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Andrés Montoya Egido cronista de la Comparsa de Ballesteros

¿Y si quitamos la Retreta de las Fiestas?

Andrés Montoya Egido. Cronista de la Comparsa de Ballesteros

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Mucho se ha hablado este año de artesanía en la fiesta (con gran acierto) y somos muchos los que llevábamos nuestro pensamiento cuando surgía el tema a las escuadras especiales, a las armas que empuñamos en nuestros desfiles o al calzado y atuendos con los que nos engalanamos del cuatro al nueve de septiembre. Pero hay artesanía más allá de estas confecciones. Dirigir una comparsa ya es una labor de artesanos per se, ya que requiere un esfuerzo y un mimo y cariño como pocas tareas de la vida. Pero el propósito de este artículo es acercarnos al archicriticado acto de la Retreta y todo lo que esconde tras de sí. La Retreta es posiblemente es acto de nuestros festejos que más sentimientos encontrados levanta, por no decir el que más. Amado por unos, odiado y vilipendiado por otros, supone el ecuador de nuestros días grandes y un punto de inflexión, de impás o de juerga desmedida. Esto ya según la posición que uno quiera tomar. Pero cuando se prepara bien, encierra un componente social, económico y artesano muy a tener en cuenta. Lo vamos a ver con el ejemplo de la propuesta que este año sacara a la calle la Comparsa de Ballesteros.

La situación de los arcabuceros y de los actos que protagonizan está cada vez más atenazada por el yugo de unas leyes cada vez más estrictas con el tema. A veces la desesperación es tal que hasta se llega a pensar en si convendría tirar la toalla y reciclar por completo nuestras fiestas sin hacer uso de la pólvora. Pero la lucha continúa y nuestra Comparsa ha querido hacer una crítica a esa legislación tan opresora e inquisitiva con el lema “Arcabuceros bombeteros”. La propuesta era simple, asequible, familiar y jocosa. Había que disfrazarse de arcabucero y echar mano a los petardos (que bueno…, ya les llegará su hora, si no, tiempo al tiempo). El disfraz estaba hecho con tela negra y seguía el mismo patrón que el traje de arcabucero oficial de nuestra asociación que diseñara Susi Bas en 2015. Se pintaron las cenefas y se confeccionaron cartucheras echando mano de cartón. Esto también es artesanía. Manualidades del cole, pero artesanía. Tijeras, pinceles, barra de pegamento, paciencia, más paciencia, desesperación cuando se apuntaba a última hora una ingente masa social, esas eran las armas y valores de un equipo voluntario (unos cuantos miembros de la directiva, básicamente) que se volcó en configurar la comisión de la Retreta y que echando horas en las noches de agosto, logró sacar a la luz los más de cien trajes que tenían que estar listos para el día siete.

Desde el punto de vista social, hacer una propuesta temática para el acto de la Retreta también contribuye a la

cohesión. Y no hablo sólo a nivel de socios Ballesteros, ya que el carácter desenfadado permite a festeros de otras comparsas y a no festeros participar con quien ellos quieran (y crucemos los dedos para que no se meta mano en esto tampoco). Entre nuestros arcabuceros bombeteros no sólo había socios, sino que también nos acompañaron festeros de otras comparsas y amigos. Bien, esto es algo usual en la Retreta con todas las comparsas, pero es innegable que ayuda a la convivencia, a conocer mejor otras sedes, otras asociaciones, a hacer amigos y a estrechar vínculos ya forjados en el pasado. ¿Acaso las fiestas tienen un cometido mejor?

El problema es que el componente satírico y crítico que se supone vertebra la Retreta, atraviesa una enorme depresión. Apenas un tercio (siendo generosos) de las comparsas cuidó la Retreta sacando a la calle un boceto meditado y contextualizado como crítica hacia un tema de actualidad. En otras palabras, estamos matando la Retreta (conste que esta Comparsa la ha descuidado en algunos otros años), o para no ser tan lacerantes, es un acto que necesita una revisión.

Nos queda el componente económico. La Retreta es un acto tardío, nocturno y bastante espirituoso. Por tanto, sí, hay que cenar antes. Las fiestas ya son por sí un gran aliciente para el gremio de la hostelería, pero este acto invita aún más si cabe a ello. Mucha gente no participa y aprovecha para salir a cenar con más tranquilidad. Otros, los que sí se lanzan a la calle, evidentemente, también, a una hora más temprana. Restaurantes, bares de la ciudad y reposteros que contratan las catorce comparsas tienen una oportunidad de hacer negocio en una noche tan campechana como ésta. Y eso es muy bueno para Villena, es un filón que no se puede perder.

Pero como decíamos, necesita una revisión. No puede ser que la anarquía impere en el inicio del acto y que en general se convierta más en un pasacalles o carnaval que en lo que verdaderamente esperamos de la Retreta. Cada vez más gente define el acto como un botellón como una fiesta de disfraces que como un desfile en el que se critica (deberíamos decir de forma constructiva) los aciertos y desaciertos de nuestros políticos locales y nacionales o aquellos temas de candorosa actualidad. Es una lástima, aunque también es cierto que esa crítica no estaba en la raíz ni en los orígenes del acto.

¿Qué hacemos? Cada vez que se habla de cambios en las fiestas, pensamos en mover la Retreta. Hay voces que la quieren trasladar al día tres para reforzar ese acto junto con las Entraícas, pero quizá el gremio hostelero perdería el filón del día siete. Por otro lado, cambiar de fecha la retreta permitiría celebrar el Desfile de la Esperanza en la noche del día 7 a una hora mucho más prudente, sin calor y sin riesgo de insolaciones (recordemos que los trajes de moro y cristiano no son precisamente trajes de baño). El gremio hostelero no se vería afectado ya que las calles de Villena seguirían inundadas por la algarabía y de paso, la embajada del día 6 se podría celebrar a mediodía y por consiguiente las comparsas del bando cristiano, especialmente Cristianos, Almogávares y Ballesteros no deberían correr tanto para llegar a tiempo a la Cabalgata (eso se traduce en más tiempo para gastar perras en locales comerciales). Esa tarde libre del día 6 podría aprovecharse para que cada comparsa celebre algunos de sus actos internos, como los homenajes a los que no están, visitas, etc, y el día 7 seguiría siendo ese día más “calmado”.

Pero ¿y dónde ponemos la Retreta? ¿Cuándo celebramos un acto tan anárquico, tan jovial, tan vilipendiado, tan organizado, pero tan descuidado a la vez, tan incasillable en unas fiestas que aspiran a la categoría de interés turístico internacional? La respuesta, como casi todas las verdades universales, hay que buscarla en el refranero. Y es que hay más días que longanizas. ¿Por qué no sacamos la Retreta de nuestros días grandes y la celebramos en otra fecha diferente? En el calendario tenemos espacio para ello, por ejemplo, durante los días del Ecuador o, algo ya más arriesgado, en Nochevieja. La noche de fin de año es una de las cuentas pendientes de la hostelería y de las salas de fiestas (si aún quedan) villenenses, ya que mucha gente sale fuera de la localidad. Una retreta para cerrar el año invitaría a mantener esos lazos de unión, esa cohesión social (recordemos que los que estamos lejos nos vemos en Navidades y en Fiestas, esto es así) y de paso supondría un auge económico interesante. Encuadrarla dentro de los actos del Ecuador también contribuiría a ello, pues se verían reforzadas las cenas de confraternidad que muchas comparsas celebran. Otra fecha posible es el sábado siguiente a la recibida de la efigie de Mahoma. Lo que está claro es que trasladar la Retreta a una fecha fuera del cuatro al nueve ayudaría a las directivas a preparar mejor el acto, pues no andarían tan focalizadas en organizar los días grandes, no quedaría tan descuidada y de paso la juventud local tendría algo en lo que divertirse (el invierno de Villena es poco ocioso).

Descabelladas, atrevidas, incluso alguno habrá pensado que hirientes e insultantes, lo que aquí hemos plasmado son ideas. Porque si queremos salvar la Retreta y si queremos hacer nuestras fiestas aún más grandes de los que ya son, hemos de seguir haciendo tormentas de ideas que nos inviten a la reflexión. Y cuando ya hayamos pensado mucho y tengamos la cabeza a punto de estallar…, ¡entonces que nos ayuden los arcabuceros bombeteros! •••

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