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San Roque, la llaga y el perro

¿POR QUÉ SAN ROQUE TIENE UNA LLAGA EN LA RODILLA? ¿POR QUÉ VA ACOMPAÑADO DE UN PERRO? ES UN SANTO DE CARNE Y HUESO, HISTÓRICO, O ES UN ARQUETIPO MITOLÓGICO NUESTRO SAN ROQUE? QUÉ CONEXIONES TIENE CON LA MITOLOGÍA CLÁSICA?

Uno de los rasgos que nos permite reconocer san Roque a simple vista es una llaga que tiene sobre una rodilla y que muestra ostensiblemente con la falda arremangada y, en ciertos casos, señalándola con el índice de una mano. Las dos imágenes arenyenques principales que conservamos de este santo respetan fielmente esta iconografía. Ahora bien: hay varias imágenes a lo largo de la geografía ibérica que no vienen marcadas con ninguna llaga, sino que el santo sólo enseña la rodilla. En Juan Atienza, a su Santoral Diabólico, es quien ha precisado que “la rodilla izquierda desnuda es signo inequívoco de iniciación en el lenguaje esotérico” Una iniciación que, eventualmente -sobre todo entre las hermandades de constructores-, está relacionada con la rótula del compás que sirve para trazar los planos de la Casa de Dios y que, en cualquier caso, desde las primitivas sociedades iniciáticas hasta el ritual massònic, sirven para que los adeptos reconozcan que ha recibido la iniciación “. El autor cree que” la llaga es un añadido totalmente espurio, puesta por quienes desconocían el significado real de la rodilla desnudo o por quienes lo querían disimular a toda costa “. Y concluye:” es corriente que imágenes de san Roque que no lucían la llaga en cuestión, el tengan añadida por arreglistas posteriores que querían dar a aquella actitud un sentido directo y no simbólico “. Yo tengo mis reservas. Por lo pronto, aunque la historia nos diga que San Roque fue un apestado, no hay ninguna manifestación de esta enfermedad que se nos pueda ejemplificar con un solo estigma. Según la tradición neotestamentaria, unos de los momentos claves para la revelación de la resurrección de Cristo es el punto en el que éste muestra sus heridas a los apóstoles, después de muerto. Más adelante, el cristianismo naciente se sirvió con creces, con fines apologéticas, y convirtió la plasmación de la conocidísima escena de Santo Tomás tocando las llagas de Cristo en un arquetipo de la fe, aunque fuera de “la falta de fe” . No es de extrañar, pues, que como señal de esta misma fe, también Francisco de Asís pudiera mostrar unas heridas similares. Con esto quiero decir que la señal de un estigma, ya fuera en las manos, los pies, en un lado o, como el caso de San Roque, sobre una rodilla, no ha de querer expresar forzosamente una enfermedad corporal, sino la señal inequívoca de una

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iniciación mística, trascendente, divina. Y que los pintores que añadirían el detalle de la llaga sobre la rodilla desnuda del santo -que el Atienza blasmava- no tendrían porqué disimularse, sino más bien afianzar este signo mismo de trascendencia. Otro rasgo primordial a la hora de proseguir la lectura simbólica de la imagen del santo es que siempre es representado con el estigma en una pierna. Si se hubiera querido representar -como se dice- las marcas de la peste, tanto le habrían herido un brazo, como un hombro, la cara, una mano, cualquier otra parte del cuerpo digna de ser enseñada a los devotos o todas a la vez. Y eso no pasa nunca. San Roque siempre viene representado con una pierna llagada y suficiente, con frecuencia la izquierda. El hecho en sí, aislado, sólo tendría el sentido místico cristiano anteriormente aludido. Pero el 16 de agosto también era celebrado por la gente de la aldea de Paüls de Brai, en la Terra Alta. Por el Amades sabemos que la imagen de San Roque, aquí, y como caso insólito, “mostraba la pierna vendada”. Bajo mi punto de vista, esto evidencia una herida de una dimensión diferente a la habitualmente conocida, lo que llegó a desconcertar nuestro insigne folclorista. El Amades también narra que antiguamente sacaban la imagen de San Roque en procesión por las afueras de la población y entre los campos, pero que “al llegar a un punto determinado, los portadores de la imagen la dejaban en el suelo y todos los asistentes a la procesión, desde cierta distancia, las emprendían a golpes de higo contra el santo y no paraban hasta que lo tumbaban. para evitar que la imagen cayera al suelo la tenían atada por una pierna al parihuela que le hacía de vehículo “. Aunque el Amades no hable, yo veo una relación de causalidad entre el hecho de tumbar al santo y llevar la pierna vendada. Sería como si la gente de Paüls rememorara que su patrón tiene la pierna dañada a consecuencia de una caída, pero que es justamente esta caída la que le otorga el significado de poder religioso. Si mi conjetura se pudiera verificar a través de otros rastros similares, manifestados por alguna tradición diferente de san Roque, encontraríamos que nuestro patrón pequeño tiene una historia parecida a la de ciertos personajes cojos de nuestro mundo legendario. Cuando el Amades recoge la rondalla “De qué viene que haya cojos”, nos dice que proviene del viaje que un soltero muy valiente hizo por el cielo, hasta llegar al Sol. Una vez aquí, los vientos empezaron a soplar y lo hizo rodar abajo hasta el suelo. “Cayó en medio de un campo y el golpe fue tan fuerte que quedó cojo”. El relato, que nos muestra un héroe en ascensión celestial, es un claro exponente de la vinculación de la cojera a las técnicas chamánicas de la iniciación y del éxtasis. Como antes ya he señalado que San Roque era un iniciado, ahora se hace más fácil de comprender por qué la gente de Paüls también doblaba su imagen en medio de un campo. La cojera del santo nos lleva al Dios precatòlic -el demonio-, porque este también era cojo y se manifestaba en las rocas y cuevas, y se la adoraba con hogueras. Finalmente, y hablando de divinidades arcaicas y de hogueras, un san Roque cojo nos remitiría directamente al dios griego del fuego, Hefesto, el cual, según La Ilíada, fue precipitado fuera del Olimpo por Zeus. Después de una caída de un día entero, fue a chasquear en la isla de Lemnos, donde se estropeó el pie. Parece que, algunas funciones de Hefesto, serían asimiladas posteriormente por Aquiles, pues éste, recibiría las armas del dios para ir a la guerra de Troya y, como el dios mismo, también tendrá un pie emblemático: una flecha de París, clavada en su talón derecho, le provocó la muerte. Todo ello parecería gratuito si no fuera que Jacobo de la Vorágine, un dominico italiano del siglo XIII que fue arzobispo de Génova, en uno de los recopilaciones hagiográficos medievales más interesantes que tenemos, titulado La Leyenda Dorada, no nos describiera que san Roque “va cayó enfermo por razón de una saeta que se le clavó en la pierna izquierda “. Pel que fa a la simbologia del gos, diu la llegenda que sant Roc era al carrer, empestat, i un gos que passava se’n va compadir i, a força de llepar-li les nafres, el va guarir. Perquè el sant pogués alimentar-se, el gos cada dia robava un pa i li portava. Quan l’home va estar bé, el gos el va seguir i van anar junts arreu fins que es va morir. En parlar-nos de la festa de sant Roc, a Barcelona, l’Amades ens consigna que “és creença popular que cada dia, de bon matí, el gos de sant Roc volta per tota la ciutat, sense deixar ni un sol carrer ni una sola plaça i fa fugir els gossos folls. Per això cal recollir el pa que hom vegi llançat pel carrer i posar-lo en un raconet perquè quan passi el gos de sant Roc se’l pugui menjar”. Així, els qui actuaven correctament podien estar segurs que mai no els mossegarà cap gos foll, ni patiran de ràbia, perquè el gos de sant Roc els en preservarà. L’Amades observa, encara: “Portada per aquesta creença, la gent invocava el gos i deia que l’endemà de sant Roc era san perro , y seguía haciendo luz en la imagen, cantando los gozos y haciendo oración, dedicados, sin embargo, no al santo, sino al ca”. Al perro de la imagen de San Roque que se venera en la capilla de la Plaza Nueva se le habían hecho ofrendas y aun presentalles. Hoy es el único día que era permitida la entrada de Moros y Cristianos | 37

los perros en las iglesias, interdita durante el resto del año en virtud de la creencia de que una de las maneras preferidas por el demonio para disimular su presencia era la de tomar la figura de perro “. De la descripción popular del Amades de la fiesta barcelonesa, se pueden sacar las siguientes conclusiones en clave religiosa. La primera es que el santo tiene un perro de compañero de camino o de viaje. Ahora bien: el perro es, en el lenguaje iniciático, el guía del alma del místico en el Más Allá. Por eso mismo, el perro o el lobo, que a menudo se confunden en un solo animal -como en el caso del Mal Cazador, en el que los perros encantados que le siguen son a menudo considerados llops- acompañan San Francisco, San Bernardo, Tobías o Santa Quiteria. Asimismo, en las regiones septentrionales de Europa, según nos reporta En Louis Charbonneau-Lassay a El Bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y la Edad Media, antes de la reforma luterana, “se relacionaba el lobo con el simbolismo de Cristo”. Y, además, el mítico personaje de los orígenes de la Cataluña católica, Otger Cataló, fue curado, de las heridas recibidas en combate, por un galgo. No es de extrañar, pues, que si este perro era el guía espiritual de san Roque, le llevara pan. Hoy día, el hecho de llevar o dar pan a alguien no tiene ningún mensaje simbólico encerrado. Pero tratándose de un mundo legendario o mítico, de connotaciones religiosas ineludibles, sí; dado que la ingestión de un pan hecho con trigo que contuviera el hongo del cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea) -tal como demuestran el químico Albert Hofmann y el etnomicòleg Gordon Wasson en su libro El camino a Eleusis. Una solución al enigma de los misterios - provocaba grandes visiones. Himno a Deméter, diosa de los cereales, se nos habla de los misterios que contemplaban los que ingerían el pan sagrado. Dice el texto: “Feliz, entre los hombres terrenales, quien los ha contemplado: porque el no iniciado en estos misterios, el que no participa, nunca disfrutará de igual suerte que aquel que, después de la muerte, descienda a la oscuridad tenebrosa “. Hay una segunda observación muy relevante a hacer: en Barcelona se había llegado a rendir culto al perro de sant Roc, al que se llamaba también “santo”. Esto me permite conjeturar que el culto originario fue el de un perro divino que, posteriormente, por las exigencias populistas impuestas por el nuevo guión católico, llegó a encarnarse en el personaje de San Roque o en su amigo inseparable. Ya hemos visto también cómo el Demonio tomaba la forma de perro. Pues bien: bajo esta apariencia era también venerado. Asimismo, entre los egipcios la vinculación dios-perro es evidente en Anubis, que tiene el cuerpo de hombre y cabeza de chacal o perro. Elisa Castel, a su Diccionario de Mitología Egipcia, Nos innova que Anubis “fue uno de los primeros dioses del Más Allá”, y que era tenido, como Dios los difuntos. “Como dios titular de los sacerdotes embalsamadores, estaba relacionado con la magia y las artes adivinatorias; era el guardián de las necrópolis que acoge los difuntos en la puerta de la tumba y los guía en el otro mundo, asistido a veces por otro dios chacal, con quien puede ser confundido: Upuaut «el Abridor de Caminos» “. Anubis era “Señor de las Cavernas” en Deir-Rifeh y el encargado de iluminar los difuntos con la luna, que llevaba en las manos. Pero también San Roque resucitar los apestados que habían muerto y, tal como Anubis, por la razón etimológica del nombre, debe tener una relación directa con la roca o la cueva de la resurrección iniciática. Lo que hace sentido si sabíamos que los antiguos sepultureros tenían san Roque por patrón y que antes se creía que el día dedicado al santo las piedras crecen. No nos debe sorprender, por tanto, que veneraran san Roque también los Molero, los canteros, los marmolistas, los empedrador y los mineros. Y, así como Anubis, los Textos de los Sarcófagos, tiene como madre la Vaca Hesat y que, en función de este parentesco lleva el título de “Señor de las Vacas Lecheras”, por lo que a menudo se le encuentra haciendo donaciones de leche junto a Isis en las tablas de ofrendas, también se dedicaba al día siguiente de San Roque, pero día aún repleto de actos cultuales los perros, en Sant Mamet -en una clara alusión a la mama o mamella-. A las ermitas que le eran dedicadas acudían las mujeres jóvenes en edad maternal para que el santo las hiciera ser buenas lecheras y sus niños tomaran bien el pecho.

José Salvador Ronda Crespo

Secretario de la Cofradía de Sant Roc

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