Revista Alégrate Nº 180

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AlĂŠgrate nĂşmero 180

julio-septiembre 2017


Intenciones de oración

Sumario

(Propuestas por la Conferencia Episcopal Española) Julio Julio

Editorial: 3 Descansar, pero con criterio Catequesis Paulina: Jesús se reƟraba a orar 4 Como lo hizo san Pablo: Cristo, en el centro 6 InsƟtuto Virgen de la Anunciación: La espiritualidad 8 InsƟtuto San Gabriel: Los miembros del InsƟtuto 10 InsƟtuto Jesús Sacerdote: El sacerdote, llamado a la sanƟdad / 1 12 InsƟtuto Santa Familia: El papel de Jesús en la Sagrada Familia 14 El Evangelio vivido: El estudio del Evangelio y los Ejercicios Espirituales / 2 18 Páginas marianas: María como ejemplo y modelo 20 NoƟcias: 24 Calendario: 27

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Por los que sufren de manera especial las consecuencias de la crisis económica: los desempleados y sus familias, sobre todo los más jóvenes, a fin de que con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos encuentren un trabajo digno y estable.

Julio Agosto Por todos los cristianos para que aprovechen el tiempo de descanso para tener un encuentro con el Señor, desde las familias y el sano disfrute de la creación.

Julio Septiembre Por los catequistas, profesores de religión y quienes tienen el encargo de anunciar a Jesucristo, para tengan siempre presente la gran importancia de su misión y se formen adecuadamente para que sea más fructífera su labor.

DESCANSAR, PERO CON CRITERIO Este número de Alégrate corresponde a los meses de julio, agosto y septiembre. Los dos primeros son meses en que quienes podemos - que no ciertamente todos – nos tomamos unos días de descanso, físico y mental, para volver de nuevo a la tarea en el tercero de ellos -septiembre-, restablecidos y renovados. Pero, ¿cómo pensamos descansar? ¿Dónde ponemos el acento? Hay mucha gente con problemas para conciliar el sueño, debido, fundamentalmente, a una actividad cerebral intensa. ¿Qué significa esto? Que, aunque tu cuerpo ha entrado en el descanso, tu cerebro no lo ha hecho, con lo que no hay un verdadero descanso. En el tiempo de verano dedicamos demasiado tiempo a relajar el cuerpo, con el paseo, el baño, algún refresco…, pero olvidándonos casi por completo de darle un poco de respiro, de reposo, al alma, produciéndose así en nosotros esa sensación de cansancio con la que nos levantamos muchas mañanas. Sabemos como descansa el cuerpo, pero no tenemos tan claro como lo hace el alma. Pues bien, la respuesta la podemos encontrar en el evangelio: “Venid a mí todos los que estáis cansado y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Dicho en otras palabras, el amor del Señor, que nos acoge y nos ama sin condiciones, es el verdadero descanso del alma. Así lo entiende San Juan de la Cruz cuando dice: “El que ama ni cansa, ni se cansa”. Dejémonos, pues, querer y amar por el Señor para encontrar el verdadero descanso y entregarnos así, con pasión apostólica, a la tarea evangelizadora paulina que el Señor nos ha confiado. ANTONIO MAROÑO PENA, SSP

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Catequesis q p paulina

Sumario

Jesús se retiraba a orar

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n este apartado de “CATEQUESIS PAULINA” tratamos de seguir el pensamiento fundamental que nuestro Padre Fundador, Santiago Alberione, expone en el nº 93 de AD como base de nuestra espiritualidad en la Familia Paulina: “vivir íntegramente el evangelio de Jesucristo, camino, verdad y vida”. Así vamos reflexionando sobre los hechos y dichos de Cristo, pues bien es cierto que no se ama lo que no se conoce, y no se sigue a quien no se ama. Proponemos hoy -por ser el trimestre julio-agosto-septiembre -periodo en parte de descanso vacacional-, estas palabras del Evan-

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gelio: Jesús se retiraba a orar. Los tres sinópticos inciden en este tema: Mateo 14,23 “Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar; y al anochecer, estaba allí solo”. Marcos 1,35 “Levantándose (Jesús) muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba”. Lucas 6,12 “En esos días Él se fue al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios”. Mucho tiene que decirnos a nosotros la actitud constante de Jesús en oración. A sus discípulos les dirá antes de comenzar la terrible prueba de su Pasión:

“Velad y orad, para no caer en tentación; porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mc 14,18). Vemos que la oración en Jesús–comunicación con su Padre-, ocupa un lugar primordial en toda su vida. Pero esa oración, no era solo de palabras, muchas veces eran silencios, contemplación, aceptación a la Voluntad del Padre, algo, por otra parte, tan grato a Dios. Nos lo dice el mismo Jesús: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis» (Mt 6, 7-8). La dinámica de palabra y silencio, que marca la oración de Jesús en toda su existencia terrena, sobre todo en la cruz, toca también nuestra vida de oración en dos direcciones: La primera es la que se refiere a la acogida de la Palabra de Dios. Es necesario el silencio interior y exterior para poder escuchar esa Palabra. Se trata de un punto particularmente difícil para nosotros en nuestro tiempo. En efecto, en nuestra época no se favorece el recogimiento; es más, a veces da la impresión de que se siente miedo de apartarse, incluso por un instante, de la vorágine de palabras y de imágenes que marcan y llenan las jornadas. En esta línea exhortaba el papa Benedicto XVI

en la exhortación Verbum Domini: «la necesidad de educarnos en el valor del silencio. Redescubrir el puesto central de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia quiere decir también redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego interior. La gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente» (n. 66). Hay también una segunda relación importante del silencio con la oración. En efecto, no sólo existe nuestro silencio para disponernos a la escucha de la Palabra de Dios. A menudo, en nuestra oración, nos encontramos ante el silencio de Dios, experimentamos una especie de abandono, nos parece que Dios no escucha y no responde. Pero este silencio de Dios, como le sucedió también a Jesús, no indica su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor está presente y escucha, incluso en la oscuridad del dolor, del rechazo y de la soledad. Un corazón atento, silencioso, abierto, es más importante que muchas palabras. Dios nos conoce en la intimidad, más que nosotros mismos, y nos ama: y saber esto debe ser suficiente. M ®ã B ½½ Ýã ÙÊÝ , ISF

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Como lo hizo san Pablo

Cristo, en el centro

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n el amor intenso, profundo y radical que san Pablo siente por Cristo, hay una frase que nos llama especialmente la atención y que podría ser como la síntesis de esa totalidad de Pablo por Cristo: “Todo lo tengo por pérdida si se compara con el conocimiento de Cristo. Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo” (Flp 3, 7-8). El viraje que Pablo da a su pensamiento y a su vida a partir de su encuentro con Cristo es un cambio total de perspectiva. No fue fruto de su pensamiento, sino del encuentro con Jesucristo. Y es a partir de entonces, inesperadamente, cuando comenzó a considerar "pérdida" y "basura" todo aquello que antes constituía para él el máximo ideal, casi la razón 6 Alégrate

de ser de su existencia. ¿Qué es lo que sucedió? En el Camino de Damasco Cristo resucitado se presenta como una luz espléndida y se dirige a Saulo; en ese momento transforma su pensamiento y su vida misma. El esplendor del Resucitado lo deja ciego; así, se presenta también exteriormente lo que era su realidad interior: su ceguera respecto de la verdad de la luz que es Cristo. Y después su "sí" definitivo a Cristo en el bautismo abre de nuevo sus ojos, y le hace ver donde está realmente la verdad. Pablo, sin dar detalles en muchas ocasiones alude a este hecho importantísimo, es decir, al hecho de que también él es testigo de la Resurrección de Jesús, cuya revelación recibió di-

rectamente del mismo Jesús, junto con la misión de apóstol. Al final de este relato añade: "Y por último se me apareció también a mí" (1 Co 15, 8). Así da a entender que este es el fundamento de su apostolado y de su nueva vida. Al abrirse a Cristo con todo su corazón, se hizo capaz de entablar un diálogo amplio con todos, se hizo capaz de hacerse todo a todos. Así realmente podía ser el Apóstol de los gentiles. Centrando ahora el pensamiento en nuestra espiritualidad paulina, vemos que el Fundador nos pone a Pablo como “modelo” en el seguimiento e identificación con Cristo: “en el espíritu de san Pablo” (AD 93) Entonces, ¿qué quiere decir esta radicalidad de Pablo para nosotros? Quiere decir que tampoco para nosotros el cristianismo es una filosofía nueva o una nueva moral. Sólo somos cristianos si nos encontramos con Cristo. Es cierto que no se nos muestra a nosotros de esa forma irresistible, luminosa, como hizo con san Pablo para convertirlo en Apóstol de todas las gentes. Pero también nosotros podemos encontrarnos con Cristo en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración, en la vida litúrgica de la Iglesia. Podemos tocar el corazón de Cristo y sentir que él toca el nuestro. Sólo en esta relación personal con Cristo, sólo en este encuentro con el Resucitado nos convertimos realmente en cristia-

nos. Así se abre a nuestra razón toda la sabiduría de Cristo y toda la riqueza de la verdad. Así se entiende, que después de conocer a Cristo y hacerlo vida de su vida, Pablo considerara todas las demás cosas secundarias, y solo importantes en su relación con Cristo; y toda circunstancia no podía tener otro valor que el de encaminarlo hacia Cristo. Para nosotros: si Cristo no es el centro de nuestro vivir, todo lo que lleguemos a ser, hacer y tener será un total DESPERDICIO; que viene a expresarse (usando el concepto paulino) que si Dios no está como origen y motivo de todo nuestro ser y obrar, nada de lo que obtengamos nos llenará y hará felices, por tanto será BASURA. Todo esto debemos aplicarlo a nuestra vida cotidiana siguiendo el ejemplo de san Pablo, que vivió siempre con este gran horizonte espiritual. Por una parte, la fe debe mantenernos en una actitud constante de humildad ante Dios, más aún, de adoración y alabanza en relación con él. En efecto, lo que somos como cristianos se lo debemos sólo a Dios y a su gracia. Por tanto, dado que nada ni nadie puede tomar su lugar, es necesario que a nada ni nadie rindamos el homenaje que le rendimos a él. JÊÝ LÊþ ÄÊ, ISF

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Instituto Virgen de la Anunciación

La espiritualidad

as Anunciatinas aspiran “a vivir integralmente el evangelio de Jesucristo Camino, Verdad y Vida, en el espíritu de san Pablo, bajo la mirada de la Reina de los Apóstoles.

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en mi mente, oh Jesús Verdad. Yo quiero lo que tú quieres: † pon tu voluntad en lugar de la mía. Que tu corazón sustituya al mío… Vive en mí, oh Jesús, Vida eterna” (Beato Alberione).

JESÚS MAESTRO “El Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 4), como él se ha definido. Camino para la voluntad, Verdad para la mente, Vida para el corazón. La persona del Divino Maestro debe llenar siempre la existencia de la Anunciatina, hasta llegar a dominar sus pensamientos, oración, trabajo, aspiraciones… todo. Las Anunciatinas se comprometen a imitar a Jesús Maestro en la santidad siguiendo sus ejemplos (Camino), pensando según el Evangelio (Verdad), participando de Él en los Sacramentos (Vida). “Sustituye por ti mismo mi mente, mis pensamientos… Vive

MARÍA REINA DE LOS APÓSTOLES

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La Madre, la Maestra y la Reina de los Apóstoles. María es el modelo más alto que se pueda ofrecer a la persona humana por la relación única e irrepetible que ha tenido con Jesús. Discípula atenta y fiel del Maestro Divino, es la que se ha dejado plasmar totalmente por la acción del Espíritu. Toda Anunciatina está llamada a imitarla para asumir la “forma” de Jesús. “Recíbeme, oh Madre, Maestra y Reina María, entre los que amas, nutres, santificas y guías en la escuela de Jesucristo, Divino Maestro” (Beato Alberione)

SAN PABLO El más grande evangelizador de todos los tiempos, que tiene en el corazón sólo dos amores: Dios y el hombre. Pablo es el apóstol de la fe inquebrantable, de la esperanza firmísima, de la caridad más ardiente. Despreocupado de todo: “de la salud precaria, de las distancias, del martirio, recorrió el mundo para renovarlo con una luz nueva: Jesucristo.”. “San Pablo Apóstol es el verdadero Fundador de la Familia Paulina… Por él ha nacido, por él fue alimentada, él la hizo crecer, de él asumió su espíritu”. Es el padre al que hay que conocer, rezar e imitar.

“Oh santo Apóstol, que de perseguidor del nombre cristiano llegaste a ser imitador de Cristo y comunicador del santo Evangelio, haznos atentos oyentes de la palabra que salva y lleva a la vida” (Beato Alberione).

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Instituto San Gabriel Arcángel

Los miembros del Instituto

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l Instituto San Gabriel Arcángel (ISGA), como hemos visto en el número anterior, ha sido fundado por el beato Santiago Alberione y aprobado por la Santa Sede en abril de 1960. Forma parte de la Familia Paulina y está Agregado a la Sociedad de San Pablo (SSP). Es un Instituto de vida “secular” consagrada. Está integrado, por lo tanto, por hombres que viven, no en conventos, sino en el “siglo”, en sus ambientes habituales, y que se consagran a Dios con los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. En el Instituto San Gabriel Arcángel pueden entrar jóvenes 10 Alégrate

que, en primer lugar, estén bautizados y pertenezcan a la Iglesia Católica; que tengan las cualidades para ejercer los apostolados típicos del Instituto; que estén animados de la precisa intención de dedicarse al Señor y a la misión; que estén animados por el sincero deseo de alcanzar la cumbre de la perfección cristiana, con la práctica de los consejos evangélicos; y que estén decididos a dedicarse de manera estable al apostolado específico. Por lo tanto, resultan claras las condiciones para ser miembros de este Instituto: 1) En la base de todo está la

vocación divina; o sea la llamada del Espíritu de Dios para la secuela de Cristo Señor. La vocación y la respuesta a la misma se dan gracias al impulso del Espíritu Santo, que mueve a la persona desde su interior para profesar los consejos evangélicos y da la fuerza para poder observarlos según el Estatuto de cada Instituto. Por lo tanto, la vida consagrada no nace de las fuerzas, capacidades, criterios y programas humanos: la energía esencial y calificadora viene del Espíritu. 2) En segundo lugar, el joven debe estar inmune de enfermedades constitucionales y de defectos físicos que le impidan asumir las obligaciones del Instituto. Esto resulta evidente tratándose de un Instituto de vida activa, que ejerce actividades que requieren buena salud y cualidades físicas adecuadas. 3) Además, es necesario que tengan un trabajo retribuido o dispongan de bienes suficientes para asegurar lo necesario para vivir, incluidos los casos de enfermedad o de vejez. No pueden esperar ser sostenidos por parte de una comunidad como sucede en el caso de los religiosos de vida comunitaria, sino que únicamente disponen de sus posibilidades personales, de la propia buena salud, trabajo, bienes suficientes para el presente y para el futuro. Por lo tanto, es indispensable que el candidato tenga buena salud,

trabajo y medios necesarios para el propio sustento (cf. CDC 642). 4) En cuarto lugar, el joven ha de tener la disponibilidad de tiempo y la libertad para dedicarse a las obras del Instituto: condición obvia por sí misma, teniendo los miembros que disponer del tiempo y de la libertad necesaria para dedicarse a las diversas ocupaciones y obligaciones propias de la vida secular establecidas en el Instituto. 5) Finalmente, se requiere haber terminado válidamente el noviciado: para entrar “jurídicamente” a formar parte del Instituto San Gabriel es necesario haber vivido regularmente el período de tiempo (dos años) previsto para el noviciado, durante el cual “se da comienzo a la vida del Instituto” (CDC 646), aunque sin ser jurídicamente miembros del mismo. Son muy apropiadas, a este respecto, las palabras del beato Alberione: “El que tiene ciencia, el que tiene capacidad de mente, el que tiene fuerza de voluntad, el que tiene abundancia de corazón, el que tiene sustancia, el que tiene espíritu de sacrificio, el que tiene mucho deseo de santidad, el que tiene mucha sed de almas… ¡verá siempre ante él como el camino se hace más largo, más amplio, más bello…!” P. Gç® Ê G Ä Ê½¥Ê, SSP. D ½ ¦ Ê PÙÊò®Ä ® ½ ISGA Iã ½®

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Instituto Jesús Sacerdote

El sacerdote llamado a la santidad / 1

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l sacerdote secular está llamado, por el bautismo, y su ordenación a ser hijo y templo de Dios, dándonos la posibilidad real de vivir inmersos en el mismo Dios y de comunicarnos abiertamente con él. Por eso, vivir la vida de la gracia de forma permanente está al alcance de todos los cristianos, y ese modo de ser y de vivir es precisamente el modo contemplativo de vivir. La mayoría de la gente cree 12 Alégrate

que esta forma de vida sacerdotal está reservada sólo a los místicos. Sin embargo, el encuentro personal con el Dios vivo es el centro y el núcleo de toda vida cristiana y, por lo tanto, es una gracia que Dios pone al alcance de todos los bautizados para que puedan entrar en la experiencia que nos descubre el auténtico rostro de Dios, y descubran cómo vivir en comunión con él. En el fondo, la vida sacerdo-

tal consiste en vivir el encuentro humano con Dios de manera consciente y personal, lo que hace que el sacerdote supere la vivencia rutinaria de la fe y descubra en sí mismo un ser distinto, una nueva dignidad, que le permite ser lo que realmente es, aquello a lo que Dios le llama a ser desde la creación, tal como dice san Pablo: «Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia”. Nuestra vida contemplativa no es incompatible con el hecho de vivir como sacerdotes en el mundo. Dios también vive en el mundo. Y precisamente en medio del mundo, entre los hombres, asi el sacerdote se convierte en testigo vivo del Dios escondido. Por eso, el Señor no le dice al sacerdote secular que se retire del mundo, sino que se guarde del maligno. Lo cual no significa que tenga que diluirse en el mundo; porque si el sacerdote pertenece a Dios, no puede pertenecer al mismo tiempo al mundo, puesto que no puede servir a la vez a dos señores. Tiene que desarrollar y mantener una opción radical a favor de Dios, aunque esté inmerso en las realidades del mundo, que amenazan con

dividirlo. Y para lograrlo, tendrá que aceptar la contradicción, la incomprensión y el rechazo que comporta ineludiblemente la ruptura con el mundo, tal como nos avisa el mismo Jesús. El sacerdote secular, es decir, aquel al que Dios llama a vivir unido a él en medio del mundo, ha de guardarse del mundo, sin cortar con él; insertarse en el mundo, sin diluirse en él. Ha de buscar el delicado equilibrio que consiste en compaginar la presencia en el mundo y una cierta desvinculación del mismo, siguiendo el ejemplo de Jesús en Nazaret. Es un difícil equilibrio que se manifiesta en una forma de vida peculiar, y que hace que el sacerdote esté siempre próximo, permaneciendo distante; solidario, queriendo estar solitario; presente a los demás, pero inquieto únicamente por Dios. Para lograrlo, debe tener el convencimiento de que lo fundamental no es la mera soledad exterior, sino la búsqueda apasionada de Dios; porque el aislamiento por sí mismo no garantiza el encuentro con Dios. Y para que toda su vida esté centrada en la búsqueda de Dios, tendrá que salvaguardar, a cualquier precio, adaptándolo a la vida en el mundo, el silencio, la oración, la lectio divina, la soledad, etc. AÄãÊÄ®Ê D® þ TÊÙã ¹ , IJS

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Instituto Santa Familia

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El papel de Jesús en la Sagrada Familia

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a esperanza del Mesías es el alma de toda la Biblia, es como el “hilo rojo” que engarza todos los libros de esta amplia biblioteca. La historia que se narrada en ella se llama “historia de la salvación”, precisamente porque en el horizonte de los acontecimientos y de las etapas que la integran, destaca la figura de su protagonista, el Mesías. El don de la revelación, recogido en los textos del Nuevo Testamento, revela la identidad del Mesías: Jesús. “La historia de la salvación” es, por lo tanto, la “historia de Jesús”. En efecto, en hebreo, el nombre Jesús (Jehoshua) significa “El Señor da salvación”. Los evangelios de la infancia (capítulos 1-2 de Mateo y de Lucas, característicos del tiempo de Adviento y Navidad) no dudan en subrayar la centralidad de Jesús y el don de su salvación: “(María) dará a luz un hijo -dice el ángel en sueño a José- y tú lo llamarás Jesús: pues él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). A este texto hace eco otro aun más explícito de Lucas: “Hoy -dice el ángel a los pastores- os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es el Cristo Señor” (Lc 2,11). El retrato de Jesús aparece bosquejado en los cuatro evangelios con rasgos particulares, que caracterizan la sensibilidad particular de cada evangelista en

lo que concierne a las exigencias de los destinatarios de estos escritos. En el evangelio según san Marcos, el más antiguo, Jesús es presentado como el Mesías y el Hijo de Dios. Estos, en efecto, son los títulos que más resaltan a lo largo de todo el primer evangelio: ¿Quién es este? Y esta también es la respuesta al hombre de todas las épocas, que se plantean interrogantes sobre Jesús. Para el evangelista Mateo Jesús es como un nuevo Moisés que da la revelación definitiva al pueblo (contenida en el famoso “Sermón de la montaña”: cf Mt 5-7. Pero es, al mismo tiempo, el Mesías esperado, en el que convergen las esperas y las esperanzas del pueblo de Israel. Sobre todo, en los “evangelios de la infancia”, el primer evangelista ve realizadas en Jesús algunas profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Estas se ven puestas en relación a las vicisitudes de su nacimiento y de su infancia, donde encuentran su cumplimiento y una más “plena” comprensión. - El nacimiento virginal de Jesús se ve como el cumplimiento de la profecía de Isaías 7,14:” …” y Mt 1,23 añadirá: “… que significa Dios con nosotros”. - La matanza de los niños de Belén evoca el llanto de Raquel por el pueblo de Israel llevado al destierro como a la muerte: “….”.

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- La huida a Egipto y el regreso aluden al texto de Oseas 11,1: “De Egipto he llamado a mi hijo” (Mt 2,15). Todo sucede en la vida de Jesús “para que se cumpliese cuanto había dicho el Señor por boca de los profetas”. Esta fórmula es frecuente en el evangelio de Mateo, que la presenta como clave de lectura y de interpretación de algunos textos significativos del Antiguo Testamento, aplicados a la persona y vicisitudes de Jesús. El evangelista Lucas ve en 16 Alégrate

Jesús el Salvador de todos, indistintamente. Este perfil, que se inspira en la misericordia, ha merecido al tercer evangelista -por parte de Dante Alighieri- el título de “scriba mansuetudinis Christi” (“el escritor de la mansedumbre de Cristo”). Su Jesús no duda en inclinarse sobre los pobres, sobre los pecadores, sobre la condición de la mujer y de los niños, como no se niega a acoger a los enfermos y a los marginados (los leprosos, los samaritanos y los mismos pastores de Belén, considerados indig-

nos del culto y de la oración por su contacto con los animales. Los verbos de curación y de acogida que caracterizan sus milagros y su condescendencia para con los excluidos se transforman, en el evangelio de Lucas, en los verbos de la fe y de la salvación total que Jesús ofrece a todo hombre, en todo tiempo y en toda situación. El evangelio según san Juan presenta a Jesús como al revelador definitivo del Padre (este es el significado de la afirmación de Jesús: “yo soy el camino, la verdad y la vida”: Jn 14,6). Al cuarto evangelista, por lo tanto, le gusta llamar a Jesús “la Palabra” (o “el Verbo”) que está desde siempre con Dios y mediante la cual ha sido creado el mundo: “…”.(Jn 6,35). San Juan no está interesado en la “crónica” de los relatos de la infancia de Jesús, si no, más bien, en su “teología”, en su significado más profundo, como se puede ver en el prólogo (un texto muy típico del tiempo de Navidad), donde ya todo es espiritualidad, himno de alabanza, oración y contemplación (cf Jn 1,1-18). Es importante, en el tiempo de Adviento y Navidad, saber calarse en los eventos de la infancia de Jesús con la mirada puesta en toda la incidencia que caracteriza su existencia. En efecto, el criterio de lec-

tura y de interpretación es el de la armonización de los acontecimientos del nacimiento con la Pascua de Jesús, corazón del mensaje evangélico. - El Niño que nace en Belén, es ya el resucitado de la mañana de Pascua. - El Niño, que es perseguido y buscado por Herodes, es ya el Crucificado, que experimenta anticipadamente el rechazo, la persecución y la muerte. - El Niño, adorado por los Magos, es ya el Señor (el Kýrios) que la comunidad cristiana, nacida de la Pascua, adora y reconoce como a su Dios (como aparece anticipado en la actitud de los magos que “…”: Mt 2,11. Esta lectura cristológica -que en nada se deja arrastrar por la fantasía de los evangelios apócrifosarmoniza así el perfil de Jesús trazado en la primera parte de los evangelios con el delineado en la sección de la Pasión-Resurrección. Ambas partes iluminan en plenitud los rasgos del Salvador y ambas apuntan a la Pascua.

DÊÄ PÙ®ÃÊ G®ÙÊÄ®, SSP, Ä “G Ýé ®½ ÝçÊ ã ÃÖÊ”.

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El Evangelio Vivido

El estudio del Evangelio y los Ejercicios Espirituales / 2

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ontinúo compartiendo en este Boletín las reflexiones que, en los Ejercicios Espirituales de este año, se nos ofrecían en los días tercero y cuarto. Día 3º: “Pensar como Dios” (Mt 16, 13-23) “Pero él, volviéndose, le dijo: “Apártate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo, porque tu piensas como los hombres, no como Dios” (Mt 16-23). Mis pensamientos, al igual que los de Pedro, no son los de Dios la mayoría de las veces, sino los de los hombres. ¿Cuáles son mis pensamientos? ¿En qué estoy pensando? ¿Qué pensamientos son los más frecuentes? Los pensamientos hay que cuidarlos mucho por su estrecha relación con las enfermedades de la mente. Se tendrían que ordenar hacia lo que vivo, hacia 18 Alégrate

el presente, para vivirlo con serenidad. Por otra parte, cuando pueda y sin forzar, tener presente quien soy, lo que hago: todo en la Presencia de Dios. Recordar que el fin de mi vida es vivir como hija de Dios, haciendo lo que a Él le agrade, dándole gracias y bendiciendo su Nombre. Hacer lo que tenga que hacer, pero descansar siempre mi pensamiento en Jesucristo y en sus cosas, Él me enseñará en su Espíritu a pensar como Dios. Día 4º: “El Padre de Jesús es un Dios misericordioso” (Lc 15, 25-32) “El Padre le respondió: Hijo mío, ¡si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo!” (Lc 15,31) Si yo creyera lo que significan estas palabras, mi vida cambiaría totalmente. Todos somos hijos de

Dios, pero es totalmente distinto serlo en Jesús y vivirlo así. Si así fuera no nos asustaría la vida, los contratiempos, las enfermedades, ni la muerte..., y la paz no nos abandonaría nunca. Siempre me has tenido contigo, como a una hija tuya, aunque yo no lo haya percibido, ya que sentía miedo al no conocerte como ahora ¡Si yo pudiera apreciar que todo lo tuyo es mío! ¡Quien pudiera vivir siempre en tus atrios! Todo lo de Dios es mío. Tan solo tengo que ser consciente de

ello y pedírselo, sabiendo que, si no me va a hacer daño, me lo va a conceder. Toda la Humanidad es mía y, por tanto, debo cuidarla porque es de Dios y Él quiere que yo comparta sobre ella su paternidad, cuidando a los demás, es como si cuidase de Dios. Sólo el Espíritu Santo, que me enseña estos pensamientos, puede ayudarme a llevarlos a cabo. Por mí misma nada puedo, nada soy; en Cristo todo lo puedo.

M Ù® MçÇÊþ, ISVA

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Páginas Marianas

María como ejemplo y modelo

De Esperanza Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza. Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel. De ellas la figura más pura es María (cf. Lc 1,38). (C 64). De obediencia en la fe Obedecer (ob-audire) en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma. (C 144). La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obedien-

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cia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible para Dios” (Lc 12,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Isabel la saludó: “¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48). (C 148). Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el “cumplimiento” de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe. (C 149). Al anuncio de que ella dará a luz al “Hijo del Altísimo” sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por “la obediencia de la fe” (Rm 1,5), segura de que “nada hay imposible para Dios”: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de

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su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56): “Ella, en efecto, como dice san Ireneo, “por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano”. Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar “el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe”. Comparándola con Eva, llaman a María “Madre de los vivientes” y afirman con mayor frecuencia: “la muerte vino por Eva, la vida por María””, (LG 22 Alégrate

56; cf. Adversus haereses, 3,22,4) (C 494). De testimonio de la fe Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham que creyó, “esperando contra toda esperanza” (Rm 4,18); la Virgen María que, en “la peregrinación de la fe” (LG 58), llegó hasta la “noche de la fe” (Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 17) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros, testigos de la fe: “También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el

pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe” (Hb 12,1-2). (C 165). Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se gloria de sus debilidades con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Señor: “el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo” (Lc 1,49). (C 273). De unión con su Hijo El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. “Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la con-

cepción virginal de Cristo hasta su muerte” (LG 57). Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión: “La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que ella había engendrado. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)” (LG 58). (C 964).

D ½ Bʽ ã°Ä A.N.E., ® . 2015

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Noticias

Diálogo y oración A mediados del mes de mayo, en una grata visita a la Casa Provincial, las Anunciatinas de Madrid (Mari Muñoz, Paqui Rodríguez, Teresa Álvarez, Lola Andréu), acompañadas de la sevillana Loli Ramírez han visitado en la Enfermería a nuestros hermanos enfermos: los PP. Andrés Gainzarain, Ángel Rey, Cecilio Ortiz y al Hno. Isidro Alonso. Y después, en el Oratorio, durante la celebración eucarística, presidida por el Delegado, P. Antonio Maroño, han encomendado a Dios a todos nuestros queridos hermanos que ya reposan en el Señor.

Institutos Paulinos en el mundo

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Calendario

Noticias

Julio

Arriba: la Editorial San Pablo ha estado presente, como en años anteriores, en la Feria del Libro de Madrid (del 26 de mayo al 11 de junio). Abajo: Emotivo reencuentro de Paulinos de ayer y de hoy. Más de cuarenta ex-Paulinos, algunos de ellos con sus respectivas esposas se han dado cita con nosotros, en Madrid, el pasado 27 de mayo. Ha sido una jornada inolvidable, rica de emociones.

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02. Jornada de Responsabilidad del Tráfico. 05. 1990, muere la Hna. Elisa Ríos, HSP. 08. 1934, comienzo de la Sociedad de San Pablo en Bilbao. 09. 2006, muere el P. Justo Fernández, SSP. 20. 1995, muere el Hno. Eugenio Bañuelos, SSP. 25. Fiesta del Apóstol SanƟago, Patrón de España. 27. 1918, muere el venerable Maggiorino Vigolungo. 31. 2011, muere el P. José Fernández de Larrea, SSP.

Agosto

Septiembre

07. 1915, inauguración del primer Tabernáculo de la Familia Paulina en Alba. 07. 2001, muere el P. Miguel Fernández de Prada, SSP. 15. Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. 15. 1924, comienzo de la adoración eucarísƟca nocturna de la Pías Discípulas. 20. 1914, “dies natalis” de la Sociedad de San Pablo en Alba. 20. 2013, muere el P. Antonio Fernández, SSP. 20. 2004, muere el Hno. Manuel Regueiro, SSP. 30. 1949, muere la Hna. Teresita Herrero, PDDM.

03. María Madre del Buen Pastor, Fiesta Titular de las Pastorcitas. 04. 2003, muere el Hno. Julián Villaizán, SSP. 08. Fiesta de la NaƟvidad de la Sanơsima Virgen. 12. 1913, el P. Alberione, en el Santuario de la MoreƩa (Alba), recibe el encargo de dirigir la Gazzeta d’Alba: comienzo del apostolado de la comunicación social. 14. Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. 15. 2013, muere la Hna. Clara Queboli, HSP. 17. 1996, muere la Hna. AnunciaƟna Guidi, HSP 28. 2013, muere el P. Julio Bayón, SSP. 29. Fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Titular del ISGA.

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INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA

La Iglesia camina, nosotros caminamos con ella; el medio para hacer conocer a Jesucristo nos lo dará el Ɵempo, el ingenio humano, la Providencia divina (A las Hijas de San Pablo, 1948).

Aunque pasen los Ɵempos y progresen los estudios, Jesús sigue siendo siempre el Maestro único, infalible (Vadecum, 237).

El apóstol es un cooperador: con Cristo, en Cristo, por Cristo trabaja en la salvación de los hombres, comunicándoles los grandes bienes de la fe, de la sanƟdad, de la gracia (San Paolo, febrero 1953).

Hemos de rezar para que María dé a muchos la vocación, les asista y haga fructuoso su apostolado. Hemos de rezar para que los llamados sean santos y se formen santamente (A las Hijas de San pablo, 1941).

Protasio Gómez, 15 28027 MADRID +34 917 425 113 insƟtutos@sanpablo.es


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