ESTRELLAS DE CIELO ESTRELLAS DE MAR
ESTRELLAS DE CIELO ESTRELLAS DE MAR
La mesa redonda
Ilustraciones de Fabiola Villela Texto de HaydeĂŠ Salmones
Estrellas de cielo Estrellas de mar Piedra Bezoar
Primera edición: Editorial Piedra Bezoar, 2020 Colección: La mesa redonda Título: Estrellas de cielo. Estrellas de mar Autoras: Fabiola Villela y Haydeé Salmones
Estrellas de cielo. Estrellas de mar está bajo una licencia de Creative Commons ReconocimientoCompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-SA 4.0). Usted es libre de: * Compartir. Copiar y redistribuir la obra. * Adaptar. Remezclar, transformar y crear a partir de la obra, aun con fines comerciales. Bajo los siguientes términos: * Atribución. Debe reconocer los créditos de la obra de manera adecuada e indicar si ha realizado cambios (pero no de una forma que sugiera que tiene el apoyo del autor o de la editorial). * CompartirIgual. Si mezcla, transforma o crea nuevo material a partir de esta obra, podrá distribuir su contribución siempre y cuando utilice la misma licencia que la obra original. * No puede aplicar términos legales ni medidas tecnológicas que restrinjan legalmente a otros hacer cualquier uso permitido por la licencia. * Esta licencia no contempla otros derechos relativos a publicidad, privacidad o derechos morales. Edición: Mauricio del Olmo Maquetación y diseño: Haydeé Salmones edicionesbezoar@gmail.com
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Cuando Estela va a la playa sus sandalias se llenan de arena, su piel se vuelve un poquito más rosa y Madre dice palabras muy raras. Hoy, por ejemplo, Madre señaló una estrella de mar y exclamó “¡Asteroidea!”. Estela quiere ser astronauta, así que sabe muy bien lo que es un asteroide, pero aquella cosa suave y ventosa no se parecía en nada a uno.
De regreso a casa, Estela corre a su recámara y saca uno de sus libros de astronomía: “Los asteroides son cuerpos celestes rocosos más pequeños que un planeta”. Madre entra a la habitación con un vaso de leche, cuatro galletas y un pijama. Estela mordisquea una de las galletas y pregunta: “¿Las estrellas de mar son asteroides?”. Madre se ríe. “No, Estela; Asteroidea es el término que usamos las científicas para nombrarlas”.
Madre le cuenta que las científicas usan nombres en latín y griego para clasificar a los seres vivos; habla de géneros, especies y familias. Los párpados de Estela se vuelven cada vez más pesados y un bostezo gigante se le escapa porque ha sido un día agotador. Lo último que escucha antes de quedarse dormida es que Asteroidea y asteroide significan estrella. Estela siente que f lota dentro de una nave espacial… y sueña.
¿Qué sueña Estela? Sueña que surca el mar en un barco de papel. De pronto, las nubes se oscurecen y una lluvia intensa le moja la nariz. Se pone su casco de astronauta y se aferra a la embarcación. En el horizonte, se forma una ola muy grande; más grande que su casa. La ola se alza, se alza, se alza… hasta que llega al cielo y golpea una constelación. ¡Splash! Una a una las estrellas se caen al mar.
Estela siente cómo el barquito navega las olas. Cierra los ojos y sujeta muy fuerte su casco. Cuando abre los ojos, ya no hay barco ni mar ni olas. Sigue lloviendo, pero está de pie en el parque, acompañada de su perrito. Le pone su casco para protegerlo y saca su paraguas. Hay algo raro en las gotas que caen. Diminutas estrellas resbalan por su sombrilla y luego por su mano. Quizá las estrellas de mar son todas las estrellas celestes que han llovido alguna vez.
Se ha formado un gran charco bajo los pies de Estela. Las estrellas diminutas f lotan en ĂŠl. Las estrellas celestes se ref lejan en ĂŠl. Estela imagina que, en las noches iluminadas, las estrellas de mar emergen para saludar a sus lejanas primas. Un montĂłn de estrellas marinas y celestes que agitan sus patitas en un gesto de bienvenida.
Estela sueĂąa que construye una nave espacial que funciona con agua de mar. Una nave ligera impulsada por el chorro de vapor de una gran ballena azul. Estela sube mil metros hasta el cielo, mientras las personas que observan el lanzamiento desde la playa parecen pequeĂąos cangrejitos, luego hormigas, luego nada.
Estela se acerca a la Luna. La superficie lunar parece una gran playa blanca. Cuando la nave aterriza, Estela se pone su casco y baja; pone una bandera con su nombre y se prepara para explorar. Enfrente de ella hay una montaĂąa. Nunca se ha visto una montaĂąa tan alta. Estela escala, escala, escala. En la cima, se para de puntitas y extiende la mano. El espacio hace ondas cuando Estela lo toca.
En su sueño, el espacio es un gran océano en el que puede f lotar mientras las estrellas y los planetas nadan bajo su sombra. Júpiter es una ballena azul. Saturno, un pulpo gigante. Neptuno, una mantarraya. Urano, una morsa. La Tierra, una tortuga. Venus, una medusa. Marte, una esponja. Mercurio, una almeja. ¿Y Plutón? Pobre Plutón: la perla dentro de la almeja.
A Estela siempre le ha parecido que los adultos son un poco raros. En los libros de Madre hay elefantes marinos, leones marinos, caballitos de mar, halcones de coral, tiburones martillo, peces escorpión, peces corneta, peces mariposa. Estela se ríe. ¡Qué lugar tan extraño es el océano! ¡De seguro los peces gato le maúllan a la luna y juegan con las estrellas de mar!
En el sueño de Estela, hay una banda de gatos espaciales. Saltan sobre las estrellas cuando éstas parpadean. Si atrapan una, la toman entre sus patas y le dan tres volteretas. Si Estela entrecierra los ojos, la Osa mayor parece una bola de estambre con un hilo suelto. Allá va otro gato. Allá va otra estrella. Nunca se quedan quietas y las pobres astrónomas tienen que volver a enfocarlas.
De pronto, un grupo de cometas se acerca a Estela. Es una familia de belugas que se anuncian con su canto. Estela lo ha escuchado en las grabaciones de la Agencia Espacial: los cometas, los delfines y las ballenas hablan el mismo idioma. Son sonidos cavernosos, milenarios y amistosos. Estela mira pasar las belugas y se sube en la mรกs grande.
Encima de la beluga, Estela recorre el espacio. Le llama la atenciรณn un grupo de islas luminosas que f lota suavemente sobre su cabeza. Estela le acaricia el lomo a su nueva amiga, se despide de ella y se impulsa para alcanzar una de las islas. Lo que encuentra es una playa de polvo estelar. Estela se arrodilla y, con mucha paciencia, levanta un castillo de arena brillante.
DespuĂŠs de unas horas, una mancha de espuma blanca golpea la playa. Estela mira maravillada un cĂşmulo de nubes que deshace poco a poco su castillo. Estela se detiene al borde de la isla, mientras las nubes van y vienen acariciĂĄndole las botitas estelares.
Bajo la espuma blanca, descubre una gran tortuga parda. Estela deja que su cuerpo descienda poco a poco hasta alcanzarla. La tortuga es diez mil veces más grande que ella. Su caparazón es un bosque de líquenes y dunas, cubierto por espuma de mar y un cielo lleno de nubes enormes. Estela camina suavemente sobre la tortuga para no hacerle daño, pero ella ni siquiera nota su presencia. Quizá los antiguos tenían razón y los planetas no sean más que enormes tortugas con árboles y nubes a cuesta.
Lo que mira Estela a continuaciĂłn la deja sin aliento. Cientos de medusas atraviesan el espacio. Un enjambre luminiscente de colores: rosas, azules, naranjas, amarillas, transparentes. Madre le ha explicado que no debe tocarlas. Pero las medusas son los animales favoritos de Estela. En su sueĂąo, son enormes galaxias con muchas patitas que no pueden ser alcanzadas. Tan distantes estĂĄn.
Estela f lota boca arriba mientras ve a las medusas alejarse. Cuando se han marchado, nota cuĂĄn cansado es nadar en el espacio. Entonces se sienta sobre uno de los anillos de Saturno para descansar. Estela columpia sus pies mientras canturrea. Todo es hermoso, tan lleno de luz y novedoso. Bucear en el Universo tiene su gracia, pero Estela comienza a extraĂąar su cama.
La nave de Estela se ha quedado en la Luna. “¿Cómo nadaré de regreso?”. Comienza a hacer frío y tiene hambre. Es una niña valiente pero el Universo es infinito. Con un poco de miedo, Estela mira hacia abajo. Desde allí, la Tierra parece una caracola. Entonces recuerda que sólo es un sueño. Se quita su casco y prepara su salto. Con un gran clavado, comienza el descenso.
Camino a la Tierra, Estela ve corales nebulosas, un cardumen de peces cometas, una anguila Vía Láctea y un hoyo negro lleno de tiburones. Cuando cruza la atmósfera, Estela extiende sus brazos. Como las cápsulas que aparecen en sus libros, Estela tendrá que hacer un acuatizaje. A seis metros del mar, respira muy hondo. Da un giro más como una clavadista olímpica. El mar la recibe con un gran chapoteo.
Estela patalea en sueños. Gira a la derecha, gira a la izquierda. Madre sonríe y se recuesta a su lado. Estela bosteza un poquito, abraza a su ballena y se prepara para otro viaje interestelar. Si así son las Estelas de mar, ¿cómo serán las Estelas de cielo?
Estrellas de mar. Estrellas de cielo se terminรณ de formar en agosto de 2020 en las oficinas de Monte Gatito. Para su formaciรณn, se usaron las fuentes Alegreya y Alegreya sc, de la fundidora Huerta Tipogrรกfica.