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XXXI Certamen Internacional de Poesía Villa de La Roda

Premio del XXXI Certamen internacional Villa de La Roda

Ofrenda

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En los campos de agosto se derrama, como un manto de oro, el sol cansado, y repliegan los pájaros sus alas sobre la piel vencida de los álamos. Es la última hora en que apagan las tejas cenicientas del verano. Y la ciudad se enciende como un ascua y todo son ofrendas, flores, cantos que ha templado la tierra en la labranza y que huelen a vid y a trigo claro, a un aroma de risas y de danzas. La ciudad se estremece en los espacios que se inundan de música, en las claras canciones de los mozos, en los arcos porticados, y trepan las murallas que los hombres y siglos derribaron. Ha terminado un tiempo y ahora danzan como ramas nerviosas, sobre el prado, Igual que las estrellas y galaxias danzan sobre la luz de los espacios, y entonan con sus giros de alabanza. Porque todo es un baile apresurado. Mientras suena el rabel y la guitarra, el constante abaleo del trabajo se calla. Bajo el cielo de mi patria enmudecen las cepas, como rastros fantasmales que evita la mirada. Tan solo soy un hombre y en mi canto apenas queda sitio a la esperanza. Mas la vendimia es símbolo del raro don que a veces la vida nos depara. El vino, como el sol, riega los campos. Una lluvia invisible nos empapa: Su nombre es alegría. Lleva tantos siglos dando sus frutos. Sombra y nada nos aguardan. Más hoy, en el regazo de esta tarde de agosto limpia, santa, contemplo arder la dicha como un faro iluminando el mar. Sobre sus aguas el mundo se sosiega y vuelve manso. Así pasa la noche, en el extraño vaivén de la alegría. Cerca el alba, sosegada la tierra, suena un canto igual que una liturgia y da las gracias: un himno que entonaran los borrachos y las aves del cielo y la carama, al final de esta noche del verano. Pues también es ofrenda la mañana.

D. Alejandro Martín Navarro

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