeo o audio. Y a partir de esto, he visto las cosas que me gustan, las que no, me han surgido ideas en cuanto a cómo hacerlo yo… Todo ha sido fuente de inspiración. Un Pregón se escribe, primero, teniendo las ideas muy claras. Y en segundo lugar, saliendo de tu burbuja y captando ideas del exterior, de otros pregoneros. Eso sí, igual que ha pasado a lo largo de la historia de la Literatura, escribir es replicar, que no copiar. El escritor coge moldes, maneras, filosofías… para trasladarlas a lo suyo. Se escribe con los oídos y los ojos muy abiertos y con esa sensibilidad para saber captar y trasladar al papel. Por eso, cuando a los pocos días de ser nombrado Pregonero la gente me preguntaba si había empezado a escribir y les decía que no, se sorprendían. Pero yo les decía: empezaré cuando esté bien empapado de todo lo que quiero leer y ver. Y eso he hecho. Estuve un par de meses documentándome, antes de empezar a escribir.
“Se escribe con los oídos y los ojos muy abiertos y con esa sensibilidad para saber captar y trasladar al papel”
Cuenca
El punto de inicio está claro. Pero ¿cuándo se da por terminado un Pregón? ¿Cuándo lo repasa uno y sabe que el punto que ha puesto es el punto y final? ¿Cuándo se dice: ‘Hasta aquí’? Estamos nombrando mucho a José Miguel, pero es que esto lo hablé con él (risas). Nunca. Nunca jamás. Es como una tesis doctoral: si tú quieres, no la acabas nunca jamás. Siempre vas a leer algo nuevo, te vas a enterar de algo nuevo, te va a surgir una nueva idea… Nunca la acabas. Sí que hay un momento en que eres consciente de que has conseguido algo bastante digno, que merece la pena, y ahí es donde te quedas. Pones el punto y final cuando estás lo suficientemente satisfecho de cómo has contado lo que quieres contar, en el momento en que lo estás escribiendo. Con el Pregón es igual. Y luego, a lo mejor lo coges en diez años y dices ‘yo esto, ahora, no lo habría dicho así’. Pero, en este momento de mi vida, a día de hoy, cuando yo sienta que estoy satisfecho porque he contado lo que quería contar y más o menos de la forma en que quería hacerlo, ahí será. Ahí tienes que cortar. Porque si no, no lo acabarás jamás. Y tampoco es mi intención añadir o cambiar cosas hasta el propio día del Pregón. Entonces, nunca se acaba un Pregón, pero debes hacerlo cuando estés suficientemente orgulloso y preparado para pronunciarlo. Porque otra cosa es que, yo no sé si otros Pregoneros lo harán, pero yo quiero ensayarlo, re-ensayarlo y volverlo a ensayar. Por eso, en el momento en que vea que me gusta cómo suena, que entra en tiempo y que estoy satisfecho, será el momento de acabarlo.
Te iba a preguntar si tenías pensado ensayar, pero te has adelantado (risas). Así que, vamos a por la siguiente. Cuando el próximo Viernes de Dolores pronuncies tu Pregón… ¿Para quién no será nuevo? ¿Quién lo habrá escuchado ya? ¿A quién, en el patio de butacas, le habrás mostrado antes tus palabras para que te dé su opinión sincera y su consejo?
Solo a una persona. La que me acompaña en mi vida: Clara, mi pareja. Solo ella lo va a leer y escuchar. Ni siquiera se lo voy a mostrar antes a mis padres. Solo a Clara. Ella va a ser
mi revisora y mi segunda lectura, quien me aconsejará y me ayudará a perfeccionarlo hasta que quede como quiero. Eso sí, no es poca penitencia, porque no sé cuántas veces lo va a leer o lo va a escuchar. A lo mejor el Viernes de Dolores dice ‘ya, ni voy’, de lo harta que va a acabar (risas). Irá porque no le queda otra (risas). Pero harta va a acabar.
¿Por qué solo Clara?
Pues no es por falta de apoyos, ni mucho menos. Ha habido antiguos Pregoneros y gente a la que respeto muchísimo que me ha ofrecido su ayuda para cualquier cosa que necesite. Pero quiero que sea tan personal, que prefiero no tener condicionamientos externos. Agradezco, por supuesto, toda ayuda, pero me veo capacitado para hacerlo yo mismo y prefiero que, lo que salga, sea mío.
Es cierto que la ayuda siempre es de agradecer. No es menos cierto que, cuando uno tiene un estilo muy definido y las ideas claras, quizá prefiere ser fiel a ese estilo y esas ideas y la influencia externa podría terminar llevando a un texto que sea más coral y menos personal. Y que puedes entrar incluso en un punto muerto en el que a ti te guste mucho una parte, pero quien revisa tu texto te diga que mejor la quites. ¿Qué decisión tomas en un caso así? ¿Eres fiel o no a ti mismo? Es complicado. Yo prefiero que el Pregón sea mío, con sus aciertos y errores y con un estilo que se reconozca. Que quien lo escuche o lo lea diga: esto es de Juan Ignacio.
Reconocible será, porque tu estilo lo es. Pienso que es lo que esperamos todos: reconocerte en tu texto. Pienso que se reconocerá al Juan Ignacio Cantero que escribe en publicaciones y en prensa y también al que escribe en redes sociales. Mi texto tiene también ese componente para el que te lee de inmediato, para el primer público. Hay una parte más sosegada y literaria, con más figuras retóricas si lo queremos decir así, y otra más accesible, más para alguien que de repente ha abierto instagram y se ha encontrado con una de mis publicaciones. Creo que se me va a reconocer,
porque el estilo propio al final, para bien o para mal, lo tengo. Igual que tú, Berta. O que José Miguel Carretero. Cuando uno lee un texto de Berta, sabe que es de ella; cuando lee un texto de José Miguel, igual. Son estilos que, gusten o no gusten, se reconocen con facilidad.
Esa referencia a la literatura que nace por y para el formato de redes sociales me lleva a preguntarme:
¿Hay en tu Pregón citas, frases… que están pensadas para ser un titular, un tuit, una imagen con texto en instagram?
Ni te cuento (risas). No hablo de frases memorables, de las que luego salen en el blog de José Vicente Ávila, sino que, al combinar prosa y verso, hay fragmentos que son como los que suelo publicar en instagram y llegan a la gente. Y están por todo el texto. Es un Pregón muy sincrético, muy de miscelánea, puedes estar en un fragmento más profundo y literario que de repente acaba en una frase que bien podría ser un tuit, como dices tú. Muchas de las partes en las que está estructurado acaban con una frasecilla de las míticas, de recordar…
A la prensa le va a encantar esto (risas). Y también a los nazarenos, a todos nos gusta recordar esas frases nuestras que todos entendemos con solo escucharlas, que no necesitan contexto, de las que a veces incluso hemos olvidado su origen. Que pasen a formar parte del acervo nazareno es algo muy grande. Lo decía José Mencías el año que compuso Tulipas del cielo, que lo que más le gustaría es que se tararease su marcha en la barra del bar, igual que San Juan. Que pasase al acervo nazareno.
Él lo consiguió con La palma al viento. También es cierto, volviendo a esas frases memorables de nuestra Semana Santa, que en los tiempos que vivimos es más sencillo gracias a Youtube. Que la gente pueda ver un Pregón tantas veces como quiera hace que cale más que leer el libro de Luis Calvo Cortijo, por más valioso que este sea, que lo es mucho. La mayoría de nazarenos no
tenemos en la memoria frases de pregones antiguos, que no hemos visto. Lo que nos queda es la sensación de si nos gustó o no. Eso con los actuales no pasa, porque los podemos revivir y volver a ver tantas veces como queramos. Por eso, hoy en día es más fácil que una frase de un Pregón quede en el recuerdo.
En esta tarea de conservar y transmitir la actividad y sentir nazarenos, el papel de nuestra prensa local y regional es fundamental, tanto a la hora de contar en directo, como en su función de hemeroteca. No es algo nuevo, claro. Lo que sí es nuevo son los medios de que dispone actualmente, cada vez de más calidad en todos los sentidos y que permiten abarcar más contenido, y los canales de difusión, cada vez más diversos y con más alcance. Como periodista ¿cómo ves el papel de nuestra prensa local en Semana Santa?
Como toda la prensa, tiene un papel indispensable. Pero en el ámbito local, en mi opinión, lo es mucho más. La prensa local es el único nexo que tienes con lo que ocurre en tu entorno más inmediato, lo que está ocurriendo en tu ciudad, los problemas que pueden ser más acuciantes, el acceso a la cultura… Todo. En cuanto a la Semana Santa, igual que veo que en cuestiones de cobertura audiovisual se ha crecido y mejorado muchísimo, sí echo de menos una mayor presencia de la parte escrita, más crónicas – que las hay buenísimas, solo tenemos que pensar por ejemplo en las que hace José Javier Domínguez – y más contenido escrito. Pienso que no es culpa de la prensa, sino del tipo de sociedad que tenemos, que busca mucho más la imagen. Pero sí lo echo de menos, como persona a la que le gusta la escritura y que lee fervientemente ese tipo de trabajo. Y en cuanto a convivencia entre prensa y nazarenos, pues pienso que igual que la prensa debe mejorar y cuidar el decoro a la hora de estar en la procesión, también nosotros debemos ser un poco más comprensivos y facilitarles el trabajo, dentro siempre de lo que permite un acontecimiento como la Semana Santa.
Ese ansia por la inmediatez en la que lleva años instalada la prensa en general, la vorágine del click, ¿le ha hecho perder, hablando de Semana Santa, capacidad de análisis y de crítica? ¿Hemos perdido ese tipo de contenido? Sí. Pero no solo en la Semana Santa. Ya te adelanto que habrá un guiño en el Pregón a este respecto (risas), a no ser que me arrepienta. Nos hemos vuelto tan políticamente correctos que hemos abandonado la reflexión, la crítica... por miedo. Por autocensura. Por el qué dirán. Ya no la prensa: la sociedad en general. Nos autocensuramos y nos guardamos pensamientos, ideas, críticas… que podrían ser constructivas. Sin embargo, para las destructivas no nos cortamos: la gente las tiene a golpe de tuit, de comentario en facebook con un perfil falso. Te encuentras con cientos de comentarios que ponen a todo el mundo a caer de un burro por un protocolo de lluvia, con la impunidad que da el anonimato. Desgraciadamente la que se ha perdido en estos tiempos que corren es la crítica buena, la positiva. Nos hemos quedado con el insulto y con despotricar por hacer daño, pero poco con aconsejar y dialogar. Eso no se lleva.
Al hilo de esta crítica de la que hablas, me gustaría ahondar en tu faceta como directivo. Muchas veces, desde fuera no se ve la labor que se hace en la directiva de una hermandad o de la Junta de Cofradías y se es injusto. ¿Cómo podríamos mejorar la percepción de los nazarenos hacia el trabajo que se hace y fomentar, al mismo tiempo, que quieran subirse al barco de trabajar por la Semana Santa desde un puesto de responsabilidad en una directiva?
Es una pregunta harto complicada. Está claro que estar en una directiva nunca puede partir de la premisa única de que te guste la Semana Santa. Debes ser consciente de que has de entrar con una capacidad de trabajo enorme, con un compromiso aún mayor para trabajar en lo que esté en tu mano y más… Con lo cual, es duro. No hay
más remuneración que la satisfacción personal de estar contribuyendo a que la Semana Santa mejore y avance, y al final se hace complicado porque son muchas horas que le quitas a tu vida personal y lo que recibes en muchos casos es la crítica fácil e injusta, sin proponer ninguna solución. Hay que estar muy preparado para entrar en una junta, ese es mi mensaje. Y que no se puede ser tan injusto con quien toma las decisiones.
Con respecto a cómo atraer a la gente a las directivas, vuelvo sobre el argumento que expuse para los jóvenes: hay gente joven que ya querría entrar, a quienes no les abrimos la puerta del todo. Se les entorna, pero hay que abrírselas de par en par. Hay que dejar que la gente joven empiece a opinar, a trabajar, a decidir, porque es la que te va a generar ese cambio real. Si somos los mismos de siempre, en las mismas hermandades de siempre, haciendo lo de siempre, la Semana Santa será como siempre mientras los tiempos van cambiando. Y ‘lo de siempre’ no es necesariamente siempre lo mejor. Para que las juntas avancen ha de contarse de verdad con los jóvenes y con las mujeres.
Vámonos al Viernes de Dolores. Al final del acto del Pregón. ¿Con qué sensación te gustaría salir del Auditorio esa noche? ¿Cómo te gustaría sentirte?
Ponerle un adjetivo es difícil. Primero, supongo que sentiré alivio. Eso me han dicho otros pregoneros. No es que sea la sensación principal con la que quiero quedarme, pero todos dicen que se siente alivio, así que supongo que lo sentiré. Luego, me gustaría quedarme contento con lo que haya hecho y que todo haya salido muy bien. Y lo que más quiero salir es orgulloso, no por lo individual, sino por percibir que realmente el aplauso es sincero y que la gente sale del Auditorio con nazarenismo en vena. Si consigo eso, que la gente de mi Cuenca y de mi Semana Santa se vaya de mi Pregón con ganas de Semana Santa y más orgullosa de nuestras procesiones y de nuestra ciudad, ya me puedo morir tranquilo.
Soy de nueve hermandades (Borriquilla, San Juan Bautista, Medinaceli. Bautismo, Huerto (del Miércoles), Ecce Homo de San Miguel, Huerto (del Jueves), Soledad de San Agustín y Virgen de las Angustias), pero mi hermandad de nacimiento es solo una: el Huerto de San Antón. Mi padre es de una sola hermandad – el Huerto de San Antón –, es un one club men como dicen en el fútbol, de esas raras avis de la Semana Santa que ya no quedan. Y al nacer, me hizo hermano.
Mi primer recuerdo de Semana Santa es correteando por la procesión, siendo niño, buscando a mi padre que iba debajo del banzo. Y de mayor, mi primer banzo. Para los que nos gusta ser banceros, es la experiencia máxima. La primera vez que lo sacas pones allí el alma. Primero saqué el Huerto, siendo muy chaval. Y luego, la Virgen de la Esperanza del Domingo de Ramos. Fue una experiencia maravillosa. Luego ya lo vives de otra forma. Pero esa vez... Vas de chaval, henchido, y piensas: esto lo llevo yo solo (risas). Pero no, no. No lo llevas solo, no (risas).
Los tres golpes en San Andrés y que empiece el redoble de la Banda de Trompetas es para mí ese momento que, si no sucede, parece que no ha sido Semana Santa. Ha habido años que he llorado y todo. Para mí, eso es la Semana Santa.
Soy un enfermo de las marchas procesionales. Mira si lo seré, que mis amigos me llaman el Shazam de la Semana Santa. Escucho tres acordes y ya sé qué marcha es. Me resulta difícil escoger una. Siempre he dicho que mi favorita es Mater mea , pero las de López Calvo me vuelven loco. Soy muy fan de Por tu cara de pena y de Réquiem por un músico, que me encantan. Pero esa marcha que me reconforta… quizá Por tu cara de pena , sobre todo si es cantada por Herminio, que en paz descanse. Me toca mucho el corazón.
Con los años, ha cambiado mi ritual nazareno. Yo era muy de mis padres, me ha gustado toda la vida que me
vistiera mi padre y a él también le gustaba. Desde que empecé a vivir con Clara, ahora es ella quien me viste y lo hace además con mucho cariño, a veces casi mejor que lo hacía mi padre, que los dos somos un poco desastre y a veces llevaba las borlas al otro lado, se nos olvidaba el rosario (risas). Con Clara no, con Clara es todo al milímetro, al detalle. Y el domingo de Ramos, por ejemplo, tengo muy grabado que ella se levanta, aposta, pese a que ha tenido la noche anterior la cena de Las Angustias, a ayudarme a vestirme. Me gusta mucho ese ritual.
Para ver la procesión me han gustado siempre mucho las curvas de la Audiencia, sobre todo el Miércoles Santo. Ya ves que en esto soy mainstream a tope. Pero luego, el sitio depende también de la procesión.
Si tuviera que elegir un color que simbolice para mí la Semana Santa, haría una paleta interesante. Lo típico es decir el morado, ¿verdad? Pero también le he cogido mucho cariño al negro y qué decir del blanco y granate del primer día… es alegría.
Al nazareno que fui, le diría que viva la Semana Santa igual que la vivió. Todo es aprendizaje, todo pasa por algo y mira a dónde estamos llegando. Que haga lo que hizo, que está bien. Que sobre todo se rodee de la gente que realmente quiere, que con aquellos con los que encuentre hogar, ahí es, ahí tiene que estar, porque luego te demuestran en el futuro que ellos también van a estar. Le diría que se pegue mucho más a ellos, si puede, a quien le ha demostrado ese cariño.
Y al nazareno que seré, le diría que no desista. Que nunca deje de tener la Pasión que tiene por su ciudad y por su Semana Santa, que no deje de lado a su gente, porque es la que realmente va a estar ahí cuando lo necesite. Y que hay que luchar por esto. Que la Semana Santa está cambiando como el mundo y que hay que trabajarla mucho y seguir todos a una, juntarse con la gente para trabajar con ella y que no nos la vengan a quitar.
Por Berta López
“¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? Cómo seguir adelante cuando en tu corazón, empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz” – Frodo Bolsón.
El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien.
LA TREGUA
Adiviné al primer nazareno vestido de blanco y granate hacia la Puerta de Valencia, un poco antes de las ocho y media de la mañana del Domingo de Ramos. Siempre me hace ilusión ver al primer hermano de la Borriquilla. Su túnica inmaculada, el capuz granate al hombro, esa sonrisa de quien se sabe estrenando la Semana Santa. Esa mañana, sin embargo, me recorrió el cuerpo una sensación extraña. Llevábamos los nazarenos más de una semana (y de dos) mirando previsiones, comparando datos, aprendiendo sobre modelos meteorológicos. Y negando, claro. Qué sencillo es ponerse a veces en la piel de Pedro. Negándonos a nosotros mismos que fuera a ocurrir lo que los modelos predecían. Recuerdo que sacudí la cabeza, como si quisiera espantar con aquel gesto las nubes que habrían de venir, las que aún no se veían.
Por la calle de Los Tintes, en el camino hasta la Bodeguita Capuz donde en los últimos años se vienen citando la Ejecutiva, los representantes y el alcalde, bien temprano, para compartir un café nazareno antes de subir a San Andrés, repartir las palmas y formar tras la Virgen de la Esperanza, como corresponde a sus cargos y a la procesión, el ambiente estaba más silencioso que de costumbre. Eso me pareció a mí. Los cafés, los dulces nazarenos, esos abrazos tan de Domingo de Ramos, las corbatas nuevas, hasta la foto de familia de cada año… todo era igual y, al mismo tiempo, no lo era. Había amanecido Ramos, sí, que diría José Miguel Carretero, pero lo había hecho con un halo peculiar. El halo que tienen las treguas.
Cuenca Nazarena37
Fotografía: Águeda Lucas
Hacia las nueve de la mañana, en la plazuela de San Andrés ya había mucha gente. Unos a otros nos mirábamos y comprendíamos, sin mediar palabra. Igual que el Sábado de Pasión, durante el Traslado de las Angustias, el más multitudinario que recuerdo. La sensación de ambos días, en todo el abarrotado recorrido se asemejó, mucho, a la que vivimos con la primera salida del Duelo en 2018: teníamos la sensación de estar viviendo algo extraordinario. Ni 24 horas tardaría el tiempo en darnos la razón.
Curiosamente, ese mismo tiempo que tanto nos quitaría apenas unas horas más tarde, nos regaló un Hosanna para recordar. Cuando sonaron en las puertas de San Andrés los tres golpes (tres), el corazón mismo de la ciudad se estremeció. En el abrazo entre Jorge y Diego, presidentes de la Junta de Cofradías y de la procesión, ese que inaugura en la ciudad todos los abrazos, me pareció que nos fundíamos más que nunca todos los nazarenos. Y, al romper el primer redoble en los tambores de la Banda de la JdC, creímos por un instante que nos daba la vida una tregua y que esa tregua duraría ocho días. Cómo me gustaría escribir que fue así.
Bailaba la Borriquilla en su salida y nos recorría la espina dorsal esa emoción que compartimos los nazarenos, esa que no podría, aunque quisiera, explicarnos ni quitarnos nadie. Tras ella la Esperanza, más nuestra que nunca; unas abuelillas, a mi lado en la media cuesta desde la que es testigo de su Semana Santa el busto de Marco Pérez, comentaron que les recordaba a la Virgen de la Luz y la del Rocío, al ver el rostrillo que estrenaba. A partir de aquí, la procesión se desarrolló perfecta entre el gentío. Bajaron a pulso los banceros a sus tallas por las escalerillas que dan al Peso y contuvimos, nosotros, la respiración con ellos: todos los años el mismo gesto y todos los años tan nuevo. Cantaron las monjillas en la Puerta de Valencia. Se pobló en San Esteban la cabecera de fieles, de niños, de familias enteras con
sus ramas de olivo benditas y su ropa nueva, como manda la tradición en Cuenca. Bailó el Señor a hombro de bancero y sin descanso en la subida y, mientras lo hacía, supo por fin su primer bancero ciego qué era lo que al bailarlo se sentía. Bailó tras él nuestra Esperanza. Y, desde la acera, un joven tamborilero fue siguiendo la procesión, tocando al son de los tambores de nuestra banda nazarena.
Puntual celebró el obispo en Los Oblatos la bendición de palmas y ramos, con un mensaje de unidad en torno a Cristo. El aire, perfumado de incienso, se llenó del sonido tan característico de las palmas al agitarse. Y con las autoridades ya formando parte del cortejo, afrontamos el tramo final de la procesión con la sensación de que estábamos yendo demasiado rápido, pese a que el reloj decía que íbamos en el horario previsto, no con adelanto. Es curioso cómo percibe el alma cuando es feliz el paso del tiempo. La Borriquilla entró ante la absoluta multitud congregada en la Plaza Mayor y calles aledañas pasados unos minutos de la una de la tarde. Alrededor de un cuarto de hora después, el cortejo al completo estaba en la Catedral. Terminó el Hosanna antes de que pudiéramos darnos cuenta y, con él, llegó también la tregua a su final.
EN EL INTERIOR
En el Evangelio de Lucas, hay un pasaje que dice: “Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: Desarráigate y plántate en el mar; y os obedecería”. Ese pasaje se iluminó en mi memoria mientras, al pie de las escaleras de la Catedral, iban llegando hacia las siete y media de la tarde del Lunes Santo los hermanos de la Vera Cruz. Si busca alguien en la Semana Santa una prueba de fe, que se mire en el nazareno de Cuenca que se viste su túnica, se echa el capuz al hombro y se sube a su iglesia con la esperanza de que a la hora de salida deje de llover.
“Fuera nevaba con fuerza. Dentro de la Catedral, llovía en cada rostro, en cada corazón”
El Lunes Santo, sin embargo, llovió. Lo hizo desde la mañana. En los rostros de los hermanos que se reunían para la misa previa en la Catedral se reflejaba incertidumbre, pero también entereza, serenidad y aceptación. “Aquí estamos por Él”, decía una hermana, mirando hacia la talla. “Será lo que Él quiera que sea”. Así cayó la tarde y la fi na lluvia con ella. Los hermanos escucharon la misa, monseñor bendijo tres rosas en recuerdo de los fallecidos y la Hermandad le hizo entrega de un cuadro conmemorativo por los 18 años que lleva predicando la Primera Palabra. Después y por primera vez, el Alonso Lobo acompañó con un delicado y emotivo motete el acto de poner la rosa por los difuntos a los pies de la Vera Cruz, en un momento de silencio y de gran carga simbólica y emocional.
Luego, la coreografía de la suspensión. Reunirse, aplicar el protocolo, valorar con la información meteorológica actualizada al minuto, escuchar, meditar, reunirse otra vez. Tomar la decisión.
Tras el anuncio, formó el cortejo que estrenó hachones de cierre y en el que participaron por primera vez los niños sin capuz. Junto a los hermanos de la Vera Cruz, fieles como siempre los de Mira y Villar de Domingo García; un bancero villareño repitió bajo las andas del Señor. La girola de la Catedral, abiertas e iluminadas sus capillas para acoger las prédicas, prestó oídos de piedra a las Siete Palabras y abrazó a los hermanos entre sus fríos muros. Aún recuerdo… cómo retumbaban en la caverna del pecho las horquillas mudas de la Vera Cruz. Monseñor José María Yanguas predicó la Primera Palabra frente a la Capilla de San Martín, entre las fi las de hermanos en silencio. Más cerca que nunca del Crucificado, ambos frente a frente, en una estampa casi inédita. “Cristo se hace pecado para pedir el perdón para todos nosotros y por todo. Pero no
hay perdón si no hay pecado. Y pedir perdón, implica reconocer que se ha pecado”, musitó. “Cristo no se cansa de perdonar, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón” predicaría después Armando Martorell, frente a la Capilla Vieja de San Julián. Frente a la Capilla de Ntra. Sra. del Sagrario, Eduardo Ortega predicó: “En el designio de Dios, la maternidad de María estaba destinada desde el principio a extenderse a toda la Humanidad”. Con la Vera Cruz encarando la Capilla del Transparente, Ana Montserrat Lara aseveró que “todos tenemos necesidad de Dios. Y cuanto más nos alejamos, más lo necesitamos”. En aquellos momentos, me parecieron sus palabras más ciertas que nunca.
La Capilla de Santiago acogió la Quinta Palabra, de labios de Joaquín Racionero Page: “Padre de la Vera Cruz: la vida del creyente es una larga pasión que abre profundos surcos en la existencia cotidiana. En estos surcos, Padre de la Vera Cruz, siembra la semilla de tu Espíritu”. Luis Antonio de Lerma Ruiz predicó la Sexta desde la Capilla de los Caballeros: “Con su aceptación de la Voluntad del Padre, Jesús cumple fielmente y paso a paso el plan del Padre para salvarnos”. Finalmente, el Arco de Jamete escuchó la prédica de la Séptima Palabra, pronunciada por Antonio Fernández, vicario general de la Diócesis y párroco de San Esteban: “Hermano que me escuchas en este momento: recuerda que al término del camino de la vida descansaremos, no en una fría tumba, sino en las manos de nuestro Padre Dios”.
Tras las prédicas, silencio. Devolver a la Vera Cruz a su lugar. Las últimas palabras de aliento. Tantos abrazos, tan diferentes de los recibidos y dados solo unas horas antes, cuando Cuenca estrenaba Ramos. Al abandonar la Catedral, solo nuestras pisadas resonaban en el pavimento mojado de una solitaria Plaza Mayor.
Fotografías: Águeda Lucas
“NOS AYUDAMOS TODOS”
El Martes Santo amaneció raro. Tan pronto llovía, como nevaba, como asomaba la cara el granizo. Y los nazarenos, con el alma en vilo. Hacia las cuatro escampó, se alzaron las nubes y, por unas horas, brilló tras ellas un sol de tregua como el que sueña todo nazareno para su Semana Santa. Pero la tregua, una vez más, fue efímera: alcanzó apenas para la subida de la procesión. Cuando el tiempo es inestable, dice la lógica que lo primero que sufre es la participación. El pasado Martes Santo no fue así: teníamos tan asumido que no íbamos a ver una sola procesión en la calle, que al mínimo resquicio que vimos, nos echamos a ellas con nuestras túnicas. Así, la subida del Perdón fue tan multitudinaria como siempre, aunque mirásemos más al cielo que nunca.
Nos dio tiempo, en aquella subida algo más rápida que de costumbre, de escuchar por vez primera a una mujer a las heráldicas del Bautista. Nos dio tiempo a escuchar al Coro de la Capilla de Música de la Catedral regalar a la Madre en su Esperanza la caricia hecha canto que sale cada Martes Santo de sus gargantas. Nos dio tiempo… a llorar con la misma pena de uno de los integrantes más jóvenes de la Banda de la JdC, que se tuvo que retirar entre lágrimas a mitad de subida. Y hubo una nazarenilla de la Luz a la que, incluso, le dio tiempo de hacer llorar de emoción a su tía, al decirle por primera vez que la quería entre el Peso y Madre de Dios.
Luego, con el Medinaceli y San Juan Bautista ya en la Plaza Mayor, pasadas las ocho y media, comenzó a lloviznar muy ligeramente. Y la entente cordiale entre el cielo y nosotros se acabó. La lluvia fina tornó en fuerte. Se abrieron las puertas de la Catedral, los banceros resguardaron dentro a las Sagradas Imágenes. La Esperanza, bajo arcos, aguardó a que escampase para caminar hasta el Obispado. En San Pedro, el Bautismo se quedó. Y otra vez, coreografía de suspensión.
Fuera nevaba con fuerza. Dentro de la Catedral, llovía en cada rostro, en cada corazón. Entre los hermanos que secaban y limpiaban a las Sagradas Imágenes, recuerdo especialmente a una nazarena del San Juan Bautista, subida en las andas trapo en mano, como si con las gotas de lluvia quisiera llevarse también nuestra pena. Otros hermanos ayudaban a colocar borriquetas, otros se fundían en el abrazo de quien comprende y acepta, aunque le duela. Si de algo sabemos los nazarenos de Cuenca es de resignación. Aun así, los banceros del Bautista no se resistieron a llevarlo a borriquetas con su paso de entrar bajo arcos y subir por Alonso de Ojeda y San Vicente, tampoco a terminar con ese vigoroso ¡Viva! que, el año pasado, fueron dos. Los de Magdalena y Medinaceli ubicaron a sus Titulares juntos, muy cerca del Transparente. Acabamos el Perdón rezando un Padrenuestro y recibiendo la bendición; al Señor, los esclavos le cantaron el miserere que en los Oblatos no escuchó. Aunque, tal vez, por encima de gestos y momentos, lo que mejor definió aquel Perdón que subió para no bajar y en el que rompió a nevar para no dejar, fueron las palabras de Mariano [López, presidente Ejecutivo]: “Nos ayudamos todos ¿eh? Banceros de unos y de otros, nos ayudamos todos”. Al salir a la Plaza Mayor, se me tiñó la túnica de blanco. Cómo nevaba. Águeda [Lucas, mi compañera desde el año pasado en el Gabinete de Comunicación] y yo apretamos el paso hasta los arcos y allí nos resguardamos hasta que subió mi padre a por nosotras. Fue entonces cuando aprendí, porque una niña me lo enseñó, que a veces es María Magdalena la que te llama y tú no puedes decirle que no, incluso aunque sea tu padre bancero del Medinaceli y quiera que vistas con él la túnica de los esclavos del Señor. Y allí, en el silencio que la nieve deja, nos abrazamos Mario [Bonilla] y yo y me tendió él una rosa blanca. “De la Madre”, me dijo. Y ninguno pudimos decir más. Seca la conservo, entre las páginas de mi Biblia, junto a los pétalos de la primera Esperanza que Águeda me dio en el Hosanna.
HACER HISTORIA SIN PODER EVITARLO
A maneció el día como terminó el anterior: lloviendo y con los nazarenos del Perdón en la Catedral. Bajo la lluvia, devolvieron al origen a sus Sagradas Imágenes. Todos a una. Fraternidad y hermandad. Las del Perdón fueron las únicas tallas que pisaron la Plaza Mayor el Miércoles Santo. A la una y media, la previsión de lluvia y fuertes vientos obligó a suspender El Silencio. Meses más tarde, revisando la hemeroteca para esta crónica, descubrí gracias a José Vicente Ávila que en los años 50 se suspendió a la salida esta procesión en una ocasión. En aquellos momentos, sin embargo, tuvimos la certeza de estar haciendo historia sin poder hacer nada para evitarlo.
Si tuviera que definir el Miércoles Santo que vivimos con una sola palabra, sería desorientación. Porque habíamos visto suspenderse el Domingo de Ramos una vez en el siglo XXI, en el año 2013 en que fuimos también testigos de las suspensiones del Lunes y el Martes Santo y de las tres procesiones del Viernes. Veníamos de varios años seguidos sin que subiera el Viernes Santo a la Plaza Mayor. Pero ¿no salir el Miércoles Santo? En las iglesias de salida, en las que las hermandades celebraron actos de veneración, recuerdo y homenaje, nadie recordaba cosa semejante.
“Salvo la pandemia, yo no recuerdo haber vivido esto nunca” aseveraba Pedro Paños, conservador de la R. I. V. H. de Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan Apóstol. “Tener que suspender al llegar a la Plaza sí, dos veces. Pero ¿no salir? Nunca en mis 70 años en la Hermandad” apostillaba. Tampoco José Bodoque, representante durante los últimos 25 años, recordaba haber vivido una situación como aquella. Y en San Pedro, el secretario de la V. H. Religioso-Benéfica de ex-combatientes de San Pedro Apóstol reconocía ante los hermanos que la del año pasado fue “la primera vez que activamos el punto de los estatutos que se refiere a qué pasa con la subasta si no salimos por lluvia”.
Así, desorientados y abatidos, con la medalla de su hermandad algunos, con el escudo en la cartera otros, cambiando túnica y capuz por los colores devocionales en los lazos del pelo muchas nazarenas, bajo el aguacero que no dio en todo
el día ni un segundo de tregua, los hermanos fueron abarrotando durante la tarde las iglesias de salida para compartir al menos un rato juntos. Los primeros fueron los de San Juan y la Virgen en El Salvador. Los de la Oración y el Judas ofrecieron al Señor en San Esteban el sacrificio de no salir a acompañarlo por las calles de Cuenca y rezaron juntos el Padrenuestro. Se bendijo el nuevo cordón que hubiera estrenado el Jesús de la Oración y finalizó la veneración con los banceros de ambas hermandades meciendo los pasos de olivo al son de Nuestro Padre Jesús, reproducida a través de megafonía.
El momento más emotivo del Silencio se vivió quizá en San Pedro, con el homenaje de la hermandad de San Pedro Apóstol a Jesús Saiz, en la procesión eterna desde hacía unas semanas. En una iglesia absolutamente abarrotada, primero honraron a su paso los hermanos del Stmo. Ecce-Homo de San Miguel, cantando un sentido miserere que secundó toda la iglesia. Después, los banceros del San Pedro honraron a sus difuntos meciendo con delicadeza y elegancia el paso; cantaron La Muerte no es el Final , con los guiones de las tres hermandades presidiendo y la cabecera apostólica formada al completo. Al finalizar, entregaron un ramillete a la familia de Jesús y dieron un fuerte aplauso a su memoria. Cerró los actos La Negación, cuyo consiliario, Pedro José Ruiz, llamó a la unidad en la Semana Santa, sobre todo en momentos difíciles; después de rezar y recibir la bendición, mecieron a hombro a La Negación, con el amor de quien sabía que habría de esperar para hacerlo de nuevo un año; de fondo, el Ter me negabis que no sonó en Los Oblatos.
Y en la Catedral, los hermanos de la Santa Cena vivieron una tarde de hermandad y encuentro, en la que los golpes de horquilla de los banceros resonaron por todo el Templo al bailar al voluminoso paso mientras sonaba Mesopotamia También hubo momentos para el recuerdo de los hermanos difuntos en el último año y para disfrutar juntos del bocadillo y del gasto, al igual que en el resto de hermandades. Porque nuestra Semana Santa es esto: hermandad. Siempre hermandad. Sobre todo en esos momentos en que solo quien siente como un nazareno comprende lo que pasa en su corazón.
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Fotografías: Águeda Lucas
“Hacia el medio día de Jueves Santo se anunció la suspensión de Paz y Caridad. Fue como si la ciudad entera se sumiera en la orfandad”
ÉL SIEMPRE ESTÁ
Dicen que la memoria olfativa es la que más perdura en el cerebro humano. Que, cuando asociamos un momento, un recuerdo, una sensación a un olor, es mucho más probable que podamos volver a evocarlo justo como sucedió. Pienso, sin embargo, que quien esto afi rma no conoce la fuerza de la memoria nazarena que tenemos en Cuenca: si la conociera, sabría que no duermen aunque quieran los nazarenos cuando saben que deberían estar en procesión. Y así, con el cuerpo haciendo memoria, llevábamos ya tres días. El cuarto no iba a ser mejor.
Hacia el mediodía de Jueves Santo se anunció la suspensión de Paz y Caridad. Fue como si la ciudad entera se sumiera en la orfandad. Recuerdo... a una nazarena que lloraba en el asiento del copiloto de un coche, junto a su padre. Que lloraba, porque... es verdad que hay muchos años y habrá muchas Semana Santas, pero no es menos verdad que es la vida mucho más corta de lo que uno piensa
y es su padre cada vez más mayor y de su enfermedad está cada vez peor y quién sabe, quién sabe, si sería ésta la última Semana Santa en la que hubieran podido desfi lar juntos con su Jesús del Puente. La recuerdo y, todavía, se me encoge el corazón. Ni confi rmo ni desmiento que esa nazarena... fuera yo.
Las puertas de la Virgen de la Luz se abrieron para permitir a hermanos, devotos y curiosos visitar el templo con los pasos en andas y preparados. Recuerdo haber abrazado a Peri al entrar: “Ay Berta – me dijo, señalando el móvil que llevaba yo en la mano – hoy poco vas a contar”. Es, probablemente, la última imagen que tengo de él. De aquella mañana, recuerdo ver aquí y allá, en un silencio espeso, a familias que se fotografiaban junto al paso al que no podrían acompañar; a hermanos rezando esa oración que hubieran hecho en procesión; a otros limpiando y ordenando, más por no estar quietos que por necesidad real; otros con ese nudo en la garganta que no te permite hablar. Y los abrazos. De nuevo, los abrazos. Esos abrazos tras los que no hace falta decir nada más. Esas miradas que al enfrentarse se empañan y que significan ‘otro año será’.
Al fi nalizar la visita a la Virgen de la Luz, esta cronista se encontró en la puerta con Javier Benayas, representante de la V. H. de Ntro. Padre Jesús orando en el Huerto (de San Antón). Él, con la resignación y la naturalidad del momento, dicho ya todo lo que era pertinente, musitó: “En fi n. Me voy a por pan”. Y a esta cronista se le vinieron a la cabeza otras palabras de profunda resignación. Las palabras de resignación de Pedro que recoge en su Evangelio Juan: “Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar»”. Recordando cómo continúa el Evangelio, en el momento de profunda desesperanza de Pedro, el Señor le acompañó.
Para mí, fue esa la enseñanza de nuestro Jueves Santo sin Paz y Caridad: en la desesperanza… Él siempre está.
¡JUDÍO! ¡A LA CRUZ!
Camino del Calvario se suspendió a las nueve y media de la noche del Jueves Santo. Y en aquel momento, en el instante mismo en que hicimos público el comunicado, todo a nuestro alrededor estalló. Si alguna vez te has preguntado cómo sería un camino al Calvario contemporáneo, contempla el nido de odio en que se convirtieron las redes sociales la pasada noche de Jueves Santo. Siempre que hay que tomar la difícil decisión de suspender una procesión, afloran las críticas. Es natural. Lo vivido el año pasado, sin embargo, no tiene a mi modo de ver comparación con nada que hubiéramos vivido antes. Con nada. Es posible que nunca hayamos estado los nazarenos de Cuenca tan cerca de saber cómo se debió sentir el Señor en su tránsito de Cruz. En aquellos momentos no lo vimos así, pero ahora, a la vuelta de los meses, no deja de parecerme un privilegio que nos permitiera, de esta manera, acercarnos un poco más a Él.
EL VERDADERO SIGNIFICADO DE HERMANDAD
La lluvia y el viento, empecinados en quedarse en Cuenca, dejaron a la ciudad sin dos de sus tres procesiones del Viernes Santo. Pasados los momentos de impotencia y la inmediata tristeza, las hermandades de Camino del Calvario y En el Calvario dieron una lección de unidad en una misma y fortalecida fe, de un mismo sentimiento de hermandad que trascendió de unas a otras para terminar uniendo simbólicamente a ambos cortejos en una única y emotiva procesión soñada. Los primeros gestos los tuvo Las Angustias con sus compañeras del mediodía. Además de abrir la iglesia conventual de la Puerta de Valencia para que todo el que quisiera pudiera visitar a sus Imágenes (y a fe que las colas se prolongaron toda la mañana), la directiva de la Cofradía entregó una rosa blanca de las andas de la Virgen a cada una de las cuatro hermandades restantes (La Exaltación puso la suya en las manos de la Virgen de su paso) y estuvo presente en el acto que
Descendimiento y Exaltación vivieron en San Esteban. Ya en las monjillas, el secretario de la Cofradía, José Manuel Vela, y el representante, Ricardo Martínez, rezaron un padrenuestro y un avemaría con los presentes, en recuerdo de los hermanos difuntos. Entre ellos, la Guardia Civil de Gran Gala, encabezada por el Coronel Amador Escalada.
Las hermandades de la madrugada y el mediodía con sede canónica en El Salvador celebraron un multitudinario Vía Crucis conjunto en el templo. Secretarios y directivos de las cinco (Jesús del Salvador, San Juan Evangelista, Soledad de San Agustín, Cristo de la Luz y Cristo de la Agonía), junto con el párroco Gonzalo Marín, participaron en las lecturas y reflexiones de las diferentes estaciones, ante una iglesia a rebosar de nazarenos y fieles en la que no cabía un alma y fuera de la que quedó mucha gente por falta de espacio. El Jesús de las Seis y la Caída escucharon el miserere en boca de sus hermanos; el coro de la herrería – que ensayó hasta el día anterior, por si la tregua se daba – le cantó el motete a la Soledad.
Y en San Esteban, multitud, devoción y emoción. La Exaltación y el Descendimiento celebraron un acto paralitúrgico ante cientos de hermanos y devotos. Tras rezar, los banceros de ambos pasos los cargaron a hombro y, meciendo al son, escucharon dos marchas que desbordaron la emoción por completo entre todos los presentes, especialmente al sonar la Caridad del Guadalquivir que tanto gusta bajo los banzos de ambos momentos de la Pasión y que los hermana en un mismo sentimiento en el Calvario. Recuerdo que llevaban los banceros de La Exaltación la cadencia de su final, cuando la Banda de la JdC les despide, precisamente con este marcha, a las puertas de su iglesia. Me pareció que reproducían de memoria los banceros de El Descendimiento el mismo paso exacto que cuando dan de una las dos curvas de la Audiencia. No guardo de aquella mañana tristeza, sino la sensación del corazón lleno. Y una rama del romero que alfombra la base de El Descendimiento.
Fotografía: Águeda Lucas
LUZ EN LA OSCURIDAD
La vida necesita sus treguas. La Semana Santa, también. Y el Viernes Santo, esa tregua se materializó en una espléndida noche de procesión con cielos casi despejados – apenas se registró una breve llovizna fi na a la salida de la Cruz Desnuda, que repitió con menos intensidad al llegar la Cruz a los Oblatos – y una participación extraordinaria pese a las bajas temperaturas. Dentro de la Catedral, los rostros de felicidad de hermanos, cabeceras y autoridades lo decían todo sin necesidad de hablar.
Fuera, más de 500 nazarenos de tulipa, las cabeceras completas y prácticamente todos los cetros de las hermandades de nuestra Semana Santa, una amplia pléyade de autoridades, con la Comisión Ejecutiva y la Junta de Diputación al completo, la Plaza Mayor absolutamente a rebosar,
aceras llenas de público en prácticamente todo el recorrido y una alta participación en las fi las tanto de la Cruz Desnuda como de la Congregación, así como de Caballeros y mantillas. Fueron las cifras de uno de los desfi les del Santo Entierro más multitudinarios que se recuerdan.
El cortejo de nazarenos y cabeceras fue tan numeroso, que cuando la Cruz Desnuda salió a la Plaza Mayor, la Cruz de Guía y la Banda de Trompetas y Tambores de la JdC ya estaban en San Felipe Neri. Allí cantó el Coro del Conservatorio a las Imágenes y quiso la lluvia que fuera por primera y última vez en la pasada Semana Santa. Fue también el último día de túnicas, el último en que escuchamos a la Banda de la JdC y a la Municipal, las últimas tulipas encendidas. Las treguas, en tanto que treguas, breves son. Y esta duró lo que se alargó la procesión.
CUENCA DE DUELO Y SIN DUELO
A los historiadores, a los periodistas y a los estudiosos de la Semana Santa, nos gustan las estadísticas. Algunas, sin embargo, preferiríamos no tener que nombrarlas. Como la que cuenta que, en sus siete años largos de vida, han visto más suspensiones que salidas los hermanos de Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías. Pero si algo tiene el nazareno de Cuenca además de amor por lo suyo, coraje y corazón, es saber sacar fuerzas de flaqueza y manifestar cuando más hace falta sus señas de identidad: unidad en lo adverso y sentido de hermandad. Así, los hermanos de blancas túnicas y negro capuz se reunieron (sin capuz y sin túnica pero intacta la devoción) para compartir unos momentos de encuentro y veneración. De haber desfilado, la Hermandad hubiera depositado una ofrenda floral a las puertas de San Andrés, convertida simbólicamente en sepulcro al aguardar el Resucitado en su interior. Por eso, una representación de la Junta directiva del Resucitado acompañó a los hermanos de las Santas Marías
para recibir el ramo y hacerles entrega de un cirio pascual que el obispo encendió durante la Vigilia Pascual en la Catedral. La ‘Alfonso Octavas’ puso el broche musical y, al finalizar el acto de hermandad, se abrieron las puertas de San Esteban y los banceros, guiados por su capataz, María Rodríguez Castellanos, primera capataz de la Semana Santa de Cuenca, acercaron a las Marías hasta la entrada para que quien quisiera pudiera contemplarlas. Una pequeña nube de paraguas fue creciendo poco a poco ante ellas.
Recuerdo de aquella tarde las lágrimas de María ante sus Marías y ese anhelo por dirigir a sus banceros por nuestras calles y no en el interior de la iglesia; la aceptación de la pequeña Rita, quien camino de San Esteban le confesaba a su padre que le hubiera hecho ilusión salir con las Marías; el desconsuelo de Anabel al abrir las puertas y ver a las tallas asomarse sabiendo que no iban a salir. Y recuerdo haber pensando en el camino a casa que es en los momentos duros que compartimos cuando se forja el verdadero carácter del nazareno de Cuenca.
Fotografías: Águeda Lucas
ENCUENTRO
DENTRO DEL PROPIO CORAZÓN
“Que la unión que hemos mostrado en esta Semana Santa nos acompañe siempre y nos traiga un 2025 lleno de luz y de nazarenos en nuestras calles. Feliz Pascua de Resurrección”. Con la suspensión del Encuentro (a cuyo comunicado pertenece la frase), la de 2024 se convirtió en nuestra Semana Santa más afectada por la lluvia desde que hay registros. Cómo olvidar ya nunca el año de las 8 de 10 suspensiones.
Tres fueron las caídas del Señor y tres han sido, con la del año pasado, las suspensiones por lluvia del Encuentro. Las dos primeras fueron en los primeros años desde la fundación de la Hermandad del Resucitado y solo los nazarenos más antiguos son capaces de recordarlo. Así lo referían en San Andrés algunos históricos como Luis Marco (fundador) o Alfredo López, con la consternación en el rostro. No menor fue la pena entre la directiva actual y muchos de los hermanos, pues la mayor parte no había vivido esta situación nunca (con permiso, claro está, de los dos años de pandemia).
Suspendida la procesión, la Hermandad dedicó la mañana a la veneración de sus Sagradas Imágenes. Celebraron su tradicional misa, bendijo el consiliario la diadema que María Santísima del Amparo debería haber estrenado. Y los hermanos presentes metieron bajo los banzos los hombros para venerar a sus Titulares al son de Mesopotamia , en paralelo, con el paso gemelo que llevan ambas imágenes cuando alcanzan Carretería tras el encuentro en la Constitución, golpeando con fuerza el suelo para simular el sonido de las horquillas que anuncian la Resurrección. A más de uno se le escaparon las lágrimas y el abrazo entre los capataces de los dos pasos, muy emocionados ambos, fue de los que estremecen el corazón. En el Monumento al Nazareno quedó, bajo la lluvia, el tradicional ramo del Resucitado por los difuntos, junto al ofrecido el Jueves Santo por la Soledad del Puente. Y así, en el interior, tuvo lugar nuestra Resurrección. Así concluyó la Semana Santa en la que Nuestro Señor quiso que cada nazareno viviera el Encuentro dentro de su propio corazón.
POST SCRIPTUM
Cuando Antonio [Abarca], vicepresidente de la Junta de Cofradías y responsable de Publicaciones, me pidió que escribiera una crónica ‘desde el corazón’ de la Semana Santa de 2024 para la Cuenca Nazarena de este año, la frase con la que he decidido encabezarla me vino a la mente. La he escogido porque, para mí, simboliza plenamente lo que sentí en aquellos días. ¿Cómo se retoma el hilo de lo que se nos hizo toda una vida en ocho días? Me lo he preguntado muchas veces desde el pasado Domingo de Resurrección. Muchas, mientras escribía este artículo y hacía memoria, propia y colectiva.
Ahora, a la vuelta de los días y los meses… me he dado cuenta de que hemos aprendido que es sobre nuestras memorias como se retoma ese hilo. Que es sobre lo que hemos vivido donde se construye lo que esperamos vivir. Que es sobre esas lágrimas, sobre esa tristeza, sobre el dolor que juntos sentimos, sobre esa forma de sentir que nos une, como vuelve uno a ser nazareno. Y que, por más que en su momento doliera – que dolió – y por más que vivirlo no hubiéramos querido, lo que vivimos, juntos, nos fortaleció. Por eso, pienso que ya siempre llevaremos en nuestro nazareno corazón aquella Semana Santa que vivimos en el interior.
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Fotografía: Águeda Lucas
El 23 de junio de 2007, la Sala de Exposiciones Temporales del recién estrenado Museo de Semana Santa acogió su primera muestra: la que recogía las fotografías que se presentaron al V Concurso de fotografía de Semana Santa Ciudad de Málaga. Esta exposición, que tuvo muy buena acogida, dio el empujón final para que nuestra Junta de Cofradías convocase su propio certamen, como ha recordado su principal valedor, el presidente de la institución, Jorge Sánchez Albendea, en alguna ocasión.
El premio nació para “promocionar y difundir la Semana Santa de Cuenca y alentar una reflexión visual de todos aquellos aspectos y detalles que forman parte inseparable de la Semana de Pasión de Cuenca”, tal y como rezan sus bases. La primera edición del Premio de Fotografía ‘Semana Santa de Cuenca’ se celebró tras la Pasión de 2008, un año después de la inauguración de aquella exposición del certamen malagueño, germen del nuestro. En su estreno, cosechó un gran éxito de participación que dejaba entrever lo que iba a suponer este Premio para la comunidad nazarena: se saldó con la presentación de 120 fotografías, de gran calidad. Los ganadores fueron Juan Carlos García Benito, con “Sentimiento Nazareno”; Francisco Santoyo, con “Jueves Santo 3”; y Cristina Díaz, con “El Bautista”.
Diecisiete años después de aquella primera edición, el Premio de Fotografía ‘Semana Santa de Cuenca’ es ya cita
imprescindible en el calendario nazareno, fotográfico y artístico, y atrae a profesionales de la imagen de todos los puntos del país. Más de 1.500 instantáneas se han presentado en sus 15 ediciones, en las que han participado alrededor de 250 fotógrafos, profesionales y amateurs, de toda España e incluso internacionales. Solo la pandemia ha obligado a suspender el certamen (al no celebrarse las procesiones) en los años 2020 y 2021.
La edición más participativa fue la de 2010, con 140 fotografías, mientras que la que contó con menos participación fue la de 2022, con 75, pues le costó ligeramente al Premio coger el ritmo tras la pandemia. Como curiosidad, en la reapertura del Museo de Semana Santa tras los confinamientos, la Junta de Cofradías organizó una muestra entre septiembre y octubre de 2020 en la que se pudieron contemplar los premiados de las 12 ediciones que el concurso llevaba hasta ese momento.
El fotógrafo que más veces se ha alzado con el primer premio es Luis Miguel Caballero Martínez, quien lo ha conseguido hasta en 3 ocasiones, mientras que los que más fotografías premiadas acumulan en 15 ediciones son Luis Miguel Caballero Martínez con 5 y David Serrano Gismero, con 4 cada uno
A continuación, les dejamos con una galería, a modo de exposición, con las 15 instantáneas merecedoras del Primer Premio en las 15 ediciones del certamen.
SENTIMIENTO
JUAN CARLOS GARCÍA BENITO
PENITENTE CON INCIENSO
LJIS MIGUE CABALLERO
LUIS MIGUEL CABALLERO
JOSE Mª RUIZ RINCÓN
LUIS MIGUEL CABALLERO
2014
2015 MIRADA DE BANCERO SERGIO GARCÍA MONDARAY
2017
2018 CALLE MAYOR DIEGO CASTILLEJO
2016
2019 APUNTES DE PASIÓN
ILUSIÓN
ENRIQUE MARTÍNEZ GIL
DAVID SERRANO GISMERO
CAMINA EN SOLEDAD DAVID SAIZ OLIVARES
MANOS AMIGAS LUIS MIGUEL CABALLERO
Cuenca Nazarena
LUTO, RESPETO Y TRADICIÓN
LA ESPERA
TOLLE CRUCEM TUAM ET SEQUERE ME
DAVID SERRANO GISMERO
PEPI VIECO
PABLO PROCOPIO NOTARIO
Guillermo Pelegrín, medalla de bronce en la Segunda Prueba del Campeonato Mundial de Paraescalada.
Por Antonio Abarca Contreras
El pasado mes de diciembre, aprovechando su estancia en Cuenca por la celebración de las Fiestas Navideñas, Guillermo Pelegrín hizo entrega a la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca de la medalla de bronce que había conseguido en la Segunda Prueba del Campeonato Mundial de Paraescalada, que se celebró durante los días 25 y 26 de junio de 2024 en la ciudad austriaca de Innsbruck. El motivo de este bonito detalle con la institución nazarena, nos explicó Guillermo, era como agradecimiento a todos los nazarenos conquenses por la cercanía con que le habíamos hecho sentir, desde siempre, la Semana Santa de Cuenca y muy especialmente la de este año tan particular. Guillermo, Guille, como a él le gusta que le llamen, es un chico ciego de 21 años que tuve la ocasión de conocer el Domingo de Ramos del año pasado, cuando me encontraba realizando las tareas propias como capataz de banceros de La Borriquilla. Fue Javier, uno de mis banceros, el que llamó mi atención y me dijo: “Antonio, te presento a Guille. Quiero que, si es posible y no tienes inconveniente, me sustituya bajo el banzo un rato en algún momento del desfile” Lo saludé y enseguida me percaté de que le pasaba algo en la vista. Inmediatamente, Javier me comentó: “Sí, es ciego, pero ya verás como no va a haber ningún problema” . Tras una breve conversación con ellos, les indiqué el puesto donde se debía colocar Guille cuando realizaran el relevo y el lugar del recorrido donde se debía realizar el cambio. He de confesar que en un primer momento estuve observando a Guille, porque su condición de ciego me causaba cierta intranquilidad y cierto recelo, al pensar que no sería capaz de poder comportarse llevando el paso como el resto de los banceros. ¡Qué equivocado estaba! Antes de la salida de la procesión ya me di cuenta de que su comportamiento en San Andrés era el mismo que el del resto de los nazarenos
que allí nos encontrábamos: nerviosos, pero ilusionados por el acontecimiento que estábamos a punto de protagonizar; saludando y abrazándonos con el resto de hermanos, deseándonos suerte para que la procesión se desarrollara sin problemas. Volví a charlar con Guille para darle ánimo y desearle suerte y pude ver cómo su rostro, con una inmensa sonrisa, brillaba radiante de ilusión.
Cuando la procesión alcanzó el lugar establecido para que se produjeran los cambios, estuve atento para ver cómo se realizaba el relevo y tras las dos primeras tiradas, me acerque y le pregunté: “¿Qué tal Guille? ¿Cómo vas?”. “¡Fenomenal, Antonio, fenomenal! ¡Muy bien!” , me respondió. Y sus palabras transmitían la alegría y el entusiasmo propios de alguien que está disfrutando con lo que estaba viviendo en ese instante. Se le notaba pletórico, feliz, emocionado… por estar bajo el banzo llevando a La Borriquilla. Y así continuó hasta el momento en que tuvo que devolver su puesto a Javier, bancero titular, y Guille se incorporó a la fila con su palma.
Ya no lo volví a ver hasta que, una vez finalizada la procesión, me lo encontré con su familia por la Plaza Mayor. Me acerqué a él y le pregunté: “Guille, ¿Qué tal? ¿Qué te ha parecido la experiencia?” . Fue impresionante su reacción. No dejaba de sonreír y de darme las gracias por haber hecho posible que cumpliera un sueño. Quedé con él en volver a vernos en la salida de la procesión del Miércoles Santo, en la puerta de San Esteban. En esta ocasión saldría acompañando al Beso de Judas, su otra hermandad. Y, aunque no pudo ser, porque de todos es sabido que las inclemencias meteorológicas lo impidieron, mi vivencia con Guille ya había dejado su poso. Su forma de ser me había cautivado. Su sonrisa permanente, su forma de expresarse, su positividad, su forma de desenvolverse…
Todo hacía que yo quisiera saber más de Guille, quería conocerlo más a fondo. Le pedí su número de teléfono a Javier, el bancero que me lo presentó, y contacté con él vía WhatsApp. A lo largo del año han sido varias las ocasiones en que hemos charlado. Incluso nos encontramos en la Plaza Mayor en San Mateo, participando como el que más de la otra gran festividad de Cuenca.
Pero, vayamos con Guille: ¿Quién es Guille?
Esencialmente, Guille es un chico ciego de 21 años, deportista de élite y que está estudiando Trabajo Social. Él se define a sí mismo como una persona extrovertida, luchadora y resiliente: “Soy un culo inquieto y no me gusta estar sentado”.
Guille nace en Madrid, aunque se siente conquense por convicción y nazareno por sentimiento. A los 3 años le diagnosticaron un problema degenerativo en la vista que finalmente provocó su ceguera. Su padre siempre había soñado con practicar deporte con él y, debido a su discapacidad, se puso en contacto con la ONCE, donde le pusieron en contacto con un club de alpinismo y actividades de montaña especializado en personas ciegas. Y es a través de este club como Guille comienza a relacionarse con la montaña, afición que, con el paso del tiempo, derivaría en su pasión por la escalada. Aunque también practica otros deportes como el surf, la hípica o el esquí.
Desde los 16 años ha competido a nivel nacional e internacional y ha representado a España en paraescalada en múltiples ocasiones alrededor de todo el mundo. Entre sus logros a destacar están: la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de Suiza 2023; dos medallas de plata en dos de las tres pruebas de la Copa del Mundo de 2023; su primer puesto en el Campeonato de España de 2023; medalla de oro en el Campeonato de Europa de 2024; medalla de plata y de bronce respectivamente en las dos primeras pruebas del Campeonato del Mundo de 2024; y un largo etcétera de galardones menores.
Pero ante todo, Guille es una persona admirable que desde el primer momento te atrapa por su forma de desenvolverse y de enfrentarse a la vida que le ha tocado. Siempre tiene la sonrisa en su rostro. Una persona que transmite al mundo que él, a través del deporte, ha logrado sentirse incluido socialmente sin que su discapacidad pese más que lo que él realmente es capaz de hacer.
Alguien que reclama a esta sociedad que sea mucho más inclusiva con las personas con discapacidad, con el compromiso de lograr su integración plena. Que lo que ellos quieren, pueden y deben es llevar vidas autónomas e independientes: “Los límites nos los tenemos que poner nosotros mismos, que nadie nos diga hasta dónde podemos llegar”.
Muchas gracias, Guille, por tu medalla, pero para mí, el verdadero regalo ha sido conocerte y que podamos charlar y vernos de vez en cuando. Sigue así.
Ah, y no faltes a tu cita de este Domingo de Ramos con La Borriquilla.
Por Félix Herráiz García
«¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales, con las alas de luto llegaos hasta mí!».
(ALFONSINA STORNI)
Abro la mañana a través de mi ventana, un cielo azul la llena y un nuevo paisaje: primavera… Golondrinas van y vienen hacendosas. Vuelos negros de sombra negra en la calle pintada de sol. Hoy han llegado las primeras golondrinas. ¡Cuán lejos vienen y cómo se orientarán para llegar a esta ciudad que levita entre hoces hacia el cielo! En tablas de agua, en charcas, en fuentes, en lagunillas… las golondrinas, pellizcan el agua y con barro en sus picos, hacen tapial para sus nidos. Recuerdo aquella primavera en mi ya muy alejada infancia, cómo los niños de la Escuela del Cristo del Amparo las vimos a través de los cristales, pintar los primeros garabatos de tinta china en el azul del inmenso cielo; y cómo don Paco, el maestro, nos sacó al patio entre el rumor cadencioso del cercano Huécar para enseñarnos, mirando al cielo, que eran buenas amigas del campesino por limpiar el aire de insectos que perjudican los cultivos. Mientras, danzaban y danzaban por el aire en rueda sin fin, sobrevolando por encima del puente y del convento de “Las Monjillas” entre chillidos y chasquidos. Trisar se llama su voz, su parloteo. Pero lo que más se me grabó en aquella mañana primaveral de mi niñez, con la Semana Santa a punto de comenzar, fue lo que nos narró aquel buen maestro sobre la leyenda de las golondrinas y la corona de espinas de Cristo:
La tradición popular cuenta, que una bandada de golondrinas alivió el sufrimiento de Jesús de Nazaret durante su martirio en el Monte Calvario, arrancando con sus picos las espinas de la corona que perforaban y herían su cabeza. Así, dice el cantar:
Ya bajan las golondrinas con el vuelo muy sereno, a quitarle las espinas a Jesús, el Nazareno.
El Señor las bendijo e hizo que su carne fuese amarga; y al no ser comestible no se cazarían. Al tiempo - siguió contando el maestro - el color oscuro que llevan en el dorso simboliza el luto por la muerte de Cristo. Por tanto, es un animal que se asocia a la divinidad: las golondrinas son de Dios. Llevando consigo esta afirmación un sentimiento de proteccionismo: las golondrinas no se matan.
Su leyenda de misericordioso asombro, se perennizó en mi tierna alma en admiración y respeto por esas aves para imitarlas. «Mañanas brumosas de mi infancia, cómo formasteis sin yo comprenderlo, mi corazón». (F.G. LORCA).
Con la primavera avanzando y con el sol con más calor y tiempo en los campos, todo es un despertar de vida, de colores, de sonidos, de alegría… Las aguas sonríen en los manantiales, los campos levantan resplandores de las distintas siembras, e inciensan sus primeros verdores al cielo los chopos que procesionan con su hábito talar, color ceniciento cual nazareno, junto a la ciudad de cristal que naufraga su excelsa belleza en el acuoso Júcar y humilde Huécar. Rompen al cielo sus puertas los hormigueros.
Las mariposas ponen sus vuelos de confeti por los campos. Lagartos y culebras ya se calientan en los carasoles dejando éstas abandonadas las mudas de sus camisas de su sueño invernal, embutidas y zarandeadas por la suave brisa primaveral. Desvistámonos como las culebras de nuestras camisas, en este caso interiores del “hombre viejo”, y a través de este tiempo primaveral, cuaresmal y pascual, resucitemos al “hombre nuevo”, a la “mujer nueva” a imitación de Cristo.
NAZARENOS: Os propongo, bajo las andas que portáis o acompañáis en filas el misterio de la Pasión de Cristo, con los distintos hábitos que ponen color penitencial por las calles tortuosas de nuestra fascinante ciudad, bajo el vuelo nervioso de las golondrinas… ¡Que seáis como ellas! Señor, que hagamos realidad su leyenda, quitando como ejemplares cofrades las espinas a los “cristos crucificados” que viven en nuestra sociedad, en nuestro entorno más próximo:
• Enfermos: visitando, escuchando, animando…
• Pobres: ayudando, conversando, redimiendo…
• Emigrantes y refugiados: acogiendo, orientando, hermanando…
• Personas sin trabajo: socorriendo, donando, amparando…
• Presos: asistiendo, visitando, esperanzándoles…
• Personas en duelo: acompañando, compartiendo, consolando…
• Ancianos en soledad: auxiliando, alegrando, confortando…
• …
Todo lo que hagamos por los demás serán muestras de amor. El filósofo Josep María Esquirol, nos ilumina:
Amar es el principal infinitivo de la vida. La comunidad fraterna es el horizonte más bello y dotado de sentido que podemos tener para ser humano, más humano.
Fotografía: Álex Simón
En palabras del premio nobel de literatura Kenzaburo Oé: «Reconocernos en el dolor de los demás también nos humaniza». El mártir Óscar Romero, en su libro La violencia del amor, nos habla de todas esas personas que pasan por calvarios con Cristo oculto en ellas:
Nada hay tan importante para la Iglesia como la vida humana, como la persona humana. Sobre todo, la persona de los pobres y oprimidos que, además de ser seres humanos, son también seres divinos, por cuanto de ellos dijo Jesús que todo lo que con ellos se hace, Él lo recibe como hecho a Él.
NAZARENOS, estamos aquí, en esta vida para tallar cada uno en su alma la mejor imagen. Leamos la voz de Plotino, pensador cristiano del siglo III:
Hay que acostumbrar al alma a mirar por sí misma, primero las bellas ocupaciones, luego las obras bellas que realizan los buenos… ¿Que cómo puedes ver la belleza que posee un alma buena? Retírate a ti mismo y mira. Si aún no te ves hermoso, entonces, así como el escultor que quiere que su estatua salga bella se pone a quitar aquí, raspar allá, pulir esto y limpiar lo otro hasta que logra un rostro hermoso coronando
su obra, así tú también quita todo lo superfluo de tu vida, alinea todo lo torcido, limpia y abrillanta todo lo oscuro, y no ceses de labrar la estatua de tu propia persona, hasta que brille en ti el esplendor de la virtud.
Nuestro Miguel de Unamuno, en el último verso de un maravilloso soneto, sintetiza ese sentir: «Y es el fin de la vida hacerse un alma». O en palabras de la Madre Maravillas de Jesús: «Yo no quiero la vida sino para imitar, lo más posible, la de Cristo». ¡Ojalá! cada primavera, nuestra ciudad se llene de una nube de estas golondrinas humanas tan amorosas, tan compasivas, tan cercanas al cielo, para ayudar, cual cirineo, a los hermanos que sufren y, en lo posible, bajarlos de su cruz. Entonces surgirá en nosotros una verdadera primavera espiritual, pudiendo decir: «Mi vida es bella como las flores de la primavera». (TAGORE).
«¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales, con las alas de luto llegaos hasta mí!».
(ALFONSINA STORNI)
Por Paula Escudero Robles
Golpe seco de horquilla, turba y estruendo, redoble de tambor, martillo y yunque... Así suena el corazón de muchos conquenses. Devoción y encuentro salen de la mano a las empedradas calles de Cuenca, que se convierte en escenario de Pasión, Muerte y Resurrección. Clarín que clama al cielo, Stabat Mater que arropa a una madre dolida y Miserere que acoge a su ciudad son las melodías que suenan bajo este cielo.
La primera luna llena de primavera inicia la celebración más importante del año litúrgico que viene precedida por la tradición. 40 días llenos de culto y emoción, ensayos y preparación. ¿Quién no se emociona al preparar las túnicas y capuces que con tanto ansia esperan salir a relucir y llenar de color las calles?
Cornetas y tambores preparan sus mejores galas para aportar la banda sonora a la semana más esperada. Amplio repertorio, limpio desfile y la capacidad de erizarte la piel los caracteriza. Ese uniforme negro y morado que cualquiera de nosotros distinguiría a leguas de distancia y el retumbar de
las paredes al unísono de sus toques de tambor y notas de trompeta son solo un pequeño reflejo. Ellos, que nos guían el camino y que hacen especial esta ciudad, no serán los protagonistas, pero sí la parte imprescindible que nos proporcione esa esencia tan única.
Tres golpes de argolla en las puertas de San Andrés, último apretón de almohadilla, toque de trompeta y redoble de tambor inician la Pasión, el silencio, la traición y la burla. Sale a lomos de una borrica el Mesías, acompañado de la Madre, para convertir sus calles en la pista de baile nunca vista. Se une en Carretería una larga fila de fieles acompañantes que agitan sus ramas al compás del Hosanna. Túnica blanca asciende por la Puerta San Juan a la bendición para entrar, así, entre una lluvia de pétalos y ondeos de palma a aquella Plaza Mayor abarrotada de gente y despedirse al son del Himno Nacional y la Marcha de Infantes las dos imágenes titulares que dejarán Cuenca convertida en la nueva Jerusalén.
Escenario negro y 7 palabras bajo el terciopelo del capuz. Campana de muerte y coro angelical lo acompañan a su templo. «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...» anuncia el crucificado inundando el recorrido de silencio al solemne paso de su caminar.
Trompetas heráldicas a los portones del Salvador anuncian la llegada del San Juan, el Precursor, y una voz que grita “al hombro”, da el pistoletazo de salida a sus banceros. Lágrimas del Jordán tocaron al elegido y se escuchó «Se abrieron los cielos y descendió el Espíritu Santo sobre Él». Paso lento, golpe de horquilla y bautismo del Señor abren paso a María de Magdala. Tú, que caminas sola, haces tuyo el aroma de Cuenca. Tú, mujer melancólica que fuiste leal a nuestra Madre a los pies de la cruz, portas el cáliz que marca el camino de los esclavos. Ellos que ven la sombra del Medinaceli en San Felipe Neri, son los nazarenos cautivos que precederán a María, Madre, que teñirá la luna de verde esperanza en este Martes de Perdón. Invitados a la Cena del Señor los 12, pan y vino repartidos. Estos son mi Cuerpo y Sangre entregado por vosotros. Asoma por los Arcos la oliva de Getsemaní y bailan bajo ellos sus almohadillas. Le sigue el Beso de la traición, prendimiento conquense y baja por la Calle San Pedro el apóstol que volverá rojos los blancos capuces. Cae el sol y aparece la oscuridad, las sombras de los olivos que sacan a pasear sus mejores bailes son la viva imagen de aquel huerto. Guardia Pretoriana y espadas envainadas porque «los que se sirvieron de espada por su propia autoridad, a espada morirán». Miércoles de Silencio donde solo se oye el cantar del gallo, la negación de los hechos y las horquillas del Ecce-Homo que salen a impregnar este ambiente de sangre e incienso. Cuenca, Madre, ahí tienes a tus hijos, resguárdanos bajo los techos del Obispado y guíanos por el Sacramento de Nuestra Fe. Ayer fue Esperanza, hoy es Amargura y mañana será Soledad.
Orillas del Júcar y tres cruces blancas. Nazarenos multicolores y un cristo misericordioso acompañan a las calles de herida y muerte. Cuenca, aparta de nosotros el cáliz y flagela esta historia doliente. Crujen las andas por el peso, no porque la madera pese, sino porque lo hace la angustia ante esta sentencia injusta. Amarrado a la columna que sostiene este Jueves Santo vuelve de caña las tulipas, de grana los mantos y apoya sobre las cabezas la corona de espinas cuyas ramas son recién arrancadas. Poco más de medio cuerpo y nada más que la pasión conquense mira hacia el cielo apretando en el pecho el dolor que guarda dentro. Custodia romana y paso largo avanzan hacia el monte: Paz y Caridad. Rostros grabados en los balcones de Alfonso VIII, Verónica se llama la compasión ante Él. Auxilio a la caída del Señor, solemne paso de Jesús por el Puente de la Trinidad, Soledad que se refugia entre su gente y una fría bajada por la Audiencia cuyo sonido es el río y las marchas procesionales que acompañan a este surtido de tallas.
Pasan las horas y cae la noche. La ciudad se prepara para demostrar el sentimiento de pasión que lleva dentro. Viernes, el más largo, la subida al Calvario que comienza a las puertas del Salvador, de nuevo. Fuertes tambores y estridentes clarines salen de la turba. Burla al Jesús y palillos cruzados a la curva de la caída. Cristo con la cruz a cuestas, ayudado por el Cirineo, se abre paso con dificultad estrenando la madrugá conquense. Rostro grabado en un paño a la tercera y San Juan que señala la gloria futura. A paso de El Evangelista guía a la Madre al encuentro del hijo amado. Un calor de herraduras y un motete calman el llanto, pues sola no estará.
La cruz que se alza en Cuenca, el relucir del marfil y agonía del cofrade nos estremece ante este Calvario tan nuestro. Granate y amarillo se difuminan para convertirse en morado y oro viejo. Ya en el Gólgota crucificado, una lanza que despeja los cielos provoca el reflejo de la luz en los espejos de Marco Pérez. Baja el Descendimiento del cielo a las calles, se tiñen las túnicas de negro y el luto de la ciudad se envuelve en una sábana fría. Duelen los clavos y las espinas que ya no están, Cuenca no soporta este dolor y a Cristo, ya descendido, lo acoge María, Angustias, por tu cara de pena, reina del Viernes Santo y Madre de Cuenca.
Vuelve a aparecer la luna a comprobar si los rumores son ciertos, Él ha muerto. Las calles se convierten en escenarios de silencio y entierro. Una cruz desnuda sale a anunciar. Ya no hay vida, no hay luz, no hay sudario, sepelio ni capuz. Caballeros que custodian por Los Tintes al yacente Señor y una Calle del Agua repleta de gente para acompañar a la Soledad. Todos nos unimos a guardar duelo este Viernes Santo porque sí, esto llega a su fin.
Sábado de Pasión donde vence la vigilia y tres pobres mujeres salen en busca de consuelo. María es el nombre de las tres. Matracas guían su camino hasta la Plaza y de forma lenta y concisa ascienden dejando atónito a todo el público con su desfile. Descansa Cuenca para recuperar su esperanza y guarda reposo para la noticia que han de recibir.
Resucitado el Señor sale al encuentro por Palafox, Madre vestida de negro por Solera y es en el monumento a esta semana tan grande donde se vuelve su manto verde y vuelan palomas anunciando lo que todos esperábamos, Jesús ha resucitado. Sale la ciudad entera a celebrar, todos hemos sido invitados, pero a nuestro pesar, todo tiene un final.
Esta es la GRAN semana de esta GRAN ciudad. Pasión de conquenses que perdura los 365 días del año, sale a la calle a disfrutar estos siete tan especiales. Diez procesiones, treinta y tres hermandades y un número de sentimientos incalculables. Gracias Cuenca, a tu gente y a tu esencia, GRACIAS SEMANA SANTA por hacernos ser lo que somos.
“Nunca un conquense es tan capaz como cuando se pone un capuz” Esta frase del periodista y nazareno José Javier Domínguez, define en términos de inclusión –quizá sin pretenderlo – lo que es la esencia de ser nazareno en Cuenca. Porque el capuz que nos iguala, nos une y nos acerca a una misma devoción y forma de sentir, es también la herramienta que nos hace igual de capaces. En estas páginas, cinco nazarenos y nazarenas de Cuenca, con diferentes capacidades, cuentan su vivencia de la Semana Santa y aportan luz (y buenas ideas) sobre cómo podemos mejorar la accesibilidad de nuestra Pasión. Para que todos podamos experimentar plenamente la vivencia nazarena bajo el capuz.
Por Berta López
Pilar: una nazarena más junto a su San Pedro
“Para mí, la Semana Santa significa mucho. La he vivido desde chiquitina: he salido en San Pedro desde que tenía 3 o 4 años y es mi locura, mi pasión” cuenta Pilar. “De mi infancia tengo recuerdos muy bonitos con mi abuelo los Miércoles Santos, mucha pasión y mucho amor. Y también con mi primo Mario, que falleció hace unos años” recuerda Pilar. “Cuando estaba con mi abuelo, era feliz”, añade, y toma su voz ese tono que tiene la capacidad de transportar al lector a la propia infancia, al propio recuerdo y la vivencia con los propios abuelos. “Recuerdo que siempre quería tocarle la calva a San Pedro y mi abuelo me cogía en hombros para que alcanzara” dice, y se le adivina la sonrisa al otro lado del teléfono.
Nazarena con un 65% de discapacidad intelectual, siempre se ha sentido “una nazarena más. En la Semana Santa hay más gente con discapacidad: intelectual, física… Son discapacidades diferentes, pero yo siempre me he sentido como una nazarena más”.
Hermana del San Pedro Apóstol, su hermandad familiar, y de la Soledad del Puente por elección personal, ha vestido ambas
túnicas cada Miércoles y Jueves Santo hasta que problemas físicos se lo han impedido. “Echo de menos vestir de nazarena, pero intento que alguien me lleve para poder ver salir a mi paso” asegura. “Lo más emocionante para mí es ver a mi San Pedro, y recordar muchas cosas: cuando vivía mi abuelo, a mi primo Mario… es muy emocionante para mí recordarlos estando presente en la salida del San Pedro. Y el Jueves Santo, que me lleven también a mi Virgen, a la Soledad del Puente”.
Aunque para Pilar lo más especial de la Semana Santa es “salir de nazarena”, en su corazón guarda también un lugar para el momento más querido por los hermanos del San Pedro: la despedida del paso en Aguirre, al son de la saeta, bailado como sus banceros saben. “Después de ver salir a mi paso, le pido a mi madre que me lleve a Diputación para ver el momento de la saeta, porque es una maravilla. A mí me emociona y me pongo a llorar. En esos momentos me acuerdo de mis antepasados, de mi abuelo y de Mario. No es fácil contener esa emoción de ver que no estás ahí vestida de nazarena acompañando a tu paso, pero lo intento”.
Fotografía: Álex
Simón
Carlos Antonio: cuando la Pasión vibra en el cuerpo
“Las personas sordas de la Asociación de Cuenca vivimos la Semana Santa con mucha devoción. Tenemos mucha fe. Nos han educado desde pequeños para seguir la tradición, como a cualquier nazareno. Con las vibraciones se puede sentir la Semana Santa igual que se siente la música”. Para Carlos Antonio, hermano de El Descendimiento con un 50% de discapacidad auditiva, la Semana Santa no se escucha: se siente vibrar en todo el cuerpo.
Nazareno desde que tenía 7 u 8 años, sus primeros pasos como nazareno fueron con la túnica de La Exaltación. Luego “me hice hermano de El Descendimiento, del que fui bancero dos años seguidos. También he sido bancero de la Virgen de las Angustias” recuerda. “Yo, como persona sorda que soy, para sacar el paso tenía que estar muy atento, todo el rato pendiente del capataz, porque no oyes lo que te dice y eso es un problema. Lo que yo hacía era fijarme en lo que hacían los demás y así iba bien: para llevar el ritmo con la horquilla, lo hacía sintiendo la vibración en el cuerpo, igual que se siente la banda de música” rememora.
Años más tarde cambió el banzo por salir como turbo en Camino del Calvario... y hasta hoy. “Salimos de turbos un grupo de personas sordas. Yo tengo un 50% de audición y, como el sonido de los tambores es tan grande, sí los oigo. Sin embargo, otros compañeros del grupo son sordos profundos y no oyen nada. Ellos sienten la vibración por todo el cuerpo. Eso sí, seas o no sordo, hay que saber tocar el tambor. Siendo sordo profundo es más difícil hacer el toque de turbas. La gente se queda extrañada de cómo tocamos, hasta que se da cuenta de que somos un grupo de personas sordas. Y, aunque no hagamos exactamente el toque de turbas, al menos lo vivimos y tocamos el tambor” afirma.
Carlos Antonio, que valora que los actos del Cartel y el Pregón de Semana Santa hayan contado los dos últimos años
con intérprete de lengua de signos, recuerda en nombre de la Asociación que preside que la Semana Santa “debe mejorar en accesibilidad en nuestro caso, porque hay muchas cosas de las procesiones y de la Semana Santa que nos perdemos, porque no son accesibles para nosotros”. Cita, por ejemplo, momentos como la prédica de las Siete Palabras del Lunes Santo, los misereres en San Felipe o los Santos Oficios, eso hablando únicamente de cosas que suceden en Semana Santa. “La música podemos sentirla, por las vibraciones. Pero hay muchos actos de los que no entendemos nada, porque no hay intérprete” explica.
La petición es clara: “La Junta de Cofradías debe luchar con nosotros, hablar con nosotros para hacer cosas y ver juntos cómo se puede mejorar”. Para la Asociación, sería además muy útil un QR con información práctica de nuestra Semana Santa orientada a personas sordas y que hubiera personal especializado en otros recursos no dependientes de la institución nazarena, como las oficinas de turismo. “Hay mucho turismo de personas sordas, que es también bueno para Cuenca y esto ayudaría” afirman.
Porque la Semana Santa es tan importante para los nazarenos sordos como para el resto, hasta el punto de que incluso la lengua de signos tiene signos propios para definir el vocabulario que a nuestra Pasión le es propio. Por ejemplo, “aquí decimos Semana Santa con un signo que representa al bancero, al banzo. En otros sitios, como Sevilla, no se dice igual. Tenemos signos propios para horquilla, tulipa, capuz, estandarte, para resoli, que es un signo que simboliza la anilla de la antigua botella y la forma de beber, para clarín, cuyo signo es la forma de tocar el clarín mirando al Jesús, para turba, que se dice con el signo de burla a Jesús…” detalla Antonio, signando al mismo tiempo para que la periodista pueda verlo. Distinto lenguaje… una misma Pasión.
Alicia: cantar la Pasión con el Coro de la Catedral
“Mi discapacidad es física. Tuve un accidente que dañó mi columna y las secuelas me provocan limitaciones. Es una discapacidad invisible, por así decirlo, porque lo que me provoca es dolor. Y eso no se ve. Desde fuera, la gente no lo percibe. Yo no llevo un cartel que diga ‘ahora tengo mucho dolor’. Ni es necesario tampoco. Somos nosotros quienes debemos saber hasta dónde podemos llegar” explica Alicia, una de las voces de la Capilla de Música de la Catedral de Cuenca que nos emocionan cada Martes Santo a la salida de María Santísima de la Esperanza, cada Viernes Santo en la llegada de la Madre en sus Angustias a la Puerta de Valencia, cada Domingo de Ramos en la misa estacional con la que concluye la procesión. Para Alicia, persona muy creyente y que ha vivido intensamente la Semana Santa desde su niñez, la discapacidad ha supuesto un antes y un después en su vivencia nazarena. “Vivo la Semana Santa más ahora y hago ahora más cosas, dentro de mis limitaciones, que antes del accidente” sentencia. “Yo era de las de ponerme en primera fila para ver la procesión y si podía verla dos veces, mejor que una. Mi hijo nació un Viernes Santo y yo me fui a ver las Turbas antes de ir al hospital a dar a luz, para que te hagas una idea” recuerda, divertida. “Ahora ya no me pongo la primera, sino donde puedo estar cómoda para verla pasar, pero la sigo viviendo y es muy importante para mí. A través de mi discapacidad me he conocido de otra manera. He descubierto facetas en mí que antes desconocía, entre ellas la música y también la escritura” explica.
Fue precisamente después del accidente cuando los caminos de Alicia y el Coro de la Catedral se cruzaron, tras el necesario proceso de duelo durante el que aceptó su discapacidad y su nueva vida y en cuya superación la Semana Santa jugó un papel importante. “Después del accidente, mi mundo se hundió. Pensé que no servía para nada. Tuve que dejar el trabajo que era mi vida – Alicia era gerocultora – y otras cosas, como los bailes de salón. El accidente cambió todos mis esquemas y puso a prueba mi fe. Me preguntaba por qué a mí, pensaba que era la persona que peor estaba en el mundo. Y sin embargo, en esos momentos siempre me ha puesto la vida
en situaciones en las que veía a gente que estaba mucho peor que yo, pero más felices y conformes. La fe no me ha dejado nunca”.
Y con esa fe, con su pasión por la Pasión conquense, Alicia hizo el camino que la ha traído hasta hoy: cambió la gerocultura por trabajar para las personas con discapacidad, para “que no pasen por el proceso tan duro por el que yo pasé”, y los bailes de salón por el canto. “Volví a conocerme a mí misma, vi que podía hacer cosas que ni siquiera me había planteado y empecé a ir a la Escuela de Música. Allí me hablaron del Coro de la Catedral, me presenté a las pruebas y las pasé”. Ahora “vivo la Semana Santa de una manera diferente y he descubierto partes que desconocía, como los Santos Oficios. Antes salía de nazarena con la Virgen de las Angustias y ahora le canto en las monjillas. Es un momento muy emocionante, en el que le doy parte de mí. Quizá me siento más cerca de Ella que cuando salía en la fila. Incluso escribí un poema a los nazarenos de las Angustias. Yo la siento más ahora, que cuando salía de nazarena” afirma.
Lo que la nueva Alicia conserva es su sensibilidad hacia las personas mayores, con las que trabajó tantos años. Una sensibilidad que se orienta, muy especialmente, a su relación con la Semana Santa: “En nuestras residencias hay personas mayores que han sido muy nazarenas y que, cuando llega la fecha, no pueden ni salir a ver la procesión. Me gustaría que desde la Junta de Cofradías y las hermandades se pensara en ellos y se les acercara de alguna manera la Semana Santa. Quienes se manejan con internet, redes sociales… pueden ver retazos. Pero quienes no se manejan, como pasa muchas veces con las personas mayores, o no tienen los medios, pasan unos días muy tristes. Saben que sale su paso y ni siquiera pueden verlo”.
Acercar la Pasión mediante charlas de nazarenos que quieran pasar un rato con los mayores, llevar la música de Semana Santa a las residencias o “formar un grupo de voluntarios entre nuestros nazarenos, que acompañe a ver la procesión a las personas mayores que pueden salir” son algunas de las propuestas de Alicia. “Sería regalarles un día increíble y que recordarán para siempre”.
“Mis primeros recuerdos de nazareno son con el Cristo de la Luz. Empecé a salir en el año 1999, cuando tenía 5 años” recuerda Álvaro, para quien la del Cristo es su hermandad familiar y la más especial, a la que sigue fiel después de tantos años, incluso aunque a día de hoy sea de 11 hermandades en total. “Para mí, el día grande era el Viernes Santo, porque era el único día que salía. Recuerdo con mucho cariño ir a vestirnos a casa de mis abuelos: mi abuela preparaba las túnicas, nos juntábamos todos, salíamos en procesión y luego íbamos a cenar allí”. Álvaro desfilaba junto con su abuelo – “Que tiene el número 2 del Cristo”, destaca –, sus dos hermanos, su madre, su tía y sus tres primos.
“Al principio me acompañaba mi abuelo, empujando una silla manual. También empujó muchos ratos mi silla la mujer de Rafael Redondo, de quien guardo muy buen recuerdo” explica. En aquellos años “nos retirábamos en Diputación, porque a mi abuelo le suponía un sobreesfuerzo empujarme hasta el Salvador”, rememora. Con 12 años, Álvaro consiguió su primera silla de ruedas eléctrica y “fue un cambio muy grande, porque desde el primer año pude acompañar al Cristo hasta el final. Por eso, para mí fue especial”.
Bajo el capuz, en procesión, Álvaro se siente “como cualquier nazareno”. Sin embargo, los días previos sí son diferentes para él, pues la preparación que requiere desfilar en silla de ruedas así lo exige. “Unos días antes de Semana Santa hay que hacerle una puesta a punto a la silla. El pavimento de Cuenca es muy inestable y la silla tiene que estar en perfectas condiciones de funcionamiento” explica. Su silla lleva dos baterías eléctricas, que en los días de Semana Santa Álvaro carga durante 12 horas “para que aguanten bien”, aunque “no gasta lo mismo un Domingo de Ramos que un Viernes Santo: no es lo mismo por duración de la procesión y porque hay diferencia entre que el recorrido sea cuesta arriba o cuesta abajo”. Además “para organizar mi participación y que sea cómoda para todos, normalmente antes de Semana Santa mando un correo a las hermandades con las que voy a desfilar. Y con cada una, vemos cuál es el mejor sitio para ubicarme y para retirarme cuando acaba el desfile” detalla. De este modo, las hermandades pueden tenerle además en cuenta en sus planes de evacuación, ya que “una silla no puede retirarse por cualquier lado, hay que tenerlo previsto”. Así “en el Hosanna voy en la cabecera, detrás del Guión con los niños, porque es el mejor sitio para mí y donde no interfiero con el paso de las bandas. En la Vera Cruz siempre me han dejado ponerme donde me encuentro más cómodo para maniobrar, que es entre los hermanos de La Peraleja y los de Mira; cuando llegamos a San Esteban, salgo por la rampa y accedo a la iglesia. Con el Bautismo y el resto voy en el sitio de los penitentes, detrás de ellos y de la imagen, que es donde tengo la zona buena para maniobrar” describe. Una vez en procesión “hago el recorrido de principio a fin, sin quitarme en ningún momento” recalca. El recorrido procesional conquense transcurre en su mayoría por el Casco Antiguo y esto significa una cosa: no es ni accesible ni sencillo para una silla de ruedas. En ella “es más cómoda la cuesta arriba, desfilar de día porque se ve mejor (por la noche vas práctica-
mente de memoria), y los primeros días, que estás más fresco” explica Álvaro. “Lo bueno es que, al ir con una velocidad muy corta, vas viendo el recorrido” añade. “Yo, además, al moverme habitualmente con la silla por Cuenca, lo conozco bien”. Orográficamente hablando, identifica tres puntos críticos: “La curva de la calle del Peso, donde la silla resbala y además no es lo mismo cogerla de bajada que de subida; las curvas de la Audiencia y la curva de Puerta de San Juan, que es más pequeña y también complicada de coger, aunque no sea tan pronunciada como las otras”. Es por eso que, especialmente en la zona antigua, es vital para el nazareno en silla de ruedas tener espacio para maniobrar y conocer los puntos en que el pavimento desliza – incluso aunque se trata con antideslizante – o es más irregular, a causa de los adoquines: “Para mí siempre es más cómodo ir por el centro de la calle, porque la silla va girando. En una fila es más incómodo, porque el espacio para maniobrar es más limitado”. También es clave tener en cuenta que, en caso de lluvia durante el desfile, retirarse en silla de ruedas “tiene una dificultad añadida por el suelo mojado: hay que hacerlo a velocidad muy baja y protegiendo la silla del agua” precisa. “Para mí, la Semana Santa supone un desgaste emocional, físico y mental muy grande. Durante la procesión voy en tensión constante y concentrado: tienes que ir pendiente de la conducción, para poder reaccionar ante cualquier imprevisto: se te puede cruzar un velero, un niño, un directivo con la capa… Y hay que saber reaccionar. Acabo con dolor muscular de la tensión, pero no me importa: salgo voluntariamente. Si no me gustara, no lo haría” cuenta. Y la mirada le brilla al hacerlo. Como le brilla cuanto cuenta uno de sus momentos favoritos: “El Martes Santo, justo antes de empezar las curvas de la Audiencia con el Bautismo, que las hace de un tirón con la marcha Toque, Marcha y Salve. Ese momento es espectacular: las hacemos de una tirada y para mí es un sobreesfuerzo, porque no puedo parar, pero es magnífico. Si me obligaran, no lo haría. Pero como lo hago porque quiero, no noto que con los años me cueste más” afirma.
Álvaro vive la Semana Santa y los actos de sus hermandades con la intensidad que requiere la fecha y siendo, como él mismo indica, consciente de sus límites. “El Casco no es accesible y eso hay que tenerlo en cuenta. Pero, más allá de eso, yo pienso que nuestra Semana Santa sí está abierta a incluir a la discapacidad. Solo hay que comunicarse si tienes necesidades especiales, eso es muy importante. Puedo hablar por mí: en todas las hermandades en las que participo o he participado, todo han sido facilidades. Por eso quiero agradecer a todas las juntas de diputación su apoyo y decirle a la gente con discapacidad que se puede salir, e incluso hacerlo solo, como hago yo, que solo salgo acompañado en el Cristo”.
Y ¿qué le diría Álvaro a quienes querrían salir en procesión con su silla de ruedas, como él, pero no se deciden a hacerlo?
“Que tengan claras sus limitaciones y empiecen en tramos fáciles, como Carretería, que es muy cómoda por ser llana y sin dificultad añadida. Y que lo prueben. Que al menos lo prueben. Que no se cierren en rotundo por la discapacidad”.
“Mi primer contacto con la Semana Santa fue con 7 años. La mujer de mi padre es de Cuenca y a través de ella la descubrí. Y como mi abuela vio que me gustaba, me animó a salir” recuerda Guillermo, para quien su discapacidad visual no ha supuesto un impedimento a la hora de vivir la Pasión como un nazareno más.
Hermano de la Borriquilla y ‘del Judas’, participa habitualmente en cuatro procesiones: el Hosanna, el Silencio, Camino del Calvario acompañando a la turba y el Santo Entierro, presentando sus respetos al Yacente entre las filas de nazarenos de todas las hermandades. “El primer año que salí veía un poco más. Iba en fila doble, sin el bastón, porque me manejaba mejor y porque me daba más reparo que se viese que llevaba el bastón de ciego” cuenta. “Ahora mismo no veo prácticamente nada más allá de la luz de la tulipa en algún caso, aunque no me sirve para orientarme”.
Y entonces… ¿Cómo lo hace? “Suelo salir con mi familia o con amigos y tenemos un código: si avanzamos, el que va delante me da con su tulipa en la mía, un poco como hace en las andas el capataz de banceros, y así yo sé que hay que avanzar” cuenta Guillermo. “Además, normalmente puedo ir rozando la acera con el pie para guiarme, pero en algunas curvas a veces la línea de nazarenos no hace exactamente la curva en sí, sino que se acorta un poco. Y a ciertas horas ya no tienes nazarenos delante o, si los tienes, van demasiado lejos como para que te sirvan de referencia” explica. Por eso y por una cuestión de autonomía, de poder hacer la procesión completa incluso aunque no tenga a familiares o amigos alrededor, “me planteé ir sacando el bastón”. Eso sí, Guillermo hace hincapié en el buen grupo que han hecho en el Judas, con personas que incluso “me van describiendo todo lo que pasa, para que pueda vivirlo”.
Cuando ver no es una opción, el resto de sentidos se agudizan y hacen la experiencia igual de intensa, solo que de otra manera. “Te centras mucho más en otras cosas: los olores, la música… Salgo de turbo y la gente con la que voy siempre me decía al principio que nos pusiéramos en la parte inicial de la turba, donde hay menos concentración de gente, para que fuera más seguro para mí. Pero yo les acabé diciendo que, aunque para mí fuera un poco agobiante, prefería estar en el medio, porque al no ver el paso, mi manera de vivirlo es sentir rugir los tambores en el estómago”.
En 2024, después de muchos años como nazareno de tulipa, Guillermo probó por primera vez lo que se siente bajo el banzo, en concreto de la Borriquilla. La experiencia, que empezó con algunas dudas “porque soy bajo para lo que suelen ser los chicos y, al casi ir de puntal, tuve mis dudas sobre si sería capaz de seguir las indicaciones del capataz”, acabó siendo una de las mejores de su vida como nazareno: “No sé cómo vive la gente que ve la sensación de ir bajo el banzo, pero yo tengo el oído más agudizado y pude percibir que mi familia iba llorando de emoción mientras yo llevaba el paso, eso para mí fue muy
emocionante”, cuenta. También fue especial para él descubrir por fin cómo es bailar el paso: “Me lo habían descrito muchas veces, pero hasta que no lo sentí yo, hasta que no vas notando los saltitos, no te imaginas realmente cómo es” afirma. Guillermo, que recuerda con cierto azoramiento que se le cayó la horquilla en un momento y “la gente se sorprendía de que no la cogiera, porque claro, no sabían que era ciego” asegura que la experiencia fue muy buena “también gracias a Antonio, nuestro capataz de banceros, que lo hizo muy fácil”.
Como no solo del banzo vive el nazareno de Cuenca, del año pasado guarda Guillermo otro momento inolvidable: “Me dejaron subirme al paso del Huerto de San Esteban y tocarlo entero. Fui con mis hermanos del Judas a cambiarle la oliva y la camarera del Huerto, Vanesa, vio que estaba tocando un poco el paso para hacerme a la idea y se emocionó. Fue un momento súper bonito porque ella estaba llorando de emoción por enseñarme de aquella manera el paso y yo también estaba muy emocionado porque nunca me había subido a un paso para tocar las manos, las venas… y sentirlo”. Recuerda Guillermo una iniciativa parecida que hace unos años llevaba a cabo la V. H. de María Stma. de la Esperanza y aprovecha para reflexionar que “si iniciativas como ésta se hicieran con más hermandades, estaría muy bien”.
Para Guillermo, nuestra Semana Santa “es bastante inclusiva. He notado muchísima aceptación”. En su experiencia, la afirmación tan conquense de que todos somos hermanos e iguales bajo el capuz, se cumple. “A mí, por ejemplo, me incluyen en el día a día del Judas. Han contado conmigo para la procesión del 120 Aniversario, como un bancero más”. Y no solo eso: como amante de la música, uno de sus sueños es formar parte de la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías. “No es fácil, porque vivo en Madrid y los entrenamientos – Guillermo es deportista profesional – no me dan mucho margen, pero ya simplemente el hecho de que se hayan mostrado abiertos y favorables a encontrar alguna forma por la que pueda desfilar con la Banda, aunque sea durante un tramo, para mí es muy importante y muestra que realmente la Semana Santa es abierta y da muchas oportunidades. Creo que la inclusión está en esto: en que la gente cuente contigo como contaría con cualquier otro nazareno. Que las cosas sean accesibles sin que tú tengas que preguntar”.
Porque, como bien dice Guillermo, esto “no va de tener o no diferentes capacidades, sino de vivir lo que te gusta, como puedas vivirlo”. Por eso, anima a quitarse los miedos “porque vivirlo desde dentro es otra cosa y hay mucha gente que siempre hace por incluirte. Este mensaje sirve para todo el mundo, no solo para las personas con discapacidad: si algo nos gusta, luchemos por ello”. Para conseguirlo, quizá “estaría bien tener más personas referentes con discapacidad dentro de la Semana Santa y que nos pudiéramos poner en contacto entre nosotros, para compartir trucos que faciliten el salir de nazareno”.
En 2024, la Junta de Cofradías reforzó su compromiso para mejorar la accesibilidad de nuestra Semana Santa. Así, la institución firmó un convenio marco con ONCE Cuenca, por el que por primera vez se editó una pequeña tirada del Programa Oficial en braille, para personas con discapacidad visual, y se organizó por primera vez una actividad multisensorial, desarrollada en el Museo de Semana Santa para 25 personas ciegas. Por otro lado, se ampliaron los espacios para personas con movilidad reducida, sumando una rampa más en la calle Las Torres a la
que se ha venido instalando en la Plaza de la Constitución. Y tanto el acto de presentación del Cartel como el Pregón de Semana Santa fueron accesibles para personas con discapacidad auditiva. Las acciones, que se reforzarán y ampliarán de nuevo este año, se enmarcan dentro de un incipiente plan de mejora de la accesibilidad, pequeños pasos que se suman al trabajo de las hermandades y Las Turbas de Cuenca. Porque la Semana Santa de Cuenca es la forma de sentir que nos une… sean cuales sean nuestras capacidades.
Por Águeda Lucas
Cada vez es más frecuente el cuidado de las uñas y en Semana Santa se pueden llegar a ver auténticas filigranas hechas por manicuristas.
En los últimos años el cuidado de las manos y de las uñas ha ganado importancia y se ha abierto un hueco notable en el sector estético. Cada vez son más las personas que se hacen la manicura y apuestan por diseños y colores variopintos para mostrar. Pero más allá de esto, del propio cuidado y la parte estética, las uñas se han presentado como una posibilidad de plasmar un sentimiento o una devoción. Nelia Fernández y Tania Culebras, de Arte Cuenca Nails, exponen que entre las demandas que hacen las personas que acuden a su establecimiento siempre hay quien pide “algún diseño concreto como el escudo de la Soledad del Puente”. Pero no solo les solicitan el dibujo de los escudos de las hermandades, sino que han llegado a tener peticiones de todo tipo, como motivos nazarenos que incluso a veces no se esperan.
Fernández comenta que muchas personas les solicitan únicamente que además de la manicura les pinten con un color morado que ya han bautizado como “morado Semana Santa, porque es el color estrella de esa semana y las previas a esta celebración”. Se trata de una forma de lucir con orgullo “los colores”, las imágenes y los escudos de las hermandades de las que son hermanos o por las que se tiene afinidad.
Además, explican que muchas chicas les llaman para hacerse la manicura francesa* “porque claro, si son de muchas hermandades es lo que más pega con todo y algunas de ellas son cereras y lo piden porque sus manos son muy visibles y saben que además se les suele hacer fotos mientras encienden velas”. Culebras comenta que buscan esa “buena presencia, pero no algo muy escandaloso ni chocante, por eso la manicura francesa resulta muy elegante y muy fina”.
Fotografía: Águeda Lucas
Estas manicuristas explican que las peticiones nazarenas aumentan con la proximidad de la Semana Santa y también en Cuaresma. Es frecuente que en estas fechas se incrementan las demandas de citas en su local para empezar a preparar las uñas acordes a la celebración que se aproxima. Sin embargo, “el repunte máximo viene una semana antes para llegar perfectas a Semana Santa, por eso, la gente intenta cuadrar agendas esos 7 o 10 días previos”, aseguran. También comentan que depende un poco de la velocidad a la que a cada persona le crecen las uñas, por eso ya cada uno sabe cuándo tiene que pedir la cita.
Fernández describe que existen diferentes estilos de manicura y que depende de si una persona quiere alargarse las uñas, si es manicura permanente o semipermanente con refuerzo (que ahora es lo que más se está demandando), pero aclara que normalmente, lo primero que se hace en todos los servicios es una manicura como la higiene de las manos: se liman, se arreglan todas las pieles, se trata la cutícula, se hidratan… y ya cuando la uña está preparada se esmalta directamente o se le pone refuerzo y se le esmalta encima.
Es entonces cuando llega la hora de ponerse a dibujar, de crear arte en una parte tan pequeña del cuerpo como es una uña. Fernández relata que existen muchas técnicas nuevas que facilitan toda la estampación, pero que ella suele dibujar todo a mano. Desde siempre le ha gustado dibujar y recuerda tener decenas de cuadernos y de hojas con trazos, esbozos, diseños, bocetos… Pero no sabe hasta qué punto todo el mundo puede ser manicurista haciendo diseños complejos a mano alzada.
Para realizar las peticiones nazarenas de clientes a veces tienen que hacer algunas pruebas, dibujarse previamente en papel lo que van a trasladar más tarde a la uña.
Manicura francesa
Fernández asegura que del diseño que más orgullosa está es del escudo de la Hermandad de la Soledad del Puente. Resaltan que es muy importante conseguir un diseño que esté bien hecho porque además, para la persona que lo pide supone algo más allá de la pura parte estética.
Importancia del material que se usa
Desde Arte Cuenca Nails quieren poner el foco en la importancia de que “todo el material que se utilice debe estar debidamente esterilizado, debe ser material único para cada cliente y el sitio donde se realiza es muy importante que esté bien preparado en cuanto a desinfección”. Además, apuntan que también es fundamental que tengan formación porque denuncian que “hay mucha intrusión en este campo y hay gente que no esteriliza las herramientas de corte, con lo que eso puede conllevar”. Fernández asevera que más allá del lado estético de esta profesión existe un componente muy importante de salud”. Estas dos manicuristas afirman que suelen hacer dos o tres formaciones presenciales al año y muchas online, porque “es un sector que evoluciona rápido y cambia mucho y tienes que estar siempre a la última”.
De momento, el de la manicura sigue siendo un mercado al que acuden más mujeres que hombres, pero desde Arte Cuenca Nails consideran que va habiendo más chicos que se cuidan las manos e incluso algunos que se pintan y decoran las uñas. Ellas sostienen que cuando una persona empieza a hacerse las uñas lo frecuente es que repita y ya siempre quiera verse las manos cuidadas.
Esta Semana Santa nuevos diseños y otros ya más asentados volverán a verse en las manos por las calles de Cuenca, habrá que fijarse para descubrir este curioso arte nazareno en miniatura.
La palabra se deriva de la palabra latina “manus” (que significa mano) y “cura” (cuidado). Una manicura es un tratamiento de belleza estética para las uñas y las manos. Se caracteriza por la aplicación de un tono rosado natural a la lámina ungueal en combinación con un tono blanco en su extremo superior. Es un estilo sencillo, que da a la uña un aspecto natural y muy elegante y limpio.
Por Águeda Lucas
La creadora incansable de las verticales que muestran una Cuenca que se levanta sobre sí misma para alcanzar el cielo cumpliría un siglo en diciembre de 2024. La Semana Santa conquense fue para ella un pasión arraigada de la que fue cartelista en 1964 y 1968. Pintó y escribió hasta que se marchó para convertirse ella misma en parte de la creación que tantas veces y en tantos formatos plasmó
La memoria a veces teje hilos de oro y los cose con puntadas muy cuidadas, que dejan bien asida a nosotros el alma de quienes nos dejan. Más allá de la obra del artista, (de la artista en este caso), la impronta que fue derramando silenciosamente a su alrededor fue producto de su propia persona. Su calidad humana ha sido tan importante como su legado pictórico o escrito; prueba de ello es el brillo de la mirada de los seres queridos vivos que aún atesoran sus cuadros y letras y traen su recuerdo hasta nuestros días cuando hablan de ella.
El 12 de febrero de 2017 a los 93 años fallecía Leonor Culebras. En diciembre de 2024 se cumplían 100 años de la artista conquense, que fue “una adelantada a su tiempo”, según relata su sobrina María Jesús Fernández Culebras. Ella atesora con el mismo o más cariño que antes las pinturas, bocetos, poemas y decenas de retazos que guarda de su tía.
Mientras coge el último poema que la creadora escribió, a sus ojos vuelven las imágenes de una Leonor aún viva, que permanece con ella. Al recorrer sus palabras y sus trazos emergen historias de otros tiempos, otros viajes, otros recuerdos, pero siempre impregnados de la misma esencia: la de una mujer que vivió sus días con intensidad, haciendo lo que más le gustaba: escribir y pintar.
Con el paso de los años expuso su obra en decenas de lugares por toda España: Madrid, León, Burgos, Zamora, Castellón, Granada, Baeza… Pintaba de forma natural, innata, como esas acciones que hacemos de forma prácticamente inconsciente. Y cada vez que lo hacía, a su alrededor aparecía
una atmósfera invisible en la que ella se encontraba feliz y serena.
Se casó con Aquilino “Aqui”, quien lejos de truncar sus sueños, los alimentaba, dándole alas a quien ya las tenías, dando aire a quien desde siempre sabía que podía volar. Leonor recibió clases de pintura y grabado una vez casada. Apunta su sobrina que parece ser que en el instituto le suspendían el dibujo porque sus profesores no creían que ella fuera quien hiciera los deberes que debía presentar.
Dibujaba con mimo, con el mismo amor y dedicación fuera para un boceto o para tarjeta de Navidad; para un encargo o para documentar que había viajado a no sé qué sitio. Pintaba y escribía en cualquier superficie que cayera en sus manos: servilletas, recortes, papel usado, cuadernos de dibujo, de apuntes… Lo hacía porque era su vida, su trabajo, y se sentía muy molesta cuando alguien cuestionaba que una mujer pudiera ganar dinero y llamar trabajo a pintar. Para ella las artes eran su forma de expresión y de concebir el mundo, de relacionarse con él y por eso les dedicaba horas y horas, de la misma manera que un trabajador cumple con su jornada laboral.
Leonor imaginaba el mundo en letras y líneas, en palabras y pinceladas. Cuenta con obra en diferentes formatos, dimensiones y clases. Sin embargo, las ‘verticales’ eran sus favoritas y prueba de ello son todas las que fue acumulando con diferentes motivos, pero siempre y en todo: Cuenca. “Pintaba la ciudad en un abrir y cerrar de ojos y sabías que era Cuenca”, comenta convencida su sobrina.
Semana Santa en Cuenca
Pero no solo la ciudad de los farallones ocupó sus pensamientos y su creación, la Semana Santa conquense copó gran parte de su obra. Fue cartelista de esta tradición conquense en 1964 y 1968, pasando a formar parte de una privilegiada lista en la que no demasiadas mujeres han podido dejar su firma. Tan solo Estrella Plaza en el año 2004 tuvo el placer de poder plasmar lo que para ella era la Semana de Pasión de Cuenca. Leonor comparte el honor de haber sido cartelista con personas tan admiradas y queridas por ella como fueron Zapata y Víctor de la Vega.
Por encima de todo ella quería ser cartelista: amaba el cartel, ese formato, abordándolo de mil maneras y estilos y presentándose incansablemente a concursos, renovando continuamente sus ideas y propuestas, aunque su estilo siempre estuviera ahí. Ganó muchos y en diversas ciudades españolas; y en Cuenca, apor ejemplo y en este sentido, dejó también su sello en la Feria y Fiestas de San Julián conquense. Era tal la atracción por el cartel que no dejó de presentarse a concursos de diversa índole porque era un formato que adoraba.
De la Semana Santa le atraía no solo la plasticidad, hecho que por supuesto le despertaba millones de sentimientos, sino que el factor religioso era de suma importancia para ella. Leonor era una mujer creyente y nunca abandonó su fe y lo que eso significaba dentro de la Semana de Pasión.
En 2004 hizo un poemario dedicado enteramente a la Semana Santa conquense. Éste se encuentra custodiado en las páginas del programa de ese año, editado por la Junta de Cofradías de Cuenca. Bajo el título ‘Monólogo procesional’, Leonor creó un total de 45 sonetos, dedicados prácticamente todos, salvo dos, a las imágenes que procesionaban en ese momento.
Tenía su residencia habitual en Alcobendas, pero solía pasar largos períodos del año en Cuenca. Una cita ineludible era por supuesto la Semana Santa. Acudía a casa de familiares, pero se alojaba en el Hostal Cánovas, en pleno
centro de la ciudad, porque eso le permitía aun siendo mayor, seguir siendo independiente. Tuvo la suerte de que en el hostal la trataban como si fuera de la familia y siempre contaba con una habitación con balcón a Carretería. No es azar que ella tuviera un sitio privilegiado para contemplar las procesiones de su amada Cuenca.
Cuando ella sabía que se acercaba el momento de dejar los pinceles y guardar los bolígrafos para siempre, decidió dedicar uno de sus últimos sonetos a la Semana Santa de Cuenca. En enero de 2017, poco antes de dejarnos, Leonor escribió un poema a Jesús Nazareno del Puente. Cumplió lo que prometió: “lo que no quiero es dejarlo del todo. Hasta que pueda por el pulso y la vista, seguiré colaborando con la Junta de Cofradías, no os preocupéis”, comentó en la inauguración de una de sus muestras.
En las dependencias de la institución nazarena conquense hay obra donada de Leonor, también en sedes de hermandades, “era una mujer generosa que se daba a su ciudad y a sus tradiciones”, asegura su sobrina.
Vivió sin mirar atrás, a pesar de que a veces las circunstancias no fueron las propicias en algunas ocasiones. Fue una mujer valiente, muy fuerte que sabía cuidar de sí misma; transgresora, que experimentaba con formatos y técnicas hasta donde su imaginación la llevara.
Convivió con una época no demasiado feliz para las mujeres, ella contó con el apoyo de los suyos para compaginar su amor por las palabras y la pintura con su amor por su familia. Pero ella sabía que había venido a este mundo a pintar, a escribir, a crear y eso fue la gasolina que la mantuvo siempre activa, incansable.
Murió con las botas puestas, como se suele decir, en este caso, con los lápices y los pinceles bien agarrados, como quien está convencido de que al cruzar la Laguna Estigia se los podrá llevar consigo e incluso comentar con Caronte las maravillas del paisaje que van dejando atrás, entre la vida disfrutada que ya se marcha y la eternidad que aguarda al otro lado. Ni ella olvida a Cuenca ni Cuenca ni su Semana Santa la olvidan.
RESTAURACIÓN
ASADOR DE ANTONIO
BAR BICIO
BAR BONI BOL
BAR CHURRERÍA TÍO SANTOS
BAR CHURRERÍA LOS ALFARES
BAR KARDIA
BAR LA BOINA
BAR LA FAMA
BAR LAS TURBAS
BAR MARTINA
BAR MAYRO
CERVECERÍA REAL
DESTILERIAS ORTEGA
MARISQUERÍA JONI
MESÓN DARLING
MESÓN EL BODEGÓN
MESÓN EL FUERO
POSADA SAN JOSÉ
POSADA SAN JULIÁN
POSADA TINTES
PUB KADON
PUB LA EDAD DE ORO
PUB LA RONERÍA
PUB VAYA-VAYA
REST. BIEN PORTEÑO
REST. BODEGUITA CAPUZ
REST. CAPILLA SIXTINA
REST. CINCO SENTIDOS
REST. DIVEL
REST. EL CASERÍO
REST. EL COTO PLAZA MAYOR
REST. EL GALLO GASTROBAR
REST. LA CECA
REST. CAFETERÍA LA FUENSANTA
REST. LA GROTE
REST. LA VENTA
REST. LAS BRASAS
REST. LOS ALFARES
REST. MANGANA
REST. PALACE
REST. PICARO
REST. RAFF
REST. ROMERA
TABERNA JOVI
VIBRA BURGUER
TIENDAS
AROMAS ARTESANALES
CÁRNICAS VILLACUENCA
CARNICERÍA RUBÉN CARACENA
CONFECCIONES HERAS
CONFITERIA RUIZ
DROGUERÍA RÓDENAS EL ZAPA
ENTRE COSTURAS
FARMACIA LAURA GARRIDO
FARMACIA MOMBIEDRO
FARMACIA Mª ÁNGELES NÚÑEZ
FARMACIA PAULA SERRANO
FERRETERÍA SAN JOSÉ
FLORISTERÍA FLOR Y ARTE
FLORISTERÍA LAS CAMELIAS
HARINAS SAIZ
HELADERÍA REMO
JAMONERÍA NICOLÁS BERMEJO
LIBRERÍA JUAN EVANGELIO
LIBRERÍA FERNANDO EVANGELIO
LOTERÍAS EL CUCO ENCANTADO
MERCERÍA HILARTE
MUEBLES ABAD
MUSICAL ISMAEL
ÓPTICA NOTARIO
PAN Y DULCES HNAS. GARCÍA
PANADERÍA CAPRICHO
PANADERÍA LA GOLONDRINA
PANADERÍA TÉVAR
PANIFICADORA CONQUENSE
PASTELERÍA CASAMAYOR
PASTELERIA LAS DELICIAS
PASTELERÍA MARISOL
PEDRO JOYEROS
PERSIANAS CALVO
REPOSTERÍA MARIBEL
SANEAMIENTOS SAN ANTONIO
TAPICERÍA RUIPÉREZ
TIEN 21
TININ
TINTORERÍA PERGÓN
TÚNICAS MARCIAL MOYA
VEHÍCULOS GVO
VIDRIOS TRIGUERO
ALOJAMIENTOS
HOTEL ALFONSO VIII
HOTEL EL GIRALDO
HOTEL EXE
HOTEL LEONOR DE AQUITANIA
HOTEL NH
HOTEL PEDRO TORRES
HOTEL TORREMANGANA
SERVICIOS
ACADEMIA MATEMÁTICA
ACORSISTEM
ASESORÍA ATAGESA
ASESORÍA DSAE
CALEFACCIONES INDECA
CARPINTERÍA YUBERO
CRUZ PORTILLO CONSULTORES SLP
EXTINTORES TORRIJOS
GESTORÍA APC
INMOBILIARIA ROMERO
INMOBILIARIA HABITA 100
MED GRAL ISIDORO GÓMEZ CAVERO
PELUQUERÍA ALISSA
PELUQUERÍA NUEVA IMAGEN
RÓTULOS ARAQUE
SEGUR CUENCA CORREDURÍA
TALLERES ESCAMILLA
TALLERES GARSAIZ
TALLERES MARTORELL
En toda su obra y en sus diferentes géneros siempre mostró apego y devoción por Cuenca, en particular por la Semana Santa.
El pasado 25 de noviembre de 2024 se cumplieron 50 años del fallecimiento del genial divulgador de Cuenca, el poeta Federico Muelas y Pérez de Santa Coloma. Federico de Cuenca, como le decían sus compañeros de tertulia en su rebotica, a la que él llamaba “el Ateneo”. Entre las múltiples actividades a las que se dedicó, cabe destacar sus contribuciones como poeta, narrador, articulista, conferenciante, guionista y cronista oficial de la ciudad, entre otras muchas cosas. Su obra literaria traspasó las fronteras. Los poemas, que transmiten la belleza de la ciudad, se difundieron por el mundo por medio de la escritura y de su voz a través de las ondas de Radio Nacional de España. Fue una figura clave en la cultura de Cuenca desde los años 30 del siglo XX hasta su temprana muerte. Federico fue un poeta con una enorme emotividad, tal vez por haber nacido a las orillas del Júcar, junto a
Por Rafael Torres Muelas
los chopos soñadores que tanto idealizaba, en plena calle San Juan. Su imaginación desbordante le llevó a escribir una colosal cantidad de poemas, artículos en periódicos y revistas de la época, teniendo a Cuenca como faro para sus musas: “Venero a la tierra donde nací: Cuenca, me siento… celtibérico”, siempre Cuenca en volandas es.
La pasión desmedida por la lectura se la inculcó su padre, Pablo Mario Muelas, telegrafista de profesión. Inició los estudios primarios en el colegio del padre Pedro, al que siempre recordaba con entusiasmo, por su amor a la poesía. El bachillerato lo cursó en el Edificio de Palafox. Los graves problemas con la visión le obligaron a dejar los estudios de medicina.
Con la valiosa ayuda de su padre, que le leía los textos en voz alta y que él memorizaba, obtuvo la licenciatura de Farmacia y después la de Derecho. En 1928, a los 19 años, publicó en el periódico La Voz de Cuenca el poema titulado “Mi tierra la que quiero”, con el que obtuvo el premio concedido por la Comunidad de Labradores.
Homenaje a Federico Muelas
Su particular forma de entrelazar las palabras para crear expresiones poéticas le llevaron a una catarsis de emociones liberadoras y experiencias profundas, tal y como se refleja en la edición del poemario Rondado en tu silencio, con el que fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1964, proyectando su literatura a nivel internacionales. Ya antes, en su primer libro de poesía, titulado Apenas esto, recogía una antología de catorce libros inéditos de poemas de juventud, guardados durante muchos años en la biblioteca íntima, que obtuvo el premio Larragoiti de la Sociedad Cervantina de Madrid. En esas selectas obras incluyó poemas sobre Cuenca y sobre sus tradicionales villancicos o poemas sobre la Semana Santa. Federico fue el poeta de Cuenca, porque nadie ha expresado, con tanto acierto, la contemplación de la ciudad colgada en busca del cielo.
La crítica literaria lo vincula a la llamada Generación del 36, entre los que se encuentran autores como Federico García Lorca, Camilo José Cela y María Zambrano. Pero a su vez también tuvo contacto con la vanguardia poética surgida en los años 50 por medio de Ángel Crespo y Gabino-Alejandro Carriedo en la revista madrileña El pájaro de paja.
En este artículo rendimos homenaje a los poemas dedicados a la Semana Santa conquense, dado que ha sido la pluma más prolija y fuente de inspiración para escritores y pregoneros. En sus libros encontraremos emociones esculpidas en versos dedicados a la Semana de Pasión: “Sé que la luna llena que preside la tragedia del Gólgota desnuda la rebelde pasión de tus peñascos, la audacia de tus casas, como yedra, donde brilla una luz”.
Muelas regaló a la cofradía de los hortelanos de San Esteban, de la que era Hermano Mayor, una de sus más bellas composiciones, sobradamente conocida por todos los nazarenos:
“…Tres siglos, las misma sangre, tres siglos, la misma tierra, terrón que la vida erige y que la muerte disgrega, que Cuenca os prestó y que un día, muertos, devolvéis a Cuenca…”.
Nadie como el poeta del Hocino del Huécar para interpretar en unos versos el sentimiento de la procesión de Paz y Caridad en la tarde de Jueves Santo:
“Agua lenta del dolor monte arriba, penitente.
Y en hombros de la corriente, crucificado, el Amor. Dime chopo soñador, nazareno de la orilla, ¿a dónde lleva Castilla su dolor peregrinando?
El chopo tiembla...” ¡Temblando, Señor, doblo la rodilla!
En esa misma tarde del Jueves Santo, cuando desfila la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente, nuestro protagonista literario lo pinta con palabras:
“También tiene la tarde, Señor su cruz. La sombra la va rindiendo lenta. De caída en caída -oh, luces retrasadas- la tarde nazarena, como Tú, en un silencio dolorido camina. La tarde se cruzó contigo. Fue en el puente Sobre el Júcar. La tarde se detuvo un instante para verse en el fondo de tus ojos. ¡Y fueron tus ojos, cireneos, -oh Cristo- de la tarde!”
Al Jesús de la mañana en la procesión Camino del Calvario se refería con esta oda:
“…
Como agua repasada, como pájaro herido, como niño medroso, cual paloma sedienta, en tu rostro, en tus manos, busca la luz cobijo… ¡Jesús de la mañana por las calles de Cuenca!”.
Otra bella composición fue la que dedicó a la imagen del apóstol San Juan Evangelista en su peculiar desfile en la madrugada del Viernes Santo:
“¿Dónde por la serranía tan de mañana, San Juan? -Buscando mis ojos van lo que mirar no querría. Busco a la Virgen María que en la noche la perdí. Alma, si la viste di dónde está, con ella quiero que llore junto al madero quien durmió en Getsemaní”.
El canto solemne del Miserere de Pradas, la oración más repetida e intensa en los días de Semana Santa, recoge el pecado y el perdón en una profunda meditación como así lo describe nuestro trovador de versos:
“Como el aullido largo del perro que la muerte escalofría. Como ese temblor hondo al enterrar al héroe o la madre. Como la queja oscura del ciprés derribado sobre el agua”.
Además de la extensa colección de poemas, Federico Muelas llegó a narrar hasta diez pregones de Semana Santa. Por sus venas coexistía tinta morada con amarillo ocre del Viernes Santo conquense, en el Calvario. Su voz se propagó por las ondas mágicas a través del micrófono radiofónico de Radio Nacional; por esquinas y plazuelas llegaron a pleno pulmón sus palabras. Anunciaron que Cuenca cada primavera ofrece la maravilla de sus días de Pasión.
Fotografía: Enrique Valero García
Homenaje a Federico Muelas
Una
vez cumplido el cincuentenario de su muerte (1974-2024)
Por Miguel Romero Saiz
Se cumplieron 50 años de su muerte hace escasos meses, el 25 de noviembre pasado. Y la estela de Federico Muelas sigue ahí, presente y ausente, en esto de recordar.
Ahora nos viene la Semana Santa, la que tanto amó y a la que tanto escribió. En sus pregones, en sus escritos periodísticos y en sus guías, siempre la tuvo presente. Me viene a cuento aquel pequeño homenaje que la editorial Art DeCuenca, bajo la coordinación y las fotografías del maestro Goliardo (Miguel Ángel de Isidro) sacara a la luz en el año 2010, reimprimiendo sus textos bajo el título de La Cuenca de Federico Nos decía el entonces alcalde de la ciudad, Francisco Javier Pulido que con aquel libro “no solo se quería traer y dejar escrito el recuerdo del poeta, su sello personal, su magia poderosa, sino su impulso cuasi divino, abrigado al socaire de su alma de almena”.
Por eso, cuando Raúl Torres me pidió que diera voz a un humilde prólogo que advirtiera al lector “que queríamos provocar la palabra de Federico” , me sentí dichoso y privilegiado. No soy más que un simple admirador de todo cuanto escribió – con acertada pluma – y no dudé en escribir unas palabras que sirvieran como homenaje expresando el valor de aquella
Guía como pequeña joya muy al uso de contar y cantar las excelencias de esta ciudad y su provincia; ciudad, ella sola, que se presta a la aventura individual como ninguna, a la recreación personal y evocadora por parte de cada viajero o viajera; de ahí el toque literario que un poemario exige, la templanza de una lírica contenida, el esfuerzo por el tintineo musical de la naturaleza, la de la Alta Sierra con sus enjambres rocosos, la de la Mancha dorada al sol y la de nuestra rojiza Alcarria que arrastra contenidos de soledad.
Federico lo sabía y muy bien. Conocedor de todo cuánto el embrujo de esta ciudad conlleva, quiso y supo provocar ilusión y entusiasmo, en sus páginas y en sus ilustraciones.
Y de toda su excepcional Guía de Cuenca he extraído la página que nos
habla de las procesiones en Semana Santa, como homenaje para recordarlo a todos los que lleguen a estas páginas, siguiendo fiel a su texto personal (página 92):
“La ciudad está cercada por dos ríos; ancho y solemne el uno, bullicioso y cantarín el otro; ríos que mezclan sus aguas en el punto mismo donde la proa roquera, desde milenios, sueña hacer camino contra corriente. Estos dos ríos, esta lazada de agua, tiene una doble hilera de chopos guardianes, los más gallardos y audaces de toda Castilla, incesantemente recorridos por un largo temblor, por un fino escalofrío, cabrilleo que plisa menudamente su estatura. El recuerdo de lo que en la ciudad sucede durante los tres días grandes de la Pasión, nos lleva a decir que hay un instante coincidente con la plenitud lunar, en el que el río es un cortejo procesional en torno al reflejo temblón del astro en la corriente. Pero en este mismo punto comienza nuestras dudas y tememos por la estricta fidelidad a los hechos de los que vamos a decir. Porque es el caso que, coincidiendo con el milagro de la resurrección de la ciudad, este río, este cortejo, se echa a andar, y desviándose de su camino natural, remonta las cuestas de la ciudad abrupta. El poeta creyó encontrar lenguaje adecuado expresándose así:
Agua lenta de dolor
Monte arriba, penitente.
Y en hombros de la corriente,
Crucificado, el Amor.
Hacia la cumbre, con lento y firme paso, avanza este río que durante los días de la Pasión discurre por las riberas del milagro. A un lado y a otro, los chopos fieles siguen montando su guardia. La décima interrumpida continúa:
Dime, chopo soñador
Nazareno de la orilla
¿Adónde lleva Castilla
Su dolor peregrinando?
El chopo tiembla… Temblando,
Señor, doblo la rodilla.
Solana pintó su mejor cuadro, “Procesión en Cuenca”, trayendo al lienzo con fidelidad de notario pictórico, una de estas procesiones. Pero las procesiones de Cuenca, merecen otros pinceles, los de aquel griego que se enamoró de la custodia de piedra de Toledo y que, de haber conocido a esta otra custodia de piedra que es Cuenca, no hubiera salido jamás de ella. Domenico habría llevado al lienzo como nadie el espíritu de Cuenca que sus procesiones encarnan. Por ello quien quiera ver el mundo portentoso de El Greco vivo y cierto, tiene que venir a Cuenca, la ciudad entrañable y entrañada, en los únicos días en que vive, en los días de la Pasión del Señor. Y cuando las campanas del Sábado de Gloria y por la ciudad como un agua represada se derrame la alegría de la fecha gozosa, el espectador de los días del portento creerá haber vivido un sueño y buscará, con la complicidad de la noche, el paso de ese tiempo, de esos encapuchados, de ese largo lamento pidiendo misericordia. Y como condenado por una leyenda, volverá al año siguiente para sentir junto a sí el temblor inquietante del misterio”.
Y es que la Cuenca semanasantera fue cantada y mucho por otros cronistas de la ciudad, escritores, periodistas y amigos de la palabra: Ahí queda Julio Larrañaga con su Guía editada en 1966; luego don Aristeo del Rey o la baronesa de Sansaldo. Andrés Gallardo con “su marco maravilloso”, don Luis Álvarez de Castro, Enrique Chávarri o Martín Álvarez Chiriveches –periodistas consumados –, o cuando hablaba del “sentido silencio”, el reconocido Leandro de la Vega.
Todas han sido palabras con sentimiento y seriedad en su contenido; las que pronunciase Enrique Domínguez Millán –mi recordado amigo – o el admirado César González Ruano.
Y vuelvo a Federico Muelas, el cronista, el humanista del tiempo, al rememorar sus expresiones, de cada procesión, de cada momento “cuando todo transigía entre el virtuosismo de sus Pasos, creados por los mejores imagineros del momento, ante esa gubia de Collaut- Valera, Martínez Bueno, Capuz, el esmerado cincel de Marco Pérez o la destreza de Marín más tarde, y la serenidad de sus gentes, nazarenos unos y penitentes otros; él, nos decía, que “habituado a lo que en otros sitios haya visto debe saber que ésta no se parece a ninguna de las otras, que hay que arrancarse las telarañas para mirar con ojos claros; aquel que así proceda gozará del privilegio de un mundo alucinante, de una visión a la vez humana y sobrerreal.”
Y es que hay un artículo maravilloso de Carlos de la Rica, en la Revista Cuenca, número 7 del año 1975, editada por la Diputación Provincial, que lo titula: “(Casi)Biografía apasionada de Federico Muelas” y del que he extraído un fragmento que a bien dice:
Cronista oficial de Cuenca
Mantenedor en infinidad de actos,
Justas poéticas
Juegos florales
Charlas
Largas, interminables -de claro en claro-
Las conversaciones.
Se hacen, forman, crecen los libros que luego solo son aire, viento, sueño
Pregonero:
¡Cuántas Semanas Santas, Señor, cuántas!
Poeta de versos, muchos y buenos versos…
¡Ahí quedaría, por lo menos para mí, ese “Miserere” del Libro de las Horas, que escribiese Federico!:
Como el aullido largo del perro que la muerte escalofría.
Como ese temblor hondo al enterrar al héroe o a la madre. Como la queja oscura del ciprés derribado sobre el agua. Como el hondo gemido de aquel ciervo que vaciaron los ojos con hierro candente. Cuenca, Señor, escarnecida y sola, te sigue, te rastrea, como ciego sediento Que ventea la fuente; dama al pie de la Cruz, quema a tus plantas recuerdos empapados con el llanto para que el humo vele compasivo tus pupilas vidriosas y clausure el horror de la luz en tu mirada muerta.
Muchos escribieron sobre él y muchos seguirán escribiendo. Uno de tantos fue don Mariano Mainer Elpuente y sobre su figura narró:
“Y le dijo a Dios lo hermoso de su obra, descubriendo a los hombres la huella del Señor junto a la vida: en las gotas de luz tamizadas de bosque, en la concavidad difícil de las almas. Al borde del camino o sobre un altozano, con la mano encendida, fue señalando a los hombres, transeúntes sempiternos. Ocultos vericuetos de hermosura. Federico fue creador y artesano de un verbo que palpita y nace con dolor. Era su palabra como un trasunto de la Palabra con mayúscula, del verbo Divino, que nació en Belén entre pañales; que nacía en sus villancicos, sobre caricias de versos que resbalaban al papel desde su propio corazón”.
Cantó a Dios siempre. Nuevo Lope de nuestros días. Supo unir su concepción clasicista con las más audaces formas del modernismo. Profundo, fervoroso, íntimo. Dios se asoma en sus versos siempre: lo mismo cuando dice himnos, al Sacramento que en la tarde nazarena del Júcar o en el amanecer del Viernes Santo de Cuenca:
Dios está solo y todas las estrellas lo piensan…
Dios te mira las manos y recrea el silencio.
En su establo los bueyes del tiempo se han dormido
La eternidad erige la espiga de su torre.
Dios desde las almenas flecha con las montañas…
¡Cuánto nos dejó Federico y cuánto lo añoramos! – Por lo menos, yo, que sin hablar con él, me dejó esa huella constante y afortunada –. Por eso, en ese cincuentenario de su muerte, cumplido el año pasado de 2024, qué menos que hacer valer siempre su recuerdo, sobre todo ahora, en Semana Santa de un nuevo año que aspira a ser siempre mejor que la última y Grande por el alma nazarena del conquense.
Vaya pues, mi particular y humilde homenaje:
Sencillo Federico, austero en la palabra.
Creador del tiempo que Cuenca añora, sabedor de cuánto nos falta y sobra.
Recuerda que aquí estamos y estaremos, a pesar de que nos dejaste huérfanos en noche oscura sin que, desde entonces, aquella luz nunca se encendiera.
Homenaje
Por José Manuel Vela Velasco
Secretario de la Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias
El año 2025 será una fecha que quedará grabada en los anales de la historia de la Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias por cumplirse el primer Centenario de su existencia, habiendo sido fundada oficialmente el 4 de febrero de 1925 a instancias de un grupo de devotos de la Madre de Cristo en su advocación de «Las Angustias».
Y celebraremos, al tiempo, los 75 años del nombramiento de la Guardia Civil como «Cofrade Honorífico», distinción que fue otorgada en un lejano año de 1950. Una vinculación fértil para ambas entidades que se ha fortalecido y acrecentado con el paso de los años. Un motivo de orgullo para esta Cofradía el estar unidos a una institución cuyos hombres y mujeres hacen de su vida un ejemplar modelo de entrega a nuestra sociedad, incluso al precio de sus vidas si ello fuera necesario. Todos nos sentimos, por tanto, parte de la gran familia de la Guardia Civil.
Cien años de existencia como asociación pública de fieles deben ser causa de alegría y celebración en el seno de nuestra cofradía mariana. Y por ello, la Junta de Diputación ha estado trabajando intensamente en la elaboración de un programa de actos acorde a la relevancia de la fecha que celebraremos a lo largo de este año y que esperamos sea del agrado de nuestra gran familia nazarena.
A lo largo de todo este tiempo que nos ha precedido, la vida de esta Cofradía ha estado sembrada de momentos inolvidables y de gran trascendencia que han hecho de esta Hermandad una institución sobria, sólida y entregada a Nuestra Madre. Un referente en nuestra Semana Santa, en la comunidad nazarena y en la propia ciudad. Con trascendentales aportes devocionales y también otras contribuciones de carácter cultural y antropológico, manifestaciones de nuestra variopinta y poliédrica realidad cofradiera, y de su proyección en la idiosincrasia de los conquenses.
Cientos de cofrades nos han precedido en este largo e impere-
cedero caminar de Viernes Santo, eterno, trascendente, íntimo. Momento culmen cada año cuando la Señora de Cuenca asoma su Santa Faz a sus calles. Y miles de entregados devotos la seguimos con respeto venerando su dolor. Sintiéndonos hijos de una Madre que a todos nos acoge y a todos nos consuela. Que nos une en torno a Ella con un nexo insuperable. Familias con todos sus miembros que sienten la necesidad de vestir la túnica morada y el capuz negro de duelo y cumplir con su compromiso ancestral transmitido de generación en generación. Acercando también a los más jóvenes de nuestras familias al gran Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor desde la más tierna infancia.
Por ello, esta celebración en la que pronto nos veremos inmersos, debe ser también, y de forma obligada, un homenaje a todos aquellos que nos precedieron dando consistencia y continuidad a los fines fundacionales de nuestra Cofradía. Hombres y mujeres que desearon pertenecer a lo largo de toda su vida a esta Hermandad nacida del fervor y la devoción de forma preclara. Una cofradía nacida del Amor con mayúsculas.
Fundadores, directivos y nazarenos que dieron lo mejor de sí para llevarnos hasta un 2025 que estará cargado de emociones y sentimientos. Todos ellos nos acompañarán -en nuestro recuerdo y en nuestros corazones- de forma especial en los días que se aproximan.
Pero este Centenario -del que debemos dar gracias a Diosdebe ser además un punto de reflexión y compromiso para continuar, todos juntos, construyendo la Cofradía de «Las Angustias». Con unidad y afán de colaboración. Para que nuestros descendientes, aquellos que nos habrán de suceder en el camino de la existencia, reciban este tesoro del que ahora disfrutamos con el mismo vigor, con fidelidad a los fines que fueran causa de su fundación, y con la llama de la Fe prendida en sus almas. Un don que da sentido a nuestra Cofradía por encima de otras consideraciones.
Finalmente, deseamos agradecer el apoyo recibido de todas
las instituciones que nos han prestado su decidido y generoso apoyo, así como a quienes, a título personal, han estado a nuestro lado alentándonos y colaborando en favor de nuestra Cofradía.
Nuestra gratitud a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, con la que todo han sido facilidades y afán de contribuir al éxito del programa previsto.
A su Presidente, y Presidente de Honor del Centenario, el Excmo. Sr. D. Emiliano García-Page Sánchez, que con su cercanía innata ha compartido nuestras inquietudes y preocupaciones en el largo camino recorrido de preparativos previos y que se ha imbuido de sentimiento cofrade desde los primeros instantes.
A nuestro Obispo, el Excmo. y Rvdo. Sr. D. José María Yanguas, quien, como buen pastor, nos ha prestado su apoyo impagable y su acertado criterio en todo momento.
Al Excmo. Presidente de la Excma. Diputación de Cuenca, D. Álvaro Martínez Chana, sensible a la relevancia que reviste para nuestra Cofradía el año 2025, volcado en favorecer cuanto contribuya al esplendor del programa previsto.
A nuestro Alcalde, el Excmo. Sr. D. Darío Dolz, que desde el primer momento se puso a disposición de la Hermandad en la consecución de los objetivos trazados desde una postura constructiva y alentadora.
A la Teniente Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cuenca, la Ilma. Sr. Dña. María Jesús Pascual Ruiz, por su imprescindible colaboración desde que fue conocedora de lo programado.
A la Dirección General de la Guardia Civil por las facilidades prestadas.
A D. Jorge Sánchez Albendea, Presidente de la Junta de Cofradías, dando muestras permanentes de su loable vocación de servicio al mundo de la Semana Santa y sus cofradías.
Al Ilmo. Cabildo Catedralicio de Cuenca.
A los párrocos de las iglesias implicadas en la Magna «Sub tuum Praesidium».
A las Madres Concepcionistas Franciscanas de la Puerta de Valencia por su respaldo permanente y su afecto hacia esta corporación mariana.
A las Venerables Hermandades participantes en la Procesión Magna prevista para el 4 de octubre.
A las empresas que han colaborado desinteresadamente en la edición de la revista que glosa el programa oficial de actos previstos.
A quienes han estado a nuestro lado, de una u otra forma, prestándonos su afecto y respaldo.
A nuestras familias y amigos.
A todos, ¡Gracias!
Solo nos resta, animar a los miles de cofrades de Nuestra Señora de las Angustias y a la comunidad nazarena conquense a participar activamente tanto en las celebraciones ordinarias anuales como es las extraordinarias previstas.
Pues todo ello es siempre para mayor gloria de Nuestra Madre, la Virgen de las Angustias.
Fotografía: Archivo Cofradía
Por Rafael Pérez Caballero
Este año de 2025, y si Dios quiere, el 19 de abril será Sábado Santo. De nuevo la Semana Santa llegará después de las múltiples suspensiones de procesiones del año pasado. Esta tarde saldrá la última procesión que se ha creado en Cuenca, la de la Procesión “Del Duelo” o más conocida como la de las Santas Marías organizada y puesta en la calle por su Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías. Propongo cerrar los ojos y que retrocedamos en el tiempo. Unos ciento veinte años. Para volver a un 19 de abril de 1905. Ese día era en Cuenca Miércoles Santo y por obra del Señor que había inspirado a un grupo de conquenses a los que tenemos que agradecerles aquel esfuerzo de forma infinita, tendría lugar la Primera Procesión de Silencio en Cuenca. Nada más y nada menos.
El hecho de que hubiera procesión en la noche de Miércoles Santo sería un salto cualitativo en nuestra Semana Santa. Desde hacía siglos las procesiones en Cuenca se circunscribían a Jueves Santo, con su antiquísima procesión de Paz y Caridad y a las tres del Viernes Santo. Apenas tres años antes, en 1902 se había firmado una Concordia por varias hermandades para incorporarse a la Procesión “En El Calvario” donde desde hacía muchos años el Cristo de la Luz ya venía procesionando en solitario. Por todo lo cual “extender” la Semana Santa comenzando en el Miércoles Santo sería un hito muy importante para completar, poco a poco, los días pasionales de nuestra ciudad.
Enrique Valero nos da la información que refleja Antonio Pérez Valero en su gran obra Apuntes para la Historia Nazarena Conquense I, de 2021, en la que se cuenta como había un proyecto datado en el año 1903 llamado Cofradía del Silencio para organizar en la noche del Miércoles Santo la Procesión del Prendimiento, como dato muy a tener en cuenta es que el nombre del Silencio sería debido a que los cofrades tendrían terminantemente prohibido hablar durante la procesión. Sin embargo, este proyecto no cuajaría, aunque de él tenemos el origen del nombre de la procesión y los capuces blancos que con el tiempo se irían cubriendo la mayoría de las hermandades que se fueron adhiriendo a este cortejo.
Sería en el año 1905 cuando una nueva hermandad, la del Prendimiento de Jesús diera origen a la nueva procesión.
Con este fin se funda en este año esta cofradía y un año después en 1906, un año después de la primera procesión, se firmaría una Concordia entre la hermandad del Prendimiento y la del Ecce-Homo de San Miguel . La razón de que esta Concordia no se firmase antes fue, siguiendo la obra de Pérez Valero, debido a que “la hermandad del Prendimiento no es legalmente reconocida hasta octubre de 1905 y la del Ecce-Homo no modifica sus constituciones (para oficializar su participación en el desfile) hasta septiembre de 1906.
Los preparativos para la nueva procesión. La hermandad del Ecce-Homo cambia para pasar a ser una hermandad de Semana Santa Comienza 1905. Es un hecho histórico como una hermandad, fundada a finales del siglo XIX, la del Santísimo Ecce-Homo de San Miguel se transforma para pasar a ser una hermandad de la Semana Santa de Cuenca. Afortunadamente se conserva el libro de actas donde nos relatan las diferentes reuniones, juntas que consiguieron que esta cofradía pasase a ser una hermandad de semana santa. El día 30 de marzo los hermanos son convocados a una Junta General Extraordinaria. Con apenas una docena de asistentes, aunque debemos recordar que las hermandades a principios de siglo contaban con un número escaso de hermanos, a excepción de las tres o cuatro más numerosas. Esta junta fue celebrada en el domicilio del secretario. En dicha Junta se da cuenta de la incorporación de nuevos hermanos a la misma, en número de catorce que además de ser nuevos miembros son los que proponen al resto de la hermandad que “a la imagen del Nuestro Ecce-Homo se le tribute el culto procesional a más del de altar, en la nueva procesión que se intenta establecer en la noche del miércoles Santo, llamada del Silencio” . Este es un dato muy importante, serían estas catorce personas las que dieran, junto a los hermanos ya existentes, el empujón definitivo para la incorporación a la nueva procesión que se estaba gestando. Se establece además que una vez llegue la nueva procesión a la Plaza Mayor nuestro paso vuelva a su iglesia de San Pedro y finalmente toman la importante decisión de que se haga un acta literal de esta Junta para presentarla ante la autoridad eclesiástica debido a que “que en nuestras constituciones no consta ningún particular acerca de procesiones”.
El día 8 de abril en el Correo Católico se informa a sus lectores de los preparativos que se estaban llevando a cabo para la nueva procesión “en este año habrá otra el miércoles santo, llamada del Silencio, a las ocho de la noche, que, saliendo de la iglesia parroquial de San Esteban, recorrerá las calles de D. Mariano Catalina, Calderón de la Barca, Palafox y Alfonso VIII, hasta la plaza Mayor, regresando al punto de partida” “a esta procesión se agregará la Venerable Hermandad del Santísimo Ecce-Homo, de la iglesia de San Pedro, llevando en andas su artística y hermosa imagen de Jesús azotado. A este efecto se trasladará la víspera a la iglesia de San Esteban, quedándose en San Pedro al llegar la procesión a la Plaza”.
El día 16 de abril, Domingo de Ramos, fue bendecida la nueva imagen del Prendimiento en la iglesia de San Esteban. Esta hermandad había aprobado sus constituciones apenas un mes antes, el 19 de marzo. Al día siguiente, en el diario Las Noticias se informa que “bajo la advocación del Santísimo Ecce-Homo se ha formado una nueva hermandad, en la iglesia de San Pedro; a cuya imagen le ha regalado un precioso ornamento la distinguida señora Doña Luisa García Izquierdo,a la que sinceramente aplaudimos. Dicha imagen saldrá procesionalmente en la noche de Miércoles Santo” . Es obvio que no se había formado una nueva hermandad ya que estaba fundada desde 1860. Pero sí que, a partir de la antigua hermandad se transformaba en una nueva con el fin primordial de participar en la nueva procesión.
La primera procesión del Silencio
Como bien señala Luisma Calvo Rubio en su obra El Prendimiento 100 años de historia no estaba muy clara la composición de aquella primera procesión del Silencio varios días antes de su salida; El Correo Católico, en el mes de marzo, publica un programa con todas las procesiones de la Semana Santa de Cuenca del año 1905, y el Miércoles Santo dice que saldrá “Jesús vendido por Judas” y “Jesús ultrajado ante Anás y Caifás” , es decir, el Beso de Judas y nuestro Ecce-Homo (que era conocido también con el nombre de Jesús ultrajado ante Anás y Caifás).
Por otro lado Las Noticias del día 19 de abril hace referencia, además de a estos dos pasos, al de “Jesús Orando en el Huerto que antes solo salía en la procesión del jueves santo” y “un San Juan” donado por José Cobo. A esta procesión asistió el Orfeón de la Fraternal cantando el Miserere y la Banda de música de la Beneficencia ejecutando marchas fúnebres.
El tiempo parecía que no iba a acompañar a esta nueva procesión pues se apunta que “ de lamentar es que lo poco favorable del tiempo pueda deslucir las procesiones y sería muy plausible que el Sr. Alcalde de acuerdo con la Jefatura de Obras Publicas dispusiera que una brigada de obreros pusiera en las mejores condiciones posibles el pavimento de las calles que han de recorrer las procesiones y muy especialmente el de Carretería”.
A las nueve de la noche del 19 de abril de 1905 partió la primera procesión del Silencio desde la antigua iglesia de San Francisco, hoy San Esteban. En ella desfilaron los pasos de “Jesús Orando en el Huerto” (prestado por la Hermandad del Huerto de San Antón y que desfilaría en estos primeros años de esta procesión), “Jesús en el momento en que le besa Judas para que lo prendan los judíos” que es la nueva imagen del Prendimiento de Jesús obra de Enrique Arévalo, “San Juan Evangelista” que es la nueva talla donada por José Cobo y que daría origen varios años después a la Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura y “el Ecce-Homo” que es la antigua talla del siglo XVI de la hermandad que estuvo al culto durante varios siglos en la iglesia de San Miguel y trasladada a la iglesia de San Pedro a principios del siglo XX y que Don Dimas Pérez Ramírez, en su pregón del año 1990 considera que se le podía atribuir a Diego de Siloé o alguien influenciado por éste, el cual pudiera ser Diego de Tiedra.
La nueva y flamante procesión se dirigió en primer lugar hacia Carretería (al contrario que el actual recorrido y que fue durante muchos años el recorrido de esta procesión) y siguió por Calderón de la Barca, Palafox, Alfonso VIII y Plaza Mayor. Una vez en la Plaza la hermandad del Ecce-Homo seguiría hacia de San Pedro, subiendo en solitario a hombros, llevándose el paso hacia su iglesia mientras el resto de la procesión haría la bajada a San Esteban de nuevo por la calle del Peso, Solera, San Vicente, Puerta de Valencia y Aguirre.
La procesión fue acompañada por los nazarenos de las cofradías respectivas y presidida por Gonzalo López Jouve, teniente de Alcalde, acompañado por los empleados municipales Pedro Barambio y Modesto López Malo. Así habría sido la primera procesión del Silencio. Una vez finalizada la Semana Santa de aquel año la hermandad del Ecce-Homo se pondría a trabajar para mejorar ese primer desfile procesional. En enero de 1906 podemos leer en un acta “que la hermandad no tiene andas” y por
ello nombran una comisión para tratar con el artesano Marcelo Usón para que proporcione diseños y precios. El taller de Usón estaba en la calle Alfonso VIII número 67. Estas nuevas andas permitirán que el paso lo portasen ocho banceros. El coste sería de 150 pesetas y las andas estarían plateadas, hechas en madera y con forma de estrella de ocho puntas y son las la que podemos contemplar en las escasas fotografías anteriores a la Guerra Civil. El 6 de abril se entregarían dichas andas.
Arreglo de la imagen del Ecce-Homo
En el mes de octubre trataron un importantísimo asunto como sería la del arreglo o adecuación de la talla para las siguientes procesiones, acordando acerca “del arreglo de la capa de nuestro paso el Stmo. Ecce-Homo con el fin de que resulte más majestuoso en la procesión del miércoles Santo por la noche”
La talla del Ecce-Homo al haber estado en su retablo al menos desde el siglo XVI no tenía la espalda tallada. Se le encarga
al pintor Marcelo Usón, el mismo que haría las nuevas andas) que examine la imagen y vea el arreglo y la cuantía. La hermandad para afrontar este gasto y el de las nuevas andas organizó comisiones para solicitar donativos a numerosos particulares e instituciones de Cuenca.
En el contrato con Usón se especifica claramente que “La Hermandad entrega al Sr. Usón la imagen para el arreglo de la capa, prohibiendo en absoluto le toque a la encarnación de la misma” .El coste final sería de 100 pesetas. El arreglo consistió en añadir a la imagen una capa postiza, posiblemente de lienzo entelado cubriendo la espalda.
El día 11 de febrero de 1906 se pondría la hermandad a trabajar en la Concordia con la hermandad del Prendimiento de Jesús, que sería firmada el día 17 de febrero por miembros de las dos hermandades y un original de esta aún conserva la hermandad del Ecce-Homo. Pero de la Concordia, ya hablaremos, si Dios quiere el próximo año, cuando ésta cumpla sus ciento veinte años.
Por Aurora Garrote Armero
Secretaria y camarera de la Hermandad Fotografías Juan Albendea de la Osa
El arte, al inspirarse en los principios de la fe cristiana, y como fiel intérprete de la espontánea y auténtica devoción del pueblo, ya desde el Concilio de Éfeso, ha acostumbrado a representar a María como Reina y Emperatriz, sentada en regio trono y adornada con enseñas reales, ceñida la cabeza con corona, y rodeada por los ejércitos de ángeles y de santos.
(Pío XII, Ad Caeli Reginam, 1954)
Por ser Reina y Madre. En el siglo XVI, el padre capuchino Jerónimo Paulucci de Calboli da Forli finalizaba sus misiones recogiendo joyas, como signo de conversión y desprendimiento, que eran fundidas para realizar con ellas una corona para la Virgen, considerándola Madre y Reina de todo lo creado. Se origina así el acto de coronar a las imágenes marianas con el atributo terrenal regio, un proceso de enjoyamiento y engalanamiento que se apoyará, además, en la utilización de los ropajes de las mujeres de la corte para vestir a la Madre de Dios, dotando a la iconografía mariana devocional de elementos vinculados con la majestuosidad del poder, universalizando así esta concepción.
Y con una base teológica, que no solo popular o artística, se ha considerado a la Virgen María como Reina. La Iglesia ha aportado consideraciones diversas sobre la realeza de la Virgen, entre otros, el capítulo octavo de la Constitución Lumen Gentium del concilio Vaticano II con la vinculación intrínseca de la Asunción de la Virgen María y su reinado uni-
versal: “Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como REINA UNIVERSAL con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte” (LG n 59). Otro ejemplo, ayudándonos a comprender el significado de la realeza de la Virgen, Pío XII establece una analogía entre María y Cristo: ‘Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano’( AAS 46 [1954] 635).
Y así, el arte y la piedad popular han reforzado la iconografía de la Virgen María con los emblemas tradicionales vinculados con la realeza, de ahí que la corona sea el elemento más significativo, imprescindible y revelador, de sus atributos, independientemente de la advocación que se represente.
SIMBOLOGÍA DE LA REALEZA EN LA ICONOGRAFÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD (VULGO DE SAN AGUSTÍN)
Escasa es la información documental escrita sobre la iconografía y el ajuar de Nuestra Señora de la Soledad previa a la contienda bélica que marcó a España en 1936: los escritos periodísticos y, eso sí, un breve resumen histórico de la hermandad que el secretario Victoriano Romero narra en las Constituciones de 1899, a partir del estudio de los libros de actas, perdidos, del periodo 1768-1897. Sí que se conservan documentos gráficos previos a la Guerra Civil desde 1902 y que permiten hacer una pequeña aproximación.
En la junta general del día 5 de abril de 1896 se aprueba ‘comprar una corona de plata a la Santísima Virgen, que no exceda de 250 pesetas’; si bien la imagen que se veneraba en ese momento, se integra en el paso de la Virgen de la Amargura con San Juan y es de suponer que la corona queda en propiedad de la hermandad y no se traspasa con la imagen, quedando para la nueva imagen que se adquiere. Se trataría pues de una diadema (semicírculo que se coloca detrás o sobre la localización de las orejas de la imagen) de hechura sencilla, con ráfagas concéntricas que son rematadas con doce estrellas y una cruz en la ráfaga central (actualmente en paradero desconocido). Probablemente en la década de los años 20 es sustituida por otra más elaborada y ancha, en la que son entrepuestos medallones con símbolos de la pasión, diadema que utilizarán las diferentes tallas posteriores a la Guerra Civil (y actualmente bañada en plata y enriquecida con azabache) hasta que en 1949 se sustituye por una aureola, obra de José Bonacho (autor también de las andas).
La aureola (resplandor circular colocado detrás de la cabeza), cuyo uso se mantiene en capilla hasta la actualidad, es de metal con baño de plata dorada y está formada por dos circunferencias concéntricas con motivos vegetales, siendo los de la segunda de mayor tamaño rematados por las doce estrellas, alternándose con ráfagas; la parte central tiene como pequeña cartela un avemaría insertada en un soporte a modo de escudo coronado.
En 1982 se encarga una nueva aureola junto a un corazón, esta vez en plata de ley sobredorada, a Santarrufina, tradicional empresa de orfebrería de Madrid. De hechura similar a la anterior, está formada por tres cuerpos diferenciados: un primer cuerpo interior calado, pequeño, con motivos vegetales; un aro principal, macizo y con una cenefa de hojas de acanto entrelazadas en casetones independientes y con dos remates al aro, concéntricos al mismo, con decoración geométrica; y un tercer volumen, con mayor amplitud y de nuevo calado, que alterna dos hojas de acanto enfrentadas a una doble flor de lis central que es rematada por una estrella (doce en total) con otras dos de acanto de menor volumen y unidas entre sí, si bien en la parte central aparece el escudo de la hermandad enmarcado en el tradicional óvalo y esmaltado en su color.
ENGRANDECIENDO NUESTRA DEVOCIÓN
En abril de 2007 es aprobado en junta general un diseño del orfebre sevillano Manuel de los Ríos Navarro para sustituir la aureola de Nuestra Madre; de corte tradicional, barroco y denso, con una cartela central dominante, se inicia la recogida de oro con donativos de los hermanos, junto con aportaciones económicas.
Estancado este proyecto en un periodo en el que la hermandad concatena suspensiones del desfile procesional de tres años, con las consecuencias económicas que conlleva, junto a la necesaria e ineludible restauración del manto procesional, se retoma en 2019 la aspiración, si bien con otra directriz, culminando con la aprobación de enriquecer la corona actual de procesión con el oro recogido (con más de 40 aportaciones de hermanos / familias) y las aportaciones entregadas.
Así, el 30 de septiembre de 2023 son dos los diseños presentados por orfebres cordobeses; ambos coincidían en la introducción de una cartela central rematada por una cruz y la sustitución de las estrellas por otras más elaboradas. La elección final (si bien se establecieron varias adaptaciones frente al diseño inicial) decayó en la propuesta de Stella Stilo – Rafael Rubio Valverde y Estrella Rubio, que destaca por aportar elementos ornamentales propios de la ciudad,
en concreto, de la catedral, por la adaptación del escudo de la hermandad como pieza de orfebrería, por la inclusión de la pieza de marfil de la paloma simbólica del Espíritu Santo y por la propia concepción de la obra como joya.
La aureola fue presentada el 9 de marzo de 2024 en la sede de la hermandad por los autores de la obra; Nuestra Señora de la Soledad fue entronizada el sábado de pasión con su aureola, si bien las condiciones meteorológicas impidieron la salida procesional del Viernes Santo. El pasado 15 de septiembre, con motivo de los cultos conjuntos con la hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad (del Puente), nuestra Madre desfiló por las calles de la ciudad, arropada por sus hijos, con su aureola.
Cada joya que un hermano, un devoto, ha entregado a Nuestra Señora de la Soledad es un “ofertorio”, un ofrecimiento personal que guarda en numerosas ocasiones historias personales que solo Ella sabe; piezas familiares de larga tradición; anillos de boda de padres y de esposos; recuerdos de una vida que se entregan a Ella. Son un reflejo de la devoción que sus hijos tenemos a nuestra Madre quienes la acompañamos cada Viernes Santo por la ciudad y la visitamos en su capilla en la parroquia de El Salvador, donde tanto le pedimos y tanto le damos gracias. Por Ella y para Ella.
La aureola se ha engrandecido elevando la parte central con un conjunto que recogiese los elementos más característicos y principales de la hermandad; en la gama cromática se ha jugado con el oro amarillo y las amatistas, reservando cuatro pequeños puntos de luz blancos con las circonitas que están en los extremos de la cruz, motivo principal de este centro. Con el color amatista se representa el amor y la penitencia, además del propio significado de la piedra, que es la sobriedad, solidez y equilibrio, bases de esta hermandad según la óptica de los orfebres.
La cruz de oro está engastada con 22 amatistas y 4 circonitas en sus extremos, cubriendo la espalda una bata ornamental de volutas, representando las dificultades a superar con un Ave María central. La complejidad de esta cruz radica en el peso y grosor de las paredes que la componen, con una bata interior en forma de panal de abejas, emblema de las virtudes cristianas y la dulzura de María, soportando el peso tanto físico como simbólico que, aunque apenas es perceptible, es lo que da fuerza. Rodeándola, tenemos una corona de espinas, simbolizando la humildad convertida en triunfo tras el sufrimiento y coronación de Jesús, además de parte del escudo de la hermandad.
Bajo la cruz, un corazón, esculpido en relieve con dos interpretaciones: un Inmaculado Corazón de María de oro, además del corazón flamígero agustino del escudo de esta hermandad.
Envolviendo la imagen insigne de la hermandad se encuentran dos niños tenantes que sujetan tanto la cruz como dos escudos. A la derecha, encontramos el escudo de esta ciudad, inspirado en el escudo que aparece en el retablo de la hermandad del Bautismo en la Iglesia de San Pedro. Al otro margen, un anagrama del Ave María cierra la composición por la izquierda. Todo este conjunto es también de oro.
Abrazando este corazón, dos nubes de querubines que guardan la gloria de Dios y dan paso al Espíritu Santo que baja desde ese cielo dorado que cierra el conjunto principal, siendo este de marfil reciclado proporcionado por una familia
Rodeando el centro, tenemos doce estrellas en plata y doradas en oro fino engastadas en amatista, en cuyo centro se ha recreado el rosetón de la catedral (que han sido donadas específicamente por familias/hermanos) Del artesonado de la catedral, específicamente el del casetón con forma de estrella que se encuentra en la capilla honda, se rescatan las hojas
de acanto que dibujan los volúmenes que se encuentran en ellas. Bajo estas estrellas, aparecen unos puntos de volumen y luz que lo dan dos arquillos de oro con cuatro y seis amatistas respectivamente.
Entre esas estrellas, se encuentran doce letanías del Santo Rosario en latín, en medallones de oro, grabadas a mano minuciosamente. El oro recogido ha sido colocado en estas piezas y su hechura ha sido sufragada específicamente por hermanos/familias.
Rosa mystica (Rosa mística)
Stella matutina (Estrella de la mañana)
Regina familiae (Reina de las familias)
Mater Salvatoris (Madre del Salvador)
Virgo veneranda (Virgen venerable)
Mater immaculata (Madre Inmaculada)
Domus aurea (Casa de oro)
Ianua cæli (Puerta del cielo)
Sedes sapientiæ (Trono de la Sabiduría)
Spes Nostra (Esperanza Nuestra)
Salus infirmorum (Salud de los enfermos)
Mater Iuveniuam (Madre de los jóvenes)
Y bajo estos elementos, rodeando el Espíritu Santo anteriormente mencionado, catorce elementos vegetales conforman la pieza que cierra esta creación con un engaste en amatista.
Todas y cada una de las piezas han sido pensadas para poder ser elementos de joyería independientes. Se han tratado de tal forma que las terminaciones son técnicas de alta joyería aunque los elementos sean ornamentales.
En la restauración de la corona, se han soldado todas y cada una de las zonas que lo requerían, así como la realización de algún detalle perdido, y por la zona posterior se ha reforzado el arco ya hecho con otro más pequeño junto con una serie de travesaños para que el movimiento afecte lo menos posible a la imagen.
Como detalle final, la tornillería queda cubierta por la realización de más de cien rosas minúsculas soldadas a las tuercas que sujetan las nuevas piezas. La elección de esta flor es por su significado, y es que la rosa es la flor mariana por excelencia, representando su pureza, amor a Dios y sacrificio maternal.
Pregón Juvenil de la Semana Santa de Cuenca 2024 de la Vble. Hdad. de Ntra. Sra. de la Soledad (del Puente)
Por Andrés Rodríguez Carrasco
No necesito que me digan que el Domingo de Ramos ya está aquí; lo siento al escuchar el retumbar de los tambores de la Banda de la Junta de Cofradías en cualquier punto del Casco Antiguo de la ciudad conquense, convertida ya en Jerusalén. Los tres toques en los viejos portones de la iglesia de San Andrés penetran en los corazones de quienes llevamos esperando esta semana desde hace tiempo, preparándonos para presenciar la triunfal entrada de Cristo bajo los arcos del ayuntamiento. Al son de las horquillas de la Borriquilla, Nuestra Señora de la Esperanza comienza su andadura por la ciudad con un ambiente similar al de la entrada de Cristo en Jerusalén encima de un burro. Los capataces expresan ánimos para lo que va a ser una larga mañana de emociones contenidas mientras los banceros bajan las escaleras de San Andrés. Bajo un sol primaveral que calienta mi rostro, el murmullo de la gente indica que media Cuenca se congrega a los pies de la Iglesia de San Felipe Neri, asistiendo a la más que tradicional bendición de ramos. Nazarenos y demás conquenses se hacen notar a través del sonido que produce el aire con las palmas mientras el obispo ejerce el don de Jesucristo sobre nosotros. Al finalizar, como es costumbre, la Banda Municipal de Cuenca acompaña a la Hermandad de la Borriquilla en esta calurosa mañana dominical, que ya encara la AntePlaza. El cortejo desfila ya por la Plaza Mayor y los niños no pueden contener la emoción del momento. Y entre el último agite de palmas, la procesión del Hosanna se despide hasta la próxima primavera.
Viento de noche penitencial. Frío que solo es capaz de romper los hachones. Nazarenos en clima de respeto y reflexión se congregan en la Catedral para acompañar a Jesucristo en la Procesión de las Siete Palabras, no sin antes lucirse en privado en el interior del templo, donde cada nota resaltada de los motetes se cuela por los huecos de los muros de la vieja Catedral. Percibo un evocador olor a incienso, que evidencia que Cristo expirado ya vive por y para cada uno de nosotros. No, Padre, no te hemos abandonado, tus hermanos siguen fielmente tus pasos. Un tambor velado y el toque de la campana te escoltan el camino entre cientos de años de historia en la Seo conquense. Y cuando ya todo está cumplido, un llamativo silencio cautiva los corazones de los allí presentes. Así, el Mesías sigue recorriendo la parte vieja de la ciudad en completo sosiego, rompiendo el eco de un Huécar que luce como el Jordán en noche de pasión, limpio de pecados. En verdad te digo, mi Señor, que hoy estaré un poco más cerca de ti. Ahora descansa hasta el próximo Lunes Santo.
Cuenca
Fotografía: Antonio Abarca
Cambio de tónica. Jesucristo ya está crucificado. La Banda de la Junta de Cofradías serena el ambiente. Sonido de madera. Tarde de horquillas, campanas, silencio, tambores, cornetas y Angustias. Y casi sin darnos cuenta, la Cruz Desnuda ya encara la cuesta de Alfonso VIII entre la serenidad de una noche ventosa. Cuando la procesión enfila Carretería, los tambores de la banda cesan en su protagonismo. Las velas de los hermanos anulan el frío de un oscuro entierro. Cae la noche en una ciudad sumida en el dolor de una Virgen desconsolada.
Tarde de luto en los aledaños de la Iglesia de San Esteban. El calor, el murmullo, los niños peleando, las cámaras de fotos, el viento y las marchas fúnebres dan paso a las Tres Marías. Hay un sobrecogedor ambiente de duelo. Cuando la procesión llega a la Plaza Mayor comienza a notarse el cansancio de los más pequeños. Las velas de los nazarenos calientan el ambiente. Música triste al paso de las vírgenes bajo los arcos del ayuntamiento. Suspiros y señales de fatiga entre los banceros y hermanos…
¡El Señor ha resucitado! Conquenses, nazarenos y visitantes abarrotan las calles de la ciudad en busca de un Resucitado que ya camina por las curvas de la Audiencia. Al unísono, la Virgen del Amparo se presenta por la calle del Agua, en un ambiente de júbilo. La alegría y los aplausos se hacen notar en el Encuentro después de una semana de Pasión. Ahora toca esperar hasta el año que viene.
Cada año me toca vivir la Semana Santa de una forma distinta y aprender de aquellos a los que les toca sentirla de manera especial. Mientras que muchos ojos no valoran el tesoro que tiene nuestra ciudad, yo lo disfruto con lo que oigo, con lo que huelo, con lo que siento; sobre todo con lo que no veo. No me hace falta ver para creer, para apreciar el misterio de Cristo Resucitado. Si alguien me preguntara si preferiría vivir esta semana con la vista, diría que sí, pero con la vista del corazón. Año tras año me preparo con más ilusión en Cuaresma, limpiando y abriendo mi alma para el Mesías, que entregó su vida por nosotros. Desde pequeño sigo el legado nazareno de mi familia, acudiendo a tantas procesiones como puedo. Los sentimientos y las emociones van cambiando con el paso del tiempo, y no puedo elegir uno o dos momentos de mi querida Semana Santa conquense aunque es justo rescatar la triunfal entrada de La Borriquilla bajo los arcos del Ayuntamiento y el Miserere al Jesús del Viernes Santo. Nazarenos, conquenses, hermanos, disfrutad de la Semana Santa de Cuenca como si de la Última Cena se tratase, aprendamos a valorar un tesoro generacional que se mantiene a lo largo de los años, abramos los ojos del corazón y vivamos con amor y devoción la Pasión de Cristo.
Una brisa primaveral abre la procesión acompañada de los penitentes que arropan a San Juan Bautista y a la Magdalena entre la emoción de los más jóvenes nazarenos. En la llegada a la Plaza Mayor, la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías realiza una impecable bienvenida al Bautista, que espera solemne al misterio del Bautismo a los pies de la Catedral. Una acogida muy emotiva del Medinaceli al son de El Sacramento de Nuestra Fe pone en relieve la devoción de toda una ciudad a Cristo. El silencio acoge el momento en que una Esperanza asoma entre los arcos, despertando fervor a todos los allí presentes. Y cuando el cortejo se sitúa de nuevo en el acceso a la ciudad vieja, en la Puerta de Valencia, unos tambores y unas cornetas despiden al misericordioso Medinaceli en un conmovedor ambiente. Escucho a personas entre la multitud silbando las marchas que tradicionalmente dan color a nuestra Semana Santa, me percato del sonido de las tulipas que como costumbre dan luz a nuestra semana grande y no necesito que me afirmen el lento caminar de la Hermandad, lo percibo en el sutil sonido de las horquillas. No puedo dejar de comparar el momento con el toque a la Amargura en las tardes de Silencio con olor a cera, con la música por protagonista en cada rincón del Casco Antiguo. Siento un cúmulo de emociones que me erizan la piel, aunque no soy el único. Al acabar se rompe el silencio con el murmullo del gentío. Llego a la Plaza Mayor, donde conquenses y visitantes esperan con ansia la llegada de la procesión. Mientras tanto, me detengo a saborear los olores y sonidos que me rodean: conversaciones, perfumes, el sudor de una calurosa tarde de primavera, las chucherías de los niños… Siento inquietud cuando escucho el eco de los tambores en Alfonso VIII. Se aprecia ya la Anteplaza como el huerto de Getsemaní. “Al que yo bese, ese es” , se escucha cuando El Prendimiento pasa por debajo de los arcos. Noto el penetrante olor a incienso. Presiento el calor de las tulipas de los hermanos del Ecce-Homo, a su paso por las Curvas de la Audiencia, arrastrando nada más que silencio. Ensordece el sonido de las horquillas de la Santa Cena a su paso por Carretería. Y, cerrando el cortejo, aparece la amargura de una Madre viendo a su Hijo con la corona de espinas. Paz y Caridad sobre el puente de San Antón, que ya ve el paso de la Verónica bajo la atenta mirada de la Virgen de la Luz. Asoma nuestra madre, la Soledad del Puente, por los portones de la iglesia. Inquietud y nerviosismo entrechocan con el tintineo de los rosarios. El silencio no es capaz de ocultar la emoción que embriaga a niños y mayores que ven desfilar un año más a su Soledad. Al frescor de un atardecer de Jueves Santo, la procesión ya se presenta ante la Iglesia de El Salvador donde, en unas horas, turbos y hermanos se congregarán para convertir nuestra ciudad en el monte Calvario. Inunda mi interior el ensordecedor ruido de tambores y clarines. Ya ha salido el Jesús de las Seis, lo sé, lo acompañan gritos y silbidos. Enloquece la turba a voz de ¡qué lo bailen! Pasión, tradición y devoción se juntan en una misma procesión. ¡Arriba! , a la salida de San Juan. Entre empujones, el cortejo empieza a descender por las estrechas callejuelas del Casco Antiguo. También hay tiempo para el silencio, cuando la Soledad de San Agustín pasa lentamente al lado de la herrería. Y aunque se escuche la turba en la lejanía, el fúnebre y emotivo cortejo da lugar a la emoción de la gente. Se marcha la Virgen acompañada por la banda. Ya más tarde en el Gólgota, cuando Jesús se encuentra en San Felipe, los ruidos, chillidos, silbidos, clarines y baquetas se dejan de lado para escuchar el Miserere. Silencio total, solo roto por los pájaros y la banda de San Juan. En el preludio del fin, la turba se revuelve.
Nazarenus caecus.
Cuenca
Por Juan Alberto Caballero García
Resurrexit, resucitó. Con este título se celebró el I Congreso Nacional de Hermandades de Resucitados de toda España, en el que por primera vez nuestra Hermandad participaría, en la ciudad califal, Córdoba.
Tuvo lugar el fin de semana del 8, 9 y 10 de noviembre. Sin embargo, nuestra participación se empezó a trabajar meses antes, en nuestra ciudad y en la casa de todos los nazarenos, en la sede de la Junta de Cofradías, siendo testigo el presidente de la misma, D. Jorge Sánchez Albendea.
El fin principal del Congreso no podía ser otro que ensalzar la Resurrección de Nuestro Señor, Alfa y Omega de nuestra fe, porque como bien dice la primera carta a los Corintios: “si Jesucristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”.
Ese propósito congregaría en la ciudad de Córdoba a más de una veintena de Hermandades de toda España, para poner en común y exaltar nuestra manera de evangelizar y predicar
la palabra de Dios. Actividades como ponencias, visitas culturales, gastronómicas y artísticas se desarrollaron en la ciudad de Córdoba. Allí participamos de la mano de nuestro hermano D. Julián Recuenco, quien mostró ante un gran número de cofrades de toda España nuestra forma de desfilar y expresar la Resurrección en Cuenca, como también hizo alusión a otros lugares y costumbres de nuestra provincia.
Durante la jornada del 9 de noviembre tuvo lugar la primera reunión de confraternidad en torno a las Hermandades de la Resurrección, asentando así las bases para futuros congresos.
A fecha de 10 de noviembre pusimos fin a estas jornadas, con la Solemne Eucaristía de acción de gracias y el concierto de la Banda del Cristo de Gracia en Santa Marina, así como el anuncio del próximo congreso, que se desarrollará en 2026 en Tarancón.
La Exaltación viajó a León durante el puente de la Virgen de la Luz. Un recorrido en el que nos adentramos en la historia de una de las hermandades más antiguas de la capital leonesa: la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Con ellos entablamos relación meses antes y la visita nos permitió conocer los trece impresionantes pasos que atesoran. Entre ellos, el de La Exaltación, que tantas ganas teníamos de conocer.
Aunque su sede canónica se ubica en la parroquia de Santa Nonia, nos llamó la atención que la gran mayoría de sus pasos se custodian en una nave a las afueras de la ciudad. Algo habitual en todas las hermandades leonesas, y que difiere con lo que ocurre en nuestra querida Cuenca, donde nuestras Sagradas Imágenes se encuentran al culto en todas nuestras iglesias.
Unos pasos que se caracterizan no sólo por su belleza sino también por su grandiosidad. En nuestra visita, con treinta de nuestros hermanos, conocimos con detalle el singular sistema hidráulico que permite transportarlos y guardarlos durante todo el año en esas naves que reúnen las mejores condiciones de conservación.
Mientras conocíamos sus tradiciones observamos cómo en algunas de las hermandades mantienen algunas arraigadas costumbres. Algunas de ellas son sólo de hombres; otras mixtas y otras únicamente de mujeres.
En León, donde hay dieciséis cofradías, también visitamos otras tantas de la mano del Abad del Dulce Nombre de Jesús (lo que aquí conocemos como nuestro secretario-cofrade). Entre ellas, la del Cristo del Gran Poder, fundada en 1995. La más joven, la última constituida en León, si bien cuenta con un gran patrimonio: once pasos que participan en diferentes cortejos procesionales. Cortejos en los que se pueden observar palios, coronas o andas con cuero repujado. Técnica desarrollada con mimo en la capital leonesa, donde disfrutamos además de su gastronomía, su patrimonio cultural, como su Catedral, su Basílica de San Isidoro, el Panteón Real o La Casa Botines. Antes de regresar a Cuenca, nos adentramos también en la multitudinaria procesión del Corpus Christi que se celebró durante esa mañana de domingo. Un extraordinario viaje que recomendamos realizar a todos los hermanos conquenses.
Por Silvia Muñoz
Por Carlos J. Martínez Soria
Vble. Hdad. María Stma. de la Esperanza
A primeros del mes de mayo de 2024, la Vble. Hdad. de María Santísima de la Esperanza de Cuenca recibió una invitación formal para participar en la Exposición Nacional de Arte Sacro LUX DEI, por parte de sus comisarios, el padre fray Juan Dobado (prior de los Carmelitas del Santo Ángel de Sevilla) y Alfredo Grande, a instancias del comité científico de SACRUM 2024, solicitándonos participar con el préstamo de una obra de arte (pieza artística), teniendo en cuenta que para esta edición, SACRUM estaría dedicada a la Virtud Teologal de la Esperanza, y que el desarrollo de las
actividades, tendría lugar los días 25 a 27 de octubre de 2024 en el Palacio de Congresos y Exposiciones de la Costa del Sol, en Torremolinos (Málaga).
El evento estaba conformado en torno a una exposición de obras de arte en general, de variada procedencia de nuestra geografía nacional, que constituiría la Exposición SACRUM 2024: SPES NOSTRA. Además, el Comité Científico organizó un FORO CULTURAL con conferencias, mesas redondas, clases magistrales, etc., y una Feria Internacional de Turismo Religioso y Lugares de Peregrinación (PEREGRINA).
Atendiendo a esta invitación, la Junta de Gobierno de la Hdad. de la Esperanza consideró oportuno participar en la Exposición SACRUM 2024: SPES NOSTRA con el préstamo temporal de dos de las piezas más señeras e importantes de su patrimonio artístico: el manto y la corona procesionales. Con esta decisión, la organización de la exposición se manifestó distinguida y agradecida, considerándonos desde ese momento como los representantes de la Semana Santa de Cuenca en SACRUM 2024.
La vocalía de Publicaciones de esta hermandad fue la designada para formalizar los trámites para esta participación: conversaciones con los comisarios, negociaciones para el transporte y aseguramiento de las obras de arte en préstamo, condiciones generales de ubicación y medios para el montaje y exposición, material promocional, etcétera.
SACRUM 2024: SPES NOSTRA se inauguró en la mañana del viernes día 25 de octubre con la presencia de autoridades civiles y eclesiásticas, y durante el horario ininterrumpido de apertura del recinto, el mismo fue un constante fluir de personas y público interesado en cualquier de las manifestaciones del arte sacro que aquí confluyeron, siendo de especial atracción las actuaciones de las bandas de cornetas y tambores que asistieron a la cita y participaron con conciertos individuales.
Considerando la magnitud de este tipo de eventos, es imposible enumerar (y tampoco es este el espacio idóneo) el total de obras de arte expuestas, por lo que haremos mención de solo cuatro obras de entre las varias que –a nuestro moderado entender– nos resultaron singulares e igualmente extraordinarias.
La Hdad. y Cofradía de Nazarenos de N. P. Jesús de la Columna y María Santísima de la O, radicada en la Iglesia de los Stos. Mártires Ciriaco y Paula, de la ciudad de Málaga, exhibió varias piezas, destacando muy especialmente la saya conmemorativa del 50 aniversario de Ntra. Sra. de la O (2020). Realizada en oro y tisú de plata, es obra de Juan Rosén sobre diseño de Eloy Téllez Calderón.
En un estilo radicalmente diferente, la Cofradía y antigua Hdad. del Dulce Nombre de N. P. Jesús Nazareno de las Torres, Jesús atado a la columna, Stmo. Cristo crucificado de los Estudiantes, Sto. Entierro y Mª Santísima de las Ánimas (Parroquia de la Encarnación, de Álora – Málaga) llevó para la muestra la túnica procesional de N. P. Jesús Nazareno de las Torres, obra anónima recientemente restaurada de principios del siglo XIX (posiblemente procedente de un taller sevillano), bordada en oro sobre terciopelo morado, con un diseño elegante y delicado, reflejando su carácter popular también en la misma sencillez del trabajo de cosido y bordado.
También resultó muy llamativo el paso del Expolio, procedente de Murcia: conjunto escultórico realizado por Ramón Cuenca Santo, y perteneciente a la Cofradía del Stmo. Cristo de la Caridad.
Y una de las piezas centrales de la muestra, el extraordinario grupo escultórico de Nuestra Señora de la Aurora, de Lorca, obra de los imagineros murcianos Juan y Sebastián Martínez Cava, titular de la Hdad. de Ntra. Sra. de la Aurora, de Lorca: de alrededor de 1,80 cm de altura, el grupo es una talla sobre madera de cedro, policromado, dorado y bellamente estofado y esgrafiado, que representa en su conjunto, una iconografía religiosa especialmente cuidada y detallista en toda su ejecución.
En lo concerniente a las bandas de cornetas y tambores que asistieron y participaron activamente, el elenco se hace también inabarcable para este espacio. Por citar algunas de las más conocidas: las Cigarreras, de Sevilla; Tres Caídas, de Triana; la Agrupación Musical Virgen de Gracia, de Archidona; la banda de CC. y TT. del Cautivo de Málaga; Paz y Esperanza de Málaga; Sta. Cecilia de Aguilar de la Frontera; Nazareno de Arahal; Sentencia de Almuñécar; Banda Zorrilla de Málaga; Agrupación Musical de Marbella; Nazareno de Linares, etcétera.
Por otra parte, nos parece sumamente interesante dejar constancia aquí de la presencia de numerosos stands dedicados al arte cofrade, en sus más variadas especialidades. Dentro del bordado artístico, sin duda el establecimiento del bordador y vestidor José Antonio Grande de León (Sevilla) nos resultó un mini-museo dentro de la muestra, pues mostró parte del patrimonio perteneciente a María Santísima de la Misericordia Reina de los Mártires, de Málaga, donde destacaban, entre otras, la saya de salida denominada “de las biznagas” (2013) y una saya del año 2010, bordada en plata sobre terciopelo rosa.
Por lo que respecta a nuestra Vble. Hdad. de María Santísima de la Esperanza, además de las dos piezas que describimos a continuación, el simulacro prestado para la exhibición fue rematado con la saya procesional que bordara el Taller de Bordado San Julián, y el pecho realizado por Bordados la Esperanza, ambos muestras singulares y sobresalientes del arte textil que se realiza en la ciudad de Cuenca, y que fueron especialmente admirados por el público asistente. El conjunto final fue presentado sobre la peana artística que, propiedad de la Vble. Hdad. de N. P. Jesús Entrando en Jerusalén y la Virgen de la Esperanza, de Cuenca, nos prestaron para esta muestra. Sirvan estas líneas de agradecimiento a esta fraternal cofradía conquense, por su generosidad y colaboración.
La corona procesional
Obra del orfebre sevillano Manuel Seco Velasco, está realizada en plata sobredorada, y con esmaltes, en los años 1958 y 1959.
La corona mide 62 x 68 x 30 cm y normalmente se encuentra expuesta en el Museo de la Semana Santa de Cuenca.
Se trata de un diseño de corona de las de tipo imperial, abierta, y con aureola. Incorpora sendos escudos de la hermandad y del Colegio de Agentes Comerciales de Cuenca, en la parte delantera y trasera, en esmaltes. Consta de dieciséis ráfagas y catorce estrellas de ocho puntas cada una de ellas.
En el centro de la corona se adorna con la disposición de un pequeño templete que cobija el cáliz y la estrella de ocho puntas, figuración del escudo de la ciudad de Cuenca, todo ello bajo la bola del mundo y la cruz, que lo rematan en su vertical.
El manto procesional
Este extraordinario manto responde a un diseño original del afamado artista sevillano José Guillermo Carrasquilla Perea, que fue espléndidamente ejecutado por el taller y sabias manos de Rosario Bernardino Díaz, insigne bordadora de la capital hispalense.
El bordado fue realizado sobre terciopelo verde oscuro, con hilo de oro y sedas de colores, conjugando las variadas técnicas del fino y delicado arte del bordado textil. Presenta fundamentalmente motivos vegetales en un diseño simétrico con eje central en la vertical trazada desde la cabeza de la imagen a los pies del manto, y los bordes exteriores son rematados con festones trilobulados y ribeteados por un cordón ondulado bordado en oro.
De innegable escuela sevillana, presenta unas medidas de 4,60 m largo x 4,20 m ancho. Su hechura tuvo lugar entre los años 1996 y 1997, y normalmente se conserva en las dependencias internas del Monasterio de San Pedro, de las RR.MM. Justinianas de Cuenca. Por lo tanto, no suele permanecer expuesto, siendo esta exposición SACRUM un momento excepcional donde se pudo admirar en detalle esta obra de arte, que normalmente solo puede contemplarse durante el desfile procesional de esta venerada imagen en la tarde noche del Martes Santo conquense, así como en las significadas fechas en que la hermandad rinde culto litúrgico a María Santísima de la Esperanza.
JESÚS SAIZ HERRAIZ
19 DE FEBRERO DE 2024
FRANCISCO MONTERO SORIANO
28 DE JULIO DE 2024
JOSÉ RAMÓN PULIDO MORILLO
23 DE JULIO DE 2024
ANTONIO JARA LORENTE
27 DE AGOSTO DE 2024
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ ALARCÓN
17 DE SEPTIEMBRE DE 2024
PEDRO ANTONIO RUIZ ABARCA
18 DE NOVIEMBRE DE 2024
FERNANDO DÁVILA NIELFA
1 DE DICIEMBRE DE 2024
FERNANDO LEÓN CORDENTE
30 DE DICIEMBRE DE 2024
MARISA AGUILAR BASCUÑANA
4 DE ENERO DE 2025
PILAR MARTÍNEZ BALLESTEROS
10 DE FEBRERO DE 2025
DESCANSEN EN PAZ. ROGAMOS UNA ORACIÓN POR SU ALMA
Por Juan Rafael Montón Serrano
“Aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos sesenta estadios de Jerusalén. Iban conversando sobre todo lo que había acontecido. Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados” (Lc 24, 13-16).
Recibo con profundo agradecimiento el encargo por parte de Antonio Abarca de escribir un artículo a título póstumo sobre Jesús Saiz. De entrada, pido disculpas por mi torpeza en estas lides literarias, siendo éste mi bautismo como tal, más acostumbrado a redactar farragosos, aburridos y pesados escritos jurídicos, poco dados al estilismo literario. Con la venia, por tanto, inicio esta colaboración con Cuenca Nazarena. Debo señalar igualmente que, el haber sido elegido para semejante tarea, escribir sobre quien fue, es y será para mí como un hermano, es un auténtico honor.
Por otra parte, es difícil glosar en unas líneas lo que fue nuestro gran Jesús. Todos le conocisteis y, con seguridad, todos los que estéis leyendo estas palabras, guardáis un gran recuerdo de él, con su eterna sonrisa. Aquellos que tuvieron el privilegio de compartir su camino, ya fuera en el trabajo, en los momentos de descanso o hablando de su querida Semana Santa de Cuenca, saben que la amistad de Jesús, aún con su “genio”, era un refugio seguro.
Hace unos 30 años, ambos iniciamos prácticamente a la vez nuestro devenir por el tortuoso mundo de los juzgados. El hecho de coincidir cada Miércoles Santo hizo que, quien era hasta entonces sólo una cara conocida para mí, se convirtiera en gran amigo y colega, consultándonos dudas y ayudándonos en nuestra práctica jurídica recién comenzada.
Pocos años después, los dos de la mano iniciamos nuestra andadura como miembros de la Junta de Diputación de la
Venerable Hermandad Religioso Benéfica de Excombatientes de San Pedro Apóstol, así, con todas las palabras, como él quería que se la nombrara siempre. Desde entonces ejerció como Representante de la Hermandad, de forma ejemplar y ejemplarizante, con talante conciliador, con su indeleble sonrisa, con la defensa firme de los valores de la Hermandad.
Hombre bueno, amante de su familia, de Cuenca y de su Semana Santa, de su profesión, a la que tantas horas dedicaba de forma incansable. Quien a él recurrió siempre encontró, seguro estoy de ello, respuesta a su petición, ayuda a su problema, apoyo a su dificultad, un buen consejo. Leal en la amistad, disfrutó mucho con ellos, infinidad de anécdotas darían testimonio de ello. Exigente consigo mismo y con los demás, no admitía “medianerías” ni en el trabajo, ni en la amistad, la me -
diocridad no formaba parte de su vocabulario vital. Al escribir estas líneas y rememorar tantos recuerdos se confunden en mí lágrimas por su pérdida y sonrisas por su recuerdo: él está y estará siempre, no lo dudo, en el corazón todos los que lo conocimos. Tenía alma de líder y así la ejercía en todas las facetas de su vida incluida, cómo no, la nazarena. Valiente ante los problemas y adversidades, no dudaba enfrentarlos de cara como bien demostró al final de su vida. Esta personalidad suya, tan marcada, fue un don de Dios: Jesús aprovechó y supo multiplicar los muchos talentos que el Señor le había concedido. Compartimos banzo no sólo en la Hermandad de San Pedro sino también, algunos años, con “nuestro” Jesús de las Seis, esas dos figuras, Pedro y Jesús, como grandes amigos que lo fueron, unieron y forjaron nuestra amistad.
Será difícil, cada Miércoles Santo, bajo el maravilloso tapiz de estrellas y luna llena tejido por Dios, no tener su presencia física a nuestro lado, y digo física porque siempre estará presente en nuestros corazones, siempre resonará en ellos su grito de “somos los mejores”, ejemplo de su capacidad de liderazgo y de valentía, ejemplo de ayuda incondicional a todo aquel hermano que la necesitara.
Tanto se ha sentido su pérdida que, el Miércoles Santo inmediatamente posterior a su partida, hasta el Cielo quiso llorar y cubrir de lluvia por primera vez desde hace multitud de años la Procesión del Silencio. Los olivos, perennes notarios de los avatares de ese Miércoles de Pasión, permanecieron inmóviles en sus capillas, sin poder mecer sus ramas sobre las andas del Huerto, del Judas y de nuestro San Pedro.
Nos queda la certeza de que su espíritu, ahora libre de dolor, ya se encuentra junto al Padre en el lugar donde no hay lágrimas, solo paz. Y cuando vuelva a brillar la luna llena sobre Cuenca cada Miércoles Santo, todos sabremos que él y todos los que le antecedieron en la Procesión hacia el cielo, Mario, Armando, y tantos otros hermanos estarán allí, junto a nosotros, junto a Cefas defendiendo al Salvador en Getsemaní.
Son indudables las virtudes humanas que tenía nuestro Jesús. Más allá de glosar las mismas, me veo en la perentoria necesidad de abrir mi corazón para transmitiros el ejemplo que nos dio a todos en sus últimos meses de vida. Si él fue Cirineo durante años de Nuestro Jesús bajo el banzo, la herida de la enfermedad hizo que se cambiaran las tornas y encontrara él, en Cristo, su apoyo y ayuda en su Vía Crucis particular hacia el Gólgota.
Ese encuentro, profundo, sentido, transcendental, íntimo, se produjo en el retiro de Emaús que juntos hicimos junto a nuestro hermano, Siempre Hermanos, Siempre Unidos, Agus-
tín. En apenas 48 horas notamos cómo “ardía nuestro corazón” al conocer a Nuestro Señor. Como él mismo dijo, a partir de esos días, “era un hombre nuevo”.
No sé exactamente cuánto suponen, físicamente, los 60 estadios que caminaron los discípulos de Emaús junto al Maestro, lo que sí sé es que se recorren en apenas dos días, intensos eso sí, que transformaron el corazón de Jesús que, creo, se dio de bruces con la figura de Cristo. Jesús salió de ese fin de semana en el Seminario de Cuenca profundamente transformado. Las laceraciones de la enfermedad eran ya evidentes, y se agravaron en los apenas dos meses que transcurrieron hasta su partida a la Casa del Padre, pero Jesús me enseñó, nos enseñó, la valía de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. La dignidad del hombre, aún tocado por la enfermedad, y la aceptación de ésta. Un gran Amigo, así con mayúsculas, pues mayúsculo es su apellido y la gracia de su amistad con Jesús, así lo glosó en su funeral.
Bien sabemos, todos los que poseemos el tesoro incalculable de la Fe, que la muerte no es el final, que la Vida, así nuevamente con mayúsculas, sigue en la Casa del Padre. Esa es nuestra esperanza, esa es nuestra certeza.
Jesús, amigo, tú ya has recorrido los 60 estadios, ya estás en el Emaús eterno del Cielo, ya has descansado. Te pido que, a todos aquellos que aún andamos junto a Cleofás caminando hacia la meta en la procesión de la vida, sigamos viendo tu luz brillar como uno de esos luceros que nunca se apagan.
Jesús, hermano, cuida desde aquella morada celestial de Vicky, de Victoria, Rafa, María Carmen, Sonia, María, de tus sobrinos y cuñados, ejemplo viviente de valor, de amor, de serenidad y de fe. Cuida de todos tus compañeros, amigos y hermanos hasta el día en que Dios nos llame igualmente a su lado para formar parte de la procesión eterna del Cielo. ¡Siempre Unidos!
Por Antonio Abarca Contreras
«Padre, si es posible, aparta de mi este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya». Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba”.
(San Lucas 22, 42-43)
Así se describe en los Evangelios el pasaje representado en el paso con el que nuestra hermandad, la V.H. de Ntro. Padre Jesús Orando en el Huerto (de San Antón), procesiona en la tarde del Jueves Santo, en la Procesión de Paz y Caridad de la Semana Santa de Cuenca. En el momento en el que los discípulos más íntimos están dormidos, Jesús no puede sino dirigirse a su Padre buscando una respuesta a tanto dolor, a una soledad tan cruel por los acontecimientos que están a punto de suceder. Y, mostrándonos su humanidad, se rebela: «Que pase de mí este cáliz». Pero su humildad puede con todo el sufrimiento cuando levanta la mirada hacia su Padre y, volcando su destino en sus manos, con sudor de sangre, suplica: «Hágase tu voluntad y no la mía». Este pasaje, que tanto significado tiene en la Semana de Pasión de nuestro Señor Jesucristo y que constituye el Primer Misterio Doloroso del Santo Rosario, cobra un significado muy especial para todos los que conocimos a nuestro amigo, familiar y hermano, Pedro Antonio Ruiz Abarca (Peri), cuando tratamos de entender la sinrazón de su fallecimiento, el 18 de noviembre de 2024, tras sufrir una cruel y agresiva enfermedad que nos dejó sin su presencia en un corto espacio de tiempo. El inmenso dolor que su muerte nos provoca tan solo puede ser reconfortado si elevando nuestra mirada al Padre, e igual que lo hiciera su Hijo, rezando, le decimos: Hágase tu voluntad.
Peri se marchó de nuestro lado para pasar a formar parte, por derecho, de la Procesión Celestial. Aquella en la que participan todos los buenos nazarenos de Cuenca fallecidos y desde donde, estoy seguro, juntos velan por todos los que nos encontramos aquí. Esa procesión que tan magníficamente quedó plasmada en el cartel que Rafa Pérez realizara para la Semana Santa de 2017 y que su padre, Rafael Pérez Rodríguez, describió en su Pregón de 1986.
En el momento de su fallecimiento, Peri era el secretario de la Hermandad. Ostentaba el cargo desde 1985, con la única interrupción por un periodo de cuatro años (2003-2006), durante los que fue alcalde de la localidad de Arcas del Villar. Tuvo que renunciar al puesto de secretario por incompatibilidad con su cargo público pero, una vez concluido su paso por la política local, volvió al cargo desde el que sirvió a nuestra Semana Santa. Toda una vida dedicada a su Hermandad, dedicada a su Huerto. Dedicada, en fin, a Cuenca.
Dedicación que comenzó ya desde niño, participando como nazareno de tulipa, cuando por pertenecer por la rama materna a la arraigada familia conquense de “los pimenteros”, fue inscrito en la Hermandad familiar. Hermandad en la que fue formándose como nazareno y como conquense, asumiendo enseguida, con el paso del tiempo, un mayor compromiso: pasó de ser nazareno de tulipa a ser bancero cuando la edad y la condición física se lo permitieron y, cuando la experiencia se lo otorgó, se erigió como un magnífico capataz de banceros. Finalmente, en 1985, cuando contaba con 27 años, asumió el cargo de secretario, máximo puesto de responsabilidad de la Hermandad. Puesto que, como queda dicho anteriormente, ya no abandonaría más que puntualmente por querer ampliar su vocación de servicio desde la política local.
Pero el de secretario del Huerto de San Antón no ha sido su único compromiso con la Semana Santa de Cuenca. Peri pertenecía a numerosas hermandades: a la V. H. del Prendimiento, a la que le apuntó su tío Antonio, músico de la Banda de Música de Cuenca, y por la especial vinculación que la hermandad del Beso de Judas tenía con sus componentes; a la M.
I. y V. H. de la Negación de San Pedro, de la que fue hermano fundador y capataz de banceros; a la V. H. de Jesús entrando en Jerusalén y Ntra. Sra. de la Esperanza, a la que se apuntó, junto con un grupo de familiares y amigos, cuando la Hermandad estaba atravesando por momentos difíciles para tratar de remontarla; a la Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli; a la R. I. V. Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias; a la V. H. de San Pedro Apóstol; también pertenecía a Las Turbas de Cuenca, representando perfectamente la función que este colectivo tiene asignada en la madrugada del Viernes Santo conquense. Participó activamente en la Archicofradía de Paz y Caridad, siendo uno de los principales responsables de la redacción de sus actuales estatutos. Y también formó parte de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías desde 1996 a 2007, desempeñando las funciones de tesorero en la máxima institución nazarena conquense, en las candidaturas que encabezaron como presidentes Manuel Calzada y Javier Caruda. Toda una vida nazarena, vivida por y para la Semana Santa de Cuenca. Si bien sabemos que nadie es imprescindible en ninguna circunstancia de la vida, no es menos cierto que hay
personas que, por su forma de ser, por su capacidad de trabajo, por su valía personal y por su bondad, dejan una huella especial. Esa huella imborrable que hace que les recordemos siempre. Personas que inspiran con su ejemplo, sin necesidad de grandes discursos ni demostraciones. Personas a las que sabes que puedes recurrir siempre, para lo que sea. Que son, como el ángel del Huerto, soplo de consuelo y esperanza. Peri era así: uno de los GRANDES. Por eso, su memoria y su obra –callada pero constante – permanecerá para siempre en nuestra comunidad nazarena.
Difícil se nos presenta este próximo Jueves Santo para la Hermandad. Son demasiadas las ausencias que se han producido en este año nazareno que va de Semana Santa a Semana Santa. Ausencias de personas que han tenido y tienen una especial relevancia en la vida de la Hermandad: Paco, Peri, Marisa… Los recuerdos, todavía nítidos y dolorosos, pasarán presurosos por nuestra memoria evocando los instantes vividos con los hermanos desaparecidos. Y, cuando nos pongamos de nuevo el capuz, que nos lo pondremos, lo haremos también por ellos y por todo lo que de ellos hemos aprendido. En esa tarde de Paz
y Caridad luminosa con la que soñamos, nos sentiremos este año tan cerca de ellos como cuando compartíamos el camino. Y sentiremos que, aun estando nosotros aquí y ya ellos en la Procesión Eterna, unimos a los suyos nuestros pasos.
Igual que hace unos años te dije “Padre abre bien los brazos porque hacia Ti ha marchado uno de los grandes, de los más grandes nazarenos de Cuenca”, hoy vuelvo a decirte: Padre, abre bien los brazos y acoge su alma allí donde tienes a las de los buenos nazarenos de Cuenca. Él desde allí, al lado de Paco y Edu Zafra, de Marisa, de Paco Montero y de tantos y tantos otros hermanos fallecidos, seguro que seguirá velando por el cuidado de nuestra Hermandad, por el cuidado de su Huerto. Y de nuestra Semana Santa.
Vital, divertido y siempre cercano, Peri ha dejado un recuerdo imborrable en todos aquellos que lo conocimos y compartimos con él devoción y amor por nuestro Huerto y por nuestra Semana Santa. Ése es el mejor legado que podía dejarnos.
Descansa en paz, Peri. Gracias
A modo de conclusión, quiero compartir con todos vosotros las palabras que el hijo de Peri, Pedro José Ruiz, dirigió a las cientos de personas que asistieron a su entierro. Es nuestra manera de agradecer también el amor que hemos recibido y que Peri recibió en vida. Que ese amor perdure y traiga siempre una nueva y nazarena primavera a nuestras vidas.
¿Quién no conoce a Peri en Cuenca?
Estas palabras me decían varias personas esta mañana… y ¡cuánta verdad contienen!
No tengo palabras para expresar en nombre de toda mi familia, y en el mío propio, la enorme gratitud que sentimos hacia todos vosotros, las innumerables, sinceras y profundas muestras de cariño que hemos recibido de todos vosotros. ¡No imagináis lo que confortan! ¡Gracias!
De verdad, os damos las gracias a todos y cada uno de vosotros, personalmente. Espero que así lo sintáis.
Damos gracias a Dios por la vida de mi padre. Tampoco tengo palabras para describir lo buen hombre que era: trabajador, generoso, honesto, divertido… todos lo conocíais, ¡qué
os voy a contar! Bueno, de esas personas que enseñan y son ejemplo, de algo, para todos. Seguro que cada uno de los que estamos hoy aquí nos quedamos con alguna de sus enseñanzas. Recordadlo, por favor, siempre alegre, en vuestras mejores y compartidas vivencias con él.
Esta enfermedad ha sido dura, durísima, rápida, inclemente… pero ese hombre bueno, que creía en Jesús, lo ha seguido hasta el Huerto, su Huerto: “Padre, aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad si no la tuya” (cf. Lc 22, 42).
Y, como su Jesús, la ha aceptado… y la aceptamos.
Confiamos, solo Él es “la Resurrección y la Vida” (cf. Jn 11, 25).
¡Gracias, Señor! ¡Cuídalo mucho! ¡Cuídanos siempre! Gracias, de corazón, a todos.
Rezad por él y no os entristezcáis. No estéis tristes, él no lo querría; bueno, eso también lo sabéis.
Un abrazo muy fuerte a todos.
Por Sergio Zafra Bascuñana
Con el año dos mil veinticinco recién empezado, en vísperas de la Epifanía de Nuestro Señor, nos dejaba Marisa. Después de luchar contra una dura enfermedad durante mucho tiempo y dar una auténtica lección de vida, se marchó de nuestro lado para descansar, merecidamente, junto a los suyos que la precedieron en la búsqueda de alcanzar la Gloria del Señor.
Dejó como herencia a todos los que la conocimos un legado de Fe y esperanza para afrontar las adversidades con las que la vida nos pone a prueba cada día.
Marisa solía dedicar, prácticamente todos los días, un rato para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Virgen de la Luz y encontrarse con la Virgen, hallar el consuelo en su querido Huerto de San Antón, su hermandad de toda la vida. Su abuelo Benito Aguilar fue la semilla y su tío, Paco Zafra, el árbol que creció y se encargó de llevar la herencia nazarena que se transmite de generación en generación con gran orgullo familiar.
Recuerdo con especial cariño cómo Marisa cuidaba en nuestra niñez de su hermana Sonia y de sus primos en la tarde de Jueves Santo, haciéndonos desfilar en silencio y ordenadamente, llevando la responsabilidad de ser la mayor de forma impecable.
En su juventud aprendió corte y confección en el taller de las hermanas Navarro Gil, sito en la calle Hermanos Valdés; otra tarea más para Marisa, confeccionar túnicas y capuces para la familia y ser la encargada de repasar bajos y enseres cada Cuaresma.
La vida avanzó y compartió junto a Miguel Ángel, su marido, el amor a Jesús del Puente, haciendo que su mirada se perdiese hacia atrás cada Jueves Santo, como queriendo en-
contrarse con Él en la lejanía de la larga procesión. Sus hijos Miguel Ángel y Manuel han recogido el testigo de sus padres y han aprendido el significado de ser nazareno en Cuenca.
Marisa fue camarera del Cristo de Paz y Caridad, al que mimó hasta el último día, y como persona activa fundó junto a su primo Eduardo y otro grupo de hermanos la Cantera Nazarena del Huerto de San Antón, siempre con la mirada puesta en mantener viva la llama de nuestra Semana Santa a través de los más pequeños.
Con el paso del tiempo, la dedicación de su hijo Miguel Ángel a la hermandad de Jesús Entrando en Jerusalén le dio la oportunidad de colaborar y participar con gran devoción y un especial cariño pues, dentro de su amargura, se encontraba su querida Virgen de la Esperanza, a la que cada Domingo de Ramos rezaba y seguía como guía de su constante lucha.
También fue parte importante de la vida de la iglesia de la Virgen de la Luz, dispuesta siempre a trabajar en lo que pudiera ayudar de forma callada, casi anónima, incluso en los últimos años en los que quiso sacar fuerzas donde apenas había, afrontando las limitaciones con el regalo de su sonrisa con la que siempre la recordaremos. Así, formó parte de su querido coro parroquial hasta el último día, uniendo su voz a la de los hermanos con los que compartió cantos de alabanza al Dios a cuya morada marchó una tarde de enero.
Era su ilusión ver a sus tres amores portar el Huerto como banceros, juntos, padre e hijos. El año pasado era muy especial pues se hubiese cumplido su anhelo y, además, siendo ella Hermana Mayor. La lluvia no lo quiso y la enfermedad tampoco, pero este año, si Dios quiere, desde el cielo disfrutará de la tarde de Jueves Santo como siempre lo ha hecho, sin faltar nunca a la cita, pues Marisa ya es nazarena eterna.
Por Fernando J. Cabañas Alamán
Musicólogo – Profesor de la RESAD
Se encontraba la ciudad de Cuenca plenamente inmersa en la canícula de 1955 cuando el prelado de la diócesis, el Rvdmo. don Inocencio Rodríguez Díaz1, decidía pedir formalmente al Vaticano la coronación canónica de la imagen de la Virgen de las Angustias, esa misma que era venerada por los conquenses desde unos cinco siglos atrás.
Mediante un breve pontificio, el 6 de septiembre de ese mismo año (1955) Pío XII accedía a lo solicitado, iniciándose entonces en la diócesis los preparativos a fin de que tal celebración tuviese lugar lo antes posible. Sin embargo, no sería hasta los días 30 y 31 de mayo de 1957 cuando los actos previstos se llevasen a cabo.
Tanto el obispado como la ciudad quisieron, desde un primer momento, organizar, para tan magno acontecimiento,
los mayores fastos posibles, razón por la cual múltiples gestiones se llevaron a cabo a lo largo de los casi dos años que separaron la promulgación del pontificio aludido de los actos que habrían de tener lugar para festejar tan relevante acontecimiento.
Fue finalmente el 31 de mayo de 1957 cuando la imagen de la Virgen de las Angustias fue coronada canónicamente siendo presidido tan relevante acontecimiento por el entonces nuncio de Su Santidad en España, monseñor Hildebrando Antoniutti, acudiendo devotos de la práctica totalidad de las localidades de la diócesis conquense quienes quisieron acompañar, además, a las ciento cuarenta imágenes que formaron parte activa de una procesión en la que participó una ingente cantidad de personas.
1. Tras un periodo de siete años (1936-1943), en los que la sede episcopal estuvo vacante, don Inocencio Rodríguez Díaz lució la mitra de San Julián, en la diócesis de Cuenca, desde el 19 de septiembre de 1943, en que como tal fue consagrado, hasta el 13 de abril de 1973, en que se retiró, falleciendo el 22 de octubre de 1974.
Manuel Palau Boix (1893-1967), compositor que concurrió al concurso para el himno.
Un himno para la Coronación
La comisión encargada de programar y coordinar los actos convocados a tal efecto pronto concluiría que, entre los aspectos que habrían de tener presencia en tan relevante momento, no podía faltar la música, estando esta especialmente representada por un himno que se compusiese ex profeso para la ocasión. Para ello, al menos en el comienzo de los preparativos y aunque quizá con alguna variación «sensible» experimentada a lo largo de estos, se optó por convocar un concurso público que atrajese a compositores interesados a fin de conseguir la mejor partitura posible.
A partir de este momento, todo hace suponer que la comisión aludida, cuya secretaría fue asumida por el reverendo don Simón Calvo Pina, fue dando los pasos oportunos para avanzar hacia el fin señalado. A partir de aquel momento, y en virtud de la documentación conservada, varias son las certezas que se pueden ahora acreditar conviviendo estas, sin embargo, con dudas sobre acciones diversas que supuestamente acontecieron pero que no es posible, al menos de momento, confirmar.
La letra del himno
Da la sensación de que, inicialmente y aunque no está totalmente esclarecido el asunto, la comisión bien podría haber decidido ofrecer o establecer una letra inicial a la cual debe-
rían poner música los compositores que deseasen participar en el concurso. Al menos eso parece deducirse dado que don Restituto Navarro remitió a Manuel Palau, el otro principal protagonista de estas líneas, una letra que al parecer fue escrita para tal fin por un residente en el entonces todavía activo convento de San Pablo gestionado en aquella época por los PP. Paúles.
Así, surge la duda de si el texto del himno que finalmente se alzó con el galardón, firmado también por un hermano paúl, concretamente por Domingo Mendía, fue el propuesto inicialmente por la comisión. El caso es que hay varias incertidumbres al respecto pudiendo albergar cada una de ellas una factible respuesta: ¿El texto que le llegó inicialmente a Manuel Palau era el oficialmente propuesto por la comisión para tal fin? ¿Puede ser que, manteniéndose en esencia dicho texto, este fuese modificado posteriormente, aunque muy poco? ¿Podría haber ocurrido que la comisión, una vez puesto en marcha el concurso, desease cambiar las condiciones previamente establecidas y asignar directamente la composición del himno a dos paúles dejando de facto suspendido el certamen?
Todo lo anterior es posible pues son varios los hechos que acontecen y que dan pistas para poder apuntar en cualquier dirección. Veamos.
Don Restituto Navarro Gonzalo, maestro de capilla de la SICB de Cuenca entre 1949 y 1975.
A por un compositor de prestigio: Manuel Palau
Todo hace suponer que la comisión, al comienzo de los preparativos de la coronación, inmediatamente nombró un jurado del cual, supuestamente y al margen de que fuese integrado por otras personas, formaron parte don Restituto Navarro Gonzalo (maestro de capilla de la catedral desde 1949) y al menos don Miguel Martínez Millán (organista de la catedral desde 1947).
En aquellos momentos Navarro Gonzalo mantenía contacto, desde aproximadamente 19412 , con Manuel Palau, referente fundamental de la música valenciana en aquella época, al tiempo que profesor de Composición e Instrumentación del conservatorio valenciano. Dado el ámbito de influencia que por entonces ejercía el reconocidísimo maestro en una parte nada desdeñable de la geografía española, don Restituto consideró, y no sin buenas dosis de razón, que contar con una partitura salida de la celebrada pluma de Palau daría un plus de reconocimiento incuestionable al futuro himno.
De hecho, no fue esa la primera vez que el maestro de capilla conquense intentaba vincular a Palau con el mundo musical conquense. Unos años antes, concretamente con motivo de la puesta de largo en 19513 de la Orquesta Provincial de Educación y Descanso, don Restituto intentó infructuosamente que Palau colaborase con dicha agrupación, tanto en calidad de compositor —intentó que composiciones suyas fuesen interpretadas por la naciente agrupación conquense—, como de director invitado a la misma. Procede señalar que, de los conciertos que la aludida orquesta ofreció, Navarro Gonzalo publicó, en numerosas ocasiones, crónicas y críticas en la prensa — Ofensiva 4 — de la época.
2. En 1941 don Restituto Navarro era alumno del conservatorio de Valencia, al tiempo que cura ecónomo de Gúdar (Teruel). Desde allí pasó, en 1947, a ser organista por oposición de la catedral de Segorbe hasta que en 1949 ganó, también por oposición, la plaza de maestro de capilla de la SICB de Cuenca.
3. La Orquesta Provincial de Educación y Descanso de Cuenca, dirigida por don Jesús Calleja, debutó el 22 de noviembre de 1951, festividad de Santa Cecilia, teniendo lamentablemente una vida efímera achacable supuestamente a la falta de los oportunos recursos y apoyos.
Materiales mandados por Manuel Palau para participar en el concurso.
A fin de atisbar los talantes de Palau y Navarro, se considera procedente señalar que, con motivo de esas hipotéticas, al tiempo que nonatas, colaboraciones, en los momentos previos en los que la orquesta ya estaba ensayando para su primer concierto, el maestro valenciano mostró al maestro de capilla de Cuenca su poca confianza en el ambiente musical conquense del momento descartando prácticamente colaborar con la agrupación en cuestión. Palau, de hecho, dio claras muestras de, al menos aparentemente, una nula voluntad por su parte de alianza con una orquesta de este tipo. Como se ha señalado, tal colaboración nunca se llegó a dar y es que quizá sea conveniente no olvidar que en aquellos momentos la reputación y el prestigio de Palau eran ya enormes y él no deseaba, bajo ningún punto de vista, que quedasen en entredicho o mermados lo más mínimo.
¿Qué clase de orqª es la de Educación y Descanso de que me habla? ¿Es una orqª normal de conciertos? ¿Puede darme a conocer su plantilla? ¿Interesaría en esa la dirección de un concierto extraordinario? ¿Cree que podría ir yo a dirigir ese concierto?
Desde luego si se trata de una orquesta capaz de interpretar un programa de calidad no tendría inconveniente en intentar la gestión para que se realizara dicho concierto, pero si se trata de otra cosa no5
4. El diario Ofensiva de Cuenca estuvo activo entre 1942 y 1962.
5. Carta, remitida por Manuel Palau a don Restituto Navarro, fechada el 25 de septiembre de 1951.
Tarjeta Postal remitida por Manuel Palau a Restituto Navarro en 1945.
Pasado un lustro de lo anteriormente relatado, y una vez que era el himno a la coronación oficial de la Virgen de las Angustias el nuevo reto que musicalmente se divisaba en el horizonte de Cuenca, don Restituto recurre nuevamente a su querido maestro poniendo en su conocimiento la convocatoria del concurso en marcha, esperanzado e ilusionado con que, esta vez, el referente de la música valenciana llegase a ser escuchado y disfrutado en Cuenca.
Volviendo al asunto del himno procede señalar que inicialmente Palau se sintió muy orgulloso de la invitación que don Restituto le cursó al respecto y que está fechada el 2 de septiembre de 1956. Por la contestación que Palau dio a Navarro, cursada tan solo 72 horas después de mandar su anterior escrito Navarro, se ponen de manifiesto varias cuestiones:
• Don Restituto le había remitido, el 2 de septiembre de 1956, una letra—bien podría tratarse de una provisional pendiente de ser sustituida o mejorada posteriormente— escrita por un padre paúl, lo que hizo que Palau temiese, dada su procedencia o autoría, posibles interferencias o intercesiones a favor de que fuese otro paúl el que se pudiese alzar con el galardón en liza.
• ¿Se trataba de una letra que era la oficial y por tanto aquella que habría de ser puesta en música por los compositores que concurriesen al concurso? Y es que no es descartable, en absoluto, esta posibilidad. Sin embargo, la letra que contiene el himno que al final se alzó con el premio parece no ser la misma a la que Palau puso música, ni tampoco la que le llegó inicialmente, con lo cual surgen nuevas dudas. Y es que posiblemente la letra del paúl en cuestión fuese la que se ofrecía a los
Carta que el 17 de septiembre de 1956 escribió Manuel Palau a don Restituto Navarro y que no llegó a mandar hasta diez días después.
compositores, no siendo descartable que ellos mismos pudiesen optar, sin embargo, por otra que considerasen más oportuna o conveniente. De hecho, es esta la hipótesis más sólidamente considerada como acertada.
Conveniente es leer lo que, en la carta aludida, escribe Palau a don Restituto para que cada cual pueda, por sí mismo, sacar las conclusiones que considere convenientes… aunque obviamente, de la manera en que finalmente se resolvió el concurso, no es difícil concluir que las conjeturas de Palau tenían base cierta o al menos fueron las propias de alguien con no poca intuición o capacidad visionaria.
Muy quer ido don Restituto Navarro:
Miles de gracias por su estimada carta fhª 2 del corte. que llega esta mañana a mis manos.
¿De quién es la letra que me ha remitido? Me preocupa un poco el hecho de que los PP. Paúles tengan la letra comprometida; ello me hace suponer que acudirán al concurso y temo la influencia que indudablemente podrán ejercer sobre el prelado o sobre otras autoridades que podrán sugestionar poderosamente al jurado. Además, si es que la letra de los PP. Paúles es puesta en música por un compositor mejor que yo, es muy natural que se le conceda el premio, pero yo no puedo ponerme a trabajar hoy si no tengo las seguridades de recompensa por multitud de razones. (Prestigio, salud, compromisos con intérpretes que esperan mi producción, etc., etc.). Usted bien sé que está animado de sus mejores deseos, pero yo he sacado una impresión de la lectura de su carta que me ha hecho temer la inestabilidad de este asunto. Quisiera trabajar con la letra definitiva y que esta tuviera la máxima calidad poética posible. (No es que encuentre mal la letra recibida, no).6
6. Carta remitida, por Manuel Palau a don Restituto Navarro, fechada el 7 de octubre de 1956.
El maestro valenciano, desde el primer momento, mostró sus dudas sobre la hipotética limpieza o claridad de un procedimiento que estaba simplemente iniciándose, a pesar de que su antiguo alumno le trasmitiese su convicción y seguridad de que todo sería limpio y transparente. Sigue la carta:
Si no ve totalmente claro la posibilidad de éxito prefiero que con toda claridad me lo manifieste y por ello nada ocurriría; yo me lanzaría nuevamente sobre mis bocetos habituales; si hay un elevado porcentaje de éxito entonces trabajaría sobre esta o sobre otra letra de mayores calidades que V. pudiera obtener de sus amistades que conocen el ambiente. (La letra remitida desprende un simpático acento popular y tiene imágenes bellas). La estrofa correspondiente al coro convendría que tuviera los finales de verso en cadencia masculina (última sílaba acentuada).
Espera sus nuevas noticias y le ruega perdone por tanta estorsión, su mtrº y amigo que le quiere siempre y l. b. l. m.
Palau [firma]
Y es por lo anteriormente comentado por Palau por lo que no es descartable que la letra que recibió con la invitación de Navarro para participar fuese la inicialmente «propuesta» por la comisión, no cerrando puertas, sin embargo, a que aquellos compositores que lo deseasen presentasen la que mejor les pareciese. Incluso, se pudo haber dado el hecho de que la letra inicialmente propuesta fuese finalmente retocada al no incurrir la galardonada la sugerencia apuntada por Palau en su anterior escrito.
El caso es que todo señala a que, no mucho tiempo después, Palau mandó su propuesta de himno, limitándose esta a un simple folio en el que a la izquierda aparece la letra —supuestamente del propio Palau, al figurar firmada por él— y a la derecha, en perpendicular, la melodía de un himno que, curiosamente, no aparece destinado a la coronación de la Virgen de las Angustias sino, por lo que se indica en el título, a la propia Madre venerada. La letra de la propuesta de Palau dice así:
7. En el texto se indica «Dios=Jesús».
8. Con lapicero aparece rodeada la palabra «que» y hay una raya que la «lleva» al final de la línea.
HIMNO A LA SSMª
VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS DE CUENCA
(Coro)
Virgen de las Angustias
Madre de Dios=Jesús7 que sufres por nosotros con tu Hijo en la Cruz: no hay, no hay, Señora dolor cual tu dolor mas Cuenca que 8te adora9 te da filial amor.
(Dúo)
En tu ermita, por verte, Cuenca erigió un altar; tómanos vida y muerte
Estrella de la mar.
Por tu Hijo el Redentor vuele el dulce suspirar llevado por el rumor del Júcar al pasar.
(Terceto)
Mil voces, oh María, te invocan en clamor; convierte en alegría nuestro humano dolor. Bendice, oh Señora, los campos, la ciudad, Cuenca que es ahora y siempre tu heredad.
Palau [firma]
La melodía del himno que Palau manda a fin de participar en el concurso es:
9. Con lapicero aparece, encima de la palabra «adora», «corona».
¿Y qué ocurre a partir de ahora?
Pues todo apunta a que, en Cuenca, a alguien se le ocurrió que posiblemente no estaría de más que los himnos propuestos por los compositores participantes, lejos de ser sometidos al criterio, al menos único, del jurado establecido y creado en la ciudad, se mandasen a otros profesionales residentes en la capital de España. A este respecto hay que señalar que en aquellos años —¡también en algunos posteriores!— las relaciones entre algunos entornos musicales madrileños y valencianos no atravesaban precisamente sus momentos más dulces sino que, incluso en Cuenca, diversos referentes locales de la música se encontraban claramente alineados con unos u otros posicionamientos.
El caso es que tras una conversación telefónica mantenida entre Palau y Navarro el 17 de septiembre, en la que este último puso al primero al tanto de sus temores en el sentido antes señalado, el maestro valenciano le escribió una nueva carta a don Restituto trasladándole un encargo rotundo: si el asunto se iba a dirimir en Madrid, que se diese por no presentado su himno. Pero curiosamente dicha carta no llegó a mandársela hasta semanas después, concretamente hasta el 27 de septiembre.
Parece que, tras escribirla, Palau se lo pensó dos veces y finalmente decidió no enviarla… aunque la conservó, la tachó, hizo alguna anotación personal —con lapicero rojo indicó: «no la envío»—… y la guardó. No obstante, se reproduce a continuación para constatar lo acertado de las impresiones que desde el primer momento había sentido Palau y que en estas breves líneas puso de manifiesto.
Valencia 17 de septiembre [1956], 11 de la noche.
Muy querido don Restituto.
Después de nuestra conferencia telefónica he pensado sobre la circunstancia de que el fallo de los himnos se verifique en Madrid y esto no me conviene en manera alguna. Me parece (TENGO LA SEGURIDAD) de que la batalla la ganará el adversario por vía política. Seguramente que no se le ha ocurrido a Vd. sino a su organista enviar los himnos a Madrid porque allí se cuenta con alguien (no quiero nombrar a nadie) para que les sirva el asunto. Si es que se decide enviar las partituras a Madrid le ruego que se estime la mía como no presentada al concurso y que me sea devuelta.
Envío adjuntamente una carta que haga posible dicha devolución.
Con mucho afecto le saluda y b. l. m. su amigo.
Palau [firma]10
Ante la falta de noticias llegadas desde Cuenca, Palau mandó, diez días después y a don Restituto, una nueva epístola en la que se palpa su enfado. En ella, el maestro daba su opinión sobre la manera de actuar por parte de la comisión creada para los fastos objeto de atención aquí. Así, se interrogaba sobre cómo era posible que tras crearse un jurado en Cuenca se mandase el asunto objeto de juicio a otras personas residentes en Madrid.
10. Carta, escrita por Manuel
Don
fechada el 17 de septiembre de 1956, que no llegó a mandar en dicha fecha sino diez días después anexa a la fechada el 27 de septiembre de 1956.
11. Se alude a la fechada el 17 de septiembre de 1956.
que hizo
Además, al margen de disparar a la línea de flotación y con munición de primera, en el mismo sobre introdujo la carta anteriormente comentada, esa que no llegó a mandar en su momento11. La carta fechada el 27 de septiembre de 1956 está escrita en los siguientes términos:
Muy querido don Restituto:
No sé qué pueda haber de la resolución del concurso que Vds. convocaron para premiar el himno, pero como las fechas transcurren y como quiera que yo tengo sobre la máquina de escribir y desde el día 17 (en que nos comunicamos últimamente por teléfono) la carta que le envío adjuntamente y también el sobre con la dirección de V. ya escrita, es por lo que hoy me decido a enviárselo todo.
La decisión tajante que tenía tomada la noche del 17 pdº de este mismo mes (hoy hace diez días) creí que es la más prudente. ¿Cómo se comprende que, después de designadas las personas de un jurado, se remita la materia de enjuiciamiento a otras personas? ¿Es que no se tiene confianza en la probidad artística o en la moral de dichas personas? ¿Cómo y por qué se ha perdido dicha confianza cuando hace poco tiempo que habían sido designadas? Yo sigo creyendo que es este un asunto turbio en el cual no es V. precisamente quien puede salir ganado. Da pena ver cómo todo el mundo considera necesaria una subordinación a Madrid PARA TODOS LOS ÓRDENES DE LA VIDA. Esto resulta no ya deprimente sino vergonzoso; la palabra «provincia» sigue teniendo todo su significado etimológico.12
Palau en esta misiva suya, hace alguna alusión a su yerno — Octavio Vicent—, aunque sin nombrarlo explícitamente, artista vinculado a Cuenca por haber realizado un año antes, esto es en 1955 y por encargo, dos parejas reales —rey y reina—, una cristiana y otra mora, así como seis cabezudos que con sus trajes representaban a la Sierra, la Alcarria y la Mancha. Posteriormente, Vicent realizó el paso de la Santa Cena y una sencilla y bella imagen para la parroquia de Ntra. Sra. de la Paz.
Palau a
Restituto Navarro,
12. Carta, remitida por Manuel Palau a Restituto Navarro, fechada el 27 de septiembre de 1956.
Autorización
Manuel Palau a don Restituto Navarro para que retirase su propuesta de himno.
Yo le aseguro que no hubiera acudido a ese concurso. Fue primeramente mi hija Trinidad (esposa del escultor que modeló los gigantones para Cuenca) quien me instó a escribir para Vds.; después fue mi propia esposa quien me movió por segunda vez, pero yo tenía el presentimiento (así lo manifesté ya entonces a mi familia) de que el fallo no iba a ser tan sencillo como mi esposa y mi hija creían. Deploro ahora que mi original haya ido a parar a Madrid en donde tengo muchos y buenos amigos y también incomparables y preciosos adversarios.
Y dolido por lo acontecido opta por una reacción un tanto habitual, aunque no por ello justificada, como es la de cargar contra el emisario o al menos causarle preocupación y desazón de manera injustificada e incluso casi irrespetuosa. En este caso lo hace contra su buen amigo y antiguo alumno don Restituto Navarro.
¿Cómo ha podido tolerar V. esta degradación para V. mismo? En fin: sea lo que Dios quiera; en final de cuentas habré trabajado para gastar mi salud pero para recibir una lección más.
Por parte de Palau el asunto quedó en este momento claramente sentenciado, aunque casi un mes después, concretamente el 21 de octubre de 1956, se dirigió nuevamente por escrito a Navarro con dos ideas claras. La primera, rogándole que retirase en su nombre el himno que mandó al concurso, para lo cual le mandó una autorización a fin de que actuase en tal sentido13; la otra… mejor leerla directamente:
Sobre todo le encarezco que no me larguen un accésit que serviría para calificar al autor que se llevase el primer (y «único») premio y dejarme a mí en el más perfecto ridículo. ¡¡¡Por caridad que no me atropellen con excesiva saña!!!
Don Restituto, la comisión, el jurado…
La situación creada generó en don Restituto un malestar fácilmente imaginable por haberse visto metido, a pesar de su buena voluntad, en un asunto turbio, claramente condicionado por intereses secundarios difícilmente identificables, así como por haber sido cómplice involuntario del daño provocado a su querido y admirado maestro. No obstante, el compositor valenciano, pasadas algunas fechas y ya calmado, se dirigió a él, nuevamente por escrito, a fin de tranquilizarlo y eximirlo obviamente de cualquier responsabilidad, conocedor de la bondad y el buen hacer que caracterizaron siempre la forma de actuar de su otrora alumno.
Pero el asunto siguió en marcha… al menos oficialmente. Todo el trajín generado y motivado por el envío a Madrid de los himnos propuestos hizo que la resolución del concurso, al menos de manera formal, no se diese en tiempo y forma adecuados.
Así, don Simón Calvo, nuevamente desde la comisión para la coronación, con fecha 7 de octubre de 1956 instó a don Restituto a que reuniese al jurado a la mayor brevedad posible.
13. Dicha autorización está fechada dos días antes, concretamente el 19 de octubre de 1956.
14. Carta, remitida por Manuel Palau a Restituto Navarro, fechada el 21 de octubre de 1956.
Carta que Manuel Palau escribió a don Restituto Navarro pidiendo que no le humillasen más concediéndole un accésit.
Sin embargo, todo apunta a que quince días después, esto es el 22 de octubre de 1956, don Restituto todavía no había considerado procedente convocar dicha reunión. Calvo y Navarro mantuvieron ese mismo día una conversación telefónica al respecto tras la cual don Restituto tiró definitivamente la toalla y no sin dejar clara su posición al respecto en una carta que mandó a don Simón haciendo suyos algunos de los argumentos esgrimidos previamente por su venerado maestro.
Mi querido amigo.
He reflexionado detenidamente sobre la conversación que hemos tenido antes de comer y he sacado la conclusión de que no puedo ser miembro del jurado.
El acuerdo tomado en dicha reunión lo considero degradante no solo para mí, sino también para Cuenca. Es una pena el ver cómo todo el mundo considera necesaria una subordinación a Madrid para todos los órdenes de la vida. Esto resulta no ya deprimente sino vergonzoso; la palabra «provincia» sigue teniendo todo su significado etimológico. Este asunto lo veo bastante turbio desde hace unos días, y en el cual no seré yo precisamente quien salga ganando.
Le agradezco muy de veras la confianza que puso en mi probidad artística y moral, confianza que no es compartida por otras personas que nada tienen que ver, pero que pesan mucho en este asunto.
Un abrazo de su affmo. amigo y s.s.
R. Navarro [firma]15
Tras estos lamentables y tragicómicos hechos, la relación entre Navarro y Palau continuó siendo tan extraordinaria como lo había sido desde que la música unió sus destinos en el ya lejano 1941 y hasta que en 1967 falleciese el prócer valenciano.
15. Carta, escrita por don Restituto Navarro a don Simón Calvo, fechada el 22 de octubre de 1956.
Por fin… un himno para la coronación ¿El final?
Pues parece que difícilmente podrá llegar a saberse alguna vez si se trató de un proceso realmente limpio; si hubo influencias externas; si fue casualidad que lo presentido por Palau, relativo a la influencia que podría ejercerse para que fuesen paúles los finalmente galardonados, coincidiese con lo que en definitiva ocurrió; o si la influencia de ciertos entornos musicales madrileños realmente impidieron que el resultado alcanzado distase de lo que hacía prever el simple hecho de que concurriese un compositor del prestigio y buen hacer que siempre puso de manifiesto Manuel Palau.
El caso es que cuando el 31 de mayo de 1957 se coronó a la queridísima Virgen de la Angustias fue un himno, salido de las plumas de unos desconocidos paúles, Fernando Delgado (letra) y Domingo Mendía (música), ambos religiosos de la Congregación de la Misión (C. M.), el que fue interpretado contando con un apasionado auditorio conformado, según cuentan las crónicas, por más de doscientas mil personas. Por cierto, el flamante himno fue dedicado por sus autores «A la muy noble, hospitalaria y españolísima ciudad de Cuenca y su Diócesis».
La composición, articulada en tres partes —Coro general, Estrofas populares y Estrofa coral , esta última para coro mixto e instrumento de tecla—, se difundió ampliamente en la ciudad, bien es cierto que en papel de ínfimo gramaje, pero que contenía a ciencia cierta el hondo sentir de un pueblo, apareciendo en la portadilla un bosquejo (sin firmar) alusivo a la Virgen de las Angustias y estando ubicada su creación, como es de suponer y se indica en la parte de abajo, en el Seminario de San Pablo de Cuenca.
De los hechos vividos en aquellas dos jornadas, aunque haciendo una mínima alusión a todo lo vinculado con el himno, quedaron para la posteridad un número extraordinario que el diario local16 publicó, vendido al precio de 2 pesetas, así como un libro17, escrito por Martín Álvarez Chirveches, prologado por Luis Martínez Kleiser, con dibujos de Víctor de la Vega y fotografías de Gustavo Torner, Atanasio del Olmo, Luis Pascual y Julián Martínez Pérez.
Por otra parte, merced al tesón, entusiasmo y buen hacer de Ernesto Vicente, existe una grabación del himno galardonado, realizada en 2018 con motivo de la publicación de su libro —Vicente Pérez, Ernesto (2018). Los seises de la Catedral de Cuenca. Últimas promociones y grabación de su repertorio musical. Cuenca— que afortunadamente todavía se puede descargar y escuchar18
Hoy, casi siete décadas después, aquel himno posiblemente solo resida en el emotivo recuerdo y quizá sólida memoria de una mínima cantidad de personas que vivieron en primera persona la coronación, mientras que los hechos que rodearon una parte de su génesis hayan permanecido desconocidos para la práctica totalidad de la sociedad… hasta hoy.
AA.
la
Portadilla de la partitura del himno ganador que se difundió entre los encargados de interpretarlo el día 31 de mayo de 1957.
Himno oficial de la coronación de la Virgen de las Angustias de Cuenca
(A la muy noble, hospitalaria y españolísima ciudad de Cuenca y su Diócesis)
Letra: Fernando Delgado, C. M. Música: Domingo Mendía, C. M.
(Coro general)
¡Oh, Virgen de las Angustias! rosa que hirió la aflicción, triste Madre dolorida que miras ya muerto a Dios.
A Ti, de lágrimas llena, siempre unida a tu dolor, Cuenca entera te consagra, rosa a rosa el corazón.
(Estrofas populares)
Este pueblo que tu llanto y tu angustia veneró hoy te corona y te canta como Reina de su amor.
Ya que fueron los pecados siete espadas de dolor las perlas de esta corona lágrimas de pena son.
(Estrofa coral)
¡Oh, Señora! Venimos a ti porque Madre es tu nombre más bello y eres fuente de luz y consuelo, dulce Madre de nuestro sufrir.
¡Oh, Señora! Venimos a ti y pues tristes lloramos ahora danos Tú, de la muerte, la hora en tus brazos gozosos morir.
18. La descarga y escucha de este himno, así como de otras muchas piezas interpretadas, principalmente en la década de los años 50 del siglo XX, por la Capilla de Música de la catedral de Cuenca, por los infantes de coro de dicho templo y por la Schola Cantorum del Seminario de San Julián de Cuenca, se puede realizar de manera gratuita a través del enlace bit.ly/repertorioseises.
Cuenca Nazarena 150
16.
VV. «Coronación Canónica de Nuestra Señora la Virgen de las Angustias. 1957. Número extraordinario», en Ofensiva , 30-31 de mayo de 1957; números 1883-1884.
17. Álvarez Chirveches, Martín (1957): Crónica oficial de
Coronación de Nuestra de Señora de las Angustias. Cuenca.
Participó en trece ediciones y fue la primera de la provincia que lo hizo, tras la reconstrucción de los desfiles nazarenos.
Por José Vicente Ávila
Fotos Luis Pascual, cedidas para esta publicación por su
hijo Luis Pascual Benito. Gracias
Cuenca Nazarena
Según figura en los Estatutos de la entonces denominada Unión Musical Juvenil “La Misericordia”, que recuperaba el legado de la extinta Banda de “La Misericordia” de Puebla de Almenara, sus primeros Estatutos fundacionales de 1931 fueron presentados en el Gobierno Civil de Cuenca el 7 de octubre de 1932, firmando su aprobación el entonces gobernador civil, Ignacio Campoamor. En la actualidad, la agrupación musical se denomina Nueva Asociación Musical Almenara. Desde su fundación hasta nuestros días, han sido directores de las respectivas Bandas de Música puebleñas a lo largo de los tiempos, Cesáreo Navarro Martínez, Superancio Martínez, Eutiquio García, en dos etapas diferentes, Graciano Ávila Pérez, Hermenegildo Pinedo Vara, Juan de Dios Palacios Torremocha, Roberto Punteros Cañego y el actual director, Diego Guijarro Muñoz.
Sobre la primera Banda de Música que inició sus pasos entre 1931 y 1932, se recogen reseñas de las fiestas de Puebla de Almenara de 1934 y 1935, publicadas en El Defensor de Cuenca. En una de ella se dice que “en la plaza llamada del Conde, dio un concierto la Banda de Música, dirigida por su simpático y joven maestro don Cesáreo Navarro Martínez. Esta Banda es una de las predilectas del insigne compositor D. Jacinto Guerrero, que no ha podido venir a dirigir el concierto, como estaba anunciado”. Jacinto Guerrero era del toledano pueblo de Ajofrín y, según los datos aportados por el gestor cultural puebleño, Antonio Moral, el compositor visitó Puebla de Almenara en varias ocasiones gracias a su amistad con Luis Rubio y su hermana Amparo, y llegó a dirigir algún concierto como invitado.
Banda de Música de Puebla de Almenara en la década de los cincuenta.
(Archivo: Adolfo Pinedo)
Músicos de Puebla de Almenara en la Banda de Música de Villamayor. En primer término, José Pinedo (trombón) y en cuarto lugar Graciano Ávila (saxofón), que luego sería director de la Banda puebleña. (Foto Luis Pascual, 1964).
En otra reseña se escribe: “Rodeada de innúmera chiquillería, llega ya la Banda de Música, compuesta por jóvenes del pueblo y dirigida por D. Cesáreo Navarro, a quien cabe la honra, no sólo de ser fundador, sino principalmente por haber conseguido, a fuerza de paciencia heroica, formar el exquisito gusto artístico de estos muchachos, en su mayoría labriegos y casi analfabetos”. Uno de los directores más entusiastas, Graciano Ávila Pérez, recordaba en Diario de Cuenca en 1970 que “la Banda se creó en el año 1931. El primer director fue don Cesáreo Navarro Martínez, hermano del actual director de la Banda de Música de Cuenca, don Lucio Navarro. Aunque la iniciativa corrió a cargo del canónigo de Plasencia, don Manuel Navarro, hijo del pueblo, que fue quien hizo las gestiones para traer los instrumentos”.
LA SEMANA SANTA DE CUENCA
Con la reconstrucción de la Semana Santa de Cuenca en 1940, después de la Guerra Civil, en la que hubo que realizar nuevos pasos y tallas, a cargo de diversos escultores e imagineros, de manera especial el conquense Luis Marco Pérez, que gubió más de veinte pasos de los que 19 desfilan en la actualidad, llegó también la hora de organizar los desfiles procesionales, con la necesaria presencia de bandas de música que acompañasen a las imágenes y con sus marchas hacer más llevadero el recorrido bajo el banzo. Sobre todo, en un escenario tan sinuoso como el Casco Antiguo de la ciudad con sus subidas y bajadas serpenteando curvas y estrechas calles. Es justo señalar que la última banda de la provincia que desfiló en la Semana Santa antes de la guerra fue la de Casasimarro en 1936.
Desde 1940 a 1945, sólo dos bandas musicales acompañaban a las cinco procesiones entre el Miércoles y Viernes Santo, también con menos imágenes, ya que se iban incorporando según los imagineros las entregaban. Las bandas eran las de Cornetas y Tambores, así como las de música del Regimiento Covadonga número 5, con acuartelamiento en la ciudad, y la Banda de Música de Cuenca, que dirigía el maestro Jesús Calleja.
DE 1947 A 1948
A partir de la Semana Santa de 1946 se incorpora a los desfiles nazarenos la primera banda de música civil, en este caso la de Villanueva de Alcardete, y es en 1947 cuando desfila en esta égida la primera Banda de la Provincia de Cuenca. Le cabe el honor de hacerlo nada menos que a la Banda de Música de Puebla de Almenara.
Por tanto, la primera vez que la Banda de la Puebla desfiló en la Semana Santa de Cuenca fue en ese año 1947, en que la Pasión transcurrió del 30 de marzo al 6 de abril. Por entonces sólo había procesiones el Miércoles, el Jueves y los tres desfiles del Viernes Santo. Las bandas de música contratadas por el Ayuntamiento para ese año fueron las de Puebla de Almenara, la citada de Villanueva de Alcardete y la de Cuenca, junto a la de Tambores y Cornetas del Frente de Juventudes.
Así, el 2 de abril de 1947 y en la procesión del Silencio de Miércoles Santo, la Banda de Música de Puebla de Almenara desfilaba desde las ocho de la tarde desde San Esteban y El Salvador acompañando al nuevo paso de San Pedro Apóstol, de Marco Pérez, que ese año desfilaba por vez primera, con
las imágenes de San Pedro y Malco. Después, el paso se completaría en los años siguientes con las tallas de Jesús y dos soldados del Sanedrín. Dicen las crónicas que fue una noche espléndida y que la procesión terminó en las primeras horas de la madrugada.
El Jueves Santo 3 de abril fue un auténtico calvario para las tres bandas de música, debido a la lluvia que aparecía y desaparecía como el Guadiana. La procesión de Paz y Caridad , entonces con siete pasos, tenía que salir de la ermita de la Virgen de la Luz a las cuatro y media de la tarde, pero ante la amenaza de lluvia no lo hizo hasta las seis de la tarde, con los nazarenos y músicos mirando al cielo, refugiados en la iglesia y la amplia sacristía.
Salió por fin la procesión, con la novedad de la talla de Jesús con la Caña, de Coullaut Valera, con dirección a la Plaza Mayor por el puente de la Trinidad. Tras el oportuno descanso, el desfile fue descendiendo para seguir por la calle del Peso y Puerta de Valencia y Carretería, pero al poco de reiniciar la marcha comenzó a llover y ahí tenemos a los penitentes y músicos aligerando la marcha en busca de la iglesia de San Francisco para refugiarse, quedando los dos últimos, el Cristillo y la Soledad del Puente, en la parroquia de El Salvador, a cubierto de la lluvia torrencial que caía.
No se suspendió la procesión, sino que cuando vieron que la lluvia escampaba se reinició el desfile desde la parroquia de San Esteban (San Francisco) hasta San Antón, desfilando con brillantez por Carretería ante un inmenso gentío en silencio impresionante que, según publicaba Ofensiva, “sólo se cortaba por las marchas que interpretaban las bandas de
música, el sonar monorrítmico de las horquillas y alguna que otra saeta”… La Banda de Música de Puebla de Almenara, como las de Villanueva de Alcardete y Cuenca, acompañaron igualmente a los desfiles del Viernes Santo, Camino del Calvario, En el Calvario y el Santo Entierro, en este último caso solo las de la Puebla y Cuenca.
La Semana Santa de 1948 fue más tempranera, del 21 al 28 de marzo, con tres días de procesiones: Miércoles, Jueves y Viernes Santo con cinco desfiles, y la participación de las bandas de música de Villanueva de Alcardete y Puebla de Almenara como el año anterior, y sin participar en El Entierro. Además de las marchas musicales de las citadas bandas, destacaba la entonación del Miserere por parte de un coro de mayores y pequeños de la Casa de Beneficencia, con un grupo de músicos de la Banda Municipal de Cuenca.
DE 1953 A 1958
Tuvieron que pasar cuatro años para que la Banda de Música de Puebla de Almenara, esta vez bajo la dirección de Superancio Martínez --que repetiría numerosas veces como director de la Banda de Horcajo de Santiago--, volviese a la Semana Santa de Cuenca. Fue en 1953, año en que la Pasión transcurrió entre el 29 de marzo y el 5 de abril, compartiendo desfiles con la Banda de Música de Quintanar de la Orden y la de Cuenca. Era un día más, pues desde hacía dos años se había creado la procesión del Perdón con Jesús de Medinaceli como talla relevante. Precisamente detrás de la imagen del Medinaceli desfiló la Banda de Puebla de Almenara el martes 31 de marzo.
Banda de Horcajo de Santiago, con Superancio Martínez, en la procesión Camino del Calvario. (Foto Luis Pascual, 1959).
Banda de Música de Villamayor en la procesión de Paz y Caridad de 1967, con músicos de la Puebla. (Foto Luis Pascual).
El miércoles 1 de abril, a la Banda de la Puebla le tocó desfilar bajo el paso de San Juan Bautista, que abría el cortejo, y que al año siguiente se incorporaría a la procesión del Martes. Tanto en los desfiles del Jueves Santo como en las procesiones de la madrugada, la conocida como la de “Las Once” y en el Santo Entierro, figuraron las Bandas de la Puebla, Quintanar de la Orden y de Cuenca, además de la de Tambores y Trompetas del Frente de Juventudes.
En la Semana Santa de 1954 las bandas contratadas fueron de nuevo la de Puebla de Almenara y la valenciana de Sinarcas, además de la de Cuenca y la de Tambores y Cornetas. Las fechas de domingo a domingo fueron del 11 al 18 de abril, y así el martes y trece (fecha de aniversario por cierto del hundimiento de la torre de la Catedral en 1902), la procesión del Perdón salió completa por vez primera desde la parroquia de El Salvador, con la incorporación del paso de San Juan Bautista. La Banda de Puebla de Almenara volvió a marcar otro hito histórico, pues desfilaba detrás del paso de La Magdalena, de la Hermandad del Cristo de la Luz, que ese año se estrenaba.
En la procesión del Silencio, a la Banda de la Puebla de Almenara le correspondió acompañar a la tan venerada talla del Ecce-Homo de San Miguel, de Coullaut Valera, desde El Salvador, pues el cortejo salió de San Esteban con el Huerto, el Beso de Judas y San Pedro. El Jueves Santo, las citadas bandas de Sinarcas, Puebla de Almenara y Cuenca desfilaron en el cortejo de Paz y Caridad y las dos forasteras en el Camino del Calvario, precedida por las turbas.
La siguiente procesión, En el Calvario, salió a la una de la tarde y en la misma desfilaba por vez primera el paso de La Lanzada, del imaginero Leonardo Martínez Bueno, natural de Pajaroncillo. La Banda de Música de Puebla de Almenara fue asignada tras el paso del Cristo de la Agonía.
La procesión del Entierro, que cerraba los desfiles, fue presenciada por unas 35.000 personas en todo el recorrido, según publicaba Ofensiva , lo cual era una cifra muy estimable si tenemos en cuenta que la ciudad de Cuenca contaba entonces con poco más de 25.000 habitantes, aunque estaba
bien comunicada por tren con Madrid y desde 1947 con Valencia. En ese cortejo final la Banda de la Puebla fue colocada entre las filas de los nazarenos de todas las hermandades; la de Tambores y Trompetas detrás de la Cruz Desnuda; la de Sinarcas junto al Yacente y la de Cuenca cerrando el cortejo.
La Semana Santa de 1955 se celebró del 3 al 10 de abril. Ese año las bandas de música que tomaron parte en las procesiones del Martes al Viernes Santo fueron de nuevo la de Puebla de Almenara, la valenciana de Chelva y la de Cuenca, junto a la de Tambores y Cornetas. La Banda puebleña volvió a desfilar el Martes Santo detrás de María Magdalena, de la citada Hermandad del Cristo de la Luz. Tanto las procesiones del Martes como el Miércoles Santo tuvieron extraordinaria brillantez. En la del Silencio, la Banda de Puebla de Almenara desfiló entre los pasos del Beso de Judas y San Pedro Apóstol. En las reseñas de los desfiles del Jueves y Viernes Santo, cuatro en total, se publicaba que “armonizaban las procesiones las cuatro Bandas de los días anteriores”.
La Semana Santa de 1956 se celebró entre el 25 de marzo y el 1 de abril, y ese año la Banda de Música de Puebla de Almenara compartió los desfiles con la Banda de Música del Batallón del Ministerio del Ejército, la de Cuenca y la habitual de Tambores y Cornetas. Desfilaron con brillantez el Martes Santo, aunque el cortejo terminó con amenaza de lluvia, que luego se prodigó el Miércoles Santo 28 de marzo con la procesión del Silencio, que hubo de ser suspendida por la inestabilidad lluviosa.
En Ofensiva leemos: “La procesión del Silencio no pudo iniciarse porque arreció la lluvia cuando los músicos del Batallón del Ejército estaban formados, llenos de tristeza, para su debut. Y tristes vimos a los músicos azules de Puebla de Almenara, y triste al maestro Calleja con su Banda Municipal…”. Se anunció que quedaba aplazada para las nueve de la mañana del Jueves… Sin embargo, la lluvia impidió no sólo que saliese la del Silencio en desfile matinal el Jueves Santo, sino que también se suspendió la de Paz y Caridad de la tarde, tras varios intentos.
En la madrugada del Viernes Santo salió la procesión Camino del Calvario, con la Banda de la Puebla detrás de San
Cuenca
Juan, pero cuando llevaba cerca de media hora en la calle apareció la lluvia y los pasos retornaron a El Salvador. La siguiente procesión En el Calvario debía salir a las once, pero igualmente, tras varios intentos, quedó aplazada a las siete de la tarde, para desfilar junto a la del Santo Entierro. Así, por vez primera en la historia nazarena de Cuenca desfilaba una doble procesión tan singular como la de En el Calvario y Entierro unidas, con los siguientes pasos: La Exaltación, Cristo de la Agonía, La Lanzada, Cristo de los Espejos, El Descendimiento, Nuestra Señora de las Angustias, la Cruz Desnuda y Cristo Yacente. Publicaba El periódico de Cuenca que en “esta maravillosa procesión figuraban las Bandas de Cornetas y Tambores del Batallón del Ejército y Frente de Juventudes, así como las Bandas de Música de Puebla de Almenara, Batallón del Ministerio del Ejército y la Municipal de Cuenca”. El dato que daba la prensa sobre esta excepcional procesión, en la que abría marcha una sección de Caballería de la Guardia Civil, es que participaron unas cinco mil personas, siendo presenciada por cerca de 25.000.
Para la Semana Santa de 1957, celebrada del 14 al 21 de abril, volvió a Cuenca la Banda de Música de Chelva junto a la de Puebla de Almenara, que era la omnipresente de la provincia en esos años, dirigida por Superancio y luego Eutiquio García. De nuevo, y por tercer año consecutivo, los músicos puebleños acompañaron a María Magdalena en su desfile del Perdón del Martes Santo.
Sobre la procesión del Silencio del Miércoles, recojo una parte del relato de Ofensiva: “Bajo un clima apacible salió de San Esteban la procesión del Silencio con los pasos de Jesús Orando en el Huerto, El Prendimiento o Beso de Judas, para incorporarse desde la parroquia de El Salvador las imágenes del Ecce-Homo de San Miguel y la Virgen de la Amargura con San Juan… En la Plaza Mayor se les unió el voluminoso paso de San Pedro con la Banda de tambores y trompetas…”.
“Alfombrando de piedad el itinerario, a lo largo de las aceras, balcones y demás posiciones estratégicas, se arremolinaba la muchedumbre… y así, en creciente e inusitada expectación, siguió el cortejo repechando por las empinadas calles y callejuelas de la parte alta,
donde se palpa el inigualable sello de la Semana Santa de Cuenca… Tras los pasos daban escolta musical las Bandas de Puebla de Almenara y Chelva, cerrando el cortejo la Municipal de Cuenca”. Podemos intuir que la música del pueblo elevaba las imágenes entre los puntiagudos capirotes.
Las citadas bandas participaron en las procesiones del Jueves Santo, la madrugada y el mediodía del Viernes y en la del Santo Entierro, que salía a las siete de la tarde de la Catedral. Ese año de 1957, a la Banda de Música de Puebla de Almenara le correspondió desfilar detrás de la Cruz Desnuda, resaltando la prensa que había sido otra Semana Santa para la historia en todos los aspectos.
De nuevo en 1958 la Banda de Música de Puebla de Almenara participa en la Semana Santa de Cuenca y sería el último año de esos seis seguidos, en las fechas del 30 de marzo al 6 de abril. Curiosamente eran las mismas bandas del año anterior, es decir, Puebla, Chelva, la de Cuenca y los Tambores y Cornetas, que desfilaron en las procesiones del Martes y Miércoles, sin especificar el lugar que ocuparon.
La procesión de Paz y Caridad del Jueves Santo, con las mismas bandas, transcurrió con los nazarenos y músicos mirando al cielo, desde las cuatro y media hasta pasadas las once de la noche. En el descenso desde la Plaza Mayor hacia la Puerta de Valencia, la lluvia hizo su aparición primero como un sirimiri y ya de manera torrencial por una poblada Carretería, desfilando las imágenes y los músicos con impermeables y plásticos, pues llovió durante la hora y media del final de la procesión.
El Viernes Santo pudieron desfilar las tres procesiones con la Banda de la Puebla detrás de la Soledad en la madrugada; ese 1958 además era el último año del recorrido de la procesión de las once, con salida desde El Salvador hacia San Esteban y Carretería y subida a la Plaza Mayor. La Banda puebleña acompañó al Cristo de los Espejos y de nuevo en el Santo Entierro a la Cruz Desnuda. (Unas breves imágenes de los uniformes azules puebleños aparecen en la película “Cuenca” de Carlos Saura, en la parte nazarena, grabada entre 1957 y 1958).
Banda de Villamayor en Jueves Santo, bajo la dirección de Emérito M. Calleja. (Foto Luis Pascual, 1964).
1965 Y 1970-72
Pasarían otros seis años para que la Banda de Música de Puebla de Almenara regresase a la Semana Santa de Cuenca, ocupando ese período las bandas de Horcajo y Villamayor de Santiago, con las que venían algunos músicos puebleños de refuerzo, entre ellos José Pinedo (bombardino y trombón) y Graciano Ávila (saxofón), que luego sería director. Fue en 1965, del 11 al 18 de abril, cuando la agrupación musical puebleña volvió a desfilar por las calles de Cuenca, junto a la Banda de Horcajo de Santiago y las habituales de Cuenca y de Tambores y Cornetas.
Otros cinco años pasaron y en este tiempo la banda de música puebleña fue desapareciendo, pues eran décadas en las que muchos habitantes de pueblos de nuestra provincia buscaban su futuro en la emigración. Para darnos una idea, cuando en 1852 se terminaba la obra de la iglesia parroquial, la Puebla contaba con mil habitantes; en 1940, terminada la guerra, con 1.632. En el año 1970, en el que la Banda de Música “La Misericordia” volvía a la Semana Santa conquense, los habitantes de la Puebla eran 1.024. Se notaba esa emigración en Puebla y en el resto de la provincia.
En el Extra de Diario de Cuenca dedicado a la Semana Santa de 1970, publiqué la noticia bajo el título “Vuelve la Banda de Música de Puebla de Almenara”, con una breve entrevista a su director, Graciano Ávila Pérez, que contaba que la refundada banda llevaba año y medio aproximada-
mente. La programación era desfilar en la Cuenca nazarena y en diversas fiestas patronales. La Semana Santa de 1970 se celebró del 22 al 29 de marzo y la Banda puebleña fue la única participante de la provincia, acompañada por la de Cuenca y las Banda de Cornetas y Tambores de la Cruzada Eucarística y la Banda de la 103 Comandancia de la Guardia Civil. De martes a viernes se pegó un buen tute por las angostas calles conquenses.
La Banda de la Puebla repitió en 1971, junto a las agrupaciones del año anterior, además de la banda conjunta que formaron, como una UTE, las de Miguel Esteban y Lillo. Los días nazarenos de 1971 transcurrieron del 4 al 11 de abril, y de nuevo el director, Graciano Ávila Pérez, se asomaba a las páginas de Diario de Cuenca. La banda fue contratada para desfilar en la procesión de Paz y Caridad, tras la imagen de Jesús del Puente, y en la procesión Camino del Calvario, de la madrugada del Viernes Santo, acompañando a la imagen de San Juan Evangelista.
Graciano Ávila hablaba de la presencia de la banda puebleña en Cuenca y los motivos de desfilar en 1971:“Desde que se fundó, la Banda de Puebla de Almenara ha faltado muy pocas veces en la Semana Santa de Cuenca. La ausencia más larga fue desde el año 1965 al 70, que fue cuando la Banda se deshizo por motivos de la emigración”. Y aclaraba un dato importante: “Debido a nuestras buenas actuaciones en otros lugares sólo venimos para dos días, pues este año no estábamos contratados por el
Ayuntamiento, y han sido las hermandades de Jesús del Puente y de San Juan Evangelista quienes nos han invitado para acompañar a sus imágenes”.
Dada la premura en contratar a la banda, no había alojamiento en Cuenca, y así solucionaron el problema: “Como sólo vamos a pernoctar en Cuenca una noche, no hemos encontrado ninguna pensión. Pero como aquí hay muchos hijos de Puebla de Almenara, familiares, conocidos, etc., con ellos nos hemos arreglado y nos hemos dividido en varias casas”.
En la Semana Santa de 1972, que transcurrió desde el 26 de marzo al 2 de abril, la Banda de Música de Puebla de Almenara repetiría por tercer año consecutivo junto a las de Horcajo de Santiago y Cuenca y la de Cornetas y Tambores de la Guardia Civil. En la procesión En el Calvario del Viernes Santo reaparecía después de muchos años el Cristillo de Marfil, junto al Cristo de la Agonía, y allí estaba en ese desfile la Banda de Música de Puebla de Almenara con sus marchas Luz del mundo, San Juan Bosco, Desilusión, Pobre Carmen, Santos Lugares, San Juan (tantas veces repetida en la madrugada), Mater mea… y otras composiciones.
Pasaron casi vente años y ocurrieron muchas cosas en la música de Puebla de Almenara, que ya son historia. Y así, en la Semana Santa de 1991, otra reorganizada banda puebleña desfiló en la procesión Camino del Calvario, dirigida por Eutiquio García, en su segunda etapa, y con el popular músico José Pinedo “Mocarraca” con el bombo tirando del carro de la nue-
va juventud musical, en otra madrugada de turbas, tambores, clarines y la marcha de San Juan. En suma, trece Semana Santas de la Banda de Música de Puebla de Almenara en Cuenca.
EL AÑO DE LA MISERICORDIA
Queda para el final, otra excepcional procesión por el Casco Histórico de Cuenca, con la Banda de la Puebla, esta vez dirigida por Juan de Dios Palacios Torremocha. Fue un día especial en el Año de la Misericordia, en el que la Patrona de Puebla de Almenara iba a ser la gran protagonista junto a la imagen del Santísimo Cristo de las Misericordias, que abre cada Jueves Santo la procesión de Paz y Caridad
El sábado 20 de noviembre de 2016, en tarde vespertina, la Virgen de la Misericordia salía en hombros de sus cofrades puebleños desde la parroquia de El Salvador, de la que era y es párroco el puebleño Gonzalo Marín López, canónigo de la Catedral. Las notas de la Banda se entremezclaban entre las hiedras de las balaustradas de Andrés de Cabrera y Alfonso VIII, tras haber recorrido calles tan nazarenas como Solera y el Peso. La entrada en la Plaza Mayor resultó espectacular a los acordes de marchas semanasanteras y la Virgen de la Misericordia entrando en la Catedral, para ser colocada en el altar mayor junto al Cristo de las Misericordias, acompañado de los estandartes y guiones de las Hermandades nazarenas. Un día para la Historia diocesana y nazarena en el que no podía faltar la Banda de Música de Puebla de Almenara.
Jóvenes músicos de Villamayor, en el cortejo Camino del Calvario de 1959. (Foto Luis Pascual).
Desde hace 70 años distintas agrupaciones musicales de la provincia de Valencia han desfilado en nuestras procesiones, especialmente en las de Paz y Caridad y En el Calvario
Por José Vicente Ávila
Curioso documento gráfico en la procesión “Camino del Calvario” de 1964, con la Banda de Monserrat delante de los guiones de San Juan, con su carro de timbales. (Foto L. Pascual).
La terrible DANA que sufrieron numerosas localidades de Valencia, así como de Albacete (Letur), Cuenca (Mira y Landete) y Málaga, con pérdidas irreparables y 227 fallecidos, despertó una tremenda ola de solidaridad no sólo en toda España, sino también a nivel internacional.
Personas, organismos y entidades, en forma de voluntariado, se pusieron manos a la obra para ayudar y recabar ayudas, de manera especial para las poblaciones valencianas que sufrieron las mayores adversidades de la riada convertida en tragedia. Cuenca supo estar a la altura de esa masiva respuesta, tanto para sus paisanos de Mira y Landete, como para los vecinos de Letur y del cinturón roto valenciano, y entre esas ayudas no faltó una vez más, como ocurrió en la pandemia, la de la Semana Santa de Cuenca a través de la Junta de Cofradías.
Como bien se explicaba en una nota desde la entidad nazarena, “la Junta de Cofradías y las hermandades de nuestra Pasión recaudaron en un fin de semana 20.000 € destinados a ayudar a las víctimas del temporal. Se trata de una acción que surgió espontáneamente en el grupo de comunicación oficial que comparten la Comisión Ejecutiva y los integrantes de la Junta de Diputación, que son los representantes de todas nuestras hermandades”.
Amén de estar a la altura de la circunstancias, cuando las tragedias ocurren, en el caso concreto de la provincia de Valencia existe un cordón umbilical nazareno a través de la música con la Semana Santa de Cuenca, desde 1954, año en el que comenzaron a participar en nuestras procesiones bandas de música valencianas, primero en distintos desfiles y posteriormente en los días álgidos de la Pasión de Cuenca, en los cortejos de Paz y Caridad y En el Calvario, de Jueves y Viernes Santo.
Mujeres músicos en la Banda de Monserrat en la Semana Santa de 1966, que causaron admiración entre el público por la novedad. (Foto Luis Pascual).
LA DE SINARCAS, PRIMERA BANDA
La primera banda de música de la provincia de Valencia que desfiló en la Semana Santa de Cuenca fue la de Sinarcas en 1954, a la que siguió al año siguiente la Agrupación Musical de Chelva, que repetiría en 1957 y 1958. Dos años después, en 1960, desfiló la Banda “La Lira” de Titaguas, una de las formaciones musicales valencianas más antiguas, pues se remonta a 1840. En la Semana Santa de 1963 la banda valenciana que desfiló fue la de Torrent, y un año después lo hizo una banda que llamaba mucho la atención, abriendo marcha un carro de timbales: resultaba curioso ver a la Banda de Monsterrat (Valencia) con sus timbales delante de los guiones de San Juan Evangelista en la procesión Camino del Calvario. Turbas y timbales.
La Banda de Montserrat volvería en 1966, destacando en la procesión de Paz y Caridad y de nuevo en el Camino del Calvario con sus vistosos timbales junto a la bandera tan laureada, y con tres mujeres en sus filas, lo que era toda una novedad en aquellos años, que el público comentaba entre las filas en tono de admiración y sorpresa. Hasta siete años después no volvería otra banda valenciana y en esta ocasión le correspondió a la Asociación Lira Saguntina en 1973, cuya historia se remonta a 1874. Tres años después, en 1976, la representación valenciana en nuestra Semana Santa le correspondió a la Banda de Turis.
En la década de los 80, en la Semana Santa de 1983, desfiló por las calles de Cuenca la Banda de Cornetas y Tambores del Ejército del Aire de Manises y al año siguiente lo hizo la Banda de Música de la Brigada Mecanizada de la División “Maestrazgo”, de Valencia. En 1985 fueron dos las bandas de música de la provincia de Valencia las que participaron en la Semana Santa de Interés Turístico Internacional: la de Siete Aguas y la de Buñol, junto a otras seis bandas en los distintos días. En 1987 repetiría la Banda de Torrent en las procesiones de Cuenca, tras su presentación en 1963. Y en los años 1988 y 1989 desfiló en Jueves y Viernes Santo la Banda de Benimaclet, que sería una de las clásicas.
La Agrupación Musical de Benimaclet repitió en 1991 junto a la de Torrent. En 2003, y entre los desfiles de Jueves y Viernes Santo, desfilaron las bandas de Utiel, Villar del Arzobispo y por enésima vez la Banda de Torrent. En la procesión En el Calvario de 1997 participaron la Asociación Musical Utielana y el Centro de Instrucción Musical de Benimaclet, que volvió a repetir el Viernes Santo a mediodía, tanto en 1998 como en 1999. La Banda de Utiel desfiló de nuevo en la de Paz y Caridad del citado año del fin del siglo XX.
Con el nuevo Siglo, la Banda de Música de Utiel –la población que perteneció a la provincia de Cuenca junto con
La ahora centenaria Banda de Monserrat en la procesión de Paz y Caridad de 1964. (Foto Luis Pascual).
Requena y otras localidades valencianas— volvió a desfilar el Jueves Santo, mientras que la representación musical valenciana En el Calvario corrió a cargo de las bandas de Benimaclet y Torrent. En 2001, el Jueves Santo volvieron a desfilar las bandas de Utiel y Benimaclet, que eran dos clásicas de la procesión de Paz y Caridad y el Viernes Santo a mediodía las bandas de Torrent y Villar del Arzobispo compartían desfile nazareno con las de Tarancón, San Clemente y Villarejo de Fuentes.
En 2002 la Banda de Utiel volvió a su cita en Cuenca el Jueves Santo, pero la lluvia suspendió el cortejo al llegar a la Plaza Mayor. En la procesión En el Calvario las bandas valencianas fueron de nuevo las de Torrent y Villar del Arzobispo, y dado que la lluvia apareció, la procesión se acortó por la calle del Peso en sentido contrario. De nuevo en 2003 la Banda de Utiel desfiló el Jueves Santo y el Viernes Santo a mediodía, con el Cristo del Amparo como excepcional protagonista junto a La Exaltación, volvieron a representar a la Comunidad valenciana las bandas de Villar del Arzobispo y Torrent En 2004, en la procesión de Paz y Caridad desfilaban la Banda de Cornetas y Tambores de Utiel y la Banda de Música Utielana -que repetirían un año después junto a la de Siete Aguas-, pero la aparición de la lluvia hizo suspender la procesión con siete pasos en la calle, que retornaron a la parroquia
de la Virgen de la Luz. En el Calvario vuelve a participar la Banda de Villar del Arzobispo en el citado 2004 y además con buen tiempo.
En la Semana Santa de 2006, dos Bandas valencianas desfilan el Jueves Santo: de nuevo la de Utiel y Siete Aguas, que coincidieron al año siguiente en la procesión de Paz y Caridad , mientras que En el Calvario desfilaría la Agrupación Musical de Villar del Arzobispo. En 2009 la Banda de Siete Aguas participó de nuevo el Jueves Santo, al igual que en 2011.
En 2013 desfiló por enésima vez la Banda “La Paz” de Siete Aguas el Jueves Santo y en la procesión de mediodía del Viernes Santo se presentaba otra agrupación valenciana, la Sociedad Unión Musical de Yátova, que repetiría en el desfile
En el Calvario de 2016, 2017 y 2018.
Entre la lluvia y la pandemia se produjeron suspensiones y la última vez que desfiló en nuestra Semana Santa una banda de la cercana provincia de Valencia fue en 2018 con la citada de Yátova, con antecedentes musicales desde 1827. También es justo citar a la Banda de Música de Landete, localidad afectada por la DANA como participante durante algunos años en la procesión Camino del Calvario. Y cómo no, otras tantas agrupaciones musicales de la Comunidad de Valencia, aunque de provincias de Alicante y Castellón, de manera especial Onil y Castalla.
La Banda de Titaguas en 1960, delante de Jesús con la Caña camino del Puente de la Trinidad. (Foto Luis Pascual).
Cuenca Nazarena
Espléndida fotografía del paso de Jesús Caído y la Verónica con su Hermandad bajo el arco triunfal del obispo D. Cruz La Plana en Carretería. Semana Santa de Cuenca de 1922. Fotografía: HAE
La Semana Santa de Cuenca en
Por Enrique Valero Moscardó
Ldo. Humanidades e Historia
Textos: El Mundo, El Día de Cuenca, La Razón, El Centro y E. Valero
Fotografías: Rafael Campos, A. Ciarán, Heliotipia Artística Española, Rafael Pérez Caballero (archivo), Toribio Narváez, P. Compans y Blanco y Negro.
Colaboración: Hemeroteca Nacional de España, Archivo Histórico de España, Cuenca Nazarena, Biblioteca Pública Fermín Caballero de Cuenca, Junta de Cofradías de Cuenca, Rafael Pérez Caballero, Enrique Valero García.
En 1922 Cuenca continuaba su letargo decimonónico. Maltratada por las tropas inglesas, francesas, carlistas y los derribos concejiles, también proseguía mal comunicada con la Corte y demás poblaciones, además muchas subsistencias. Aquella Semana Santa cambiaron las autoridades: dos gobernadores civiles, un nuevo alcalde, un primordial obispo, diferentes cargos directivos, etc.; felices coincidencias, que anunciaban para la ciudad una nueva era de progreso y engrandecimiento. Tampoco faltaron los mítines, huelgas y la propagación de ideas rusorevolucionarias, un caldo de cultivo contra el que se tuvieron que tomar algunas medidas en aquel momento.
La Semana Santa comenzó con la llegada del nuevo prelado D. Cruz Laplana y prosiguió según las costumbres, ofi cios y procesiones. Fue muy participativa, vistosa, contemplada y elogiada. De ella nos han llegado sufi cientes datos que hoy nos permiten conocerla, parecía olvidada. En aquella época, la Heliotipia Artística Española y la revista Blanco y Negro de Madrid editaron bellas postales y fotografías, apreciaremos un curioso cartelito, casi con seguridad de Compans que las acompañaba, toda la programación apareció en cuatro de los periódicos locales, tenía amplia información sobre recorridos, horarios, pasos y hermandades, no parece que se editara un programa específi co. Interesante el bando del alcalde Aurelio Torralba, así como las descripciones de la llegada del nuevo Obispo, las fotografías y el resumen de aquellos días festivos.
Esperamos que las siguientes páginas sirvan para llenar otro de los vacíos semanasanteros conquenses los cuales poco a poco vamos vislumbrando, retrocedamos pues ciento tres años.
Perspectiva poco conocida del casco antiguo de Cuenca, tomada por Narváez en 1922. La Torre de Mangana, barrios y andamios de la Catedral despuntan contra el paisaje rocoso de la hoz de Júcar. A la derecha el obispo D. Cruz La Plana.
Fotografía: Toribio Narváez
Cuenca, cuaresma de 1922
A diferencia de otros años, nada conocemos sobre los preparativos de aquella Semana Santa de 1922. A pesar de los cinco periódicos de la ciudad y otros de tirada nacional, nada fue publicado al respecto: avances, planes, reuniones preliminares, hermandades o instituciones. Todo debió suceder sin divulgación ni anuncio, pero continuaron las costumbres, las tradiciones y la religiosidad. Los periodistas sólo reflejaban en sus columnas: críticas, quejas por desempleo, insalubridad de barrios periféricos, reuniones liberales, etc.1
Sin embargo, durante la Cuaresma de aquel año los conquenses se habían volcado en otro asunto importante, los preparativos para recibir a su nuevo Prelado, D. Cruz Laplana Laguna. Lo recibieron el Sábado de Pasión, de una forma impresionante, según citan:.”.-… no se había visto nunca tanta multitud en la ciudad”, artículos y un periódico extraordinario del gran evento así lo manifestaron. Siete arcos triunfales construidos para el recibimiento, bajo los cuales pasaron todas las procesiones días después, con Cristo y los nazarenos de la antigua ciudad. Gracias a dichos arcos hoy podemos datar e ilustrar aquel 1922.
(En prensa)
El pasado Sábado de Pasión los conquenses recibimos a nuestro nuevo obispo Ilmo. Sr. D. Cruz Laplana. Llegó a Cuenca a las cuatro de la tarde en el tren correo, siendo aclamado por toda la población y autoridades, la animación era extraordinaria, miles de forasteros habían llegado con tal objeto. Durante el viaje su Ilustrísima ya había sido objeto de grandes elogios en Sta. Cruz de la Zarza, Tarancón, Huete y Chillarón.
Una vez terminadas las representaciones en la estación se puso en marcha una gran comitiva para hacer la entrada solemne en la ciudad. Por deseo del Prelado se hizo a pie abriendo marcha una sección de guardias a caballo; a continuación iba el Sr. obispo con el gobernador civil y el alcalde de Cuenca, detrás, la muchedumbre de comisiones, seguida de un enorme gentío; algunas personas dispararon cohetes y había muchachas vestidas con trajes típicos de serranas. El nuevo Prelado saludaba con todo cariño a los balcones, quitándose el sombrero y dando la bendición a toda la gente.
Durante la Semana Santa los arcos para recibir al Obispo D. Cruz Laplana se mantuvieron en pie. En esta imagen el construido por los simpáticos hermanos Aixa y la empresa del Salto de Villalba a la entrada de Carretería junto al Jardinillo.
Fotografía: J.L. Muñoz, R. de la Rosa. La Casa Caballer, 2009. Edic. Olcades. Cuenca.
1. A Cuenca todavía no había llegado el teléfono, las carreteras principales eran malas y las secundarias casi no existían, las obras del ferrocarril y las de la Catedral estaban paradas desde hacía tiempo, etc. (VVAA. En prensa. Cuenca. 1922)
2. EQUIS. “La llegada del Prelado”. La Razón. Cuenca. 10/04/1922.
3. AURELIO TORRALBA. BANDO EN LA SEMANA SANTA DE CUENCA. El Día de Cuenca. 12/4/1922.
8 de abril. Llegada a Cuenca del Obispo D. Cruz Laplana 2
Arcos Triunfales
El paso de la comitiva, hasta la Catedral, fue saludado con prolongadas aclamaciones unidas al aspecto hermosísimo de las calles engalanadas, con vistosas colgaduras y arcos triunfales. Han sido construidos por: la Empresa del Salto de Villalba, Banco Zaragozano, Cámara de Comercio, Centro de A.C. de San Julián, P. Socorro y Ayuntamiento. Han constituido una parte del recibimiento más clamoroso y entusiasta que en Cuenca se recuerda. En el primero, emplazado al pie de los jardinillos de San Francisco, luce la inscripción, en latín “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Ha destacado, igualmente, el arco monumental, y suntuoso, del Banco Zaragozano, de siete metros de altura, forrados los castillejos por artísticos lienzos; estará en pie durante toda la Semana Santa y tiene la siguiente inscripción latina: “Benedictio Domini super te et super populum tuum” y está coronado por un facsímil de la Basílica del Pilar de Zaragoza. El Prelado ofrecía una faz radiante, de semblante noble y vivo, que causó una excelente impresión. Sea bienvenido a nuestra tierra el Ilmo, Sr. D. Cruz Laplana y quiera el Cielo concederle todo el acierto necesario en tan difícil misión y muchos años de satisfacciones y venturas. Su venerable predecesor le había asegurado que los conquenses eran inmejorables, y por tanto que nada temiera.
Ilustres Visitantes
Han llegado a Cuenca, procedentes de Madrid, el ilustre pensador José Ortega y Gasset, el insigne novelista Pío Baroja, el profundo pedagogo Domingo Barnés y el catedrático Juan Dantín Cereceda. Visitarán la ciudad, Palomera, Villalba y Uña.
12 de abril de 1922 BANDO DEL SR. ALCALDE
HAGO SABER: Que en la actual Semana Santa se celebrará la solemnidad religiosa conmemorativa de la Pasión de Jesucristo; y aun cuando es tradicional el sentimiento que inspira al vecindario esta clase de culto, haciendo estéril el ejercicio de facultades coercitivas para conservar el orden público, habré de recordar las disposiciones que haré cumplir corrigiendo las infracciones que se cometan. En su virtud vengo a disponer: Que desde la siete de la noche del próximo miércoles hasta el sábado inmediato, queda prohibida la circulación de carruajes por la vía pública, excepto los de las autoridades, correos o coches de funeraria. Queda prohibida la instalación de puestos en la vía pública, reunirse en ella produciendo escándalo y proferir palabras malsonantes, que si en todo tiempo desdice de la cultura de nuestros convecinos, en la presente Semana han de hacerse cumplir las prevenciones con mayor rigor. Se corregirá toda acción irreverente cometida en los templos, de palabra o con actos que reflejen intención de cometerla. Estarán cerrados los establecimientos de comestibles o bebidas durante el tiempo que las procesiones inviertan en su recorrido. Se prohíbe, que el sábado Santo, cantado que sea Gloria, disparar armas, petardos o cohetes, respondiendo de la infracción sus autores o dueños donde aquellos tengan efecto. Los agentes de mi autoridad harán cumplir las prevenciones anteriores, cuyas infracciones se castigarán con multa de 5 a 50 pesetas, sin perjuicio de pasar el tanto de culpa a los Tribunales. 3 Cuenca, 11 de abril de 1922. Aurelio Torralba.
El Prelado D. Cruz La Plana posando con un grupo de personas en una calle de Cuenca a comienzos de los años veinte.
D. Aurelio Torralba, alcalde de Cuenca de 1922.
Colección: Rafael Pérez Caballero
Pío Baroja
Miércoles Santo
12 de Abril.- A las nueve de la mañana Misa conventual en la S.I. Catedral, cantándose la Pasión según San Lucas. A las tres de la tarde, en la expresada iglesia, se cantarán los Maitines o Tinieblas y al final un Miserere a toda orquesta. A las ocho de la noche, saldrá de la parroquia de San Esteban la procesión del Silencio, en la que forman los pasos: Jesús Orando en el Huerto, El Beso de Judas, Jesús en el Pretorio, Arrepentimiento de San Pedro, Jesús ultrajado ante Anás y Caifás y Nuestra Sra. De la Amargura con San Juan Apóstol.
Jueves Santo
13 de Abril.- A las ocho de la mañana en la S. I. Catedral, y a las nueve en las iglesias parroquiales, se celebrarán los Oficios propios del día, quedando expuesto su Divina Majestad en los Monumentos hasta las nueve de la noche. En los oficios de la S.I.C. tendrá lugar la solemnísima ceremonia de la Consagración de los Santos Óleos por el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis. A los oficios de la parroquia del Salvador, concurrirá en corporación el muy Iltre. Cabildo de Caballeros de Nuestra Sra. De la Soledad y Santo Sepulcro. A las tres de la tarde, se hará en la Catedral, por el Excmo. Sr. Obispo, la piadosa, edificante y humilde ceremonia del Lavatorio de los pies a doce pobres.
A las cuatro de la tarde, saldrá de la ermita de San Antonio Abad la procesión de Pasión que organiza la Archicofradía de Paz y Caridad, y en la que forman seis hermandades presididas por el Santísimo Cristo de las Misericordias, con los pasos: Jesús orando en el Huerto, Jesús en la columna, Jesús con la Caña, Santo Ecce-Homo, Jesús Nazareno con el Cirineo y Ntra. Sra. De la Soledad.
Viernes Santo
14 de Abril.- A las cuatro de la mañana, se expondrá de nuevo a S.D. M. en los Monumentos, hasta los Oficios propios del día, que se celebrarán a las nueve, en la S.I. Catedral, cantándose en ellos la Pasión, según San Juan, haciéndose la Adoración de la Santa Cruz y procesión del Santísimo desde el Monumento a la Capilla Mayor.
A las seis de la mañana saldrá de la Iglesia del Salvador la procesión Camino del Calvario, en la que forman los pasos: Jesús Nazareno caminando cargado con el peso de la Cruz, Jesús Nazareno caído bajo el peso de la Cruz y la Verónica con el Santo Rostro, San Juan Apóstol y Evangelista y Ntra. Sra. De la Soledad, con sus respectivas hermandades.
A las diez de la mañana, de dicha parroquia del Salvador y de la de San Esteban, saldrá la procesión En el Calvario, compuesta de las hermandades y pasos: Crucifixión, Exaltación de Jesús Crucificado,
Agonía, Muerte y Lanzada, Descendimiento y Nuestra Sra. de la Piedad o de las Angustias.
A las tres de la tarde, tendrá lugar en la parroquia del Salvador y en la ermita de Ntra. Sra. de las Angustias, el ejercicio del Vía-Crucis, predicándose en ambas iglesias el sermón de Soledad.
A las cinco de la tarde, saldrá de la parroquia del Salvador, la solemne procesión del Santo Entierro, con asistencia de los acogidos en la Casa de Beneficencia, de todas las Hermandades, Seminario, Cabildo Catedral y de Santa Catalina, Excmo. Ayuntamiento bajo mazas, Gobernadores civil y militar y el Excmo. Sr. Obispo con el tribunal eclesiástico. En esta procesión forman los Heraldos de la Fama y de Armas, Niños Pasionarios, Marta, Samaritana, Verónica y las tres Marías; los Caballeros de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Sepulcro que la costean y que concurrirán con los hábitos y distintivos Capitulares.
La ermita de Nuestra Sra. de las Angustias estará abierta todo el día y noche de Viernes Santo hasta el toque de Gloria del Sábado, en cuyo tiempo harán compañía a Ntra. Sra. en Soledad, los hermanos de la Congregación y fieles difuntos.
Todas las procesiones harán estación frente a la S.I. Catedral, recorriendo las carreras acostumbradas de años anteriores y concurrirán los cofrades vistiendo las túnicas peculiares de cada Hermandad o Paso. A todas asistirán las bandas de música provincial y municipal, y por las capillas correspondientes será entonado el tradicional y patético miserere.
Sábado Santo o de Gloria 15 de Abril.- A las ocho de la mañana, en la S. I. Catedral y en las demás Iglesias se celebrarán los Oficios y Misas de Gloria, haciéndose un repique general de campanas a la indicación de aquella.
4. Semana Santa en Cuenca. Programa de las funciones religiosas con que se celebrará la Semana Santa del año 1922. La Razón. Cuenca 10 de abril de 1922.
Admirable fotografía del Santo Ecce-Homo de San
Coloreada en los años veinte del siglo pasado, nos acerca a la dimensión artística que poseía. Desapareció durante los desmanes de la guerra en 1936; alguna versión apunta sobre su salvación rumbo a Madrid.
Gil. Procesión de Jueves Santo de Cuenca.
Fotografía: Colección E. Valero
La extraordinaria y famosa fotografía del paso de la Exaltación, tomada por Campos en la Semana Santa de 1922. El gran arco triunfal del Banco Zaragozano destaca sobre el Cristo del Amparo (casi nadie recuerda que también se salvó de la Guerra Civil), los banceros y toda la composición forman un cuadro único.
Fotografía: Rafael Campos/ Prensa Española
Con un tiempo primaveral, excelente, se han celebrado este año las procesiones tradicionales y solemnes del Miércoles, Jueves y Viernes Santo. Ningún suceso lamentable ha venido a turbar el tranquilo recogimiento del numeroso público que disgregado por Carretería y la Correduría hasta la Plaza mayor, ha presenciado el paso de las Cofradías. Los magníficos pasos, algunos de relevante mérito, han sido admirados una vez más por los espíritus cultos y religiosos que en ellos sintetizan la magnitud del sacrificio que culminó en el Calvario.
Días son estos en que la humanidad vuelve los ojos hacia Aquel que nos dio, a la par que sublime ejemplo de humildad y amor, una nueva vida, vida de cristianos, haciéndonos hermanos suyos. Los egoísmos andan sueltos, las ambiciones desatadas, los vicios y las concupiscencias de todo género se muestran descaradamente por doquier, haciendo presentir la llegada de la bestia del Apocalipsis que habla el Apóstol.
En las iglesias se han celebrado las solemnidades religiosas propias de estos días con regular asistencia de fieles, excepto en la Catedral, joya admirable de arquitectura, donde aquellos se congregaron en número considerable para oír la elocuente palabra del Magistral nuevo en este Cabildo y cuyo sermón de Mandato no defraudó las esperanzas de los oyentes,
Nosotros asistimos a los Divinos Oficios en San Esteban y hemos de confesar con cuanto dolor vimos al Sr, Cura párroco desempeñar su santa misión completamente solo. En una capital de provincia donde abundan los sacerdotes, no se explica, no comprendemos al menos, como en estas solemnidades no se ha cuidado un poco más de que la parroquia de San Esteban no estuviese a la altura de cualquier aldea.
5. La Razón, 17 de abril de 1922. Fdo. “Z”.
El largo recorrido de las procesiones influye sin duda para que en determinados trayectos se desorganicen un tanto. No es culpa de los hermanos, sino de la autoridad que no da o no obliga a cumplir con toda diligencia las órdenes necesarias. Así, por ejemplo, el cordón de guardias que marcha detrás de la Presidencia debiera ser menos numeroso y en cambio podían destinarse algunos que detrás de la música cerrasen el cortejo, evitando que el público se mezcle con los músicos y dé la sensación de que el pueblo es el que toca, tanto más que este año, por carecer de uniformes la banda municipal, el contraste se hacía más llamativo. No vemos razón para que solamente en la procesión del Santo Entierro sea tenido en cuenta este detalle. Nuestro bondadoso Prelado presidió la última de estas procesiones y nos consta que por su parte no ha puesto la menor dificultad para que el entierro de Cristo pase por Carretería.
Todas las procesiones suben hasta la Plaza Mayor sin pararse a discutir si el peso de las imágenes sería causa bastante y muy justificada para limitar su curso a la parte menos accidentada de la ciudad. Solo aquella que conduce la del Sepulcro y la Soledad exclusivamente, es la que produce escrúpulos, ignoramos de que naturaleza, para no descender hasta la Carretería.
En fin, pequeños lunares, que no han empañado la brillantez de las tan renombradas festividades religiosas de esta capital invadida de forasteros de los pueblos próximos. Y no digamos nada del mujerío, de sus galas, de su belleza, acariciada blandamente por el céfiro de la primavera, jugueteando coquetona con las blondas de la clásica mantilla. Sol radiante, azul purísimo de cielo, brotes de rosas y claveles perfumando el ambiente, mujeres bellas envueltas en tules, gasas y encajes…
Fotografía muy poco conocida de la antigua y desaparecida Virgen de las Angustias en su ermita el día de Viernes Santo. En las manos presentando los atributos de la Pasión.
Detalle del Paso de Jesús Caído y la Verónica bajo el arco que tenía la Basílica del Pilar en honor al obispo D. Cruz La Plana. Procesión Camino del Calvario de 1922
Fotografía: col. particular Fotografía: Campos
El antiguo Paso del Cristo de la Luz (vulgo de los Espejos) cruzando bajo un arco monumental en Carretería. La inscripción: “Benedictio Domini super te et super populum tuum” estuvo dedicada al nuevo Obispo D. Cruz la Plana
Fotografía: R. Campos
Apreciable fotografía del Jesús de las Seis y su Hermandad bajo el arco del Banco Zaragozano. Procesión Camino del Calvario de 1922 en Cuenca.
Simulando a fariseos y escribas Froilán Aguilar y Timoteo Aguilar ya salían en Las Turbas antes de la Guerra Civil.
El gran Paso del Descendimiento de San Esteban con sus banceros posando bajo otro de los arcos en la Semana Santa de 1922 Fotografía: Colección familia Aguilar Fotografía: Prensa Española