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Exposiciones municipales
Sala de Las Francesas Hasta el 1 de diciembre
MIRÓ Y BROSSA: 100 años La exposición se muestra con ocasión del centenario del nacimiento de Brossa y pone de manifiesto la excelente relación personal y artística entre Joan Brossa y Joan Miró. La obra del poeta, más reconocido en su faceta como artista plástico, se muestra en paralelo a la de Miró, en una reflexión sobre la influencia que la poesía, la palabra y la semiótica tienen en la creación plástica de Joan Miró. Brossa, uno de los más activos integrantes del grupo vanguardista Dau al Set, conoce a Miró en 1941 gracias a la amistad que unía a Brossa con el también poeta Foix. La relación entre Miró y Brossa se estrecha con el paso de los años y serán numerosas las colaboraciones artísticas que llevarán a cabo conjuntamente. La buena relación que se establece desde entonces se manifiesta en numerosos libros, como 'Oda a Joan Miró' (1973) y 'Tres Joans' (1978) un libro homenaje a los tres Juanes: Miró, Brossa y Prats y que forman parte de la exposición. Miró y Brossa 100 años se articula en torno a la figura de ambos artistas de manera independiente y a la interrelación que se establece entre ellos, así como al diálogo con otros artistas que configuran el panorama artístico contemporáneo en la segunda mitad del siglo xx. La colaboración entre ambos creadores es amplia, como lo será con muchos otros poetas catalanes. Para Joan Brossa, “Miró era, és, verdaderamente el pintor de los poetas”. Gran lector de poesía, Joan Miró se relaciona estrechamente con el mundo literario que le rodea, como lo atestigua su biblioteca personal, actualmente en la Fundación Miró. La relación de Miró con poetas como Foix, Salvador Espriu o Pere Gimferrer, le llevan a pintar poemas de manera plástica. Miró toma la revolución poé-
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tica como un principio moral con el que poder escapar de la tradicional cultura humanística. Brossa considera el arte y la poesía como una aventura, una pregunta abierta, como lo son sus producciones teatrales. En la poesía visual, su faceta más conocida, la letra se emancipa de la palabra ‘no es dibujo ni pintura sino un servicio a la comunicación’. Una búsqueda de nuevos terrenos entre lo semántico y lo visual para superar ambos términos. Valora la imagen en cuanto supone un cambio de código, en un juego constante entre significante y significado, creando un universo alrededor del signo que extrae del propio contexto alfabético. Los poemas visuales, su producción artística más conocida, se suman a su incursión en el mudo del cine y sobre todo del teatro, del que escribe más de trescientas obras. Un teatro en el que Brossa rompe siempre los esquemas clásicos. La prestidigitación y el ilusionismo forman parte habitual de su producción plástica y literaria, donde establece claros paralelismos entre la magia y la poesía, un lenguaje poético en el que investiga sobre el propio uso de la palabra.
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