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Pioneros de la Odontología en Murcia: Enrique
from Impresiones nº96
by editorialmic
IMPRESIONES
PIONEROS DE LA ODONTOLOGÍA EN MURCIA: ENRIQUE RENARD CANDEAU
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Juan Martínez Acosta
En 1987 repasaba Carlos Valcárcel en la desaparecida “Hoja del Lunes” gran parte del relato de una Murcia que se fue, pero de la que todavía pervivía el aliento patrimonial y humano de su huella. Y en ese mirar atrás recordaba la figura de “un dentista, al que casi todos los murcianos hemos conocido, don Enrique Renard” , el cual en su larga carrera profesional “se anunciaba y tenía su consulta en Calderón de la Barca, 1”. En el número de esta revista de febrero pasado, Carmen Guillén Lorente evocaba brillantemente los inicios de la odontología en Murcia y el papel primigenio del dentista y hombre de negocios ruso Carlos Francelius. Relacionado con la figura de este traemos hoy la trayectoria de Enrique Renard Candeau, otro de esos pioneros que, como citaba Valcárcel, prácticamente trató a casi toda Murcia durante más de medio siglo.
Siguiendo a Guillén, Francelius parece ser el primer dentista titulado y reconocido en la ciudad, actividad que alternará con múltiples negocios entre los que destacan los mineros, y también su actividad filantrópica y su clara filiación masónica. En 1888 arrenda su negocio al dentista manchego Blas González Vera (curiosamente también miembro de la masonería) . Francelius lo reconocía “sucesor nuestro, el que recomiendo a nuestra clientela con la mayor eficacia”. Debió ser más o menos por esos años cuando comience a ejercer sus primeros trabajos en ese gabinete el joven Enrique Renard. El estudio hemerográfico de sus orígenes nos lleva a una trayectoria familiar muy vinculada con las turbulencias políticas y sociales del siglo XIX español y también del francés, donde tenía sus raíces familiares.
Enrique Renard Candeau nació en Ciudadela (Menorca) hacia 1868, hijo de Esteban Renard Fremon y María Candeau. Llegaba en aquellos años en que el país se encontraba con la revolución
que derrocó a Isabel II, el reinado convulso de Amadeo y la breve experiencia de la I República. En esas fechas sabemos que apenas hacía unos años que había llegado a la isla, después de pasar por tierras catalanas Esteban Renard, “dentista mecánico”, como exiliado de la Francia bonapartista. Adornaba su publicidad en la prensa como “dentista del Excmo. Sr. Duque de la Victoria, ex Regente del Reino”, refiriéndose al luego Príncipe de Vergara, el general Baldomero Espartero. Ignoramos las vinculaciones y circunstancias que llevaron a Esteban Renard a tratar con Espartero para poder lucir su nombre en sus anuncios como dentista, pero así lo encontramos ya cuando este se publicitaba en tierras catalanas donde anunciaba su llegada a Lérida en febrero de 1863 “de paso para Barcelona, fijando su residencia por espacio de 15 días y ofrece sus servicios en la calle de Zapateros, número 15 piso 3º ” . De aquí sabemos que pasaría a ofrecer sus servicios en OFRECE SUS SERVICIOS las Baleares, pues apenas unos años después encon-
EN MENORCA, DONDE tramos sus anuncios en la prensa de Menorca, donde
HA ESTABLECIDO SU ha establecido su consulta en la calle Nueva, 33 de la CONSULTA EN LA CALLE NUEVA, 33 DE LA CAPITAL MENORQUINA “DONDE EJERCE CON TODA capital menorquina “donde ejerce con toda perfección cuanto a su delicado arte pertenece” . Ilustrará Renard su anuncio con un vistoso escudo de armas, rememorando los blasones del pasado nobiliario que representaba su apellido
PERFECCIÓN CUANTO
A SU DELICADO ARTE Pero Renard Fremon no ejercía únicamente su acPERTENECE” tividad profesional, pues era al mismo tiempo un ferviente seguidor del ideal republicano y figuraba como fundador del Comité Republicano Federal de Ciudadela. La “Biblioteca de Escritores Menorquines” de Joaquín M. Bover de Rosselló (1878) recoge su actividad señalando a Esteban Renard como ciudadano “francés”, y autor de un folleto editado en Ciudadela en febrero de 1869 contra el canónigo de Camilo Mojón y LLovés, nombrado presidente de la Junta de Salvación y Gobierno de Ciudadela de Menorca “y presidente hoy del llama-
do comité liberal de dicha ciudad, con un apéndice en el que da derecho para escomunión”. También encontramos en la prensa otro vibrante llamamiento republicano de Esteban Renard, ante la caída de Napoleón III y la derrota francesa en la guerra franco prusiana “República, llámame, soy tuyo; espero con el corazón henchido de esperanzas esos acentos sagrados que harán caer tantos reyes y hundir tantos tronos, esas palabras inmortales: Libertad, Igualdad Fraternidad”.
A finales del XIX ya encontramos las primeras referencias sobre el joven Enrique Renard Candeau en Murcia, ignorando cuáles fueron las circunstancias que lo hicieron llegar a estas tierras, donde enraizará su estirpe familiar al mismo tiempo que iniciaba la que sería una longeva carrera profesional.
Por la búsqueda hemerográfica, especialmente en el Archivo Municipal de Murcia, sabemos que Enrique Renard estuvo trabajando como ayudante en el gabinete que regentara González Vera (sucesor del de Francelius), por lo menos desde 1889 . Revisando los números de la revista “La Odontología” de 1893 (pags.723-725), encontramos que a primeros de octubre de ese año se celebraron en Madrid, calle de Atocha, en el viejo edificio de la Facultad de Medicina de San Carlos, los exámenes de la última convocatoria de ese año. Formaron el tribunal los catedráticos de medicina Castro, Rovira, Alcaide y Didillón, presididos por el doctor Julián Calleja. Enrique Renard se presentó a los mismos y superó muy bien la prueba. Los veintiséis aspirantes presentados tuvieron que superar tres ejercicios. “Los exámenes, dentro de las enormes y vergonzasas deficiencias del plan de estudios de nuestra carrera en España, pueden calificarse como muy lúcidos, especialmente en el primer ejercicio, porque algunos de los alumnos presentaron sus trabajos, hechos con bastante habilidad”. La revista se quejaba de la falta de preparación de algunos y de la penuria general de esta rama de la medicina, con respuestas que servían “para insertarlas en un almanaque humorístico, pero esto hasta cierto punto se comprende, primero porque en los exámenes se exige tan poco, que los alumnos no llevan una preparación extensa y sólida, y también porque hoy se carece en español de libros de texto buenos donde adquirir ciertos conocimientos”. Finalmente los aprobados en aquellos exámenes “consiguiendo el título de dentista” fueron José Cirac, Carlos Carrasco, Ricardo Niño y Enrique Renard, a los que la revista brindaba su felicitación y deseaba una feliz carrera “Nuestra enhorabuena a los nuevos compañeros, de los que esperamos que ejercerán con provecho, pero manteniendo íntegra la dignidad profesional, elevando así el prestigio de nuestra carrera en España”.
Con el título bajo el brazo, Enrique Renard volvió a Murcia siendo celebrado su triunfo en los medios locales, como “La Juventud Literaria”, pero también “El Diario de Murcia” de Martínez Tornell celebraba su éxito, pues el 14 de octubre aparecía en su medio “Nuestro amigo el joven D. Enrique Renard Candeau, que por espacio de algún tiempo ha estado en esta capital al frente del gabinete médico del Sr. González Vera, ha obtenido en Madrid después de unos brillantes ejercicios el título de cirujano-dentista, por lo que le enviamos nuestra felicitación”.
Al poco tiempo Renard se decidió a comenzar su carrera profesional por su cuenta, y en febrero de 1894 ya encontramos en el mismo Diario de Murcia la noticia de su intención de ofrecer sus servicios e instalar “su gabinete de consulta que ofrece al público, en el Hospedaje de Santa Cecilia”, en la calle de Santa Gertrudis. Una semana después amplía su anuncio en la prensa local, de mayor tamaño e informando al público de su título recién conseguido de Cirujano-dentista en la Facultad de Medicina de Madrid, que había dejado de ser el representante del gabinete de González Vera y anunciando, después de años de prácticas, las novedades en instalación de dientes, coronas, empastaduras y extracción “de muelas y raigones con nuevos anestésicos”. Allí anunciará los nuevos materiales que el joven dentista trabaja “acaba de recibir gran cantidad de materiales de la mejor fábrica de Filadelfia (Estados Unidos). Construye las dentaduras con tal economía que están al alcance de todas las fortunas”, y advierte de evitar los anuncios llamativos y pomposos, pues él “garantiza la seguridad de sus trabajos y devuelve el importe si a su tiempo debido no dan satisfactorio resultado”(Las Provincias de Levante, 17/11/1894). También el uso de un aparaje moderno “nuevos aparatos para ejecutar operaciones sin dolor, pone dentaduras de nuevo sistema” (El Diario de Murcia, 22/5/1894) o también encontramos llamativos y “expontaneos” (sic) anuncios de clientes satisfechos con la habilidad de Enrique Renard, como un tal José Guerrero al que sus cuitas dentales le llevan a Madrid, donde no encuentra solución y, venido a Murcia tuvo la “suerte de hallar un representante de la ciencia odontológica que menos asenderado por la fama y más sabio en realidad que otros muchos, ha practicado la extracción que mi enfermedad exigía, por modo tal, que huelgan alabanzas y encomios, insuficientes para expresar la inteligente habilidad del operador” (Las Provincias de Levante, 18/11/1894). O como recogía el Diario de Murcia, el reconocimiento de su habilidad profesional pues “Hemos tenido ocasion de ver una parte de dentadura montada en oro, y hecha por el joven Sr. Renard, que nos ha parecido perfecta y concluída con gran delicadeza” (Diario de Murcia, 22/2/1894) IMPRESIONES
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Su instalación provisional en la calle Santa Gertrudis cambiaría hacia finales de 1895, para pasar de manera defintiva a un caserón de la calle Calderón de la Barca, nº1, entresuelo derecha, a espaldas del Banco de España, donde situará su hogar y su gabinete dental. A primeros de ese año había contraído matrimonio con Concepción Gallur, hija de un antiguo empleado del gobierno civil de Murcia y representante de la sociedad de autores en la provincia, con quien tendrá en 1903 un hijo, Enrique Renard Gallur, que andando el tiempo también ejercerá como odontólogo. Miembros de la Murcia de su tiempo, a partir de aquí encontramos un relato de vida, la trayectoria de un profesional rodeado de los hechos vitales y sociales de la tierra murciana donde decidió establecerse. Su posición social lo hace figurar en los actos que la burguesía organiza año tras año: en los bailes y fiestas de sociedad, en los bailes de carnaval del Casino, en aquellos actos de la buena sociedad de la Murcia provinciana, donde alternan los bailes y actos festivos con las noticias y sucesos de un país que vivirá tiempos convulsos.
Sirvan de ejemplo noticias como la que recoge el 18 de junio de 1895, cuando lo más granado de la juventud de las clases más desfavorecidas está muriendo por la Patria en Cuba y Filipinas, al tiempo que “Las Provincias de Levante” recoge el anuncio de una idea que han tenido algunos otros jóvenes de fundar el primer club ciclista de la provincia. “que tendrá por objeto la propaganda del sport cíclico”. Recogiendo las palabras del mismo boletín, “Hoy día el ciclismo cuenta en Murcia con la juventud más selecta y si citáramos unos cuantos nombres, sería la mejor prueba de nuestro aserto». Para probarlo, cita en efecto varios nombres, entre ellos los de los señores Cos-Gayon, Flores, Puigcerver, Renard, Carpió y Pérez Pimentel. También como, en temporada veraniega, se desplazaba Renard a Torrevieja, alternando allí ocio y trabajo, o como lo hacía también a otras localidades, como Cieza, donde lo encontramos ejerciendo algunos días “en casa de Pepe el Murciano” (La Voz de Cieza 26/1/1896).
También siguiendo su rastro podemos ver la evolución en el tratamiento y la modernización del material sanitario con el que se trabajaba en la época, como la noticia que generó la presentación de un nuevo sillón automático de operaciones “sistema New Colombia Pompa”, que los medios destacaron “por su mecanismo y el lujo con que está construido es un aparato de gran utilidad y costoso (…) El sillón adquirido por el Sr. Renard es el cuarto que la fábrica extranjera que los construye ha vendido en España, no vacilando nuestro amigo en dotar su gabinete científico de esta gran mejora(…)” (El Diario de Murcia 24/4/1897).
Fallecida su primera esposa en 1928, contraerá nuevo matrimonio en julio de 1930 con la joven Ana María Párraga Pérez, a quien doblaba la edad y con la que tendrá tres nuevos hijos (Esteban, Alfonso y María Luisa Renard Párraga). En esa década de los veinte había ingresado en el Partido Conservador, ingreso que no tuvo más recorrido político. También en 1924 se había hecho miembro de la Cofradía de la Preciosísima Sangre. Con la II República siguió con su actividad laboral y social, y todavía lo encontramos participando (y ganando) en los bailes organizados, incluso en modalidades como el tango. Ya se anunciaba por aquel tiempo como “decano” de los dentistas de la capital murciana al tiempo que había comenzado a ejercer para el Instituto Provincial de Higiene y Puericultura. Y recuerdan también muchos un detalle importante de su personalidad que aplicará siempre, la de mantener una tarifa flexible de manera que la gente más humilde pudiese también acceder a sus servicios, tal vez siguiendo aquella consigna de Esteban Renard de “dientes para todos”. El semanario satírico Don Crispín acostumbraba a citarlo entre sus personajes habituales. Tras la Guerra Civil seguirá ejerciendo, como lo empezará a hacer su hijo Enrique Renard Gallur, que tendrá su propio gabinete, y también como miembro de la sanidad provincial, encontrándonos anuncios con la razón “Enrique Renard (hijo)”, gabinete de la calle José Antonio, 63 (la antigua Trapería) para diferenciar a uno de otro. Renard Gallur se anunciaba como “dentista del Hospital de la Cruz Roja, ex alumno interno de los doctores Máñez y Trobo, de Madrid” .
En diciembre de 1957 los miembros del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de España decidieron rendirle homenaje. La Hoja del Lunes del 30 de diciembre de 1957 lo recogía en portada, ilustrada con una fotografía de Juan López. El homenaje “consistente en la entrega de un pergamino y una medalla de bronce, como testimonio y respeto de toda la clase profesional. El decano de los dentistas de la tercera región agradeció, muy
conmovido, el homenaje que se tributaba por sus compañeros de profesión”. El acto de entrega debió producirse en marzo del año siguiente, ya que de nuevo lo recoge la prensa del 15 de marzo, que agradeció “con breves y emocionadas palabras, y por último ofreció a sus visitantes, casi todos los colegas murcianos, un vino español. Unimos a este homenaje nuestra más cordial felicitación al señor Renard, que hacemos extensiva a sus hijos don Enrique -también prestigioso odontólogo de nuestra capital-, don Esteban y don Alfonso, deseando toda clase de venturas al anciano y venerable maestro”. Tras una larga vida Enrique Renard Candeau murió cuatro años después, a los noventa y cinco años, el 19 de diciembre de 1962.
1 Valcárcel, Carlos. «Murcia de la mano del siglo.» Hoja del Lunes, 9/3/1987.
2 Francelius, además caballero Rosa Cruz, de la logia “Antigua Sparta” de Cartagena y luego uno de los fundadores de la logia capitalina “Caridad”. González Vera de la logia de Higueruela (Albacete), “Regeneración”. Así lo recoge José Antonio Ayala en sus estudios La Masonería en la Región de Murcia (Ed. Mediterráneo, 1986) y La Masonería en Albacete a finales del siglo XIX. (Instituto de Estudios Albaceteños, 1988).
3 Boletín Oficial de la Provincia de Lérida. 8/3/1863
4 Biblioteca Pública del Estado en Mahón. El Menorquín, 29/8/1872
5 Así lo anunciaba el propio Renard en 1912, cuando aseguraba llevar “25 años de práctica”; también cuando, en sus comienzos declaraba “después de muchos años en la profesión, tres de ellos en casa de González Vera” El Tiempo 2/12/1912 y Las Provincias de Levante 1/9/1894.
6 Archivo Municipal de Murcia. Hemeroteca Municipal. El Tiempo 17/4/1924
7 Línea, 25/2/1943
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