6 minute read
Emerita Ludica, un homenaje de la Mérida del siglo XXI a la Emerita que nunca se fue del todo
from Merida Fiestas 2017
by editorialmic
◆ Lucha en el Circo, en la edición de 2011
José Luis Mosquera Müller Cronista Oficial de la Ciudad de Mérida
Advertisement
Cada habitante de la ciudad es protagonista de una historia personal, singular, irrepetible. En cada localización o escenario íntimo de ésta entran y salen personajes cruciales o secundarios, desde familiares y amigos hasta el funcionario que nos tramita una licencia o la enfermera que nos vacunó, tiempo ha, de la viruela. Todos estos actores, en mayor o menor medida, han marcado nuestra identidad, desde la remota infancia hasta la actualidad. Cuando echamos mano de distintos baúles en el trastero de la memoria, podemos recrear momentos amargos, felices, tiernos…y el pasado se nos antoja más cercano, como un presente idealizado donde, tanto la escena como sus figurantes, viven aún, más allá de los límites que marca el tiempo y la muerte, su inexorable cronometradora.
Esa misma regla, propia de los seres humanos, es igualmente aplicable, con sus particularidades, a cualquier nación, región, ciudad o pueblo, por modesto que este sea. No hay comunidad humana sin historia.
Desde el siglo XIX, la responsabilidad de revivir la historia cívica era un encargo que la sociedad encomendaba a profesionales vinculados a la Historia o alguna de las ciencias que la auxilian o a entidades dedicadas a transmitir los valores del Patrimonio Cultural, especialmente los Museos y Archivos Históricos.
Acercarse a un Museo antes de la década de los años cincuenta del pasado siglo suponía penetrar en la mente de un coleccionista de antigüedades: la pieza arqueológica, el mueble, la joya, un documento o un cuadro…En definitiva, el objeto era el recurso principal, cuando no el único, para que el espectador pudiera recomponer el modo de vida o los grandes eventos de una civilización perdida. La huella vital de los ciudadanos de épocas pretéritas, sobre todo de las más remotas, no era otra que la de los objetos que la fortuna había respetado de la incuria del tiempo y de la ambición del propio ser humano. Y siendo estos importantes para urdir la trama de una cultura, resultaban del todo insuficientes.
Por fortuna, la enseñanza de la Historia se ha abierto a nuevos caminos, utilizando los recursos que ofrecen, entre otras disciplinas, la pedagogía, la arquitectura o la tecnología aplicada al diseño gráfico y la información. Ello ha supuesto que el interés por el pasado se convierta en una necesidad para las sociedades del ocio.
La accesibilidad al pasado hoy no es privativa tan sólo de una élite selecta de eruditos. Escolares, jubilados, funcionarios, profesionales liberales, empresarios…buscan colmar su ocio con historias próximas o lejanas; renovar escenas de gente que vivió en la sencillez o en la opulencia; recrear, en definitiva, actitudes del pasado que son el cimiento de nuestro presente y, además, disfrutar haciéndolo.
El éxito de la novela, el cine, las series de televisión o los juegos de consola que tienen al pasado –real o legendario- como motivo principal, son la prueba patente de este cambio de actitud. La Historia no sólo es una disciplina de estudio, también de disfrute.
Esta realidad se amplifica en comunidades que atesoran mucha historia o lugares donde acontecieron hitos importantes que quedaron marcados en la memoria colectiva. Es el caso de Extremadura. Tachonada de Paisajes Culturales, Monumentos, Conjuntos y Sitios Históricos o Yacimientos Arqueológicos, es toda ella un libro de Historia de la Península Ibérica cuyas páginas han pasado, de ser observadas en las vitrinas de los museos o los puestos de consulta de los archivos, a ser vividas directamente por los habitantes en las ruinas vivas de los teatros, anfiteatros, termas o foros, cuevas, castillos y alcazabas, plazas, calles, monasterios o campos de batalla; incluso los propios museos se han convertido en escenarios donde se recrean momentos del pasado en los cuáles la pieza no sólo se expone para ser vista. Al contrario, el objeto de museo trasciende el estrecho marco de la vitrina para salir de ella y formar parte, junto a los actores, de las escenas del pasado que se desea recrear.
En el caso de Mérida, si ya el Festival de Teatro Clásico y, más recientemente, el Festival Juvenil Grecolatino de Teatro, fueron la excusa para iniciar un proceso de acercamiento a la Historia desde la órbita de las ideas y las vivencias, es Emerita Ludica, sin embargo, el acontecimiento que más y mejor enseña a vivir una jornada cualquiera en el calendario de la Mérida Romana.
En 2010, inició su andadura este evento, a iniciativa del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida (a cuyo timón estaba Miguel Alba Calzado, un arqueólogo decisivo para el patrimonio cultural de la localidad), el Ayuntamiento de Mérida, contando siempre con la colaboración del Museo Nacional de Arte Romano.
Sus primeras ediciones se restringieron al ámbito del Circo Romano para pasar, posteriormente, a contar con múltiples escenarios, entre ellos el Foro Municipal, el Teatro y Anfiteatro, la Alcazaba, el conjunto de la Casa del Mitreo y los Columbarios o el propio Museo.
Es así como, durante una semana, la ciudad sufre una profunda metamorfosis. Las ruinas se engalanan con antorchas y guirnaldas. Los emeritenses participan de su pasado más remoto y recrean entierros, bodas, batallas, escenas de la vida castrense o religiosa. Se visten, comercian, se divierten y comen a la manera de sus ancestros. La urbe es un museo viviente, participa de su historia con el máximo interés y pasión…y sólo son ocho ediciones las celebradas hasta ahora de este evento y no siempre en las condiciones climatológicas idóneas.
Para ser Mérida una ciudad abúlica en muchos aspectos, en este sin duda los vecinos, artesanos y empresarios de la hostelería, además del Consorcio, el Ayuntamiento y el Museo, se han hecho
◆ Cartel de la I Edición de Emerita Ludica
cómplices para lograr que, poco a poco, Emerita Ludica se integre en el calendario de los grandes festejos recreacionistas de la antigua Hispania, como es el caso de Tarraco Viva (que se celebra en Tarragona desde 1999) o Arde Lucus (que desde el año 2001 se festeja en Lugo).
Al igual que ya contaba la villa con cofradías para la Liturgia Pasional desde el siglo XIV o comparsas y chirigotas para celebrar el carnaval desde el pasado siglo, hoy se añaden cinco asociaciones recreacionistas dedicadas de pleno a lograr que los habitantes de la ciudad augustea (y quienes nos visitan desde otras provincias del Imperio), se sientan ciudadanos de pleno derecho, libertos o esclavos, peregrinos o bárbaros…dando vida a la capital de la provincia más alejada de Roma hacia Poniente: Augusta Emerita.