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El vocabulario del nazareno
El vocabulario es una de las peculiaridades del mundo nazareno, que cuenta con sus propios términos o utiliza otros del lenguaje usual otorgándoles un significado específico. Pero el habla propio de los cofrades no es el mismo en cualquier punto de la geografía nazarena. El mismo concepto puede recibir diferentes denominaciones, no sólo en cada una de las regiones, sino dentro de la misma, como sucede en la murciana, y en ocasiones, hasta en la misma ciudad. El vocabulario nazareno, cuya primera entrega sigue, pretende clarificar conceptos, con un afán didáctico y divulgativo, dentro de la rica y diversa manifestación de fe y cultura que se desarrolla desde hace siglos por las calles de Murcia en los días de la Semana Santa
Mayordomo es “el ofi cial que se nombra en las congregaciones o cofradías para que atienda a los gastos y al cuidado y gobierno de las funcionesÐ, según defi ne el Diccionario de la Lengua Española (DLE) en su segunda acepción. Fueron en su origen los mayordomos los encargados de recabar y gestionar los fondos necesarios para atender tanto a los cultos de la cofradía como a los de la procesión y, por extensión, se dio esta denominación a todos los cofrades que sostenían a la cofradía, la gobernaban y regían la procesión. En la actualidad, se identifi ca al mayordomo con quien cumple la última de estas funciones, mientras que el conjunto de los cofrades de cualquier clase contribuyen a cubrir los gastos y participan en la toma de decisiones.
Penitente es “la persona que en las procesiones o rogativas públicas va vestida de túnica en señal de penitenciaÐ, según la quinta acepción del DLE. Con carácter general, todos los cofrades participan en las procesiones vestidos con la túnica propia de cada cofradía, pero se da la denominación específi ca de penitente a aquél que forma parte de las dos fi las de nazarenos que discurren en paralelo precediendo a los pasos, bien portando luces (cirios, portavelas, faroles ), bien cargando con una o más cruces sobre el hombro.
Estante es “el hombre que en compañía de otros lleva los pasos en las procesiones de Semana SantaÐ, según aparece en la novena acepción recogida por el DLE, donde se especifi ca que es un término propio de Murcia. Se llama también estante a la muleta con se ayuda el cofrade para descansar el paso durante las paradas. Este término aparece en el lenguaje propio de la Semana Santa desde el siglo XIX. El estante, se-
gún el lugar que ocupa bajo el paso, puede ser de varas o de tarima, y conforme a su posición puede denominarse punta-vara o punta tarima, tronco o cepo.
Paso es “una efi gie o grupo que representa un suceso de la Pasión de Cristo, y se saca en procesión por la Semana Santa”, según la vigésimo segunda acepción recogida por el DLE. A la plataforma tallada y dorada que sustenta a las imágenes se le denomina trono. Todos los pasos de la Semana Santa de Murcia son portados a hombros por un número de estantes que oscila entre los 18 y los 50, según la longitud de las varas y de las dimensiones del trono.
Capuz, o capucha, es “la pieza de una prenda para cubrir la cabezaÐ, según defi ne el DEL en su primera acepción. El capuz murciano tiene una forma singular, ya que a diferencia de los de otros lugares de España no es cónico, sino ovalado en su base y romo en la terminación. Además, el capuz de las cofradías clásicas es mucho más corto que el habitual en otras latitudes. Los mayordomos de algunas de las cofradías tradicionales y los estantes de todas ellas prescinden del velo del capuz, por lo que llevan el rostro al descubierto. Además, la prenda se adorna con cintas de seda a los lados y una lazada en forma de rosetón en la caída posterior. Túnica es “una vestidura exterior amplia y larga, según la primera defi nición que ofrece el DLE. Como el capuz, la túnica con la que se viste el nazareno murciano es llamativamente peculiar. La del mayordomo de las cofradías tradicionales se adorna con puntillas en la pechera y las bocamangas, como una reminiscencia de las camisas barrocas que vestirían en otro tiempo bajo la túnica. La del estante clásico cuenta con la peculiaridad de ir recogida en la cintura formando un seno (sená, en el decir popular), con lo que deja la pierna al descubierto hasta la pantorrilla. Una enagua almidonada le da vuelo, y deja asomar la media calada y bordada huertana, llamada de repizco. El estante se calza, tamb ién al modo huertano, con sandalias esparteñas. Caramelos, recordatorios, monas, huevos duros, habas son los obsequios que el nazareno murciano, excepto en las cofradías denominadas genéricamente Ðde silencioÐ, entrega a los espectadores con prodigalidad. Una costumbre que, según autores, se remontaría al tiempo en que los nazarenos, como señal de arrepentimiento por sus pecados, hacían ofrendas penitenciales. En el caso de los estantes, la versión más extendida apunta a que los portadores de los pasos, huertanos en su mayoría, llevaban consigo las viandas necesarias para reponer fuerzas, que con el tiempo compartirían con los espectadores.
Burla o convocatoria, es el sonido más singular e identifi cativo de la Semana Santa murciana. La burla está formada por un grupo de nazarenos que en las procesiones tradicionales sigue a pasos representativos de los azotes, coronación de espinas o condena de Jesús o a aquellos que representan el camino del Calvario. Unos tocan tambores cuyo parche está cubierto por una funda para amortiguar el sonido, y entrechocan alternativamente las baquetas, mientras los otros esgrimen largas bocinas, de alrededor de cinco metros, que se desplazan mediante un par de ruedas y emiten un agudo lamento. Este peculiar acompañamiento musical se vincula a la cohorte que acompañaba al reo camino del suplicio.
Jose Emilio Rubio Román