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Cosas de Haro: Candidez
from Haro Fiestas 2017
by editorialmic
Por Atamauri
Hace muchos años, allá por 1900, un corresponsal de prensa decía que, de no haberlo presenciado, jamás hubiera creído que en una ciudad como Haro existieran gentes tan sencillas, o ignorantes, mejor dicho, que creyesen en hechicerías, cosas de encantamiento o imaginación, con mayor la facilidad que no creían en la existencia de Dios.
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Hace escasos días, seguía diciendo, llegó a mis oídos que en un pozo de la calle del antiguo matadero había un misterioso perro que tenía cara de persona, y por añadidura de hombre, puesto que tenía barba, y además el don de la palabra.
Al llegar al lugar de los hechos, donde encontraría a más de un centenar de curiosos que con gran atención escuchaban los comentarios de las comadres del barrio describiendo lo que habían notado en el misterioso animal, rápidamente me vería rodeado por aquella multitud disputándose el contarme lo que habían visto.
-Un poco de calma y que hable uno solo, porque de lo contrario no podremos entendernos, les dije con una sonrisa a la vez que en mi interior sentía gran lástima hacia aquellas personas que por sus creencias y forma de actuar se encontraban diecinueve siglos retrasados respecto de una población civilizada.
-Pues verá usted, me dijo al parecer la más anciana de las comadres: hará unos ocho meses que venimos notando la presencia de este animalito, que no sale del pozo más que tres veces al día sin que sepamos donde va, porque aunque mi hombre le ha seguido, se le ha perdido enseguida de vista. Ese perro o presona u lo que sea no come ná más que hervas y no quié más alimento: figúrese que el otro día le dimos churizo pa ver si comía, y que si quieres.
-Es que ahora se les administra morcilla a los perros y no es extraño que tengan horror a los embutidos, le contesté.
-Acaso será lo que usted dice; pero el caso es que no come ná y esto es misterioso, porque nadie se mantiene del aire como el camarón. Yo sospecho que este bicho es una persona y hasta me feguro que es uno de los que quisieron robar la Iglesia hace muchos años, por lo que Dios le ha castigau volviéndole perro, pero dejándole la palabra pa que diga la verdá.
Todas las comadres darían su asentimiento a lo dicho, aunque había quien opinaba que era un préncipe encantao, y cincuenta mil cosas más. un pozo y allí divisé a un pobre perro de lanas, escuálido por el hambre y con los ojos saltones, poco después abandoné aquellos lugares apenándome de la incredulidad de aquellas gentes y recomendando al señor Alcalde que llevase a efecto el contenido de la circular publicada por el Gobernador Civil de la provincia que instaba, a que no se hostigase a los perros, ya que podría producir hasta algún caso de hidrofobia, por lo que sería muy conveniente recoger al animal en cuestión y se le encerrase en el cuartelillo, al igual que al resto de canes vagabundos.