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Queridas mujeres
Si usted hubiera vivido en el siglo XIII, todas las victorias de los torneos de caballería habrían sido dedicadas a usted. En el siglo XIV el insuperable Dante Alighieri habría dedicado los versos de la DIVINA COMEDIA especialmente a usted: “Aquella que mueve el sol y las estrellas”. No hay duda de que usted habría inspirado a los artistas del renacimiento del siglo XV o de que habría sonreído enigmáticamente en una imagen del gran Leonardo da Vinci en el siglo XVI. En el siglo XVII los hombres habrían dado todo para recoger su pañuelo de batista caído durante el baile del vals o de la mazurca. Si hubiera sido una mujer del siglo XVIII, los más grandes poetas de la época le habrían dedicado a usted las estrofas, los poemas, las baladas y las elegías. En el siglo XIX el genio de Beethoven habría dedicado su fa mosa sonata CLARO DE LUNA especialmente a usted, y no a Giulietta Guicciardi. Usted ha sido regalada al mundo por el siglo XX. ¿Qué podría hacer un hombre del siglo XXI por usted? Nombrar una estrella en el cielo o un pico de la montaña en la Tierra en honor a usted, pero además puede, como en otros tiempos, arrodillarse y rezar por usted: -¡Eres la mujer más perfecta del mundo!
¡Y esta es la plegaria más maravillosa de cualquier siglo! ¡Por las queridas mujeres!