NÚMERO 210 | ENE-MAR 2025








Institutos paulinos de vida secular consagrada




NÚMERO 210 | ENE-MAR 2025
Institutos paulinos de vida secular consagrada
Editorial:
Encuentro de delegados 3
Conocer a san Pablo:
Hombre de tres culturas /2 4
Vida y oración:
Reconocer la paternidad de Dios 6
Instituto Santa Familia:
Portadores de esperanza 8
Instituto Virgen de la Anunciación:
Sobre la formación 10
Instituto Jesús Sacerdote:
Pastores según el
Corazón de Cristo 12
Instituto San Gabriel Arcángel: Nuestro apostolado 15
Donec Formetur: La Confesión 18
Comenzó el Año Jubilar 21
Compartir la Palabra:
Biblia: Introducciones 22
Ordenación del P. Jhon Fred 24
Clausura del 90 aniversario 25
Reunión de Institutos 26
Calendario 27
Pensamientos del Fundador 28
Por los frutos del Jubileo de la Encarnación y por los fieles de España que peregrinarán a Roma en 2025, para que, por la gracia jubilar, vivan como peregrinos de esperanza y comuniquen a todos la alegría del Evangelio.
Por aquellos que viven la riqueza de los distintos carismas en la vida consagrada, para que sean testigos misioneros de los valores del Reino en el mundo.
Por los seminaristas, para que, ayudados por sus formadores, respondan a su vocación y se conviertan en apóstoles alegres que susciten, en medio de los jóvenes, la llamada de Dios al ministerio sacerdotal. 2 Alégrate
Del 16 al 19 de octubre de 2024, ha tenido lugar, en Ariccia/Roma, el Encuentro de Delegados de los Institutos Agregados a la Sociedad de San Pablo, como respuesta a la moción, número 3, del XI Capítulo General de la Sociedad de San Pablo, que establace: «El Delegado General organice cada dos años un Encuentro de los Delegados de las circunscripciones, que no sea solo informativo, sino, sobre todo, formativo».
Al Encuentro han participado 24 Paulinos, entre los cuales el Vicario General de la SSP y Delegado General de los Institutos, don Boguslaw Zeman, un traductor y una amplia representación de los Delegados de los Institutos en las diversas Circunscripciones, entre ellos, siete Superiores Mayores, 4 de los cuales están implicados en la animación de los Institutos en sus propias Circunscripciones.
El Supeiror General de la Sociedad de San Pablo, P. Domenico Soliman, que ha presidido la Eucaristía de apertura del Encuentro, ha subrayado algunos puntos que los Delegados deberemos abordar con especial atención. Y refiriéndose a nosotors, dijo: «En vuestro ministerio estáis al servicio de Jesús Maestro y de lo que Él desea cumplir en cada uno de los miembros de los Institutos».
Los trabajos comenzaron el día 16 de octubre, por la mañana, con el saludo del Superior General, dirigido a todos los participantes en el Encuentro. Y finalizaron el día 19 por la tarde. Entre las temáticas abordadas, destacan una interesante ponencia pronunciada por el P. Patrick Nshole, Superior Regional del Congo, sobre la Espiritualidad Paulina; los Informes de los Delegados; la presentación del documento «Líneas Generales para realizar el Íter Formativo de los Institutos Agregados» y la identidad jurídica de los Institutos, junto con otros temas de gran interés.
P. Antonio Maroño, SSP
conocer a san pablo
Se puede hablar, en San Pablo, de una auténtica “inculturación” de la fe en tres contextos distintos: judíos, griegos y latinos. ¿Qué sabía Pablo de Jesús?
Enel número anterior de Alégrate qued ó inconcluso el capítulo titulado: “Hombre de tres culturas”. Vimos allí la condición de Pablo como judío , ahora completamos las otras dos facetas que le convierten en el Apóstol más “cosmopolita” que llevó el mensaje de Cristo a las culturas en aquel tiempo conocidas: latina y griega
Aunque judío , Pablo era de lengua griega y natural de Tarso, «una ciudad no desconocida de Cilicia» , como él mismo la denomina con una litote (1) llena de complacencia (Hch 21,39). Tarso, en el río Cidno, se encontraba por aquella época en el apogeo de su esplendor como ciudad helenista y cosmopolita. Era una de las patrias del estoicismo. Pablo conoció este tipo de pensamiento y logró asimilar ciertamente algunos de sus rasgos éticos, como el ideal de la autosuficiencia (cf.
Flp 4,11) o la «autarquía» (2) y conceptos filosófico-religiosos, como la transparencia de Dios en el mundo (cf. Rom 1,19-20).
Así, todo el marco de su actividad se coloca en un ambiente cultural helenista; utiliza el griego con desenvoltura y de forma personal; no le resultan extrañas ni las formas de la diatriba (3) ni las figuras de la retórica (4) contemporánea, y se manifiesta lingüísticamente creativo.
En particular, su pensamiento se ve solicitado por la situación existencial y cultural con que se encuentra, hasta el punto de que se puede hablar en él: de una auténtica «inculturación» de la fe en contextos distintos del judeo-jerosolimitano en que había nacido. Las dos cartas a los Corintios y las de los Efesios y Colosenses ofrecen, a propósito de esto, un testimonio claro y bien diferenciado.
Pero este personaje judío y griego se autopresenta en todas sus cartas con el nombre claramente latino de Pablo, que llevaba casi seguramente desde su nacimiento junto con el apelativo Saulo, que le habrían impuesto
sus padres en recuerdo del primer rey de la tribu de Benjamín (rey Saúl).
Hay que indicar que en la cristofanía de Damasco la voz misteriosa, según los Hechos de los Apóstoles, lo llama al estilo hebreo: «Saúl, Saúl», (9,4).
Para Pablo, las autoridades del Imperio responden a sus ojos a una disposición divina: «pues la autoridad está al servicio de Dios para ayudarte a portarte bien; por eso merecen respeto y obediencia por un deber de conciencia» (Rom 13,4-5). Según el autor de los Hechos, Pablo trató serenamente con procónsules y procuradores romanos en Chipre, Corinto, Cesarea, y reivindicó en varias ocasiones las garantías jurídicas que le correspondían en virtud del derecho de ciudadanía romana que poseía por nacimiento (Hch 22,28).
En sus programas misioneros figura Roma en la cumbre de sus deseos en ir a visitarlos como centro y base de una mayor evangelización, que habría de llevarlo hasta España (Rom 15,22-24), en la parte occidental del Mediterráneo, después de haber recorrido el lado oriental. No se sabe con seguridad si se realizó aquel sueño de España, pero lo cierto es que escribió a los romanos la carta más densa, síntesis de su evangelio; y que
fue en Roma donde coronó su actividad con el martirio.
Se nos plantea una cuestión antes de entrar en el próximo capítulo: ¿Qué sabía Pablo personalmente de Jesús? Es posible que hubiera visto a Jesús en alguna ocasión; algunos autores no lo descartan apoyándose en 2Cor 5,16 (este texto ha sido muy estudiado por M. Herraz). La labor de Pablo en los juicios, acusaciones y condenas debió permitirle un conocimiento más detallado de Jesús y su predicación antes de su adhesión al cristianismo.
NOTAS ACLARATORIAS: (1) litote es una figura retórica de pensamiento que consiste en no expresar todo lo que se quiere dar a entender, sin que por ello deje de comprenderse la intención del hablante; especialmente negando lo que en realidad se quiere afirmar. (2) autarquía, sistema económico en el que un estado se abastece con sus propios recursos, evitando, en lo posible, las importaciones. (3) diatriba , es un discurso fuerte, agrio contra alguien, lo encontramos con sus adversarios. (4) retórica: es la “ciencia del discurso”, normalmente con carácter persuasivo.
El Evangelio resalta la relación filial única de Jesús con respecto al Padre. Pero esta relación suya con el Padre quiere que sea también la relación con Dios de sus discípulos.
En realidad, no llegaremos a la oración verdaderamente cristiana mientras no logremos vivir nuestra experiencia de hijos con respecto a Dios. Hasta el punto que, según el Evangelio, orar “no es más que tomar en serio la libertad de llamar a Dios Padre nuestro, confiando en el testimonio de Jesús” –dice Roberto Pasolini–. El Espíritu Santo es el autor de toda oración, pero esta debe dirigirse siempre al Padre para que produzca en nosotros esa experiencia única, increíble, a la que nos da derecho únicamente la palabra de Jesús, que ha querido compartir con nosotros su condición de Hijo único, gracias al bautismo, que nos hace “hijos de Dios”.
Muchas veces, nuestra relación con Dios no es la de hijos, sino la de siervos. Probablemente podemos reconocernos en uno de los dos hijos de la parábola del Padre bueno: seguimos nuestros caprichos, en nombre de una falsa libertad, malgastamos los dones que Dios nos ha dado…
Renegamos de ese buen padre que es Dios para seguir nuestros alocados proyectos. O bien intentamos cumplir con nuestras obligaciones, ser fieles a nuestros compromisos, pero sin llegar a identificarnos como hijos de ese buen padre que quiere que todo lo suyo sea nuestro, que compartamos sus mismos intereses… Preferimos seguir siendo siervos.
Rezar es hablar con nuestro Padre
Sin embargo, la oración que Cristo nos enseñó no solo nos permite, sino que nos exige que la familiaridad de Jesús con su Padre sea el clima de nuestra relación con Dios: un Dios tan cercano que podemos llamarlo Padre. Lo entenderemos en la medida en que seamos sencillos: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra –dijo Jesús–, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos y se las has manifestado a los sencillos” (Mt 11,25).
Tal vez hemos aprendido un Dios infinito, trascendente, lejano, un poco justiciero… Jesús nos enseña un Dios Padre. Orar, por tanto, significa ponernos con toda confianza ante ese Dios Padre, tal como somos o nos encontramos: con nuestro deseo de cumplir su voluntad, pero también con nuestras deficiencias y miserias de todo tipo.
Puede que sintamos que nos queda mucho camino para llegar a esa conciencia. Pero no debemos desanimarnos: por suerte, no estamos solos: estamos siempre apoyados y acompañados por la fuerza del Espíritu que, como dice san Pablo, incluso cuando nuestra voz es débil o silenciosa, él sigue gritando: –Abbá, Padre–, que atestigua que todo lo que hemos creído no es una ilusión, sino la auténtica verdad de nosotros mismos.
La oración no es alienación
Por eso, rezar no significa alienarnos de nuestra realidad pobre y limitada, buscar sentimientos y emociones que nos hagan olvidar por unos momentos nuestra realidad pobre y las cargas de la vida. Sino que es más bien cambiar nuestra manera de valorar la realidad y las cosas, sabiendo que todo, absolutamente todo,
hace referencia a “un solo Dios, Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Ef 4,6). Eso nos da la posibilidad de vivir por encima de nuestras posibilidades humanas, tan raquíticas y limitadas, y nos pone en el nivel de nuestro Padre. Lo que nos permite vivir siempre con libertad y naturalidad ante los ojos de un Padre que seguirá siéndolo siempre, hagamos lo que hagamos o suceda lo que suceda. Cuando descubrimos que tenemos un Padre así, no nos hacemos invencibles, pero nada ni nadie podrá vencernos, porque siempre estaremos seguros, “como un niño en brazos de su madre”.
Ésta es la mentalidad que nuestra oración necesita alimentar: una forma de pensar, sentir y razonar como hijos de un Dios Padre, no como siervos de un Dios lejano y justiciero. Olvidarlo, nos lleva a vivir con miedo ante los terrores de la vida y de la muerte, ante el pecado. Dice san Juan, “no sabemos lo que seremos”, pero ya es hermosísimo saber lo que somos hoy: hijos amados de Dios. Así podemos vivir y así podemos rezar.
El beato Alberione decía que en todo apostolado paulino hay que sentir con la Iglesia para poder responder a las necesidades de la gente de hoy. Para la Familia Paulina una ocasión especial la constituye el gran Jubileo inaugurado por el papa Francisco el pasado 24 de diciembre.
En preparación a este evento extraordinario para toda la Iglesia el Papa ha escrito la bula titulada Spes non confundit, en la que nos invita a convertirnos en portadores de esperanza.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica: „La esperanza es la virtud teologal por la que deseamos el Reino de los Cielos y la vida eterna como nuestra felicidad” (1817). Y para ser vivida, cada uno de nosotros tiene que hacer un esfuerzo concreto. Por este motivo, los esposos consagrados, viviendo la virtud de la esperanza, están obligados a hacer todo lo posible para que la familia alcance la vida eterna. Tratando de alcanzar este ideal, tienden a alcanzar juntamente la santidad en la vida conyugal. Por esto, en primer lugar, rezan juntos y frecuentan los sacramentos. Y así, la gracia del sacramento del matrimonio producirá abundantes frutos, tanto en la vida de los esposos
como en la vida de sus hijos.
El P. Alberione sintetiza así este proyecto: „Dar a Dios a los hombres y a los hombres a Dios”. Y los esposos consagrados se comprometen a hacerlo todos los días, sobre todo tratando que sus familias, haciendo todos los días pequeños progresos, cumplan la voluntad de Dios. El P. Alberione amonesta que cuando el hombre se niega a realizar el plan de Dios, buscando el modo de hacer su propia voluntad todos los días y no la de Dios, corre el riesgo de perder todas las gracias y toda la ayuda para alcanzar la salvación que de Dios que le ha preparado desde la eternidad. El P. Alberione decía que el cristiano no puede ser plenamente feliz, si solo trata de salvarse a sí mismo. Por ello, debe ayudar a los demás a alcanzar la salvación. Entonces, realizando este ideal, los esposos consagrados, juntamente con sus propios hijos, tratarán de invitar a otras personas a la oración,
en primer lugar y, después, a participar en los sacramentos. Según el Fundador, los esposos deberían hacer esto dirigiéndose sobre todo a los que se han alejado de la Iglesia y viven como si Dios no existiese.
La esperanza cristiana también suscita iniciativas para el bien y el desarrollo integral del hombre. Convencidos de esto, los esposos cristianos deben conocer las necesidades de los demás, sobre todo las de sus seres queridos. Haciendo esto, se convertirán en portadores de esperanza no solo en la propia familia, sino que también de cara a los demás.
En el año del Gran Jubileo el papa Francisco nos indica algunas áreas, a las que los hombres de buena voluntad deberían llevar esperanza de manera concreta. Para los miembros del Instituto Santa Familia es una gran oportunidad para poder responder concretamente a esta invitación señalada por el Pontífice. Traten pues, de profundizar la enseñanza contenida en la bula (...) .
Las ocasiones para hacerlo serán muchas. Basta con que cada uno de ellos abra los ojos y ya, desde hoy, empiece a hacer un poquito de bien. A través de su esfuerzo, el Señor hará que la esperanza vuelva nuevamente a sus corazones y muchas personas,
que la habían perdido, volverán a sonreír.
Oración de san Francisco de Asís
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu [esperanza]! Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna. Amén.
En esta ocasión, traemos a las páginas de nuestro boletín, un interesante apunte sobre la formación en el Instituto, redactado por nuestra recordada hermana Guadalupe Lozano Sánchez, fallecida el 16 de enero de 2002.
escribe así: “En el Instituto tenemos que preparar gente para que acompañe a los propios miembros en procesos de formación y liberadores. La propia vida consagrada, a base de no echarle aceite, se gasta. Solemos hacer un gran esfuerzo en los primeros años de formación. Formamos con buenos contenidos, acompañamos con delicadeza y entrega en este periodo de formación; pasado este nos solemos echar a dormir, cuando en todo momento se necesita formar y acompañar a los miembros para que estos no decaigan y se vuelvan estériles.
El enamoramiento de nuestra propia vocación está en el carisma de la secularidad consagrada, con los matices de cada Instituto.
Una vez oí a un político: “Mis deseos no cuentan, sino aquello que tengo que hacer como
militante de mi partido”. Esto mismo tenemos que decir todos los hombres. Todos los que, convencidos, formamos parte de una asociación, de un movimiento, de una congregación, de un Instituto. Desde el momento en que, libremente hemos, decidido formar parte de una entidad concreta, con características y fines concretos, nos debemos a ello. Nuestros deseos los tenemos que hacer converger con los del Instituto: así creceremos y estaremos haciendo crecer el Instituto y, lo que es, más cumpliendo con la voluntad de Dios en el desarrollo de los fines de sus, concretados en el Instituto.
Esto puede muchas veces fastidiarnos porque somos llevados a realizar, si no siempre, casi siempre, nuestro querer. Nos olvidamos que un día dijimos un sí incondicional en nuestro Instituto.
Ver nuestra propia historia cuando iniciamos porque ahí está la fuerza del carisma, que hemos asumido.
Sabemos que, hoy, los cambios se producen con gran rapidez; tenemos que ser muy sensibles a estos cambios y promover y aceptar toda creatividad, pero siempre desde una radicalidad, cuidando con esto porque
P. José Antonio Pérez, SSP
San Pablo. Madrid.
no podemos confundir la secularidad consagrada con una mayor comodidad, aislamiento, ir por libre, tenerlo todo atado y más que atado, tanto económicamente como psicológicamente, hasta el punto de decir yo y mis cosas las consagro a Dios, pero en el fondo no suelto ninguna” …
Retazos de la vida de Guadalupe Lozano Sánchez que, juntamente con otras dos compañeras, comenzó el Noviciado en el Instituto Virgen de la Anunciación, en España, el 8 de diciembre de 1981 y descansó en el Señor el 16 de enero de 2002. Con admirable sencillez y discreción, y con envidiable disponibilidad, nos ha dejado el testimonio de una vida incondicionalmente entregada al amor de Dios y al servicio de todas las personas que, por diversas razones, él puso a su alrededor.
El papa Francisco en su última encíclica “Dilexit nos” (Él nos amó) nos redescubre la esencia del amor de Cristo, ese amor que el sacerdote, moldeado en el corazón de Jesús, debe comunicar, a manos llenas, a sus comunidades.
La vida del sacerdote se puede describir con estas bellísimas palabras de san Pablo a los Efesios (3,14-19), en las que da rienda suelta a los sentimientos más profundos de su corazón apostólico: “Por eso, doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la plenitud de Dios”.
Como se puede apreciar, el texto es de cuño claramente trinitario. El corazón traspasado de Jesús ha sido quien nos ha permitido y posibilita otear y vislumbrar la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Dios y de su propio corazón. No solamente esto, sino que, por la acción del Espíritu, nos concede estar “arraigados y cimentados”, enraizados y fundamentados, habitar dentro de la dinámica amorosa del corazón de Dios.
De esta manera, el corazón humano colma plenamente su sed, se diviniza, se convierte en intérprete e instrumento del amor del corazón de Dios, se cristifica plenamente y, al cristificarse, se humaniza en toda verdad llenándose de la plenitud de Dios. Ante este corazón abierto y su sed de darnos su amor, para
que alcancemos nuestra propia plenitud, solo cabe abrirle el nuestro y entregárselo para que disponga a toda su voluntad.
El amor de Dios nos ayuda a entender que Jesucristo está vivo hoy, que está entre nosotros y podemos encontrarle en la Eucaristía, donde el corazón sigue latiendo. El Señor nos ayuda y nos convierte a nosotros en ayuda para otros y, a través de nosotros, muchos encontrarán la ayuda que necesitan.
Nuestra vida sacerdotal ha de estar centrada en el acontecimiento histórico, en el cual Dios se ha hecho carne y hombre para vivir entre nosotros: “El cristianismo no es una ideología ni un código de
valores, sino que es una persona real a quien podemos acudir y hacernos amigo suyo tanto en la oración, leyendo su palabra, recibiendo los sacramentos... con eso entablamos una relación directa con Él”, ha puntualizado el papa Francisco.
El sacerdote muchas veces vive insatisfecho buscando siempre nuevos proyectos, porque su corazón está lejos de la lógica de Jesús, y por eso se queja o vive triste. La lógica de Jesús, por el contrario, debe dar plena satisfacción a un sacerdote. Es la lógica del mediador. Jesús es el mediador entre Dios y nosotros. Nosotros debemos tomar el camino de mediadores, no el otro que se parece mucho pero no es lo mismo: intermediarios.
El intermediario hace su labor y cobra: ¡nunca pierde! Totalmente distinto es el mediador. El mediador se entrega a sí mismo para unir las partes, da la vida, y ese es el precio: su propia vida, paga con su vida, su cansancio, su trabajo, tantas cosas, pero en el caso del sacerdote, para unir la grey, para unir a la gente, para llevarla a Jesús. La lógica de Jesús como mediador es la lógica de anonadarse a sí mismo: se anonadó a sí mismo, se vació, pero para lograr esa unión hasta
la muerte, y muerte de Cruz. Esa es la lógica sacerdotal: vaciarse o anonadarse.
En este sentido, la encíclica “Dilexit nos” pone en tela de juicio nuestra obsesión por emprender reformas o cambiar estructuras olvidando lo esencial, que es la necesidad de mantener una relación personal con Dios. Una vida sacerdotal sin Cristo se convierte en la vida de un funcionario y se vacía de contenido si perdemos de vista que Jesús está en medio de nosotros, de nuestros esfuerzos y de nuestros trabajos.
El sacerdote no debe ser un funcionario o empleado con horario fijo. Por tanto, el sacerdote debe tener dos polaridades. Ha de mirar con corazón de hombre y con los ojos de Dios. De esta manera llegará ese sentimiento y esa sabiduría para comprender a nuestros hermanos y después tener el valor de luchar: el sacerdote es uno que lucha con Dios. Y eso significa pasar mucho tiempo con Jesús sacramentado en vida contemplativa. Vivir esta desconexión espiritual y la pérdida de la relación personal con Dios, podemos olvidar la ternura de la fe, la alegría de la entrega al servicio a los demás y el fervor de la misión de persona a persona.
El sacerdote debe redescubrir el amor de Cristo. Un Cristo que se acerca, que nos acompaña, nos anima, nos mira, nos acaricia y nos habla. Es en su Corazón donde podemos encontrar todo el Evangelio. Es en este encuentro con el Corazón de Cristo donde nos hacemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de todo ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común.
Acabo, como acaba la encíclica “Dilexit nos”, con una oración que alienta para orar y para vivir: “Pido al Señor Jesucristo que de su corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Eso será hasta que celebremos, felizmente unidos, el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota, incesantemente, de su Corazón abierto”.
Viviendo “escondido en Dios”, el consagrado paulino de vida secular testimonia y anuncia a Cristo Maestro, Verdad, Camino y Vida
1.Nuestro específico campo evangélico se extiende a la realidad de toda la vida: en cualquier ambiente y profesión, con personas de toda condición, sin ningún tipo de restricción. Las modalidades de apostolado son múltiples y cada uno sabe discernir cuáles se adaptan mejor al momento, con los medios que le son convenientes.
2. Somos “obra propia” y, por ello, parte integrante de la Sociedad de San Pablo, surgida en la Iglesia para anunciar a Cristo Maestro. Disfrutamos, por lo tanto, de los medios más modernos de la comunicación, para promover la evangelización según el espíritu paulino. Por ello, cada ambiente se convierte en lugar privilegiado para dar testimonio sobre todo con nuestro estilo de vida, la absoluta entre-
ga a Jesús y a la Iglesia. Nuestra fraterna atención e intercesión se dirigen a toda persona con la que entramos en contacto, precisamente porque estamos situados en el ambiente social y libres para obrar en la discreción, del modo más oportuno, para favorecer la presencia de Dios en el mundo.
3. El reconocimiento de la ambigüedad y de la pobreza de recursos humanos, no ha distraído a nuestro Fundador de asumir la misión de llevar el anuncio evangélico a un mundo cada vez más secularizado, sabiendo bien que es la santidad de cada uno lo que marca el éxito del apostolado que realiza. Por este motivo, nuestro principal “instrumento de trabajo” es la búsqueda de la santidad personal, la lucha contra el defecto domi-
nante, por medio de la humildad, que permite conocer cada vez mejor a Jesús, vivir en comunión con él y darlo a conocer a nuestro alrededor, a todos los que lo ignoran. He aquí, pues, la necesidad de un compromiso interior perseverante, que nace de la oración meditada, del examen de conciencia, de la práctica de los sacramentos, de la lectura espiritual, para que, finalmente, la vida de Jesús se manifieste a través de nuestras obras (cfr DF, p. 40).
4. La misión del Gabrielino se expresa, a menudo, en proceder “sin medios” y sin coberturas externas. Pero es precisamente en esta óptica donde mejor se manifiesta la persona del Arcángel Gabriel, mensajero que recurre a la fortaleza de Dios, en la que
únicamente se apoya su misión. De acuerdo con el testimonio de san Pablo “cuando soy débil, es entonces cuando soy fuerte” (2Cor 12,10), los Gabrielinos se sirven, sobre todo, de la comunión con Cristo Jesús y de la protección de María, para desplegar la obra de expiación, por los daños causados por el ateísmo militante, que a ellos les ha sido confiada.
En efecto, nuestro apostolado es un servicio absolutamente pobre: somos laicos, sin poder constituido, sin ministerios, no formamos parte de ninguna jerarquía, actuamos dentro de los límites de nuestra modesta condición humana, confiando, sin embargo, en la cooperación, en la fuerza que viene de Dios, por obra del Espíritu Santo y la pro-
tección de nuestra Madre y Reina de los Apóstoles. El Gabrielino, por ello, es un hombre que está inmerso en el siglo como “la levadura en la masa” (Lc 13,21).
La pobreza, la debilidad, la tribulación llegan a ser señal de predilección de Jesús Maestro, el cual, como una Madre, deja que se le acerquen los hombres, poniéndolos en la perspectiva del rescate ultraterreno (cfr Lc 13,30).
Participamos en la misión de la Iglesia para:
- hacerla presente y operosa en aquellos lugares y en aquellas circunstancias en las que no puede ser sal de la tierra, si no es por la mediación de los laicos, que dan testimonio de la fuerza del evangelio, en la obra de la redención personal y social, incluso en las áreas más refractarias de la humanidad;
- vivir las relaciones humanas, tratando de santificarlas con un plus de sociabilidad, haciendo de ellos ocasión de testimonio evangélico, de modo que seamos, en nuestra actividad, instrumentos unidos a Dios, para la salvación de los hermanos, atentos a actuar
con pureza de intención, en espíritu de generosa entrega y de humilde servicio, con vistas a la venida de su Reino;
- conscientes de la gratuidad del amor que Dios tiene a toda persona, respondemos a su llamada ante todo trabajando con empeño, seriedad y corrección, difundiendo, sin pereza, sobre todo donde faltan, aquella alegría y serenidad que manifiestan la vida de Cristo que obra en nosotros, comprometidos con la formación del hombre nuevo, en perjuicio del hombre viejo, al que la mayoría de las personas sigue estando atada. Moviéndonos en la realidad cotidiana, no podemos si no abandonarnos a las manos del Padre, de la Madre, y a la intercesión de nuestro beato Fundador, para remediar nuestra pequeñez e incapacidad, aun estando ciertos y confiados de su obrar a través de nosotros, empujados por el testimonio de san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Fil 4,13).
Después de la introducción general al tema "Medios de gracia" y, en particular, a los sacramentos, el Fundador pasa a presentar algunos sacramentos, sobre todo los que se reciben con más frecuencia. Y comienza con el sacramento de la reconciliación (entonces llamado más comúnmente "confesión")
La confesión (DF 74)
1. La confesión es el gran medio de perfección: en la vida espiritual, los ejercicios fijan el propósito general; el retiro mensual, el propósito particular; la confesión semanal es la revisión y la enmienda de la semana. Tiene el cometido y la finalidad de la absolución y santificación del alma.
2. La confesión es el canal de gracia santificante especial; es la recuperación de las fuerzas perdidas, la moción del corazón para las resoluciones, la bendición; es la aprobación divina
del trabajo cotidiano en la gran empresa de la subida del hombre hacia Dios.
3. a) Elegir bien y expresar claramente los propósitos semanales; b) hacerlos objeto de examen, dolor, acusación, propósito y satisfacción semanal; c) ser constantes en rendir cuentas gradualmente y en el camino constante.
Detengámonos juntos, muy atentamente, en estas indicaciones del Fundador, porque son de una riqueza extraordinaria. En efecto, ino es fácil encontrar otros autores que, en aquel
período histórico, presenten el sacramento de la confesión en términos tan propositivos como nuestro Fundador!
Al P. Alberione la confesión le interesa, no solo como sacramento para quitar el pecado, sino, sobre todo, como "gran medio de perfección".
'. Ocasión privilegiada para programar el camino espiritual: en los ejercicios espirituales, en el retiro, y también en el recorrido semanal, teniendo en cuenta que en aquel momento está vigente la confesión semanal...
Por lo tanto, la confesión se ve como:
- El canal de gracia santificante especial: en cuanto comporta el aumento de la gracia, o sea una nueva irrupción de Jesús-Vida en el alma. En efecto, se acostumbra a decir que el sacramento aumenta la gracia. Pero si consideramos que el P. Alberione (como otros autores) entiende por "gracia" la Persona misma de Jesús-Vida, entendemos que con el sacramento se da una ulterior venida de Jesús a nuestra persona, con el resultado de que gradualmente se va uno transfor-
mando en Él;
- la recuperación de las fuerzas perdidas: oportunidad para recuperar energías espirituales y fuerzas de vida;
- la luz para el camino nuevo: el don de una iluminación interior que puede abrir nuevos caminos;
- la moción del corazón a las resoluciones: un gran empuje que mueve el corazón a adherirse, de manera decidida, a los impulsos del Espíritu;
- la bendición o la aprobación divina sobre el trabajo cotidiano en la gran empresa de la subida a Dios: ¡he aquí la confortadora certeza de la presencia del Señor que "aprueba" el compromiso emprendido por el fiel en esta exultante "empresa de la subida a Dios"!
De aquí las aplicaciones prácticas: "Escoger bien, y de manera
clara, los propósitos"; en cuanto a ellos, poner en práctica las tradicionales cinco partes de la confesión (examen, dolor, acusación, propósito, satisfacción); en fin, "ser constantes en el progresivo informe y en el camino constante.
¡¡Una página maravillosamente sugerente y que involucra!!
El mismo concepto lo vuelve a subrayar el Fundador a continuación: "La confesión no solo borra los pecados de la vida pasada; sino que, además, infunde una gracia especial para evitar todo pecado en el futuro. Más aún, los consejos y las exhortaciones de un sabio confesor adiestran y fortalecen el corazón para la lucha... He aquí, pues, el bien inmenso de la confesión: es el humilde regreso del hijo a Dios, el Padre bueno, tal como aparece en la parábola del hijo pródigo. En la Penitencia se repara el honor de Dios, la ingratitud, la ofensa cometida; se le restituye la gloria que se le ha quitado; se aplaca la irritación y la ira; se reconoce la infinita Majestad de Dios; se consuela a Jesucristo crucificado por parte del pecador.
Don Guido Gandolfo, ssp
El papa Francisco inauguró oficialmente el Jubileo ordinario 2025, el pasado 24 de diciembre, abriendo la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
El pasado 24 de diciembre, el mundo presenció una ceremonia imponente en la que, siguiendo una antigua tradición, el papa Francisco ejerció su privilegio petrino al abrir simbólicamente las puertas del paraíso. Este acto se concretó al abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, marcando el inicio del Jubileo 2025, y al repetir el gesto en el centro penitenciario de Rebibbia (Roma), recordando que «Los corazones cerrados, duros, no ayudan a vivir».
Posteriormente, el 29 de diciembre, los obispos del mundo entero replicaron este gesto en sus catedrales y templos jubilares, permitiendo a los fieles participar en esta celebración por los 2024 años del nacimiento de Cristo. La travesía por una «Puerta santa» simboliza la esperanza de alcanzar el cielo y de construir una Iglesia sinodal, en la que todos entramos unidos.
El Jubileo puede ser una buena ocasión para que, como “Peregrinos de esperanza”, el documento final del Sínodo de los Obispos se convierta en una herramienta para enriquecer la Iglesia, mediante los dones y carismas presentes en ella. Este acompañamiento, que el papa propuso como un desafío, se integra en parroquias y comunidades para intercambiar experiencias y aspiraciones, ofreciendo respuestas a las necesidades de la humanidad.
Queridos lectores de este boletín Alégrate. En este artículo quiero compartir con vosotros el descubrimiento de un libro titulado: “Dios se hizo Palabra”, del padre dominico Vicente Borragán Mata
Atodos os digo que este libro ofrece breves introducciones de cada uno de los 46 libros que integran el Antiguo Testamento, y os animo a su lectura.
El autor, al principio, hace una presentación general de la Sagrada Escritura: Las lenguas en la Biblia, los manuscritos de la Biblia, los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento en nuestro tiempo. Después, va desarrollando cada uno de los libros de una forma
sencilla, amena y completa: significado del nombre, destinatarios, autor o autores, fechas de composición, argumento, composición, género literario, mensaje… Como ejemplo de su contenido, he tomado la forma de exponer El libro de los Salmos. Lo hace en siete páginas y en cinco apartados:
a) Título del libro: De la página donde lo explica, resalto sólo lo siguiente: “El Salterio está
dividido en cinco libros a forma de Pentateuco: 1) salmos 1-41; 2) salmos 42-72; 3) salmos 7389; 4) salmos 90-106; 5) salmos 107-150”. Cada una de las partes concluye con una doxología final.
b) Título de los Salmos: De la página donde se explica, resalto sólo lo siguiente: “Muchos salmos comienzan con títulos en los que se pretende dar una información en torno al autor, a la naturaleza del salmo, al modo de cantarlo, a su uso en la liturgia, a las circunstancias históricas en las que fue compuesto o a las que hace alusión”, etc.
“Los títulos no fueron puestos por los autores de los salmos, pero contienen informaciones muy valiosas. Muestran, entre otras cosas, que David no fue el único autor de los salmos. Cerca de 50 salmos son anónimos y 34 carecen de título; 57 llevan el título de mizmor (salmo cantado con instrumento de cuerda) 37 el de shir (salmo compuesto para ser cantado); 5 el de Tefillah (oración); 1 el de tehillah (himno).
c) Géneros literarios de los salmos. Aquí tenemos casi tres páginas, de ellas sólo transcribo la clasificación de los salmos: Himnos: Salmos 8, 9, 29, 33 ,66, 67 ,99, 102, 103, 112, 113, 116, 134, 135, 144-150. Salmos de ac-
ción de gracias: 18, 21, 30, 33, 34, 40, 65-68, 92, 116, 118, 124, 129, 138,144. De súplica individual: 3, 5-7, 17, 22, 25, 26, 28, 31 ,35, 42-43, 51, 54-57, 59, 63, 64, 6971,77,86, 102, 120, 130, 140-143.
De súplicas colectivas:12, 44, 60, 74, 79, 80, 83, 85, 106, 123, 129, 137. Salmos reales: a). Los que celebran al rey de Israel son: 2, 20, 21, 45, 89, 110, 132. b). Los Salmos de la realeza de Yavé son: 46, 92, 94-99, 149.
Otras familias de salmos serían: Los Cánticos de Sión . 46, 48, 87, 132. Salmos didácticos: 1, 19, 37, 119, etc. Salmos de las ascensiones o de las subidas, llamados también salmos graduales: 120-134. Salmos históricos: (78, 105, 106)
d) Origen de los salmos. e) Mensaje de los salmos. Termina la exposición de este libro de la siguiente manera: “El Salterio es el libro por excelencia de la oración cristiana. “La razón por la que este libro es el más usado en la Iglesia es que contiene en sí toda la Escritura. Su característica es la de repetir, en forma de alabanza, todo lo que los otros libros exponen” …
Mari Muñoz, isva
EL 4 de enero de 2025, víspera de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, la Sociedad de San Pablo recibió un «regalo de los Reyes Magos» en el sacerdocio del paulino Jhon Fred Caranzo
Laordenación sacerdotal tuvo lugar durante la celebración eucarística matutina en el Santuario de San Pablo en Makati (Filipinas), presidida por el prelado ordenante, Mons. Sócrates Villegas, arzobispo de LingayenDagupan.
En su homilía, Mons. Villegas subrayó la indignidad humana ante la gracia y la dignidad del sacerdocio. Sólo el amor de Dios permite al sacerdote ser «otro Cristo» y actuar en su nombre.
Alégrate
De ahí la invitación a la humildad, al agradecimiento y a la confianza en el amor de Dios.
El rito fue retransmitido en directo por St Pauls Audiovisuals (SPAV), el apostolado audiovisual de la Provincia de Filipinas- Macao, en su canal de YouTube, SambuhayTV. Una versión con subtítulos en español está disponible en nuestro canal de YouTube: https://tinyurl.com/4ha2fsdm
El domingo, día 26 de enero de 2025, tuvo lugar, en Madrid, la clausura del 90 aniversario de la presencia de los Paulinos en España, cuya fundación, en nuestro país, tuvo lugar en Bilbao el 8 de julio de 1934.
La solemne Eucaristía en acción de gracias al Señor, celebrada a las 12 de la mañana en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, presidida por el Deán del Cabildo Catedralicio, contó con una gran afluencia de fieles y la participación de una amplia representación de las diversas ramas de la Familia Paulina. Entre los sacerdotes concelebrantes, estaba el Superior General de la Sociedad de San Pablo, P. Domenico Soliman, y varios sacerdotes Paulinos.
Y todos juntos, en clima de fiesta y con mucha alegría, tanto en la Catedral como en otros momentos de la grata jornada, hemos arropado a los padres Lázaro García, Abramo Parmeggiani, José Antonio Pérez, José María de la Hera, Isidoro Sánchez, y los hermanos Bautista García, Julio Salinas, Urbano López y Lorenzo Rodríguez, quienes últimamente han celebrado diversos aniversarios de ordenación sacerdotal o de profesión religiosa.
Presididos por el Superior Provincial, P. Miguel Carmen, el día 12 de noviembre nos hemos reunido un grupo de miembros de los cuatro Institutos Paulinos, en la Sede Provincial de la Sociedad de San pablo en España, para recibir directa información impartida por el Delegado de los Institutos, P. Antonio Maroño, del Encuentro de Delegados de los Institutos Agregados a la Sociedad de San Pablo, que tuvo lugar en Ariccia (Italia), del 16 al 19 de octubre de 2024. Muy contentos
Alégrate
y llenos de alegría por encontrarnos varios hermanos y hermanas juntos, y por la transmisión, de palabra y por escrito, que el P. Antonio Maroño nos ha presentado del citado Encuentro de Ariccia, allí nos hemos encontrado los siguientes hermanos y hermanas: Francisco Agüera y Francisco Maganto, IJS; Teresa Álvarez, Dolores Andréu y Mari Muñoz, ISVA; Francisco Ferrer y Sergio Hernánz, ISGA; Maite Ballesteros y María Antonia García, ISF.
1. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. - Jornada Mundial de Oración por la Paz.
4. Aniversario de la muerte del Hno. Gabriel Aparicio, SSP. 2021.
6. Solemnidad de la Epifanía del Señor.
7. Aniversario de la muerte de Sor. M. Oliva García, HSP. 1997.
- Aniversario de la muerte del Hno. Manuel Martínez, SSP. 2017.
9. Aniversario de la muerte del P. Francisco Anta, SSP. 2021.
11. Aniversario de la muerte de Dolores Báez, ISVA. 2019.
12. Bautismo del Señor.
16. Aniversario de la muerte de Guadalupe Lozano, ISVA. 2002.
18. Comienza el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos.
19. Jornada de la Infancia Misionera.
20. Aniversario de la muerte del H. Cirilo Peñas, SSP. 2001.
- Aniversario de la muerte del Hno. Pablo Uriarte, SSP. 2017.
22. M. Tecla Merlo, HSP, es declarada venerable. 1991.
24. Aniversario de la muerte del beato Timoteo Giaccardo, SSP. 1948.
25. Fiesta de la conversión del Apóstol San Pablo.
26. Domingo de la Palabra de Dios (6ª).
30. Aniversario de la muerte del P. Desiderio Costa, SSP. 1989.
2. Fiesta de la Presentación del Señor.
- Jornada Mundial de la Vida Consagrada (29ª).
4. Jornada Internacional de la Hermandad Humana (5ª).
5. Aniversario de la muerte de la venerable Tecla Merlo, primera Superiora
General de las HSP. 1964.
- Aniversario de la muerte del H. José María López, SSP. 1998.
- Aniversario de la muerte del H. Lucinio López, SSP. 2015.
9. Campaña y Colecta contra el Hambre en el Mundo.
- Aniversario de la muerte del H. Fco. J. Martínez de Antoñana, SSP. 2011.
10. En Alba, “dies natalis” de las Pías Discípulas del Divino Maestro. 1924.
11. Jornada Mundial del Enfermo (33ª).
13. Aniversario de la muerte del P. Miguel Rojo, SSP. 2011.
18. Aniversario de la muerte del Hno. Vicente Hernández, SSP. 2019.
28. Aniversario de la muerte de Sor Mª Fidelis Puebla, HSP. 2008.
2. Día y Colecta de Hispanoamérica.
3. Aniversario de la muerte del Hno. Arturo Guinea, SSP. 2014.
- Andrés R. Borello es declarado Venerable. 1990.
5. Miércoles de Ceniza.
8. En Mango (Italia), nace el venerable Andrés R. Borello. 1916.
10. Aniversario de la muerte del P. Jesús Álvarez, SSP. 2017.
11. Aprobación pontificia de la “Asociación de Cooperadores Paulinos”. 1988.
15. Aprobación Pontificia de las Hijas de San Pablo. 1953.
- Aniversario de la muerte de la Hna. Mercedes García R., HSP. 2019.
19. Solemnidad de S. José, esposo de la Virgen María. – Día y Colecta del Seminario.
- Llegan a España (Bilbao) las primeras Pías Discípulas del Divino Maestro. 1935.
20. Aniversario de la muerte del P. Antonio Díaz, SSP. 2008.
21. Aniversario de la muerte del P. Antonio Pinedo, SSP. 2013.
23. Aniversario de la muerte de Sor Honorina Mussi, HSP. 2002.
25. Solemnidad de la Anunciación del Señor. Titular de las Anunciatinas.
- Jornada por la Vida. Alégrate 27
Pongámonos bajo la mirada de María Santísima y digámosle que hoy la elegimos como Madre nuestra, para que cuide mucho de nosotros, de nuestra vida y de nuestra vocación (FSP32*, 279).
El alma apóstol es un alma que ama al Señor, que quiere salvarse, desea el paraíso ardientemente y quisiera conducir al cielo consigo a todos los hombres (FSP31*, 171).
En la oración llamada "sacerdotal", Jesús repitió cuatro veces la petición al Padre celestial: para que haya unión... debemos pensar siempre en la constitución íntima de la Iglesia: ut unum sint (Jn 17:11) (APD64, 48).
Protasio Gómez, 15 28027 MADRID
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¡Qué diferencia entre el grado de gracia de san Francisco de Sales, de los santos en general y de nosotros! ¡Qué débiles, pobres, mezquinos somos, qué fríos somos en el servicio de Dios! (FSP31*, 139).