SEMANA GRANDE TOLEDO
2022 CORPUS CHRISTI
MI ENTREVISTA A ENRIQUE DE ARFE
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oy martes he estado en la Primada para ver el traslado de la Custodia de la sala del Tesoro a la Capilla Mayor. Así vengo haciéndolo todos los años desde que me jubilé, En el momento que la estaban sacando, mi subconsciente me jugó “una buena pasada”. Para no enrollarme más, os lo relataré: Me encontré sin darme cuenta en la capillita del Cristo Tendido, con el “gran Enrique de Arfe”. Le saludé y nos dimos un buen apretón de manos pues ya se ha pasado G.A.D. lo del maldito covid y le pregunté: Enrique ¿puedo entrevistarte? Cómo no amigo, ¿qué es lo que deseas saber?
gente de un reino que parecía no tener límites y que cada día se ensanchaba más ¿Qué opinión tienes del Cardenal Cisneros? Era un hombre austero y sencillo que rezaba en la Catedral antes del alba. La primera vez que le vi estaba de espaldas, y arrodillado sobre el frío mármol. El Cardenal componía una figura desdibujada entre las sombras de la noche. Tuve la impresión de vislumbrar un cuerpo que se desvanecía ayudado por la tenue y mortecina luz de un cirio que se hallaba en un minúsculo altar de piedra negra ¿Por qué crees que te eligió? Él me dijo lo siguiente: os hemos elegido - pero con una voz sonora que retumbó en la capilla - porque hemos pensado que haréis el mejor edículo para realzar la custodia de Isabel la Católica
Todo lo que tú puedas decirme Vale, vale ¡pregúntame! ¿Qué opinas de mi Toledo? Te diré, que guardo en mi corazón como el mayor tesoro el tiempo que pasé en esta preciosa ciudad ¿Qué hallaste en ella? En tu Toledo, hallé la luz para mi existencia y su resplandor guió desde entonces mis pasos con firmeza ¿Quieres decir, que estabas necesitado de mi Toledo? Así es amigo, pues me encontraba desorientado, sin hallar un verdadero sentido a mi vida y a mi obra como artista Pero antes de pisar mi ciudad ya habías viajado por España ¿no? La verdad es que antes de llegar a la Ciudad Imperial, que yo ya sabía que había sido tomada, goda e islámica, me dediqué a hacer los encargos que me hicieron otras ciudades españolas, como la Custodia que hice para León, también la de Sahagún y la de Córdoba
Enrique ¿era cariñoso? Pues sí. Él me observó fijamente, tanto que mi piel debió mostrar la turbación que me produjo su mirada cariñosa y añadió: algo me dice que no me voy a equivocar, pues vuestros ojos no engañan, querido maestro ¿Sabes por qué aceptó Cisneros la mitra de mi Toledo? Hombre, ten en cuenta que no en vano, Isabel estaba detrás –al ser él su confesor –para que él la asumiese, y me hizo la siguiente observación: si la hubieras conocido, comprenderías que su voluntad movía montañas, y por la santa obediencia no tuve más remedio que aceptar
Entonces ¿cómo fue venir a mi Toledo? Pues fíjate, tuve la suerte de conocer al Cardenal Cisneros de escuchar de sus labios el misterio que conservaba en el cofre eterno que es tu ciudad a la que él tanto quería
¿Cuándo viste por primera vez el ostensorio? El Cardenal, iba adivinando mi inquietud y sin esperar a que yo se lo pidiera, accedimos a la sacristía. Allí amigo, él abrió un candado que protegía un gran armario muy sólido y de buena madera –yo estaba impaciente– al retirar las dos puertas surgió la joya ante mis ojos asombrados. Nunca, pero nunca, había contemplado una pieza de tanta belleza y perfección. Él acercó una tea y, al instante, el resplandor procedente del ostensorio inundó la sala con reflejos multicolores
¿Tuviste más encuentros con él? Sí, fueron dos encuentros privados, a solas con él que entonces era el hombre más poderoso de España, re-
¿Cómo reaccionaste tú? Un escalofrío recorrió mi cuerpo, permanecí sin hablar un buen rato. Me consideré un privilegiado, y
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