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La huella literaria de la Odontología

LIMPIEZA DENTAL ESTROMBOLIANA

Diario NEWTRAL 7-1021. “Desde el inicio de la erupción de La Palma, el pasado 19 de septiembre, el volcán de Cumbre Vieja ha emitido grandes cantidades de ceniza, partículas muy finas de roca pulverizada que ya han afectado a los hogares y los cultivos. El Consejo General de Dentistas de España advierte en un comunicado del posible uso indebido de esta ceniza como pasta de dientes. Aunque en algunas páginas web se promociona este material volcánico como beneficioso “contra el sarro”, esta asociación informa de que su uso puede ser abrasivo sobre el esmalte dental”. Para todo hay un público, por muy rara que parezca la propuesta. Sin embargo, la venta de ceniza volcánica para combatir el sarro puede no ser tan descabellada. Aquellos que por uso infrecuente pueden confundir el cepillo de dientes con una cafetera, es posible que necesiten exponer su dentadura a la misma lava para eliminar el tártaro. NICO RODRÍGUEZ, EL ODONTÓLOGO QUE ELIGIÓ EL MAR

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El odontólogo Nicolás Rodríguez se escoró hacia las regatas de competición en detrimento de la profesión de dentista. Una llamada cuando se encontraba estudiando holandés en los Países Bajos cambió su destino. Había aceptado una interesante oferta de trabajo en el país de los tulipanes, donde además vivía su novia. Pero descolgó el teléfono a Jordi Xammar para que fuese su compañero en 470 y decidió, por el momento, arriar las velas de la odontología. Como se pudo comprobar enseguida, al nuevo rumbo que dio a su vida le favorecieron las corrientes. La pareja de regatistas obtuvo puestos muy destacados en las competiciones en que participaban, hasta la consecución del tercer puesto en la modalidad de 470 en las Olimpiadas de Tokyo del verano de 2021. A Japón ya llegaron siendo flamantes campeones del mundo. Sin duda, su intuición de navegante fue acertada y supo aprovechar los nuevos vientos que soplaban en su vida. Quién sabe si algún día decidirá surcar el mar de la odontología. Nico Rodríguez (i) junto con Jordi Xammar.

ORDESA. Manuel Vilas. Edit. DEBOLSILLO 2018.

<<Tengo que poner la lengua en medio de mis dientes, para que estos no choquen entre sí. La lengua entre el maxilar superior y el maxilar inferior. Fui al dentista, porque me dolía una muela.

“No hay caries -dijo-, hay trauma. Tiene que procurar no cerrar los dientes. Son nervios, es un problema psicológico, es estrés, angustia; probablemente, ocurre cuando duerme. Los dos maxilares chocan, colisionan.”

>>Hizo un gesto. Apretó sus dientes.

De modo que pongo la lengua entre los maxilares. Pagué doscientos euros al dentista.

Doscientos euros de nervios, porque no había caries>>.

<<Mi madre me llevaba al dentista cuando era pequeño: mi colmillo estaba saliendo encima del primer molar; mi colmillo no tenía sitio; se estaba montando sobre el premolar. El dentista me puso un aparato; dijo que si no e ponía el aparato de mayor me parecería al conde Drácula. Mi padre no iba al dentista. Mi padre tenía un diente de oro. Se lo pusieron en su juventud.

Había olvidado el diente de oro de mi padre. En mi infancia, la boca de mi padre era de luz por aquel diente, que a mí me parecía misterioso y me daba un poco de miedo.

Para el niño que yo fui, mi padre era el hombre de la sonrisa de oro. Para mí, su boca iluminada era un enigma que acentuaba la procedencia heroica y sobrenatural de mi padre.

Al quemar el cadáver de mi padre, ¿se fundió el dente de oro ¿A qué temperatura se funde el oro? ¿Tendría que mirar ese dato en Wikipedia, y qué lograría averiguándolo? ¿Se quedó el diente de oro el forense que le hizo la autopsia a mi padre para extraerle el marcapasos? ¿Lo revendió luego, cuánto sacó? ¿Hizo un pack, de diente de oro y marcapasos? ¿El oro y el corazón? IMPRESIONES

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