Cristina CARNAVAL
Sucedió allí, tras el eco de una pandereta bien “tocá” por Juana, su madre. Allí, en el rincón más marinero, donde el olor a sal es más intenso y existen corazones que no caben en el pecho. En ese recodo de plata de la Higuerita, la Punta del Caimán, paraíso de manos tostadas que beben del mar. Desde bien chiquito su corazón latía a compás, sus pies se desbocaban con el soniquete de bombo y caja, y su voz se escapaba del cuerpo deseosa de gritarle a todos lo que le abrasaba la música por dentro. Esta pasión ya no se podía, ni debía, disimular. Así que en el año 74, su apreciado amigo, Miguelín Gómez, lo convirtió en “maletilla” de nuestras “Fiestas Típicas de Invierno”, dándole por fin “la alternativa” en nuestro carnaval. En clave de humor siguió, con aires de bromista y burlón, y en el señalado año 75, se transformó en “bufón”. Su ser se embriagó de la elegancia y la grandeza de la comparsa, haciéndose “coquinero” de papelillos y serpentinas de la mano de don Juan Columé. Más adelante y abrazado por primera vez a su compañera eterna, su guitarra, fue “gaucho” en “Recuerdos de Carnaval”.
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Al año siguiente pensó en tomarse un descanso, pero sin esperarlo, llamó a su puerta el genio Wenceslao Ríos, señor de distinguidas comparsas. Así, se vistió de gala en “Rumores de Caracolas”, y más tarde pasó a ser “Mendigo”, “Mercader veneciano” y hasta rayo de sol en “Noche y Día”. Poco a poco, este inquieto y genuino muchacho iba sumando carnavales. Las largas noches de ensayo, un puñado de primeros premios, aplausos ensordecedores en el patio de butacas de nuestro Gran Vía... ¡Ay!, la magia del Carnaval de Isla Cristina... Durante los mejores años de su vida, en este ir y venir de color y fantasía, se originó la amalgama de hermanos: la comparsa del “Pintao”. Al timón, su hermano Juan Carlos, el “Pintaíto”; temperamento de melodías revolucionarias. En la popa, su Manolo, el “Pintao”; contundente contracanto de voz y percusión. Y en el medio él, José Antonio Casado, “Pintao II”; aro en mano y sonrisa eterna, ingeniero del buen gusto que canta con las manos besando el alma... El 85 sería el primero de once años de carnaval de familia, carnaval de hermanos. Comparsas que no se olvidan, que se cantan y reviven en cada reunión isleña: “...madre del marinero, ¡cuánto te quiero, mi Isla Cristina!”; ¡ay! que viene el moro, niña...; noche de disfraz, máscara”. Lágrimas de fuego que mueren en el aire;
José Antonio Casado Carrillo “Pintao”
E
l primero de agosto del que sería el último año de la década de los 50, nació un duende de cristal de tez morena y pelo azabache: José Antonio Casado Carrillo.
Pito de caña Pito de Cana 2018
Isla