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Instituto San Gabriel: La espiritualidad /3
La espiritualidad /3
El P. Alberione da la máxima importancia a la Palabra de Dios y a la oración personal en la vida del Gabrielino. Recomendando el estudio de la Sagrada Escritura, dice de ella que “Es el libro más bello… Que está a los demás libros como el sol a la luciérnaga”.
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El Gabrielino se nutrirá cada día de la Palabra de Dios, bien convencido de lo que afirma el Fundador: «También es necesario… el estudio de la Sagrada Escritura: porque es el libro más bello, ¡de Dios! ¡Está a los demás libros como el sol a la luciérnaga, como la Eucaristía a una imagen de Jesús! Porque es la palabra que en la predicación atrae más la atención y tiene más eficacia; porque, si alguno lee al menos algún versículo cada día, adquirirá el espíritu de juzgar sobrenaturalmente las cosas humanas (ATP 56). «Diréis que el evangelio es difícil. No, no lo es, porque el Señor lo ha hecho precisamente para nuestra cabeza, como ha hecho el pan para el estómago. Como ha hecho la Eucaristía pan de nuestra alma, así ha hecho el evangelio que es el pan del corazón. Sin la sagrada Escritura estaréis siempre desorientadas: sería como si aquellas hermanas destinadas al coro no acudieran a él. Esta no es una de esas cosas que se dicen en bloque y que luego se pueden hacer o no hacer; debéis hacer de esto una ley» (1933, Prédicas inéditas).
El Gabrielino dedicará abundante tiempo a la oración personal, hasta que llegue a ser una “oración ambulante”: «¡Rezar mucho! Se dirá que no hay tiempo, pero entonces es necesario convertir todo el tiempo en oración. Hay almas que son como una oración ambulante, que camina. Hacen las cosas en casa, fuera de casa, en el trabajo, o también en la iglesia; pero cualquier cosa la hacen por Dios, unidas en espíritu a las Misas que se celebran
en la tierra, ofreciéndose siempre, junto con Jesús Hostia, a sí mismas. Entonces no debemos lamentarnos, hay tiempo para rezar; están las 24 horas de la jornada; incluso durmiendo, porque en la noche se pone la intención de que todos los movimientos de la respiración sean actos de amor a Dios, y de que todos los latidos del corazón que se tengan durante el sueño sean actos de amor de Dios. Entonces, todo sucede en el cumplimiento del querer de Dios. En la noche se pide al Señor preparar las gracias para mañana, y que envíe, mientras reposa, muchas almas al cielo para su eterno descanso».
Hay almas que se proponen dar al Paraíso al menos un alma durante la jornada, y liberar, al menos, un alma del Purgatorio. Así hace el apóstol y se tienen resultados. Pero, a veces, parece que el apostolado tiene el efecto contrario o, al menos, que no da resultados visibles. Pero cuando se continúa rezando, el resultado se tendrá siempre, incluso cuando parezca que se tiene el efecto contrario. Además, es Dios el que actúa, y “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31). Y si Dios está con nosotros, ¿qué cosa podemos no esperar de Dios? Hay almas víctimas, que detienen la justicia de Dios irritada; almas que no saben pensar si no en el bien; almas que se ponen en contacto habitual con Dios dondequiera que se encuentren: en el tren, en el autobús, mientras cocinan o lavan los platos, etc. En todo lo que hacen está la unión con Dios, que será más o menos sentida, pero que, poco a poco, será más sentida y hará al alma siempre más despierta, porque sentirá su unión con el Señor siempre más viva” (MCS 56-57).
Foto por Priscilla Du Preez en unsplash.com