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José Antonio Casado Carrillo “Pintao”, Pito de Caña

Isla CristinaCARNAVAL

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El primero de agosto del que sería el último año de la década de los 50, nació un duende de cristal de tez morena y pelo azabache: José Antonio Casado Carrillo .

Sucedió allí, tras el eco de una pandereta bien “tocá” por Juana, su madre . Allí, en el rincón más marinero, donde el olor a sal es más intenso y existen corazones que no caben en el pecho . En ese recodo de plata de la Higuerita, la Punta del Caimán, paraíso de manos tostadas que beben del mar .

Desde bien chiquito su corazón latía a compás, sus pies se desbocaban con el soniquete de bombo y caja, y su voz se escapaba del cuerpo deseosa de gritarle a todos lo que le abrasaba la música por dentro .

Esta pasión ya no se podía, ni debía, disimular . Así que en el año 74, su apreciado amigo, Miguelín Gómez, lo convirtió en “maletilla” de nuestras “Fiestas Típicas de Invierno”, dándole por fin “la alternativa” en nuestro carnaval .

En clave de humor siguió, con aires de bromista y burlón, y en el señalado año 75, se transformó en “bufón” .

Su ser se embriagó de la elegancia y la grandeza de la comparsa, haciéndose “coquinero” de papelillos y serpentinas de la mano de don Juan Columé . Más adelante y abrazado por primera

vez a su compañera eterna, su guitarra, fue “gaucho” en “Recuerdos de Carnaval” . Al año siguiente pensó en tomarse un descanso, pero sin esperarlo, llamó a su puerta el genio Wenceslao Ríos, señor de distinguidas comparsas . Así, se vistió de gala en “Rumores de Caracolas”, y más tarde pasó a ser “Mendigo”, “Mercader veneciano” y hasta rayo de sol en “Noche y Día” .

Poco a poco, este inquieto y genuino muchacho iba sumando carnavales . Las largas noches de ensayo, un puñado de primeros premios, aplausos ensordecedores en el patio de butacas de nuestro Gran Vía . . . ¡Ay!, la magia del Carnaval de Isla Cristina . . .

Durante los mejores años de su vida, en este ir y venir de color y fantasía, se originó la amalgama de hermanos: la comparsa del “Pintao” .

Al timón, su hermano Juan Carlos, el “Pintaíto”; temperamento de melodías revolucionarias . En la popa, su Manolo, el “Pintao”; contundente contracanto de voz y percusión . Y en el medio él, José Antonio Casado, “Pintao II”; aro en mano y sonrisa eterna, ingeniero del buen gusto que canta con las manos besando el alma . . .

El 85 sería el primero de once años de carnaval de familia, carnaval de hermanos . Comparsas que no se olvidan, que se cantan y reviven en cada reunión isleña: “ . . .madre del marinero, ¡cuánto te quiero, mi Isla Cristina!”; ¡ay! que viene el moro, niña . . .; noche de disfraz, máscara” . Lágrimas de fuego que mueren en el aire; Pito de Cana 2018Pito de caña José Antonio Casado Carrillo “Pintao”

montañas de sal; la guasa y el cachondeo de “Pega Duro”; el ritmazo de “Mambo”; payaso navegante de color y fantasía; vendedor de cantos en la trastienda de su guitarra; feriante que regala ilusión a los chiquillos . . . Fueron años bonitos en los que tuvo el placer de degustar letras de Manuel Galloso, Horacio Noguera, Paco González, Juan Venegas, José García y otros tantos amantes y enormes poetas de nuestra “Higuerita Marinera” .

Sin embargo, después de beberse la luna de una buena noche de mascaradas, de pasodobles de infarto y descaro en los cuplés, llegó el día y con él la mañana, su “Mañana de Carnaval” . Su último repertorio, la última vez que nos regalaría su inolvidable estampa sobre las tablas, contando de manera impecable lo que cantaba y sentía . Así se mostraba, con el corazón danzando entre sus manos, como, perdonen el atrevimiento, pocos han acariciado al carnaval . José Antonio Casado Carrillo, marinero como su padre José, bromista y ocurrente; autodidacta apasionado y exigente: “eso está semitonao, mi niño” . Bohemio con guitarra a cuestas, pelo largo al viento y su Virgen del Mar en el pecho, como le inculcaron su madre y hermanas . El

“Pintao” del abrazo sin fin; padre de tres niñas y siempre de la mano de su cómplice, amiga y esposa: su inseparable Natividad . El de la inquietud y el poco miedo; funámbulo sin red en la caída al que, sin poder remediarlo, se lo tragó la apabullante vida . . .

“Pintao”, todo llega y sin darte apenas cuenta, nos has vuelto a cantar, nos has vuelto a regalar tu exquisita presencia . Enhorabuena, papá . Siempre será carnaval en ti .

Alba Casado

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