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Quintanilla

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Presentación

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EL METEÓRICO ASCENSO DEL REGIDOR DE MEDINA,

DON ALONSO DE QUINTANILLA

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Alonso de Quintanilla, un asturiano de nacimiento pero medinense de adopción, estuvo íntimamente ligado a la Villa de Ferias desde su llegada a Castilla a mediados del siglo XV.

Su vinculación inicial con la realeza castellana, convertido primeramente en doncel de Juan II de Castilla, le consiguió abrir el camino para que, una vez muerto el monarca, se pudiera poner al servicio de Juan Pacheco, marqués de Villena quien le confió los cargos de criado y gentilhombre, acercándole a la figura de Enrique IV. Poco tardaría después en convertirse, de manos del rey en contador mayor de acostamientos al que añadió también el de escribano mayor del Principado de Asturias.

Paralelamente a este crecimiento inicial, Quintanilla ya llevaba algún tiempo compatibilizando estos nuevos puestos con su estrecho vínculo con Medina del Campo y sus ferias, convertido en regidor de esta villa, cargo que le sirvió para acumular grandes riquezas e incluso llegar a hacer préstamos de importantes sumas a la corona en varias ocasiones.

Favorable a las causas del infante Alfonso y la futura reina Isabel, y ya desvinculado de Enrique IV, Quintanilla comenzó a construir su doble condición de consejero y hacendista. Así Alfonso, de quien no se separaba ni en el campo de batalla, le concedió los títulos de contador mayor de cuentas, escribano mayor de los privilegios y confirmaciones, el de alcaide mayor del Adelantamiento de Castilla, y tesorero de la Casa de la Moneda de la villa de Medina del Campo.

Tras la rápida muerte de Alfonso en 1468, Quintanilla se puso al servicio de Isabel desarrollando también su condición militar, tomando en nombre de ésta: Sepúlveda, Ágreda y Aranda de Duero. Y sumó durante ese periodo las tenencias de las fortalezas del Castillo de la Mota, Tordesillas, Ponferrada y, posiblemente, también la de Requena.

Instaurada ya la corte de los Reyes Católicos, el asturiano siguió con los cargos vitalicios de consejero Real y el de contador mayor de cuentas, a los que hubo que sumar otro más, el de tesorero de la Hermandad General.

Alonso de Quintanilla moría en Medina del Campo un 29 de agosto del año 1500, dejando tras de sí un currículum, un patrimonio y unas rentas que ningún otro descendiente podría ya nunca igualar.

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