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Calle San Pedro

Esta calle que a todos nos seduce por la fuerza de tanto espacio noble, antaño residencia de hijosdalgos, mercaderes y ricos labradores, fue carrera oficial de cofradía y hoy sirve para el cine de exteriores.

Quedaros con lo bueno de esta calle. No pensad en su gente ni en sus nombres. Olvidad los pasados contratiempos. Vaciadla de miserias y rencores. No insistid en lo que es irremediable. Y no perderse en elucubraciones.

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Observad que no hay dos casas iguales. Pasead por la acera de los nones. Llegad hasta el convento de las monjas y si es el mes de abril dejad entonces todos los compromisos y disfrutad de lleno de la noche.

Sentaos en un banco de la plaza. Decidle, si es mayor el cicerone, que os cuente cosas de los Escamilla y de la barbería de Pastores.

Venid, que nunca es tarde, ni para este placer somos mayores. Que sea en vuestras vidas más que un hito, una meca de peregrinaciones, un anhelado hallazgo de sentido que perdimos en nuestros años jóvenes.

Que sea en vuestra memoria una alianza de dos mundos dispares pero acordes. Ya veis que en esta calle hay dos orillas, dos mundos diferentes, dos entronques, dos perspectivas donde los silencios se agrandan por los patios interiores.

Aquí también estuvo en esta calle, escuela sin fronteras ni horizontes, nuestro particular Cine San Pedro –Cinema Paradiso de emociones-. Pero esta es otra historia de gestos, susurros y ficciones.

Eloy Reina Sierra

Cuadernos de Arcadio, 2006)

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