3 minute read

La Fortaleza de Montijo

Una Primera Aproximación

Pedro Rodríguez Moscatel Historiador.(*)

Advertisement

En lo concerniente a la arquitectura defensiva, entendemos por fortaleza todo aquel recinto fortificado, ya sea un castillo o una ciudadela, capaz de albergar una guarnición en su interior. Por ello, encontramos toda una serie de edificaciones militares que guardan analogías con este lugar, según sus dimensiones o funcionalidades, ya sea un fuerte, un palacio fortificado, etc.

Las menciones a la denominada fortaleza de Montijo las encontramos en la documentación referente a la desmembración de esta encomienda de la Orden de Santiago y venta de la villa a D. Pedro Portocarrero. En este sentido, podemos entender que se está haciendo referencia a la casa de la encomienda como edificación más significativa, cuyo elemento más característico era una torre. Esta casa-fuerte, que sirvió posteriormente de residencia a los señores de Montijo, se situó en la parte más elevada de la villa. En un lugar eminente, junto a la imponente iglesia parroquial, llegaría a conformar un auténtico conjunto defensivo que sería protagonista en la guerra con Portugal del siglo XVII.

Debemos mencionar la aportación que en 1982 hizo el historiador Fernando Cortés Cortés gracias a la documentación consultada en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz. En ella se reconocía el lamentable estado de la fortificación de Montijo, cuyo fuerte de cuatro baluartes que ceñía la iglesia parroquial necesitaba ser reparado en 1688. No obstante, en la actualidad no existen estudios que nos permitan tener un mayor conocimiento tanto de aquel recinto como de

otros elementos defensivos; sin embargo, las nuevas investigaciones sobre aquel contexto nos permiten abrir nuevas líneas de investigación al respecto.

UNOS BREVES APUNTES

La contienda ocasionada por la revolución bragancista se caracterizó por una serie de operaciones militares fronterizas y de pequeña escala que afectaron a las plazas de escasa dotación militar, con escaramuzas, saqueos y pillajes, al estilo razzia, con el objetivo de desgastar al enemigo, así como los sitios o asedios. Por ello, desde 1640, la situación de diferentes localidades se había centrado en mejorar sus defensas de manera que pudieran aguardar el socorro en caso de ataque, ya fuera ampliando el perímetro o cerrando muchos lugares abiertos. Así pues, la guerra con Portugal propició nuevas formas constructivas adaptadas a los nuevos tiempos, en los que el castillo medieval había quedado obsoleto ante la nueva artillería pesada. En este sentido, Montijo no sería una excepción.

El estudio de diferentes fuentes inéditas me ha permitido encontrar menciones que, en mayor o menor medida, hacen referencia a este sistema defensivo que pudo tener Montijo: la Gazzetta di Genoua (informando que Ghislain de Bryas fue a socorrer el castillo de Montijo), la Apología de Luiz Marinho de Acevedo (donde se asegura que las trincheras que defendían la villa serían reparadas tras quedar seriamente dañadas), la Carta de Diego Cid de Carriazo (especificando que los portugueses asaltaron las trincheras entrando por la calle que llaman de Badajoz), o el informe de Rodrigo de Castro (describiendo que la villa de Montijo estaba “fortificada toda en roda, con trincheras y un foso”), entre otras. Además, es significativo el papel que juegan tanto la casa del conde y la iglesia como último reducto más fuerte y defendible (a modo de ciudadela).

Los portugueses pudieron constatar, a diferencia de lo que pensaban, que Montijo estaba fortificada y con guarnición competente, ya que hasta el momento creían que era un lugar abierto. Según las fuentes portuguesas, Rodrigo de Castro, marchando con la infantería formada, determinó tomar Montijo por escalada, para lo que repartió la mosquetería en cuatro partes para embestir las altas trincheras, y por cada una de las partes dos capitanes con 200 mosqueteros con sus espadas, granadas y artificios de fuego, dejando reservados 200 infantes con las picas y su guarnición. La vulnerabibilidad que presentaba un flanco, que era más bajo, propiciaba que ese desnivel fuese donde se concentrasen los mayores esfuerzos de los portugueses.

Debemos concluir esta primera aproximación, dejando para un futuro análisis el estudio pormenorizado de todas estas interesantes fuentes, atendiendo a sus elementos y diferentes fases constructivas, que irán acompañadas de sus correspondientes referencias.

(*) Formación en Castellología (Centro de Altos Estudios Históricos “Claudio Sánchez Albornoz”) y en Fortificaciones (Instituto de Historia y Cultura Militar), entre otras titulaciones.

This article is from: