NÚMERO 207 | ABR-JUN 2024
Sumario
Intenciones del mes de la Conferencia
Episcopal Española
AbrilJulio
Por quienes han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana en la Pascua y los que recibirán próximamente el bautismo, la primera comunión o la confirmación, para que profundicen cada vez más en su pertenencia a Cristo y a la Iglesia.
MayoJulio
Instituto
Instituto San Gabriel Arcángel:
Por quienes viven su espiritualidad cristiana ayudados por la piedad popular, para que, acogiendo la Palabra de Dios con fe y humildad, a ejemplo de María, crezcan en el conocimiento de la fe y la vivan con coherencia.
JunioJulio
Por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.
La alegría pascual
Todo el trimestre que ahora comenzamos, más exactamente desde el 31 de marzo hasta el 9 de junio, estamos invitados a vivir con intensidad el gozo pascual. Después de haber vivido en el silencio, la austeridad y la oración el tiempo de cuaresma, la comunidad cristiana, invitada a celebrar la vigilia pascual la noche del 30 al 31 de marzo, se dispone a vivir siete semanas de fiesta que desembocarán en la solemnidad conclusiva de Pentecostés. El motivo principal de esta alegría, a la que todos debemos entregarnos de manera incontenible, es la resurrección de Cristo, nuestro Maestro y Pastor, y el envío de su Espíritu. En efecto en un mundo lleno de noticias preocupantes, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, en medio de una sociedad indiferente - cuando no agresiva contra todo lo que huele a cristiano -, nosotros nos disponemos a celebrar la cincuentena pascual como si fuera un solo y prolongado día de fiesta.
Esta idea la expresa francamente bien el Padre Nicolás Schwizer, con las siguientes palabras: “Si queremos, no habrá un solo instante de nuestra existencia que pueda librarse de la alegría esplendorosa de Pascua. El verdadero cristiano es incapaz de vivir al margen de la alegría. Por Cristo, se ha visto introducido e instalado en la alegría, entregado a la alegría. En su vida no puede ya existir el fracaso; ni el pecado, ni el sufrimiento, ni la muerte son para él obstáculos insuperables. Todo es materia prima de redención, de resurrección, ya que, en el centro mismo de su pecado, de sus sufrimientos y de su muerte le espera Jesucristo vencedor. Por eso, los mayores sufrimientos y las mejores alegrías pueden coexistir, íntimamente unidos, en el lecho de una misma vida”.
Dejémonos contagiar, pues, por el gozo pascual, muriendo a lo que hay de negativo en nosotros; y resucitando, con Cristo, a la paz, a la fe, a la esperanza, al amor, a la alegría…
P. Antonio Maroño, SSPConocer a san pablo
Cronología
Es bastante fácil trazar el cuadro general de la vida de Pablo. Nacido al comienzo de la era cristiana (entre los años 5 al 15), en Tarso de Cilicia, por tanto “ciudadano romano”. Estudia bajo el maestro Gamaliel, en Jerusalén.
Sobre
los años 35-36 d.C.
descubre a Cristo en el camino de Damasco, se convierte y entra a formar parte de los seguidores de Cristo; sube varias veces a Jerusalén, donde se encuentra con Pedro y participa en el Concilio de los Apóstoles (año 49).
Sobre el año 45, Pablo es elegido, con Bernabé, para el primer viaje misionero, una intensa actividad misionera lo convierte en peregrino por toda el área del Mediterráneo, con estancias prolongadas en Antioquía de Siria, en Corinto, en Éfeso y en Roma, donde muere mártir en tiempos de Nerón (años 60-64).
Resulta difícil, sin embargo, concretar cronológicamente los diversos episodios de su vida, sus viajes y su misma muerte, que algunos colocan a comienzos del imperio de Nerón y otros al final.
El punto de referencia más seguro e importante para la biografía de Pablo es la inscripción de Delfos, de la que se deduce que el procónsul romano Galión residía en Corinto en el 50/51 (o todo lo más tarde en el 51/52); pues bien, Pablo se encontró con Galión en Corinto, bien al principio o bien al final del proconsulado. En todo caso, puede decirse que Pablo estaba en Corinto por el año 50. A partir de esta fecha se trabaja para ordenar cronológicamente la biografía de Pablo.
En los últimos años se ha discutido mucho el problema de la cronología paulina, con hipótesis y resultados sorprendentes. Al no poder entrar en detalles, nos limitaremos a aludir aquí a dos esquemas cronológicos de su vida: el tradicional clásico, que se basa sobre todo en los Hechos de los Apóstoles, y el crítico, que
destaca los datos ofrecidos por las cartas.
ESQUEMA CLÁSICO: Este sigue el ritmo de la misión de Pablo en tres grandes viajes; pone el concilio de Jerusalén, entre los años 49/50, después del primer viaje; la prisión en Cesarea, en el bienio 58/60; la llegada prisionero a Roma, en el bienio 60/ 62; y el segundo arresto y la muerte se sitúan en el 64 o en 67.
ESQUEMA CRÍTICO: En cuanto al segundo esquema, pone el concilio de Jerusalén entre los años 50/51, después del segundo viaje misionero que llevó a Pablo a Grecia; entre los 52/55, la estancia en Éfeso; en el 56, el arresto en Jerusalén; en el invierno 57/58, el viaje prisionero a Roma; en el 58/60 la residencia obligada –prisión domiciliaria -, en la capital del Imperio y en el 60 el martirio bajo Nerón.
Antes de entrar en el siguiente tema: LA CONVERSIÓN DE PABLO -que muchos autores denominan, más bien LA VOCACIÓN, puesto que Pablo no tomó una nueva fe que implicara conversión, sino que dentro de la fe en las Escrituras,
hubo de conocer a Cristo-, hagamos unos breves incisos:
1) Pablo fue un violento perseguidor de la Iglesia naciente, precisamente por su “celo” en defender la fe en las tradiciones religiosas del pueblo de Israel.
2) Actuó con toda la autoridad del Sanedrín en Palestina, e iba a hacerlo fuera de su territorio (Damasco). El propio Pablo se confiesa perseguidor (1Tm 1-13; Flp 3,6; 1Co 15,9; Ga 1,13).
3) ¿Qué sabia Pablo sobre Jesús? Algunos autores –basándose en 2Cor 5,16-, dan como hecho la posibilidad de que hubiese visto a Jesús en alguna ocasión, ya que era un Rabí famoso por su predicación y milagros; además, su participación en las acusaciones contra los cristianos, ante el tribunal judío, manifiestan cierto conocimiento de la predicación del Maestro.
Cuando se ofende al papa con mofas
Pocos días atrás, nos hemos enterado de que un grupo de presbíteros desadaptados habían injuriado al papa Francisco en una suerte de «tertulia» online en Internet.
Al cierre de esta edición se supo que suspenden voluntariamente sus apariciones.
Sus afirmaciones de que «debemos orar para que Francisco se vaya pronto al cielo», junto a otras invitaciones a «rezar más fuerte» para que esto suceda, han sacudido a las redes sociales, así como a la opinión pública y ni qué decir tiene dentro de la comunidad eclesial, donde un arzobispo tuvo que deslindar responsabilidades acerca de lo que opinen sus curas en las redes, y anunciando «correctivos», que
incluirían la suspensión del ministerio a los responsables.
Parece ser que ahora hay que perder el tiempo en delinear el perfil del nuevo papa, poniendo en contraposición lo que Francisco ha hecho mal o aquello que ha dejado de hacer, olvidando el legado que dejará a la Iglesia contemporánea, junto a nuevas intuiciones que ya se vienen estudiando.
En principio, debemos considerar que hoy en día, el modo de revertir las cosas en la vida cristiana pasa por vivir a plenitud la «Alegría del Evangelio» y la «Fraternidad abierta», dos actitudes promovidas desde el inicio por Francisco, vistas como dos pulmones que le han dado algún aire a la Iglesia en la última década.
Saber dar gracias
Sin querer agotar su pontificado, hay que puntualizar que fue también él, quien en este último decenio «hizo lío» con sus sonados documentos, tales como las tres encíclicas y varias exhortaciones apostólicas, junto a otras enseñanzas. Entre esas estuvo la esperada constitución Praedicate Evangelium, con la que se viene reformando la curia vaticana casi por completo, y que podría ser la causa de tanta acritud por parte de algunos afectados.
Conmueven sus cartas sobre la protección de los menores, la de San José, la del significado del «Belén» y la que incorpora el «Ofrecimiento de la vida», como una nueva ruta hacia la causa de canonización.
Instituyó jornadas de reflexión y oración, ya sea por los olvidados ancianos, los abandonados pobres
o el agredido medio ambiente, que han permitido, a muchos, volver al centro del evangelio y a los deseos del Creador.
Asimismo, acertó con las autógrafas que nos hablaron de la misericordia divina o la que acorta y facilita el proceso de nulidad matrimonial; también está la muy fresca Desiderio desideravi , sobre la necesaria formación litúrgica del Pueblo de Dios. Sumado a estas, publicó indicaciones muy justas para la creación del ministerio del catequista y la dación del lectorado y el acolitado de las mujeres.
Han sido once años, durante los cuales ha venido pidiendo a los católicos que seamos más misericordiosos que justicieros y más fraternos que impermeables, aún con los que «no pasan por la puerta».
Mientras tanto, el Papa insiste en un solo mensaje, dirigido a cada cristiano: que dejemos de «balconear» y que siempre «primeriemos». Vale decir, que «salgamos» a evangelizar, hasta que se «gaste la suela del zapato».
Instituto Virgen de la anunciación
Encuentros con Cristo
La súplica que debe ser frecuente y casi continua es: “Virgen María, Madre de Jesús, ¡santifícanos!”
Este es el objetivo de los Ejercicios Espirituales y de toda la vida: la santificación, máximo fruto a cosechar de este curso de ejercicios espirituales. Recordar la parábola narrada por el Maestro Divino: Salió el campesino a sembrar el grano; pero al echar la semilla, una parte cayó en la tierra y los pájaros la recogieron, o también los transeúntes la pisotearon y no produjo fruto. Una parte cayó en terreno arenoso, empedrado y la semilla nació, pero faltando la humedad, pronto se secó y no produjo fruto. Una tercera parte cayó en terreno cubierto de espinas y de ortigas; la semilla nació, pero pronto fue sofocada y así ella tampoco dio fruto.
He aquí las prédicas inútiles: cuando caen en terreno no adecuado, no preparado. Son los
corazones los que deben estar preparados, para que la semilla divina se desarrolle, crezca, produzca fruto.
Pero el sembrador encontró un terreno bueno, el Evangelio dice incluso “óptimo”. Una parte de las semillas cayeron en este terreno bien preparado, ¿y cuál fue el resultado? Esas semillas se desarrollaron, crecieron bellas plantas. ¿Y cuál fue el fruto? El treinta por ciento, o sea, unos granos produjeron treinta. Otra parte cayó en terreno todavía mejor, el grano produjo incluso sesenta. Una tercera parte caída en el terreno óptimo produjo el cien por ciento (cf Mt 13,3 ss).
He aquí como puede ser el resultado de los Ejercicios. En los Ejercicios hay predicaciones, hay reflexiones, hay buenas lecturas, hay inspiraciones divinas. En un
alma puede ser que produzca el treinta; y terminados los ejercicios está muy contenta por el fruto, porque los días han sido buenos y provechosos. Almas en las cuales la voluntad es también mayor, mejor y la palabra de Dios produce en sesenta por ciento: en sesenta en fervor, sesenta de méritos, de unión con Jesús. Luego hay almas que producen el ciento por uno. Hay almas que salen de los ejercicios indiferentes, sin fruto; y almas que salen de allí ricas, con buenos propósitos, después de haber orado mucho y comenzar una vida más santa. El treinta, el sesenta, el ciento por uno. Quien hace los ejercicios debe preguntarse: ¿Qué terreno soy yo? ¿Qué terreno quiero ser? ¿Al menos un terreno bueno, o también mejor, o incluso óptimo?
“Virgen María, Madre de Jesús, ¡santifícanos!”. ¿En qué cosa está esa santidad de la cual se habla tanto? Consiste en dos partes, y esto es quitar el mal y meter lo que es bueno. Quita el pecado y mete las virtudes, quita la tibieza y mete el fervor, quita los defectos y mete lo que hay de más santo, más perfecto. Quita el mal y mete el bien: esta es la santificación,
por tanto la aplicación del treinta, del sesenta, del cien por ciento.
¿Cuál es el medio más eficaz, más poderoso y que tenemos a la mano siempre para quitar el mal? La Confesión. ¿Y cuál es el medio más eficaz, más poderoso para traer el bien? La Comunión. Quita el mal y pon a Dios que es sumo bien. Este trabajo de santificación radica justo en esto: la Confesión que borra los pecados, cuando el alma se presenta bien preparada, bien dispuesta; también quita las venialidades que puede haber; también quita los malos hábitos, la tibieza, la frialdad del alma; nos vuelve cautelosos para no ponernos en ocasiones peligrosas y nos encamina por la vía más santa, un camino de subida. Porque, ¿qué cosa es la santidad? Es la vida vertical, o sea de suida, no una vida horizontal, plana, sino una vida que sube. Eso que expresamos diciendo: crecimiento en Cristo.
El apostolado de la reparación /1
«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración»
(Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae, 3)
El beato Santiago Alberione, en oración ante Jesús, Hostia de reparación, pedía en primer lugar, que la reparación por los propios pecados e invitaba a sus hijos espirituales a hacer el apostolado de la reparación:
En una de sus oraciones encontramos las pautas de su devoción reparadora:
“Te pido, oh Jesús Maestro, tres gracias antes de morir:
• Que me permitas reparar todos los pecados y las gracias perdidas por insensatez o malicia;
• Que pueda llegar a la perfección y méritos a que me has destinado creándome;
• Perdón y reparación por todos los pecados y por las gracias que otros han perdido por mi causa”.
El P. Alberione no solo reparaba por sus propios pecados, sino que también invitaba a sus hijos espirituales a hacer el apostolado de la oración de reparación:
“El apostolado de la oración es el más importante de todos los apostolados. Y además, junto con el de la reparación, tiene una ven-
taja sobre otras formas de apostolado: es el que todos y siempre pueden hacer, porque «entre los apostolados, el más simple, fácil es el de la oración ( Prediche 5, p. 69) . Además, todas las otras varias formas de apostolado pueden terminar por varios motivos, por razón de la edad, la enfermedad… El apostolado de la oración [de reparación] siempre se puede hacer, hasta el último instante de la vida”.
Respondiendo a la invitación del Fundador, los esposos del Instituto Santa Familia, además de hacer reparación por los propios pecados, están invitados a reparar por los pecados del cónyuge y, de manera particular, por sus propias infidelidades. Como padres, deben reparar por las culpas de sus propios hijos.
Los esposos consagrados, haciendo el apostolado de la oración, están llamados a reparar por los pecados de las otras familias cristianas. En particular, por los pecados de divorcio y aborto. Según el beato Santiago Alberione, estos pecados son debidos al mal uso de la mala prensa, del mal cine, de la mala televisión; son más graves y más numerosos.
Reparando por los pecados causados por el divorcio y el aborto, los esposos están invitados a ofrecer a Dios todas las Mi-
sas que se celebran en el mundo, implorando la conversión de los que usan los medios de la comunicación social para justificar, exaltar, defender este gravísimo pecado, no reconociendo el Magisterio de Cristo y de la Iglesia. En espíritu de reparación, haciendo el acto de reparación, también deben invocar misericordia para aquellos que, engañados y seducidos por la propaganda del error, han quebrantado la fidelidad conyugal y cometido abortos. (Seguirá).
DATOS ESTADÍSTICOS
En España se han practicado, de media, unas 100.000 interrupciones voluntarias del embarazo desde que entró en vigor la actual ley de plazos, del año 2010. Y, según datos del INE, un total de 90.582 parejas se separaron, divorciaron o pidieron la nulidad del matrimonio en el año 2021.
El sacerdote, testigo de esperanza
Estamos en el umbral del Año
Santo de 2025 bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”
El papa Francisco ha hablado muchas veces de la esperanza, que la ha definido como “la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte”. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor Resucitado, que viene con gran poder y gloria. La esperanza, por lo tanto, no es algo, sino alguien, tal como san Francisco exclama en las Alabanzas del
Dios Altísimo: “¡Tú eres nuestra esperanza!”. Y “no abandonará a todos los que esperan en él”.
La vida del sacerdote es un peregrinar interior que se acompasa a los dolores, avatares, inclemencias, alegrías, luces y sombras de un camino exterior de los hombres de nuestro tiempo. El hecho mismo de peregrinar nos muestra que somos viadores hacia la patria celestial, que encuentra en este mundo hitos y
consuelos en las distintas formas de presencia que el Señor dispone para aumentar en nosotros la esperanza.
Como sacerdote, la peregrinación debe ser un claro signo de esperanza, un tiempo de aliento, una ocasión para reposar intuiciones, anhelos, esperanzas y deseos. Poder compartir con sacerdotes que tienen un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo, es siempre encontrar un lugar de reposo porque el Señor se hace presente en compartir la misma verdad, al mismo Cristo.
El sacerdote en su peregrinar debe ser el agente de la “esperanza”. Para ello debe redescubrir la virtud teologal de la esperanza, que por una parte, impulsa al cristiano a no perder de vista la meta final que da sentido y valor a toda su existencia y, por otra, le ofrece motivaciones sólidas y profundas para su compromiso cotidiano en la transformación de
la realidad para hacerla conforme al plan de Dios. Es el hombre que, a la luz del Evangelio, difunde el sabor de Dios a su alrededor y transmite esperanza a los corazones inquietos.
“El sacerdote es el hombre del futuro” porque “se ha tomado en serio el buscar las cosas de arriba”. Así lo afirmaba el papa Benedicto XVI en un afectuoso mensaje a los sacerdotes, del “Encuentro Internacional Sacerdotal” que se celebró en Ars (Francia), con motivo del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney. “El sacerdote –afirmaba Benedicto XVI– está llamado a servir a los hombres y a donarles la vida de Dios. (…) Es hombre
de la Palabra divina y de las cosas sagradas, y debe ser hoy más que nunca un hombre de la alegría y de la esperanza. A quienes no pueden concebir que Dios sea Amor puro, afirmará siempre que la vida vale la pena ser vivida y que Cristo le da todo su sentido porque ama a todos los seres humanos”.
Como sacerdotes debemos aceptar el don del Espíritu Santo que «suscita en nosotros una cierta esperanza de que nada “nos podrá separar jamás del amor de Dios, en Cristo Jesús Señor nuestro”. Por esta razón, el Dios revelado en la «plenitud de los tiempos” en Jesucristo es verdaderamente
“el Dios de la esperanza”, que llena a los creyentes de alegría y paz, haciéndolos abundar “en la esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
El sacerdote está llamado a ser testigos en el mundo de esta experiencia gozosa, “siempre dispuestos a responder a todo el que pida razón de la esperanza” que hay en ellos.
La Biblia está llena de esperanza. Abraham “creía firmemente en la esperanza contra toda esperanza”. El papa Francisco señala que Abraham, en un momento de desconfianza, en lugar de pedir el hijo prometido que no vino, “se vuelve a Dios para ayudarle a seguir esperando”. Es curioso, no pidió un hijo. Pidió: “Ayúdame a seguir esperando”, la oración de tener esperanza... No hay nada más hermoso. La esperanza no defrauda.
Benedicto XVI dedica toda una encíclica, “Spe Salvi” , a la esperanza. La describe como una virtud performativa, capaz de “producir hechos y cambiar la vida”. En la carta a los Romanos, san Pablo habla de la salvación en la esperanza. “La redención –escribe Benedicto XVI– se nos ofrece en el sentido de que se
nos ha dado una esperanza, una esperanza fiable, en virtud de la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, incluso un presente fatigoso, puede ser vivido y aceptado si conduce a una meta y si podemos estar seguros de esta meta, si esta meta es tan grande como para justificar la fatiga del viaje”.
Ante la abundancia de profetas de desventuras dentro y fuera de la Iglesia, que llevan anunciando desde hace décadas la cultura del acabamiento y muerte, son necesarios sacerdotes de esperanza: hombres que levanten los ojos y contemplen los campos “que ya están dorados para la siega”.
La oración alimenta la esperanza, entonces cuando rezamos estamos siempre y en todo caso ejercitando y aplicando la esperanza. Y no podríamos vivir sin esperar que nuestras oraciones sean respondidas. La esperanza que se dirige a Cristo y confía en él pasa a través de sus sacerdotes, hombres de Dios que dan testimonio de esa esperanza que es el mismo Cristo.
La profesión de los consejos evangélicos /2
Proseguimos con la publicación del artículo de Giancarlo Infante, Gabrielino de Italia, que hemos iniciado en el número anterior de Alégrate, dedicado a la espiritualidad de los Gabrielinos
6. Las raíces de nuestra vida espiritual son esencialmente estas: Eucaristía, Liturgia de las Horas, meditación, estudio, lecturas espirituales.
- La Eucaristía es el punto focal de nuestra vida cristiana. El Señor nos llama cada día para rememorar su sacrificio salvífico: un encuentro y una experiencia fuertes de crecimiento, de gratuidad divina, de participación en el misterio y en el designio del Padre.
- El P. Alberione recomienda, además, que la Comunión sea unión de cuerpo y unión de corazón, unión de voluntad,
unión sobre todo de inteligencia, para llegar pensar como Jesús: «No basta una comunión solo de cuerpo o solo de corazón o solo de voluntad, sino en primer lugar de mente; hemos de unirnos con nuestra más noble facultad a la mente de Jesús, para tener con él una sola mentalidad » (Alma y cuerpo para el evangelio, p.100) […].
- La Palabra de Dios, acogida y escuchada en el corazón, en las instancias de la historia, vivida y orada en la Liturgia de las Horas y en la “lectio divina”, especialmente en la adoración eucarística, baja a lo concreto de
la vida diaria para ser encarnada y compartida, transformando el hombre viejo en discípulo de Jesucristo casto, pobre, obediente. La meditación tiene para nosotros una importancia primaria, porque el “rumiar” la Palabra de Dios escuchada en la Misa diaria, evocándola a menudo en el curso de la jornada, ayuda a definir el primer objetivo para cada Paulino y Gabrielino, representado por el: “hacer vivir a Cristo en nosotros ”. Por lo demás, como decía el Fundador: «meditar es oración mental» (Los Novísimos meditados ante el Santísimo Sacramento, p. 15).
- Cada Gabrielino está llamado a tener una confianza especial en María Santísima Madre de Dios y Reina de los Apóstoles […]. Confianza, como se ha dicho antes, en el Arcángel Gabriel, patrono del Instituto, que anunció la encarnación de Jesús, y está comprometido en proclamar y defender la Verdad en todo tiempo, contra la «astucia de los hombres que lleva al error» (Ef 4,14), en alabanza a Dios, para la salvación de los hombres. No descuidar el poder misterioso que está en correlación con el rezo asiduo y devoto del Santo Rosario meditado.
- La frecuencia de los sacramentos, el examen de
conciencia y la formación espiritual que la Sociedad de San pablo nos ofrece con sus intervenciones, de manera especial a través de la guía directa o indirecta del Delegado Provincial, son canales de gracias e itinerarios muy provechosos para nuestro discernimiento y progreso en la vida del espíritu de Jesús Maestro […].
7. El esmero en la formación teológica de base, la oración meditada, los tiempos fuertes del año litúrgico, los Retiros, los Ejercicios Espirituales constituyen el “trabajo” del que a menudo habla nuestro Fundador, a cuya santa persona y enseñanza hemos de referirnos siempre con la debida humildad y gratitud. Todo esto está orientado a seguir un adecuado camino de vida paulina secular, que también se presenta como una señal de contradicción respecto al mundo, en vistas de su conversión,
operada también, en modesta parte, por nuestra acción de laicos consagrados.
8. Nuestra vida de consagración se desarrolla en el siglo mediante la relación con el prójimo orientada siempre a la socialización, a la pronta disposición a perdonar los contratiempos recibidos, evitando el espíritu de revancha y atropello sobre el que se ha rendido, a menudo sin darse cuenta, a causa de actitudes que a nosotros nos parecen contrarias. Hacerse prójimos en la caridad, en el ámbito del trabajo, en el propio lugar de residencia y territorio, en el tiempo libre que nos lleva necesariamente a:
- examinarnos con método sobre la coherencia de nuestro comportamiento en orden a nuestro programa de adhesión a la mentalidad de Jesús Maestro y de san Pablo, para participar, de manera provechosa, en
los encuentros periódicos programados por el Instituto, en los que se nos dan enseñanzas y estímulos para proseguir por el camino de la perfección;
- tener capacidad de escucha y voluntad de compartir el bien recibido con el cohermano que nos interpela;
- verificar si nuestro obrar en la sociedad, en la profesión, es coherente con las opciones evangélicas de la caridad, de la mansedumbre, de la verdad;
- reflexionar sobre el modo en que empleamos el tiempo libre o el descanso, para no apartarlo del compromiso asumido con nuestros Consejos Evangélicos, para nuestro bien y el de la Iglesia. De hecho, apelar al “Secreto del éxito”, para dedicar después, habitualmente, muchas horas a entretenimientos (televisión, internet, etc.), quizás no sea el mejor modo de vivir la propia consagración.
- comprometernos a tener un uso equilibrado de los instrumentos tecnológicos y digitales, evitando, con la ayuda divina, todo lo que pueda perjudicar nuestra vocación.
"Certeza, no vaga probabilidad"
La esperanza
La acción transformadora del Espíritu en el fiel, que lo abre a la fe hasta la adhesión completa a Dios, le asegura la existencia continua y las gracias para alcanzar el fin último y llegar a gozar, un día, de la bienaventuranza eterna: he aquí la Esperanza.
Esperanza es “apoyarse” en la omnipotencia, misericordia y fidelidad de Dios. En tal sentido, la esperanza se traduce en certeza: aquel Dios que ha estado presente hasta hoy, no dejará de prolongar su asistencia hasta nuestro último día. Precisamente, esto es lo que convierte a la esperanza en “el más suave consuelo y en el más fuerte apoyo en la vida”.
El tema de la esperanza ha estado muy presente en la enseñanza del P. Alberione (1).
El P. Alberione envía a pedir, en la oración, la “esperanza activa”, que genera en nosotros “el deseo de ser encontrados en el juicio semejantes” a Jesús, como el Fundador invita a sus hijos a orar. Por esto:
• La esperanza hace que la voluntad se mueva a observar los mandamientos divinos;
• la esperanza aparta a los hombres de los deseos mundanos mediante la vigilancia sobre sí mismos y el continuo regreso al Padre en el sacramento de la reconciliación;
• la esperanza mueve a la voluntad a adherirse, cada vez más amorosamente, a la voluntad divina;
• la esperanza activa orienta al hombre a no concederse descansos en la gradual búsqueda de lo que es bueno y perfecto, reproduciendo en sí mismo las mociones de Cristo Jesús, hasta la santificación de la voluntad;
• la esperanza infundirá en el consagrado un solo pensamiento dominante: dejarse santificar, y pronto, ¡y en grado sumo! Lo exigen su vocación y su misión.
(1). Es muy útil que nos detengamos un poco sobre lo que escribe en BM, pp. 202ss, como comentario de Heb 4,14-16:
“La esperanza es de gran ayuda y consuelo en la obra de nuestra santificación. Nos une a Dios, apartándonos de los bienes de la vida presente: la estima de los hombres. Los bienes temporales. Ahora bien, la esperanza nos hace ver estas cosas miserables en sí, y fugaces en su duración. Estas cosas nos procuran muy escaso consuelo, y todas desaparecen con la muerte: el alma lleva consigo solo el bien o el mal que haya hecho. Solo Dios lo es todo, es eterno, es felicidad inacabable.
La esperanza con confianza es condición necesaria para alcanzar las gracias…
La esperanza nos inspira una generosa actividad, vivos deseos del paraíso, ardor en la oración, energía en el trabajo, seguridad de que Dios está con sus servidores fieles que se fían de Él… El que está seguro de la victoria se mantiene firme en el buen camino y en el apostolado”.
Al Fundador le apremia, sobre todo, que el ejercitante crezca en la esperanza. Y es en esta luz que invita, en el libro
citado (pp. 203ss), a meditar 1Pedro 1,13-15:
“1. Se crece en la esperanza por medio de la oración y de repetidos actos de deseo, de confianza, de amor a los bienes celestiales. El Señor la infunde en el alma de quien ora. Nuestra cooperación es condición indispensable para toda virtud. Somos ayudados por Dios (1Cor 13,9). Trabajar, sufrir, orar luchar por el cielo y por el acrecentamiento de las virtudes lleva al robustecimiento y ardor en la esperanza. Es necesario, por lo tanto, estar bien convencidos de que, en la obra de nuestra santificación todo depende de Dios; pero tenemos que actuar como si todo dependiese solamente de nosotros; en efecto, Dios nunca nos niega Su gracia; de ahí que, en la práctica, solo nos debemos de ocupar de nuestros esfuerzos.
2. Todos debemos hacer, de cuando en cuando, especialmente cuando somos tentados y estamos en peligro de muerte.
Podemos encontrarnos con dos peligros: la presunción y la distracción…
3. Elevemos el corazón y la mirada al cielo: “Para que también nosotros lleguemos a habitar con el espíritu en la morada celestial” …
Todo lo que hace Dios es para nuestro bien. “Los mismos dolores físicos y morales se pueden cambiar en preciosas perlas para el cielo”.
El amor a Jesucristo
“Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada” (Lc 10, 41-42)
Son las palabras que Jesús dijo a Marta, hermana de María, en casa de su amigo Lázaro, hermano de ambas, donde había sido invitado a una comida. María escuchaba su Palabra, sentada a los pies del Señor.
Jesús habla de la necesidad de sólo una cosa para vivir; el relato nos muestra de qué se trata: de escuchar su Palabra. Esa Palabra cuando, es acogida, lleva a amarle; nace el amor a Jesucristo como lo amaban los primeros cristianos y los verdaderos cristianos de todos los tiempos.
El amor a Jesucristo se convierte en lo más importante de la vida de un cristiano hasta llegar a ser lo único necesario; porque este amor tiene la capacidad de centrar la vida, a la vez que abre al amor hacia todo y a todos, aparte de ser una liberación. Este amor se sostiene y crece a través de la escucha de su Palabra, que se convierte en una necesidad vital, la única necesaria.
El amor a Jesucristo es la correspondencia del cristiano al Amor de Cristo, manifestado en la escucha de su Palabra,
de ahí que no pueda prescindir de la misma, fuente inagotable de Vida Eterna, siempre viva y siempre nueva.
El amor a Jesucristo es un don del Espíritu Santo, un verdadero regalo del Cielo que, como la mayoría de este tipo de regalos, no se valora; e incluso muchas veces ni se le hace caso, creyendo que es algo propio y natural. Es un amor que abarca todo el ser.
Unas veces conmociona y alegra, otras no, porque este amor, como todo verdadero amor, está por encima de los sentimientos, y es la voluntad quien siempre dirige, voluntad en la fe y ayuda por parte de Dios.
De todas formas, creo que en ello siempre debemos empezar una y otra vez, y dejarnos conducir por su Espíritu de Amor, que el mismo Jesús nos envía. El amor a Jesucristo es lo más im-
portante para un cristiano, que debe luchar, vigilar y orar para que nadie se lo robe. ¡Es tan fácil, y hay tanto ladrón en forma de personas, acontecimientos y cosas! Este amor es el mayor tesoro que alguien pueda encontrar. Creo que es el Amor al que toda persona tiende, porque sacia esa sed de eternidad de todo ser humano.
¡Qué amor tan grande el de tantos cristianos, sobre todo los mártires! Gracias, Señor, por amarnos y por concedernos este don de quererte amar.
Madre, María, tú que eres modelo de amor a Jesucristo en todos los estados de la vida, enséñanos y ayúdanos a quererle como lo quisiste tú. Amén.
Engendrar como María: Una mística apostólica /1
Damos al mundo a Cristo con la debilidad de nuestra condición y en el contexto de una lucha muy dura, aunque a menudo poco evidente
Laúnica esperanza de conseguirlo está en la forma auténticamente evangélica de nuestra existencia de bautizados, de modo que, cuanto más nos dejemos cristificar por el Espíritu, más sabremos engendrarlo en los otros. El secreto de este éxito es trinitario; si me dejo contagiar por el yo crístico, soy proyectado necesariamente fuera de mí, porque el yo de Jesús está totalmente dirigido al Padre y a los hermanos; me hago apóstol porque me apropio del alma apostólica del Maestro. La verdadera consagración a María requiere que nos familiaricemos con dos principios básicos de lo que podemos llamar “mística apostólica”: la intimidad en el ocultamiento.
Despejemos enseguida el campo de los equívocos: intimidad e intimismo no deben confundirse. Isabel de la Trinidad decía de María que “en ella todo sucede en el interior”, en el sentido de que los milagros de la gracia tenían lugar en su corazón y la transformaban: la intimidad en María es lo contrario de la superficialidad. “Íntima” es la vida de quien ahonda la propia conciencia en la esfera del Espíritu, que en nosotros grita “¡Abbá! ¡Padre!” ( Rom 8,15 ), y sabiéndose hijo discierne y elige según el evangelio. Por desgracia, las personas creyentes que viven así son pocas; la mayoría se conforma con algún pensamiento bueno que nunca
se posa en el crudo terreno de determinaciones cotidianas, y también cuando se hacen “cosas buenas”, suele ser para ser vistos por los hombres (cf Mt 6).
Sin esta intimidad con Cristo el apostolado es una caricatura, una puesta en escena de comediantes. María ha dado al Hijo porque lo ha llevado en su seno; para ella, la primera apóstol, el donar a Cristo al mundo fue la consecuencia irresistible de un modo singular de sentirse involucrada en la vida misma de Dios. La escena de la visita a Isabel nos lo recuerda de manera inequívoca: se lleva a Cristo porque se ha concebido gracias a la semilla de la Palabra escuchada y acogida. Por eso la mística sólo puede preceder al apostolado y acompañarlo, porque colocarse en la vida del Espíritu permite a nuestras acciones tener el sabor de Dios. No estamos lejos de la enseñanza del Maestro: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos a mí (Jn 15,4). Don Alberione tenía en su mente esto cuando, de manera genial, definía al apóstol como “el templo de la SS. Trinidad que
en él es sumamente operante”. Es Cristo apóstol que vive en mí cuando hago apostolado, así como el Niño que vive en María era quien santificaba a Isabel con su Espíritu.
Vivir la intimidad tiene también otra implicación. Precisamente porque experimentamos la acción del Espíritu en nosotros, nos sentimos conducidos a estimar al máximo los medios de la gracia en el desarrollo del apostolado. Si bien actualmente nadie puede sustraerse a la necesidad de moverse y servir al prójimo de un modo profesional y organizado, sin embargo, quien vive con “espíritu mariaforme” dará gran importancia a los sacramentos, a la oración de intercesión, al ofrecimiento de las tribulaciones para el bien del prójimo (cf Col 1,24 ), recordando que María fue la más grande y perfecta colaboradora del Redentor, simplemente permaneciendo en continuo discernimiento y dejándose formar por las palabras del Hijo.
La religiosidad entre los jóvenes
Un estudio reciente que muestra ligero crecimiento
La religiosidad entre los jóvenes
Con el fin de medir el estado de la religiosidad y la fe entre los jóvenes, la encuesta tuvo lugar en noviembre y diciembre de 2023 en ocho países: Argentina, Brasil, Italia, Kenia, México, Filipinas, España y Reino Unido.
Lamañana del jueves 29 de febrero se presentó en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz los resultados de una encuesta internacional sobre jóvenes, valores y religión promovida por el grupo de investigación “Footprints. Jóvenes: expectativas, ideales y creencias”, de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma, junto con otras siete universidades de todo el mundo, con el apoyo de la agencia española GAD3.
Con el fin de medir el estado de la religiosidad y la fe entre los jóvenes, la encuesta tuvo lugar en noviembre y diciembre de 2023 en ocho países: Argentina, Brasil, Italia, Kenia, México, Filipinas, España y Reino Unido. La muestra estuvo constituida por 4,889 personas entre 28 y 29 años de edad. Entre los resultados más relevantes está el aumento de la espiritualidad entre los jóvenes de todo el mundo.
Otros datos relevantes muestran:
1. Sobre la fe y la vida espiritual de los jóvenes:
Este aumento de la espiritualidad se registra de manera fuerte en países como Kenia, Filipinas y Brasil , alcanzando el 82% y el 92% de los jóvenes que se identifican como «creyentes».
Si nos fijamos en naciones en plena secularización, como España e Italia, emerge una profunda convicción de fe por parte de los entrevistados. El 60% de los jóvenes católicos españoles e italianos considera la participación en misa tan fundamental como recibir la Eucaristía.
Hay países que se sitúan en una posición «intermedia» en cuanto a la manifestación de fe por parte de los jóvenes: México (71%) y Argentina (51%).
Hay un gran porcentaje de mujeres creyentes en países como Kenia (93%), Filipinas (83%) y Brasil (81%), y en general el número de mujeres católicas es más alto también en el mundo (52%).
En cuanto a la visión de la Iglesia, la mayoría de los jóvenes creyentes considera que es una institución que contribuye al bien de la sociedad (76%).
2. Sobre los problemas sociales
Un segmento importante de la muestra denuncia la corrupción política (94% entre los creyentes, 85% entre los no creyentes) y los problemas relacionados con la ecología (93% entre los creyentes, 85% entre los no creyentes).
La pena de muerte y la justificación de la guerra encuentran igual oposición entre católicos y miembros de otras religiones y ateos.
También hay una gran convergencia en la oposición a la legalización de la prostitución (70%).
3. Jóvenes ateos
Entre los que se identifican como «ateos» en la muestra, emerge, sin embargo, el interés por la vida después de la muerte y una comprensión adecuada del sufrimiento; los porcentajes son más elevados en el caso de Kenia y Filipinas.
También en estos dos países, a pesar de que el 70% de los jóvenes se declaran no creyentes, declaran que consideran la oración un aspecto importante de sus vidas.
“Footprints. Young People: Expectations, Ideals, Beliefs” es un grupo de investigación internacional e interdisciplinar de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, lanzado en 2022, que tiene como objetivo escuchar continuamente a los jóvenes para tratar de comprender mejor sus valores, expectativas y esperanzas, a través de encuestas y grupos de discusión. Esta primera fase del Proyecto se dedicó a investigar la religión, la fe y los valores de los jóvenes. Además de la Santa Cruz, participaron otras siete universidades: Universidad Panamericana, de México; Universidad Católica de Buenos Aires, en Argentina; Universidad de Navarra, en España; Strathmore University, de Kenia; Saint Mary’s University, de Londres; University of Asia and the Pacific, de Filipinas; y The State University of Campinas, de Brasil. Están previstas encuestas posteriores sobre trabajo y relaciones.
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Trasladada del 25 de marzo, el día 8 de abril celebraremos la Solemnidad de la Anunciación del del Señor, titular del Instituto Paulino de Nuestra Señora de la Anunciación.
“Es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen” -leemos en la Marialis cultus, de san Pablo VI-: “del Verbo que se hace hijo de María y de la Virgen que se convierte en Madre de Dios. Con relación a Cristo, como memoria del “sí” salvador del Verbo Encarnado, como conmemoración del principio de la Redención. Con relación a María, como fiesta de la nueva Eva, Virgen fiel y obediente, que con su “sí” generoso se convirtió, por obra del Espíritu Santo, en Madre de Dios y también en verdadera Madre de los vivientes”.
Como no sabemos cuándo sucedió el acontecimiento decisivo de la Encarnación, ya desde muy pronto, se pensó celebrarlo nueve meses antes de la Navidad (del 25 de marzo al 25 de diciembre), en la fecha que, además, coincide con el equinoccio de la primavera, que los antiguos creían que había sido también el inicio de la creación. Estos ya los hacía san Agustín.
En la liturgia hispánica se decidió, durante el concilio X de Toledo, el año 656, que era mejor cambiar la fecha, para que no coincidiera con la cuaresma. Por eso, sin dar importancia a lo de los nueve meses, prefirieron colocar esta celebración unos días antes de la Navidad, el 18 de diciembre.
Expresamos nuestra cordial felicitación a las Anunciatinas de España y del mundo.
Abril
2. Nacimiento del venerable Francesco Chiesa, en Montà d’Alba-Italia (1874).
4. Nacimiento del beato Santiago Alberione, en San Lorenzo di Fossano-Italia (1884).
- Aniversario de la muerte del P. Cecilio Ortiz (2018).
6. Aniversario de la muerte de la Hna. Francisca Antón, PDDM (1967).
7. Aniversario de la muerte de la Hna. Mari Carmen Cabezas, HSP (1999).
8. Aprobación Pontificia de los Institutos Agregados a la Sociedad de San Pablo: San Gabriel Arcángel y Virgen de la Anunciación (1960).
- Jornada por la Vida y Jornada y Colecta por las vocaciones nativas.
15. Aniversario de la muerte del Hno. Simón Ruiz, SSP (2016).
20. Aniversario de la muerte del P. Antonio Díaz, SSP (2008).
21. IV Domingo de Pascua. Jesús Buen Pastor: Titular de las Hermanas Pastorcitas.
- Jornada Mundial de oración por las Vocaciones y las Vocaciones Nativas (61ª).
22. Aniversario de la muerte del Hno. Arturo Bolaños, SSP (1999).
27. El P. Santiago Alberione es declarado beato (2003).
6. Nace el venerable Mayorino Vigolungo, en Benevello-Italia (1904).
12. Fiesta de la Ascensión del Señor. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (58ª).
18. Fiesta de María Reina de los Apóstoles. Titular de las Apostolinas y del Santuario “Reina de los Apóstoles”.
- Aniversario de la muerte de la Hna. Rosita Díez, PDDM (1966).
19. Domingo de Pentecostés. Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.
26. Solemnidad de la Santísima Trinidad. Día Pro Orántibus.
- Aniversario de la muerte de Maite Alcíbar, ISF (1989).
1. Aniversario de la muerte del P. Estanislao Conde, SSP (2008).
2. Solemnidad del Corpus Christi – Día de la Caridad.
3. Aniversario de la muerte del Hno. Eusebio Navarro, SSP (2012).
7. Sagrado Corazón de Jesús.
13. Nace el beato Timoteo Giaccardo (1896).
15. “Dies natalis” de las Hijas de San Pablo (1915).
27. Aprobación Pontificia de la Sociedad de San Pablo (1949).
29. Solemnidad de San Pedro y san Pablo.
- Aprobación Pontificia de las Hermanas Pastorcitas (1959).
- Aniversario de la muerte del P. Jesús Fuente, SSP (1986).
- Aniversario de la muerte de la Hna. Inmaculada García, PDDM (2010).
- Aniversario de la muerte del Hno. Julián Fernández, SSP (2011).
30. Solemnidad de San Pablo Apóstol, Patrono de la Familia Paulina. Titular de la Sociedad de San Pablo y de las Hijas de San Pablo.
Creo firmemente, Dios mío, en la resurrección de Jesucristo, como creo en la resurrección de la carne. Quiero resucitar diariamente a nueva vida, a fin de merecer resucitar a la gloria en el último día (PR, 108).
Hay que amar, porque Dios es amor y, por tanto, donde hay caridad hay amor que es Dios y donde no hay caridad no hay amor, porque el amor es Dios (APD56, 264).
El Espíritu Santo es, por un lado, luz, y por otro lado es calor espiritual para nuestras almas (APD56, 311).
Protasio Gómez, 15 28027 MADRID
+34 917 425 113 institutos@sanpablo.es
La fortaleza es la tercera virtud (cardinal), y es un don del Espíritu Santo. Es necesario pedir la fortaleza, como virtud cardinal y como don del Espíritu Santo (APD56, 54).