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AUTISMO: ROMPIENDO MITOS

La Asociación Autismo Palencia trabaja para concienciar sobre la auténtica realidad del trastorno ALFREDO GARCÍA MISAS

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El último timbre que repica en los pasillos de los colegios e institutos simboliza el inicio del verano y, para muchos, la ansiosa espera del comienzo del campamento. Entre esos niños y adolescentes hay algunos que ya tienen los meses de calor planificados: asistir a los programas de respiro de la Asociación Autismo Palencia. Existe la noción de que los que acuden allí son distintos, pero hay algo que mucha gente no sabe: son exactamente iguales que cualquier otra persona.

El reloj de la sala principal de la Asociación marca las nueve y media. Aún es temprano, pero los niños comienzan a llegar paulatinamente. Mientras esperan un rato a que vengan los demás, algunos se han puesto a pintar o jugar y otros preguntan por lo que van a hacer en el día. Su curiosidad les lleva a interesarse por el verano de las profesionales que trabajan allí y a comparar todo lo que van a hacer durante los próximos meses.

Se celebra la asamblea: una reunión en la que se repasa lo planificado para esa mañana y quiénes han ido hoy a la “Aso”. Cuando toca mirar el tiempo y salir fuera para ver los grados que marca el termómetro, dos niños se levantan y dan la mano al que les va a acompañar. En ese instante se comienza a romper un gran estigma sobre las personas con autismo, contra el cual tienen que luchar los expertos y familiares día a día.

Verónica Díez Osorno es una de las psicólogas de la Asociación Autismo Palencia y trabaja en el sector con el que siempre soñó. Ella también tiene que desmentir los tópicos arraigados en esta sociedad sobre el TEA (Trastorno del Espectro del Autismo). “Es una experiencia muy positiva. Es un disfrute día a día. Aunque es muy difícil y hay que trabajar con las familias”, comenta sobre los diferentes procesos de aceptación por las que pasan los familiares de personas con autismo.

Lo primordial que cualquiera debería saber es que el autismo no es una enfermedad, sino un trastorno: el TEA. Una persona nace y fallece con autismo, no se contagia, ni se cura (al menos

por el momento). Una enfermedad es un proceso o estatus en el que se produce una alteración de su estado de salud, según la OMS (Organización Mundial de la Salud). En cambio los trastornos son una serie de síntomas, acciones y comportamientos, según la Fundación Autismo Diario.

El término ‘asperger’ ha sido eliminado del DSM 5, un manual del diagnóstico de trastornos mentales, por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. La creencia de que era sinónimo de altas capacidades intelectuales creó una situación discriminatoria hacia el resto de personas con autismo en el ámbito laboral. Pero la realidad es que el autismo puede o no cursar con discapacidad intelectual. Ahora los especialistas en el área emplean otros tecnicismos.

Durante el taller de cocina, llega una visita: una antigua estudiante que hizo allí las prácticas el verano pasado. Los niños abandonan al instante la actividad en curso y con la cara iluminada van a saludarla con un beso o un abrazo. Aunque parte de la sociedad piensa que los niños con autismo no sienten emociones, esto no podría estar más lejos de la realidad. Son cariñosos y conscientes de las personas que los ayudan, lo cual valoran mucho. Bien es verdad que pueden tener más dificultades para iniciar relaciones en general pero, con ayuda, sí las entablan y las mantienen.

A la hora de merendar, algunos comen en silencio, sin embargo otros no paran de hablar, el sándwich casi olvidado sobre la mesa. Un niño empieza a relatar su película preferida y al poco le cambian de tema, al cual se adapta sin mira- mientos. Los intere - ses restringi- dos y la

creencia popular de que los niños con autismo solo tienen una cosa que les gusta es errónea. Pueden o no tener un tema sobre el que sientan muchísima fascinación y focalizar casi toda su atención en él. Pero son perfectamente capaces de hablar sobre más asuntos y mantener conversaciones sobre los mismos. Lo único que necesitan es un empujón, a mayores.

Con la creciente tendencia entre algunos padres de no vacunar a sus hijos, ha surgido el mito de que las vacunas son el origen de este trastorno. La relación causa y efecto entre ambos no ha sido probada, pero esto no ha impedido la extensión de esta creencia. De igual manera que las dietas del gluten y los amuletos tampoco se han probado como eficaces frente a este trastorno.

El final de la jornada se anuncia con la primera madre que aparece para recoger a su hija a las dos. Con la mochila ya a sus espaldas y su familiar en la puerta, le pregunta a la chica de visita si va a volver a verlos. Cuando oye la respuesta, sonríe y se marcha de carrerilla hacia su madre.

“Es un continuo aprendizaje, un proceso de crecimiento. Y a nivel personal, lograr la empatía con los niños es llegar a una conexión espectacular”, asegura Verónica Díez con una sonrisa. Y realmente es así, pues tratar con niños con autismo es conocer a personas que se harán un hueco en tu corazón para siempre. Tienen la vitalidad, la inteligencia y el cariño de cualquier otro niño, aunque ellos lo expresen de manera distinta.

Para más información sobre el autismo acudir a: www.autismodiario.org

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