Fundación Municipal de Cultura de Moguer “Francisco Garfias”
Dirección
Manuel Padilla
Fotos Portada/Sumario
Loren Vázquez
Fotografías
JmesaT
Carmen Torres Chaguaceda
Rosa López Garrido
Grzegorz Mielczarek
José María Cabello Escudero
Pedro J. Ruiz-Constantino Pérez
Lorenzo Gento Atahona
Joaquín Verdeguer García
Begoña Alba
Inma Gómez Domínguez
Pedro Terrades
José M. Oliva
Loren Vázquez
Albaras
Ezequiel Castellanos Pérez Ladurie
Elena Márquez Noguera
Alicia Clerencia
Paco Tello
Luis Miguel
Talos300
Sagrario Gallego
Manuel Durán
LACPIXEL
Juanma Tavira
S&F
Alberto Lujan
Dani Navarro
Ilde Coronel
Ilustraciones
Diego Csome
Theacoak
Carlos Lope
Obra pictórica
Faustino Rodríguez
Imprime
Depósito Legal H-204-2003
trabajos
y
SALUDA DEL ALCALDE 4
SALUDA
Sección/ 1 Historias del agua
Foto. Carmen Torres Chaguaceda
MAZAGÓN: UN ENCLAVE DE BELLEZA NATURAL 9
Francisco Javier Jiménez Manso
LA HISTORIA OLVIDADA DEL POBLADO FORESTAL DE MAZAGÓN.
UN LEGADO PERDIDO ENTRE PINOS Y DUNAS 11
Francisco J. Díaz Magro
URBANIZACIÓN ALCOR. MAZAGÓN. AÑOS 65-70 16
Manuel Padilla
MÁS ALLÁ DE LAS COLUMNAS. ¿ESTUVO HÉRCULES EN MAZAGÓN? 23
Enrique Cabeza
JUAN Y ANTONIO BUENO, HACENDADOS MOGUEREÑOS
QUE EVITARON LA DESAPARICIÓN DE LA VILLA DE PALOS DE LA FRONTERA 30
Diego Ropero-Regidor
MARISMAS Y ARENAS DOMEÑADAS 36
Concha Gorostiza Dapena
NAVEGANDO DESTINO MAZAGÓN 38
Joaquín Verdeguer García
EL ARBORETO DE EL LORO 43
José Antonio Mayo Abargues
¿UN PAISAJE SONORO-MUSICAL EN DOÑANA? 47
Teresa Murillo Díaz / Fernando Fernández Gómez
Sección/ 2 La voz dormida
Foto. Inma Gómez
ESPECULACIONES DEL AMANECER 51
Federico Ortega
Y SI YO NO FUERA NADA 52
Juan Andivia Gómez
EL NIÑO QUE DESCUBRIÓ SU MAR 53
Pablo Tornero
LOS AMANTES DESCARNADOS 54
Juan Cobos Wilkins
POR ESTOS OJOS PASARON LAS HOGUERAS 55
Juan Drago
EL REALISMO MÁGICO 56
Pablo Rodríguez-Thorices Arroyo
PINO GORDO 61
Kiko Estirado Santana
UN MUERTO EN EL MAR 62
Ricardo Crisóstomo
SIETE INÉDITOS 65
Félix Morales Prado
SIN FIN 66
Antonio Orihuela
LAS GEMELAS Y EL SUEÑO DE LA TORTUGA GIGANTE 67
Cristina Font Briones
DE LA VIDA DE TU ALMA 70
Juan Antonio Guzmán Camacho
SENSACIONES DE LA LUZ PRIMERA 71
Antonio Ramírez Almanza
EL QUE VENCE 73
Carlos Fernández Martín
FLOR A FLOR 74
Teresa Suárez Domínguez
RAFAEL DEL RIEGO Y FLÓREZ 75
Francisco Domínguez Díaz
RECUERDOS DEL PASADO 83
Faustino Rodríguez
MELANCOLÍA 84
Manuel Durán Muñoz
SONETO PARA SER ENTERRADO EN LA PLAYA DE MAZAGÓN 85
Octavio C. Velasco
PIEDAD 86
Joaquín Correa Barco
SILENCIOS QUE HABLAN 88
José Antonio García
CANCIÓN PARA MARZAGÓN 89
Alfonsa Acosta
Sección/ 3 El pomo azul
Foto. Alicia Clerencia
MAZAGÓN EN PERSONA
LA FAMILIA Y SUS SENTIMIENTOS 91
Montemayor Domínguez Márquez
DECISIONES INTELIGENTES PARA FIESTAS MEMORABLES.
LA DUALIDAD FESTIVA: CELEBRACIÓN Y EXCESO 93
Joaquín Gómez Hernández
LA VIDA ES UN RÍO 96
Carla Cano Coronel
NUESTROS “CINEMA PARADISO” 98
Dani Navarro
TURISMO VS TURISMO 101
Pilar Sánchez
Sumario
Foto Loren Vázquez
Saluda
del Alcalde de Moguer
Gustavo
Cuéllar Cruz
Amigas y amigos de Mazagón, vecinos y visitantes de este paraíso natural, permitidme en primer lugar que os salude cordialmente desde las páginas de esta magnífica revista y os traslade mis mejores deseos para la Feria de Verano que se avecina, una celebración que hemos vuelto a preparar con toda nuestra ilusión y que espero se desarrolle con la mayor brillantez y participación.
Mazagón es uno de los rincones más hermosos del litoral español que tenemos la obligación de cuidar y preservar, un espacio de convivencia donde se dan la mano la buena gente de nuestra tierra y quienes acuden a ella para descansar y disfrutar cada verano.
Desde el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Moguer trabajamos por construir el Mazagón que todos queremos impulsando su desarrollo económico, promoviendo un turismo de calidad y apoyando al tejido asociativo.
Trabajamos de forma incansable para seguir poniendo todos los recursos a nuestro alcance que brinden a Mazagón el crecimiento al que aspiran sus vecinos y visitantes. A nivel de infraestructuras urbanas hemos impulsado junto a empresarios y vecinos la renovación integral de la calle del Negro, hemos remodelado las paradas de autobuses y su entorno, y seguimos trabajando en el último tramo de la avenida Conquistadores.
Trabajamos por un Mazagón más cómodo y habitable, un espacio de convivencia donde se consolide nuestro compromiso con la igualdad, la inclusión social, el deporte, la cultura y el cuidado de nuestro entorno natural.
Fruto de esa vocación de servicio, en el último año hemos incrementado la oferta de actividades culturales y festivas que se ha visto reflejado en la gran programación navideña Brilla Mazagón y en Luna de Verano, hemos aumentamos nuestro apoyo a los Romeros del Carmen, a todos los clubes deportivos y a las asociaciones de mujeres y mayores con las que desarrollamos distintos proyectos formativos.
En relación con los daños ocasionados por los temporales en el colector de las Casas de Bonares, el Ayuntamiento de Moguer ha completado de forma urgente su reparación, mientras esperamos que las administraciones competentes: el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, la Junta de Andalucía y la Dirección General de Costas desarrollen los trabajos que les corresponden, entre ellos la aportación de arena que garantice la seguridad de esta infraestructura en el futuro.
Un firme compromiso de este equipo de gobierno que tengo el orgullo de presidir y que comparto con la concejala de Mazagón, Pilar Rodríguez, que trabaja de forma incansable y en colaboración con todas las asociaciones y colectivos locales para desarrollar iniciativas y consolidar proyectos beneficiosos para Mazagón, entre ellos por supuesto conseguir la Bandera Azul y la Q de Calidad para la playa del Parador.
Por último, agradecer a quienes hacen posible con sus generosas colaboraciones esta gran revista cultural que tenéis en vuestras manos.
Os invito a disfrutar intensamente de esta Feria de Verano que hemos organizado con todo nuestro cariño y os deseo de corazón que viváis estos festejos desde la alegría, la solidaridad y la sana convivencia que son señas de identidad de nuestra tierra.
¡Felices Fiestas!
Saluda
de la Teniente de Alcalde de Mazagón
Pilar Rodríguez Gómez
Cuando llegamos al ecuador de la época estival, Mazagón celebra uno de los grandes acontecimientos festivos del verano onubense, una feria llena de alicientes que organizamos de nuevo con todo el cariño desde el Ayuntamiento de Moguer.
La Fundación Municipal de Cultura, la empresa Emvisur y el Patronato de Deportes, junto a asociaciones y colectivos de la localidad, trabajan desde hace meses con la coordinación de esta Concejalía de Mazagón, que tengo el placer de dirigir, para poner en marcha todas las infraestructuras y servicios de nuestra feria, y una programación con atractivas propuestas para todos los públicos.
Un año después de asumir la responsabilidad de representar al Ayuntamiento de Moguer en Mazagón, he de agradecer, tanto a sus vecinos y vecinas como a todas sus entidades ciudadanas, la complicidad y apoyo que me han brindado en la ilusionante tarea de trabajar cada día por hacer de este paraíso un lugar de disfrute para vecinos y visitantes, pero también un espacio de progreso y bienestar para todos y todas. Y con este claro objetivo voy a seguir poniendo todo mi empeño, mi tiempo y mi capacidad de trabajo para que nuestro Mazagón resplandezca como merece y su gente vea siempre atendidas, con la mejor disposición posible, sus demandas e inquietudes.
Tengo la oportunidad de dirigiros estas palabras desde una de las mejores revistas de fiestas que se editan en nuestra provincia, una publicación cuidada hasta el mínimo detalle, que contribuye a rescatar y proyectar la historia de Mazagón, a poner en valor nuestra extraordinaria riqueza natural y paisajística, y a dar voz a quienes, de forma totalmente altruista, llenan de contenido con sus trabajos de investigación, sus colaboraciones gráficas, relatos y poemas, esta revista que se ha convertido en uno de los elementos imprescindibles de nuestras fiestas. Gracias a todos y a todas por vuestro compromiso con Mazagón, que nos permite disfrutar cada año de una revista de festejos verdaderamente excepcional.
Otro componente esencial de nuestra feria de verano es sin duda el cartel anunciador, que este año ha realizado una gran artista como es Vanessa Loma, una
mujer con una trayectoria personal y profesional marcada por su vocación de servicio a los demás, a la que agradezco profundamente que nos haya regalado un precioso cartel lleno de fuerza y color, que proyecta ya a los cuatro vientos la gran fiesta de verano de Mazagón.
También quisiera agradecer su profesionalidad y dedicación a todos los técnicos y trabajadores municipales que se encargan de acondicionar nuestro singular recinto ferial en el parque, de montar los escenarios y las casetas con las que cuenta este año nuestra feria, y de poner en marcha los servicios de abastecimiento necesarios para que esta multitudinaria celebración se desarrolle con la mayor vistosidad. Un agradecimiento que he de hacer extensivo tanto a Policía Local como a Protección Civil que articularán los dispositivos de seguridad diseñados para garantizar la normalidad en esta gran concentración festiva.
En este sentido, desde mis competencias como Concejala de Igualdad, deseo promover el compromiso político municipal sobre su responsabilidad en el necesario avance hacia la igualdad real, y trasladar un mensaje sólido de sensibilización e implicación ciudadana en torno a la idea de que las fiestas tienen que ser disfrutadas de forma compartida y en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres.
Por último, quisiera reiteraros mi compromiso personal y el de todo el Ayuntamiento de Moguer de seguir trabajando por y para Mazagón con todos los medios a nuestro alcance, y de continuar poniendo lo mejor de nosotros para que esta parte tan importante de nuestro término municipal vea cubiertas todas sus necesidades y aspiraciones.
Con este compromiso de servicio hacia los vecinos y visitantes de Mazagón, y con mis mejores deseos para una Feria 2024 que espero colme todas vuestras expectativas, recibid el afectuoso saludo de vuestra concejala, que espera seguir contando como hasta ahora con vuestra cercanía y colaboración.
Feliz Feria de Verano
Historias del agua
Foto Carmen Torres Chaguaceda
Mazagón: un enclave de belleza natural.
Francisco Javier Jiménez Manso
Dpto. Medio Ambiente. Ayuntamiento de Moguer
Mazagón, sinónimo de naturaleza, tranquilidad y belleza, y marcado por el inconfundible aroma a familia, comunidad, humedad y sal, se presenta como un núcleo poblacional situado en un enclave privilegiado para la percepción de todos los sentidos. Este lugar, ubicado junto al paraje natural de Doñana, cinturón de uno de los Parques Nacionales más visitados de España, ofrece un entorno ideal para disfrutar de una gran variedad de actividades lúdicas que permiten experimentar la magia que emana este lugar.
Entre las actividades más destacadas se encuentran aquellas realizadas al aire libre,
tales como el ciclismo, el atletismo y los senderos o paseos por los numerosos rincones y alrededores del núcleo urbano. En la playa, es posible practicar voleibol, fútbol playa y observar las estrellas en lugares exclusivos como la playa de Rompeculos o la del Parador. Además, en el mar, se pueden desarrollar actividades como el uso de motos de agua, la navegación y la pesca, entre otras.
El internacionalmente conocido Parque Nacional de Doñana ha registrado, desde 1996, casi 11 millones de visitantes, con una media anual de 497.873 visitas. Doñana alberga ecosistemas de gran valor ecológico, tales como
Rompeculos. Foto Rosa López Garrido
El Abalario. Foto E. Romero
dunas costeras móviles, marismas inundables y pinares. Este parque es un lugar de invernación para cientos de miles de aves y mantiene poblaciones de lince ibérico y águila imperial; especies endémicas de la península ibérica y en peligro de extinción.
Doñana ha sido históricamente un refugio para multitud de repobladores de eucaliptos y pinos en la zona, asentados en los distintos poblados que se construyeron (Cabezudos, Bodegones, Abalario, Villarejo,… y El Poblado) para la reforestación del lugar entre los años 40 y 50. En este último, perteneciente al término de Moguer y situado junto al Parador Nacional de Mazagón, tiene lugar cada año la celebración de la Romería en honor a la Virgen del Carmen.
Mazagón está pintada con colores azules, verdes y marrones ocres. Los azules del mar y del cielo aportan luminosidad, serenidad y felicidad; los verdes simbolizan esperanza y vida, y los marrones ocres de nuestros acantilados reflejan el espíritu evolutivo y aventurero que nos caracteriza, así como nuestra pasión.
En conclusión, Mazagón es un lugar donde la naturaleza y la comunidad se entrelazan para ofrecer un ambiente único, lleno de actividades diversas y paisajes impresionantes. Este rincón privilegiado no solo invita a la relajación y al disfrute, sino que también promueve un profundo respeto y conexión con el entorno natural, convirtiéndolo en un destino ideal tanto para residentes como para visitantes que buscan experiencias auténticas y enriquecedoras.
Abalario. Iglesia. Foto C. Sáez
Playa del Parador. Foto Grzegorz Mielczarek
Abalario. Trabajadores en la repoblación de Doñana. Foto C. Sáez
Poblado forestal Los Babezudos. Foto Javier García
Inauguración del Poblado. Año 1954. Obispo de la Diócesis de Huelva Mons. Cantero Cuadrado. Por primera vez se hizo una primera comunión en la Capilla de Cristo Crucificado. ASPOFOMA. Cedida por familia Díaz Magro.
La historia olvidada del Poblado Forestal de Mazagón.
Un legado perdido entre pinos y dunas
Francisco J. Díaz Magro Presidente de la Asociación Poblado Forestal de Mazagón (ASPOFOMA)
Probablemente, muchas de las personas que circulen por la carretera A-494 de San Juan del Puerto a Matalascañas por Mazagón y observen el bosque de pinos y monte bajo que hay a ambos lados, piensen que esté ahí de toda la vida. Seguramente, tampoco repararán en el pequeño grupo de casas situado a unos 500 m. del Parador de Turismo en dirección a Matalascañas, ya que no existe ninguna indicación que señale el lugar.
Ese pequeño núcleo de casas es el Poblado Forestal de Mazagón, inaugurado en el año 1954 por el obispo de la Diócesis de Huelva Mons. Cantero Cuadrado y por los Ingenieros Jefe de la 5ª División Hidrológico Forestal, D. Manuel Kith Tassara y del Patrimonio Forestal del Estado, D. Gaspar de la Lama Gutiérrez.
Algunos habitantes del Poblado el día de la inauguración. 1954. ASPOFOMA. Cedida por Montemayor Gómez
El Poblado fue construido para albergar a los trabajadores y sus familias que fueron contratados para llevar a cabo la reforestación del espacio situado entre el sur de la Comarca del Condado y el océano Atlántico y entre el río Tinto y el límite del Parque Nacional de Doñana, después de haber sido declarado Zona de Interés Forestal por la Ley de Repoblación Forestal del año 1951.
Este vasto territorio, históricamente, estuvo deshabitado y poco o nada estructurado, considerado como marginal y poco productivo debido a la poca fertilidad de su suelo. Ofrecía, sin embargo, a los habitantes más desfavorecidos de su alrededor recursos como la recolección o la caza, además de los sorteos de terrenos que realizaban los concejos entre sus vecinos en los que podían sembrar algunos cereales mediante el sistema de rozas.
En 1855, esta zona se vio afectada por la desamortización de Madoz, pasando los montes comunales a manos privadas pertenecientes a la alta burguesía y a empresas, tanto españolas como extranjeras, dedicando el territorio mayoritariamente a cotos de caza que estructuraron la zona dándole el nombre de los propietarios, nombres que han llegado hasta la actualidad. Este cambio no supuso ninguna modificación en el paisaje.
El aumentar la superficie forestal en nuestro país ha sido una preocupación histórica de los sucesivos gobiernos. Hitos importantes fueron la aprobación de la Ley de Montes en 1863, el Real Decreto de 7 de junio de 1901 que puso en funcionamiento el Servicio Hidrológico Forestal y se crearon las Divisiones Forestales o la Ley de 18 de octubre de 1935 por la que se crea el Patrimonio Forestal del Estado.
Al finalizar la Guerra Civil, el régimen de Franco, conocedor de la importancia de desarrollar y aumentar la producción forestal, aprobó una nueva Ley el 26 de agosto de 1939 por la que se restableció la anterior de 1935, incorporando algunas modificaciones que provocaron disfunciones posteriormente corregidas con la Ley de 10 de marzo de 1941 que permitiría un funcionamiento más eficiente del Patrimonio Forestal del Estado.
Para reforestar el territorio se tuvo que comenzar por conseguir todos los terrenos necesarios y, para ello, se aprobó, como hemos dicho antes, la Ley sobre Repoblación Forestal de diciembre de 1951, mediante la que se creó la figura de Zona de Interés Forestal. Esto supuso que, a partir de ahí, los propietarios de los terrenos estaban en la obligación de hacerse cargo de su repoblación. En caso de no poder por falta de recursos, se les daba la opción de firmar un consorcio o vender voluntariamente. En caso de no aceptar ninguna de estas dos fórmulas, el Patrimonio Forestal del Estado tenía la potestad de proceder a la expropiación forzosa.
En el territorio que nos ocupa, los trabajos se repartieron entre los dos organismos públicos; correspondiendo a la 5ª División Hidrológico Forestal la fijación y repoblación de las dunas costeras, desde la desembocadura del río Tinto hasta la Torre de la Higuera.
Para ello, se tuvo que empezar prácticamente desde cero, creando una infraestructura que debía responder a toda una serie de necesidades básicas, iniciándose un proceso de colonización del territorio mediante la construcción de pistas forestales, la instalación de viveros y la creación de construcciones para albergar la numerosa mano de obra que era necesario contratar para ejecutar los trabajos. Así, se construyeron las casas forestales de Los Caños, situada en las cercanías de la Casa del Vigía, la del Bombo, situada en las inmediaciones del médano del mismo nombre, cerca de la Cuesta Maneli, ambas destruidas; pudiéndose observar en la actualidad solamente el asentamiento, la de las Tres Rayas, situada en el coto del mismo nombre y que todavía existe como núcleo más importante, el Poblado Forestal de Mazagón.
todoterreno del Patrimonio Forestal del Estado en lo que hoy día es la Avda. de los Conquistadores de Mazagón. Más o menos a la altura de Chicago. Al fondo se observa uno de los cañones de la batería de costa ya desaparecido. ASPOFOMA. Cedida por Pilar Trujillo
La gran oferta de mano de obra para la ejecución de los trabajos y la precariedad de una población en plena postguerra que necesitaba alguna forma de subsistencia por un lado y las persecuciones y condenas por ideas políticas por otro, hizo que acudieran al lugar numerosos trabajadores de procedencia diversa, asentándose, en un principio, en el lugar denominado “El Majá”, hoy zona recreativa en las inmediaciones del Parador, en chozas construidas con sus propias manos.
El escritor Juan Villa expresa perfectamente cómo fue el momento: “De todos los rincones comenzaron a aterrizar gente por allí, con dos elementos en común; la gazuza y el desamparo. En los primeros tiempos se acomodaban -si el verbo es oportuno- donde podían al pie de los frentes de trabajo, a la intemperie o al abrigo de algún almacén o construcción antigua. Luego se hicieron ringleras de chozas en las que ya empezaron a instalarse familias completas”
Vehículo
Pista forestal de Mazagón a Cabezudos, también llamada “Camino de los playeros”. Años 50. ASPOFOMA. Cedida por Pilar Trujillo
Alonso Martín, guarda forestal que vivió en el Poblado desde el principio, lo expresaba así en su relato “El viejo campesino”: “Llegaban las familias de todas partes. Había trabajo para todos, lo que provocó que no hubiera viviendas para todas ellas. Recurriéndose a lo más fácil en aquella época y en aquel entorno, a la choza del bosque. Aquellas tristes cabañas daba pena verlas”
En el año 1945 se censaron en el lugar 196 personas de procedencia diversa: Moguer, Puebla de Guzmán, Ayamonte, Palos, Lepe, Calañas y otras poblaciones del Andévalo y la Sierra de Huelva, Badajoz y Portugal.
Teniendo en cuenta la precariedad de los alojamientos, se decide construir un poblado a unos 500 metros de donde se encontraba este primer asentamiento.
Previamente ya existía la casa forestal, a escasos metros de donde se construyeron las primeras chozas, y era un núcleo compuesto por una gran casa donde vivía el encargado y su familia, con alojamientos para los ingenieros y otros técnicos cuando se desplazaban a trabajar a la zona; un grupo de casas, donde se encontraba la oficina, las viviendas del listero y del ordenanza, un economato y un almacén construido en madera. Un poco más retirado, a la altura de donde hoy se encuentra la entrada al Parador, había un taller donde se guardaban y reparaban los tractores y otros vehículos, dotado también con una vivienda para el mecánico-tractorista. Esta edificación fue derruida poco tiempo después de la puesta en funcionamiento del Parador de Turismo, trasladándose las dependencias a una nueva construcción que en la actualidad se encuentra en el mismo recinto de la casa forestal.
El poblado en sí, en un principio, estaba formado por tres hileras de cuatro casas cada una y una cuarta hilera formada por la capilla, casa del cura, casa del maestro y escuela, dispuestas en un cuadrado alrededor de una plaza central de arena. Un poco más apartado estaba el horno comunal para cocer el pan. En total, catorce viviendas que a todas luces fueron insuficientes para albergar a todas las personas que allí vivían. Posteriormente se añadieron cuatro casas más que tampoco solucionaron el alojamiento de todo el personal. Aunque parece que en un principio estaba
Pimpollos de pino. Vista del paisaje de los alrededores del Poblado casi recién repoblado.
Años 50. ASPOFOMA. Cedida por Pilar Trujillo
prevista la construcción del doble de viviendas, por razones que se nos escapan, nunca se hicieron; por lo que tuvo que autorizarse la construcción de un tercer núcleo, esta vez de chozas, con mayores dimensiones que las primitivas y dispuestas en dos calles paralelas con alguna medida de seguridad como la separación entre ellas para evitar la propagación en caso de incendio.
Aún se autorizó un cuarto núcleo formado por cuatro chozas que se situaron en la parte trasera de la casa forestal, entre ésta y el arroyo de Las Huesas, al que se le denominó Corea.
En octubre de 1971 fue creado el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), que se encargó de administrar y gestionar lo que antes era responsabilidad de la 5ª División Hidrológico Forestal y el Patrimonio Forestal del Estado; cambiando los objetivos de explotación forestal por otros más conservacionistas, lo que hizo que bajase la necesidad de mano de obra y que las personas que habitaban en los poblados buscasen en otros lugares nuevas posibilidades de ganarse la vida, quedando las construcciones deshabitadas poco a poco.
A finales de los años setenta desaparecieron todas las chozas del Poblado de Mazagón, quedando solamente las instalaciones de la casa forestal con las viviendas de servicio y el taller por un lado y el poblado por otro, que después de haber sido abandonado paulatinamente por sus primitivos habitantes fue ocupado casi en su totalidad por personas ajenas, permaneciendo así en la actualidad y habiendo perdido la idiosincrasia que en su día tuvo.
En el año 1984, las competencias forestales fueron traspasadas al Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA) que, fue quien decidió el desmantelamiento de los poblados forestales de la zona, a pesar de que en el Plan Director Territorial de Coordinación de Doñana y su Entorno, de 1989, se propuso la reutilización de los poblados forestales con fines didáctico-recreativos, aconsejando además el fomento del turismo verde. También en el Dictamen elaborado por la Comisión Internacional de Expertos sobre el Desarrollo Sostenible del Entorno de Doñana, de 1992, se propone la rehabilitación o reconstrucción de poblados abandonados del área del Abalario para destinarlos al turismo de naturaleza y otras actividades promovidas por instituciones públicas y en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Doñana de 2016, se insta a promover la puesta en valor del patrimonio inmobiliario de titularidad pública en desuso, como recurso activo a tener en cuenta en las políticas de desarrollo sostenible.
Lo cierto es que, a pesar de todas estas propuestas, la mayoría de los poblados han desaparecido, quedando solamente en pie el de Cabezudos, en unas condiciones deplorables de ruina y el de Mazagón en las condiciones que hemos indicado más arriba. Esto, unido al deterioro de muchas de las pistas forestales y al desastre provocado por el incendio de 2017, hace que este territorio sea muy semejante a la situación de vacío y marginalidad anterior a la repoblación forestal de los años cuarenta.
BIBLIOGRAFÍA
CONSEJERÍA DE MEDIO AMBIENTE Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO. 2016. “Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Espacio Natural de Doñana y Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Doñana”. B.O.J.A. nº 185 de 26 de septiembre de 2016.
ESPINA, J. Y ESTÉVEZ, A. 1993. “El espacio de repoblación forestal de Cabezudos-Abalario” en “Intervenciones Públicas del Litoral Atlántico Andaluz. Efectos Territoriales”. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura y Medio Ambiente. Agencia de Medio Ambiente.
MARTÍN, A. 2013. “El viejo campesino”. Asociación de Vecinos de Mazagón AVEMA.
PATRIMONIO FORESTAL DEL ESTADO. 1951. “Memoria-Resumen de los trabajos realizados en el decenio 1940-1949”. Ministerio de Agricultura.
VILLA, J y BILBAO, D. 2017. “Doñana. Apuntes”. Diputación Provincial de Huelva. Servicio de Publicaciones y Bibliotecas.
Urbanización Alcor.
Mazagón, años 65-70
Manuel Padilla
El protagonista en el origen de la creación de más de trescientas viviendas en nueve hectáreas de pinos y arena, a finales de la década de los 60 del pasado siglo, en Mazagón, es el segoviano D. Mariano Santos Miguel (Madrona, 16/07/1927- Madrid, 28/06/2015).
En 1965, en el Ministerio de Información y Turismo, salen a subasta las obras para la ejecución del Parador Nacional de Turismo. Este matronense, junto con Ramón
Becerril, crearon la Oficina de Turismo que se terminaría instalando en la Plaza de España (Madrid) para el desarrollo de la “Feria del Campo” de 1962. Esta proeza fue valorada en el Ministerio y a este ingeniero técnico se le ofrece la adjudicación de las obras del Parador de Turismo de Guadalupe (Cáceres). La condición de funcionario público no le permitía contratar con la Administración Estatal y, para solventar este obstáculo, recurrieron a la creación de la empresa Construcciones y Paradores, S.A. (COPASA). El Mazagón, años 60
primero de marzo de 1966, el Boletín Oficial del Estado publicaba el decreto 514/1966, de 17 de febrero, con el plan de obras de la Subsecretaría de Turismo del Ministerio de Información y Turismo para el bienio 1966-1967. En él quedaba previsto el presupuesto para la construcción de la gran obra de Mazagón.
Un año antes, se produjo en las playas del Parador la llamada “Operation Steel Pike 1”, consistente en un magno simulacro de maniobra militar de desembarco de fuerzas de Infantería de Marina en un territorio supuestamente hostil, sojuzgado por una potencia invasora, y donde era necesaria la consecución, los días posteriores, de una serie de objetivos orientados a la conquista de determinadas localizaciones: los sectores “Alfa” (Huelva), “Bravo” (Niebla) y “Charlie” (El Rocío). La operación que tuvo como escenario las costas de la provincia de Huelva estuvo presupuestada por el Departamento de Defensa estadounidense en unos 10.300.000 dólares. Así, para la conquista “virtual” de estos núcleos onubenses, participarían un total de 29.000 marines norteamericanos, 2.000 vehículos terrestres y anfibios, aproximadamente un centenar de buques de desembarco, apoyo y submarinos, al igual que unos doscientos aviones y helicópteros. Sin embargo, y debido a que tanto Niebla como El Rocío poseían numerosas extensiones de terreno cultivado en sus inmediaciones, los mandos determinaron finalmente no tomar ambos núcleos, sino hacerlo únicamente sobre el plano; así pues, continuaron en poder del enemigo por culpa de unas cebollas.
Mientras nuestro protagonista dirigía las obras del parador, llamado oficialmente “Cristóbal Colón”, fue realizando una operación de compra de terrenos tanto en Moguer como en Mazagón. En nuestra playa se adquirieron nueve hectáreas de terreno, montañoso – calificado como tal- que se incluyeron después en el Plan General Urbanístico de Mazagón, promovido por el Ayuntamiento de Moguer (1)1
Poco después de dar comienzo las obras del Parador, un grupo de vecinos de Moguer habían gestionado la permuta de una finca privada situada en la zona contigua a los montes municipales por otra en los pinares de lo que se denomina Dunas del Odiel. Justo detrás de los terrenos de la Quinta División Forestal, que el Estado había cedido a particulares para que construyeran viviendas sólidas junto al mar. El contacto que estableció Mariano con estos propietarios de la finca adquirida le permitió encontrar una fórmula para permutar suelo por viviendas y apartamentos que se construirían cuando los terrenos llegaran a ser edificables.
1 Manuel Barranco Colmenero fue alcalde de Moguer entre 1964 a 1974. En la década de los sesenta del siglo XX, el turismo en España estaba en pleno desarrollo en las costas peninsulares, sobre todo las del Sur, las costas mediterráneas y las atlánticas andaluzas. El alcalde Barranco tuvo clara dinámica turística en su gestión, al tener Moguer terreno en zona de Mazagón, aunque no fuese directamente en el mismo litoral, siendo éste de Palos de la Frontera. Por eso se construyó, entre ambos municipios, la Mancomunidad para la potencialidad de las “Playas de Castilla” o posterior “Marzagón”, que ya pasaría a denominarse Mazagón.
Mazagón, años 70. Vista aérea
Los propietarios de la finca de 45.000 m² eran cuatro personas de Moguer. Mariano contacta con el alcalde Manuel Barranco y llega a un acuerdo de permuta, por el cual nuestro protagonista recibía la finca libre de cargas y se comprometía a entregar a cada uno de esos propietarios un chalé, según el modelo a la vista en el correspondiente diseño y en el sitio elegido por ellos, y un apartamento de tres dormitorios, salón, cocina y servicios, también según modelo.
La aprobación del plan de urbanización dependía de Madrid y todo era bastante incierto. Durante las obras de construcción del parador (1966-68) hubo muchas visitas de autoridades locales interesadas por conocer el proceso de ejecución. En una de esas visitas, el Gobernador Civil de Huelva, Perez Cubillas, entabla contacto con Mariano
no se iba a demoler nada que estuviera edificado dentro del sentido común, aunque discrepara de lo previsto en el planteamiento por fin aprobado. Finalmente, puntualizó que sería más operativo que se iniciaran planes cortos para que, cuando se diera la noticia de la aprobación del proyecto pendiente, se pudiera tener terminado y comenzar de nuevo dentro de la planificación correcta.
Con estas expectativas, se puso manos a la obra y cada año se construyó un bloque de los que existen hoy en la cuesta de la Avda. de los Alcores hacia la Avenida de los Conquistadores; la Pinta, la Niña y la Santa María, que así las denominaron y rotularon con tableros de madera. El importe de venta de los primeros fue de 275.000 pesetas cada uno. Cuando se terminó el último de ellos se aprobó el Plan de Ordenación de la Playa de Mazagón
y éste le hace un comentario sobre qué podría pasar si se construía algún edifico que no coincidiera exactamente con lo previsto en los planes pendientes de aprobación; igualmente, apeló al sentido común, comentando que los terrenos sin edificar no generaban riqueza y que los deseos de cualquier promotor era ir edificando cerca de la costa para atraer a futuros clientes hacia Mazagón y éstos no optaran por otros municipios con desarrollo turístico más consolidado y planes urbanísticos puestos en marcha. La respuesta dada al ingeniero de obras fue que
en el Ayuntamiento de Moguer (1970). Con estas obras finalizadas se acababa la construcción tipo apartamento, dado que en el plan aprobado se contemplaban chalés, adosados y no otro tipo de edificaciones. Las parcelas para viviendas eran de unos trescientos metros cuadrados. La titulación de Mariano Santos como ingeniero técnico en construcciones civiles le permitió, hasta entonces, hacerse cargo del diseño y construcción de urbanización y edificios. Luego, para obtener licencia era preciso la presentación de proyectos suscritos por arquitectos.
Urbanización Alcor. Vista aérea. Sombreada la zona de los apartamentos
En definitiva, habían adquirido esas nueve hectáreas de terreno en el pinar, sin urbanizar, sin agua, saneamiento ni viales; solo un terreno y unas normas bastante indefinidas.
La primera cuestión por resolver en ese momento fue el suministro de agua; para ello, se llevaron a cabo pruebas de radiestesia en la búsqueda de aguas subterráneas, y los resultados obtenidos garantizaban que a unos cinco metros de profundidad se obtendría agua potable. Militino, uno de los operarios contratados para los trabajos de construcción urbanística, realizó sondeos y llegó al nivel freático. Los recursos empleados para los trabajos fueron muy elementales: un aro de hormigón, ir sacando arena de su interior y que este fuera bajando. Se colocó sobre el hormigón un muro circular de ladrillos; y con el peso de la fábrica y agua que se echaba en las paredes, iba bajando el pozo. Un torno y cubos permitían extraer la arena mientras esta permaneciera seca; luego una pequeña bomba de succión sacaba el agua para seguir profundizando. Fue un sistema de trabajo muy básico, pero bien coordinado.
Ese pozo alcanzó una profundidad de seis metros, con agua en un nivel de metro y medio de altura. En el punto más elevado del terreno, unos cincuenta metros sobre el nivel del mar y a unos diez metros de la práctica totalidad del terreno a urbanizar se preparó una parcela para que se pudiera situar en ella el depósito, y desde allí abastecer a todas las viviendas que se fueran construyendo.
Se maduró la idea de la construcción del depósito sobre una vivienda. Un octógono, inscrito en una
circunferencia de seis metros de diámetro fue la base para la vivienda, abajo, y el depósito sobre ella. Setenta metros cúbicos de agua era la capacidad de almacenamiento, suficiente para unas cien viviendas que estaban planificadas en el terreno adquirido.
En poco más de un mes de trabajo de albañilería y fontanería, el sistema se puso en marcha; no solo atendiendo a las viviendas en servicio; sino, además, a las cuadrillas de albañiles que trabajaban en el recinto. Los apartamentos de la cuesta fueron los primeros en tener el servicio de agua con normalidad. Los cuatro chalés intermedios en construcción se abastecían de la misma línea trazada; los propietarios Félix, Manolo, Barranco y Curro fueron los primeros en que sus viviendas tuvieran servicio de agua normalizado y de buena calidad.
Por lo que respecta a los vertidos, fue necesario recurrir a soluciones tradicionales en zonas no urbanas. No había alcantarillado que permitiera la evacuación de residuos. Las dimensiones de la parcela permitían la ubicación de fosa séptica con un pequeño pozo superficial que retendría y filtraría las aguas fecales tratadas en otra fosa a la que se le impedía la entrada de aire. Las aguas que se vertían al pozo se filtraban evacuándose por la misma arena. La fosa séptica mayor daba servicio a los apartamentos de los tres bloques construidos; pero se mostraba en ocasiones insuficiente su capacidad, y se producían rebosamientos en superficie.
Esta zona de Mazagón no disponía tampoco de alimentación en energía eléctrica. El punto más próximo emanaba de “Ciparsa”; empresa que tenía la concesión y
Sección longitudinal del acceso desde la playa a la Urbanización Alcor. Bloque La Pinta
podía suministrar mediante acometidas particulares.
El trazado desde “Ciparsa” hasta El Parador, para su construcción y servicio, permitió disponer de postes y cableado; y el concierto llevado a cabo con el abogado Eduardo Pérez-Griffo, delegado de saneamiento y veterano promotor de las playas de Huelva, permitió que se pudiera instalar un transformador en el centro de la finca. Con ello, el pozo para el suministro de agua, que empezó con un motor de gasoil, fue sustituido por una motobomba eléctrica que impulsaba el agua directamente al depósito elevado. Dos personas fueron indispensables durante aquel periodo de precariedad; tanto en el suministro del agua, como en el de fluido eléctrico: Carlos Pardo (Ciparsa) y Ángel Domínguez, operario electricista. La puesta en marcha del Parador Nacional y las sucesivas ampliaciones de los poblados existentes obligaron a la Compañía Sevillana de Electricidad, abastecedora de la comarca, a hacerse cargo de las líneas trazadas y transformadores puestos en funcionamiento; haciendo que el servicio se fuera actualizando y el suministro normalizándose.
En los últimos años de la década de los sesenta, la conexión de Mazagón con Huelva, como centro de operaciones, resultaba muy dificultosa. La distancia superaba los cuarenta kilómetros por carreteras
secundarias, dado que había que dirigirse hasta San Juan del Puerto para poder cruzar el antiguo puente construido de madera; otra opción era utilizar el embarcadero que, desde La Rábida, mediante una barcaza, se pasaba a la otra orilla, en el paraje de la “Punta del Sebo”.
La industrialización de Huelva fue clave para invertir también en la mejora de la conexión con la capital pues se iba a poner en marcha en la zona del nuevo puerto un espacio de desarrollo económico que despegaría con la construcción del puente de la Punta del Sebo, inaugurado el 19 de marzo de 1969. Se garantizaba así el futuro de la capital; instalándose una de las zonas previstas por el Polo de Promoción de Huelva, según decreto de enero de 1964, en lo que sería el Puerto Exterior, además de la instalación en la zona de la Punta del Sebo, y en la ribera derecha del Tinto, donde iría la Celulosa.
Cinco meses después de que se inaugurara el Parador Nacional, Mazagón se pudo conectar con la capital a través del nuevo puente sobre el río Tinto.
Otra conexión importante para este conjunto de viviendas que se estaba construyendo era el camino hacia la playa, cuyo paso obligado era a través de una cuesta que perpendicularmente a la avenida principal, que hoy
Mazagón. Primera línea de playa
1965
se llama “de los Conquistadores”, comunicaba con la zona habitada colindante con el mar.
La cuesta era el nexo de esa urbanización con el resto de Mazagón y era bastante singular, dado que el desnivel superaba los treinta metros y su longitud desde la avenida al límite de aquellos terrenos no llegaban a ciento cincuenta. Era necesario modificar aquel terreno de arena, transitable para peatones y poco más. Con unos siete metros de ancho y no menos del 20% de pendiente no era fácil convertirla en paso obligado. Se proyectó bajar el nivel en los primeros sesenta metros desde la finca y trazar una vía que no superara el 15% de pendiente. Con un perfil transversal que dejara en el centro la parte más baja y unos pozos que retuvieran el agua temporalmente y fáciles de limpiar se aseguraba un funcionamiento satisfactorio. El
firme se haría de hormigón con una malla metálica.
La empresa promotora se puso en contacto con los vecinos (unos catorce propietarios) y llegaron a un acuerdo para sufragar los gastos de esta mejora al 50 %; aunque no todos los vecinos respondieron haciéndose cargo de la cuota pactada. Avda. de los Alcores se llama la calle que empieza desde el inicio de la cuesta; y ,arriba del todo, en un bajo del tercer bloque construido, estaba el supermercado de Leonor, “Blanca Paloma” se llamaba, familia almonteña que dio servicio a todas aquellas viviendas construidas.
Los nombres propios en esta urbanización, sus vecinos, fueron: Manolo y Félix Fernández, Manuel Domínguez, médico de Moguer; Manuel Teba, juez de
Apartamentos Urbanización Alcor
Mazagón,
Moguer; Manuel González, Francisco Manuel, pintor; el segoviano doctor Pedro Corrons, famoso psiquiatra y pionero en la zona; Ortiz, el enlace personal de la constructora con los adquirientes de parcelas y casas; Narciso de Oropesa, Emilio, Víctor, Militino… estos últimos, todos castellanoleoneses que se afincaron en esta zona.
Otra parcela colindante con la ya adquirida, situada al poniente, era propiedad de un grupo de personas “de Madrid” que habían intervenido en gestiones con el Ayuntamiento de Moguer. Uno de ellos, D. Luis Cubillo de Arteaga era uno de los firmantes del Plan de Ordenación de Mazagón, en espera de su aprobación.
Coincidió que, a nuestro protagonista, D. Mariano Santos, se le adjudicó la construcción de 400 viviendas en Segovia de la Organización Sindical; y el autor del proyecto y director de las obras fue el propio Luis Cubillo. En los contactos personales con el arquitecto de las obras, Mariano le sacó a relucir el tema de esos nuevos terrenos y la posibilidad de su adquisición.
El trato fue entregar a cada uno de los propietarios, en líquido y sin gastos, un millón de pesetas. Acto que se realizó ante notario, quien suscribió el documento público. Uno de ellos, D. Rafael Ausón Oliar, se personó más tarde; pero, a través del fedatario y al día siguiente de la cita inicial, quedó firmada la escritura. De este modo se completó lo que actualmente se denomina Urb. Alcor.
¿Por qué este nombre?
Aunque realmente el nombre de alcor hace referencia a colina o collado, procedente del árabe «Alqúll» y constituye una elevación en forma de meseta inclinada de poca altura; y en esta zona se produce una elevación del terreno desde lo llano, que sería la primera línea de playa; según nuestro protagonista, el nombre se lo puso por su afición a la astrología. Contemplando el
firmamento desde Mazagón, gracias a sus niveles óptimos de oscuridad, y avistando la constelación de la Osa Mayor, una de sus estrellas se denomina Alcor (la otra Mizar) y se puede ver en las noches más claras. En tiempos muy, muy remotos, lo oculistas utilizaban estas dos estrellas para graduar la vista de sus clientes.
De estas curiosidades, Mariano sacó el nombre de “Alcor” y así denominó a la pequeña urbanización que estaba empezando a construir.
El nombre tuvo aceptación y se mantuvo. Algunos años después, un vecino de los fijos de entonces se dedicó a nominar las calles de la urbanización con rótulos derivados de alcor y que corresponde a pueblos de estas comarcas o simplemente derivados de la palabra: Alcores. Mairena del Alcor. Alcoracejo… Posteriormente, los políticos y miembros de vecinos fueron confirmando las rotulaciones e incluyéndolas en los registros catastrales; y se fueron desarrollando paulatinamente en los pinares sucesivos planes urbanísticos; lo que empezó en 1967 con menos de diez hectáreas y con tan escasos medios hoy se encuentra inmerso en el plan de ordenación que se creó a posteriori; constituyendo un importante complejo veraniego de Mazagón.
Fuente: SANTOS MIGUEL, Mariano: Origen y proceso de la Urbanización Alcor, 16-VII-2007.
Construcción del puente sobre el río Tinto
Puente Punta del Sebo, 1969
Enrique Cabeza. Cabezequer
¡Ras, ras!
La emoción que le embarga hace que rasgue, más que desanude, el grueso envoltorio de tela que protege el antiguo libro de pergamino que acaba de recibir. Y es que Josephus, el fraile franciscano del convento de San Francisco de Moguer, verdadero ratón de biblioteca, apreciado por todos por su sencillez y absoluto desapego de las cosas mundanas, no puede contenerse. En realidad, su nombre es José, pero los miembros de su comunidad se lo habían cambiado por el de Josephus, más acorde con su cargo de bibliotecario, profunda cultura y desmedida vocación enciclopédica. También le apodaban cariñosamente Hermano Libro, haciendo un guiño divertido a la costumbre de San Francisco de Asís de denominar de esta manera a las criaturas y elementos de la Naturaleza, tales como el Hermano Sol y la Hermana Luna.
Ese día Josephus volvía a sentir de nuevo el sutil hormigueo de un lejano remordimiento por su afición a las obras de la mitología clásica. Aquel mundo pagano de dioses, héroes y gigantes le fascinaba ya desde sus primeros años en el convento al servicio del anciano bibliotecario anterior, que no conseguía ocultar a su desmesurada curiosidad las escasas obras de este tipo existentes en la biblioteca. Había leído con avidez las Metamorfosis de Ovidio, la Teogonía de Hesiodo y la Biblioteca mitológica de Apolodoro, obras clásicas de un pasado lejano, que abordaban la titánica tarea de recopilar la historia de la extensa y compleja mitología griega. Y había sido el extracto resumido del poema la Gerionida del poeta griego Estesícoro de Himera (s.VII a.C.), recogido en la mencionada Biblioteca, la causa de que en su impenitente alma romántica se desarrollara una creciente curiosidad y un inextinguible afán por resolver un enigma, que le llamaba con la irresistible atracción del canto de las sirenas que un día embelesaron a Ulises. El extracto hacía referencia a uno de los trabajos de Hércules, el décimo de ellos, que consistía en el robo de los rebaños del gigante Gerión, y su singularidad residía en que era el único que se había desarrollado fuera del mundo conocido en la antigüedad clásica, mas allá de las columnas que el propio héroe había colocado en el fascinador estrecho que separaba África de la península ibérica. Josephus era en verdad un alma romántica. Natural de Moguer, se había criado en el poblado de Mazagón, en donde la vida en la naturaleza, la amplitud de los espacios, el aroma del bosque, el vértigo de los acantilados, la infinita playa y el omnipresente mar, habían ejercido su poderosa e irresistible influencia en el desarrollo físico y espiritual del joven mazagonero. Todo ello había estimulado aún más su espíritu romántico, cuya propensa semilla estaba firmemente arraigada en su alma por la herencia familiar de varias generaciones de pescadores que le precedieron, acostumbrados a convivir con la eterna, libre e indomable majestuosidad del mar.
El primer contacto que tuvo Josephus con el mito del décimo de los trabajos de Hércules, o Heracles en griego, había sido mientras leía un ejemplar de la Teogonía de Hesiodo (s.VII a.C.), que había encontrado en un olvidado y polvoriento rincón de la biblioteca del convento. La referencia al héroe era ciertamente reducida, pero llamó su atención. Decía así:
Crisaor engendró al tricéfalo Gerión unido con Calírroe, hija del ilustre Océano; a este lo mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en Eritia rodeada de corrientes. Fue aquel día en que arrastró los bueyes de ancha frente hasta la sagrada Tirinto, atravesando la corriente del Océano, después de matar a Orthos y al boyero Euritión en su sombrío establo, al otro lado del ilustre Océano.
Aquellas expresiones relativas a los bueyes, de “marcha basculante” y “ancha frente”, hicieron sonreír a su alma poética. Sin embargo, su rostro se tornó inquisitivo cuando leyó que aquello había sucedido “al otro lado del ilustre Océano”. El mito de los trabajos de Hércules era bien conocido en la época, pero Josephus, hasta entonces, no se había percatado de que no todos ellos se habían desarrollado en tierras centradas alrededor de lo que luego los romanos llamarían Mare Nostrum. De acuerdo con Hesiodo, el décimo de ellos se había desarrollado más allá del mundo conocido en la antigüedad, al otro lado del Océano... Su imaginación se echó a volar. Más allá de las columnas de Hércules... ¿Cádiz?... La isla Eritia “rodeada de corrientes” tenía que haber estado más lejos... ¿Podía haberse encontrado en la desembocadura del Guadalquivir?... ¿Y por que no en la del Tinto y Odiel, en Huelva?... ¡Hércules podía haber estado en Mazagón!
Aquella naciente inquietud arraigó sin remedio en su alma literaria y le llevó a buscar mas referencias escritas
sobre el mito. Fue así como conoció la Gerionida, de Estesícoro de Himera. Se trataba de un poema sobre el décimo trabajo de Hércules, de más de mil versos de extensión, que se había perdido (¡perdido!) y del que sólo se conservaban algunos fragmentos. La Biblioteca de Apolodoro (s.II a.C.), lo recogía de forma resumida y Josephus pudo leerlo con creciente excitación:
El décimo trabajo impuesto fue traer las vacas de Gerión desde la isla Eritia, quien tenía la corpulencia de tres hombres juntos, fundidos en uno por la cintura, pero separados en tres a partir de los flancos y los muslos. Poseía unas vacas rojizas, cuyo boyero era Euritión y el guardián Orthos, el terrible perro de dos cabezas. Así pues, marchando a través de Europa y habiendo exterminado muchos animales salvajes, penetró en Libia y, luego de llegar a Tartessos, alzó como marca de su paso dos columnas simétricas sobre los montes de Europa y Libia. Abrasado por Helios durante el camino montó el arco contra el dios que, admirado por su valor, le entregó una copa de oro en la que cruzó el Océano. Y habiendo llegado a Eritia acampó en el monte Abante. En cuanto lo sintió el perro, se lanzó contra él; pero Heracles lo golpeó con la maza y mató también al boyero Euritión, que había corrido en su ayuda. Gerión, luego de encontrar a Heracles junto al río Antemunte llevándose las vacas, trabó combate con él y asaeteado murió. Heracles entonces embarcando las vacas en la copa navegó hacia Tartessos y devolvió la copa a Helios.
Josephus disfrutó analizando las referencias, geográficas y líricas, que aquel texto contenía. “Libia” era por extensión África y “una copa de oro” era la forma más poética que había conocido para definir a una nave de amplias bodegas, capaz de “cruzar el Océano” transportando el ganado robado. Sin embargo, la referencia a Gadira parecía situar el lugar de los hechos en Cádiz...
No obstante, un análisis más detallado le fue confirmando su primera intuición de que Hércules había llegado más allá. Diversos historiadores y viajeros griegos y romanos dejaron constancia de lo que se sabía, o creía saberse, sobre aquella civilización. Avieno (s.IV d.C.), en su Ora Maritima, un importante texto sobre la geografía de la Hispania prerromana, recogía que:
... “Desde el río Ana (¡El Wadi Ana de los árabes!, ¡nuestro Guadiana!) hasta estos territorios (Tartessos), las naves tienen un día de trayecto. Aquí se halla la ciudadela de Gadir, ya que en la lengua de los cartagineses se llamaba Gadir a un lugar vallado. Esta misma ciudad fue denominada primero Tartessos. El río Tartessos, fluyendo desde el lago Ligustino, a campo traviesa, envuelve una isla de pleno con el curso de sus aguas”.
Todos estos textos parecían señalar la localización de Tartessos en la desembocadura del Guadalquivir (¿O tal vez hacían referencia a Huelva?). Josephus tuvo que esforzarse en no dejarse llevar por la especulación. No sabía en aquel momento que ni era el primero ni sería el último en tratar de resolver aquel enigma de la localización de Tartessos, que no se conseguiría ni siquiera pasado el segundo milenio (Nota del autor: en la actualidad todavía está sin resolver de forma definitiva).
La única esperanza que le quedaba de encontrar la clave para situar Tartessos, la misteriosa isla Eritia y el escenario donde se realizaron los hechos del décimo trabajo de Hércules, estaba en conseguir acceder al mencionado poema de la Gerionida, ya que este había sido escrito de forma específica alrededor del mito y era, por tanto, la obra donde se debían recoger con mayor detalle las vicisitudes del héroe, los hechos acaecidos y los lugares en donde se habían desarrollado.
Pues bien, ¡era esto precisamente lo que Josephus acababa de recibir y trataba de desenvolver con manos temblorosas! Se trataba de un venerable libro de pergamino que recogía la única copia existente del poema original de Estesícoro de Himera. Desde la propia Sicilia, lugar de nacimiento del poeta, se lo había enviado un monje franciscano
conocido suyo, bibliotecario del convento de Messina, con el que mantenía una regular correspondencia. El paquete venia acompañado de una carta en la que le contaba que, a causa de la enésima erupción del Etna y el terremoto consiguiente, el convento había sufrido grandes desperfectos y la biblioteca había quedado semiderruida. Por esta razón y para evitar mayores daños a las obras que allí se conservaban, había decidido enviar determinados libros a otros conventos de la Orden. Y añadía, refiriéndose a Josephus, que “… uno de esos libros seguro te ayudará en la hercúlea tarea que te ocupa. Cuídalo bien, pues es el último de su extirpe”.
Aquel sutil mensaje que, no obstante, dejaba entrever con intención su verdadero significado, impactó de lleno en el corazón de Josephus. Cuando consiguió finalmente quitar el envoltorio, tuvo que sentarse en su amplia silla de trabajo sosteniendo febril la obra tantos años buscada. Abrió con reverencia el libro de hojas de pergamino que, al ser pasadas, crujían sugerentes como los amplios ropajes de las damas que acudían a la misa dominical.
Pasó con creciente agitación las hojas de la primera parte del poema, que narraba las numerosas vicisitudes del largo viaje de Heracles desde Grecia a Tartessos pasando por Libia, y buscó aquella donde se debía recoger la lucha del héroe con Orthos, el perro guardián del rebaño “de los rojizos bueyes”, el boyero Euritión y el propio Gerión. El texto decía así:
El amanecer, orto del sol que un día le dio su nombre, despierta sobresaltado al infernal perro guardián que, más agitado aún de lo que le causaba su naturaleza, olfatea inquieto el aire.
La aurora comenzaba apenas a acariciar con dedos anaranjados las altas copas de los pinos, bajo los que se cobijaba el inmenso rebaño de reses de piel carmesí que la fiera guardaba fiel a Gerión, su gigantesco y terrible amo. Sus dos cabezas se agitan con violencia, sus dos fauces, de enormes y afilados dientes, destilan oleadas de pestífera saliva y sus patas, en furiosa carrera sin rumbo cierto, excavan profundas huellas en las onduladas arenas de las marismas del gran río.
- ¡Las dunas de arena de las marismas del gran río! ¡El coto Doñana!
¡Vamos, Josephus,
que llegas tarde a vísperas!
La perentoria llamada de uno de los frailes que viene a la carrera, detiene a duras penas su concentración. A fuerza viva es sacado de la biblioteca y llevado casi en volandas hacia la capilla. ¡Tendrá que dejar la lectura para más adelante!
Pero un nuevo contratiempo se le va a presentar. Cuando termina el oficio religioso es llamado por el prior. Al entrar en su despacho lo encuentra junto a Fray Antonio de Olivares, que lleva ya varios meses preparando una expedición a las Indias; donde, medio siglo después, fundaría la ciudad de San Antonio de Texas, además de numerosas misiones en el norte de México y el sur de lo que luego serían los Estados Unidos. Josephus le conoce, pues todos los frailes han podido observar y comentar la determinación y energía personal de este joven monje, de unos treinta años de edad, que se transmiten en su mirada decidida, sus dotes de organización y planificación y su forma de caminar inclinado hacia delante, reflejando su impaciencia por llegar cuanto antes a donde se propone sin esperar a que le lleven sus propios pies. El fraile que le iba a acompañar lleva varios días enfermo sin que consiga recuperarse y la partida no puede esperar. Josephus es el sustituto ideal para cubrir los objetivos fundamentales de las misiones de la Orden Franciscana de ayudar, formar y evangelizar a los indios nativos, en este caso de Nueva Galicia, una de las provincias de Nueva España. Será el encargado además de poner en marcha las bibliotecas de estas misiones, su segundo espacio más importante después de la capilla…
La partida será dentro de dos días. Dos días de frenética y desacostumbrada actividad para el Hermano Libro. El petate con sus escasas pertenencias personales lo hace en un momento. Mayor dedicación necesita la vertiginosa y siempre incompleta explicación a su sustituto de las principales obligaciones de un bibliotecario, los procedimientos de catalogación y el cuidado de aquellos venerados libros. Para dotar a las futuras misiones se le encarga hacer a Josephus una ponderada selección de ellos, “que no exceda la carga de una mula”, según indicación expresa de Fray Antonio, conocedor de las estrictas limitaciones de los espacios de estiba de los galeones de la carrera de las Indias. Josephus los va eligiendo con el alma desgarrada de un padre que debe decidir a cuáles de sus hijos debe dejar atrás. Selecciona ejemplares de la Biblia y los evangelios, libros de teología, historia, gramática, documentos de la Orden Franciscana, ¡y por supuesto la Gerionida, que no se le puede olvidar!
Una triste y emotiva despedida de sus padres. Las lágrimas de su madre y el rostro serio con atisbos enternecedores de su padre le transmiten su certidumbre de que no volverán a ver ya más a su pequeño mazagonero. Pero las olas del océano les traerán sus recuerdos desde el otro lado del mundo y las estrellas, cuyas constelaciones le enseñaron a distinguir cuando era pequeño, velarán en la noche y se harán visibles a ambos lados del mar para mantener inseparablemente unidos sus corazones…
Finalmente, ¡Sevilla, el río Guadalquivir, el Puerto de Indias, ¡el galeón San Francisco… el mar infinito!
En el seno del Atlántico
Durante la primera fase de la travesía hasta las islas Canarias, Josephus no tiene un momento de descanso. A las tareas religiosas generales de ayudar a misa, dirigir la oración y asistir espiritualmente al centenar largo de personas que navegan en el galeón, entre tripulación, soldados, religiosos y pasajeros, hay que sumar sus obligaciones propias de monje franciscano, así como otras tareas tan prosaicas como fundamentales, de conocer la operativa diaria de la vida a bordo, los toques de campana que marcan su ritmo regular, los procedimientos a seguir para las comidas, la limpieza, el orden y estiba del equipaje personal y otras muchas cosas más.
No es hasta después de la primera semana de navegación tras la partida de la isla de la Gomera, cuando puede (¡por fin!) disponer de tiempo para dedicarlo a su devoción histórica y literaria. Sentado en un hueco bajo la escala que sube a la cubierta de gobierno, encuentra el sosiego que necesita para adentrarse en el mundo legendario que le ofrece la Gerionida. Comienza a leer:
El amanecer, orto del sol que un día le dio su nombre, despierta sobresaltado al infernal perro guardián que, mas agitado aún de lo que le causaba su naturaleza, olfatea inquieto el aire.
La aurora comenzaba apenas a acariciar con dedos anaranjados las altas copas de los pinos, bajo los que se cobijaba el inmenso rebaño de reses de piel carmesí que la fiera guardaba fiel a Gerión, su gigantesco y terrible amo. Sus dos cabezas se agitan con violencia, sus dos fauces, de enormes y afilados dientes, destilan oleadas de pestífera saliva y sus patas, en furiosa carrera sin rumbo cierto, excavan profundas huellas en las onduladas arenas de las marismas del gran río.
Él es Orthos, el monstruoso y terrible perro bicéfalo, hermano del no menos terrorífico Cerbero que guarda la entrada a los infiernos, y no ha nacido aún el mortal que se atreva a violar sus dominios sin recibir como recompensa la muerte más cruel y violenta que imaginarse pueda.
Pero, aquella mañana es diferente. No es un simple mortal, cuya silueta recortada por el sol naciente y apenas entrevista entre apretados pinos y densos arbustos olorosos, el que detiene por unos instantes el frenesí del indómito monstruo. Es Heracles, el héroe, quien osa robar el ganado que Gerión ha confiado a su fiereza. Pero, la ira siempre ciega a la ponderadora razón. Orthos se arroja enloquecido contra el
presuntuoso extranjero. Terrible es la lucha que deben contemplar estremecidos los otrora serenos arenales. Un héroe mortal, hijo del poderoso Zeus, contra un formidable y monstruoso perro de dos cabezas, la piel de cuyo hijo cubre la espalda del que se le enfrenta aumentando aún más el odio cegador que le invade.
Son tres violentas embestidas y tres agotadores rechazos los que se producen en aquella lucha a muerte singular. Y en cada uno de ellos, carne desgarrada, crujir de huesos destrozados y sangre vertida en estremecidos arroyos, que corren hacia el mar por los profundos barrancos que las poderosas garras y mortífera cola de serpiente de la fiera socavan en los acantilados costeros en sus enfurecidos envites y retrocesos.
- ¡Tres embestidas y tres rechazos! ¡Son los que han formado los seis barrancos por los que discurren los arroyos de Mazagón! - exclama emocionado Josephus, enumerándolos de poniente a levante: Arroyo Julianejo, Las Huesas, Arroyo de Mazagón, Rompeculos, Río Arenoso y Río del Oro…
Helios alcanzaba ya el final de su diaria carrera, cuando un certero golpe de clava destroza el segundo cráneo de Orthos. Reclamado por el consolador abrazo de la muerte, desciende vencido por el barrancal, en el que los someros arroyos bajan ahora formando torrentes bermejos, asemejando el color de los bueyes que ya no podrá seguir guardando celoso. Las últimas fuerzas le conducen agónico hacia el sol que se marcha, mudo y conmovido testigo de aquella lucha colosal, con la única compañía del ronco son de sus estertores de muerte. Extinguida ya la llama vital, su cuerpo se derrumba frente a donde desembocan los dos ríos hermanos unidos en fraternal abrazo, que en piadoso gesto desvían sus aguas hacia levante para que la fresca arena que arrastran en su seno le proporcione un eterno y acogedor sudario.
- ¡Los ríos Tinto y Odiel y la barra de la ría de Huelva!
- ¡Hércules estuvo en Mazagón!
¡Se acerca una tormenta! ¡Todas las guardias a cubierta!
Ante la inapelable orden del capitán, Josephus interrumpe la lectura, se pone en pié y se dirige al sollado para dejar la cubierta libre al trabajo de los marineros. Un fuerte bandazo, una caída, el libro se desliza por la cubierta, un golpe de mar lo asoma al abismo de la regala. Como en una pesadilla, Josephus ve cómo su mano se lanza a cogerlo justo al mismo tiempo en que este es atrapado por el viento. Con sus tapas abiertas y agitando sus blancas hojas, parece un ave marina que vuela libre y feliz sobre las olas entre el fragor de la tormenta.
¡La Gerionida se ha perdido para siempre!
El desgarrador grito de angustia de Josephus apenas puede oírse en medio del rugido del viento y el mar. Los marineros creen que solo es el grito de un pasajero asustado.
Médanos de Rompeculos. Foto José María Cabello Escudero
Leyenda sobre una leyenda
Llegados a este punto, nuestra investigación se detiene. Dejamos descansar los documentos que se apilan dóciles sobre la mesa de trabajo y nos reclinamos hacia atrás en el asiento, buscando el reposo físico y sobre todo el espiritual. ¡Cómo comprendemos y participamos de la inconsolable angustia de Josephus al perderse para siempre una obra producida por la frágil y sagrada llama del espíritu humano! Es un corte radical, una condena a muerte sin esperanza, a las inimaginables posibilidades de creación, desarrollo y enriquecimiento cruzado que, al igual que un ser vivo, su contenido pleno y seminal posee de extenderse en una ola fecunda sobre los miles, los millones, de potenciales lectores del futuro, haciéndoles a su vez creadores de nuevos pensamientos, nuevas ideas, nuevas obras…
Pero, los dioses son clementes. Ubi mors ibi spes (donde esta la muerte, esta la esperanza). La Gerionida no se perdió por completo. Afortunadamente se salvó una mínima parte con la trascripción que hizo Josephus de lo que había podido leer, afirmando haberla hecho “con toda la fidelidad que la desgarradora angustia por la irreparable pérdida le permitía”
Y tú tienes la fortuna de haberla leído también. Y no eres el único. Adivina qué pudo inspirar estos versos de Rafael Alberti, extraídos de su poema Bahía de Mitos:
¿Qué fuerza sagrada arranca las rocas de la bahía? Lamentos de can herido, de dios ya casi sin vida. Gerión, rey de Tartessos, rey fluvial, dios de la Isla del Ocaso, y mayoral de toros en las marismas.
Mazazos de clava tunden los ecos de la bahía. Las tres cabezas del rey mugiente ruedan partidas. Las dos cabezas de Orthos, su perro, también partidas. Y Euritión, pastor del rey, boyero de las marismas, vuelca, partido, su sangre, por las marismas.
Gritos de Heracles el Fuerte retumban en la bahía. ¡Eh, que se llevan los toros, los bravos toros de lidia! Torbellinos de testuces y de cuernos que se astillan. Mugir del mar y del viento de las marismas. Abriendo un nuevo camino, los litorales arriba, va Heracles, ladrón de toros de las marismas.
Juan y Antonio Bueno, hacendados moguereños que evitaron la desaparición de la villa de Palos de la Frontera.
Diego Ropero-Regidor Historiador
Introducción: Sic transit gloria mundi
Posiblemente el enunciado de este artículo pudiera resultar exagerado, en tanto en cuanto “desaparecer” implica “dejar de existir” como consecuencia de la periódica pérdida de población y el deterioro sobrevenido que sufrió la villa de Palos durante el Antiguo Régimen. El Descubrimiento de América marcó el devenir de su población y, paradójicamente, su hundimiento. A lo largo del siglo XV, sin embargo, tuvo preponderancia por su desarrollo marítimo comercial. El río Tinto ofrecía condiciones para la creación de un puerto interior de fácil acceso al mar y resguardado contra los vientos y temporales y los ataques piráticos. Este puerto surgió a ritmo del crecimiento del vecindario, siendo en sus inicios un fondeadero donde recalaban pequeñas naves de pesca que faenaban en las playas y esteros, y, ocasionalmente, se dedicaban a transacciones de abastecimiento. Los armadores concentraron el tráfico mercantil por el río con el
Vista de Palos de la Frontera por José Spreafico, 1875. Biblioteca Palacio Real. Madrid. En Los lugares colombinos y su entorno, Madrid, 1992.
La Fontanilla y la parroquia de San Jorge hacia los años veinte del siglo pasado. En Andalucía americana, Junta de Andalucía, 1989.
propósito de evitar el paso a través del término de Moguer, que rodeaba al reducido alfoz palermo, y el gravamen que ello suponía. Dicho puerto contaba con alota, la más importante de la zona hasta comienzos del siglo XVI cuando perdió su hegemonía ante la alota onubense auspiciada por el Duque de Medina Sidonia. Esta infraestructura, compuesta de un edificio principal, servía de almacén y posada para marineros forasteros, y, además, desempeñaba función fiscal al ser sede de la aduana. Los astilleros −el del puerto de Palos y otros dos localizados en las playas de Mazagón− tuvieron una gran actividad en los años previos y posteriores al Descubrimiento ante la alta demanda de embarcaciones. La carabela era el tipo de barco que construyeron los carpinteros de ribera; de escaso calado y con capacidad para cuarenta toneles, portaba velas latinas. Era una copia de la carabela portuguesa, pero con diferencias1. Pese a la decadencia de la villa, la fama de estos artesanos se mantuvo, pero la mayoría tuvieron que emigrar a otros puertos para conseguir trabajo.
A pesar del auge que la villa de Palos experimentó a lo largo del siglo XV, sustentado en las pesquerías por la cornisa afro-atlántica y el comercio internacional, nunca contó con la infraestructura, la población y los recursos necesarios para convertirse en un auténtico centro comercial2. Dicha desventaja contrastaba con las carencias que imponía su reducido término cuya producción agraria no llegaba a abastecer a la población, teniendo, por tanto, que recurrir a la importación desde las poblaciones cercanas. No obstante, algunos vecinos con mayor capacidad económica compraron tierras en el término de Moguer con el fin de paliar la falta de abastecimiento y, en su caso, de negocio3. En la segunda mitad del siglo XVI, las tierras del reducido término se dejaron de explotar por falta de mano de obra, dándose el caso de personas de otras villas, especialmente de Moguer, que las adquirieron: el viñedo fue el cultivo preferido, el mismo que sería recuperado a mediados del siglo XVIII tras el largo letargo que sufrió Palos de la Frontera durante dos siglos.
Un factor muy negativo, desde mi punto de vista, fue la fragmentación del señorío de Palos en manos de tres señores, circunstancia que precipitó la ruina de la villa frente a la presión de los otros señoríos. Posiblemente, si el de Medina Sidonia hubiese logrado hacerse con el control de Palos con su puerto, su futuro, de no haber comprado la Corona la mitad de la villa por los motivos conocidos, habría sido bien distinto al propiciar medidas contra la pobreza y la casi completa despoblación. Hacia 1478, Palos contaba con 600 vecinos, unos 2.700 habitantes −cifra algo abultada−; y en vísperas del viaje colombino de 1492, su población oscilaría entre los 2.600 y 2.800 habitantes, además de marineros transeúntes. En los años posteriores, la elevada emigración a las Indias y a otras poblaciones de la órbita Sevilla-Cádiz, donde se concentraba el monopolio del tráfico americano, y la drástica reducción de derechos percibidos por la alota y
1 Izquierdo Labrado, J.: Palos de la Frontera en el Antiguo Régimen (1380-1830). Ayuntamiento de Palos de la Frontera y Comisión Nacional V Centenario del Descubrimiento de América, Palos de la Frontera, 1985, p. 63.
2 Ibidem, p. 75.
3 La élite y regidores de Palos compraron tierras de olivares, viñas y otros al monasterio de Santa Clara de Moguer, con el que tenían relaciones de distinta índole. Destaca la compra realizada en 1564 por Rodrigo Prieto, vecino de Palos, de 2.896 olivares repartidos entre los sitios de Cabañas, Garrobo, Valóbrigo y Hoyo de Santa, y un molino de aceite en Santa, en el término de Moguer, por 1.250.000 maravedíes, la cantidad más elevada pagada por un particular en este tipo de transacciones. Véase F. Ortega Flores, El convento de Santa Clara de Moguer y sus documentos (1550-1600) Ed. Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades, Junta de Andalucía, 2023, docs. 26-29.
playa, contribuyeron al desplome hasta los 1.800 habitantes, cifra aportada en el censo de 1534. Entre los años 1495 y 1505, la villa perdió unas 900 almas. En 1544, eran 880 habitantes y, un siglo más tarde, en 1634, los datos demográficos no podían ser más preocupantes, pues fueron 450 los habitantes censados.
Escribía Rodrigo Caro al vicario general del Arzobispado, tras la visita canónica realizada en 1622, que el curato de la villa de Palos había vacado por enfermedad y que nadie “se quiere oponer a él por la pobreza del lugar” y los inconvenientes de tener que ir a Sevilla a examinarse4. La situación que se vivía en la histórica villa no podía ser peor. Hacia 1655 contaba con 300 habitantes y un caserío en parte arruinado o desaparecido con solo 90 casas, un 22,5 % menos de las viviendas que había a comienzos del siglo XVI. Un síntoma más del inicio de la decadencia de la villa fue la suspensión de las obras de ampliación de la parroquia de San Jorge Mártir, cuya elegante cabecera gótica es de esa época. Mientras se producía el declive de las actividades marítimas y disminuía el número de vecinos, la presión fiscal se mantuvo estable más de veinte años, lo que obligaba a pagar más a cada uno de ellos, circunstancia que muchos aprovecharon para emigrar. Esta situación aceleró la despoblación. A mediados del siglo XVIII, la población palerma se situó en 50 vecinos, unos 225 habitantes, los mismos que había tenido la villa en sus orígenes cuando fue repoblada por Álvar Pérez en 1385. Dicho escenario fue compartido por algunos hacendados moguereños con propiedades en el término de Palos de la Frontera, los cuales conscientes de la precariedad que atravesaba la villa decidieron invertir para reflotarla con la colaboración de otras personas. Fueron, sin duda, Juan Bueno de Prada y su hijo Antonio Bueno Arraya, hombres principales, quienes, animados por una causa justa hacia la histórica villa, evitaron su desaparición.
Genealogía de una familia de hijosdalgo: los Bueno y Arraya
Por el expediente de hidalguía de Antonio Bueno y Arraya, o traslado del privilegio y merced de nobleza que el rey Carlos IV otorgó en 1794 al susodicho, sabemos de su parentela y ascendencia, así como del estatus que alcanzó dicha familia moguereña, una de las principales de la comarca con ramificaciones en localidades más alejadas, incluso en las Indias. El privilegio a que me refiero se ha conservado inserto en uno de los libros capitulares del ayuntamiento de Moguer5. Antonio Bueno y Arraya, natural de esta, aunque vecino de Palos de Frontera cuando realizaba las gestiones 4 Ortega, A.: La Rábida. Historia documental crítica. Tomo IV: Época colombina; II: La Rábida, Colón y los marinos del Tinto-Odiel en el Descubrimiento de América. Impr. y editorial de San Antonio, Sevilla, 1925, pp. 4 y s.
5 Archivo Histórico Municipal de Moguer. Libro de actas capitulares, años 1794-1795, fols. 145r-170r. Leg. 22. Sobre la presencia y actividad de Antonio Bueno y Arraya en Palos de la Frontera, además del documento mencionado, el padre Ortega pudo extraer la información que contenía sobre este hacendado el libro de actas capitulares de 1790-1795 que desapareció en un incendio con el resto de su archivo municipal en la década de los veinte del siglo pasado. Ortega, op. cit., nota 1, p. 5.
Palos de la Frontera. Calle Cristóbal Colón, con la casa de los Pinzón a la izquierda. En Andalucía americana, Junta de Andalucía, 1989.
para conseguir la condición de noble, era hijo de Juan Bueno de Prada y María Arraya y Chacón. Por línea paterna, nieto de Juan Bueno y María Ruiz de Prada; segundo nieto de Roque Bueno y María Díaz; y tercer nieto de Lucas Bueno y María Hernández. Por línea materna, nieto de Juan López Arraya y Luisa Hernández Chacón, la cual era hija de Francisco Chacón Henríquez, natural de la ciudad de Antequera, y Josefa Álvarez, natural de Moguer; y segundo nieto de Julián López Arraya y María Asensio Martínez de Ybarreta, originarios todos ellos del lugar de Arraya (Arraia-Maeztu), en la provincia de Álava.
El apellido Bueno mantuvo gran arraigo en Moguer y Palos durante siglos. Ya aparece en los comienzos del XVI, cuando ambas villas se hallaban afectadas, una más que otra, por el fenómeno americano. Los que portaban dicho “cognomen” o apellido entroncaron con familias adineradas y de calidad, estableciendo una relación casi endogámica. Emparentaron con el linaje de los Niño, reconocidos descubridores, a través de Francisco Niño Bueno, sobrino de Pedro [Alonso] Niño, nieto del piloto del primer viaje colombino, uno de los primeros descubridores y conquistadores que acompañó al licenciado Gonzalo Ximénez de Quesada en 1539 cuando se llevó a cabo la fundación de Santafé de Bogotá y Tunja, ciudad esta última donde estableció su residencia Pedro Niño y, más tarde, su sobrino. Francisco Niño Bueno nació hacia 1555 del matrimonio formado por Juan Bonilla y Leonor Bueno. El escudo en piedra de la familia Niño se conserva aún en el dintel de la portada de la casa de Francisco Niño Bueno en Tunja.6 El apellido Bueno, y sus distintas ramificaciones, tuvo relevancia entonces y se mantuvo en las centurias siguientes como comprobamos por los registros y actas notariales que se sucedieron, muchos de ellos relacionados con las Indias.
Para hacer valer su condición de hijodalgo, Antonio Bueno y Arraya, aparte de los méritos propios y los de su progenitor, menciona el vínculo familiar con otros individuos de especial nombradía con quienes tenía parentesco directo: Fernando Arraya y Chacón, tío del solicitante, sirvió con graduación en las tropas de Manila (Filipinas); Francisco Chacón, segundo abuelo de Antonio Bueno, fue recibido por hijodalgo en Moguer, ya que su varonía tuvo continuidad en Antequera, así como en los Condes de Mollina. Mónica Chacón, hermana de su abuela materna, estuvo casada con Manuel de la Rosa, hijo legítimo del Conde de la Vega Florida, teniente general de la Real Armada, en la que también sirvió su hijo Manuel de la Rosa y Chacón. El hermano de este, Nicolás de la Rosa, caballero de la Real Orden de Carlos III, alcanzó la dignidad de chantre de la catedral de Cádiz. Los Bueno de Prada y Arraya Chacón entroncaron con otras familias que ya gozaban de nobleza reconocida, como las hermanas del solicitante Juana y Luisa Bueno y Arraya, casada la primera de ellas con Vicente José de Azcárate, y la otra con Francisco Hernández Pinzón, ambos hijosdalgo de sangre, reconocidos por el concejo de Moguer. Dicho entramado de enlaces llevaba consigo la consolidación y aumento del patrimonio familiar, como se desprende por las noticias que tenemos de Antonio Bueno y Arraya, poseedor de fama y dinero.
El plan para restablecer la población de la villa de Palos
Avanzada la medianía del siglo de las Luces, Antonio Bueno de Prada se estableció en la villa de Palos con el propósito de poner en marcha un plan de recuperación de su población a base de incentivar una economía que, desde
6 Para más información véase el artículo de M. Corradine Mora, “Pedro Alonso Niño, el piloto de Colón de la nao Santa María en el Descubrimiento de América, y su descendencia”. En revista Montemayor, Ayuntamiento-Fundación Municipal de Cultura, Moguer, 2015, pp. 10-15.
tiempo atrás, había ido cayendo hasta alcanzar índices de extrema pobreza. Esta situación no solo llamó la atención del moguereño, sino que, “compadecido” por el estado en que se encontraban los naturales de la histórica villa, ocupados en “miserables exercicios” de hacer carbón y coger piñones en terreno inculto, invirtió su patrimonio para hacer prosperar el cultivo de la viña, antaño un modo de vida arraigado en la zona. El argumento que su hijo, Antonio Bueno y Arraya, expuso para acogerse a la condición de hijodalgo fue precisamente la aportación que tanto él como su padre hicieron para sacar a Palos de un estado de letargo preocupante, olvidada su navegación y comercio. Juan y Antonio Bueno se emplearon a fondo en sus propósitos con el fin de ayudar y favorecer la recuperación de un pueblo reducido y célebre en otro tiempo por la importancia que tuvo en las navegaciones y expediciones que de él salieron para África, y más principalmente −destaca− porque de su puerto habían partido las naves colombinas al descubrimiento de América, y a él retornaron sus primeras flotas, mereciendo por ello que el Emperador Carlos la colmase de privilegios. A principios del siglo XVIII, contaba la villa del Tinto solo con 25 vecinos (112 habitantes)7. Su proyecto para restablecer la población de la villa consistió en aprovechar las proporciones del río navegable que la baña, con “excelente puerto”, promoviendo igualmente el plantío de viñas, establecimiento de fábricas de aguardiente, casas y bodegas con sus lagares, calderas y alambiques. Para hacer realidad su plan implicó a parientes para que le ayudasen en tan importante empresa, y con su ejemplo y dinero animó a los vecinos “de tal manera que actualmente ya son cerca de doscientos industriosos y ricos”. La rápida transformación, desde que, a mediados del siglo XVIII, Antonio Bueno empezara con su plan de recuperación demo-económica de la villa, se detectó en el valor del diezmo del vino que en los pasados cuarenta años no superaba los 100 reales, y en los últimos osciló entre 25.000 y 30.000 reales.
Para facilitar la extracción del fruto de la vid, construyó embarcaciones a sus expensas, y siguiendo su ejemplo, su hijo Antonio Bueno y Arraya, animado también de “estas útiles ideas”, estableció una fábrica de curtidos, haciendo venir de Cataluña para director de ella a Melchor de Riera, quien la conduciría con inteligencia. Me consta que el vicario de Moguer, Antonio Prieto Tenorio, poseía también una fábrica de curtidos en Palos, y que, posiblemente, pudiera tratarse de la misma que estableció su pariente Antonio Bueno. En ella se llegaron a fabricar hasta 3.000 piezas cada año “de la mejor suela”, cordobanes de buena calidad, garcelas y castores. Núñez Roldán deduce que la demanda de estos curtidos era a lo sumo comarcal y que la oferta apenas se había especializado, aunque se diferenciaban dos tipos de artículos de piel y de consumo: los zapatos de vaca y sayal para el campesinado, y los de cordobán.8 El tejido industrial de Palos de la Frontera se había limitado en el pasado más lejano a la fabricación de ladrillos y tejas, así como cerámica de uso doméstico, prueba de ello son los hornos que han aflorado cerca de la Fontanilla, y cuya actividad no se interrumpió del todo, a pesar de la decadencia de la villa, debido a la demanda de poblaciones del entorno. En dicho contexto, en la segunda mitad del siglo XVI, las reformas y obras realizadas en Moguer, sobre todo en el convento de Santa Clara, obligó a contratar la fabricación de material latericio a vecinos de Palos con el fin de completar los lotes que salían de los
7 Utilizo el coeficiente 4,5 para hallar el número real de habitantes. Este dato, facilitado por Antonio Bueno Arraya en el expediente para optar a la condición de hijodalgo (1794), completa la vertiginosa caída que tuvo la población de Palos a partir de la segunda década del siglo XVI, cuyo descenso continuado no paró hasta el estímulo que recibió por parte del hacendado moguereño y otras personas que le acompañaron.
8 Ropero-Regidor, D.: Moguer. Col. “La provincia de Huelva: Historia de sus villas y ciudades”. Diputación Provincial, Huelva, 2024, p. 220. Cfr. Núñez Roldán, F.: En los confines del Reino. Huelva y su tierra en el siglo XVIII. Universidad Hispalense, Sevilla, 1987, p. 375.
Iglesia de San Jorge con la Fontanilla y carretera a Moguer al fondo. Fotografía Revista Life (1954).
propios hornos de las monjas.9
Pero no contento con haber dado este beneficio a la villa de Palos (empleamos las mismas palabras de Antonio Bueno y Arraya), propuso fertilizar la agricultura en una gran parte del término en terrenos que los vecinos consideraban incultivables por la cercanía de la ría salobre y los inconvenientes de no poder vadearla, solo transitable cuando bajaba la marea, empleando muchas horas en superar dicho trance, para cuyo remedio financió la construcción de un puente con el fin de facilitar la comunicación a los dueños de aquellas tierras. Con dicha mejora, los labradores pudieron hacer huertas y plantar árboles, los cuales proporcionaron grandes ventajas a la población. El plan de recuperación de Palos por parte de Antonio Bueno y su hijo dieron resultados y la población se iría recuperando visiblemente con las labores agrícolas y un tejido industrial que ocuparía a sus vecinos. El rey, haciéndose eco y asumiendo el papel que ambos habían jugado en beneficio de la histórica villa, daba por sentado que “hauiéndoos desvelado tanto para el aumento de vuestros convecinos, y restablecimiento de un pueblo entero con los auxilios, exemplo y expensas de vuestro padre y de los vuestros propios, deseáis dejar a la posteridad un testimonio de el aprecio con que en todos tiempos se han mirado, así por mí, como por los señores Reyes mis progenitores esta clace de serbicios, para estímulo de otros en lo venidero.” Y por todo ello, le concedió el privilegio de hidalguía, para él y sus hijos y descendientes, merced que pasaría por línea recta de varón, gozando de los atributos, honras, franquezas, libertades, exenciones, preeminencias y prerrogativas que gozaban los hijosdalgo, así como usar escudo de armas. Pero, sin duda, lo que perseguía el solicitante con dicha merced, además de prestigio, era su inclusión en el grupo de privilegiados que, por méritos propios o de sus antepasados, quedaban exentos de pagar cualquier tipo de contribución: “esta merced que así os hago, ha sido, y es por cauza onerosa por servicios que me habéis hecho, que me han mobido a concedérosla” (el rey, dixit). El paso siguiente fue el obedecimiento y cumplimiento de dicha prerrogativa real, librada en Madrid el 13 de julio de 1794, por parte de los miembros del concejo de Moguer, en cuyo archivo de las tres llaves se guardó la copia que se sacó de su original, la cual quedaría inserta para la posteridad en el libro capitular corriente.
En el padrón de habitantes de 1798, Antonio Bueno y Arraya, de treinta y tres años, aparece residiendo con su mujer Juana Fernández de la Maza, de treinta y dos, en Moguer, en la calle Nueva (actual Juan Ramón Jiménez), con dos hijos de corta edad: Juan y José. El segundo falleció al poco tiempo de su padre. Dicha vivienda era propiedad de su esposa, la cual había heredado de la legítima que correspondió a su hijo José, fallecido poco después de su marido. Juana volvió a casarse en 1799, esta vez con Juan Hernández-Pinzón, descendiente directo de Martín Alonso Pinzón, capitán de la carabela Pinta en la expedición colombina del noventa y dos, otro destacado hacendado moguereño con fincas en Moguer y en Palos de la Frontera. De este segundo matrimonio nacieron María, Ignacio, Ana María y Rafael, el “gallardo joven de veintidós años” que estudiaba francés y matemáticas, como lo recordaba Washington Irving en el relato de la visita que realizara a Moguer, La Rábida y Palos en agosto de 1828.10 El itinerario que siguió, acompañado de su anfitrión don Juan, quien introdujo al viajero extranjero en la historia de la familia y aquellos lugares que tuvieron especial relevancia en el Descubrimiento, recupera la finca de “Buenavista” con su caserío, situada a la salida de Palos en dirección a La Rábida, en lo alto de una colina desde donde se contempla el río y Huelva. Esta finca estaba entonces rodeada de viñas y es uno de los exponentes que aún se conserva del plan de reactivación del viñedo en la zona emprendido por Antonio Bueno Prada. En la bodega permanecen, desafiando el paso del tiempo, grandes tinajas soterradas para los caldos (vino y/o aceite), compradas en Lebrija, así como otras dependencias y elementos que nos retrotraen a un paisaje cuya decadencia se revirtió gracias al impulso de dos moguereños.
9 Juan Franco, vecino de Palos, se obligó a entregar 15.000 ladrillos al convento de Santa Clara antes de mediados de junio por un precio de 22 reales el millar (1562, mayo, 31). Sebastián Alonso, tejero, vecino de Palos, y Gonzalo Gallardo, su fiador, vecino de Moguer, se obligó a entregar a Diego Rodríguez Lozano, alcalde ordinario, y a su hermano Juan Rodríguez Lozano, mayordomo del convento de Santa Clara, 35.000 ladrillos en la villa de Palos a 26 reales de plata el millar (1565, marzo, 22). En F. Ortega Flores, op. cit., docs. 49 y 155.
10 Ropero-Regidor, D.: Washington Irving y Moguer. En la obra: De Colón a la Alhambra: Washington Irving en España. Coord. A. Garnica Silva, Mª Losada de Friend y E. Navarro Domínguez. UNIA, Sevilla, 2015, pp. 59-74.
Marismas y arenas domeñadas.
Concha Gorostiza Dapena
Al principio todo era agua. Y cuando las aguas se retiraron, quedó la arena. Arena y agua, agua salada y dulce. Marismas.
El nuevo entorno estaba casi vacío de seres vivos, apenas algunos cangrejos, almejas, coquinas… y pececillos pululando en las aguas marismeñas.
Las arenas, sin embarg, avanzan inexorablemente; altas dunas como montañas.
Con el paso de los milenios se solidifican, se cristalizan; creando los médanos. Son como acantilados amarillos. configurando la línea costera, como no queriendo darles paso a las aguas. Ese océano que antaño había decidido retirarse a las profundidades abisales.
Pasan los milenios, y las marismas, agua, sal, viento y sol persisten inexorables. Ha cambiado levemente el paisaje. La flora y la fauna ahora son distintas. Al cobijo de enormes encinas viven y proliferan jabalíes, venados, zorros y aun linces. Las diferentes cadenas tróficas están bien asentadas. Aves, que gozosas anidan en los
humedales, proporcionando color, música y alegría por doquier. Cuadrúpedos, peces; todos y cada uno según sus necesidades y personalidades van prosperando y poblando lo que antaño era reino exclusivo de las aguas.
Pero, las marismas, la arena, el viento, el sol siguen reinando sin complejos. Un día cualquiera, llega otra especie. Diferente, bípeda; a la que luego, muchos milenios después, los científicos llamaran hombre de neandertal. Hay comida y refugio. El clima es benévolo y se dejan caer durante… ¿20.000 años, quizá? Su ciclo de vida se cumple y únicamente dejan unas leves huellas de sus pies sobre el lodo endurecido.
Lustros sin fin van pasando. Marisma, arenas, viento, sol. Y algunos pequeños asentamientos humanos que viven, más bien vegetan de la pesca, moluscos, huevos de aves y algún gazapo poco avizor. A los bosques, bien provistos de especies de animales de caza mayor, vienen
Mazagón 1. Foto
Pedro J. Ruiz-Constantino Pérez
aficionados a la cinegética con sus mejores escopetas, invitados por la familia Garvey. Son los dueños del palacio edificado en el siglo XVII por el duque de Medina Sidonia. El mencionado palacio fue vendido a la familia Garvey. Son los que plantan los primeros pinos piñoneros.
Las arenas siguen avanzando, y es en 1940 cuando empieza el periodo de los trabajos de contención de las arenas, con el objetivo de habilitar esos terrenos secos y baldíos. El motivo del asentamiento es debido a la declaración del litoral onubense como “Comarca de Interés Forestal“. Este poblado se convierte en permanente en 1954.
Ahora voy a hablar de las personas, héroes y heroínas, hombres y mujeres que, con su sudor, trabajo, entrega y sufrimiento le dieron a Mazagón la magnificencia de sus paisajes. Entorno maravilloso trasformado mano a mano, pico a pico, y año tras año, hasta convertirlo en el paraíso que podemos disfrutar actualmente.
Aquellos hombres, calzados sus pies con alpargatas que someramente protegían sus pies de las ardorosas arenas, y vestidos con raídas ropas, soportaron las inclemencias de los soles, lluvias, y vientos de la costa onubense. Sus rugosas manos, curtidas por mil peonadas mal pagadas y peor agradecidas, fueron cavando, plantando y regando con el agua cargada a hombros, cada pinito que con el tiempo habría de convertirse en robusto árbol dador de sombra y protección a los seres que cada uno de ellos cobijan. Esos hombres en largas horas de trabajo, mal comidos y peor dormidos, nos han regalado el entorno de la playa de la Cuesta Maleni, de la playa de Rompeculos… un total de 17 kms. de playas de arenas doradas, coronadas por los Médanos (dunas fósiles). Todos esos maravillosos pinares fueron construidos por aquellos hombres que por las noches se reunían con sus familias en
los poblados forestales de Mazagón.
Si, he dicho familias porque al término de tan duras y largas jornadas de trabajo estaban las mujeres, hijos e hijas de esos valientes.
Ellas, las mujeres, no sólo se ocupaban del cuidado de la familia y algunos animales domésticos que tenían para reforzar la dieta familiar, sino que frecuentemente también iban al tajo y con sus manos, más pequeñas, pero no menos curtidas, fueron contribuyendo a la transformación de aquellas áridas arenas en los magníficos bosques de coníferas para gozo y deleite de propios y extraños.
Mientras tanto, la chiquillería se dedicaba a todo lo que sus mentes infantiles les sugerían. Y cuando cumplían la edad reglamentaria iban a la escuela que cada poblado tenía. Escuela, pequeña iglesia y lugar de reunión para las escasas horas de asueto. Aquellas criaturas nacieron, se bautizaron, aprendieron, hicieron la primera comunión e incluso se casaron en los poblados forestales de Mazagón.
Estos poblados en la actualidad están languideciendo. Pocos los habitan. Los pinares ya no son lo que aquellos hombres y mujeres hicieron que sean. Son los ingenieros forestales, peritos y trabajadores de esta nueva época los que cuidan de lo que aquellos dieron vida.
Estos poblados son el símbolo de lo que el esfuerzo del ser humano puede construir en páramos, secarrales y baldíos. Lugares hermosos donde la vida prospera y da riqueza, paz, sosiego y sobre todo belleza a quienes amamos la Naturaleza.
¡GRACIAS
HOMBRES, MUJERES, NIÑOS Y NIÑAS DE LOS POBLADOS FORESTALES DE MAZAGÓN!
Navegando destino Mazagón.
Joaquín Verdeguer García
Navegante y escritor
A Mazagón se llega por mar, no hay otro camino, no os confundáis, no es una isla. Es una duna fósil donde sus habitantes entre huecos y pinares han construido su hogar como un martín pescador. Hay quienes no llegan nunca, o pasan de largo; nosotros tuvimos que hacer un rodeo de quince mil kilómetros durante doce años para llegar a ese pequeño pueblo encantador.
Partimos de Valencia en agosto de dos mil doce, sin rumbo fijo, solo con el sol de frente iluminando nuestros rostros y nuestros corazones. Porque eso sí, el corazón no nos cabía en el cuerpo de dicha e ilusión. Con sed de aventura, es lo que tiene la juventud.
Como bien dijo Kavafis:
Cuando emprendas tu viaje a Mazagón, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los ciclopes, ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues ¡con que placer y alegría! a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales.
Ve a muchas ciudades de oriente a aprender, aprender de sus sabios. Ten siempre a Mazagón en tu mente, llegar allí es tu destino, mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya y con el pelo blanquecino en la duna fósil. Enriquecido de cuanto ganaste en el camino, sin esperar nada a cambio.
Mazagón te brindó tan hermoso viaje, sin él no habrías emprendido el camino, aunque lo halles pobre, Mazagón no te ha engañado.
Así sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan los Mazagones.
Surcando el Mediterráneo, las islas Pitiusas nos dieron la bienvenida y ese respiro tan deseado. Por fin habíamos partido. Puedes pertrechar y pertrechar, pero lo importante es partir, soltar las amarras que te sujetan a tierra, fluir flotando en esa mar de intenso azul, en el que en las noches oscuras no distingues que es mar y que es cielo, solo sabes que navegas en el firmamento con sus estrellas en el arco de la Vía Láctea y te dejas llevar por Eolo, entre cantos de musas y sirenas caprichosas.
Foto Begoña Alba
Arribamos a las islas Baleares, intensas, frondosas, con su olor anisado característico del hinojo, esencia de brebajes y alcoholes. Paraíso del buceo, de aguas cristalinas, de sales y casitas de impoluto blanco encaladas.
Tras varios días de navegación acompañados por hordas de delfines contorsionistas, vislumbramos la soberbia isla de Cerdeña. Sus gentes nos recuerdan y nos aman, pues llevan en su sangre, sangre española. Isla de túmulos neolíticos, ancestral, ruda como su roca. Ciudadanos tranquilos, de miradas claras, de silencios profundos, de piel arrugada de sol y sal. Aquí suena la música y el folclore como en casa; no somos extraños y, con gran tristeza, partimos de nuevo.
Largos días de navegación bailando con las olas, de luz jugando con destellos, de noches perfumadas de mar. Tropezamos con inmensas montañas que surgen del océano de forma caprichosa, sin sentido ni lógica, una se llama Marettimo, la otra Favignana, son la antesala de la grande de Sicilia, la isla pastel como la suelo denominar. No por su forma circular, dado que es triangular; más bien por sus diferentes capas. Primero ese jardín mediterráneo de limoneros, de olivos y buganvillas, de huertas de tomateras de rojo intenso. Segunda capa con: bosques frondosos de hayas, alcornoques, fresnos y helechos, cascadas de torrentes que bajan las pendientes sin orden ni miramiento. Tercera capa, negro sobre negro y un poco más de negro por ahí y por allá, no estás en la luna, aunque lo parezca, es el volcán que todo lo arrasa y todo lo cubre con su lava negra. Y por fin: la nata del pastel en la última capa con sus nieves casi eternas. Isla de santos, de piratas, de aventureros, de bucaneros. Isla de reliquias, de ruinas arquitectónicas de todas las culturas. Isla de sueños, de placeres. Quien no ha ido a Sicilia no puede morir, pues en esta vida no se puede morir sin conocer Sicilia.
Eolo nos acompaña y nos lleva de la mano a sus islas favoritas, las Eólicas. Estos volcanes sobresalen de la mar provocadores, retando la naturaleza, burlándose de ella, diciendo aquí estoy yo y nadie más. Continuamos por el estrecho de Mesina, donde los mitos y leyendas lo denominaban “el devorador de barcos”, pues es bien conocido que los incautos que se atrevían a cruzarlo eran devorados por sus terribles remolinos, de no ser ignorado por Poseidón.
La bella Italia hizo su aparición en el horizonte, con sus suaves colinas de viñedos, con su fragancia. Un merecido descanso para probar sus caldos, con toda la gama de tintos, desde el clarete hasta el más intenso Ciró. “La dolce vita”
De nuevo a la mar con sus espurnas y pantocazos, en la nave que nos transporta entre corrientes e inmensas olas para arribar al país del Olimpo. Donde nacieron los dioses, donde nació la vida del hombre como hombre, suspicaz, ingenioso, farsante, mentiroso y vividor. Porque no hay mayor sensación y sabor a mediterráneo que en el país de Hellas.
Aquí incluso las cabras hablan de Perseo, de Aquiles, de Homero. Geográficamente es un país pequeño, pero no os confiéis, Grecia es como un bombón de chocolate, pequeño pero intenso. Grecia es la savia de la vida, todos somos Grecia; su escritura, su música, su cultura están por doquier; incluso en nuestro ADN. Todo se lo debemos a Grecia, lucharon como titanes desde Leónidas hasta el más insignificante miserable. El griego es afable, de noble carácter y
Foto Begoña Alba
de sonrisa fácil; intentará engañarte, estafarte con tal simpleza que aceptarás ser engañado, como engañaron a los troyanos, con un caballo de burda madera. Meteora, Tesalónica, Olimpia, Esparta, Corinto, Samos, Atenas, son nuestras madres, las que cuidaron de nosotros cuando todavía gateábamos a cuatro patas y balbuceábamos sonidos inconexos. Grecia y su filosofía es la fuente de la vida y de la sabiduría, por desgracia lo han olvidado al igual que Epimeteo.
Sus miles de islas son el goce de todo navegante; las que se hallan en el mar Jónico son frondosas, repletas de vegetación, de buen aceite y deliciosa sidra. En invierno la pluviometría es muy elevada y las cimas de sus montañas rápidamente se cubren de nieves. Por el contrario, las islas que se hallan en el mar Egeo no solo son más llanas, son áridas y calvas, ni un valiente árbol se atreve a crecer. ¿El motivo? un viento llamado Meltemi, fuerte y cargado de sal, esteriliza la tierra sin cultivo alguno. Pero, no por ello, el hombre ha dejado de habitarlas, la pesca y el turismo nutren las necesidades de sus gentes.
Continuamos nuestro periplo cruzando la isla de Kithera, la llamada “Hornos” del Mediterráneo, donde confluyen los dos mares, Jónico y Egeo, en la que se enfrentan a cuál más bravo, osado; a cuál más valiente y tenebroso. Nuestra nave aguanta el embiste de la mar agreste, devoradora de marineros y, por qué no decirlo, de locos de la vida.
Por fin, la exuberante isla de Creta hace su aparición tras la bruma de la madrugada; su cordillera cubierta de nieves nos da la bienvenida, hogar de Zeus dios de dioses. Para mí, la más bella, sofisticada y misteriosa isla de todo el mediterráneo. Creta es una cordillera en mitad del mar, un muro que divide dos continentes: al norte Europa, al sur África. Por ella pasaron todas las culturas habidas y por haber, y es por ello que su gastronomía es tan rica y variada. Si quieres comer como un cardenal, a Creta has de ir.
Dejamos la isla en la estela de popa en busca de nuevos horizontes, y tras cruzar el mar Egeo y sus infinitas islas, arribamos a las costas de oriente; al mar de Mármaris, donde los Derviches rezan como peonzas, faldas blancas al viento, contorneando el cuerpo en sutiles movimientos, de ese modo hablan con su Dios. Costeando, descubrimos la costa Licia con sus encantos, los montes Tauro con sus desfiladeros, lugar en el que las tropas de Alejandro Magno descansaron tras la batalla de Halicarnaso, donde yace el más bello mausoleo jamás construido hasta la época. Pero de eso han pasado muchos siglos; sin embargo, los hombres siguen peleándose en estúpidos conflictos bélicos. A nuestro babor y estribor desfilan buques de guerra, fragatas, destructores y portaaviones. La guerra de Siria nos impide continuar a Tierra Santa, las autoridades nos revocan el visado; la policía militar nos exige el regreso.
Cabizbajos, decidimos volver a lugares más tranquilos, donde la fruta madura al sol, donde la hierba crece sin prisa. La isla de Kekova es nuestro refugio, cortas noches de verano con olor a jazmín bajo el ronroneo de las olas entre los acantilados. Nos dejamos seducir por músicas orientales, por especias, por mercadillos al aire libre y por fragancias cítricas.
Una vez más dejamos que nuestra nave despliegue sus alas blancas, surcando los mares, pero esta vez rumbo a poniente. Deslizándose en un suave balanceo, un mecer de cuna, nuestro velero ya conoce el camino de vuelta, como los asnos.
Sin lugar a dudas la isla de Malta es de parada obligatoria. Su grandeza y sus centenares de iglesias barrocas a cual mejor compiten entre sí, cúpulas y más cúpulas, se asemejan a un bosque nórdico. Calles y callejuelas mantienen el frescor del tórrido verano, siendo el placer del caminante que se pierde entre esquinas, pasadizos, puentes y miradores; pero no importa, andes donde andes toparás con la mar. Malta es un queso Emmental: dicen los expertos que hay más kilómetros bajo tierra que sobre ella. Cuando se hace la noche, las pisadas retumban en el eco de la vieja ciudad amurallada, no te extrañe una capa y una espada.
De nuevo Cagliari nos abre las puertas de par en par, nos recibe como al hijo pródigo, ya somos de la familia. Como dice el refrán: navegante, el camino se hace navegando. Los delfines nos acompañan o quizás nos escoltan a la tierra prometida, arribando a las Pitiusas tras largos años de ausencia. Ya estamos en territorio español.
La melancolía nos abraza, pero por poco tiempo; la frustración nos impide tomar tierra y decidimos bajar al sur,
explorar nuevos lugares y como buen fenicio, como buen griego, como buen romano, cruzamos el temido estrecho de Gibraltar donde se esconde Neptuno, decidiendo quien va a cruzar, como deshojando una margarita. Exhaustos, llegamos a la inmortal ciudad de Gadir, donde la luz es otra luz, bañada por el océano Atlántico, pero queremos un poco más, solo unas millas más, como quien sabe que algo está por descubrir. Entre pinares, se esconde nuestro tesoro, el pequeño pueblo de Mazagón.
No hay mejor lugar para el descanso del guerrero, como el toro que busca la sombra del pino para ese momento de reposo, para ordenar las ideas, los sentimientos. Para escribir esas líneas llenas de impresiones, de vivencias, de alegrías.
Los habitantes de Mazagón nos entregan el corazón entero, su sonrisa y su afecto más puro. Ha sido largo el viaje, me fui con el cabello negro rizado, volví a mi patria con el cabello blanco ya viejo y sabio. La fortuna nos trajo a este puerto onubense, a este lugar tranquilo donde la fraternidad forma parte de la vida. Desembarcamos donde otros muchos embarcaron, como nosotros, llenos de ilusión y con sed de aventuras; hombres y mujeres de otra estirpe, de otro temple, de bondad infinita, pero duros como el acero. Nunca lo olvidéis a Mazagón se llega por mar y no es una isla.
El arboreto deEl Loro.
José Antonio Mayo Abargues
El arboreto de El Loro formaba parte de un conjunto de plantaciones experimentales, entre las que se encontraban las situadas en Los Cabezudos, Los Bodegones, El Acebuche y El Villar; esta última es la única que ha mantenido todas sus plantaciones, siendo en la actualidad un espacio cultural y de ocio. En estos arboretos, que estuvieron operativos hasta principios de los años 70, se realizaban estudios de adaptación del eucalipto al clima y al suelo, cobrando especial protagonismo las especies de más rápido crecimiento para ser destinadas a la industria de la madera.
El de El Loro era conocido también como “Parcelas de Don Gaspar”, nombre que se debe a su creador, el ingeniero de Montes, Gaspar de la Lama Gutiérrez, jefe del Patrimonio Forestal del Estado en Andalucía Occidental, condecorado en 1957 con la Gran Cruz del Mérito Agrícola por la enorme repoblación de eucaliptos y pinos realizada a su cargo (10 millones de eucaliptos y 45 millones de pinos). Estaba situado en el término municipal de Almonte, entre los kilómetros 37 y 39 de la carretera A-494, muy cerca de Mazagón, junto al paraje de Cuesta Maneli, donde todavía quedan como testigo de aquellas actividades forestales algunas de las doce especies de eucalipto que allí hubo. El poblado forestal más cercano al arboreto era el del Abalario, el primer asentamiento de la repoblación forestal de Doñana, construido en 1941 con el fin de alojar a las familias cerca de los terrenos de plantación.
Llama enormemente la atención la situación de este arboreto, ya que está relativamente cerca del mar y no hay lagunas ni arroyos en la zona para abastecerse de agua, su principal sustento, aunque sus raíces pueden llegar hasta los 20 metros de profundidad en busca de las aguas subterráneas. Un dato muy curioso de estas raíces es que crecen directamente hacia abajo, perforando la tierra como si se tratara de un sacacorchos, y solo crecen hacia los laterales si encuentran algún obstáculo en su camino, llegando a extenderse hasta 150 metros.
Actual aspecto del arboreto de El Loro
Eucaliptos a ambos lados de la carretera A-494
Una de las especies que todavía perdura en la zona es el Eucalyptus Citriodora, llamado comúnmente “Gomero de olor a limón”. Es un árbol de gran porte que puede superar los 40 metros de altura. Tiene una corteza lisa, blanca con ligera tonalidad azulada. La especie procede originariamente del noroeste de Australia. Su madera, de tonos entre castaño oscuro a castaño grisáceo, es dura y fuerte, siendo empleada en armazones, tarimas y carpintería naval. Pero también es muy apreciada por su aceite, que es utilizado en la industria de la perfumería.
El Eucalyptus Citriodora o “Gomero de olor a limón” puede superar los 40 metros de altura
La plantación del eucalipto no fue muy bien acogida en el entorno de Doñana por su impacto ambiental, debido a la gran absorción de agua y nutrientes que termina degradando el suelo, lo que dificulta el crecimiento de otras especies vegetales en las inmediaciones. Cuenta la leyenda que el eucalipto es un “árbol maldito” que envenena la tierra y no crece nada a su alrededor. Pero, si fuese verdad todo lo malo que se dice de él, Australia, donde existen más de 600 especies de este árbol, no tendría en sus bosques esa característica y peculiar fauna de koalas, cacatúas, loros y walabis, entre otros. Es cierto que el eucalipto siempre ha tenido muy mala prensa en algunos sectores de la sociedad, pero sus consecuencias no son tan devastadoras; habría que discutir mucho sobre ello con fundamentos científicos.
Como rentabilidad económica, el eucalipto tiene pocos competidores; proporciona mucha madera, puede talarse con frecuencia y no necesita reforestación, ya que de los tacones que quedan vuelven a retoñar. Además, es un árbol poco propenso a las plagas y casi inmune al ataque de los insectos barrenadores de la madera, con lo que se evita el riesgo que suponen las fumigaciones.
Esta especie exótica, que sus detractores consideran invasora, supuso en los años cuarenta un balón de oxígeno para la economía de los pueblos del entorno de Doñana, pueblos sin recursos que subsistían a duras penas a la cruda posguerra. Su plantación, junto a la del pino, requería mucha mano de obra y dio empleo a miles de jornaleros, no ya de la zona, sino de otros pueblos deprimidos de Extremadura y Portugal, que encontraron aquí un futuro mejor para ellos y sus familias.
Doñana era un baldío, un terreno improductivo que necesitaba ser repoblado, pero al mismo tiempo era una joya de la naturaleza que había que cuidar. El 18 de abril de 1953, el Jefe del Estado, Francisco Franco, visita las repoblaciones de Doñana y su entorno, acompañado por los propietarios del Coto y por el ingeniero Gaspar de la Lama. Preocupado por su afición a la fauna cinegética, Franco preguntó si la repoblación con eucaliptos haría daño a la caza. La respuesta fue muy breve: Todavía no le ha perjudicado. Y no lo engañaron, faltaría más… Pero aquella pregunta dio pie a un profundo estudio, observando que en los terrenos de las plantaciones estaba desapareciendo el matorral, lo cual perjudicaba al hábitat de las especies cinegéticas. Poco después, el programa de repoblación fue replanteado para respetar el estado del matorral en algunas extensiones. No obstante, uno de los tres propietarios del Coto, el bodeguero jerezano, Mauricio González-Gordon, contrario a la repoblación con eucalipto, no quiso desaprovechar aquella oportunidad y mandó elaborar un informe a los científicos, José Antonio Valverde y Francisco Bernis, para alertar a Franco de los problemas que ocasionaría a la caza. Este informe, que resultó ser muy decisivo para la conservación de Doñana, fue enviado a Franco siete meses después de su visita al término de Almonte.
Huelva le debe mucho al mal llamado “árbol maldito”, pues fue un arma muy eficaz para luchar contra la malaria, una enfermedad endémica, potencialmente mortal que se transmite por la picadura de los mosquitos portadores de este parásito, que
Eucaliptos doblados por el efecto del viento costero. Al fondo los acantilados del Asperillo
ponen sus larvas en aguas estancadas y que estaban haciendo estragos en la población onubense. La enfermedad, si no era detectada y tratada durante las primeras 24 horas, podía terminar con la vida del enfermo, ya que los parásitos se multiplican en el hígado y después de una incubación terminan infectando los glóbulos rojos. En la década de los cuarenta, abundaban en la provincia de Huelva los dispensarios de quinina, el único fármaco indicado para tratar la malaria, unas pastillas amargas de color amarillo. A pesar de ello, centenares de personas morían todos los años a causa de esta enfermedad. Los eucaliptos eran plantados en las charcas y marismas donde se alimentan las larvas del mosquito, con el objeto de desecarlas y así destruir su hábitat para detener la propagación de la enfermedad.
Cabe destacar algunos de los numerosos beneficios de esta especie arbórea como planta medicinal para tratar resfriados, gripes, bronquitis, faringitis o asma. ¿Quién no recuerda aquellos vapores de eucalipto hervido que nos daban nuestras abuelas cuando estábamos resfriados? Hoy el eucalipto se sigue utilizando en preparaciones farmacéuticas para curar diversas afecciones de las vías respiratorias.
Nuevos brotes de eucalipto invaden el arcén, como tratando de recuperar el terreno robado por la carretera. Cosas de la naturaleza
se halló la esculturilla. Foto: Díaz-Paniagua.
¿Un paisaje sonoro-musical en Doñana?
Teresa Murillo Díaz
Departamento de Prehistoria y Arqueología, UNED Sevilla (España)
Fernando Fernández Gómez
Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (Sevilla, España)
En el otoño pasado, se nos comunicó a los responsables del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la U.N.E.D. Sevilla, el hallazgo casual de una pieza que, a juicio de sus halladores, podía tener interés arqueológico. Había sido encontrada en superficie, totalmente descontextualizada, en terrenos del Coto de Doñana, por investigadores de la Estación Biológica en el fondo de la Laguna Dulce (de Felipe et al., 2023), entonces seca, en la que se hallaban realizando trabajos de campo, recogiendo sedimentos para estudiar el impacto de la sequía en la flora y la fauna del lugar. Acudimos a su llamada y llevamos a cabo un trabajo de investigación conjuntamente con los biólogos e investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD), (Murillo Díaz, Felipe, M. de y Fernández Gómez, 2023), poniendo de manifiesto la importancia de la Arqueología como Ciencia Interdisciplinar, de colaboración con otras disciplinas (Díaz Andreu et al., 2020).
La arqueología posee una metodología científica específica y tiene como objeto el estudio de todo registro material procedente tanto de excavaciones arqueológicas, con exigencias metodológicas propias, como de cualquier
tipo de hallazgo arqueológico casual, pues son muchos los que llegan hasta nosotros de manera fortuita aflorando en superficie, bien por fenómenos geológicos, atmosféricos, bien por remociones de tierras realizadas por intervención humana en labores agrícolas, construcciones, etc., o por la propia fauna, como el caso que nos ocupa, en el que influyen elementos atmosféricos y faunísticos, porque de todos es conocido, el rico patrimonio cultural que poseemos. Y, por insignificantes que parezcan estos hallazgos casuales, que a veces no lo son tanto, nos ayudan a aportar ese “granito de arena” a la ciencia para reconstruir la historia de la humanidad, nuestra historia, y para ello se nos exige el mismo rigor metodológico y específico propio de la arqueología en el estudio de cualquier pieza, se haya encontrado en deposiciones estratigráficas o en superficie, como es el caso al que hacemos mención.
El ejemplo que presentamos, nos ayuda a comprender la multidisciplinariedad de la arqueología y los diferentes formatos de investigación a los que tenemos que acudir los arqueólogos.
Entre las disciplinas más recientes que han sido incluidas en los estudios arqueológicos están la arqueología de la música, y la arqueoacústica (Díaz- Andreu, M. et al., 2015). Forman parte de los estudios que los arqueólogos realizan en aquellos lugares que fueron habitados por nuestros ancestros, como pueden ser las cuevas o las edificaciones con transmisión acústica. Y también cualquier tipo de artefacto que emita sonido, sea un elemento natural, como pueden ser las caracolas o simples huesos
Laguna Dulce, inundada en 2015 (izquierda) y completamente seca en 2023 (derecha), cuando se ha encontrado la figura de terracota. La flecha indica el lugar donde
de animales transformados en instrumentos musicales, sean objetos intencionadamente elaborados por el ser humano para esta finalidad en arcillas modeladas a mano o realizadas a molde, secadas al aire o cocidas en horno.
Emitir y reproducir sonidos es tan antiguo como la propia humanidad, ya tenemos resultados en la investigación de 400.000 años de antigüedad del aparato fonador en el género Homo en un proceso evolutivo ya heredado. Los necesita para comunicarse con los demás. Así nació el lenguaje. Pero no solo con él nos comunicamos, también mediante otras capacidades cognitivas con conductas simbólicas como la música, una forma de comunicación que conocemos desde los albores de la humanidad, pues con sonidos, sin ser palabras, podemos enviar mensajes, narrar historias, dar órdenes a un grupo de personas o dirigir a un conjunto de animales, receptores de esa información que enviamos sirviéndonos de un sistema de notas, de graves y agudos (González Menéndez, A., 2020), y nos ayuda a fijar en la memoria los conceptos.
En los sonidos interfieren pues, contenidos físicos y cognitivos que se estudian a través de la psicoacústica. La música actúa sobre el cerebro de una forma muy positiva y ayuda a desencadenar emociones que motivan la acción y el comportamiento de los humanos y también en algunos animales, sobre todo las aves.
Los enfoques serán distintos en unos casos y otros; recurrimos a los etnográficos, antropológicos y cognitivos. Los análisis materiales de un relato simbólico son mucho más complejos de descifrar, porque se hallan en unos nichos cognitivos culturales consensuados por la sociedad que los ha creado, con causas y efectos en el desarrollo de esa cognición en las conductas del ser humano, en este caso con un componente auditivo sensorial (Rivera, A., Menéndez, M., 2023).
Este elemento musical que presentamos lo hemos considerado un instrumento de viento, un aerófono, lo que musicológicamente se define como “pito”. Y como parece existir cierto pudor en llamar “pito” a un instrumento musical, prefiriendo utilizar el nombre de “silbato”, pensando que es más correcto, tenemos que decir que los estudiosos de la música distinguen entre uno y otro, según tengan o no en su interior un elemento que vibre o se mueva al paso del aire; si lo tienen es silbato, y el de Doñana no lo tiene, es un pito.
En los análisis morfotécnicos que hemos realizado de la pieza hemos tenido en cuenta fundamentalmente su manufactura, el tipo de soporte y las convenciones
estilísticas, sin pasar por alto los contenidos históricos y geográficos del lugar del hallazgo, además de los aspectos sociológicos e ideológicos que encierra esta pequeña terracota antropomorfa, que hemos encuadrado cronológicamente, tras el estudio realizado, en el periodo turdetano, entre los siglos V-III a.C.
Se conoce como turdetano al período de nuestra protohistoria que siguió a la época tartésica. El geógrafo e historiador Estrabón (III, 1,6) escribió:
“...los turdetanos, herederos de los Tartessos, son de costumbres dulces y cultivadas, tienen fama de ser los más cultos de entre los íberos, poseen gramática y escritos de antigua memoria, poemas y escritos en versos que ellos dicen de más de 6000 años...”
La cultura tartésica ya había dejado de ser, por tanto, una cultura cumbre del Mediterráneo como había sido en tiempos anteriores, al colapsar el comercio con las ciudades del otro lado del Mediterráneo, que habían caído bajo el poder de los asirios. Y en nuestro suelo dejaron de producirse joyas de oro tan espectaculares como las de los tesoros de El Carambolo, Évora, Lebrija, Aliseda y otros, pero ya habíamos aprendido a cultivar la vid y el olivo, a escribir, hasta nosotros habían llegado dioses nuevos y nuevos ritos de enterramiento, se había impuesto un nuevo urbanismo, a base de construcciones rectangulares y ordenadas, y también la producción de las cerámicas a torno, aunque éstas habían empezado a decorarse de manera distinta, lo cual permite a los arqueólogos distinguirlas con toda claridad de las anteriores y poderlas situar cronológicamente con cierta exactitud. Se siguieron produciendo objetos de bronce, pero ya no tenían la
FIGURA 1. Hallazgo de un instrumento musical de época turdetana en el Coto de Doñana (Huelva) Murillo, T., Felipe, M. de y Fernández, F. (2023).
belleza de los tartésicos, y como metal útil para armas, aperos y herramientas se había impuesto definitivamente el hierro. Un contexto, por tanto, perfectamente conocido y delimitado, del que también forman parte las terracotas, como elemento por lo general vulgar, carente como es normal de la belleza que aportan las similares obras tartésicas en bronce. Podríamos decir que la riqueza se ha democratizado y se ha distribuido entre el pueblo, dejando de existir los reyezuelos o sacerdotes que exigían portar joyas tan espectaculares como las de los citados tesoros y de celebrarse ceremonias que utilizaban tan llamativos objetos de bronce.
Pero en las orillas del antiguo mar tartésico quedarán como testimonio de aquella riqueza ciudades que serán florecientes y que en algunos casos han llegado plenas de vida hasta nosotros, ofreciéndonos en su suelo, escondidos, objetos que delatan su presencia. Y nos permiten saber cuándo llegaron y fundaron Gadir, cuando solo era una isla, y se introdujeron en el Mar Tartésico hasta llegar a Sevilla y El Carambolo, y siguieron hacia el oeste bordeando el arenoso litoral, los Montes Hareni, de lo que hoy es nuestra costa con el Parque de Doñana, en busca de los metales, la plata, el cobre, de los yacimientos de Huelva, la antigua Onuba. Barcos, por tanto, que llegaban cargados de bienes culturales que nos enriquecían a nosotros y volvían colmados de metales que les enriquecían materialmente a ellos, y en ocasiones de tal modo cargados que sustituían sus anclas de plomo por otras de plata (Diodoro, V, 35, 4). Riqueza inmensa la de este mar y la de esta tierra que nosotros hoy disfrutamos. Porque la Turdetania es, dirá el mismo Estrabón (III, 2,4), maravillosamente fértil, tiene toda clase de frutos y muy abundantes.
Y, no queremos concluir estas líneas sin manifestar nuestro agradecimiento a los investigadores de la EBD por su buena praxis en la gestión patrimonial, porque gracias a ellos se ha podido encontrar y conservar esta figurilla antropomorfa en terracota, este “Pito de Doñana”.
BIBLIOGRAFÍA:
- Díaz-Andreu, M., et al. (2015) Arqueoacústica, un nuevo enfoque en los estudios arqueológicos de la Península Ibérica LA LINDE, 5-2015, pp. 1438 Revista Digital de Arqueología Profesional.
- Díaz- Andreu, M. et al. (2020) Arqueología e interdisciplinariedad: la microhistoria de una revolución en la arqueología española (1970-2020) Barcelona. Universidad de Barcelona.
- Felipe, Miguel de; Aragonés, David y Díaz-Paniagua, Carmen (2023). Thirty-four years of Landsat monitoring reveal long-term effects of groundwater abstractions on a World Heritage Site wetland. Science of the total Environment, n. 880, p.163329. DOI: https://doi.org/10.1016/j. scitotenv.2023.163329
- García Fernández, F.J. (2002): Los Turdetanos en la Historia reciente: 25 años avances y desencuentros. SPAL: Revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla, Nº 11, 2002, págs. 219-232
- Prieto, F. J. G. (2008). Geomorfología y estratigrafía del Pleistoceno y Holoceno en la banda atlántica de Cádiz. In La ocupación prehistórica de la campiña litoral y banda atlántica de Cádiz: aproximación al estudio de las sociedades cazadoras-recolectoras, tribales-comunitarias y clasistas iniciales: memoria del proyecto de investigación (pp. 53-68). Consejería de Cultura.
- Rivera, A., Menéndez, M., (2023) Manual de Arqueología y Paleontología Cognitivas. U.N.E.D. Madrid.
- González Menéndez, A., Arqueoacústica: El estudio acústico en lugares arqueológicos; https://www.bbvaopenmnd.com/humanidades/artes/ arqueoacustica-el-estudio-acustico-en-lugares-arqueologicos/
FIGURA 2. Pito de Doñana. Foto: M. de Felipe.
La voz dormida
ección2
Especulaciones del amanecer
Federico Ortega
La noche caía sobre la playa y la brisa de poniente iba menguando. El sol, mientras se escondía detrás del espigón, dejaba el cielo de un celeste rosado… a lo lejos se escuchaban los primeros acordes de uno de los conciertos del chiringuito. Afortunadamente, no sonaba a reguetón, motivo de acierto, por lo que decidimos acercarnos y disfrutar de la noche. Alba y Lola, sin embargo, no querían dejar el agua. Tan pronto que salía una, la otra, pícara y juguetona, se acercaba y le esparcía arena para que tuviese que remojarse otra vez… y yo las dejaba. Como buenas mazagoneras, son espíritus marinos, criados con sonidos de mar. Sazonadas con olores de pino mojado, jara y romero, cuando el viento cálido los trae de Doñana.
Y mientras corría y gritaba una detrás de la otra a lo largo de la inmensa orilla, mi mente volaba y se alejaba. Y todos me dejaron ir a una atemporalidad infinita. Nuevos sonidos me envolvieron, nuevas voces, nuevas gentes, nuevos acentos… y la Luna de Agosto empezaba a mirarme, coqueta y lejana.
Mi mente, enferma de historias pasadas hace mucho tiempo, empezaba a ordenar esos ruidos y esas acciones. La racionalidad del historiador intentaba localizarlas en un espacio temporal, pero chocaba con la realidad de la playa, porque no había huellas palpables donde asentar mis hipótesis; pero esas sensaciones seguían ahí, en mi mente, martilleándome.
¿Qué fue de los contrabandistas de la Carrera de Indias?, que trapicheaban desde aquí una vez que la flota había salvado la barra de Sanlúcar camino de La Habana. ¿Y de los desgraciados del galeón de la expedición de Sarmiento de Gamboa con rumbo al Estrecho de Magallanes que encalló por Mazagón? ¿Y de los soldados de la Torre del Loro?, aislados en medio de la nada, que vieron cómo la armada del duque de Essex, capaz de saquear Cádiz, hacía aguada en el arroyo del Loro, ¿dieron la voz de alarma o se encomendaron a la Virgen del Carmen? Y qué de los mariscadores que sufrieron el rapto de los turcos en las razias que hacían por esta costa, ¿pudo alguno volver a casa desde la morería?
Mi hija Alba, la pequeña, con esa eterna sonrisa contagiosa, no tiene otra ocurrencia que lanzarme un cubo de agua que me devuelve a la realidad del verano, y en el gesto de complicidad de correr tras ella para vengarme, me parece haber visto que la luna me guiñaba un ojo. ¿Acaso ha leído mis pensamientos? Yo, ante la duda me invoco a ella, a esta Luna de Agosto, «perla amadora del cielo, madre y señora del vino, hazme encontrar el camino…» del chiringuito.
Foto José María Cabello Escudero
Y si yo no fuera nada tan solo un espejismo de mis otros. Si esta sangre existiera porque alguien me piensa en ese instante.
Y si por eso sufro y lo resisto, callo y no me muerdo los labios, estoy en el silencio de todos mis amores y, sin embargo, siento.
Pero si los demás no está si yo desaparezco de sus mentes, quién me mantiene entonces, quién me permite respirar.
¿No será que mi memoria late, que mi memoria crea?
¿No será que yo también me pienso?
(De Con unos versos de más, 2021)
Juan Andivia Gómez
Ilustración Diego Csome
El niño que descubrió su mar
Pablo Tornero
Popoche es hijo del amor, el sueño vital; las alegrías del cariño y la sensibilidad del tacto amable.
Rodeado de ese mundo especial que, en su cerebro, venas y arterias, es la infancia creadora y creativa. Oye risas y siente la colorida sensación de sentirse amado. Vive la paz de la vida vivida entre besos y jolgorios de horas, minutos y segundos.
En sus amaneceres repletos de ansias por adaptarse a la vida siempre encuentra una sonrisa y un abrazo fecundo.
Ya ha visto el mar, lo ha tocado y se ha sentido abrazado por las aguas mansas. Ha oído los trinos de pájaros y sus pequeños ojos admiran el verde de la vida y el rojo del crepúsculo.
Popoche es feliz. Popoche no vive en Gaza.
Foto Pedro Terrades
Los amantes descarnados
Juan Cobos Wilkins
(De Los no amados)
Se aman los esqueletos. No los músculos.
Del esqueleto que ama crecen flores. Misteriosas carnívoras, orquídeas bellas como mantis-orquídeas.
La música de los esqueletos al amarse, el silencio de los esqueletos al amarse. El miedo del esqueleto a ser amado.
Al hacer el amor dejan la huella fosforescente de su vida en la radiografía de las sábanas: verdadera -y tan impúdicaSíndone
Al hacerse el amor, los esqueletos en su infinita metamorfosis hacia la oscuridad.
Y al separarse comprenden que en lo óseo mora vivo el dolor más allá de la carne.
Foto José M. Oliva
Por estos ojos pasaron las hogueras
Juan Drago
Por estos ojos pasaron las hogueras. He visto arder los cuerpos en la luz de los días como pájaros ciegos tocados por la bruma. Prendían la avenida, perfumaban sus cuartos con esperas y sueños. Yo era llama entre llamas, era humo esparcido en la claridad del viento de ir vivo en tu costado.
Era todo sencillo. Crecían las acacias, una falda flameaba encima de una moto, iba tu cabellera jugando con el aire.
Y eso a mí me bastaba. Tu voz de ave encendida a orillas de un arroyo rozando las ventanas de una ciudad viajera, en los brazos del tiempo.
Por estos ojos pasaron las hogueras. En la oscura alcoba mis manos vuelan por tu piel de pavesa. Y la vela del tacto va siguiendo el perfume. En la oscuridad, ardemos hacia adentro.
Foto Loren Vázquez
El realismo mágico.
Pablo Rodríguez-Thorices Arroyo
La vida tiene compás, y la honra nunca jamás. A Maika, primogénita.
En la historia de la literatura se han producido importantes e interesantes movimientos literarios, y uno de los que más me atraen es el realismo mágico sudamericano. Esta corriente no es exclusiva de Latinoamérica y tampoco se origina ahí, como veremos; pero, la popularidad que obtuvo el boom de la literatura latinoamericana de las décadas de los 60 y 70, llevó a que mucha gente asocie dicha región con este movimiento literario1. El realismo mágico constituye uno de los movimientos literarios más destacados de los últimos tiempos y ha tenido, por tanto, una gran influencia en corrientes literarias posteriores.
En abril se cumplieron 10 años del fallecimiento de Gabriel García Márquez, Gabo, uno de los mejores autores del realismo mágico con su obra maestra: Cien años de soledad.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.”
1. Más allá de Latinoamérica, desde los años 60 del siglo XX, el realismo mágico ha sido la corriente literaria que ha cautivado a miles de lectores desde América hasta Asia, gracias a autores como:
Salma Rushdie: este autor británico de origen indio es uno de los maestros del realismo mágico con obras como Hijos de la medianoche (1980) o su última novela Ciudad Victoria (2022).
Milan Kundera: el autor checo es otro de los exponentes globales del realismo mágico en literatura, gracias a obras como El libro de la risa y el olvido, publicado en 1978.
José Saramago: en la obra del Nobel portugués se encuentran también novelas que se enmarcan en esta corriente, como Memorial del convento (1982).
Gunter Grass: con El tambor de hojalata, el escritor alemán aterrizó en la Europa de posguerra el realismo mágico que permitiría reimpulsar la creación literaria en el continente.
Haruki Murakami: el aclamado autor japonés cruza las fronteras del realismo mágico hacia el surrealismo y la ciencia ficción para dar forma a un universo único en obras como Kafka en la orilla o Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
Se ha escrito mucho sobre este destacado género literario, pero trataré de resumir en el artículo sus principales características y sus autores más reconocidos
El término realismo mágico fue utilizado por primera vez en 1925 por el crítico de arte alemán Franz Roh, para describir una pintura que demostraba una realidad alterada, y llegó al idioma español con la traducción del libro Realismo mágico (Revista de Occidente, 1925).
Sin embargo, lo que escribo en este artículo es el realismo mágico refiriéndome a la literatura, término aplicado por los críticos latinoamericanos a un movimiento literario surgido en Latinoamérica a mediados del siglo XX. De hecho, podríamos decir que el realismo mágico es la corriente literaria más célebre y representativa de América Latina. Debemos, por tanto, abandonar el contexto europeo de Franz Roh para adentrarnos en la cultura latinoamericana del siglo XX. Hasta ese momento (mediados del siglo XX), los escritores latinoamericanos habían seguido las modas y tendencias europeas; pero, entonces, surge el deseo de hacer una verdadera literatura de condición latinoamericana.
En 1948 fue introducido a la literatura por el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, quien leyó el ensayo de Franz Roh en los años 20, y lo utiliza en su ensayo Letras y hombres de Venezuela. Señala Uslar:
Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.
Para comprender mejor el nacimiento de este movimiento literario podemos recurrir a María Achitenei quien en su artículo El realismo mágico. Conceptos, rasgos, principios y métodos enumera las causas principales que condujeron a la irrupción del realismo mágico. Realismo mágico que para Achitenei “es una corriente literaria cuyos rasgos principales san la desgarradura de la realidad por una acción fantástica descrita de un modo realista dentro de la narrativa”. Por un lado, la autora señala la crisis de la religión como una de las principales causas, debido a los grandes avances técnicos del siglo XX los seres humanos se encuentran en duda sobre sus “sentimientos ancestrales” y buscan algo nuevo que supla ese vacío. En esta misma línea, Achitenei afirma que el carácter experimental y afectivo del realismo mágico puede asumir el papel ideológico que la religión había perdido. Asimismo, afirma la autora que de manera cíclica la humanidad recrea historias para recordar a sus héroes; por lo tanto, si los grandes imperios crearon epopeyas durante sus épocas de esplendor “ahora es el turno de cualquier país para crear historias épicas como cuentos de hadas, dentro del realismo mágico”.
Por otro lado, dentro del contexto de un mundo cada vez más globalizado, la corriente fría del modernismo favorece el aumento de la alienación y la soledad. Frente a este modernismo repleto de introspecciones y luchas psicológicas que ya cansaban al lector, el realismo mágico sugiere historias épicas adornadas de metáforas, hipérboles y sabidurías. Además, señala Achitenei, que el postmodernismo ya no era capaz de crear estructuras nuevas pues “carecía de lo mágico, lo ritual y de la vivacidad de la existencia”, por lo que aparecen los mágico-realistas que “llenan el abismo entre
la vida y la creación literaria con la premonición” de lo milagroso e inesperado. Por último, la autora nos habla del lector quien estaba harto de soportar la dureza del realismo y de la realidad, el único modo de enfrentarse a tanta muerte era burlándose de ella. El lector se sentía reconfortado a leer las hazañas hiperbólicas de personajes ordinarios o de personajes hiperbólicos dentro de vidas ordinarias, “necesitaba que lo invisible invadiera su vida para reforzarla, así como todos nosotros necesitamos de los milagros”.
Los escritores del realismo mágico
Para comprender mejor el realismo mágico es interesante conocer a los autores que formaron parte de este movimiento literario. Los escritores latinoamericanos pretendían renovar tanto el objeto como el lenguaje y lo hacían mediante la incongruencia, la contradicción, lo escandaloso, etc. Buscaban, con todo esto, descubrir “esa realidad casi desconocida y casi alucinatoria que era la de América Latina” (Uslar Pietri). Esa realidad latinoamericana resultaba estar impregnada de elementos maravillosos por lo que era totalmente novedosa y sorprendente dentro del mundo de la literatura.
Arturo Uslar Pietri, considerado como el padre de esta vanguardia literaria con su obra de 1931 Las lanzas coloradas
Miguel Ángel Asturias, fiel representante de la América maravillosa, la denuncia social y las vanguardias literarias. Las obras del autor guatemalteco prestan especial atención a lo mítico y legendario americano así como la experimentación formal y la denuncia social; destacan Leyendas de Guatemala y Hombres de maíz. Miguel Ángel Asturias recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 1967.
Otro autor destacado del realismo mágico es Alejo Carpentier, quien además escribe acerca de lo real maravilloso. Afirma el autor que “lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad, de una iluminación inhabitual […] percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de estado límite”. Además, el autor señala que los contextos propios de América Latina (raciales, históricos, ideológicos, culturales y religiosos) impulsan al escritor a emplear formas diferentes para poder plasmar esas realidades. Podríamos situar al escritor cubano dentro de una corriente indigenista, demostrando así interés por los ritos populares y la intención social. En su obra más famosa, El reino de este mundo, utiliza el contexto de los esclavos negros haitianos para introducir mitos, ritos y hechicerías; de esta manera, logra hacer que convivan con naturalidad los elementos mágicos y la dura realidad sociopolítica.
También debemos tener en cuenta a Julio Cortázar, que representa un realismo mágico diferente, pues nace y vive fuera del continente (París, Francia); pero, se siente igualmente argentino. Además, su obra tiene influencias muy variadas, desde la literatura latinoamericana coetánea, la tradición novelística europea (Joyce, Kafka, Wolf…) hasta las vanguardias, como el surrealismo. Del realismo mágico de Cortázar sobresale su peculiar manera de presentar lo anómalo y fantástico de forma minuciosamente objetiva que convierte lo insólito e imaginario en creíble y verosímil. Según el autor, lo absurdo e irracional también forman parte de lo cotidiano y su exploración puede desvelar facetas escondidas de la realidad e ir más allá de las apariencias.
Juan Rulfo, por su parte, representa la culminación de la novela de revolución mexicana. El autor mexicano se caracteriza por su predilección por tramas históricas que relatan los avatares de principios del siglo XX, y por su capacidad para ahondar en lo humano. Al igual que los demás autores del realismo mágico, Rulfo relata historias que combinan lo real y lo imaginario. En estas obras lo maravilloso se presenta y se acepta dentro de la cotidianidad.
La obra Como agua para chocolate, de la autora mexicana Laura Esquivel, es otro ejemplo destacado de realismo mágico. La novela cuenta la historia de Tita, una joven que canaliza sus emociones a través de la cocina, y cuyas preparaciones tienen efectos mágicos en las personas que las consumen. La obra combina recetas de cocina, elementos folklóricos mexicanos y eventos fantásticos para crear un mundo donde la comida se convierte en una herramienta para expresar las emociones y transformar la realidad. A través de una narración rica en metáforas y elementos fantásticos, Esquivel aborda temas como la opresión de la mujer, la rebeldía y la búsqueda de identidad, mientras presenta una visión colorida y evocadora de la vida en México.
Otra figura destacable, y quizás la más conocida, del realismo mágico es Gabriel García Márquez2. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura «por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente». Desde sus inicios, el colombiano demostró rasgos mágico-realistas como la mezcla de lo real e imaginario o la fusión del mito y la historia. De las creaciones de García Márquez, más allá de sus obras, sobresale Macondo, un lugar imaginario donde transcurren muchas de las historias del autor que se caracteriza por combinar lo mítico y lo histórico y por su concepción alternativa del tiempo. Para entender mejor el lenguaje y las obras del escritor podemos recordar unas declaraciones hechas por él mismo durante una entrevista en 1989. Según García Márquez: “nuestra realidad (refiriéndose a América Latina) es desmesurada y con frecuencia nos plantea a los escritores problemas muy serios, que es el de la insuficiencia de las palabras […] Los ríos de aguas hirvientes y las tormentas que hacen estremecer la tierra, y los ciclones que se llevan las casas por los aires, no son cosas inventadas, sino dimensiones de la naturaleza que existen en nuestro mundo”.
2. El 6 de marzo de 2024 se cumplieron 97 años del nacimiento del escritor colombiano Gabriel García Márquez y con motivo de este aniversario se publicó su novela póstuma: En Agosto nos vemos
En esta misma entrevista, el colombiano relaciona la literatura con el relato de una mujer de pueblo; según el autor, los mitos y leyendas formaban parte (de una manera muy natural) de la vida cotidiana de los pueblos que él conocía. Por lo tanto, afirma García Márquez que “no estaba inventando nada, sino simplemente captando y refiriendo un mundo de presagios, de terapias, de premoniciones, de supersticiones que era muy nuestro, muy latinoamericano”.
Podemos decir que el realismo mágico es una mezcla de realidad y fantasía a la vez que una actitud que induce al autor a penetrar en la profundidad de la realidad para descubrir los misterios ocultos. En este tipo de literatura lo natural y lo sobrenatural interactúan de manera simultánea.
Termino añadiendo que, como buen lector de novelas y también como filólogo, recomiendo la lectura de muchas de estas novelas porque son obras maestras y es un verdadero placer leerlas.
Bibliografía, fuentes y notas
- García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Editorial Cátedra, 2007.
- Ramírez Ferreira, María. La identidad latinoamericana y el realismo mágico. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid.
- Achitenei, María. El realismo mágico. Conceptos, rasgos, principios y métodos. Obtenido de: https://www.babab.com/ no29/realismo_magico.php
- El realismo mágico en la literatura: en qué consiste y autores destacados. UNIR. Obtenido de: https://www.unir.net/ humanidades/revista/realismo-magico-literatura/
- Wikipedia.
- Internet.
Pino Gordo
Kiko Estirado Santana
Cuánto me acuerdo del Pino Gordo, del Arenoso y Corea; Rompeculos, Torre del Loro, de Julianejo y las Huesas; de la Cuesta de la Barca y la cuesta de Manuela, del vivero de eucaliptus, de la Matilla y la Casa Nueva.
Cuánto me acuerdo de aquella plaza con paraísos y con moreras, de aquellas bonitas casas con sus tejados de tejas; con sus marquesinas blancas y sus ventanas sin rejas; de la taberna, economato, de la iglesia y de la escuela, de aquellas calles de chozas hechas de junco y de eneas que en el Poblao empezaban y acababan en Corea.
De los huertos, de la Majá, campo de fútbol, Meano Blanco, de la Casa Forestal; de la playa, de los barrancos y el horno de hacer el pan.
¡Son cosas de nuestra infancia que nunca voy a olvidar!
(Del libro Sentimientos)
Foto Albaras
Un muerto en el mar.
Ricardo Crisóstomo
En donde se relata un hecho real.
Nuestra familia pasaba los veranos en Mazagón, Huelva. No confundir con Mazarrón, Murcia. Allí íbamos cada año. Hoy podría decirse que lo hacíamos desde la noche de los tiempos; pues, si no me equivoco, además de que aquellos veraneos comenzaron hace unos 65 años, recordando lo que era Mazagón entonces y cómo ha cambiado, es como si hubieran pasado más de 100 años.
Nostalgias aparte, en el protagonista y narrador de este suceso surgió desde el principio una afición, la pesca en el mar que, a día de hoy y en ese mismo mar, continúa. En aquellos mazagonianos años iniciales, para practicarla, muchas noches iba en mi bicicleta al Muelle del Vigía, así llamada una construcción de madera que se iniciaba en la orilla y entraba al mar unos 80 metros e, iluminada todas
las noches por farolas, atraía a los peces que en aquellos años abundaban en esas aguas.
La Casa de los Vigías y el muelle para sus barcos siguieron operativos durante bastantes años y ese sitio era el preferido por cientos de pescadores que, sobre todo los fines de semana, iban a pasar las noches de verano dedicados a la captura de las hermosas y sabrosas bailas, unas lubinas de cuerpo lleno de pecas que, desde hace años, la contaminación ha hecho desaparecer del lugar.
Los chavales, aprendices de pescadores, tratábamos de emular la técnica de los veteranos y no dejábamos de sacar alguna que otra baila, al tiempo que ellos lograban un auténtico botín de pescados. La cosa tenía su dificultad, pues los pescadores nos situábamos en los bordes de la plataforma en que terminaba la pasarela del muelle, unos junto a otros, y había que lanzar y recoger, una y otra vez, procurando no cruzar tu línea con las de los situados a tus lados. Rara era la noche, no siempre por culpa de los aprendices, en que no se montaba una gran bronca por incidentes con ese motivo.
Fijaos si hace tiempo de lo que cuento que, para pescar con el cebo artificial necesario que llamara la atención de las bailas, había que confeccionarlo personalmente. La cosa se hacía con pequeños chorros de silicona que, una vez secos, afilábamos y enganchábamos a los anzuelos de forma que, al arrojarlos al mar, con el movimiento de su parte más fina, imitaban un pequeño pez que despertaba la voracidad de las bailas. Ninguno de los millones de variados señuelos artificiales actuales, había sido inventado por aquellas fechas.
Pasados unos pocos años, tuve mi primera embarcación, inicialmente innominada; una pequeña barquita con motor fuera-borda que, al cambiarla por la segunda, a la que llamé Cayo Largo, la otra fue bautizada de forma retrospectiva como Cayo Corto. (Léase a este respecto mi libro Historial de armador, de R. Crisóstomo)
Como quiera que Cayo Corto fue robada o arrastrada por las mareas de alto coeficiente que en Mazagón abundan; tras la compra de Cayo Largo, preparé con ayuda de amigos un muerto de unos 50 kilos para poder fondearla de forma segura en el mar, cerca de la playa y llegar a ella cada día, obviamente a nado, para iniciar la navegación.
El encargado de fabricar el muerto fue José Vicente Lara, polifacético amigo de amplia cultura que sabe hacer de todo. Le quedó perfecto, con su buena argolla en la que, tras arrojarla al mar, atado el extremo de un cabo a
ella, situar el otro en una boya que indicara su posición cuando la embarcación estuviera navegando y poder así ser localizada fácilmente al regreso.
Por su gran peso, el traslado a la playa hubo que hacerlo entre dos personas: mi querido y llorado amigo Luis Fernández, gran aficionado a la pesca y a la fotografía con el que muchos ratos compartí por la afición común.
Para llevar a cabo la tarea, introdujimos una barra de hierro por la argolla y, procurando que se mantuviera en el centro de la misma y no se desequilibrara, iniciamos su trasporte. El mayor obstáculo era el descenso por la larga y empinada escalera de madera que desde la urbanización CIPARSA, en la que estaban nuestros chalets, bajaba, en forma de voladizo, cabalgando sobre la milenaria duna móvil de arena que, cual ser vivo de movimientos imperceptibles pero que nunca estaba quieto, se asomaba a la playa.
Con dificultad, pero sin problemas, llegamos hasta el arranque de la escalera, nos detuvimos a descansar y a sopesar la posibilidad de abortar la tarea y, tras rechazarla, supongo que para no sentirnos cobardicas y pusilánimes, iniciamos el descenso. Es claro que todavía no sabíamos nada de estibación de cargas que, todo marinero que se precie, debe conocer.
Con los cinco sentidos puestos en la posición de la argolla durante el complicado descenso, no nos percatamos de que un grupo de alegres mozalbetes, todos ellos de la población autóctona, iniciaban una ruidosa ascensión.
El muerto, la barra, Luis y yo no cabíamos todos juntos en el mismo peldaño con lo que, si uno de nosotros bajaba primero, debía subir las manos que sujetaban la barra para mantenerla a nivel de las del compañero, mientras éste procedía a bajar de escalón. Difícil tarea de llevar a cabo si se tiene en cuenta el peso muerto del muerto que llevábamos.
Mientras tanto, la alegre muchachada continuaba su ascenso hacia lo alto de la duna viva, siendo llegado el momento de mencionar por sus nombres a alguno de ellos. Se trataba de Alejandro, arias El negro, que era por aquellas lejanas fechas el único ser humano de color que por allí vivía. Todos le llamábamos, él era el primero en hacerlo, El negro. Procedente de Guinea, su familia estaba afincada en Mazagón. En los años posteriores con la llegada de marroquíes, rumanos, senegaleses, malienses, polacos y de otros países, se sintió especialmente incómodo y con un punto de xenofobia hacia los invasores que todos
comprendíamos, disculpábamos y pasábamos por alto. (Léase a este respecto mi relato El vendedor de cuellos). También en las fechas actuales todos sus amigos estamos tristes por sus graves problemas de salud.
Javi, Pepe, Antonio, El loco, y alguno más que ahora no recuerdo, también formaban parte del ruidoso grupo que confiadamente subía por la escalera. No habíamos descendido nosotros más de dos o tres escalones cuando, pese a la total concentración en lo que llevábamos entre manos, (nunca frase alguna fue tan literal) ese objeto, hasta entonces inerte, empezó a moverse, animado quizás por la duna sobre la que se situaba que hizo al muerto resucitar y cobrar vida propia y que en lugar de moverse de forma imperceptible, siguiendo el modelo de la duna viva, lo hizo decididamente, deslizándose hacia las manos de uno de nosotros. ¿Hacia cuál? Pregunta impertinente que no va a ser contestada.
Obviamente, al comenzar el muerto a ocasionar los primeros síntomas, un gran dolor en las manos del portador que le anunciaba lesiones irreversibles si pretendiera seguir sujetando la barra; procedió con prontitud y acierto a soltar la misma. Sin solución de continuidad, el compañero actuó de igual guisa y el muerto, liberado de toda sujeción, inició movimientos inesperados: comenzó a saltar de escalón en escalón logrando, de manera incomprensible, continuar dando más y más saltos y tras cada uno de ellos en los que hacía añicos el escalón en que aterrizaba, volvía a brincar, contraviniendo todas las leyes de la gravedad y así, de salto en salto, llegó finalmente a la playa que permanecía indiferente a lo que en su entorno estaba sucediendo.
No ocurrió lo mismo con el grupo que subía por aquella escalera; pues todos ellos, con reflejos dignos de
aplauso, saltaron limpiamente, como si del burladero de un coso taurino se tratara, las barandillas de la escalera consiguiendo librarse de la mortal cornada del morlaco que se les venía encima.
Tuve que afrontar el arreglo de la escalera comprando no menos de cinco o seis escalones e instalándolos. Para ambas cosas conté, una vez más, con todos los anteriormente citados. Durante varios años, cada vez que bajaba a la playa, aquellos escalones relucientes, mis escalones, me recordaban los hechos que hoy os estoy relatando.
Como en Mazagón cualquier acontecimiento, o la ausencia de ellos, era motivo suficiente para montar una fiesta, procedí a organizar lo que hoy llamarían una quedada (en aquellos años este término aún no se había inventado) para todos los agredidos, los culpables, los cómplices necesarios para la comisión del delito y hasta de cualquier curioso que nos preguntara qué había sucedido. Aquel año, en todos los mentideros de la villa no se hablaba de otra cosa. Y como la vida es efímera, anticipaba que a partir del año siguiente nadie recordaría el incidente del verano anterior.
No fue así. El año siguiente, y todos las posteriores hasta el momento presente, cada verano las bromas de aquellos muchachos, hoy cincuentones, me persiguen en cuanto tienen ocasión de saludarme. Y muchos de ellos, como en alguna medida, con licencia poética, he hecho yo en esta narración, han mejorado en sus recuerdos lo que ocurrió modificándolo notablemente, pero esos otros relatos tendrían que ser ellos quienes los narraran.
Mazagón: por este recuerdo y por tantos otros que no olvido, siempre estarás en mi corazón.
Madrid, noviembre de 2023.
Siete inéditos
De El libro que nunca escribiré
No es tiempo de mis versos, si es que una vez fue tiempo. Para mí y mis palabras es tiempo de silencio.
El presente es un regalo que no llegamos a ver, ilusorio en el futuro, fantasmal en el ayer. Aunque los tres son lo mismo con distintos nombres.
En el centro del miedo, oculto, el verso. En el verso, imposible, la puerta, la luz.
Bajo el agua unas palabras tiradas se borran y olvidan por qué.
No escribir sobre el mar sino escribir el mar.
Félix Morales Prado
La belleza de una flor es imposible de expresar, es imposible de interpretar, es inútil glosarla. ¿Cómo añadir palabras a un discurso que ya está completo y perfecto? Algunos lo intentan y consiguen imitar algo que simula parecerse a la belleza de una flor y que quizá logre confundirnos acerca de lo que la belleza de una flor es.
Para mi hijo
Sopla el viento y un cielo añil recorta las palmeras detrás de la ventana. Todo eso es hermoso. Pero tu ausencia definitiva me impide percibirlo.
Foto Ladurie
Sin f in
Antonio Orihuela
Sin fin la duna sin fin que formó el reloj de arena sin fin sobre la que nos acurrucamos sin fin.
Sin fin el laberinto, el abismo, el milagro, el puente sin fin del deseo.
Sin fin el tiempo encendido, su canto oscuro, la respiración en la luz inconclusa, el vuelo en la raíz de la noche, los cuerpos manando e imantando las formas complejas de lo mismo, su holladura.
Sin fin el resplandor sin fin del ovillo incendiado, el desvelo sostenido en su temblor, su incandescencia.
Sin fin lo que comienza sin fin, el pasadizo transparente de lo tocado, mi hambre de ti, la espesura del tiempo donde te desnudas sin fin,
Pasan los años, las cartas de amor ahora son la luna llena, una duna, esta mantita.
los premios, el premio gordo que es permanecer en el amor.
Foto Elena Márquez Noguera
Las gemelas y el sueño de la tortuga gigante.
Cristina Font Briones
Melisa y Marta, dos hermanas gemelas que viven en Huelva, tienen la sorprendente capacidad de ver cosas que sólo ellas perciben. Las dos se parecen tanto que, en ocasiones, ni sus padres pueden diferenciarlas. Sin embargo, su tía Lucía las distingue perfectamente y las ha invitado a pasar unos días en la preciosa playa de Mazagón.
Al llegar a la casa de su querida tía Lucía se encuentran con la sorpresa de que les ha comprado dos bonitas bicicletas de color rosa para que recorran los maravillosos rincones de Mazagón. Entusiasmadas, se marchan dispuestas a realizar una pequeña excursión por el lugar. Cuando llegan a la playa se sientan sobre la cálida arena a descansar y observar las nubes para analizarlas de una forma muy peculiar.
El celaje cubre sólo una pequeña parte del firmamento y las gemelas, mirando con expectación las
nubes, comienzan a darle su propio significado.
—La nube redonda es una pelota y las dos que están a su lado son las figuras de dos niños —comenta Melisa.
—Sí, yo también los veo y se parecen tanto como nosotras dos. Dentro de poco los vamos a conocer — presagia Marta sin dejar de mirar hacia el cielo.
De repente, un balón de fútbol de color blanco y negro llega rodando y se para justo a la altura de los pies de Marta. Las dos hermanas se miran con complicidad, se levantan a la vez y ven a dos niños que se acercan hacia ellas.
—Hola, perdonad, estamos jugando al fútbol y parece que el balón ha salido volando solo hacia aquí, ya que estábamos lejos de este lugar, qué raro... —les explica
Ilustración Theacoak
uno de los chicos, tomando el balón.
Las dos hermanas se miran y sonríen.
—¿Sois gemelas? Os parecéis muchísimo... — repara el chico—. Mi hermano y yo somos mellizos. ¡Qué casualidad!
—Mi nombre es Marta y ella es mi hermana Melisa. Nos parecemos tanto que nadie nos distingue.
—Nosotros nos llamamos Tim y Tom, y nos diferenciamos en la altura y en que mi hermano es más gordito que yo. ¿Queréis jugar al fútbol?
—Preferimos contemplar las nubes y descubrir lo que nos quieren decir: sabíamos que os íbamos a conocer porque hemos visto unas nubes con forma de niño y una pelota —les explica Melisa.
—¿De verdad? ¿Nos habéis visto en las nubes? Qué extraño... —expresa Tom, sorprendido—. ¿Podemos ver las nubes con vosotras?
—¡Sí! ¡Será muy divertido! —contestan las dos hermanas a la vez.
Los cuatro se tumban sobre la fina arena mirando hacia el cielo y juegan a interpretar las figuras que forman cada nube hasta que empieza a caer la tarde y los colores del ocaso decoran el firmamento.
Melisa y Marta llegan muy contentas a casa de su tía y le cuentan el curioso suceso que han experimentado. Lucía las comprende y sabe que son unas niñas tan especiales que pueden percibir cosas que parecen irreales. Después de cenar y tomar un rico postre, cansadas por el ajetreado día, se van a dormir.
Como cada una duerme en una cama individual, las arriman para estar más cerca y así poder soñar lo mismo. Ello lo hacen cuando se encuentran fuera de casa y necesitan estar juntas para sentirse acompañadas. Y las dos se aúnan en un mismo sueño...
«Una tortuga gigante las viene a visitar junto con un calamar enorme. Lucía les da unos bollitos con canela y
los devoran, pero lo que realmente necesitan es beber. Marta y Melisa le dan a cada uno una botella de agua, sin embargo, no se la beben, sino que se la echan por encima y seguidamente se van».
Los suaves rayos de sol que entran por la ventana provocan que las gemelas se despierten y, deseando comer los exquisitos bollitos que prepara Lucía, se dirigen a la cocina. Mientras desayunan, comentan el sueño que han tenido y el sentido que puede tener: una tortuga gigante y un calamar pidiendo agua... Es tan extraño que piensan que sólo se trata de un sueño pasajero como muchos otros.
A las once y media de la mañana llegan a la playa dispuestas a darse un chapuzón en el mar. Después del baño se tumban en unas toallas y contemplan las pocas nubes que hay en el cielo. Asombradas, ven la figura de una tortuga que parece que las está mirando. Inesperadamente, un fuerte viendo mueve las nubes y observan cómo la figura de la tortuga se va alejando, agachando su cabeza, volando hacia otro lugar. Las dos hermanas se incorporan a la vez y se miran preocupadas.
—Hemos soñado con una tortuga gigante y ahora la hemos visto con forma de nube. Debe tener un significado —dice Melisa, pensativa.
—¿Qué nos querrá decir? ¡Mira! ¡Otra nube con forma de tortuga! ¡Y tiene una tonalidad dorada!
Otra ráfaga de viento desplaza a la figura de la tortuga y se pierde por el firmamento. Sin encontrar un significado, desanimadas, se van a casa de tía Lucía para almorzar.
Por la tarde, inquietas por descifrar el misterio de la tortuga, examinan las distintas formas que adoptan las nubes y, ya al atardecer, cansadas de mirar al cielo sin descubrir nada, deciden olvidarse y ayudar a su tía a preparar la cena. Al caer la noche se acuestan arropándose con suaves sábanas blancas y vuelven a tener el mismo sueño: la tortuga gigante las va a visitar y les pide agua. Esta vez no la acompaña el calamar y tampoco tiene hambre.
Por la mañana temprano, montadas en sus flamantes bicicletas, llegan hasta la playa de fina arena dorada. Están tan concentradas observando el celaje que no escuchan que alguien las está llamando hasta que los gritos logran llamar su atención. Desviando al mismo tiempo sus miradas hacia la derecha observan que Tim y Tom corren hacia ellas.
—¡Marta, Melisa! ¡Venid! —continúan gritando los dos hermanos—. Os estamos buscando por la playa y por fin os hemos encontrado. ¡Rápido, seguidnos!
Las dos hermanas siguen deprisa a los mellizos hasta llegar a una zona de la playa donde en la orilla contemplan a una tortuga gigante.
—¡La tortuga! —exclaman al unísono Melisa y Marta.
¡Pobrecita, parece que se está muriendo! —se entristece Marta—. ¡En el sueño nos quería decir que necesitaba nuestra ayuda!
—¡Tenemos que salvarla! En el sueño nos pedía agua... ¡Agua! Parece que se está secando por el calor del sol ¡Vamos a echarle agua del mar! —propone Melisa.
Mientras le están echando agua en el caparazón, cabeza, cola y extremidades, un señor, al contemplar la situación, llama desde su teléfono móvil a las autoridades pidiendo ayuda. Poco después, llegan agentes del medio ambiente y comprueban que está viva. Pasado un rato, miembros del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas junto a la Unidad de Rescate Acuático, deciden que hay que reubicar a la tortuga en una zona segura.
—Gracias a vosotras la tortuga sigue con vida, pues necesitaba agua. Estaría perdida nadando y ha llegado hasta aquí, o tal vez quería visitar esta preciosa playa —les agradece con simpatía uno de los agentes.
Melisa y Marta, contentas por haber ayudado a salvar a la tortuga, regresan a casa de Lucía y le narran con detalle lo sucedido: sólo su tía puede entender ese don de captar los sentidos, sensaciones externas e interpretar imágenes y sueños de esa forma tan especial, y la razón es que lo han heredado de ella.
Al anochecer, las gemelas vuelven a unir sus camas deseando tener otro misterioso sueño en la fabulosa playa de Mazagón.
De la vida de tu alma
Juan Antonio Guzmán
A María Luisa, alma mater.
Hoy te traigo la paz en mi mirada, el sueño de tus sueños que soñaste de niña abrazada a tu almohada… la secretaria fiel de tus secretos de los pies a tus manos y a tu alma.
Hoy te quiero decir que no estás sola, que la vida es más vida si tú vives y te desvives por estas otras vidas.
Hoy te quiero decir que estamos solos y todos más unidos por tu lazo de amor que el Sol contempla en derredor de nuestro nido azul llamado Tierra.
Ya no te digo más, te doy mi abrazo y a cambio, tú me das este poema de ensueño, de templanza, de misterio… de verdad, de bondades, de belleza.
Hoy tengo yo, ante mí, a tu mirada que me remira el fondo de mi ser tras convertir mis lágrimas perladas en precioso collar de almas hermanadas.
Foto Alicia Clerencia
Sensaciones de la luz primera
(Textos procedentes del libro Lo visto está inacabado)
Antonio Ramírez Almanza
1
Los arroyos al amanecer besan los ojos, la piel, los movimientos de la vigilia, el susurro embriagador del azufre viejo en los bocoyes.
2
Los rezagados de la noche reciben el sueño breve del día que parece nunca amanecer.
3
El eco. La milésima estancia del iris. La sombra del sueño. La rama y la brisa prendadas para el movimiento. El zumbido en su elipsis. El amanecer.
4
Verán el movimiento de los dedos, balanzas y péndulos de una inagotable ansia insatisfecha. Verán la luz cenital de los párpados en los ojos cerrados al descanso. Verán la humedad y el rocío, la aridez y los vientos de la tierra. Verán los tejados del pueblo blanco y las lomas de un cielo entre añil y celeste. Verán amanecer con la luz quitándole a la oscuridad sus luciérnagas vigilantes. Verán al hombre y lo verán desnudo.
5
Llovizna fuera. Los cauces de diminutos ríos espontáneos se introducen en la cercanía de los cipreses, con las hojas mojadas del limonero, en el ciruelo indio, batiéndose entre la rosaleda y los riparios. Este amanecer sabático parece hecho almohadas, esteras, sábanas sin cuerpos.
6
Habían previsto un refugio para preguntarse si el tiempo existe y un jardín que se mirase sólo en el amanecer de los que duermen juntos.
Foto Luis Miguel
7
Una balada al amanecer, un saludo glorioso a las primeras sombras de la tarde, un apoteósico recibimiento a la noche.
8
Percibo designios, duendes luminosos, plenitud de oscuridad, elipsis breves hacia la noche recorrida de un alba que se aproxima.
9
Nos tocamos como un alba recién nacida, como ondas de brisa en pleamar, como hojas que caen: rozamiento solitario mientras los camareros recogían los restos del festín de la noche.
10
Las formas complicadas, colgadas en la percha del alba próximo.
11
Caminos abiertos al mar, al río, al bosque, a las interminables albas que permite la luz fresca y limpia de los días soleados.
12
Las gotas muertas del alba. Los cuerpos rotos.
13
Las ausencias eran amanecidas. Cálidos retornos al mediodía. Impetuosas tardes esperanzadas de levante en la era.
14
Estarán las sombras con su día y su plenitud, vivas y tocadas, lanzadas contra la otra primera luz de un día nuevo. Elegiré esa transparencia con la nitidez de un semidiós dispuesto a ponerle al tiempo su propia cosecha sin sombras.
El que
vence
Ahora me toca a mí: el polvo de los siglos me erigió como nada, y de la nada reivindico lo que soy, voy siendo o apenas sé que será.
Polvo del que a veces me canso, que me anega con frutos imposibles a los cuales recrimino: tanta invención, tanta literatura…
Polvo seguro; aunque también dorado en ocasiones y sonrío –cómplice conmigo –o lloro o casi en atardeceres junto al mar.
No todos ni todas ni todes comprenden la belleza (que no es múltiple ni relativa) y es cierto que se empeña el mundo –el que vence –en que la belleza es nada.
Pero en este caso reivindico la nada como un todo.
Ahora es mi turno: ascenderé como una sombra.
Carlos Fernández Martín
Foto Talos300
F lor a flor
Teresa Suárez
A todas las Silvias Pérez Cruz (y sus madres) que entendemos así la vida.
Destilar la vida, flor a flor.
Sucumbir al presente, al regalo diario en el que aprendo a ser yo.
Regalar(me) flores y ver en todo, mi corazón.
Descifrarme en los abecedarios de los días sin traducción.
Para reconocerme en las dudas que desfilan de una en una, flor a flor.
Abrirme cuan antesis, amar el tiempo de crecer yo.
Celebrarme y compartirme en el placer y en el dolor.
Romperme la crisma, para parirme flor.
Foto
Sagrario Gallego
Rafael del Riego y Flórez.
El pasado 1 de noviembre de 2023, se cumplieron 200 años de la ejecución del Teniente Coronel Rafael del Riego.
Francisco Domínguez Díaz
El siglo XIX fue unos de los periodos más apasionantes y convulsos de la historia de España. El Antiguo Régimen estaba llegando a su fin ante el auge de la burguesía y el liberalismo; al tiempo, las colonias de América comenzaban a buscar su independencia. El comienzo de siglo estuvo marcado por la invasión francesa y la Guerra de la Independencia. El pueblo luchó con ahínco contra el invasor al grito de -libertad-, pidiendo la vuelta del rey. Fernando VII pasó de ser el deseado a ser el detestado. Sus constantes felonías terminaron por convertir su reinado en un periodo de terror y represión (década ominosa). Todos aquellos que mostraron su oposición al régimen absolutista, fueron encarcelados, torturados o ejecutados. Este fue el caso del teniente coronel Rafael del Riego.
BIOGRAFÍA
Rafael del Riego y Flórez nació en Tuña (Asturias) el 7 de abril de 1784, en el seno de una familia hidalga e ilustrada. Estudió en la Universidad de Oviedo. Durante las Guerras Napoleónicas fue hecho prisionero por los franceses en la Batalla de Espinosa de los Monteros y deportado a Francia. Durante este tiempo, aprendió francés e italiano. En 1814 cruzó la frontera suiza después de escapar del depósito de Chalons-Sur Saone. Atravesando Suiza y Prusia pasó por Róterdam con destino a Plymounth. De vuelta a España, desembarcó en A Coruña donde juró la Constitución ante el general Lacy. En 1819, siendo teniente coronel, fue nombrado jefe del 2º batallón del Regimiento de Asturias que se encontraba acantonado en Las Cabezas de San Juan, como parte del contingente que iba a ser enviado para sofocar las rebeliones criollas de las colonias americanas. Durante su estancia en Andalucía se pronunció en favor de la Constitución de Cádiz. Su popularidad pronto abarcó todo el territorio español; poco dispuesto a asumir un papel protagonista, rechazó la faja de General del Ejército y se negó a convertirse en el Napoleón Español; sin embrago, algunas posturas
exaltadas veían en la dictadura una solución progresista. Su popularidad alcanzó tal nivel que despertó inquietud y envidias en el gobierno moderado, acusándolo de alborotador y conspirador, por lo que terminó siendo desterrado a Oviedo. Ostentó el cargo de capitán general de Aragón, pero fue destituido a los pocos meses acusado falsamente de republicano. En 1822 fue elegido diputado por Asturias y presidente del Congreso.
EJE CRONOLÓGICO
LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
Ante la invasión francesa, la Junta Suprema Central; más tarde, Consejo de Regencia de España e Indias, se refugió en Cádiz y convocó las Cortes Generales. El 19 de marzo de 1812 fue aprobada la primera Constitución española. La Constitución de Cádiz contenía un preámbulo y diez títulos con 384 artículos. Estuvo en vigor durante dos periodos, de 1812 a 1814 y durante el trienio liberal de 1820 a 1823. Fernando VII la derogó en ambas ocasiones.
Sus principios generales eran los siguientes:
La soberanía reside en el pueblo y no en el rey. La monarquía pasaba de absoluta a constitucional. Separación de poderes. Una cámara única. Igualdad de derechos jurídicos para todos los ciudadanos de ambos hemisferios. Las colonias serán provincias del Estado, con representación en las Cortes. La creación de ayuntamientos conformados por
sufragio indirecto masculino. Libertad de imprenta e industria. Derecho de propiedad y abolición de los señoríos. Estado confesional católico. Supresión del diezmo. Abolición de la inquisición.
España se convertía en la nación con el sistema político más avanzado. La Constitución de Cádiz pasó a ser un modelo de carta magna para la época. Fernando VII, la Iglesia, los realistas, absolutistas y criollos de las colonias, vieron peligrar sus privilegios y no dejaron de conspirar para abolirla y volver al Antiguo Régimen.
PRONUNCIAMIENTO DEL GENERAL RIEGO
Antecedentes.
Los primeros pronunciamientos contra el régimen absolutista de Fernando VII fueron: el del general Juan Díaz Porlier en Santiago de Compostela (1815) y el de Luis de Lacy y Milans del Bosch (1817) en Cataluña.
Meses antes del pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan, tuvo lugar un primer intento de alzamiento en El Palmar. La traición del mariscal de campo Pedro Sarsfield y el conde de La Bisbal fueron decisivas para que fracasase la sublevación de 1819. La mayoría de jefes y oficiales liberales fueron arrestados. El proceso abierto contra los oficiales que protagonizaron el levantamiento de El Palmar estuvo lleno de contrariedades. Las versiones de los acusados y la del conde de la Bisbal dejaban muchas dudas sobre cómo se desarrollaron los hechos y el papel que jugaron cada uno de ellos. Pese a la desarticulación de la trama, el espíritu del levantamiento quedó intacto.
En julio de 1819, nuevas maniobras conspirativas se pusieron en marcha teniendo como protagonistas a: Rafael del Riego, Alcalá Galiano, Juan Álvarez Mendizabal y Vicente Bentrán de Lis, entre otros. Este nuevo pronunciamiento no estuvo exento de contratiempos. El día señalado, se leyeron dos proclamas: una de Alcalá Galiano que hacía referencia al establecimiento de un gobierno moderado que garantizase los derechos de los ciudadanos, al tiempo que proponía a Antonio Quiroga como líder de la sublevación. La otra proclama fue la de Riego que resaltaba el espíritu de la Constitución de Cádiz, calificándola de justa y liberal, e indicando que el Rey tendría que jurarla. La derogación de la Constitución por parte de Fernando VII, las condiciones precarias de los expedicionarios que se debían dirigir a América y el encarcelamiento de los líderes liberales, habían ocasionado un enorme descontento en las filas del ejército que contaba con un nutrido número de mandos liberales. Los generales Riego, Quiroga y Evaristo San Miguel se niegan a cumplir las órdenes y se declaran constitucionalistas. El 1 de enero de 1820, Rafael Riego se dirige a sus soldados en Las Cabezas de San Juan - La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre y sufrimiento. Mas, el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador… Sí, sí, soldados, la Constitución. ¡Viva la Constitución!
Los generales Freire y Enrique O`Donnell fueron enviados por Fernando VII para combatir a los insurgentes. Riego decidió realizar una expedición que recorrió 34 pueblos de Andalucía para ganar partidarios y proclamar la Constitución. Ante la incansable persecución a la que fue sometido por parte del general O`Donnell, se refugió en Sierra Morena. En Bienvenida, Badajoz, Riego decidió dividir lo que le quedaba de su tropa y se dirigió hacia la Sierra de Huelva. Cuando parecía que el nuevo pronunciamiento iba a fracasar, el ayudante del Batallón de Asturias, Baltasar de Valcárcel, le encuentra en la aldea de Gil Márquez, cerca de Almonaster la Real. El suboficial le comunica que las noticias de su épica marcha por Andalucía habían tenido una resonancia nacional; la sublevación liberal se había extendido por toda Andalucía, Galicia, Oviedo, Murcia, Zaragoza, Barcelona, Pamplona y Asturias. El pronunciamiento había triunfado.
El rey, conocido como “el felón” por su deslealtad, tardó tres meses en reaccionar. Fue necesario que una gran multitud rodeara el Palacio Real de Madrid para que atendiera, a regañadientes, las exigencias de Riego. Lo hizo con un manifiesto que incluía la histórica proclamación: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional» Palabras que, en ningún momento, estaba dispuesto a cumplir. Sin embargo, Riego reconocía al rey dentro de la Constitución y rechazaba las exaltaciones en pro y en contra de la corona o su figura. Consideraba que un cambio de régimen no violento era posible. De esta manera, comenzaba el Trienio Liberal; su andadura iba a ser corta.
Durante los tres años de periodo liberal, Fernando VII y los absolutistas no dejaron de conspirar contra el gobierno. En el Congreso de Verona celebrado por la Cuádruple Alianza (Austria, Rusia, Reino Unido y Prusia), el rey pidió la intervención de estas potencias para retornar al absolutismo. La Asamblea Nacional francesa envío a España un ejército, «Cien Mil Hijos de San Luis» al mando del Duque de Angulema. Ante esta nueva invasión, las autoridades constitucionales decidieron trasladarse, con el rey, a Cádiz. Fernando VII hizo todo lo posible por evitar el viaje, pero finalmente se vio obligado a cumplir la resolución de las Cortes. Las Cortes suspenden al rey en sus funciones y le declaran incapaz. La resistencia de los constitucionales fue inútil y Cádiz terminaría rindiéndose. Fernando VII prometió perdón general si era liberado, pero, nuevamente cometería felonía al firmar un nuevo decreto derogando la Constitución y declarando nulas las actuaciones del régimen constitucional. Del mismo modo, ordenó la persecución de los partidarios del régimen liberal; muchos de los cuales recurrieron al exilio para evitar la cárcel o salvar sus vidas.
El general del Riego, al mando de sus tropas, hizo frente a los franceses, pero fue derrotado y herido en Alarcos. Tras varios días vagando después de la derrota en la batalla de Jódar, se refugió en el Cortijo que hoy lleva su nombre en el término de Arquillos. Sus hombres lo habían abandonado y los absolutistas le hicieron prisionero. Durante el proceso de rehabilitación de Riego, la reina Isabel II autorizó a Arquillos para que segregara del pueblo de Santisteban del Puerto al que había pertenecido hasta 1833. En este lugar había sido delatado y apresado el 15 de septiembre de 1823. Más tarde sería llevado a la cárcel de la Carolina y desde allí a Madrid, donde fue ahorcado y decapitado en la Plaza de la Cebada, el día 1 de noviembre de 1823.
Es la denominación que recibe el himno que cantaba la columna del teniente coronel Rafael del Riego tras su pronunciamiento contra el rey Fernando VII por la derogación de la Constitución de Cádiz. La letra es del general Evaristo Fernández de San Miguel y la música de autor desconocido. Se compone de 9 estrofas seguidas del correspondiente estribillo. Este himno por la libertad siguió sonando como himno revolucionario a lo largo del siglo XIX y fue declarado himno nacional de España por la Segunda República.
LA EJECUCIÓN
Su ejecución era narrada por el escritor canario Benito Pérez Galdós en su libro “El terror de 1824” (séptimo volumen de la segunda parte de Los Episodios Nacionales).
“Lo más cruel y repugnante que existe después de la pena de muerte es el ceremonial que la precede y la lúgubre antesala del cadalso con sus cuarenta y ocho mortales horas de capilla. Casi es más horrendo que la horca misma aquella larga espera y agonía entre la vida y la muerte, durante la cual la víctima es expuesta a la compasión pública como son expuestos a la pública curiosidad los animales raros.
La ley, que hasta entonces se ha mostrado severa, muéstrase ahora ferozmente burlona, permitiéndole la compañía de parientes y amigos y dándole de comer a qué quieres boca. Señores, sacerdotes y altos personajes le dan la mano, le dirigen vulgares palabrillas de consuelo, y todos se empeñan en hacerle creer que es el hombre más feliz de la creación, que no debe envidiar a los que incurren en la tontería de seguir viviendo, y que estar en capilla con el implacable verdugo a la puerta es una delicia.
Lo que importaba era condenarle emborronando poco papel, y así fue. Desde que le leyeron la sentencia el preso cayó en un abatimiento lúgubre, hijo según algunos, de sus dolencias físicas. Creeríase que confiaba hasta entonces en la clemencia de los llamados jueces o del Rey, que es todo el caudal de inocencia que puede caber en espíritu de hombre nacido.
Estaba frío, caduco, con los ojos fijos en el suelo, amarillo como las velas que ardían junto al Crucifijo del altar. A ratos suspiraba, parecía vagar en sus labios la palabra perdón, acometíanle desmayos y hacía preguntas triviales. Ni mostró apego a las ideas políticas que le habían dado tanto nombre, ni dio alas a su espíritu con la unción religiosa, sino que se abatía más y más a cada instante, apareciendo quieto sin estoicismo, humilde su resignación. Chaperón y otros de igual talla gozaban viendo llorar como un alumno castigado al general de la Libertad, al pastor que con la magia de su
nombre arrastraba tras sí rebaño de los pueblos. En el delirio de su triunfo no había ellos soñado con una caída semejante que les desembarazara no sólo de su enemigo mayor, sino del prestigio de todos los demás.
La retractación del héroe de las Cabezas fue una de las más ruidosas victorias del bando absolutista. «Asimismo publico el sentimiento que me asiste por la parte que he tenido en el Sistema llamado constitucional, en la revolución y en sus fatales consecuencias, por todo lo cual pido perdón a Dios de mis crímenes...». Han quedado en el misterio las circunstancias que acompañaron a este arrepentimiento escrito, y aunque el carácter de Riego y su pusilanimidad en las tremendas horas justifican hasta cierto punto aquella genuflexión de su espíritu, puede asegurarse que no hubo completa espontaneidad en ella. El fraile que le asistía, Chaperón y el escribano Huerta sabrían acerca de este suceso cosas dignas de pasar a la posteridad, porque a ellos debieron los absolutistas el envilecimiento del personaje más culminante, si no el más valioso de la segunda época constitucional. Ahora, cuando ha pasado tanto tiempo y la losa del sepulcro los guarda a todos, ahorcadores y ahorcados, no podemos menos de deplorar que los que acompañaron en la capilla a D. Rafael del Riego en la noche del 6 al 7 de noviembre no hubieran hecho públicos después los argumentos empleados para arrancar una abdicación tan humillante.
El 7 a las diez de la mañana le condujeron al suplicio. De seguro no ha brillado en toda nuestra historia un día más ignominioso. Es tal que ni aun parece digno de ser conocido, y el narrador se siente inclinado a volver, sin leerla, esa página sombría, y a correr tras de una ficción verosímil que embellezca la descarnada verdad histórica.
Una víctima sin nobleza arrastrada al suplicio por verdugos sin entrañas es el espectáculo más triste que pueden ofrecer las miserias humanas; es el mal puro sin porción ninguna de bien, de ese bien moral que aparece más o menos claro aún en los más horrendos excesos del furor político y en los suplicios a que es sometida la inocencia. Creeríase al verle que víctima y jueces se habían confabulado para cubrir de vilipendio el último día de la libertad y hacer más negro y triste su crepúsculo. La grosería patibularia y el refinamiento en las fórmulas de degradación empleadas por los unos parece que guardaban repugnante armonía con la abjuración del otro. Sacáronle de la cárcel por el callejón del Verdugo, y condujéronle por la calle de la Concepción Jerónima, que era la carrera oficial. Como si montarle en borrico hubiera sido signo de nobleza, llevábanle en un serón que arrastraba el mismo animal.
Los hermanos de la Paz y Caridad le sostuvieron
durante todo el tránsito para que con la sacudida no padeciese; pero él, cubierta la cabeza con su gorrete negro, lloraba como un niño, sin dejar de besar a cada instante la estampa que sostenía entre sus atadas manos. Un gentío alborotador cubría la carrera. La plaza era un amasijo de carne humana. ¿Participaremos de esta vil curiosidad, atendiendo prolijamente a los accidentes todos de tan repugnante cuadro? De ninguna manera. ¡Un hombre que sube a gatas la escalera del patíbulo, besando uno a uno todos los escalones, un verdugo que le suspende y se arroja con él, dándole un bofetón después que ha expirado, una ruin canalla que al verle en el aire grita: «Viva el Rey absoluto» ...! ¿acaso esto merece ser mencionado? ¿Qué interés ni qué enseñanza ni qué ejemplo ofrecen estas muestras de la perversidad humana?
Murió en Madrid en la Plaza de la Cebada un siniestro 7 de noviembre de 1823. ¿Su delito? Haberse sublevado en 1820 en Cabezas de San Juan, Sevilla, contra el poder absoluto encarnado por Fernando VII y proclamar la Constitución liberal de 1812. Fue ahorcado y decapitado. El rey felón, Fernando VII, fue informado de la muerte de Riego. Al enterarse, exclamó frotándose las manos: “liberales, gritad ahora ¡Viva Riego!
REHABILITACIÓN
La primera persona en rehabilitar al teniente coronel Rafael del Riego fue su viuda María Teresa del Riego mediante el testamento que dejó antes de fallecer:
”Considerando como un deber mío el hacer toda la justicia que se merece la memoria de mi difunto esposo en este terrible momento en que voy a presentarme ante el tribunal de Dios, declaro solemnemente y afirmo que todo su anhelo y cuidado, todos los sentimientos de su noble corazón iban dirigidos a procurar la libertad y bienestar de su patria sin que en ello ocupase el más pequeño lugar ninguna otra clase de ambición que la gloriosa de dedicar todos sus servicios y su vida para conseguir un objeto tan laudable y beneficioso. “
La segunda persona que lo rehabilitó fue la viuda de Fernando VII, María Cristina de Borbón, reina consorte y madre de Isabel II; lo hizo mediante un real decreto que reponía su buen nombre y concedía a su familiar la pensión correspondiente. La regenta, viendo peligrar la corona de su hija, buscó el apoyo de los liberales. Pensó que, con la rehabilitación de Rafael del Riego, daba un paso decisivo para que los liberales se sumasen a su causa ante las pretensiones de los absolutistas que pretendían la corona para su cuñado Carlos María Isidro.
“Si en todas ocasiones es grato a mi corazón enjugar las lágrimas de los súbditos de mi amada Hija, mucho más lo es cuando a este deber de humanidad se junta la sagrada obligación de reparar pasados errores. El General Don Rafael del Riego, condenado a muerte ignominiosa en virtud de un decreto posterior al acto de que se le acusó, y por
haber emitido su voto como Diputado de la Nación, en cuya calidad era inviolable, según las leyes vigentes entonces y el derecho público de todos los gobiernos representativos, fue una de aquellas víctimas que en los momentos de crisis diose el fanatismo con la seguir de la justicia. Cuando los demás que con su voto aprobaron la misma proposición que el General Riego, gozan en el día puestos distinguidos, ya en los cuerpos parlamentarios ya en los Consejos de mi excelsa hija, no debe permitirse que la memoria de aquel General quede mancillada con la nota del crimen, ni su familia sumergida en la orfandad y la desventura.
Real Decreto de la Regenta Dña María Cristina de Borbón
Art. 1°. El difunto General Don Rafael del Riego es repuesto en su buen nombre, fama y memoria. “Art. 2°. Su familia gozará de la posición y viudedad que le corresponda según las leyes. “Art. 3°. Esta familia queda bajo la protección especial de mi amada Hija Dª Isabel II y durante su menor edad, bajo la mía.
“Recuerdos del pasado”
Infografía y grabado
Autor. FAUSTINO RODRÍGUEZ
Melancolía
Manuel Durán Muñoz
Nubarrones grisáceos, surtidores que producen melancolía en una otoñal mañana.
La brisa, como rocío benefactor, a mi mente se aproxima, despertándome. Acariciando todos mis sentidos.
Suena, de forma pausada, la música disipando los sonidos del silencio. Pueriles voces gritan en el entorno más próximo. Me conducen al paraíso perdido, jardín de la infancia olvidada, y un cúmulo de sensaciones invaden todo mi ser.
La rutina se hace más llevadera al sentir los ecos de la lírica, poesía que renace en cada uno de los amaneceres, atravesando el Rubicón.
Ponderando la travesía del desierto. Huyendo de la prolongada dejadez. Recuperando altas cotas, donde la libertad preside la cúspide de la montaña mágica.
Desplegar alas, para que la fantasía se haga realidad.
Es momento para la nostalgia. Notas, de una musical escala, van configurándose en el pentagrama de los sentidos.
Aparecen las vivencias con un halo especial.
El cromatismo, difuminado en el horizonte.
¡Oh, vespertino crepúsculo, fiel testigo de mil y un aconteceres!
Recobramos secuencias en nuestra memoria, fechas grabadas a fuego en el calendario.
Hojas desperdigadas, como tapices, por los senderos, van dejando desnudos a los árboles.
Los corazones palpitan.
Sístoles y diástoles, a ritmo de baladas, contemplando los bellos paisajes.
La inspiración, como fiel guía, nos lleva por insospechables vericuetos.
Creando nostálgicos poemas envueltos en delicados papeles de regalos.
Nos detenemos, por un instante, ante el tempus fugit.
Observamos, con atención, el vuelo de las avecillas, perdiéndose allá en lontananza. Un mar de soledad.
El constante fluir de sus olas.
El malecón destruido por el temporal.
El salitre que permanece en tus labios y, con una sonrisa cómplice, llegan los besos, tan ansiados.
Una pequeña llovizna comienza a caer de manera súbita, añorando el olor del aroma que produce el petricor.
Mientras, los suspiros siguen la dirección del aire y los sueños, sueños son.
Soneto para ser enterrado en la playa de Mazagón
Octavio C. Velasco
Ante horizontes de oro y aguamarinas, en el vientre de los médanos llenos de vida, anfitriones de días plenos, dejadme yacer en las arenas finas.
Ser parapeto de aguas cristalinas bajo un cielo de luz en desenfrenos, oír los rumores del viento amenos entre plantas, hierbas y camarinas.
Llegará la voz del niño y sus juegos, la visita de amigos de corazón y el afán de los hombres y sus fuegos.
En la palma de Dios, por su compasión libre ya de mis cuitas y mis egos, alcance yo la paz en adoración.
Véase: Supplique pour être enterré à la plage de Sète, 1966, Georges Brassens.
Foto
Rosa López Garrido
Piedad.
Joaquín Correa Barco
Premio Certamen Relato Corto, 2023
Asc. Mujeres Marzaga
«¿Eres piadosa?», le preguntó su nueva señora mientras la hija, que era la que en verdad la contrataba y con quién iba a rendir cuentas, asentía a la espera de su respuesta.
“Piedad”, había dicho su nueva señora, y ella paseó la vista por las paredes oscurecidas de esa salita triste y lúgubre, repletas sus paredes de cuadros con santos y vírgenes, como si fuesen exvotos o reliquias, abigarrados iconos tapizando los rincones de una iglesia ortodoxa.
«¿Eres piadosa?», esta vez era la hija de su nueva señora la que repetía la pregunta de su madre, con un sesgo de impaciencia o quizás de conmiseración falsa, como si ella, además de pobre, tuviese que ser estúpida o corta de entendederas.
«Por supuesto», respondió ella. Y no mentía, aunque no dijese la verdad plena: que conocía todas las acepciones de esa palabra, que podría darle lecciones sobre ella al mismísimo diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Piedad, qué gran palabra. Piedad, y al principio, y durante bastante tiempo, piedad había sido, con su anterior señora, lo que ella imaginaba que su nueva señora y ama pretendía que la palabra significara. Porque, con su anterior señora, piedad fue durante años el ininteligible balbuceo con el que ella acompañaba la interminable letanía de los rosarios de la anciana, ese lento desgranarse de cuentas negras que ella (siempre hambrienta, con un hambre atávica cincelada en sus células) imaginaba cerrando los ojos que eran los guisantes de la cena, el gesto (la mueca o mohín) pretendidamente devoto y la mirada indulgente y caritativa con la que acompañaba el ademán de santiguarse de su anterior señora cuando la acompañaba a la parroquia de la esquina para confesarse antes
de misa, tiempo que ella empleaba en escrutar los rostros cerúleos de los santos en sus altares y hornacinas e imaginar sus vidas (vidas de santos) que creía no muy diferentes de la suya propia.
Piedad fue luego la forma sutil con la que corregía las fallas de la memoria de su anterior señora, sin que ella percibiese las grietas que amenazaban con inminente ruina toda su vida, la templanza con la que recibía regañinas por faltas que no eran suyas y, la verdad, tampoco podían achacarse a la señora, que empezaba a olvidar hasta el día que era, a confundirla con su hija o con una hermana que murió joven (y a la que ella conocía solo de vista gracias a un par de retratos color sepia a los que intentaba sacar un brillo imposible) y con la que su anterior señora estuvo muy unida.
Piedad era la manera en que escuchaba las diluidas historias que contaba su anterior señora y veía como sus recuerdos se destejían en un limbo indefinido, como terrones de azúcar licuándose en el descafeinado con galletas que le preparaba todas las tardes de merienda.
Piedad fue luego, no mucho después, el hecho de mentirle cuando le decía que sí, que sus hijos llamaron para preguntar por ella pero que no quiso despertarla porque dormía la siesta, que su nieta se había pasado a verla y también, maldita casualidad, la pilló dormida.
Piedad era el modo con que aguantaba los reproches que no le pertenecían, las quejas de los hijos de su anterior señora, que pensaban que con pagarle su sueldo mientras escatimaban el dinero para los gastos de esa casa vieja y húmeda que compartían, y que se venía abajo derruyéndose como su propietaria, ya cumplían de manera sobrada.
Piedad fue luego el parsimonioso ritual de enharinarse las manos con talco fino para limpiar el pubis lampiño y las nalgas descarnadas de su anterior señora, que cada día que pasaba se parecían más a las de un bebé desmesurado y terrible en su devastada impotencia.
Piedad fue lo que sintió esa mañana en la que descubrió que su anterior señora no respondía a sus llamadas, cuando vio cómo su mano se derramaba inerte y glacial desde las suyas, que la sostenían tratando desesperada de hallar un pulso que ya no existía.
Piedad, cuando veló el cuerpo de su anterior señora, cuando la acompañó al cementerio y tuvo que esconder lágrimas sinceras para que no la llamaran falsa y Judas a sus espaldas.
Piedad fue lo que no sintieron por ella los hijos de su anterior señora cuando le regatearon el finiquito de su última paga, cuando le argumentaron que todo lo trabajado desde la muerte de su madre lo había hecho por voluntad propia y para demorar su salida de la casa, ahorrándose así unos días de alojamiento.
«Sí, señora», y ella miró muy seria, con un punto de insolencia esbozada en las comisuras de lo que pretendía pasar por una sonrisa servicial y solícita, a la hija de su nueva señora.
«Sí, señora, soy muy piadosa».
Silencios que hablan.
José Antonio García
A Consuelo González Mancha
In memoriam
En el campo se produce en ese momento de la tarde, una vez que se ha puesto el sol, cuando ya en plácido recogimiento, todos los animales del día han callado y aún no comenzaron a cantar los animales de la noche. Es un silencio breve, de apenas minutos, quizás menos, pero hondo, preciso, conmovedor.
En la mar, reducido el mismo hecho casi al instante, este silencio se deja oír en el espacio marcado entre el rompimiento de dos olas. Y en ambos casos iguales sensaciones de gozo, de ser y sentirnos conscientes de la diminuta porción que representamos en el orden de todo lo creado, de humana necesidad de integración en el ritmo natural del cosmos, de paz interior. Para quienes vivimos en el sur, ángulo universal de todas las bellezas, tierra ciertamente que ante la mar se define, paraíso también desde el principio, nombrado de continuo por boca - quien lo duda- de los ángeles, no caer en la realidad de esta gracia a nuestro alcance, supone, sin más, acceder por el contrario a la desgracia. Y esto, en verdad, no se lo deseamos a nadie. Ocurre, sin embargo, que en el mundo de diseño que hoy se vende -quien fabrica y oferta es el propio hombre, no lo olvidemos-, hay demasiado ruido. Por doquier, olor a gasolina, cierres centralizados, opción de compra al mejor precio (solo para clientes con tarjeta), asientos calefactados, vacaciones programadas, préstamos al cero por ciento de interés, ganancias por goleada, envíos a cualquier parte. Mucho ruido, insisto. Silencio, en suma, que no habla, ¡vacío -curioso! -, por responder tan literalmente a su significado. Muy distinto al que apuntamos. Otra cosa. Otra vida.
Foto Pedro J. Ruiz-Constantino Pérez
Canción para marzagón.
Alfonsa Acosta
Mazagón, playa donde gira la órbita del gozo, verde diapasón de enhebrados pinos con hilos azules de mar. Mazagón, el mar donde se hallan en su luz los peces, la luz de la paz, la que enjoya el alma, la que infunde amor a lo humano. Y calma como otro oleaje que vence a la noche con la alegre danza de la blanca espuma, camarina hermosa, salitre de sal, abierto horizonte, marea de sol, flor de madreselva de miel y azahar que escala a la brisa ociosa del mar. Mazagón.
Foto Juanma Tavira
El pomo azul
Foto Alicia Clerencia
Mazagón en Persona
La familia y sus sentimientos.
Fragmento adaptado de “La caja de los recuerdos”.
Montemayor Domínguez Márquez
La familia es donde se aprende a socializar y a dar valor a la vida. Es donde nos construimos como personas y nos hacemos diferentes según la educación recibida.
Yo agradezco a mi familia su cariño y, como no, su protección, por la influencia en mi forma de ser y de relacionarme con los demás.
Inmersión en los recuerdos.
Sin proponérmelo, en la casa de mis padres, ya mayores, encontré un magnífico tesoro.
Tengo que reconocer que fue en aquellos momentos cuando eché a volar mi imaginación y, sin saberlo, abrí la puerta al pensamiento, al recuerdo. Sentí gran emoción cuando tuve la oportunidad de abrir esas viejas cajas metálicas que guardaba mi madre, llenas de fotos antiguas, cartas de hacía mucho tiempo y otras con documentos, hojas escritas amarillentas, recortes de algunos periódicos,
Foto S&F
boletines de mis notas como estudiante… y con esta forma simple de guardar puse en valor lo que fue importante para mi madre, que allí conservaba mis objetos entre los suyos.
Voy a contaros algo muy importante para mí y mi familia. Algo que he descubierto de mayor y no quiero dejar pasar.
Los sentimientos de mi madre.
Algunas veces le hubiese gustado tener una goma de borrar, esa que borra de todo. Borrar los momentos tristes y escribir unos nuevos alegres. Borrar la pasión de su corazón y encontrar nuevas ilusiones. Borrar los momentos de sufrimiento y llenarlos de felicidad. Qué fácil hubiese sido tener esa goma que borrase lo vivido como si fuesen letras escritas a lápiz en una cuartilla y se pudieran sustituir por otras palabras donde contar otra historia, y fuese posible que la noche negra diese lugar a un amanecer plateado.
Fue muy pronto cuando perdió a su madre, mi abuela materna que no pude conocer; tenía catorce años cuando se quedó al cargo de su hermano pequeño de nueve y su hermana de dos. Su vida podría resumirse en un gran esfuerzo al servicio de los demás tras esos momentos trágicos donde ya no quería vivir, el día que se quedó sin madre.
Sus vecinos y su madrina la ayudaron en la ardua tarea de seguir adelante junto a sus hermanos y su padre. Así encontró el ánimo que la hizo pelear contra las trabas que en ese momento de la vida le tocó vivir. Ellos le hicieron un poquito más fácil su camino.
Cuando formó su familia, nunca habló de esos momentos a sus hijos; estos, entre ellos yo, lo supimos muchos años después a través de familiares de su madrina; así conocimos su verdadera historia cuando ya ella no podía contar ni recordar nada.
Reconozco que para nosotros y a pesar de todo, se convirtió en una heroína de la vida. Sabemos que tuvo que arremangarse, tomar la sartén por el mango en ese difícil inicio donde de golpe se convirtió de niña en mujer.
Una mujer que tras esa experiencia ya no temblaría en cualquiera de las situaciones futuras a las que tuvo que enfrentarse, por difícil que fuese. Yo pienso que hay personas a las que la suerte las sortea en algún momento de su vida, pero al hacer un recuento, como en este caso; eso sí, con cierto grado de subjetividad, se podría decir
que no fue todo tan oscuro, aunque si duro, como hubiese sido si en su camino no hubiese encontrado esas buenas personas y, más tarde, una bonita familia.
Hoy la recuerdo con su pelo corto y ondulado. Delgada y vistiendo con blusas de manga larga y pantalones cómodos. Su piel ya presentaba algunos síntomas de deshidratación y tenía las arrugas propias de la edad.
Le encantaba cantar. La música era parte de sus recuerdos, la apaciguaba y la ponía contenta. Además, otra cosa que le gustaba mucho era estar rodeada de niños y niñas porque eso le transmitía cariño, se sentía una más entre ellos y eso podía verse en su semblante alegre.
Ya abuela, con la persiana de la ventana bajada se le había hecho de noche, y los que aún estábamos a su alrededor, sí que actualmente tenemos los recuerdos de haber vivido y compartido con ella momentos felices. El alzhéimer por una parte fue su ventaja, ¡cómo superar tantas pérdidas! Su madre, padre, hermano, hermana, y su marido. Por otra parte, el desgaste en los familiares sintiendo que ya no se podía compartir todo lo que antes la hacía feliz. Sólo recordar el trato con respeto, cariño y que le ofrecimos aquello que pudo beneficiarla y que la hizo sentir bien mientras tuvo un aliento de vida.
El recuerdo de nuestra madre no hace que olvidemos a nuestro padre.
Trabajaba de tractorista en el poblado forestal de Mazagón. Recordado con cariño por todas las personas que lo conocieron.
Persona amable, servicial y buena como no había otra. Amante de su familia y preocupado por conseguir todo lo necesario. Él nos decía: «no quiero que os falte ni gloria bendita».
Aquellos que aún tienen a su familia, decirles que la cuide y que los lazos familiares sean su fortaleza.
Decisiones inteligentes para fiestas memorables.
La dualidad festiva: celebración y exceso.
Joaquín Gómez Hernández
Policía Local. Ayuntamiento de Moguer
Las fiestas locales son una expresión vibrante de la cultura y tradición, donde nos reunimos para celebrar nuestra identidad colectiva. Sin embargo, estas celebraciones también pueden ser un caldo de cultivo para comportamientos de riesgo.
Durante las festividades, es común que se relajen las normas sociales y se promueva un ambiente de libertad y desinhibición. En este contexto, el alcohol fluye con generosidad y, para algunos, se convierte en la puerta de entrada hacia sustancias más peligrosas. La ebriedad, a menudo vista como parte de la diversión, puede oscurecer el juicio y fomentar decisiones impulsivas, incluido el consumo de drogas.
El problema se agrava cuando consideramos que las fiestas locales no solo atraen a residentes, sino también a visitantes en busca de experiencias únicas. Este flujo de personas puede incrementar la disponibilidad y variedad de drogas, creando un entorno donde el consumo se normaliza y, a veces, incluso se celebra.
Foto Alberto Lujan
Las consecuencias de este aumento en determinadas prácticas de riesgo son multifacéticas. A nivel individual, los riesgos para la salud son evidentes, desde intoxicaciones agudas hasta el desarrollo de adicciones. impacto se extiende a la seguridad pública, con un incremento en accidentes y comportamientos antisociales.
Ante esta realidad, es crucial implementar estrategias de prevención y concienciación. Programas de educación sobre los riesgos del consumo de drogas, promoción de conductores designados, y la disponibilidad de transporte alternativo son medidas que pueden mitigar los efectos negativos.
Las fiestas son un reflejo de nuestra cultura y alegría de vivir, pero también pueden ser un espejo de nuestras vulnerabilidades. Es responsabilidad de todos, como comunidad, encontrar el equilibrio entre la celebración y el cuidado, garantizando que la alegría de hoy no se convierta en el lamento de mañana.
Jóvenes y nuevas formas de diversión:
vapers, inhaladores, nuevas drogas y problemas de salud.
Actualmente estamos experimentando cambios vertiginosos, y la forma de divertirse de los jóvenes se desarrolla de forma paralela. La tecnología ha cambiado el juego en muchas áreas, y el consumo de drogas y el uso de dispositivos para fumar no son una excepción. Actualmente, debemos analizar cómo los jóvenes se están divirtiendo de una manera nueva y diferente, y cómo esto ha llevado a un aumento en el uso de dispositivos para fumar como los vapers e inhaladores, así como al uso de nuevas drogas, y los riesgos para la salud asociados.
Vapers
e inhaladores
Los vapers e inhaladores son dispositivos que se han vuelto populares entre los jóvenes en los últimos años. Estos dispositivos se utilizan para inhalar vapor que suelen contener nicotina, saborizantes y otros productos químicos. Muchos jóvenes y adultos consideran que el uso de estos dispositivos es más seguro que fumar cigarrillos, y como resultado, el uso de vapers e inhaladores ha aumentado significativamente.
Sin embargo, los expertos en salud advierten que el uso de estos dispositivos perjudiciales para la salud no es seguro y conlleva numerosos riesgos. La nicotina es altamente adictiva y puede afectar al cerebro en desarrollo de los jóvenes. Además, los saborizantes y otros productos químicos pueden ser dañinos para los pulmones y otras partes del cuerpo, por lo que, aquellos que no llevan nicotina, pueden ser igualmente perjudiciales.
Foto
Carlos Pizarro
Los dispositivos para fumar han sido populares entre los jóvenes durante décadas, pero los vapers e inhaladores son relativamente nuevos en la escena. Estos dispositivos se han comercializado como alternativas más seguras a los cigarrillos convencionales, pero todavía hay mucho que no se sabe sobre sus efectos a largo plazo en la salud.
Otra forma en que los jóvenes están experimentando con nuevas formas de diversión es a través del uso de nuevas drogas. Estas drogas pueden ser sintéticas, es decir, producidas artificialmente en un laboratorio, o pueden ser una
Una de las drogas sintéticas más populares es el MDMA, también conocido como éxtasis. El MDMA puede producir sensaciones de euforia y energía, pero también deshidratación, aumento de la temperatura corporal y otros problemas de salud. Además, como la mayoría de las drogas sintéticas, el MDMA no está regulado y puede ser peligroso debido a
La educación es esencial para el éxito de cualquier iniciativa policial. Desde nuestra Policía trabajamos para educar a nuestra comunidad sobre los peligros existentes, destacando la importancia de la colaboración cívica y la participación ciudadana. Para ello, anualmente realizamos campañas preventivas en centros educativos, principalmente colegios e institutos sobre cuestiones tan importantes como las que hemos abordado en este artículo (además de otras campañas como violencia de género, delitos tecnológicos (ciberbullying, ciberacoso, phishing, grooming, sexting, usurpación de identidad, redes sociales) y educación vial entre otras, pero necesitadas de un soporte familiar para producir el calado profundo y significativo que deseamos, especialmente, en nuestros jóvenes.
Así que, en estas fiestas, recuerda que el uso de vapers, drogas o el exceso en el consumo de alcohol, puede parecer una forma de intensificar la diversión, pero las consecuencias para tu salud y bienestar suelen ser graves y duraderas. Antes de dejarte llevar por la euforia del momento, piensa en el futuro y en todo lo que tienes que vivir. Opta por celebrar de manera segura y responsable y toma decisiones que te hagan sentir orgulloso a largo plazo. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán. Desde la Policía Local deseamos que: ¡disfrutes estas fiestas con alegría y salud!
El río es como la vida, tras caer la primera gota de agua, inesperadamente, nace. Con el tiempo se hace más grande, hasta que puede empezar su trayectoria, dejándose llevar por la vida, sabiendo por donde va, pero no a dónde va, teniendo claro que su camino se va a acabar, pero sin saber cuándo. Pasa por momentos malos de sequía, y otros con caudal abundante, pero a pesar de todo nunca para de fluir. Es imposible pausarlo, nadie puede hacerlo, ni siquiera él mismo, por muchas veces que lo desee. Durante su camino, se encuentra con diferentes seres que lo acompañan durante un tiempo, hasta que eligen otro destino distinto y tienen que marchar. Indiferentemente todos y cada uno de ellos le enseña algo, ya sea de forma buena o no tan agradable, pero nadie aparece en tu vida sin aportarte nada.<<¿Y qué me aportó aquella pared que me impedía el paso?>>, le preguntó el río confuso a su compañero de vida, el pez con el que se había criado. <<Pues yo confío firmemente en que te ofreció resistencia, saber cuándo no puedes seguir por la misma trayectoria y tener la valentía de continuar por otra totalmente desconocida, en vez de rendirte y acabar con todo en ese mismo instante>>, respondió el sabio pez. <<¿Y aquel amigo que me dejó y se fue?>> <<No te dejó, solo descubrió cuál era su sueño, dónde quería finalizar su camino o, mejor dicho, cuál era el lugar en el que deseaba desembocar, y tuvo que dejar muchas cosas atrás para conseguirlo.>> <<Y tú, ¿dónde quieres desembocar?>>, le preguntó intrigado el pez a su buen amigo. <<Aún no lo sé querido amigo>>, respondió.
(1) El Concurso “Jóvenes Talentos de Relato Corto” de la Fundación Coca-Cola consiste en la realización de una prueba escrita online a partir de un estímulo creativo. Este año el estímulo creativo ha sido un fragmento del poema “Agua, ¿Dónde vas?”, de Federico García Lorca. A partir de ahí, el alumnado participante del IES Odón Betanzos tiene que dar rienda suelta a la creatividad para idear una historia. Esta que le mostramos es la que ha merecido el premio finalista de la provincia de Huelva, de la alumna Carla Cano Coronel, entre muchos alumnos y alumnas participantes.
La importancia de este premio viene dada por la consolidación de la trayectoria positiva de nuestro alumnado en cuanto a creatividad literaria, pues ya es la cuarta vez que alguno de nuestros jóvenes resulta finalista en este certamen de amplia experiencia y apuesta por el fomento de la lectura y escritura.
Foto José María Cabello Escudero
Entonces siguieron fluyendo y dejándose llevar. Una terrible ola de calor llegó, y con ella, el río parecía llegar a su fin. Pasaban días y días y seguía sin caer alguna gota de agua. Llegaron unos hombres con cubos y empezaron a extraer agua del pobre río. Ya, en sus últimas, el río pensó en abandonar, pero su amigo el pez negó rotundamente que eso pasara. El río se paró a pensar y prometió en su mente no abandonar, si él se quedaba totalmente sin agua, su mejor amigo el pez también se vería gravemente afectado ya que, como el río, él no puede vivir sin agua, no podía dejarse vencer ante eso. Las nubes cuando pasaban por allí, no pensaban en ayudar, solo seguían su propio camino, no querían retrasar su trayectoria por ayudar a un río. Pasaban las horas y ninguna decidía hacer nada al respecto. Entonces una nube, al ver la mala apariencia del río, dejó caer toda y cada una de las gotas de agua que tenía en su interior, y se marchó. A la nube no le importó que nadie reconociera que ella les había salvado, solo ayudó, sin intención de recibir nada a cambio, únicamente el sentimiento de felicidad y orgullo propio, con eso le bastaba. Felices, siguieron fluyendo. Un rato más tarde le preguntó el río al pez: <<Y tú, nunca te irás de mi lado, ¿no?>> Le respondió: <<En la siguiente curva seguiré mi camino por otra parte.>>
<<¿Y hacia dónde quieres ir?>> <<Hacia la costa, mi gran sueño es ver un atardecer en una playa, así que fluiré con un río, a las orillas del mar.>>
Se aproximaba la parada del pez. <<Amigo mío, ya sé dónde quiero desembocar>>, le dijo el río. <<Me encantaría acabar mi camino en una cascada.>> <<Me alegro de que hayas encontrado tu lugar, me tengo que marchar, he aprendido muchas cosas de ti que recordaré por el resto de mi vida, gracias por todo.>> El río sintió algo que nunca había experimentado: la tristeza por separarse de alguien que quieres mucho, pero la alegría de saber que estará en un lugar en el que es feliz. Pensó:<<¿Qué me ha aportado el pez?>> Enumeraba tantas cosas buenas, y por fin, logra entender la frase que le decían tanto:<<Durante tu camino, te encuentras con diferentes seres, que te acompañan durante un tiempo, hasta que eligen otro destino distinto y tienen que marchar. Indiferentemente todos y cada uno de ellos te enseña algo, ya sea de forma buena, o no tan agradable, pero nadie aparece en tu vida sin aportarte nada>>. Entonces al río, al igual que cualquier ser, le llegó su momento de descansar, y lo hizo en el sitio que más amaba y le hacía feliz: una cascada.
Nuestros “Cinema Paradiso”.
Dani Navarro
Cuando éramos niños, la vida era muy simple en este lugar. Teníamos un piso en un bloque con ocho humildes viviendas pegado a otro idéntico con otras ocho, en Urbanización Valdemorales, actualmente calle Canoa 4 y 6, lateral de la Residencia del Trabajo y el Supermercado Pinomar (actualmente MercaMartina). Una media de tres niños por piso, aunque en mi piso éramos cinco hermanos, llegando incluso a duplicarnos cuando nos visitaban algunas veces nuestros cinco primos de la tía Pili (el sexto, Álvaro, aún no había llegado: ¡menos mal!) En aquellos años había más niños que perros; no como ahora. Mi madre era maestra y pasábamos dos meses largos de vacaciones o, mejor dicho, de veraneo.
El día a día era muy sencillo: salíamos del bloque y si girabas a la izquierda estaba el supermercado y la playa y si mirabas a la derecha había un enorme bosque de pinos,
lugar ideal para la caza del zapatero y el gamusino, donde las pandillitas hacíamos lo que ahora le llaman asentamientos y nosotros llamábamos cabañas; reutilizando todo tipo de materiales.
Camiseta y bañador: en Mazagón ni siquiera se usaban las chanclas (estaba como mal visto) ...y a la calle. Por la mañana solíamos ir a la playa y por la tarde al bosque o jugábamos alrededor de los bloques, algunos de ellos en construcción, pero sin vigilancia, lo cual los convertía en un enorme parque temático para nuestras inquietas y diabólicas mentes. Lo más divertido era dejar tu huella marcada en el hormigón recién echado, convirtiendo las aceras en un paseo de la fama particular de nuestro barrio en construcción.
Solo subíamos a casa a comer (y lo otro), la siesta
obligatoria, cenar y dormir. Raro era el piso donde había un televisor, quizás solo uno por bloque, y los vecinos bajaban por la noche al fresco con las sillas de la playa, a darle a la sin hueso. El Meño, “patriarca” del bloque pegado al mío, abuelo de mi amigo Chico, construyó dos largos bancos de madera, de 3 y 4 plazas, que guardaba bajo el balcón del principal ya de madrugada. Estos servían como núcleo de las reuniones vecinales y, además, eran fácilmente transportables...
A lo que voy: había un vecino, soltero, creo yo recordar, pero que todos lo conocíamos con el apodo de EL PRESIDENTE. Yo lo veía como un señor importante, en mi inocencia debía ser un poco menos que el Rey. Pues, este señor era muy aficionado al cine y tenía un proyector que colocaba en la parte de atrás de los bloques para proyectar películas de super 8 sobre la blanca pared sin ventanas que quedaba del retranqueo de mi bloque junto al gemelo, ¡bendito capricho arquitectónico!
No sé con qué periodicidad ni por qué motivo o inspiración, el Señor Presidente anunciaba la proyección de las películas con un “esta noche hay cine” en la puerta del bloque y ya los chiquillos nos encargamos de propagar la noticia. Cuando ya empezaba a oscurecer acudíamos con nuestras sillas de la playa y con los bancos de madera. Este señor era trending topping todas las noches que proyectaba. No había mejor plan y menos cuando no había televisión en las casas.
Recuerdo especialmente que ponía películas de la Pantera Rosa y de Fantomas, con Luis de Funes. Mi madre dice que ponía las películas de las comuniones de sus sobrinos, pero yo de eso no me acuerdo. Lo de menos era la película: el auténtico espectáculo siempre estuvo
entre el público asistente; los comentarios, las risas, las palmadas matando mosquitos, el que se quedaba dormido roncando, el que pasaba sin darse cuenta por al lado hablando alto y nos enterábamos de todo tipo de intimidades...
En una urbanización cercana, llamada Los Miradores, empezaron a echar películas pagando entrada: se supone que eran películas de más calidad, que yo las catalogaría, ahora de adulto, de serie B o incluso C. Aquello era, para los niños de mi zona, otro mundo. Estaba al otro lado de la calle principal que llamábamos calle de la heladería (aún no sé el nombre) y nos parecía hasta que la gente hablaba distinto allí...Con la entrada te daban un número y, en mitad de la película, se hacía un sorteo de un balón de plástico cutre metido en una malla blanca, que entonces era un auténtico pelotazo. Aquello ya era más formal y tenía un horario, pero teníamos que acudir también con las sillas de la playa e incluso se trasladaban los bancos de madera en singular procesión. El espectáculo seguía estando fuera de la pantalla, con algunos escarceos amorosos en la penumbra y bofetadas varias. Además, las películas que proyectaban eran de barcos que se hundían, hormigas asesinas o mosquitos mutantes: temas siempre muy apropiados para el veraneo.
Y luego ya estaba el cine Miramar, desde 1962, como reza en su puerta: un cine de verano propiamente dicho, aunque muchas veces llevábamos mantas, pues te podías quedar helado, sobre todo al final del verano. Todos los mazagoneros lo recordamos con mucho cariño y nostalgia. Desde mi casa al cine podía haber 3 kms; e íbamos andando; pues, cuando yo era chico, los padres estaban exentos de llevar a los hijos en coche, gran medida contra el sedentarismo...y si llegabas tarde y estaba todo el
Ilustración
Carlos Lope
papel vendido, media vuelta. Era costumbre llevar cojines por la dureza de los bancos metálicos, que conformaban el patio de butacas. También había sillas de plástico e incluso mesas para poder tomarte tan ricamente una cervecita, que silenciosamente te servían en el ambigú que daba a la avenida de los Conquistadores con el nombre de Bar Hipocampus.
La orientación era perfecta para ver las estrellas fugaces y esto ocurría con mucha frecuencia, a lo que el público respondía sonoramente con un: “¡¡¡Ooooohhh!!!”. Era curioso, como me cuenta mi amigo Pabling, la inclinación contraria a la deseada en el cine o en un teatro, cuesta arriba hacia la pantalla, lo cual dificultaba la visibilidad... La pantalla quedaba recubierta por una duna fosilizada o médano y, sobre la duna, infinidad de pinos: el marco era precioso. La relajación era tal que había algunos que se pasaban cotorreando toda la película. De las últimas veces que fui, recuerdo que hasta hubo un encendido diálogo del Mais, personaje de la noche mazagonera y gran devoto del dios Baco, con los personajes de la película a voz en grito justo debajo de la pantalla...hasta que vio que no le
contestaban. Claro que era raro que le contestaran, pues la película era “Bave, el cerdito valiente” y los animales de la granja eran muy suyos y solo hablaban entre ellos. Ya, poco después, cerraron el cine: ¿97? ¿98? ...Las películas se anunciaban en carteles colocados por todo Mazagón en lugares estratégicos y, a diario, estábamos pendientes (aún se me va la mirada buscándolos). Los últimos años, las sesiones eran dobles con dos peliculones del mismo año, mientras que, años atrás, existía un acusado desfase: cuando en Sevilla estaba en cartelera Rocky III aquí estábamos con Rocky “pelao”.
No recuerdo ninguna película que en esos años me impactase en esos cines. Solo sé que ese fue el germen del cinefilo en el que me he convertido, más pendiente entonces de lo que ocurría fuera de la pantalla que dentro, como aquellas primeras veces que iba al estadio Ramón Sánchez Pizjuán a ver el fútbol y lo que menos veía era el fútbol. Fueron mis “Cinemas Paradisos”, bellos recuerdos de la infancia y la juventud, comunes a tantos veraneantes que por aquí pasaron, que seguro vivieron con frecuencia las cosas que aquí narro y muchas más.
Foto Dani Navarro
Turismo vs Turismo.
Pilar Sánchez
Hace unos días, mi sobrina que estudia antropología en Sevilla me dijo: tita por favor, que no vengan más turistas ya, que no crezca el sector, que nadie más nos conozca…
Y esa es una petición que, desde lo más hondo de mí, me ronda desde que acabé mis estudios hace ya miles de años y decidí dedicarme a la promoción de destinos turísticos. Verdaderamente sabía que siempre existiría en mí la enorme contradicción entre profesión y deseo íntimo, entre el posicionamiento turístico de un territorio y poder mostrar al mundo sus excelencias y al mismo tiempo esconderlo de todo aquello que modificase su esencia, que lo cambiase, corrompiese o simplemente, hiciera que dejara de ser mágico…
Playa Parador. Foto
Ilde Coronel
Nos pasa con casi todo: cuando algo es extraordinario queremos contarlo, compartirlo, mostrarlo, hacer que otros lo disfruten para que entiendan cómo de afortunados somos, contar con orgullo que ese es nuestro lugar y es único, ¿verdad? Genera orgullo, pero, es más, genera Economía. Nace entonces la industria turística, el sector servicios en pro del visitante, las cuentas de resultados de negocios en positivo: restaurantes, supermercados, farmacias, bares, talleres, textil, souvenirs, hoteles, alojamiento turístico… y un largo etcétera, que va in crescendo gracias a la admiración que por nuestros paisajes y servicios sienten los de fuera.
Y es entonces cuando empezamos a sentir añoranza, cuando se nos dibuja la sonrisa en el rostro recordando aquellas pandillas de juventud que sin peligro ni miedo recorrían Mazagón todos los veranos. De Ciparsa al Cine, del Poblado al centro, del puente del Vigía al Faro…. Cualquier rincón y monumento de nuestra playa era símbolo de magia y de alegría. Los puntos de encuentro no tenían nombre oficial, pero sí uno nuestro, de nuestro idioma de juventud: el chalé amarillo, el ajedrez, bajada Dunas, el pino, …. Eran nuestros encuentros de playa, donde pasábamos las horas eternas hasta verse esconder el sol en el horizonte de mar.
Noches de calle del Negro, de Las Dunas o Los Juncos, de Galaxia o de terraza de nuestros padres, sin padres, que ya se escondían un rato para que disfrutáramos del porche en pandilla.
Y esa fue la juventud de muchos de los que hoy tienen a su propia juventud en casa, de los que ahora somos padres de quienes heredan un Mazagón algo cambiado, pero no tanto. Porque en estos años, se construyó el Puerto deportivo, que nos permite vivir y acoger a los más marítimos, se instalaron hoteles nuevos y aumentaron los bares nocturnos.
Nos empleamos a fondo en la Playa del Parador y obtuvimos galardones de calidad como Bandera Azul y Q de Calidad Turística. Se aumentaron las programaciones culturales y los servicios a la
Torre del Loro. Foto Ilde Coronel
Puerto Mazagón. Foto Ilde Coronel
ciudadanía (deportes, urbanismo, bienestar social… todos los servidos de un Consistorio trasladados a Mazagón)
Pero, ¿hacia dónde vamos? ¿qué queremos? ¿qué deseamos en el fondo de todos nosotros? ¿Que nada cambie? ¿Que permanezca indeleble en nuestra memoria aquel Mazagón de infancia, de niñez, de inocencia? ¿de aquella España diferente?
Porque lo era, España era diferente, el mundo era diferente. No teníamos móviles ni guiaban nuestros viajes los GPS, San Google no estaba en nuestro diario y las carreteras eran eso: carreteras interminables con sus curvas, sus baches y sus camiones a 65 km/hora. No podías cruzar una comunidad autónoma en un día ni de milagro y llegar a tu añoradísimo Mazagón era un viaje de los de tortilla de patata y carne empanada
Todo ha cambiado, así es, con mucho de bueno, muchísimo. Y aun así, podemos decir con orgullo que Mazagón mantiene su esencia, que sus atardeceres malva siguen deslumbrándonos. Que sus bunkers, su faro, su puerto, su infinito pinar e infinita arena siguen enamorando a todo el que llega…. Y que es necesario que lleguen, porque sin su presencia no sobreviviríamos a esta era de cambio, de la economía globalizada y de cortas distancias.
Playa aérea. Foto Ilde Coronel
Playa Parador. Foto Ilde Coronel
Hagámoslo, sigamos siendo acogedores, sigamos dando la bienvenida al que llega a enamorarse de nuestra tierra, pero hagámoslo con mesura, con mimo y cuidado, sin que se nos vaya de las manos…. No querremos vivir en lugares que han dejado de ser nuestros, de tener identidad, de hacer fácil nuestra vida. En lugares cuya renta per cápita la marca la industria turística, porque eso desplaza al habitante. Vivamos nuestro territorio y enseñémoslo, pero no lo cedamos en favor de otros, en favor de nadie, en favor de una industria que puede comernos a nosotros para subsistir.
El debate es amplio y difícil, porque el equilibrio entre lo que necesitamos y lo que queremos es, como decía al principio, contradictorio.
Estamos a tiempo, Mazagón sigue siendo el mismo paraíso de la niñez de muchos y hoy la cálida madurez de todos, con paseos en la naturaleza impresionantes, con carriles y veredas cuidadas, con sus monumentos marineros y su Faro siempre observando, observándote a ti, que lo vives y sueñas, que lo miras con ojos de niño y corazón de mar