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La Banda Municipal de Música en mi recuerdo
from Haro Fiestas 2017
by editorialmic
ARTÍCULOS
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Por Ricardo López de Heredia Suso
Ex-Componente de la Banda de Música de Haro y Ex-Subdirector de la Banda de Música de Miranda
La gran Banda de Música de la década de los años 40 y comienzos de los 50.
Empezaré diciendo que mi gran afición a la música nació conmigo el día 15 de abril de 1936 en la calle Conde de Haro nº 18. O también puede ser genética, puesto que mi abuelo materno Ricardo Suso, al que no llegué a conocer, según referencias fue músico durante las dos últimas décadas del siglo XIX y los once primeros años del XX, llegando a fundar la Banda de Música denominada Santa Cecilia.
Llevado de esta afición, al cumplir los nueve años, que era la edad que entonces se exigía para estudiar música, ingresé en la Academia Municipal de Música donde me fueron impartidos los conocimientos de Teoría y Solfeo por el Director D. Miguel de la Fuente y el Subdirector José María Bacigalupe, cariñosamente conocido como el Tío Mari.
Estando a la espera de que me fuera asignado un instrumento, el día 12 de octubre de 1948 después de escuchar el concierto en la Plaza de la Paz, subía por el Taranco en dirección a mi casa cuando D. Miguel, que venía por detrás, me llama y me dice: Yo le contesté que encantado y a los dos días comencé a dar clases diariamente con él. Por lo que puedo decir, sin faltar a la verdad, que todo lo que he desarrollado con el oboe durante 12 años en la Banda de Haro y 52 en la de Miranda de Ebro, se lo debo única y exclusivamente a D. Miguel de la Fuente Álvarez.
Un gran amigo mío, jarrero como yo, me dice que le gustaría que escribiera algo sobre mis recuerdos de la Banda Municipal de Música de Haro durante los primeros años como componente de la misma.
Estrujando la memoria, paso a satisfacer en lo posible sus deseos.
Ricardo López de Heredia, con la Banda de Miranda.
Ya en febrero de 1950 me dijo que empezara a ensayar con la Banda, y el día 25 de junio, festividad de San Felices, ingresé como componente de la misma.
La Banda contaba entonces con alrededor de 35 miembros, algunos de los cuales eran muy buenos músicos.
Por aquel tiempo, y desde varios años atrás, desde noviembre hasta marzo se ofrecía un concierto mensual en el Teatro Bretón de los Herreros patrocinado y organizado por la Asociación cultural denominada Agrupación Recreativa Pro Arte, A.R.P.A. En estos conciertos se interpretaban obras de cierta dificultad lo que nos obligaba a tener ensayos extraordinarios llegando en ocasiones a ensayar todos los días de la semana: lunes y jueves, madera; martes y viernes, metal y percusión; y miércoles y sábados todos.
En uno de estos ensayos se estaba preparando la obertura Oberón de C. M. Weber, que comienza con un solo de trompa, instrumento que entonces tocaba José Pérez Uriarte, popularmente conocido como Montoya. Empieza el ensayo y el Director corta y le hace unas observaciones a Montoya y éste le responde:
• D. Miguel, que anoche se lo oí tocar a
Morales en la radio y lo hacía así (Morales era el solista de trompa de la Orquesta Nacional de España, O.N.E.)
• Mire, le contesta D. Miguel, Morales es
Morales y Montoya es Montoya, y Morales lo toca como Morales y Montoya lo tiene que tocar como Montoya.
Esta contestación siempre la he tenido muy en cuenta pues, efectivamente, cada uno debe de tener su personalidad propia e interpretar la música como la siente sin tratar de imitar a nadie por muy profesional que sea.
Poco pude disfrutar de estos conciertos de invierno, ya que en el año 1952 dejaron de realizarse por motivos que ignoro.
Por aquellos años se interpretaban conciertos al aire libre todos los domingos y días festivos desde el Domingo de Pascua de Resurrección hasta el último domingo de octubre además de los días de Navidad, Año Nuevo, Reyes y San José, estos cuatro últimos en la Plaza de la Paz. Esto obligaba a que tuviéramos un repertorio muy extenso y muy bien preparado. Los ensayos se verificaban los martes y los viernes y si algún festivo coincidía con esos días de la semana se tocaba sin ensayar.
Recuerdo un día 15 de agosto que me dirigía al concierto a la Vega y en las inmediaciones del kiosco estaba D. Miguel con un grupo de veraneantes. Al llegar a su altura me dice:
J. Rivera, R. López de Heredia, F. Varona, I. Lacuesta y J. Madurga. Agachados: F. Lacalle, L. Varona, J. Mediero y J. Pérez Montoya, el 29 de junio de 1952.
• ¡Pequeño! ¡Ven! ¿Qué vamos a tocar hoy?
Todo asombrado le contesté: - No lo sé, porque no hemos ensayado.
Y dirigiéndose al grupo les dice: ¿Veis? ¿Veis como es cierto?
Efectivamente, cuando subíamos al kiosco y abríamos las carpetas veíamos las obras que íbamos a interpretar.
A estas actuaciones hay que añadir que todos esos domingos y días festivos se tocaban bailables por la tarde de 7 a 9, así como también de junio a septiembre los jueves en la Vega de 10 a 12 de la noche y en julio y agosto los sábados de 11 a 1 en la plaza de la Paz. Y en las fiestas en honor de Nuestra Señora la Virgen de la Vega, desde el día 7 a las 12 del mediodía hasta el día de la Jira después de los bailables nocturnos en la Plaza de la Paz, no nos quitábamos el uniforme, pues todos los días teníamos diana, concierto, festejo taurino, bailables por la tarde y bailables por la noche.
Recuerdo que el día de San Juan por la noche se ofrecía una sesión de bailables en la Plaza de la Paz, en el transcurso de la cual a las 12 se disparaba una colección de fuegos artificiales que consistían en unos cohetes y cinco o seis ruedas que se colocaban de la Artesana hacia la calle Navarra, librando el surtido de gasolina que estaba enfrente del bar La Bombilla. D. Miguel tenía verdadero pánico a los fuegos, y cuando los iban a disparar corría a refugiarse en La Bombilla. Una de estas noches después del último cohete subió al kiosco para reanudar los bailables y llega Montoya con un cohete que no sé cómo se había agenciado, se pone enfrente de él con el mechero en la mano haciendo como que lo iba a disparar. Naturalmente no lo disparó pues se trataba de una broma, pero D. Miguel se llevó un gran susto y los demás nos hicimos unas risas.
En noviembre de 1954 visitó Haro, tras 16 años en el exilio, en Francia, D. Basilio Miranda Larrea, jarrero de adopción, pues era natural de Alcanadre, y compositor, figurando entre sus muchas composiciones Vega la Jarrera. Éste comunicó su visita a su hermano Tomás, organista de la Parroquia de Santo Tomás, diciéndole que quería ir de incognito, pero el dicho Tomás, embargado por la alegría y la emoción, no pudo resistir la tentación de comunicárselo a las amistades de su hermano y entre ellos a D. Miguel. El día anunciado de la llegada teníamos ensayo y antes de comenzar el Director nos dijo que si nos parecía ir a recibirle con los instrumentos. Dicho y hecho… Cogimos cada uno nuestro instrumento y nos dirigimos a la acera del Suizo por donde tenía que pasar. Allí se encontraban sus hermanos y amistades y la gente que pasaba preguntaba que cual era el evento que se iba a celebrar. Informados fueron quedándose hasta formar un grupo considerable. Por fin llegó acompañado de su esposa sus dos hijos y su cuñada, y al bajar del coche comenzamos a tocar la marcha coreable Miss Carnaval. Al finalizar Basilio, muy emocionado, dio las gracias a todos por este inesperado recibimiento, y lo que él pretendía que fuese un viaje de incognito resultó un multitudinario recibimiento.
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Estos años que estoy refiriendo no fueron pródigos en salidas a tocar en otras poblaciones: A Logroño a las carrozas por San Mateo y una vez con motivo de la visita de Franco. Avillaba el primer domingo de mayo de 1952 con motivo del traslado de la Virgen de los Remedios de la iglesia a la ermita, interviniendo en la procesión y una tanda de bailables ofrecida a continuación. Y el día 8 de agosto de 1954 a San Salvador del Valle por la mañana y a Castro Urdiales con motivo del Coso Blanco por la tarde-noche. Omito los recuerdos de este día por hallarse reflejados en el libro de Fernando de la Fuente Rosales Laureada Banda de Música Municipal de Haro.
De lo que también guardo un grato recuerdo es del compañerismo y confraternidad existente entre todos los componentes, lo que conllevaba a que hubiera una excelente disciplina y un gran respeto hacia el Director como Director y un gran cariño a D. Miguel de la Fuente Álvarez como persona, requisitos indispensables para el buen funcionamiento de una Banda de Música.
Detalle del Ayuntamiento de Haro con el músico R. López de Heredia.
Estos y muchos más son los gratos recuerdos que conservo de aquellos felices años tan lejanos y que tan rápidamente han pasado.