La Revista Triana no se hace responsable de las diferentes opiniones vertidas en esta publicación REVISTA
8 Cartelista de la Velá. Daniel Franca
ARTÍCULOS DE
10 El ramalazo de Dios
12 La Velá, “La Abuela”
y Triana en fiesta
HISTORIA
14 Fiesta y rito junto al río
16 A los abuelos de Triana
18 El abuelo San Joaquín
LITERATURA
20 Hacia la tierra Prometida
NARRATIVA
24 Pedrín y la Velá
PROGRAMA
29 Galardones
30 Actividades deportivas
34 Actos religiosos
36 Actuaciones
PERSONAJES
38 Julio Vera García, el Narrador de los Secretos de Sevilla
FLAMENCO
41 Solo quiero bailar
GASTRONOMÍA
46 Las papas aliñás una tapa muy trianera
POESÍAS
50 Los días señalaítos
LA VELÁ DE SANTA ANA
Una celebración inmortal en el corazón de Triana
Triana, este barrio sevillano bañado por las aguas del Guadalquivir, se convierte cada julio en un hervidero de fervor, tradición y alegría con la llegada de la Velá de Santa Ana. Esta festividad, que rinde homenaje a la madre de la Virgen María, es más que una simple celebración; es un canto a la identidad y al espíritu de un pueblo que vive sus tradiciones con una pasión arrolladora. En esta edición especial de nuestra Revista Triana, nos sumergimos en los múltiples matices que hacen de la Velá de Santa Ana una experiencia única e inolvidable.
Las páginas de la Revista Triana están repletas de contenidos que capturan la esencia de esta festividad. Artículos detallados nos transportan a través de la historia, desde los orígenes de la celebración hasta las formas en que ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a los cambios sociales sin perder nunca su esencia. La narrativa cautivadora nos permite vivir en primera persona las emociones de quienes participan activamente en la fiesta, desde los preparativos hasta los momentos culminantes de dicha celebración.
Además, hemos reunido relatos y anécdotas de los trianeros que, generación tras generación, han mantenido viva esta tradición. Sus voces nos revelan el valor sentimental y comunitario de la Velá de Santa Ana, una fiesta que une a vecinos y visitantes en una celebración colectiva de fe y cultura.
La poesía, ese lenguaje del alma, también tiene un lugar destacado en nuestra revista. Poetas locales nos ofrecen sus versos inspirados en la magia de las noches de julio, donde el cielo de Triana se ilumina con la devoción y el júbilo de su gente. A través de sus palabras, se vislumbran las luces, los sonidos y los aromas que envuelven esta festividad.
En la revista, no podía faltar una sección dedicada a la historia de la Iglesia de Santa Ana, esa joya arquitectónica que se erige como testigo mudo de siglos de devoción. Nuestro recorrido histórico nos lleva a descubrir sus secretos y a comprender mejor su papel central en la vida del barrio.
Esperamos que al recorrer estas páginas, los lectores no solo se informen, sino que también sientan el latido del corazón de Triana. La Velá de Santa Ana es mucho más que una fiesta; es una manifestación de la identidad trianera, un lazo que une a su gente y un legado que se transmite con orgullo. Que esta edición especial de la Velá de Santa Ana sea un tributo a esa herencia inmaterial y una invitación a todos a vivir y preservar estas tradiciones tan nuestras
MARÍA DE LOS REYES
ROBLEDO CASTIZO
Directora de la Revista Triana
MARÍA DE LOS REYES
ROBLEDO CASTIZO
JOSÉ JUAN YÉLAMO
El Embajador de Triana en la Velá de Santa Ana
La Velá de Santa Ana en Triana se viste de gala este año con un pregonero que no solo es un maestro de la oratoria, sino también un embajador de la esencia trianera. José Juan Yélamo, nacido en Cádiz el 22 de junio de 1984, es un periodista excepcional cuya trayectoria y habilidades comunicativas lo han destacado como uno de los mejores en su campo. Este año, su voz resonará con fuerza en las calles de su querido barrio, llevando consigo la pasión y el orgullo de sus raíces.
Yélamo, formado en los salesianos de Triana, ha desarrollado una versatilidad de acción que lo caracteriza en cada faceta de su vida profesional. Su educación en esta institución le inculcó un alto nivel de saber estar en los medios de comunicación, donde se desenvuelve con soltura y profesionalismo. Desde joven, su habilidad para la comunicación no solo se limitó a la palabra hablada, sino que también brilló en el ámbito literario. Con una pluma ágil y creativa, José Juan ha sabido plasmar ideas de forma clara y persuasiva, complementando así su habilidad innata para expresarse efectivamente en cualquier circunstancia.
Licenciado en periodismo por el Centro Universitario San Isidoro de Sevilla, José Juan ha trabajado en diversos medios de comunicación como el Diario de Cádiz, el Correo de Andalucía, Informativos Telecinco, Gol TV, España Directo de TVE y en La Sexta. Desde 2011, ha desempeñado múltiples roles como reportero en informativos, en programas y como presentador. Su amplia trayectoria lo ha llevado a dar la vuelta al mundo, viviendo en países tan diversos como Nueva Zelanda, Samoa o la Polinesia, siempre con la misión de llevar la verdad informativa y su pasión por el periodismo a cada rincón.
Actualmente es el director del programa La Sexta Xplica, emitido en prime time a nivel nacional. En este espacio, ha demostrado una vez más su compromiso y excelencia en el ámbito periodístico, consolidándose como un referente en el mundo de la comunicación. Su carisma y arraigo con el barrio de Triana han sido siempre una constante en su carrera, elevando las tradiciones locales a un nivel internacional a través de sus palabras y gestos.
Ser elegido pregonero de la Velá de Santa Ana es un honor que pocos pueden presumir, y José Juan Yélamo se prepara para este evento con la misma pasión y dedicación que ha puesto en toda su carrera.
Este evento emblemático en el corazón de Triana se verá realzado por su presencia y su discurso, que sin duda dejará una huella imborrable en todos los asistentes. Su profundo amor por su tierra y sus tradiciones se reflejará en cada palabra, llevando la esencia de Triana al mundo entero.
José Juan no solo es un periodista destacado, sino también un verdadero comunicador nato que ha sabido combinar su talento y su pasión para convertirse en una voz influyente y respetada. Su versatilidad, formación y compromiso con sus raíces lo hacen un digno representante de la Velá de Santa Ana, y su participación en este evento será recordada como un momento especial y emotivo.
Este año, la Velá de Santa Ana no solo celebrará sus tradiciones, sino que también honrará a uno de sus hijos más ilustres, un hombre que ha llevado la esencia de Triana al mundo con orgullo y profesionalismo. José Juan, con su voz, su pluma y su corazón, hará de este pregón un acontecimiento inolvidable, reafirmando una vez más que Triana, con sus gentes y sus historias, siempre tendrá un lugar destacado en el panorama cultural y comunicativo.
DANIEL FRANCA
El Artista que Captura la Esencia de Triana en el Cartel de la Velá de Santa Ana 2024
En el barrio de Triana, la historia y el arte se entrelazan en cada rincón. Este año, la Velá de Santa Ana se engalana con un cartel que captura la esencia y el carácter de este emblemático lugar, gracias al talento del reconocido artista sevillano Daniel Franca. Nacido en 1985 en Sevilla y licenciado en Bellas Artes por la Universidad hispalense, Franca ha dejado una profunda huella en el mundo del arte tanto a nivel nacional como internacional.
Su formación artística es vasta y enriquecedora. Ha complementado su licenciatura con diversas estancias y becas, destacándose entre ellas la Beca de Pintores Pensionados del Palacio del Quintanar, la beca para jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala y la Beca Grant Seven Degrees en California. Estas experiencias han moldeado
su visión y técnica, permitiéndole participar en numerosas exposiciones individuales y colectivas en lugares como la Fundación Cajasol, el Instituto Cervantes de Nueva Delhi, el Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván y la Fundación Antonio Gala, así como en galerías de prestigio como Magasé Art Gallery, Patricia Acal y Seven Degrees Gallery, entre otras.
La carrera de Franca ha sido distinguida por múltiples premios, incluyendo el primer premio de la LXXVI edición del Certamen Nacional José Arpa, el accésit en el III Certamen de Creación Joven ‘Artistas emergentes’ de la Universidad Loyola, y el primer premio en la LXI edición del Salón Nacional de Pintura ‘Ciudad de Ayamonte’. Su obra forma parte de numerosas colecciones institucionales y privadas en España, Estados Unidos, Japón, Alemania, India e Inglaterra, reflejando su alcance y reconocimiento global.
Además de su prolífica carrera artística, Daniel ha realizado importantes carteles para eventos religiosos y culturales, incluyendo el cartel de la Semana Santa de Ronda 2012, el cartel de las Glorias de Sevilla del mismo año, y más recientemente, el cartel de la Semana Santa de Sevilla y Cádiz en 2023. Su habilidad para capturar la esencia de cada evento es evidente en cada una de sus creaciones.
El cartel de la Velá de Santa Ana 2024 es una obra maestra que refleja profundamente la identidad y el espíritu de Triana. En el centro del cartel, una mujer ofrece una flor al visitante, dándole la bienvenida a la Velá con el mensaje “Sé de un lugar donde brotan las flores para ti”. Este gesto simboliza la hospitalidad y el calor humano de los trianeros, mientras que la mujer representa la esencia femenina y maternal del barrio.
El cartel pretende no solo anunciar una de las fiestas más señaladas de Sevilla, sino también rendir homenaje a las personas humildes y trabajadoras que construyeron Triana. Marineros, ceramistas, alfareros, herreros y otros artesanos son evocadas en esta obra, reconociendo su papel fundamental en la creación de la Triana que conocemos hoy: una Triana pura de gracia y salero.
La técnica mixta utilizada por Franca —óleo, ceras, lino y papel sobre un fragmento de una fotografía del artista Eduardo Pereiro—, junto con las dimensiones de 114 x 44 cms, confieren al cartel una textura y profundidad únicas.
La colaboración con Ale Rojas en la tipografía y con Edu Pereiro en la fotografía aporta un carácter coral a la obra, reflejando el trabajo en comunidad que es tan característico de Triana.
Daniel Franca ha conseguido, una vez más, capturar la belleza y el mito de Triana en su más pura "verdá". Este cartel no es solo una imagen, sino una narrativa visual que invita a todos a descubrir y celebrar la rica historia y cultura de uno de los barrios más emblemáticos de Sevilla. Su arte nos recuerda que la verdadera belleza de Triana reside en su gente y en las historias que han tejido a lo largo de los siglos, haciendo de la Velá de Santa Ana una celebración inolvidable.
JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ
EL RAMALAZO DE DIOS
Que Dios tenía un ramalazo trianero ya viene escrito en el Génesis cuando, para explicar el origen del mundo, dice que “Dios moldea barro, dándole la forma de hombre y luego le da vida con su aliento”.
Osea, que Dios era un ceramista que le daba vida a sus obras con su aliento. En Triana, al aliento le llamamos “quejío”, que es la manera de suspirar cantando que tiene este pueblo de tapias derribadas, macetas pintadas y buganvillas.
El quejío no es otra cosa que romperse por dentro como se quebraba el azulejo que salía defectuoso en el horno del alfar.
Que Dios era ceramista lo rememora el azulejo de la fachada de Cerámica Santa Ana que nos recuerda que es un
“Oficio noble y bizarro, / entre todos, el primero, / pues en la industria del barro / Dios fue el primer alfarero y el hombre, el primer cacharro”.
Y en nombre de Dios Triana fue escribiendo su Biblia en los azulejos del barrio:
Azulejos como los que nos recuerdan que hasta ahí llegó el agua en una de tantas riadas que padeció esta tierra. Tierra encharcada del barro de la Vega donde nació la materia prima de la genuina industria – noble y bizarraque nos copiaron los portugueses. Que más que industria, es artesanía y más que artesanía es la ciencia de ponerle colores a la loza para que el horno cuaje el milagro. Y así nacieron zócalos, zaguanes, lebrillos, orzas mantequeras, retablos, bancos, fuentes, glorietas, olambrillas… y las manos que modela-
ron todo aquello dejaron su huella en la ciudad como en una especie de DNI del tiempo que es el ADN de Triana.
Dios fue ceramista porque la cerámica es el lenguaje más hermoso para comunicarse con el hombre y acercarlo a Dios. Y si no, hágase el favor de detenerse en algunos de los retablos cerámicos en los que Kiernan o Morilla pintó a la Esperanza. Cada porción es un elogio a la belleza que va desde la corona al pecho. Del oro de sus sienes a esa especie de “refregaor”, donde los encajes dibujan surcos y los pliegues se hacen canales en esa Venecia de Triana por los que navegan las penas del barrio, los piropos y los besos.
Dios fue ceramista porque necesitaba colores con los que inventar el mundo. Y cogió el añil de la Torre de Santa Ana para el cielo. Y cogió el verde de
las botijas para los campos y el amarillo de los zócalos para el sol que nos alumbra. Y derramó la alegría de los colores por las fachadas de la calle Betis, por sus zaguanes y por los puestos de fruta de la plaza de abastos.
Dios fue ceramista en la calle Antillano Campos y por eso sus dos primeras mártires en esta tierra vendían cacharros. Y por eso Justa y Rufina tienen en su pasito de Corpus un monte, que no de claveles, sino de lebrillos, perolas y platos.
Dios fue ceramista porque necesitaba dejar grabado en la piel de esta ciudad que la belleza es un camino seguro para llegar a Él. Y por eso la Parroquia está envuelta de azulejos y por eso hasta dan ganas de ponerse malo para entrar en la Farmacia de Murillo, solo para que abracen sus panales de cerámica.
Y porque Dios fue ceramista quiso que su abuela fuera patrona del barrio donde los alfareros han tenido el don de la gracia y el pellizco. Porque si el pellizco no es otra cosa que una especie de “emoción contenida que explota”, la Velá no es cosa distinta a esa devoción contenida que estalla en cantes, cucañas, luminarias y farolillos. Bendito el ramalazo trianero de Dios.
MOISÉS
RUZ
LA VELÁ, “LA ABUELA” Y TRIANA EN FIESTA
Santa Ana. Por ti las estrellas se iluminan con tu mirada. Por ti Dios levantó los muros de esta vieja Catedral y una torre que custodia la vida de cada uno de sus hijos que habitan en esta gloriosa morada. Y es tanto el amor que se profesa en cada una de estas casas por la abuela que marca el pulso del corazón de Triana, que quisieron los ángeles entonar en tu gloria las notas y los versos de esa nana que la Santa le canta a su nieto redentor cuando lo mece en la cuna labrada en el madero de los naranjos que perfuman nuestras almas con su blanco azahar.
Y allí, en ese coro celestial del Reino de los cielos cada noche la entonan una y otra vez las voces de todos esos trianeros que brillan en el firmamento cuando se alza el telón de una noche estrellada. Marifé de Triana, el Arenero, Naranjito, el Ollero, Gracia de Triana, el Manué, Jesús de la Rosa y con ‘El Rubio’ a la guitarra entonan el testamento de un Evangelio narrado y escrito en cada adoquín de la vieja Cava. Ese rezo que es un himno al que todos nos graban cuando nacemos en la voz de la abuela que tararea todo un canto de plegarias. Hasta hay un “múo” ahí arriba que no necesita palabras para cantarla y gritarle al mundo que barrios habrá, pero ninguno como Triana.
Por eso, en cada Velá que emerge en los albores de julio para resucitar los gozos en los que la gloriosísima Ana nos brinda salud y alegría, no nos quedaremos sin la nana que un barrio en vela entonará bajo un cielo de estrellas en esa eterna madrugada…
A las doce cantó la nana
La campanera a su nieto
Y le contó que Triana
Son cuatro hermosas caras
De iluminarias al viento (…)
Es mi abuela trianera, a la que nunca abracé en vida, de quien jamás pude dibujar su mirada. Es el faro que más brilla en estas noches de esperanzas. Ella, la que me guía y me muestra los encantos de este barrio que enamora, desde el Zurraque al Altozano, desde el Barrio León a la Plazuela, desde Procurador a Salado, son día a día mis ojos que marcan el sentido de la fe; creer sin ver, al igual que Santa Ana obró el milagro al rey Alfonso X el Sabio cuando ante Ella, cual germen de esta Velá, le imploró por la salud de su vista.
ABC / Manuel J. Rodríguez Rechi
Será por ello que nuestra bendita Velá es como asomarte a la escalinata del viejo Faro y otear el horizonte desde el alma de cada trianero. De los que están y de los que se fueron y siempre nos guardan desde ese sublime balcón que asoma en verano a este trocito de cielo.
En la calle que abraza el Guadalquivir radica el acierto de vivir sin medida en cada minuto que el tempo de este barrio nos brinda cuando llegan los días “señalaítos”. Y así te ame Sevilla, y así promulgue tu historia, pero sea por siempre desde la gloria de la que nosotros consideramos la orilla correcta.
(…) Y así resurja tu gracia,
Y así resuene al compás
Cada julio en una nana,
Al Pali por sevillanas
Y en otra eterna soleá.
Son los días que rebasan
A este barrio universal…
Los sentidos de Santa Ana
Y un latido, que es Triana
Cuando llega la Velá.
ABC / Manuel J. Rodríguez Rechi
FCO. JAVIER MARTOS
FIESTA Y RITO JUNTO AL RÍO
Velar, del latín, vigilare, “permanecer de guardia, despierto”, es un término procedente del mundo castrense romano, donde la noche se dividía en cuatro “vigilias” de tres horas, entre las seis de la tarde y las seis de la mañana, tiempo durante el cual los legionarios romanos se turnaban para “vigilar”. En el año 1266 el rey sabio ofreció a la Madre del Señor votos para que le curara un ojo, prometiendo a la Virgen la construcción de una iglesia con advocación a su santa madre Ana. La curación se produjo, y el rey cumplió su promesa. Desde entonces los vecinos del barrio, en la víspera completa del 26 de julio, comenzaron a velar a la Santa Ana mientras sus hijos jugaban en las calles del barrio.
La fiesta y el rito, desde la antigüedad, han sido las dos caras de una misma moneda. En la Grecia clásica se celebraba, en Atenas, la fiesta de las Panateneas, justo en las mismas fechas cuando el barrio rinde culto estival a la madre de la virgen. En ellas, además de los ritos en forma de sacrificios y las procesiones religiosas, se celebraban juegos deportivos, espectáculos musicales y dramáticos y, por supuesto, los atenienses se arrodillaban, como manda la tradición, ante los altares de Dionisio en fiestas nocturnas bajo la cálida luz de Selene. En este punto se tocan el pasado helénico y la historia del barrio. Aquí se rinde culto a Santa Ana, allí, a Atenea
polia, protectora de la ciudad. Aquí a su imagen anónima del siglo XIII. allí, a la arcaica imagen de la diosa, ambas de madera policromada, que aguardaba en su templo hasta esas señaladas fiestas.
Yerra, por tanto, quien piensa que la religión es tan solo recogimiento, silencio e introspección, pues la fiesta se asocia a los ritos desde el momento cuando lo que se denomina “pagano” no es más que la transposición en moldes cristianos de eso tan connatural al ser humano como, tras cumplir con los ritos sacros, celebrar la también sacra fiesta del júbilo a través del simposio, la jarana y el trago. En el barrio, en la ciudad, en primavera y en verano, igual que en la Grecia antigua y en la antigua Roma, el rito y la fiesta conforman un retablo único, donde la muerte y la vida se tocan igual que el Creador, extendiendo su portentosa mano para alcanzar la mano levantada de Adán en el fresco de La Creación de Miguel Ángel Buonarotti, consuma así el contacto entre lo eterno y lo efímero. La fiesta se convierte, entonces, en un rito en sí mismo, el rito que desdeña nuestra vanidad e intenta prolongarla lo máximo posible bajo el firmamento, mirando al río, bailando al son de la música, velando a la madre de la Virgen gracias a cuyo amparo cada vecino se siente seguro mientras, bajo la acogedora lona del
oleosas aguas del río, celebra la fiesta de la vida.
La procesión que, esculpido en finísimo y refulgente mármol pentélico pintado con vivos colores, representa el friso del templo más hermoso de la antigüedad que aún mira a la ciudad de Erictonio desde su acrópolis, la de las Panateneas, podría perfectamente ser una primigenia estampa de otra procesión de aquí, que, desde la víspera del 26 de julio, se derrama en torrentera por la calle del Río, buscando la inmortalidad de un momento inolvidable donde la fiesta y el rito celebran sus anheladas bodas.
JESÚS
MARTÍNEZ NAVARRO
A LOS ABUELOS DE TRIANA
Alas puertas de la festividad de Señora Santa Ana, resulta oportuno reflexionar sobre la vocación de nuestros mayores y su contribución a la sociedad. Desde una perspectiva enriquecida por la tradición y el profundo simbolismo cultural del viejo arrabal, se puede apreciar su transcendencia como fuente inagotable de valores y custodios de la memoria. Todos tenemos presente aquellos que nos cogieron de la mano y nos enseñaron un mundo nuevo, alegre sonrisa que se atisba en lo hondo del alma cuando asoma el estío del mes de julio en el bajo Guadalquivir.
La vocación de los abuelos transciende la mera relación familiar, insertándose en un contexto social y cultural más amplio. Es un llamado ancestral que resuena con fuerza inusitada en los tiempos modernos, donde la velocidad de los cambios tecnológicos y sociales puede dejar desarraigados a los más jóvenes. En este sentido, los abuelos representan un vínculo inquebrantable con el pasado, raíces que los más jóvenes necesitan para llegar a ser adultos1 Ellos proporcionan un sentido de continuidad y estabilidad que es vital en la formación de identidad de las nuevas generaciones, quiénes deberán transmitir nuestras más hondas y célebres tradiciones.
En la estructura familiar contemporánea, los abuelos desempeñan múltiples roles que van más allá del mero cuidado de sus nietos. Su presencia proporciona un apoyo emocional incalculable, actuando como un refugio seguro en tiempos de crisis. La sabiduría acumulada a lo largo de los años permite a los abuelos ofrecer perspectivas equilibradas y soluciones ponderadas a los problemas que afrentan sus familias. En nuestros hogares, los abuelos también asumen responsabilidades económicas, contribuyendo al sostenimiento del núcleo familiar. Este apoyo financiero puede ser crucial en situaciones de desempleo o dificultades económicas, asegurando así la estabilidad y el bienestar de todos los miembros de la familia. Además, juegan un papel central en la cohesión familiar, siendo el punto de encuentro y conexión entre diferentes generaciones. Las reuniones familiares entorno a ellos fomentan la comunicación intergeneracional, fortaleciendo los lazos afectivos y promoviendo un sentido de pertenencia y solidaridad.
La influencia de los abuelos en la educación y desarrollo de los jóvenes es profunda y multifacética.
Gracias al ejemplo y la sabiduría heredada, los abuelos enseñan lecciones de vida que complementan la educación formal. Su enfoque educativo suele ser menos estructurado y más orientado a la experiencia, permitiendo a los más pequeños aprender mediante la observación y la imitación. Ellos también fomentan la curiosidad intelectual y el amor por el aprendizaje mediante cuentos, anécdotas y juegos educativos, que estimulan la imaginación y la creatividad de los niños, contribuyendo al desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales. Este tipo de educación informal esencial para su crecimiento integral, ya que les proporciona herramientas para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y resiliencia.
La Velá de Santiago y Santa Ana, con su ambiente festivo y de vivencias compartidas, es una expresión que conjuga la tradición histórica y la cohesión intergeneracional. En este contexto, es oportuno hacer partícipes a los más pequeños de las tardes al calor de la cucaña y las avellanas verdes, los cantes por soleares en la flamenca plaza del altozano, los paseos por la calle larga con parada obligatoria ante las plantas de la virgen de la Esperanza y, la participación
en los solemnes cultos en honor a Señora SantaAna.
En la actualidad, los abuelos están emergiendo como agentes de cambio social, desafiando estereotipos y redefiniendo su papel en la sociedad. Muchos participan activamente en diversos movimientos y causas sociales, aportando su experiencia y conocimientos para mejorar la calidad de vida de nuestra ciudad. Esta participación no solo beneficia a la sociedad en general, sino que también tiene un impacto positivo en sus vidas: al mantenerse involucrados y activos, experimentan un mayor sentido de pertenencia y propósito, así como de realización personal, lo que contribuye a su bienestar físico y emocional. A mayor abundamiento, se convierten en los principales cuidadores de sus nietos, especialmente en contextos donde los padres trabajan largas horas o enfrentan situaciones adversas.
A pesar de su importancia crucial, nuestros mayores afrontan numerosos desafíos cotidianos. El ritmo acelerado de la vida moderna, las exigencias laborales
y las dinámicas familiares cambiantes dificultan su capacidad de desempeñar plenamente su rol. La longevidad creciente implica que muchos de ellos deben enfrentar problemas de salud y limitaciones físicas que pueden restringir la capacidad de interacción con sus nietos. La soledad agudizada se contempla como un acicate que alienta a dejar atrás tantas vidas cargadas de momentos de grandeza y de superación. Con el aumento de la edad es más probable que las personas experimenten circunstancias vitales que reducen las redes sociales y facilitan los sentimientos de soledad2. Estos desafíos presentan oportunidades para innovar y adaptar su vocación a las realidades presentes. La tecnología, por ejemplo, puede ser una herramienta poderosa para mantener la comunicación y el contacto, superando las barreras de la distancia física. Las políticas municipales tienen que enfocarse hacia el apoyo a los abuelos, por medio de iniciativas que promuevan el envejecimiento activo,
1. Francisco, Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores (2023).
la formación continua y el acceso a recursos de bienestar que refuercen sus capacidades para cumplir su vocación de manera efectiva y gratificante.
Os animo con alegría renovada, a participar de todos los actos y preparativos de nuestra Fiesta Mayor, en especial, a los programados en la Real Parroquia y casa de todos los trianeros. La abuela nos llama y nos congrega como todos los años con el fin de honrar y vivificar nuestro compromiso con los valores que en ella se representa y para fortalecer los lazos que nos unen a nuestros mayores. Llegados a este momento, agradecemos a Dios y a su bendita madre por su amor incondicional, por las historias compartidas y por las lecciones de vida que nos han legado. Tened en vuestra mente y en vuestro corazón aquellas personas que hicieron de vosotros los trianeros que sois. “Que vuestra campana resuene sin fin, señora Santa Ana, señor San Joaquín3”
2. Alborch, Carmen (2018). Relación entre factores sociodemográficos y psicosociales y soledad.
3. Espinosa, Juan Manuel. Villancico de los abuelos (1932).
Inventario Santa Ana
JOSÉ-MARÍA FEDRIANI MARTÍN
EL ABUELO SAN JOAQUÍN
Todo el mundo conoce que, en Triana, tenemos la imagen de la Señora Santa Ana en el templo legendario del mismo nombre. Lo que no todos saben que, también en Triana, tenemos una singular imagen de San Joaquín (posiblemente del siglo XVIII) en la Parroquia de San Jacinto. Una imagen recientemente restaurada por un equipo de la Universidad de Sevilla y se le ha dado entrega al párroco en los últimos días de este junio.
Pero ¿qué sabemos de San Joaquín, el abuelo de Jesús de Nazaret?
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y de Ana a los padres de la Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X. La devoción a San Joaquín es relativamente moderna.
No contamos con muchos datos totalmente certeros de Joaquín y de Ana más que sus nombres y el hecho de que fueron los padres de la Madre de Jesús.
La historia de Joaquín y Ana se encuentra en una muy antigua leyenda, que también aparece en los evangelios apócrifos.
Así que lo que relatan sobre ellos los libros apócrifos no podemos aseverar que sea plenamente confiable o si, tal vez, haya bastante de leyenda; lo cual es difícil distinguir entre lo cierto y lo supuesto. De hecho, en ninguno de los evangelios se especifican el nombre de los padres de María.
De acuerdo con la tradición, Ana nació en Belén, región de Judea, y se casó con Joaquín, que era de Nazaret, región de Galilea. Ambos eran descendientes del rey David.
En el Protoevangelio de Santiago, Joaquín es descrito como un hombre rico y piadoso, que solía dar donativos a los pobres y a la sinagoga de Séforis. Según la tradición, vivieron primero en la región de Galilea y, posteriormente, se asentaron en Jerusalén, en la región de Judea.
En la fiesta grande del Señor, ocasión en la que los hijos de Israel iban a ofrecer sus dones, cuando Joaquín fue a presentarlos, el sumo sacerdote Rubén se plantó frente a él rechazando a Joaquín y a su sacrificio animal en el templo, pues al no tener hijos se interpretaba que era un signo de desaprobación divina.
Entonces, Joaquín compungido, se fue al desierto y ayunó durante cuarenta días como penitencia.
Días después, tanto a Ana como a Joaquín, un ángel de Dios les comunicó que el Señor había escuchado su ruego y que Ana concebiría una vida nueva en suseno.
Tras esto, Joaquín regresó a Jerusalén y abrazó a Ana, su mujer. Había una creencia antigua que cuando nacía un hijo de una mujer mayor, estaría destinado a hacer grandes cosas.
Cuando se le cumplió a Ana su tiempo, alumbró a una niña a la que le puso por nombre Mariam.
San Joaquín era ya venerado por los griegos desde muy temprano. Es el santo patrón de numerosos pueblos en Hispanoamérica, España y las Filipinas.
Para el mundo católico, su festividad, junto a la de su esposa Santa Ana, se celebra el 26 de julio, tras la reforma del calendario litúrgico. Aunque las Iglesias Ortodoxa y Ortodoxa Griega los conmemoran el día después de la Navidad.
Lo que sí podemos señalar con certeza es que ellos son los patrones de los abuelos.
Sin contar con referencias al respecto, sabemos que San Joaquín tuvo una vida larga. Quizás llegó a conocer a su Nieto y tuvo en sus brazos a Jesús.
Quienes somos abuelos sabemos (lo podemos constatar) que, posiblemente, una de las mayores alegrías que nos da la vida es la que nos aporta la vivencia de ser abuelos.
Pero también es probable que falleciera antes de ver a su Hija ser madre. Lo que sí, creo que podemos aseverar es que el Niño tuvo muchas referencias de su abuelo; porque María, su madre, seguro que le hablaría, tantas veces, de él.
De San Joaquín, pienso, todos podemos aprender una cosa: no siempre tenemos claro cuál es el plan de Dios para nuestras vidas. Pero, sin perder la confianza, bien está que, en ciertas ocasiones (quizás más cuando nos encontramos apesadumbrados, como perdidos) lo que mejor podemos hacer es retirarnos a orar… ¡y esperar que Dios nos hable y nos llene de esperanza!
PAZ HIDALGO
HACIA LA TIERRA PROMETIDA
LA ESPOSA
A Ana Ruiz Hernández
Aquel caluroso día de julio de 1875 Sevilla andaba enamorada: “Una dalia cuidaba Sevilla en el parque de los Montpansier; de Madrid con chistera y patilla vino un real mozo muy cortesano; mientras cantan en tono menor por la orillita del Guadalquivir…”.
En enero de ese año, Alfonso XII, el Pacificador, después del fracaso del de Saboya y de la primera República en diciembre de 1874 (con las revueltas cantonales en Sevilla el verano de 1873), era nombrado rey.
En unas dependencias alquiladas del palacio de Dueñas tampoco faltan los sobresaltos. Ana siente que el parto se acerca y contrariada (es el día “señalaito”) recoge el vestido que ha sacado para la Velá y se sienta mientras su pequeño Manuel se levanta del suelo y gateando se agarra a su falda hasta ponerse de pie.
Su Antonio (lo de Demófilo era cosa de su suegra) entra y enterado de la situación sale tranquilizándola por la cercanía física de sus padres con los que va a estar bien atendida.
Ella piensa en Triana, en su madre Isabel, la de la confitería, en la “Abuela Señá Santa Ana” y su mano articulada, mano de santa milagrosa en los partos y que ya tenía preparada para ella una vecina del corral del Naranjo en la calle Larga.
Siente como se le humedecen las nalgas. Ana, la nuera de don Antonio Machado Núñez, el médico del gabán blanco y de doña Cipriana Álvarez, la señora de los cuentos, ha roto aguas.
Sabe lo que es eso, por el parto de su primer hijo y por las aguas del Guadalquivir que la vieron nacer en la “Acera del río” (hoy Betis). Aguas que tuvo que separar para poder iniciar su éxodo hacia la tierra prometida aquel mes de mayo de 1873 para casarse por lo civil en casa de sus suegros en Sevilla, fuera de Triana. Aquel río, el lugar donde se enamoraron, siempre había sido el horizonte de su mundo y la patada que dio al negro de Santa Ana, al parecer, fue más fuerte de lo requerido.
Es la “Noche de la Velá”. En los corrales no faltan ni las reuniones ni los
cantes de aquel pueblo gitano mientras se arrancan por soleares con ritmo de palmas. Esa misma noche el primer llanto de Antonio Machado Ruiz lleva a su madre a palpar con suavidad la mano de la santa que su suegra le ha escondido debajo de la almohada. Sonríe y pide le coloquen a su Antonio en el pecho. El padre la besa en la frente al tiempo que al oído le dice:
Cuando la riá más grande llegó el agüita hasta arriba pero no puo llegá aonde llegan mis fatigas.
Es la noche del 26 de julio de 1875 y ha nacido, a la luz de un quinqué de petróleo, Antonio Cipriano José María Francisco de Santa Ana Machado Ruiz, según reza en su partida de bautismo celebrado en la iglesia de San Juan de la Palma.
LA MADRE
MADRID, 1902, Fuencarral 148.
La abuela Cipriana, su suegra, siempre la había tratado como la hija que no tuvo. Ahora, ya viuda desde 1896, seguía siendo su guía y ella su apoyo. Nunca dejó de ser así desde que se casaron en Sevilla por lo civil y en su casa. Luego, con el traslado a Madrid del abuelo Antonio en 1884 como catedrático de Universidad, consintió abandonar sus raíces trianeras a cambio de un ambiente liberal para educar a sus hijos. Aprendió de ella tantas cosas...A comprender a su marido cuando arruinado marchó a un trabajo en Puerto Rico, y no culparlo por sus estudios poco lucrativos sobre el folklore, a recitar romances a sus hijos como ella hacía, a mirarla de reojo cuando el abuelo decía que las personas venían del mono…Cómplices hasta en desviar la conversación cuando los hombres de la casa se metían con los curas.
Aquella tarde, como hacían otras veces, se sientan junto al balcón desde donde en silencio pasan las horas muertas hasta que la casa queda en silencio. Los hijos, Manuel y Antonio, solían traer amigos y las reuniones
subidas de tono acababan con risas y parrafadas engoladas recitando textos de obras de teatro a lo que eran más que aficionados. José no daba ruido entretenido con los pinceles y Joaquín y Francisco, unos muchachos todavía, ya empezaban a contagiarse de aquel ambiente bohemio.
El sol mortecino de la tarde crea un ambiente mágico en aquella destartalada habitación donde dormían las dos desde la muerte de Ciprianita en 1895 cuando entraba en la adolescencia. La abuela conserva deteriorado el porte y la prestancia que siempre tuvo. Ana viste de luto riguroso y un rictus de tristeza se ensaña con su boca. ¡La muerte ha visitado demasiado la casa!
Se sorprenden cuando Antonio, acompañado de un joven de aspecto pulcro abre la puerta y se dirige a doña Cipriana presentándola como “la abuela pintora” del cuadro que tanto ha gustado al joven (“Juan Ramón, un poeta con futuro”, lo califica). A ella la presenta como su madre. Aquel responde con una inclinación de cabeza.
Abuela queda viuda y regala casa madre inútil. Todos viven pequeña renta abuela. Casa desmantelada. Empeñan muebles. No trabajan ya hombres. Casa de la picaresca. Venta de libros viejos.” EL MODERNISMO. APUNTES DE UN CURSO 1953.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Para empezar, el calificativo de “inútil” no es justo aplicado a ANA RUIZ, ni a ninguna madre.
Es necesario contextualizar este cruel texto del poeta de Moguer. Sorprende cuando ya desde 1903 (poco después del encuentro en casa familiar arriba comentado) consideraba a Antonio Machado “grandísimo poeta” en la reseña que hace en el País del primer poemario de este, SOLEDADES y en el que Machado le dedica el poema NOCTURNO.
En 1953 (cincuenta años después) su querida Zenobia, desahuciada de cáncer de útero por el que fallece en 1956, no sabe ya cómo ni dónde pueden poner remedio al trastorno bipolar que padece el poeta durante toda su vida. Ahora ingresado en Puerto Rico alterna con periodos de actividad en la Universidad, pero su mente enferma se ha somatizado y sufre, al parecer, también colitis ulcerosa. El poeta de Moguer no está ya ni para el Nobel, que no va a recoger.
Boda Ana Ruiz y Antonio Machado, “Demófilo”.
Ana Ruiz e hijos pintadaporsusuegraCiprianaÁvarez
Ana Ruiz pintada por su hijo José hacia 1940. Museo del Prado.
Dicen que las últimas palabras de Antonio Machado fueron despidiéndose de ELLA; dicen que, aunque le ocultaron su muerte, ANA RUIZ lloró sin consuelo cuando a pesar del estado con el que llegó a Colliure miraba la cama vacía que junto a la suya había ocupado Antonio; dicen que murió tres días más tarde (su Antonio ya no la necesitaba).
“Hijo, para descansar es necesario dormir, no pensar, no sentir, no soñar… "
“Madre, para descansar morir."
Manuel Machado
NOCTURNO
A Juán Ramón Jiménez.
Sobre el campo de abril la noche ardía de gema en gema en el azul… El viento un doble acorde en su laúd tañía de tierra en flor y sideral lamento. Era un árbol sonoro en la llanura, dulce cantor del campo silencioso que guardaba un sollozo de amargura ahogado en el ramaje tembloroso…
SOLEDADES. 1903 Antonio Machado (primer poemario)
¿LLEGAMOS YA A
SEVILLA?
También dicen que para sacarla de Barcelona el 22 de enero de 1939 junto a sus hijos camino del exilio a Antonio, que la conocía bien, se le ocurrió convencerla diciéndole que ya no habría más traslados y que volvían a Sevilla.
JULIO
Calle del Betis. Triana. El corazón del estío penetra el escalofrío de la fuente charlatana. La velada de Santa Ana llena de música el río.
Con los ojos de Rocío se ilumina la ventana.
De envidia al verla, una estrella en las alturas sin fin, estremecida rutila.
Y se apaga cuando Ella sale envuelta en el jardín de su mantón de Manila.
Manuel Machado
JOSÉ MANUEL PIÑERO
PEDRÍN Y LA VELÁ
Dedicado a Joaquín Arbide, que siempre reclamó artículos de humor para la Revista
No se puede olvidar lo que el espíritu le debe al cuerpo, pregunten si no, al ciego de la calle Flota que pide limosna diariamente en el escalón de la Iglesia. Es precisamente en la Velá con lo que tiene de trueque y mercadeo, por lo que nadie da algo por nada.
Un ciego puede sacar unas monedas a la puerta de la Catedral de Santa Ana, o un cojo con muleta mostrar la falta de la mitad de su pierna para despertar compasión, pero durante la Velá, como el ciego no cante flamenco y el manco de la calle Pelay y Correa, que también andaba por allí, no tenga una cabra que haga equilibrio subiéndose a una botella, ese día no comen.
Durante esos días festivos, con la visita de tantos pedigüeños tuvieron que espabilar lo que duró la Velá, el ciego aprendió a cantar flamenco para llamar la atención, y no digamos del cojo con muleta de la calle Cisne que había perdido una pierna, si no es por el perrillo que le prestó Olegario que vivía en la calle Troya, y daba saltitos y vueltas sobre si mismo con bata de cola al son de bulerías, sin dudarlo, no hubiesen comido.
Corría el año del Señor de 1880, como el turrón. Era verano; la onomástica de San Joaquín y Santa Ana el día 26 de Julio había llegado y el arrabal aparecía festivo.
Durante días se congregaban en la plazuela y calles próximas un número importante de feriantes. Estaba la mondonguera y un tiovivo y un carrusel que hacían las delicias de los chavales. Habían llegado también un sin fin de buscavidas que no descuidaban ocasión para ganar algo de dinero, la penuria era grande y qué contar de las necesidades.
No deseo distraeros amigas y amigos lectores, describiendo el ambiente de euforia que se vivía aquella mañana clara de luz desde Santa Ana, pasando por la calle Larga (Pureza) hasta el Altozano, pero solo apuntaré un dato más; que también estaba el hombre con aspecto oriental de turbante y bombachos de vistosos colores, que se tragaba un sable entero como si tal cosa.
Pero es mi obligación centrarme y reseñar que el protagonista más importante de nuestra historia se llama Pedrín.
Pedrín, su familia del arrabal le llamaban Pedrito, a pesar de su temprana juventud había tenido pena de cárcel hasta hace unos días, no por sus ideas, que no las tenía, sino por las de su padre, que tampoco las tenía, pero que era primo lejano de Aderito Matamoro, alias “El Botijo”, sospechoso de pertenecer a un grupo de bandoleros que andaban haciendo fechorías por Cazalla de la Sierra.
Cuentan que llevaba una cartuchera terciada al dorso, y un trabuco cuyo cañón tenía forma de trompeta. Y claro, con semejante fuerza artillera, cada vez que apuntaba se llevaba todo lo que estuviese por delante, eso pasó con el alguacil que trató de pararlo, pobre hombre, todavía lo están buscando.
El Botijo debía pagar por sus pecados pensaban sus denunciantes, personas con un recto sentido de la justicia. Porque pecador era el Botijo, y hecho a los palos como los burros. Con tan ilustre historial la cosa para él no podía acabar de otra manera de como acabó. Las culpas se filtraron de manera invisible de un familiar a otro con las consecuencias que antes he descrito.
Pedrín pertenecía a una familia que vivía desde hacía muchas generaciones en la Cava de los Gitanos, con abolengo dentro del arrabal. Los componentes varones de su familia, tenían acreditada la fama de tener un descomunal tamaño de “aquello”. Sin entrar en más detalle, solo diré que en la Babilonia en la que se convertía la Peña de los Cernícalos durante la Velá, su tío ganó una disputa tres Velás atrás, de que partía con “aquello” doce nueces escogida entre las más dura por su contrincante en la apuesta.
Y doce nueces machacó con “aquello” Tomasito (así se llamaba su tío), una a una como badajo de campana que da las horas, sobre una piedra de mármol blanco con betas sanguinolentas. Para qué contar lo que sucedió entonces. Entre las hembras hubo hasta desmayo. También se oían las represiones de los maridos, que se enojaban con sus mujeres sintiéndose de alguna manera ofendido.
Más de una doncella ingenua, a la vista de lo que Tomasito exhibía, tomaba la resolución allí mismo (la pobre ilusa) de echarse novio, sin pararse a pensar que todo el monte no es orégano.
Y aquí comienzan las habladurías. El tamaño de “ aquello” de Pedrín según sus propios familiares, ellos sabrán lo que dicen, era el mayor de la historia de entre los varones de la familia.
A la vista del físico de Pedrín, me siento obligado a exponer por justicia, que Dios reparte cualidades y no se lo da todo a uno. Hay varones que destacan por tener una elegante figura o ser un atleta, otros, por tener unos brazos hercúleos o tórax de bronce, solo que algunos, pese a tan impresionantes estampas son algo flojo de lo que va del ombligo a las
rodillas, todo esto contrastaba mucho con la figura de Pedrín. Describir a Pedrín como un desmirriado es poco. Algunos opinaban que padecía de lombrices, otros que él mismo era una lombriz. De creer en San Cucufato se podría decir que la anatomía de Pedrín fue uno de su grandes milagros.
De las atracciones populares que se desarrollaban durante esos días en la Velá, dos destacaban por encima de las demás: La Cucaña y el Concurso de “Meada a la distancia”.
Los parroquianos de la Cava de los Civiles, llevaban varios años seguido ganando el concurso de “Meada a la distancia”. Dicha Cava estaba justo a continuación de la Cava de los Gitanos. Ambas conformaban la Triana del momento. Además, siempre quedaba pendiente alguna rencilla y algunas cosas que arreglar de una velá para otra y de una Cava con la otra, cosas de los barrios con tradición. Habría de tomarse la revancha era el pensamiento entre los jóvenes del arrabal Gitano.
Haciendo honor a la justicia debo reseñar, que los Civiles disponían de un magnifico competidor de nombre Palmadín Lagrande, fichado en el centro de la ciudad (hecho que algunos calificaron como alta traición), pero que era familiar del Comandante de puesto. Después de saber esto, todo estaba dicho.
Palmadín en lo de “Mear a la distancia”, había sido campeón de Sevilla y competido a nivel provincial con gran éxito. Participó también en el campeonato de Andalucía y seleccionado para el nacional, que se celebraría el día de la fiesta del Pilar, patrona de España, antes las más altas autoridades del Reino.
Parecerá mentira, pero hay lenguajes capaces de extenderse solamente entre las mujeres, como hay sonidos en el reino animal que unicamente oyen los oídos más finos y selectos. Después de la exhibición que dio Tomasito años atrás, se entendía a la perfección que había corrido la hablilla y la expectativa lógica que causaba en el género femenino Pedrín, sobrino del mitológico Tomasito ( que manía con los diminutivos en este barrio).
La tentación de competir en la “Meada a la distancia”, va impresa de manera indeleble en los genes de todos los varones del mundo que se precien, sean del lugar que fuere. Pero en la Triana de este tiempo, durante la Velá, había adquirido dimensiones épicas. Era la actividad más esperada este año, incluso por delante de la Cucaña, por tradición, la más concurrida.
El día anterior hubo que probar las cualidades del neófito de la Cava de los Gitanos, y naturalmente lo llevaron a un corral poniéndole apuntando a diez zancadas de distancias, Pedrín no solo alcanzó el muro, sino que escribió su nombre y apellidos en la pared.
Toribio el de la calle Castilla, promotor del concurso al ver las naturas del chaval, a pesar de ser ateo, se santiguó tres veces en honor a la Trinidad Santa.
Las primeras gotas de los orvallos de verano son gordas como aceitunas. Siempre te cogen de improviso. Estás a cuatro pasos de pisar el zajuan más cercano, pero llega calado hasta el tuétano. Cuando empezó a llover, todos pasaron en tromba al interior de la peña de los Cernícalos para refugiarse, se empezó a pedir cerveza, vino tinto y manzanilla hasta que llegara el sueño. Llegó casi al alba.
Cantaron los gallos, blasfemaron los carboneros para que las burras arrancaran, peleaban los perro y sonaron las campanas de la Iglesia de Santa Ana congregando a los parroquianos. El día había nacido y todo se estaba preparando para la gran prueba.
La prueba comenzaría pasado el mediodía, la hora del aperitivo. Dice un médico nacido en Austria que la mente es extraordinariamente amplia y en ella existen rincones adonde van a refugiarse los deseos inconfesable. ¿Sería por eso que las damas iban con sus mejores vestidos y arregladas como si fuesen de fiesta? No lo sé. Pero todo estaba dispuesto para proclamar quién sería el ganador en el año del Turrón.
El Corral era amplio y a los contrincante se les colocó en el extremo más alejado del muro que lo cercaba. Por lo demás, no hubo más preparativos ni preámbulos, sino un murmullo sordo al ver a Palmadín atarse la cola con un cordel y pedir que le trajesen un barrilillo de cerveza. Con la boca pegada a la canilla estuvo Palmadín hasta que se le hinchó la panza como si se hubiese comido un elefante, cerraba los ojos de dolor y a punto de reventar apuntó con su artillería al cielo, tiró del cordel, y el chorro llegó a mojar el pie del lejano muro situado a treinta pasos o más. Hubieron aplausos de satisfacción entre los seguidores de la Cava de lo Civiles, incluso el Comandante de Puesto, tan dado a la sobriedad esbozó una sonrisa, en la esperanza, de conseguir otro año victorioso.
Angélica, su joven hija que le acompañaba, tocaba las palmas con educación y distinción. Doña Angustia, su señora madre, había previsto antes de morir que tuviese un profesor de tecla y canto. Con sus deditos de jilguero tocaba el piano como un querubín, si los querubines tocaran el piano.
Desde que falleció Doña Angustia, la pobre niña padecía mal de arrobo, estaba muy desganada y mohína, tanto, que su padre temía por su salud, por ello la llevó al concurso que tanta aceptación tenía entre las jóvenes del arrabal.
En medio de un silencio mortal, el desmirriado se levantó el sayo que llevaba puesto y se desataron risitas de campanitas y murmullos de admiración entre las damas. Después de pedir un vaso de agua y bebérselo sin aspaviento, esgarró un poco. Lo meó con naturalidad y sin esfuerzo describiendo un arco inverosímil por encima de la tapia. Los seguidores de la Cava de los Gitanos presentes en el concurso, aullaron de satisfacción.
Se recuperó el honor después de varios años de vergonzosas derrotas. La mirada de Angélica la hija del Comandante de Puesto, que casi se le salen los ojos de sus cuencas cuando el desmirriado se levantó el sayo, produjeron comentarios. Pero eso será argumento de una bonita historia de amor romántico, que deberá ser contada otro día y en otro lugar.
Sevilla junio 2024
GALARDONES VELÁ 2024
Hija Predilecta de Triana
Susana Díaz Pacheco, expresidenta de la Junta de Andalucía
Trianero del Año
Julio Vera García, escritor y docente del Colegio Salesianos San Pedro
Trianeros de Honor
Luis Rodriguez Fontanilla, presidente del Triana C. F., ex delegado del Real Betis
Juan Moron Morales, comerciante
Francisco Gonzalez de Canales, arquitecto conservador de Santa Ana
Manuel Baena Ferrer, empresario
Emilio de Casa Moreno, hostelero
Trianeros adoptivos
Carlos Alcaraz Garfia, tenista. Campeón de Wimbledon y de Roland Garros
Sor María Isabel Sánchez Pérez, Hija de La Caridad (Colegio Nuestra Señora del Rosario)
Cati León, profesora jubilada y escritora
Entidades trianeras
Hermandad del Cachorro
Coro Triana Canta (por su trayectoria y su 25 aniversario)
Premio a la Solidaridad
Rocío Triana (50 años Colonias)
Premio a la Trayectoria Empresarial
Martín Flores (Frutos Secos de C/ Pureza)
Premio Niculoso Pisano
Cerámica Ruiz
ACTIVIDADES DEPORTIVAS
DOMINÓ
23 de julio
9:00 h
Asociación San Joaquín
PETANCA
20 de julio
9:00 h
Barriada “Santa Ana”
PÁDEL MASCULINO
17-18 de julio
19:00/22:00 h
Club Quiero Pádel
FÚTBOL SALA M Y F
17-18 de julio
20:00 a 23:00 h
Centro Deportivo Antonio Álvarez
FÚTBOL 7 FÚTBOL 11 VETERANOS
23 de julio
20:30 a 22:30 h
Parque Vega de Triana
24 de julio
20:30 a 22:30 h
Parque Vega de Triana
ACUATLON
14 de julio
BALONMANO PLAYA
23 y 24 de julio
18:00 a 22:00 h
Parque Vega de Triana
21 de julio
A partir de las 08:00 h
La Zapata
CUCUÑA
Todos los días
A las 18:30 h
Concurso de tiradores de cerveza y mejor tabernero patrocinados por Cruzcampo
Calle San Jacinto (peatonal)
ACTOS RELIGIOSOS
Real Parroquia de Señora Santa Ana Triana
PROGRAMA DE CULTOS Y ACTOS
NOVENA EN HONOR DE LA
SEÑORA SANTA ANA
18 al 26 de julio de 2024
DÍA 18, JUEVES.
PRIMER DÍA DE NOVENA
20:15 h Rezo del Santo Rosario Ejercicio de Novena
Celebración de la Eucaristía
21:30 h Ponencia a cargo de doña Amparo Rodríguez Babío, archivera de la Real Parroquia de Señora Santa Ana y bibliotecaria de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla.
Título: La colección escultórica de la Real Parroquia de Señora Santa Ana de Triana
DÍA 19, VIERNES.
SEGUNDO DÍA DE NOVENA
20:15 h Rezo del Santo Rosario Ejercicio de Novena
Celebración de la Eucaristía
DÍA 20, SÁBADO.
TERCER DÍA DE NOVENA
20:15 h Rezo del Santo Rosario Ejercicio de Novena Celebración de la Eucaristía
SOLEMNE CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA EN HONOR DE LA SEÑORA
SANTA ANA
Ofrenda floral y entrega de donativo destinado a las necesidades de Cáritas. Solemne Procesión Claustral.
Las celebraciones de la Eucaristía serán presididas y predicadas por el M. I. Sr. Don Manuel Soria Campos, presbítero cura párroco de la Real Parroquia de Señora Santa Ana.
En las celebraciones litúrgicas participará con el canto Coro de la Real Parroquia de Señora Santa Ana de Triana.
ACTUACIONES DE LA VELÁ 2024
SÁBADO 20
Pregón a cargo de José Juan Yélamo y actuación de la orquesta municipal junto a Silvia Pantoja
DOMINGO 21
The Miarmers y Joaquín Pavón
LUNES 22
Amigos de Gines
MARTES 23
Los Alpresa
MIÉRCOLES 24
Gala flamenca homenaje a Manuel Marín
JUEVES 25
Joana Jiménez
VIERNES 26
Gala de entrega de GALARDONES a los trianeros de honor y fin de fiesta a cargo de Alex Ortiz
MARÍA DE LOS REYES
ROBLEDO CASTIZO
JULIO VERA GARCÍA
EL NARRADOR DE LOS SECRETOS DE SEVILLA
El cineasta que conquistó la literatura
En Sevilla, donde la historia y la modernidad se entrelazan en un baile perpetuo, un hombre destaca por su capacidad de narrar historias que capturan la esencia de su ciudad natal. Julio Vera García, nacido en Sevilla, ha dedicado su vida a honrar su ciudad a través de la educación y el arte cinematográfico.
Formado en el Colegio Salesiano de San Pedro en Triana, Julio inició su carrera profesional con una licenciatura en Ciencias Físicas y varias titulaciones en informática.
Sin embargo, su amor por la narrativa lo llevó a explorar el mundo audiovisual, completando estudios superiores en Realización de Cine, Televisión y Espectáculos. Esta combinación única de disciplinas le ha permitido crear obras que son tanto educativas como artísticamente impactantes.
Desde el inicio de su carrera, Julio Vera ha sido aclamado por sus cortometrajes solidarios y sociales, como “La Ley Snell”, y por su documental “Luz y Embrujo sobre Luis Ortega Bru”. Su webserie “18.0” fue reconocida con una mención especial en los
premios andaluces Asecan, consolidando su estatus como un narrador talentoso y versátil. Esta capacidad para mezclar la educación con el arte ha sido una constante en su trabajo, reflejando siempre una profunda dedicación a su ciudad y a sus raíces culturales.
En 2023, Julio alcanzó un nuevo hito con su novela “La Congregación de la Granada”, que se convirtió en la obra más vendida de la Feria del Libro de Sevilla. Esta novela, que comienza en la histórica Parroquia de Santa Ana en Triana, sigue a un grupo de jóvenes que, durante una Gymkhana de Sevilla, descubren un túnel secreto bajo el subsuelo de la parroquia. Este pasadizo, oculto durante siglos, desvela inscripciones relacionadas con diversas obras de arte del Siglo de Oro hispalense.
La trama de “La Congregación de la Granada” se sumerge en las calles colindantes a la parroquia, llevando a los personajes y lectores a un viaje a través del tiempo y el espacio. Los arquitectos, pintores y artesanos mencionados en las inscripciones, como Francisco Pacheco y Juan Martínez Montañés, fueron miembros de la Congregación de la Granada, una sociedad secreta concepcionista perseguida por la Santa Inquisición. Esta revelación histórica lanza a los protagonistas a la búsqueda de las arras del Mestizo, trece monedas que ocultan uno de los mayores tesoros provenientes de las Américas.
Una de las características más innovadoras de “La Congregación de la Granada” es su estructura narrativa abierta, que utiliza tanto la prolepsis como la analepsis. Esto no solo permite un viaje fluido entre el pasado y el presente, sino que también deja la puerta abierta para futuras ediciones y continuaciones, prometiendo mantener a los lectores en vilo por mucho tiempo. Esta técnica narrativa enriquece la historia, permitiendo explorar la Sevilla del Siglo de Oro con una mirada fresca y cautivadora.
Más allá de su éxito como autor, Julio Vera García es un devoto padre de fa-
milia que transmite a sus hijos el amor por Sevilla, igual que sus padres lo hicieron con él. Cada uno de sus proyectos refleja una dedicación incansable a la creatividad, la investigación y la documentación, asegurando que sus obras sean tanto enriquecedoras como entretenidas. Su habilidad para conectar con su audiencia a través de historias bien documentadas y profundamente investigadas ha consolidado su reputación como uno de los narradores más destacados de su generación.
“La Congregación de la Granada” no es solo una novela; es una invitación a explorar los secretos ocultos de Sevilla. Con su narrativa cautivadora y
su estructura innovadora, Julio nos ofrece una ventana a un mundo donde el misticismo, el arte y la historia se entrelazan en una danza eterna. Este éxito literario en la Feria del Libro 2023 es un testimonio del talento de Julio Vera García y su capacidad para capturar el espíritu de Sevilla en cada página. Su obra no solo entretiene, sino que también educa y enriquece, invitando a los lectores a sumergirse en una época fascinante y llena de misterio.
Julio Vera García ha demostrado que es posible combinar la pasión por la educación con el amor por el cine y la literatura, creando un legado que perdurará en el tiempo.
Su obra maestra, “La Congregación de la Granada”, es solo un ejemplo de su capacidad para tejer historias que capturan la imaginación y el corazón de los lectores, llevándolos en un viaje inolvidable a través de la rica y compleja historia de Sevilla. Con cada nueva obra, Julio sigue consolidando su lugar como un verdadero maestro del misterio sevillano, dejando una marca indeleble en el panorama cultural de su ciudad natal.
CHRISTINE
DIGER
SOLO QUIERO BAILAR
Manolo Marín, vida y obra de una leyenda del flamenco un libro de Christine Diger
Como biógrafa de Manolo Marín, comparto su alegría por haber sido galardonado con la Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla en el fomento de Arte y Cultura. Puedo apreciar el inmenso orgullo que esto representa para él, especialmente porque ha compartido una apasionada relación con su ciudad desde su más tierna infancia. Sevilla irradia en todas las historias que cuenta el bailarín, coreógrafo y maestro.
Por eso, para escribir Solo quiero bailar –Manolo Marín Vida y obra de una leyenda del flamenco, he tenido que nutrirme de Sevilla, Triana, inspirarme en su historia y en su Arte a la luz de los cuentos de Manolo. Una vida que relato como una novela para ser fiel a la realidad de las emociones del artista y de su itinerario.
Un pasaje en el que se entrelazan la pasión entre el niño y su ciudad; transcribo la exaltación de Manolo cuando da sus primeros pasos de baile por las calles de Sevilla con su hermana Patro.
Al pasar delante del Real Alcázar se queda embelesado delante de un organillero apoyado contra la muralla. Mientras gira una manivela, se deslizan las hojas de papel agujereado por donde salen las notas de música. Manolo y Patro reconocen el sonido de la sevillana y
se miran riendo. Al oír su melodía cómplice, Manolo se coloca para empezar a bailar. Por primera vez, se atreve a actuar fuera de casa. Patro se une a él, los pies en primera posición, y ¡vámonos! Amparados por el majestuoso decorado de la Giralda que cincela el cielo azul con sus contornos ocres, bailan alentados por un sentimiento de libertad. En cada giro, Manolo agradece al Giraldillo y saluda a las palomas que atraviesan el cielo. Sin prestar atención a los curiosos atraídos por el espectáculo, se emociona, olvidando esa timidez enfermiza que lo tiene alejado de los demás niños desde muy pequeño. Una sevillana, y otra más, hasta que Patro lo devuelve a la realidad: “hay que volver a casa.”
A partir de aquel día, Manolo fingirá seguir a los niños por la calle, para encontrarse con su nuevo amigo en la Giralda. Poco a poco, Sevilla se transforma en un gran escenario que crece día tras día. Manolo se pierde entre los bastidores de la ciudad y no encuentra el camino de vuelta a casa. Es solo cuando cae la noche que empieza a asustarse: “Voy a llegar tarde a casa y me van a dar guerra otra vez”, se repite. A pesar del temor a que le riñan, no puede resistirse a prolongar el placer de aquella aventura de iniciación. El sonido de la música es tan bello que vale todas las reprimendas del mundo. “¡Qué importa! Un baile más, otro más y el penúltimo”, piensa mientras que el organillero gira la manivela.
Durante los años 40 en la posguerra Manolo y su hermana participaron en concursos de sevillanas. La pareja recorren las salas de espectáculos de variedades, los cines al aire libre y cantan coplas en Radio Sevilla. En el patio de la abuela en Triana no despegan el oído del aparato de radio y saborean los cantos de sus niños.
Por desgracia en el 1950 la decisión de abandonar Sevilla por Barcelona está tomada por la familia que necesita trabajo. Manolo tiene 14 años y se le romperá el corazón cuando tenga que dejar Sevilla.
El reloj de la estación marca las dos de la tarde. Manolo mira las agujas como un condenado a muerte que cuenta sus últimos minutos. La gente sube al tren con maletas, cajas de cartón atadas con cuerdas. Apilan el equipaje en la entrada del vagón. El silbato de la locomotora suena. Aquella partida para Barcelona le parece tan inquietante como un viaje hacia la luna. Se le arranca todo, el puente de Triana, la Giralda, el Guadalquivir, el jardín y la familia. Esta vez, no puede retener sus lágrimas. El desgarro es demasiado fuerte.
Fue en Barcelona donde comenzó su vida artística con su hermana, cuyo
nombre artístico pasó a ser Dorita. Fueron rápidamente descubiertos por un empresario.
Los bautiza Los Chavalillos Sevillanos, retomando el antiguo nombre de escenario de la famosa pareja de Antonio El Bailarín y Rosario. Los presenta en los pequeños teatros, las salas de conciertos, los cines y los restaurantes. Por todas partes los niños de Sevilla levantan entusiasmo. Detrás de la alegría de sus remolinos, algo impalpable llega y despierta los sentimientos de todos. Terrenales en sus zapateados, parecen bailar con la tierra entera. Los chavales se entregan en cuerpo y alma, se envuelven en sus propios dramas cotidianos y proyectan sus sueños en el infinito. ¡Toda una vida para bailar! ¡Nada más que bailar!
Desde Barcelona el empresario les programó giras por Suecia, París, Portugal y toda España. La curiosidad y la amplitud de miras fueron las claves de su éxito. Manolo se enriquece constantemente con el descubrimiento de otros países, paisajes, culturas y tradiciones.
En cada ciudad o pueblo, compartiendo el escenario con artistas locales observa nuevas danzas en las cuales se refleja
la historia de cada comunidad. Cada danza tiene su particularidad, retrata rasgos de distintos caracteres, sentimientos singulares que hasta eco de la relación de los hombres con su paisaje. Danzas folclóricas o académicas, Manolo las amontona todas en su memoria: las danzas vascas, la jota aragonesa, los fandangos regionales, luego otras danzas tradicionales. Dorita y Manolo comparten todas las festividades. Su éxito es “absoluto, indecible”, publican los periódicos. Se menciona “un flamenco en su arquetipo, con la ternura y la virtuosidad de los Chavalillos de Sevilla.”
A principios de 1958, Manolo fue llamado al servicio militar y regresó a Sevilla, donde bailaría todas las noches en el tablao El Guajiro.
¡Cómo imaginar mejor vida! … bailar por la noche en el tablao más famoso de Sevilla. /.../ El Guajiro es un vivero de artistas, los mejores de toda España, seleccionados por el exigente Pulpón que nunca sacrifica la calidad ante los gustos de los turistas. La mayoría de aquellos artistas son Andaluces, procedentes de triángulo de oro del flamenco: Sevilla, Cádiz, Jerez.
Una vez finalizado su servicio militar, Manolo decidió marcharse de nue-
Antonio Amaya, La Pillina, Manolo Marín, El Moro, Chocolate, Pepa de Utrera, Rafael Negro, Matilde Coral, Manuela Vargas, Trini España, Ejea, Loli Vargas, Carmen Ponce.
vo de Sevilla. Tiene que despedirse del barrio de Triana, que le es tan querido por sus lazos familiares.
La elección es cruel pero le toca abandonar Sevilla para realizarse a nivel artístico. Decide crear su propia compañía con Dorita, el guitarrista Fernando Carranza y unas bailaoras de Sevilla. Se lanza en la creación de sus propios espectáculos, inventa coreografías y se encarga de formar su elenco de bailaoras para llevarlas hacia la perfección. Aunque no alaba el virtuosismo, la excelencia se impone en su camino. Nada escapa a sus exigencias: el repertorio musical, la danza, los trajes, la puesta en escena, la escenografía. De giras en giras y en función de la disponibilidad de sus artistas, recompone su compañía, trabaja las creaciones y las adapta en función del lugar y del carácter de cada uno, mientras exige una presencia y una expresión absoluta sobre el escenario.
Viajando por el mundo de 1962 a 1969, Manolo regresó regularmente a París, donde bailó en el tablao El Catalan, frecuentado por famosos artistas de
canción francesa, del cine y de la literatura: Juliette Greco, Marcel Mouloudji, Papillon, Robert Hossein, Claude Lelouch y otros. Robert Hossein y Simone de Beauvoir le dedicaron una sincera amistad y una gran admiración. Con ellos descubrió otra dimensión artística y un refinamiento cultural del que se enamoró.
Se interesa por todo: canción francesa, jazz, poesía, literatura, filosofía, teatro vanguardista, pintura, cine… En Saint-Germain-des-Prés, pasea por los buquinistas de las orillas del Sena, empuja las puertas de las librerías, las tiendas de discos, los cines, para descubrir de día las obras de quienes de noche vienen a verlo bailar.
Recién entrado en la década de los treinta, se le ofrece la posibilidad de enriquecer su arte al recorrer el mundo y sus culturas.
Sin embargo, Manolo es un hombre impaciente. A la víspera de firmar un nuevo contrato con el Catalán, recibe una propuesta para una gira en el extranjero. ¿Será el momento de abandonar París, de perder contacto con el mundo de la inteligencia, del cine y del espectáculo?, ¿Qué elegir?, ¿Dejar de nuevo el destino decidir por él? No pasa nada, tiene que abandonar el pasado, alejarse de la gente famosa que lo ha encariñado y de toda aquella sofisticación cultural de la que se ha enamorado.
Durante siete años, viajará con su compañía en Sudamérica, en Estados Unidos, en Canadá, en Japón… Manolo es un artista realizado, siempre en movimiento y con numerosas creaciones en gestación. Viajar le ayuda a crecer y enriquece su personalidad, pero a menudo le aleja demasiado de Sevilla. En pleno ascenso, Manolo decide volver a sus raíces.
Necesita su tierra, Sevilla, Triana. /.../ Después de haber recorrido el mundo, vuelve a su ciudad nativa sobre las huellas del organillero, cuyas Sevillanas sigue oyendo salir de su manivela. Vuelve a subirse a la alfombra voladora de su infancia, mira con ternura al niño que recorría la ciudad bailando. Vuela alrededor del Giraldillo, de la Torre del Oro, y vislumbra el barrio de Triana a los lejos, tan bonito, ahí esperándolo.
Abrió una pequeña escuela de baile en Triana, el barrio tan querido para él. Era todo un reto para alguien que había hecho su carrera artística en el extranjero. Un cantaor del barrio, Curro Fernández, sabe que hay que agarrarse, herirse con las cuerdas para aprender. Es muy consciente de que el recién llegado tiene la llave de la enseñanza del flamenco. Llama a la puerta de la escuela con sus tres hijos Joselito, Paquito y Esperanza cuyo destino la llevará a cantar. A la escuela vendrán Isabelita López, Yolanda Heredia, Isabel Bayón, Lourdes Recio y muchas niñas que más tarde se convertirían en artistas.
El maestro se entrega totalmente. Su enseñanza hecha de sensibilidad, inteligencia y resolución se convierte en un verdadero sacerdocio. Rigor, técnica y musicalidad en los pies, expresión del cuerpo, de los brazos, de las manos, de la mirada, Manolo se aferra a cada uno de los detalles. Al acecho, nervioso, intransigente, espía cada movimiento, los corrige hasta alcanzar la perfección. Busca en cada niño su personalidad, las emociones que lo definen. Les empuja a dar todo de sí.
En el inicio de los años 1980, la vida de Manolo se vuelve cada vez más trepidante. No tiene ni un minuto para si mismo. Da seis horas de clase al día, monta sus coreografías, actúa por la noche. Gozando de mucho éxito y de mucha estima de los demás hacia él, se ve radiante. El cabello semi largo, con un estilo desenfadado, los jóvenes se identifican fácilmente con él. Es un hombre de su tiempo, moderno, con el espíritu abierto, con la energía de la época, mientras lleva consigo una larga tradición. El maestro Manolo Marín ejerce una verdadera influencia sobre las nuevas generaciones. Se encuentra en la dinámica de la modernidad en aquel período de transición que conoce el país.
Manolo lleva a sus alumnos y alumnas a darlo todo, porque él les da todo. Sería imposible enumerar a todos los artistas formados en esta academia sin mencionar a algunos de ellos. Quiero dar las gracias a El Junco, Rafael Campallo, Carmen Lozano, Manuel Betanzos, y otros por compartir conmigo sus experiencias para que yo pudiera escribir este libro.
Sin embargo, sería incompleto terminar este artículo sin mencionar la dimensión del coreógrafo
que creó algunas de las obras más prestigiosas que pasarán a la Historia del flamenco del siglo XX y XXI. Entre inenarrables se encuentran en 1992 la de los Juegos Olímpicos de Barcelona Tierra de Pasión con Cristina Hoyos y Azabache el espectáculo de la Exposición universal con ocasión de la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América. Durante más de un año Manolo trabaja en la preparación del espectáculo con sesenta bailaores y cinco estrellas de la canción, Rocío Jurado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral, María Vidal a las que dirige con maestría.
Las creaciones de baile de Manolo Marín son infinitas. A los 88 años, Manolo sigue bailando. Desde 2023 acompaña a Chloé Brûlé y Marco Vargas en su espectáculo “Origen”.
Para Manolo, el origen es Sevilla. Hace poco Manolo me dijo « El Arte es en Sevilla. »
Gracias a Sevilla por entregarle la medalla de Oro de la ciudad en el fomento de Arte y Cultura.
Conocí a Manolo Marín a principios de la década de 2000 durante un curso de flamenco. Su gracia y su misterio me intrigaron. El libro se convirtió en una necesidad, porque la historia del flamenco de los siglos XX y XXI no puede escribirse sin Manolo Marín.
Solo quiero bailar cuenta la vida y la obra de Una leyenda del flamenco. Manolo y yo esperamos con gran ilusión su publicación en español en vuestra tierra.
Gracias a Triana ! Gracias a María de los Reyes Robledo Castizo por su inversión en este proyecto. Le 25 juin 2024
Escritora gastronómica. 3 libros publicados de la cocina de la sierra de Aracena, por Diputación de Huelva
LAS PAPAS ALIÑÁS UNA TAPA MUY TRIANERA
El 26 de julio comienza una de las fiestas más populares y antiguas de Sevilla, la velá de Santa Ana. Esta fiesta que empezó como muchas otras, con un carácter más religioso, donde los sevillanos, y sobre todo los trianeros iban a velar a su patrón Santiago y a Santa Ana, en torno a las vísperas, y pasaban la noche rezando, con el tiempo fue convirtiéndose en algo más festivo y de divertimiento.
Por aquellos comienzos no se montaba nada, si no que los trianeros sacaban a su puerta una mesa y algunas sillas, un picoteo acompañado de unas copitas, y por supuesto no faltaba ni el cante, ni el baile.
La velá de aquellos tiempos no tiene nada que ver con la que conocemos ahora, aunque siempre se celebró en los alrededores del rio Guadalquivir y cuenta con un siglo de tradición. Pero entonces no existía la cucaña que es una de los juegos más populares, ni las casetas.
Con el paso del tiempo esta fiesta fue cambiando y empezaron a montar casetas donde se podía tapear y tomar copitas, esto se hizo en una de las calles mas trianeras y agradable de la zona, la calle Betis, una calle que conozco muy bien porque allí nació mi bisabuela Ana, en el año 1886.
El tapeo es fundamental y sin comida y bebida no es lo mismo, las tapas que no faltaban en esa época y siguen siendo tradicionales en los bares de Triana, son el “pescaito” frito, las sardinas asá, las croquetas del puchero, y las papas aliñas, sin olvidarnos de los puestos de avellanas verdes, estas hoy ya no se encuentran.
Pues bien, hoy os voy a dejar una receta muy refrescante para el calor de Sevilla y una tapa muy trianera.
PAPAS ALIÑÁS
INGREDIENTES
· ½ kg de patatas (yo uso patatas de Sanlúcar)
· 4 huevos duros
· 1 cebolla morada
· Aceite de oliva virgen
· Vinagre de vino
· Sal gorda y perejil frescooliva para freírlas.
PREPARACIÓN
Ponemos las patatas a cocer en agua con sal, con su piel para que no les entre tanta agua, unos 20 minutos, pinchamos para comprobar que están tiernas, las escurrimos, quitamos la piel, y las cortamos en trozos más o menos del mismo tamaño.
Cocemos los huevos en agua con sal, para que no se rompan y dejamos unos 15 minutos, los aparatamos, pasamos por agua fría y pelamos.
Preparamos un cuenco y echamos las patatas en trozos, los huevos cocidos en rodajas, y la cebolla morada en aros finos, por último, hacemos el aliño.
En un tarrito de cristal ponemos sal gorda, dos o tres cucharadas de vinagre y abundante aceite de oliva. Tapamos el tarro y lo batimos mucho para que se mezcle bien los sabores. Aliñamos las patatas que queden bien empapadas y, para terminar la espolvoreamos con perejil fresco picado.
MIGUEL RIVAS
RASERO
LOS DÍAS SEÑALAÍTOS
El pregonero vocea y dice con muchas ganas, que Triana ya está en fiestas en honor de Santa Ana.
El joven puente San Telmo y el de Triana, su hermano, con un fuerte abrazo funden Montepirolo y Altozano.
Que alegría de calle Betis y su Guadalquivir bendito que ha traído con su brisa los “días señalaítos”.
El sueño del trianero ahora es una realidad, ya siente en su corazón disfrutar de su Velá.
Fragua y barro aquí se unen y todos con muchas ganas gritan a los cuatro vientos ¡Viva la Abuela Sant' Ana!