Reportaje
'El Zapa' en plena faena.
El último zapatero remendón Encontró la horma de su zapato hace casi cuarenta años. Orgulloso de la profesión que heredó de su padre, se gana la vida reparando calzados. Es Francisco Jareño Lara, ‘El Zapa’ para clientes y amigos. Representa la figura del artesano remendón, otro noble oficio en peligro de extinción. GACETA ha hablado con el único zapatero que mantiene activa esta antiquísima profesión en La Solana. “No he hecho otra cosa en mi vida que arreglar zapatos”, confiesa abiertamente. Hijo del también zapatero Antonio Jareño Díaz-Malaguilla, fallecido hace cuatro años, Francisco regenta la pequeña zapatería que compartió tantos años con su mentor. “Me enseñó todo, pero yo nunca aprendí a hacer zapatos como él; le encantaba su trabajo y tenía muchísima paciencia”. Su padre fue discípulo de los Arrones (Martín y Bernardo) y confeccionó calzado hasta que el Alzheimer se lo impidió. “Le hacía los zapatos a mi hija, pero un día me dijo que ya no tenía fuerza en las manos”. Durante su trayectoria, calzó a mucha 26
gente por encargo y realizó trabajos especializados para ortopedias. “Entonces se hacía mucho nuevo, no como ahora, que es todo comprado”. En su pequeño local, junto al Cristo del Amor, ‘El Zapa’ añora a su padre, sus consejos, y hasta las discusiones. “Teníamos formas diferentes de trabajar y de ver las cosas”. Conserva algunas máquinas y muchas herramientas de entonces, pero admite que la introducción de nuevos utensilios agiliza la labor. “Antes era todo a base de martillo, clavos y cosido; ahora con una prensa y un pegamento fuerte te cunde mucho más”.
Recuerda sus inicios a punto de finalizar la extinta EGB. “Empecé con trece años y muchos días estaba más tiempo fuera que dentro de la zapatería”. Comenzó quitando tapas y cosiendo -esto último, ni le gustaba antes ni ahora-. Pero entonces se cosía mucho a mano y se ponían piezas a las botas del campo. “Había mucho más trabajo y poco a poco fui aprendiendo el oficio”. El mayor volumen de trabajo es femenino. “Si pones diez pares de tapas a la semana, nueve son de mujer”. El trajín diario se mueve por ciclos, en función de las modas y de que la gente salga. Gaceta de La Solana