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Una jarrera por Atapuerca

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UNA JARRERA POR ATAPUERCA

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Yacimiento de Gran Dolina, nivel superior (TD10) dentro del complejo de “Trinchera del Ferrocarril”.

Este pasado verano, tuve gracias al CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana), la estupenda oportunidad de formar parte del equipo internacional de arqueólogos que estuvieron trabajando en los distintos yacimientos del Proyecto de Atapuerca.

A estas alturas, imagino que prácticamente todos los jarreros conocerán Atapuerca, o como mínimo, habrán oído hablar de estos yacimientos, considerados como el “Olduvai” de la Península. A modo de pequeño resumen, la sierra de Atapuerca es una pequeña elevación que se sitúa a unos 15 km al este de Burgos. Las cuevas que alberga la sierra forman una secuencia subhorizontal de tres niveles de conductos, de los cuales destacan el Sistema de Cueva Mayor-Cueva del Silo, Cueva Peluda, así como las entradas colmatadas de las cavidades de Trinchera: Sima del Elefante, Gran Dolina y Complejo Galería.

En la campaña de 2016, fueron varios los yacimientos excavados simultáneamente: dentro de la trinchera de ferrocarril, se excavaron Sima del Elefante, Galería, y dos niveles de Gran Dolina, el nivel superior (TD10) y un nivel inferior (TD4). En Cueva Mayor, continuaron las excavaciones en los yacimientos de Portalón, Sima de los Huesos y Galería de las Estatuas. Cueva del Mirador también fue excavada, y por último, se realizaron una serie de prospecciones y sondeos tanto al aire libre, como en conductos del sistema kárstico de Atapuerca. Igualmente, un grupo de investigadores se dedicó al lavado de sedimentos de la trinchera en el río Arlanzón, mientras se realizaban diferentes prospecciones geofísicas.

Yo fui instalada en el nivel superior del yacimiento de Gran Dolina, TD10, el cual registra las últimas fases de ocupación humana de este yacimiento. Su excavación en una superficie de 90 m2 ha permitido documentar las mayores concentraciones de restos arqueológicos descubiertas has-

Algunos de los restos encontrados en la campaña de 2016.

ta la actualidad en los yacimientos pleistocenos de la sierra de Atapuerca. Gran Dolina se trata, por tanto, de la entrada de una cueva, enclave referencial dentro del entorno de la sierra con gran cantidad de restos acumulados a lo largo de los periodos en que ésta fue usada por grupos homínidos durante el Paleolítico inferior final y el Paleolítico medio antiguo (aprox. Hace 500.000 y 300.000 años).

Principalmente, lo que encontramos eran restos de fauna y herramientas de piedra (sílex, cuarcita, arenisca…) desechados por grupos de homínidos tras procesar las carcasas de animales obtenidos mediante la caza (ciervos y caballos principalmente, aunque en algunos niveles aparecen bisontes). Mi labor allí consistía, igual que los demás arqueólogos, en ir rebasando el tramo inferior del nivel en el que nos encontrábamos, TD10.3, excavando mediante un sistema ordenado de cuadrículas, y descendiendo aproximadamente una semitalla (5 cm) por vez. De esta forma, nos asegurábamos de llevar una pseudohorizontalidad que aproximadamente coincide con la que mostraban los niveles de deposición de sedimentos. Cada vez que aparecía un resto arqueológico, tanto lítico como óseo, lo extraíamos con mucho cuidado y delicadeza, para consolidarlo, introducirlo en bolsas y registrarlo. Debido a la gran cantidad de personas que trabajábamos en este yacimiento (unas 20-25), todos utilizábamos PDAs en las cuales almacenábamos todos los datos posibles (número de registro, ubicación de cuadrícula, ubicación respecto a ejes X e Y, profundidad, medidas, orientación, estado de conservación, etc), y luego imprimíamos en pegatinas para identificar estas bolsas. mos los materiales que habían aparecido, los siglábamos, los observábamos a microscopio y lentes en busca de marcas de corte, desgaste o uso, los restaurábamos, y por último, los clasificábamos para mandarlos a estudio.

Si bien las capas superiores de este nivel se caracterizaban por presentar las mayores concentraciones de restos arqueológicos, la capa excavada este verano ha presentado una menor concentración, y sin embargo, el registro recuperado ha reflejado una gran diversidad animal (caballo, ciervo, bisonte, rinoceronte, león, lobo… apareciendo estos últimos representados sobre todo en forma de marcas sobre los huesos de sus presas). Con respecto a los instrumentos de piedra, han aparecido diferentes bifaces de sílex, pertenecientes a la cultura Achelense que han permitido establecer modelos sobre la actividad de estos homínidos (preneandertales en este caso) y el modo en que compartían el espacio con estos depredadores.

La experiencia de haber podido ser parte de un equipo de trabajo e investigación tan potente como es el del Proyecto de Atapuerca, para mí como arqueóloga ha supuesto un orgullo tremendo, así como un gran desafío ya que, pese a ser prehistoriadora, nunca había excavado en un yacimiento tan antiguo, y tuve que adaptar mi trabajo a una metodología completamente nueva, así como hacer mi ojo, a un tipo de

Documentando una lasca minúscula de sílex cretácico. restos completamente diferentes a los que yo estoy acostumbrada a encontrar. Sin embargo, puedo decir con seguridad que ha sido una de las mejores experiencias en las que he podido aportar mi granito de arena, y sobre la cual esperemos este verano, poder repetir de nuevo.

Por lo tanto, jarreros interesados en conocer un poquito más sobre nuestros orígenes como especie y a nuestros antepasados remotos, os aconsejo, si no conocéis los yacimientos, que los visitéis, a poder ser en época estival, para que, además de llevaros una gran lección de historia, podáis conocer nuestro trabajo de primera mano. ¡Merece la pena!

Marta Pérez Angulo

Arqueóloga doctorada en el departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología (UPV/EHU) Investigadora agregada del Instituto de Estudios Riojanos

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