Cooperador Paulino 199

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PAULINO COOPERADOR

Infinita dignidad humana

Revista cuatrimestral de la Familia Paulina

Presidente:

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Antonio Maroño

Redactor-jefe

José Antonio Varela Vidal

Consejo de Redacción:

Antonio Maroño

Miguel Carmen

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Antonio Alcalde Fernández

Felicidad Izaguirre

Antonio Díaz Tortajada

Alejandro Fernández Barrajón

Sandra Zeballos

José Antonio Varela

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Diseño y maquetación:

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ANTE EL JUBILEO

QUE LLEGA, VIVIR EN ORACIÓN

Será un jubiloso acontecimiento de gracia que estamos llamados a vivir con intensidad, siendo conscientes del camino común que vamos a recorrer con toda la Iglesia. Pero mientras seguimos a la espera de que el Pontífice abra la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, el próximo 24 de diciembre, y de que pocos días más tarde se abran las Puertas Santas de otros numerosos templos en todo el mundo, vivamos con igual intensidad el Año de la Oración que ahora nos ocupa. Presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por Mons. Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, el citado Año de la Oración comenzó oficialmente el pasado 21 de enero, dedicado, de manera particular, a la oración para preparar el Jubileo de 2025. Y en la oración del Ángelus de ese mismo día, 21 de enero, el Santo Padre se refería a dicha celebración con estas palabras: «Os pido que intensifiquéis la oración para prepararnos a vivir este acontecimiento de gracia (Jubileo 2025) y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la Oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo».

Estamos ya a muy pocos meses de que comience el Año Jubilar 2025. Ya está publicada la bula papal de convocatoria, y ya sabemos que comenzará oficialmente el próximo 24 de diciembre y que concluirá el 6 de enero de 2026.

Mons. Fisichella también subrayó que de este tiempo de preparación deberá «emerger el horizonte espiritual del evento jubilar, que va mucho más allá de cualquier forma necesaria y urgente de organización estructural». Y que «es necesario vivirlo en las comunidades con ese espíritu de expectativa típico de la esperanza cristiana».

Es cierto que ya han pasado nueve meses desde el pasado mes de enero, pero quedan aún otros tres por recorrer, en los que podemos enmendar lo que hayamos hecho mal o mejorar lo que estemos haciendo bien.

P. Antonio Maroño Pena, SSP

Infinita dignidad humana

Mons. Cecilio Raúl Berzosa

Y la Iglesia se hizo a la mar

Don Antonio Alcalde Fernández

La Divina Misericordia

Felicidad Izaguirre

Un Año Santo de la esperanza

Antonio Díaz Tortajada, IJS

Vida consagrada 14

Alejandro Fernández Barrajón

«¿Ha fracasado la Nueva Evangelización?»

Sandra Zeballos

La pastoral rural llega al Sínodo

José Antonio Varela, IJS

Es tiempo de caminar

Pedro Moreno

Vida Paulina Reseñas

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desde toda la eternidad. Esto solo me basta (PR 53).

Nuestra oración por las vocaciones es escuchada en la medida en que nosotros vivimos la vida religiosa. Atraemos a otros a nuestro camino, si nosotros lo recorremos (APD 487).

La Biblia no es un libro común, sino un libro divino, y para leerlo no basta la luz solar o eléctrica, o solo la de la razón, sino que necesitamos una luz sobrenatural (LS 9).

Cuando el amor de Dios y el espíritu de fe dominan un alma, veréis siempre progresos admirables: en paciencia, en bondad, en sacrificio diario, van creciendo de virtud en virtud (APD 56, 390).

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Infinita dignidad humana

(en diez preguntas y respuestas)

Mons. Cecilio Raúl Berzosa, obispo emérito de Ciudad Rodrigo

A principios del pasado mes de abril, la Santa Sede publicó, a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, la declaración Dignitas infinita, sobre la dignidad del ser humano. Nuestro colaborador Mons. Cecilio Raúl Berzosa Martínez, obispo emérito de Ciudad Rodrigo, nos ayuda a comprender el rico contenido de la citada Declaración en diez preguntas y respuestas

1. ¿Por qué el papa Francisco ha deseado que se publique esta Declaración sobre la dignidad humana?

Con motivo del LXXV aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos (1948), el Dicasterio de la Doctrina de la Fe publicó esta Declaración, en el mes de abril del año 2024, con firma del papa Francisco. Se llevaba trabajando en ella desde el año 2019. Su Santidad ha querido que se publique esta Declaración para llamar la atención de todos sobre la infinita dignidad de la persona humana.

2. ¿Cuál es el principal mensaje en cada una de las cuatro partes en las que se divide?

En las tres primeras partes, la Declaración recuerda los principios fundamentales y doctrinales para aclarar y evitar las confusiones que se producen en el uso del término «dignidad». En la cuarta parte, presenta algunas situaciones actuales en las que no se reconoce adecuadamente la dignidad que corresponde a todo ser humano.

3. ¿Por qué era necesaria esta Declaración sobre la dignidad humana?

La denuncia de estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana era necesaria, porque la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, ni la evangelización de la promoción de una vida digna, ni la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos.

4. ¿Por qué se habla de «infinita» dignidad humana?

Así adjetivó el papa san Juan Pablo II la dignidad humana en un encuentro con personas que sufrían ciertas limitaciones o discapacidades, donde quiso dejar patente cómo la dignidad de todos y cada uno de los seres humanos va más allá de todas las apariencias externas o de las características de vida concretas que tenga cada persona.

5. ¿Qué es lo más original de esta Declaración del Papa?

Resulta muy original e innovador que se hable de cuatro maneras de entender la dignidad hu-

La denuncia de estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana era necesaria, porque la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana.

mana: dignidad ontológica (la que tiene la persona en cuanto tal), dignidad moral (el ejercicio de la libertad), dignidad social (condiciones dignas de vida de la persona) y dignidad existencial (posibilidad real de una vida realizada).

6. ¿Cómo habla la Biblia de la dignidad humana?

En la Biblia, el fundamento de la dignidad humana se encuentra en que, el hombre y la mujer, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (Gén 1,26-27); el mismo Dios del Éxodo ve la esclavitud de su pueblo y lo libera (Éx 3,7) y los profetas denuncian todas las injusticias que van en contra de la dignidad humana. Jesús, por su parte, rompió las barreras sociales, culturales y del culto, devolviendo la dignidad a los «descartados» y a los considerados al margen de la sociedad. El apóstol Pablo nos invita a vivir según las exigencias de nuestra dignidad (cf. Rom 13,8-10) y según el mandamiento nuevo de la caridad (cf. 1Cor 13,1-13).

7. ¿Cómo y dónde habló el Vaticano II de la dignidad humana?

El concilio Vaticano II fundamentó y reafirmó dicha doctrina en Dignitatis humanae. Desde entonces, la Iglesia continúa anunciando, promoviendo y garantizando la dignidad humana desde tres claves fundamentales: somos imagen de Dios, Jesucristo ha elevado dicha dignidad humana y nuestro destino de plenitud es la unión con Dios. ¡La más alta dignidad a la que estamos llamados!

Por su parte, el papa Francisco, en la encíclica Fratelli tutti, subrayó que esta dignidad humana existe «más allá de toda circunstancia», e invitó a todos a defenderla en cada contexto cul-

tural y en cada momento de la existencia de la persona, independientemente de cualquier deficiencia física, psicológica, social o incluso moral que pueda tener. En este sentido, la Declaración se esfuerza por mostrar que estamos ante una verdad universal que todos debemos reconocer como una condición fundamental para que nuestras sociedades sean verdaderamente justas, pacíficas, sanas y, en definitiva, auténticamente humanas.

8. ¿Por qué la Iglesia del siglo XXI está comprometida en la lucha por la dignidad humana?

Porque la dignidad es la base y el fundamento de los derechos y deberes humanos. Por eso, la Iglesia lucha por la liberación integral de las personas y de los pueblos; por la liberación de todas las ataduras físicas y psíquicas, sociales y morales. Sin olvidar que somos «seres relacionales» y que todos somos corresponsables unos de otros.

9. ¿Cuáles son algunas de las violaciones actuales de la dignidad de la persona?

La Declaración, sin ser exhaustiva, enumera expresamente en los números del 36 al 69, las siguientes violaciones: el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, la violencia contra la mujer, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría del género, el cambio de sexo y la violencia digital. Invitamos a los lectores a que lean directamente lo que la Declaración afirma y cómo lo fundamenta. Es como un diccionario abreviado y resumido de la doctrina social de la Iglesia.

10. ¿Cuál es el objetivo principal de esta Declaración?

Es una llamada, clara y urgente, al respeto de la dignidad de la persona humana, más allá de toda circunstancia. El papa Francisco está muy cerca de todos aquellos que luchan y defienden, incluso con el precio de su vida, los derechos de los que no cuentan y están descartados. Y nos hace una llamada: «A cada persona de este mundo le pido que no olvide su propia dignidad, esa que nadie tiene derecho a quitarle». ¡Cada persona es un don de Dios y por eso es sagrada!

Y LA IGLESIA SE HIZO A LA MAR

UN ANOCHECER... CONTRA LA BARCA

Rugen tormentas y a veces nuestra barca parece que ha perdido el timón.

Miras con miedo, no tienes confianza, Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría: presencia que el Señor prometió.

Vamos cantando, él viene con nosotros, Iglesia peregrina de Dios

C. Gabaráin, «Iglesia peregrina», 2ª estrofa

Don Antonio Alcalde Fernández, sacerdote

Un anochecer, Jesús y sus discípulos cruzan el mar en una barca pequeña y se levanta una gran tormenta con las olas rompiendo contra la barca.

«¡Tranquilos! ¡Calmaos!»

Los discípulos estaban en un pequeño bote de pesca cuando se encontraron con la gran tormenta. La violencia de la tormenta sacudió el agua en el lago y originó olas que cubrían la barca, que empezaba a hundirse.

Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, pero los discípulos le despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te preocupas si nos ahogamos?». El evangelio de Marcos entonces declara que:

Despertándose, increpó al viento y dijo a las olas: «¡Tranquilos! ¡Calmaos!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo a sus discípulos: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Cómo es que no tenéis fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?».

La Iglesia zarandeada

Jesús sabe que la barca de la Iglesia, cuando se haga a la mar, cuando zarpe, va a ser zarandea-

da por toda clase de tempestades: persecuciones y martirios por fuera, divisiones y rebeldías por dentro. Por eso Jesús quiere, desde el principio, preparar bien a los suyos, animándoles a luchar y a confiar; les dice que él estará siempre ahí, junto a ellos, aunque parezca tantas veces que se duerme, o que se ha ido; les dice que no teman y confíen porque, en cualquier momento, se pondrá en pie para amansar al viento y a las olas.

Nuestra Iglesia, cada vez que se ve envuelta en alguna tempestad, ha corrido en busca de Jesús y le ha gritado con fuerza: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». Una y otra vez, Jesús ha terminado por levantarse y ha increpado al viento y al mar: «Silencio, callaos». Es verdad que, mientras se despierta y levanta, el mar ya se ha tragado a algunos, el desaliento ha minado a otros. Es verdad, pero también es verdad que la Iglesia ha salido de cada tempestad más fortalecida; así ha ido conquistando su madurez, hasta hacerse profesional en estas difíciles artes de navegar por el mar de la vida.

El enemigo principal de la Iglesia

Ha habido épocas en la historia de la Iglesia en que el enemigo principal de la Iglesia no ha sido la fuerte tormenta o tempestad, sino más bien todo lo contrario, la bonanza, la calma, los tiempos fáciles de prestigio, de riqueza, de poder,

El papa Francisco, que lleva el timón de la Iglesia, conoce bien las tempestades que hoy la azotan.

Jesús sabe, que la barca de la Iglesia, cuando se haga a la mar, cuando zarpe, se va a ver zarandeada por toda clase de tempestades: persecuciones y martirios por fuera, divisiones y rebeldías por dentro.

«Siempre me he interesado por las historias en las que, contra todo pronóstico, ocurría lo inesperado. He escrito este texto para que quien lo lea se acerque de nuevo a historias que contradigan lo que, sin darnos cuenta, hemos dado por hecho.

[...] De eso va este libro: de cómo ser joven y no morir en el intento; de cómo sobrevivir a ciertos discursos y crear el tuyo propio, aunque parezca imposible; de tu capacidad para salir de tu burbuja, sea cual sea en la que te hayan metido; en definitiva, de dedicar un tiempo a deambular por tu interior. ¡Sí!

de influencia social, de comodidad, de estrecha relación con otras escalas de valores, con otras perspectivas. Y la Iglesia, contagiada de todo esto, veía cómo se le aflojaba la tensión de la esperanza, cómo se oscurecía el horizonte de la fe, cómo se le apagaba el fuego del amor y no sentía el viento del Espíritu soplar en sus velas, incluso sentía la tentación de pensar que ya no necesitaba a Dios. Ella, maestra en luchas, difi cultades, tormentas y tempestades, quebrantos y persecuciones, se ha sentido indefensa, me dio perdida, sin horizontes, perdiendo el norte en estos tiempos de «bonanza».

¿Puede una canción de Rosalía, un meme o una película evocar la experiencia religiosa? ¿Habríamos seguido en Instagram el camino de Etty Hillesum hacia el campo de concentración? ¿Nos habríamos conectado a Twitch para ver un directo de Madeleine Delbrêl narrando su experiencia de fe en un barrio obrero a las afueras de París?

Convencido de que hasta en las realidades más profanas se puede tener un encuentro con lo más sagrado, el autor se propone en este libro ayudar a los jóvenes a descubrir el gran porqué al que está llamado cada uno de ellos. En un mundo empeñado en decirnos que la experiencia de Dios es innecesaria e incluso molesta, Fran Beúnza se propone compartir, apoyándose en numerosos testigos y con un lenguaje fresco y actual, la experiencia de la fe, la realidad de la Buena Noticia.

Contra todo pronóstico

¡Has leído bien! Pasea, camina conmigo por estas historias. Ojalá que al final de este pequeño viaje, en el camino de regreso, vuelvas con algún elixir para tu vida cotidiana».

Por otro lado, las jóvenes Iglesias de los paí ses de misión, con pocos medios materiales y con grandes dificultades de todo tipo, crecen pujantes, creativas, generosas; mientras que las Iglesias del viejo continente, con más expe riencia y mejores medios, técnicas pedagógi cas y catequísticas de último alcance, disfru tando de una paz estable, no logran conectar con la gente de nuestro tiempo, van perdiendo su ardor misionero y acaban empleando sus fuerzas más en conservar la poca vida cristiana que les queda que en hacer crecer el reino de Dios.

Tendremos que aprender cómo se abre el apetito por las cosas de Dios en gente que lo tiene todo, la despensa llena y la mesa abaste cida; cómo se despierta la solidaridad en gen tes que han sido educadas en la competitividad y en la lucha por «el tener» y «el poseer».

Tendremos que aprender a pedir a Jesús, que sigue siendo Señor de los vientos y de la calma, que se ponga en pie sobre la barca de su Iglesia e increpe al viento no para que se calle, sino para que sople, y a las olas para que se levanten y arremetan contra la barca y desperte mos de la modorra que nos invade, tan cercana a la muerte de la fe y de la increencia.

Lo mejor está por llegar

Convencido de que hasta en las realidades más profanas se puede tener un encuentro con lo más sagrado, Fran Beúnza ofrece a los jóvenes una aproximación cercana, desenfadada y a la vez profunda, al encuentro con Jesús.

Un libro para todos los que necesitan recobrar la esperanza en una Iglesia en salida hacia el mundo juvenil.

sociales. cuento artículos Pastoral

300 págs. • 22,90 €
Fran maestro y graduado Religiosas Teología como y Secundaria, compagina Pastoral Escolapios padre comparte redes
pronóstico
Fran Beúnza Navarro
Prólogo de Mariola López Villanueva
Fran Beúnza Navarro
Contra todo pronóstico
Fran Beúnza Navarro

Jesús llama a los hombres de hoy a confiar en su misericordia y bondad sin límites

LA DIVINA MISERICORDIA

Felicidad Izaguirre

El culto a la Divina Misericordia tiene su origen el 22 de febrero de 1931, cuando Jesucristo se apareció a sor Faustina Kowalska, en su celda del convento de la localidad polaca de Plock, y le encomendó pintar una imagen según el modelo que estaba viendo de él

Silvia Ruiz Pérez tuvo una profunda conversión espiritual al leer en 2017 el diario de santa Faustina Kowalska, La Divina Misericordia en mi alma. Su vida cambió: «Yo estaba separada de Dios. No pisaba una iglesia, a pesar de ser católica. Mi fe estaba muerta, era pasiva, pero los mensajes de Jesucristo en pleno siglo XX escritos en este Diario, traspasaron mi corazón y mi vida cambió».

Desde aquel momento, Silvia Ruiz –licenciada en Periodismo, máster en Información económica y doctoranda en Derecho de la comunicación por la Universidad Complutense de Madrid– ha tomado como misión dar a conocer la Divina Misericordia, y ha escrito Las claves de la Divina Misericordia: Los mensajes de Jesucristo para la humanidad que sufre, un ensayo basado en el diario de santa Faustina Kowals-

ka, que ayuda a comprender los mensajes que Jesús reveló en el siglo XX a esta religiosa polaca sobre la misericordia de Dios por todos los hombres, «para que la humanidad confíe en él, deje de sufrir y tenga paz –afirma Silvia–, porque el Corazón misericordioso de Dios siempre abraza a cualquier persona, especialmente a los pecadores».

Para adentrarnos más en esta temática tan sugerente, hemos formulado las siguientes preguntas a Silvia Ruiz, a las que ella ha contestado muy amablemente:

Si la misericordia es el eje central de la Iglesia católica desde sus orígenes, ¿qué novedad tiene la devoción de la Divina Misericordia?

El Señor lo que quiere destacar es que su misericordia, su bondad y su amor no tienen límites, porque el hombre ha olvidado precisamente esto, y es lo que hace que se pierdan las almas. Él quiere salvar a toda la humanidad, sin excepciones, pues la salvación es para todos los hombres. Cuanto más grave sea el pecado, tanto más derecho tenemos a la misericordia de Cristo, que siempre está por encima de cualquier pecado. Es lo que Jesús quiere, que todos tengan plena confianza en él, en su misericordia infinita, y que todo el mundo conozca su bondad, porque muchas personas tienen miedo de acercarse a él por los pecados que han cometido, y son muchas las almas que se pierden por no acoger la misericordia de Jesucristo.

¿Cómo pueden las personas acercarse a Dios?

Para recoger toda la misericordia, todas las gracias que el Señor tiene para nosotros, el primer requisito es la confianza: «Las gracias de la Divina Misericordia se recogen con el recipiente de la confianza, y cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá de Dios. Es un principio de abundancia que ha pasado desapercibido para muchos autores, y que hay que resaltar, porque el Señor dice que las almas más queridas para él son las que creen más fuertemente en su bondad y confían plenamente en su misericordia, porque dará todo a esas almas. Les dará todo lo que le pidan».

¿Dónde podemos acudir a esa misericordia de Jesucristo, porque esa es la tabla de salvación de todos los hombres?

El Señor también lo dice: basta con acudir al sacramento de la Confesión y allí el milagro de la Divina Misericordia obrará con todo su poder. La fuente de la Divina Misericordia es la herida del Corazón de Jesús, traspasado por la lanza en la cruz, del que brotaron Agua y Sangre: el Agua, que justifica a las almas, y la Sangre, que es la vida de las almas. Es un manantial ilimitado para toda la humanidad, de ahí brota toda gracia sanadora y santificante. Y, además, su misericordia no se limita a un hecho puntual, sino que va en aumento desde que se concede, es una gracia ilimitada. Por eso el Señor quiere ser reconocido como Rey de Misericordia.

El culto a la Divina Misericordia tiene su origen el 22 de febrero de 1931, cuando Jesucristo se apareció a sor Faustina Kowalska en su celda del convento de la localidad polaca de Plock, y le encomendó pintar una imagen según el modelo que estaba viendo de él, con la oración a sus pies: «Jesús, en ti confío», que es una oración de abandono confiado en la misericordia del Señor.

Es la imagen de la Divina Misericordia, de Jesús misericordioso, en la que vemos a Cristo resucitado con las marcas de las llagas en sus manos y pies. Con la mano izquierda se está señalando los rayos de Agua y Sangre que brotan de su Corazón. Con la mano derecha está bendiciendo.

Todas las gracias que se le pidan al Señor a través de esta imagen, él las concede, además de la salvación eterna. También es un recuerdo del deber cristiano de confiar plenamente en Dios, y para todos, junto a la exigencia que él nos hace de realizar obras de misericordia por el prójimo, por amor a Dios.

Este fue el inicio de las revelaciones de Jesús a sor Faustina entre 1931 y 1938, pidiéndole también que dejara por escrito todos los mensajes que le iba transmitiendo.

Las cinco formas de devoción a la Divina Misericordia, reveladas por Jesús a sor Faustina, son las siguientes: la primera de ellas es la imagen; las otras son: la fiesta de la Divina Misericordia, la poderosa oración de la Coronilla a la Divina Misericordia, la oración de la Hora de la Misericordia y la difusión de la devoción a la Divina Misericordia.

Cabe destacar que, en Valencia, se va a celebrar el XVI Encuentro Nacional de la Divina Misericordia, los días 12 y 13 de octubre de 2024.

UN AÑO SANTO DE LA ESPERANZA

Una vez firmada la bula de convocatoria del Año Jubilar 2025, el Papa hace entrega de la misma para su publicación y presentación a los medios y al pueblo de Dios.

El año 2025 será un Año Jubilar, en Roma y en el mundo, un Año Santo de la Esperanza. El papa Francisco con el significativo título, tomado de la Carta de san Pablo a los romanos (5,5): «La esperanza no defrauda» (Spes non confundit), ha publicado la bula de convocatoria del citado Jubileo

El mensaje central de este Año Jubilar es la esperanza, una esperanza que no engaña ni defrauda porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor de Dios. Es una invitación a reconocer el horizonte en el que vivir este año de gracia. Es un horizonte que nos hace conscientes del camino común que recorremos con todos los hombres y mujeres con los que compartimos el oficio de vivir.

La bula de convocatoria del Jubileo indica la duración, fechas de apertura y cierre (del 24

de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2026) y modalidades de desarrollo del magno evento eclesial. Además, permite conocer el espíritu de la convocatoria, las intenciones y los frutos esperados por el Pontífice.

El papa Francisco se dirige al inicio de este documento a todos los potenciales «peregrinos de la esperanza» que recorrerán caminos antiguos y modernos para vivir intensamente la experiencia jubilar durante el año 2025, sin olvidarse de aquellos que no podrán hacerlo por diversas circunstancias.

El Jubileo es una ocasión privilegiada para reavivar la conciencia del destino común de todos los hombres. Vivimos inmersos en la misma trama de relaciones, circunstancias y situaciones en la que viven todos nuestros contemporáneos. En esa trama que anhela un único cumplimiento: la felicidad, que es la vocación del ser humano, una meta que atañe a todos. Este entretejido de esperanza y paciencia muestra claramente cómo la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, esa «compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús».

Es más, nos ayuda a comprender que el nombre propio de la vida eterna, mientras dura nuestra peregrinación terrena, es precisamente «camino». El camino que recorremos, ese camino que, día tras día, retomamos –también en medio de la fatiga y cuando parece que ya no podemos más– es ya experiencia de cumplimiento inicial, aurora de vida eterna.

En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa de bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana.

Diferentes signos de esperanza

A lo largo del documento, que presenta los puntos esenciales, y estos divididos a su vez en apartados, el papa Francisco reflexiona sobre los diferentes ámbitos de la esperanza, tomando como hilo conductor las palabras del apóstol Pablo.

¿Y qué fruto espera el papa Francisco de este Jubileo?: «Que sea, para todos, ocasión de reavivar la esperanza», escribe, y luego recuerda que esta virtud «nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz». Al mismo tiempo, afirma que la esperanza «se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo».

No cabe duda de que estamos en un mundo necesitado de esperanza.

El papa Francisco enumera diferentes «signos de esperanza», que pueden traducirse como «deberes» o encomiendas que hace al pueblo de Dios.

Igualmente, en el mundo capitalista y consumista estamos faltos de esperanza. Los consumidores no esperan, viven en el presente del consumo y solo tienen deseos y necesidades que satisfacer. Benedicto XVI, en su encíclica Spe salvi, afirmó que estamos ante una «crisis

PÍAS DISCÍPULAS

DEL

DIVINO MAESTRO

Vivir con Jesucristo eucarístico, no solo en el momento en el que estamos en la Iglesia; vivir con él, vivir en él. «Jesús Maestro toma posesión de mi mente, toma lugar en mi corazón, y toma posesión de mi voluntad», cf. Alberione, APD 1964.

de esperanza». Y Francisco, en la Fratelli tutti, habla de las sombras de un mundo cerrado y pasa revista a las heridas y atropellos que están maltratando la sociedad de nuestro tiempo, que más que a la esperanza parecen conducir a la desesperación.

Llamamientos a la esperanza

La bula de Francisco hace una serie de llamamientos a la esperanza, citando personas, colectivos y lugares donde es más necesaria la esperanza. Hay otra invitación apremiante dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de todas las decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas.

Uno de los primeros signos de esperanza se debe traducir en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra. La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, queda sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte? ¿Qué esperanza puede haber para los que sufren los horrores de la guerra o las calamidades del hambre y la pobreza?

El Santo Padre, por otra parte, remarca la necesidad de recuperar el deseo de transmitir la vida, perdido a causa de los «ritmos frenéticos», de «los temores ante el futuro», de «la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas». Urge a que se fomente «el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor».

No se olvida tampoco de los presos ni de los enfermos, ni de los migrantes y los exiliados, desplazados y refugiados: «Que la comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más débiles. Que generosamente abra de par en par sus acogedoras puertas, para que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor».

La bula recuerda que la base fundamental de la esperanza cristiana es la fe en la vida eterna

y en la resurrección de los muertos. La historia de la humanidad, y la de cada uno de nosotros, no se dirige hacia un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orienta al encuentro con el Señor de la gloria. Vivamos por tanto en la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en él.

Al tratarse de un año jubilar, la bula invita a recurrir al sacramento de la Penitencia, que nos asegura que Dios, bondadoso, compasivo y misericordioso, perdona nuestros pecados. Y añade algo importante: la experiencia del perdón debe abrir nuestro corazón y nuestra mente a perdonar. Perdonar no cambia el pasado, pero puede permitir que cambie el futuro y se viva de manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza.

Francisco recuerda que el testimonio más convincente de la esperanza lo ofrecen los mártires, firmes en la fe en Cristo resucitado. Mártires que pertenecen a diversas tradiciones cristianas. Por eso el Papa expresa su vivo deseo de que haya una celebración ecuménica donde se ponga de manifiesto el testimonio de la riqueza de estos mártires. Ellos son semillas de unidad porque expresan el ecumenismo de la sangre.

Finalmente, la bula tiene unas estupendas reflexiones sobre María como madre de la esperanza. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida.

Según la Carta a los hebreos (6,19), la esperanza es como un ancla firme y segura de nuestra alma: «La imagen del ancla –dice el Papa– es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte».

Finalmente, el Papa añade una última petición: «Que este Jubileo ayude a recuperar la confianza necesaria –tanto en la Iglesia, como en la sociedad– en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva».

Para una pastoral VOCACIONAL

más eficiente

Desmontar andamios en la Vida Consagrada

Llevamos algunos años intentando reparar las grietas que se han producido en la acequia de la Vida Consagrada, tan escasa de vocaciones en estos últimos decenios. «Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron aljibes agrietados que no retienen el agua» (Jer 2,12-13)

La Vida Consagrada atraviesa momentos de incertidumbre, de sequía pertinaz y vive a la expectativa de una necesaria renovación, que no refundación, obligada por la situación de precariedad general que atraviesa. Las quejas son frecuentes y los abandonos y la escasez de vocaciones en la actualidad nos llevan a pensar que algo está fallando y que se pierde demasiada agua entre las grietas de esta vieja acequia.

Los intentos de renovación de los últimos años chocan contra las estructuras fuertemente consolidadas, con viejas tradiciones inamovibles y, sobre todo, con la resistencia de los mismos consagrados que tienen un cierto miedo a cómo será el futuro y no están dispuestos a pasar momentos de intemperie y de renuncia inesperada. Hay excesivas resistencias y miedos y una cierta acomodación a las seguridades del presente. Prueba de ello son las pocas experiencias innovadoras que estamos viendo en los últimos tiempos. ¡Con lo innovadores que han sido siempre los consagrados! Y algu-

na de estas experiencias que he conocido ha sido inmediatamente desmantelada por los superiores legítimos. Nos cuesta eso de «echad las redes en la otra parte de la barca», porque estamos acostumbrados a echarlas siempre por el mismo lado. «Siempre se ha hecho así».

Un peligro a evitar: cuidar las instituciones y olvidarnos del carisma

Hay quienes se empeñan en guarnecer una y otra vez los muros de este viejo edificio, pero a la vuelta de poco tiempo, surgen de nuevo los mechinales, las grietas y los derrumbes porque en esta vida nada es eterno y las estructuras humanas lo son mucho menos. Nada más erróneo que vivir para cuidar las instituciones y olvidarnos del carisma que les dio cuerpo.

No digo que haya que deconstruir la Vida Consagrada, el agua que corre por la acequia. Me refiero, más bien a la acequia, es decir, a las estructuras que han arropado a la Vida Con-

sagrada hasta ahora y que parece que se han agrietado hasta límites inaceptables. Podemos seguir en los próximos años enfoscando paredes y rellenando mechinales, pero no será una tarea grata para los consagrados que vienen detrás. Hay un sentimiento de descontento y de lamento bastante generalizado, con sus loables excepciones, que tenemos que analizar con mucho cuidado y con espíritu evangélico, no sea que el desgaste paulatino en nuestros hermanos y hermanas sea tan grande que tengamos que pagar un peaje excesivamente alto. No sea que nuestras fidelidades actuales sean, precisamente, el motivo de nuestro fracaso.

Yo soy optimista con la Vida Consagrada; estoy convencido de que siempre habrá consagrados entusiastas porque este estilo de vida aporta una originalidad muy especial a la vida cristiana. De hecho, ha acompañado al cristianismo casi desde su inicio y no hay razones de peso para pensar que no vaya a seguir siendo así. Pero la Vida Consagrada no va a continuar de cualquier manera; necesita buscar su sitio, su lugar, su sentido, su marco de referencia, su vocación, su identidad…

El tema que hemos de abordar los consagrados en los próximos años no se refiere a la esencia, al significado o valor de la Vida Consagrada,

Los intentos de renovación en la Vida Consagrada de los últimos años chocan contra las estructuras fuertemente consolidadas, con viejas tradiciones inamovibles.

sino a su significante, a la forma de encarnarlo, a su presentación y marca, su código de barras y su imagen, en esta sociedad postmoderna del siglo XXI que corre más que camina y exige un reciclaje permanente para no ser engullidos por el vértigo. Está ya a la vuelta de la esquina, vigilándonos, la Inteligencia Artificial.

La Iglesia necesita el carisma saludable de la Vida Consagrada

La Vida Consagrada ha querido responder siempre a esas preguntas irrenunciables de quien se precie de ser humano y lo ha conseguido la mayor parte de las veces; pero hoy experimenta en propia carne el síndrome de la desacomodación, como un corredor cansado, que vislumbra muy cercana ya la meta hacia donde se dirige, pero le faltan las fuerzas y jadea sin aliento obligado por el ritmo y la velocidad que han marcado sus mis-

mos compañeros. Durante muchos años hemos vivido a la sombra y tras las paredes de nuestras propias instituciones, muy sólidas, por cierto, en lo que se refiere a seguridades materiales y, sobre todo, a verdades y valores, y hemos perdido la capacidad de alteridad para contrastarnos e interrogarnos de manera convincente. En la sociedad actual han cambiado considerablemente muchos esquemas; nosotros, en general, seguimos manteniendo a toda costa los mismos.

Padecemos una presbicia galopante, seguramente por culpa de la edad. Vemos bastante bien las cosas desde lejos; poseemos un agudo sentido de análisis de la realidad estructural y mundial; y hasta disponemos de un sentido crítico agudo y profético para denunciar este sistema estructuralmente injusto en el que vivimos y que genera divisiones y pobrezas, violencias y amenazas inadmisibles. Véanse, si no, las guerras que nos amenazan en Ucrania o en Gaza que parecen imparables. Somos magníficos analistas desde la distancia. Pero nos faltan las lentes adecuadas para ver de cerca nuestra propia realidad. Comunidades donde crece el individualismo, se desfondan las ilusiones de jóvenes y mayores y faltan espacios auténticos para el crecimiento espiritual y las relaciones interpersonales profundas. Comunidades cumplidoras

La Vida Consagrada no va a continuar de cualquier manera; necesita buscar su sitio, su lugar, su sentido, su marco de referencia, su vocación, su identidad…

y trabajadoras donde la vida se escapa por mil rendijas y el agua viva de la mística y la profecía se va perdiendo paulatinamente sin que podamos evitarlo. Algo parecido le pasa a la Iglesia, porque la Vida Consagrada es también Iglesia y, como ella, sufre la precariedad del momento presente, la filosofía del pensamiento fatigado. Podemos ser magníficos expertos en justicia y libertad, pero de puertas adentro nos quedan algunas asignaturas por aprobar. La perfección no es normalmente una cualidad que acompañe a los seres humanos y, por tanto, tampoco a las instituciones. Defender lo contrario sería iluso. Esta inseguridad institucional, que proviene, la mayoría de las veces, de la inseguridad personal de sus miembros, provoca reacciones encontradas en nosotros. Hay quienes proponen volver al pasado para buscar seguridades que entonces funcionaron y formas protectoras contra el acoso laicista del presente. Hay quienes se resisten a mirar atrás convencidos de que solo

una mirada desafiante a la actualidad puede hacernos superar el complejo de la decadencia que estamos sufriendo.

En fin, que vamos avanzando sin adelantar mucho, pero sin retroceder del todo y con la mirada firme en nuestro ideal. Nos gustaría tener la osadía de Jonás para lanzarnos al mar y permitir que nos trague la ballena. Solo así podremos algún día ser vomitados en la arena de la playa de Nínive.

Se necesitan carismas que tengan mordiente

Significa recuperar la profecía perdida. Recuperar la osadía de nuestros fundadores, o lo que es lo mismo, su santidad. Durante algún tiempo me dediqué a pintar iconos y los adornaba con papel de oro, signo de la realeza divina. No en vano uno de los magos de Oriente llevó ante el niño divino recién nacido su ofrenda de oro. Eugenii Troubetzkoy, filósofo ruso, dice: «Los colores utilizados en los iconos tienen por objeto separar el cielo de nuestra existencia terrenal, ahí está la clave que permite comprender la belleza inefable de la simbología del icono». Cuando andaba preparando las finísimas láminas del papel de oro y me disponía a echar en el lugar oportuno el pegamento adecuado, el mixtión, tenía que andar con presteza para que ese pegamento especial no perdiera su mordiente, porque en ese caso el pan de oro no se fijaba bien y el efecto era desastroso, además de estropearse el valioso pan de oro. No hace falta mucho pegamento para las láminas de pan de oro, hace falta que esté en su momento justo de mordiente para que se ajuste bien y el resultado sea óptimo. No hacen falta muchas instituciones y obras materiales para que un carisma sea eficaz, sino más bien que mantenga su mordiente propio para que el trabajo no sea fallido. Hoy, cuando hablamos de crisis vocacional, no nos referimos a falta de medios para todo, sino a falta de mordiente cautivador en nosotros para ser atractivos carismáticamente. Siempre he dicho –y lo mantengo, y cada vez lo veo más claro– que es inútil pedir a Dios que envíe vocaciones. Lo que hay que pedirle es que las merezcamos. ¿De qué sirve que pidamos a Dios agua

si tenemos los aljibes agrietados? Por eso, algunos creen que volviendo a los hábitos y sotanas –de nuevo lo externo– vamos a tener vocaciones.

La roca de los consagrados es su Señor

Sería muy ingenuo pretender deconstruir y derribar andamios en la Vida Consagrada para quedarnos solo con los escombros. Nos hemos distinguido siempre por la bondad, pero no queremos distinguirnos por la «tontez». Ingenuos como palomas, pero astutos como serpientes. Y construir significa poner nuevos cimientos, con una fuerte argamasa. Y los consagrados tenemos la mejor argamasa para que nuestros cimientos sean firmes: la palabra divina. El señor Jesús es nuestro Maestro y nuestra roca más segura. Nos lo dice él con toda claridad: «El que viene a mí es como aquel que construye su casa sobre roca, cava, ahonda los cimientos. Llegan las tormentas, soplan los vientos, se desbordan los ríos, pero la casa permanece firme porque está construida sobre roca». La roca de los consagrados es su Señor. Él es su horizonte y su pasión.

Consagrarse es convertirse en propiedad personal de Cristo. Vamos a levantar los muros, que no son otros que una fraternidad firme y unida por la argamasa de la sana afectividad. No para separarnos, sino para crear hogar, con la puerta abierta a todos, a todos. Unos muros para que nos sintamos en un hogar, donde arda el fuego del Espíritu y huela a ropa recién planchada y a pan recién horneado. Y vamos a poner el techo, que no puede ser otro que el techo de la misión. Un techo abierto al mundo. Un techo abuhardillado para que entren la luz y el aire. Espacios bien ventilados para que la brisa del Espíritu entre sin defensas. Y, en un lugar privilegiado, podemos decorar una pared con el icono de la Trinidad de Rublev para recordarnos en cada momento que estamos convidados a la fraternidad universal y que somos la belleza de la Iglesia. Una casa llena de iconos donde brille la belleza de lo que somos: consagrados al servicio del Reino. Gente que no se inclina ante nada ni ante nadie, sino solo ante Dios y los pobres para lavar sus pies.

«¿HA

FRACASADO LA NUEVA EVANGELIZACIÓN?»

Evangelizar no es vender

«subidones

espirituales», sino proponer un encuentro, una conversión, un seguimiento

Sandra Zevallos, periodista
Manuel María Bru es un reconocido presbítero de la Archidiócesis de Madrid y autor del libro
¿Ha fracasado la Nueva Evangelización?, de reciente aparición en el sello San Pablo

En este libro, don Manuel María destaca la importancia de que los procesos de evangelización garanticen la libertad y maduración procesual y gradual del individuo, para evitar una evangelización efectista o de impactos emocionales.

«La Nueva Evangelización» aparece como una gran tarea de los líderes de la Iglesia, pero también lo es de los laicos...

En la precisa medida en que son ellos los que deberían ser «líderes de la Iglesia», sobre todo ante el mundo. Ellos que están en la vanguardia de la evangelización deberían ser reconocidos, dentro y fuera de la Iglesia, como sus verdaderos portavoces ante la sociedad, ya sea ante los medios de comunicación, las redes sociales y todos los ámbitos de la vida pública.

Hay laicos que integran los diversos grupos parroquiales y otros que solo van a las misas dominicales... ¿Cómo contar con estas realidades para la Nueva Evangelización?

Todos pueden contribuir, y todos son al mismo tiempo destinatarios de la Nueva Evangelización. En mi libro elijo la distinción de «interlocutores de la evangelización» que hacen san Pablo VI en Evangelii nuntiandi y san Juan Pablo II en Redemptoris missio: cercanos, alejados y lejanos. Los «cercanos» somos siempre, laicos, sacerdotes y religiosos, destinatarios de la evangelización, porque siempre tenemos un pie dentro y otro fuera de la opción cristiana.

¿Acaso están «bien evangelizados» los de este grupo?

La prueba de si estamos «suficientemente evangelizados» radica en si de verdad vivimos nuestra vocación como discípulos-misioneros, no discípulos «y» misioneros, sino «discípulos-misioneros», como nos insiste el papa Francisco en Evangelii gaudium. Eso sí, si no estás en una

comunidad cristiana, no puedes dar testimonio, porque el evangelizador no es un francotirador, evangeliza desde la comunidad y para ofrecer la comunidad.

¿Cómo podemos ayudar a las personas, en este mundo globalizado, a acercarse a Dios?

En este mundo globalizado, la inculturación de la fe ya no es solo la que surge del diálogo de la fe cristiana con las culturas autóctonas, sino también y sobre todo, con la gran cultura globalizada, la omnipresente, dominante, o al menos predominante, cultura mediática, la que hace que vivamos, como decía McLuhan, en una aldea global. Es una cultura que aporta un cambio de paradigma en los lenguajes, que la Iglesia debe hacer suyos, y es una cultura que arrastra los efectos de las crisis de identidad cultural: cultura débil (Vattimo), en una sociedad líquida (Bauman), desvinculada (Arbeló), hiperconectada (Sartorius), pero incomunicada, y además cansada (Byung-Chul Han).

Estamos ante un «cambio de época», como nos dice el papa Francisco...

Es el mundo en el que nos ha tocado vivir y, por tanto, el mundo al que nos toca evangelizar, abrazándolo, entendiéndolo, amándolo («Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo», Jn 3,16). Y, desde la regla de oro del discernimiento de la inculturación de san Pablo («Examinadlo todo cuidadosamente y quedaos con lo bueno», 1Tes 5,21), hay que reconocer las oportunidades propias de este contexto cultural para la evangelización: nuevas generaciones con menos prejuicios ideológicos, preminencia del lenguaje narrativo, etc.

¿Cuáles son las características de una buena catequesis para la Nueva Evangelización?

Ya no cabe otra catequesis que la catequesis de iniciación cristiana, porque no se trata de

formar a los cristianos (de niños hasta adultos), sino que se trata de «hacer cristianos» y, por tanto, de iniciar en la vida cristiana, con procesos catecumenales, inspirados en el antiguo catecumenado bautismal, jalonado por los sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación).

Pero no determinados por ellos, asegura usted...

El proceso de iniciación vital, ojalá que cada vez más personalizado desde el acompañamiento, es el que debe determinar la recepción de los sacramentos. Esta conversión catequética, pedida por el concilio Vaticano II, sigue siendo, sesenta años después, una asignatura pendiente de la evangelización, como lo es que estos procesos deben partir y retomar siempre el primer anuncio y tienen que desembocar en una pastoral de la comunidad cristiana. La nueva evangelización recupera la «novedad» original de los procesos que garantizan la libertad y maduración procesual y gradual de la acogida de la propuesta evangelizadora. Sin esta clave estamos abocados a una evangelización efectista, de impactos emocionales. Evangelizar no es vender subidones espirituales, sino proponer un encuentro, una conversión y un seguimiento.

¿En qué habría fracasado o podría fracasar la llamada «Nueva Evangelización»?

Podría adelantar solo una de las muchas pistas de discernimiento: fracasa toda iniciativa reduccionista (por ideológica) del mensaje evangélico,

manipuladora (por efectista) del método evangelizador y elitista (por no priorizar la evangelización de los pobres) en el marco de seguridad y comodidad en la evangelización. Y fracasa no porque no pueda encontrar éxitos inmediatos (que muy seguramente los tendrá), sino porque estos no serán éxitos evangelizadores por la sencilla razón de que no son evangélicos.

¿Y cuándo no fracasaría?

No fracasa nunca una Nueva Evangelización que se haga desde las periferias (desde la mirada de los últimos), como nos dice el papa Francisco, y no busque «dar» a Dios al mundo, como quien vende un producto, sino que despierte la presencia de Dios en todos los hombres, ante el eco del testimonio humilde y generoso, gratuito y sin pretensiones, del amor cristiano.

AlejAndro Fernández BArrAjón

No os llamo siervos, os llamo amigos PPC, Madrid 2024 - 18,00 €

¿U n nuevo libro sobre la amistad o un libro diferente? Hay muchos autores que han analizado el tema de la amistad porque es una cuestión humana capital en la vida de cada ser humano. En este libro, Alejandro Fernández Barrajón, ha tratado la amis-

tad desde dos puntos de vista muy diferentes: desde lo que otros muchos han dicho sobre la amistad, incluidos algunos refranes populares, y, sobre todo, desde las experiencias personales de amistad que el autor ha vivido en primera persona y a las que califica de providentes.

Don Manuel Bru es el delegado episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.

La pastoral rural llega al Sínodo

En el pasado mes de abril se realizó, en Roma, el encuentro mundial Párrocos por el Sínodo, con la presencia del papa Francisco, quien obsequió al mundo en esos días, la entrañable Carta a los párrocos, con recomendaciones paternales

Uno de los que asistieron a tal evento fue el presbítero Teófilo Nieto, a cargo de 43 parroquias rurales en la Diócesis de Zamora (España). Así se expresó, cuando le entrevistamos para el Cooperador Paulino:

¿Cómo fue recibida su experiencia de la pastoral rural en el evento con el Papa y qué luces recibió?

La sensación que tuve es que había interés por conocer el desarrollo de la pastoral rural. El momento más importante fue cuando planteé que debía-

mos elegir entre la «pastoral de Nazaret» o la «pastoral del Templo de Jerusalén», o dicho de otro modo: la pastoral que cree en lo pequeño, embarcándonos en grandes procesos, dejando de soñar con los grandes logros.

A nivel personal, ¿cuánto le enriqueció el encuentro?

Es bueno salir de la propia realidad para conocer otras realidades, otros mundos. Te ayuda a amar más lo propio, a reconocerte más en el día a día, pero sin despreciar lo ajeno, sino sintiéndolo como

realidades hermanas con las que compartes «alegrías y tristezas». Ya a un nivel más eclesial, me ha ayudado a ver que, en nuestra Iglesia, existe cierta homogeneidad que debe ser superada, para entender que la catolicidad pasa por una unidad enriquecida con la pluralidad.

Si leímos bien, usted tiene a cargo 43 parroquias… ¿Cómo divide el trabajo?

Somos un equipo… y esto es importante recalcarlo. Lo que llamamos el «Equipo misionero» está compuesto por un

José Antonio Varela, IJS

grupo de laicas y laicos, Avelina (que es una religiosa), un grupo de sacerdotes y un diácono en espera de la ordenación sacerdotal. La idea es que las personas de este equipo (los laicos y laicas) sean los referentes para estas comunidades y en ese camino estamos.

Aparte de ser un párroco multifacético 24/7 y de tener 54 años, es profesor de Religión y doctorando con una tesis en ciernes… ¿Cómo hace para no agotarse, no frustrarse ni tampoco aislarse?

A mí el cansancio me llega muchas veces, pero me mantengo desde la oración y las presencias que ese Dios cercanía me pone en el día a día. Creo que es muy importante que los sacerdotes diocesanos aprendamos a vivir una espiritualidad en contacto con la realidad concreta a la que estamos llamados y que sepamos crecer junto a la comunidad que servimos, dejándonos enseñar y acoger por las personas que nos rodean.

¿Cómo dinamiza la sinodalidad todo el trabajo pastoral que usted realiza?

Yo siento que la sinodalidad viene, de alguna manera, a certificar aquello en lo que estamos trabajando desde hace mucho tiempo, que es un trabajo conjunto entre laicos (especialmente mujeres), vida religiosa y un grupo de sacerdotes que ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Sin embargo, lo realmente importante es que ese trabajo conjunto se intenta hacer sintiendo que vivimos una Iglesia de hermanos y hermanas y que no recurrimos a la sinodalidad,

solo por la necesidad, ante la escasez de clero.

Volviendo al evento… ¿qué espera el papa Francisco de los párrocos, de cara a la sinodalidad?

El Papa es muy consciente de que uno de los mayores impedimentos para la sinodalidad somos los ministros ordenados (sacerdotes, obispos) y que deberíamos ser los guías para este camino… Ante esto, espera que nosotros, los que estábamos allí presentes, ayudemos a cambiar la mentalidad que habita, no en nuestras ideas, sino en nuestros corazones…

Entonces, les dejó tarea…

Hay que desentrañar los propios impedimentos que cada uno llevamos instalados en el alma. Ayudar a desentrañar las barreras (y miedos), que anidan en la conciencia de nuestra Iglesia, es una de las primeras tareas que el Papa nos pidió. En definitiva: ser misioneros de la sinodalidad.

¿Se puede saber cómo está conformada su agenda de hoy y de mañana…?

(Ríe…). La agenda se puede configurar de muchas maneras: oración, salir a correr un poco para despejarme, clases, reuniones, estudio, preparar reuniones, etc. Todo ello muy planificado. Hasta que llega una llamada, o mensaje de WhatsApp, de la funeraria (o la familia del difunto) y, entonces, se reconfigura el día. En definitiva, quiero que mi agenda siempre esté llena de esperanza, para transmitir la presencia del Resucitado en medio de cada realidad.

ES TIEMPO DE CAMINAR Páginas evangélicas

EL JUBILEO QUE LLEGA

Jesús

le responde:

«Yo soy el camino…» (cf. Jn 14,6).

A las puertas del Año Jubilar 2025

Nos encontramos a las puertas del Año Jubilar 2025. Con el precioso y oportuno lema: «Peregrinos de la esperanza». El misterioso y benéfico «cuerno» (jobel) del tiempo nuevo y de reconciliación está a punto de sonar y con él se abrirán las mil puertas santas del mundo entero. En San Pedro, Roma, será el 24 de diciembre. A los pocos días, en el resto de lugares jubilares. La Bula ya fue publicada en su día, el pasado 9 de mayo: Spes non confundit (la esperanza no defrauda). Todo preparado para el camino.

El Año Jubilar nos pone a todos en camino y peregrinación. Peregrinaciones y caminos físicos y, sobre todo, espirituales; caminos por fuera y también por dentro, por los derroteros apasionantes del alma. En este tiempo peregrinamos a lugares de bonanza y perdón, de encuentro con el Señor y sus dones, de reconciliación y paz.

La vida es como un camino

Que la vida es camino, «como un camino», según dice Benedicto XVI en su encíclica Spe

salvi (salvados en esperanza), es una afirmación reconocida y admitida por todos. De camino vamos o andamos todos y desde el primer momento de nuestra existencia. Se hace camino al andar…

Bien podemos definir al hombre, por su naturaleza y vocación, como un «hacedor de caminos».

Pero, a la par, tenemos que reconocer que no todos hacemos el camino con la misma suerte. En la geografía existencial de los «caminos», de los modos de hacer o avanzar por la vida, nos encontramos «caminos» muy diferentes y variados.

El padre ANDRÉ LOUF (19292010) entró en la abadía trapense de Mont-desCats con 18 años y allí fue ordenado sacerdote en 1955. Estudió Teología bíblica en Roma y fue elegido abad con solo 33 años, ministerio que ejerció hasta 1997, cuando se retiró a vivir como eremita en la abadía benedictina de Sainte Lioba (Aix-enProvence). Fue director de la revista Collectanea Cisterciensia y publicó numerosas obras sobre espiritualidad que han hecho de él uno de los mayores maestros espirituales del cristianismo actual.

Mientras

preparaba la biografía del padre André Louf, Charles Wright encontró una serie de artículos inéditos de este monje que defiende una peculiar postura sobre la espiritualidad y, como no quería que estas pepitas de oro se perdieran, las ha recopilado en esta obra. Louf invita a sus lectores a descubrir ese espacio interior de cada cual en el que habita el Espíritu Santo. Este orfebre de la interioridad nos muestra que no es algo que esté solo al alcance de los místicos, sino que es un tesoro al que todo creyente puede acceder a través de determinados medios, como la soledad, el acompañamiento espiritual o cuando se vencen las pruebas que obstaculizan nuestra existencia. La vida interior, sin duda, es un arte que hay que descubrir, practicar, encarnar y vivir.

En el corazón de la experiencia espiritual cristiana

Recopilación de textos inéditos del padre

Louf que tienen como denominador común la experiencia interior del hombre de oración y una visión dinámica de la vida espiritual.

ANDRÉ LOUF

Vida Paulina ORDENACIÓN DIACONAL DE LOS CLÉRIGOS PAULINOS: CARLOS EDUARDO Y JHON FRED

Uno de los momentos más significativos de la celebración.

Los Paulinos Carlos Eduardo Aguirre y Jhon Fred Agustín María Ruaza Caranzo fueron ordenados diáconos, el 22 de junio, con diez seminaristas de la Archidiócesis de Madrid y un seminarista del Redemptoris Mater, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena

Los 13 nuevos diáconos fueron ordenados por la imposición de las manos y la oración consecratoria del arzobispo de Madrid, el cardenal Mons. José Cobo Cano. Junto con el Arzobispo, concelebraron el obispo auxiliar, Mons. Jesús Vidal, los obispos auxiliares electos, don José Antonio Álvarez y don Vicente Martín, y un gran número de sacerdotes, entre ellos, varios de la Sociedad de San Pablo.

El Arzobispo, en su homilía, recordó a los nuevos diáconos que «decir “sí” es vuestro primer regalo a la Iglesia», «un “sí” que es para servir; esto sí que es contracultural». En este punto, les ha recordado también que con el diaconado «sois conformados a Jesús, que no ha venido a ser servido, sino a servir». Y servir quiere decir, entre

otras cosas –siguió diciendo el Arzobispo– «estar disponibles, estar preparados para las sorpresas de Dios, los imprevistos, los cambios de programa…». El cardenal Cobo concluyó animando a los ordenandos: «Estad siempre alegres; Dios desea nuestra felicidad».

Nuestros dos nuevos diáconos, que fueron ordenados en una catedral rebosante de fieles, con el gozo y la alegría reflejados en sus rostros, contaron también con la presencia cercana de sus respectivas madres y otros familiares y amigos procedentes de sus respectivos países de origen, de un nutrido grupo de Paulinos y Paulinas de las diversas ramas de la Familia Paulina en Madrid y también de algunos colaboradores y colaboradoras de nuestras actividades apostólicas.

El arzobispo de Madrid, el cardenal Mons. José Cobo Cano, junto a los nuevos diáconos.
El Arzobispo impone las manos sobre Jhon Fred. El Arzobispo impone las manos sobre Carlos Eduardo.

Vida Paulina UNA VISITA MUY

FRATERNA

Del 21 al 28 de abril pasados, el Superior general de la Sociedad de San Pablo, el P. Domenico Soliman, acompañado del Consejero general, el P. Valdecir Uveda, realizaron una grata visita fraterna a la Sociedad de San Pablo de España.

Han sido ocho días intensos de encuentros personales, de grupo y comunitarios, en los que el Superior general y el Consejero general han podido repasar con nosotros nuestros quehaceres cotidianos en los diversos momentos de nuestra vida y misión. Sobre todo, en los aspectos relativos a la convivencia fraterna, a la oración, a la misión específica y a los diversos campos de nuestras actividades apostólicas. Especial interés han prestado a la situación actual de nuestro apostolado bíblico, sobre todo el realizado a través de la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN), tratando de conocer a fondo la labor realizada hasta ahora, lo que se está haciendo actualmente y los

principales objetivos que se plantean de cara al futuro. Todo ello ha estado motivado por el relevo que se ha producido recientemente en la Dirección ejecutiva de esta entidad, en la que el P. Abramo Parmeggiani, de nacionalidad brasileña, Director ejecutivo desde 2017, ha cedido el testigo al P. Jose Pottayil, de nacionalidad india, que ha comenzado este mes de julio a ejercer las funciones que le asigna el Directorio. Han visitado también las delegaciones de las Hijas de San Pablo, de las Pías Discípulas del Divino Maestro y se han encontrado con varios miembros de los Institutos Seculares Paulinos y de los Cooperadores Paulinos.

El Superior general y el Consejero general con los miembros de las comunidades Paulinas de Madrid.

NUEVO DIRECTOR GENERAL DE SOBICAIN

P. Jose Pottayil

El P. Jose Pottayil, nombrado recientemente Director general la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN) por el P. Domenico Soliman, Superior general de la Sociedad de San Pablo, ha comenzado a ejercer sus funciones a principios del pasado mes de julio.

El P. Jose Pottayil, de nacionalidad india, ha nacido el 7 de marzo de 1952 en Allahabad (India). Ha entrado en la Congregación de la Sociedad de San Pablo en 1968, en Allahabad, y ha sido ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1978. Ha comenzado su ministerio paulino en la Congregación como formador de los Aspirantes y Juniores. Además, ha prestado sus servicios a la Congregación en diversos cargos: Superior Local, Superior Provincial de la Provincia de India, Director General de Apostolado de su Provincia, Consejero General por tres mandatos. Y además, Presidente del Comité Técnico para el Apostolado (CTIA) y Vicario General de la Congregación. Ahora releva al P. Abramo Parmeggiani, brasileño, que estaba al frente de SOBICAIN desde el año 2017.

Como Consejero General durante casi veinte años, el P. Pottayil ha adquirido un vasto conocimiento y familiaridad con toda la Congregación, su vida y misión en el mundo. Su prioridad, como nuevo Director de SOBICAIN, es la de dar continuidad a las grandes iniciativas que esta entidad está realizando para llevar la palabra de Dios a todos los pueblos en su propia lengua, cultura y tradición; y de promover la necesaria renovación y revitalización de la organización, teniendo en cuenta la siempre creciente sed por la palabra de Dios en la vida de los hombres de nuestro tiempo, en verdadera fidelidad al espíritu y al carisma del beato Santiago Alberione.

Vida Paulina SACERDOTE PARA SIEMPRE

El pasado 28 de mayo nuestro colaborador, José Antonio Varela Vidal, recibió el orden presbiteral de manos del arzobispo de Ayacucho, monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón, titular de la Iglesia local en el Perú a la que pertenece.

La ceremonia se realizó en el templo del Monasterio de las Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles de Madrid, acompañado del obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, y el auxiliar, D. José María Avendaño, así como otros obispos y sacerdotes, familiares y amigos vinculados con el ordenado, tanto del Perú como de España.

El padre Miguel Carmen, superior provincial de San Pablo en España, leyó una sentida carta del Superior general de los Paulinos, el padre Domenico Soliman, dirigida a don José Antonio. En su homilía, monseñor Piñeiro ponderó la trayectoria profesional periodística del ordenado y su vinculación a la Familia Paulina, así como la

excelsa dignidad del sacerdote que le convierte en otro «buen pastor» a imagen del Pastor Santo, Jesucristo. Por su parte, el neo-presbítero le dio las gracias a todos los asistentes y a las Madres Carmelitas, pidiendo que le corrijamos y le ayudemos a configurarse con Cristo.

Don José Antonio es el redactor jefe de esta revista, así como integrante del equipo itinerante del Centro Bíblico San Pablo de España. A esto se le suma su condición de novicio del Instituto Jesús Sacerdote, obra querida por el beato Santiago Alberione para los sacerdotes diocesanos, deseosos de vivir el carisma paulino de la comunicación social.

EN LA CASA DEL PADRE

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P. EZEQUIEL VARONA VALDIVIELSO, SSP

l P. Ezequiel, hijo único de Anastasio y Elisea, nació en el pueblo burgalés de Revenga de Muñoz, y falleció en Madrid el pasado 28 de mayo. Ingresó en la Sociedad de San Pablo, en la comunidad de Bilbao/Deusto, el 12 de septiembre de 1946. Finalizado el Noviciado, emitió la primera Profesión religiosa en la comunidad de Zalla (Vizcaya), el 7 de septiembre de 1953, y en esa misma comunidad completó sus estudios de Bachillerato y de Filosofía. Luego partió hacia Roma, para cursar los estudios de Teología, y en la Ciudad eterna se consagró definitivamente al Señor, el 8 de septiembre de 1958, y fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1959.

Pasando por diversas comunidades de la Provincia, y siempre muy comprometido en el apostolado específico de nuestra Congregación, desempeñó diversos quehaceres apostólicos en varios campos de la misión paulina. En sus años de joven sacerdote se dedicó, sobre todo, a la enseñanza en los Colegios Apostólicos de Zalla (Vizcaya) y Coslada (Madrid). Posteriormente, pasó al campo editorial, ya como responsable de la oficina de Cooperadores Paulinos, ya como director de la revista Familia Cristiana, ya como Director Editorial, compaginándolo todo con su apasionada entrega a la traducción de textos de diversos idiomas al español, sobre todo del italiano. Descanse en paz.

HNA. MARILUZ ALIJA ROMÁN, HSP

Fruto de la oración y sacrificios de las primeras hermanas paulinas que se establecieron en la ciudad de Valladolid en 1952, la Hna. Mariluz Alija Román ingresó en la Congregación religiosa Hijas de San Pablo el 20 de julio de 1954, a la edad de 14 años. Inmediatamente se dedicó a la propaganda itinerante en las diócesis de Valladolid, Barcelona y Valencia y colaboró, desde el principio, en la celebración de las fiestas del Evangelio para promover –en un ambiente festivo a través de conferencias e iniciativas de formación–, el conocimiento, la lectura y la difusión de la palabra de Dios. La Hna. Mariluz hizo su primera profesión en 1960, asumiendo entonces el nombre de Margarita, y confirmó para siempre su consagración al Señor en 1965. Siempre dispuesta a obedecer la voluntad de Dios, formó parte de diversas comunidades en España, en algunas de las cuales ejerció la función de superiora y fue también consejera de la Delegación. Y en su labor en las librerías dejó constancia de sus óptimas cualidades como coordinadora, ecónoma e incansable promotora de la cultura y la evangelización, sobre todo en la librería de Valencia.

Fue a partir de 2016 cuando la enfermedad comenzó a estar cada vez más presente en su vida hasta que, el pasado 11 de junio, el Divino Maestro la llamó a su morada de la luz y de la paz. Que el Señor le dé el descanso eterno.

APRENDER DE JESÚS A DECIR ABBÁ

Jose Chamorro, abbá. La oraCión de Jesús de nazaret, San Pablo, Madrid 2024. 168 págs. 16,90 €

El obispo Raúl Berzosa, en el prólogo (exordio) a este libro, hace cinco preguntas que nos introducen de lleno en su contenido. Y las responde: ¿La oración estará siempre de moda? Sí, porque es de Dios. ¿La oración es un lujo en nuestra vida? No, es una necesidad. ¿Cómo orar en clave cristiana? Como los grandes orantes de la Biblia, y sobre todo como Jesucristo. ¿La oración nos separa de la vida? No, nos introduce en ella para transformarla. ¿La oración es un arte? Sí, como todo lo que requiere tiempo y constancia. Estas cinco preguntas, y sus respuestas, son la mejor invitación a leer esta hermosa obra de Jose Chamorro, que nos invita a aprender a rezar como Jesús, a hacer del mismo Jesús orante nuestro modo de ser orante. áLvaro santos

Meditaciones sobre la Eucaristía que explican con claridad y cercanía qué significado y qué implicaciones teológicas y espirituales tienen para el creyente las distintas partes y ritos de la misa.

cuerpo

Juventruth

Segunda entrega de Juventruth, proyecto que fomenta una juventud más auténtica desde la perspectiva de los valores cristianos. Con prólogo de Mons. Munilla, este libro se centra en el amor y el matrimonio.

Esta obra aborda la Liturgia y el culto entendidos como escuela de oración, para ayudarnos a descubrir que la oración cristiana tiene su fuente y su cumbre en la memoria litúrgica del Señor.

El autor de este espléndido libro sobre la oración nos dice que la oración es acogida, disponibilidad a la luz que, gratuita e inmerecidamente, ilumina y está presente en cada persona, y que podrá emerger hasta irradiar a todo el ser humano iluminándolo. José

Ensayo sobre el diálogo fe-ciencia, que tiene en cuenta tanto los avances tecnológicos como la Inteligencia Artificial, y que demuestra que ciencia y fe son aliados para orientar la existencia de la humanidad.

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LA TIERRA

La única oración que enseñó Jesús a sus discípulos es analizada desde la realidad actual. Porque la palabra de Dios tiene que encarnarse en cada momento histórico.

Jose Chamorro
PaoLo sCquizzato MEJOR AÚN EN SILENCIO. LA ORACIÓN CRISTIANA
GiuLiano zanChi CELEBREMOS Y GOCEMOS
anne LéCu ESTO ES MI CUERPO
rino FisiCheLLa EL ÁRBOL DE LA CIENCIA
San Pablo. Madrid 2024. 168 págs. 18,50 €
Paulinas. Madrid. 120 págs. 9,50 €
San Pablo. Madrid 2024. 164 págs. 17,50 €
San Pablo. Madrid 2024. 138 págs. 15,00 €
Paulinas. Madrid 2023. 168 págs. 15,00 €
San Pablo. Madrid 2024. 288 págs. 22,90 €
toLentino mendonça

Instituto Jesús sacerdote

QUIÉNES SOMOS

Somos pastores diocesanos –entre los que hay obispos, sacerdotes y diáconos–, movidos por el deseo de imitar, de manera cada vez más perfecta, a Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, al modo paulino, carisma y apostolado heredados del beato Santiago Alberione (1884-1971).

QUÉ HACEMOS

Formamos parte integrante de la Sociedad de San Pablo y de la Familia Paulina, que nos ofrecen los medios para enriquecer nuestra espiritualidad y ampliar el horizonte de nuestro apostolado utilizando también los modernos medios de la comunicación social.

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SOCIEDAD DE SAN PA BLO

Ciclo C

La palabra de cada día Evangelio 2025

Evangelio 2025

El Evangelio diario y las lecturas dominicales acompañados por un comentario y una oración.

Incluye el Ordinario de la Misa.

Textos litúrgicos oficiales.

COMENTARIOS Y ORACIONES

Personalizaciones

Comentarios y oraciones: Mons. Francisco Jesús

Orozco Mengíbar Obispo de Guadix

La palabra de cada día
Ciclo C

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