AlĂŠgrate
nĂşmero 182
enero-marzo 2018
Intenciones del mes
¡FELIZ AÑO NUEVO 2018!
Julio Enero
Sumario
Oh Madre, Maestra y Reina María, consígueme la gracia de conocer, imitar y amar cada vez más a Jesús Maestro, camino, verdad y vida… Ilumina mi mente, fortalece mi voluntad, santifica mi corazón en esta etapa de mi trabajo espiritual… para que pueda al fin decir: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”.
Editorial: ¡Feliz año nuevo 2018! 3 Catequesis Paulina: La Eucaristía: "Fármaco de inmortalidad" 4 Como lo hizo san Pablo: Julio Febrero "Nacido de mujer" (Gál 4,4) 6 Jesús Maestro, santifica mi mente Instituto Jesús Sacerdote: y acrecienta mi fe. Jesús Maestro El amor de Dios nos empapa 8 en la Iglesia, atrae a todos a tu esInstituto San Gabriel: cuela. Jesús Maestro, líbrame del La profesión de los consejos error, de los pensamientos vanos evangélicos: la castidad 10 y de las tinieblas eternas. Jesús Instituto Santa Familia: Verdad, que yo sea luz del mundo. Anunciar la verdad del 12 matrimonio y la familia Instituto Virgen de la Anunciación: Santificar la jornada 14 Julio Marzo Ser cristianos gozosos 17 A ti, Padre del cielo, me ofrezco, El Evangelio vivido: La Palabra de Dios... 18 entrego y consagro como hijo. A ti, 22 Jesús Maestro, ofrezco, entrego y Aniversarios: Páginas Marianas: consagro como hermano y discípuMaría, apóstol del buen ejemplo 24 lo. A ti, Espíritu Santo, me ofrezco, Calendario paulino: 26 entrego y consagro como “templo Calendario: 27 vivo”, para ser consagrado y santificado. 2 Alégrate
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Cuando tengas en tus manos este número de Alégrate ya habremos dado comienzo al Año Nuevo 2018. Que te sea Feliz en el sentido más pleno de la palabra. Los 365 días de 2017 se nos han escapado como agua entre los dedos, casi sin darnos cuenta. Una tras otra, han ido cayendo las hojas de su calendario. Pero no todo se ha perdido. No todo se ha convertido en pasado y se ha quedado entre lo inerte. Es mucho más lo que, con la ayuda de Dios y con tu propio esfuerzo, has ido sumando, día a día, para hacer de ti mismo, de ti misma, esa persona nueva que todos estamos llamados a ser. Es muy posible que tengas que reconocer fallos, tropiezos e incluso algunos pasos dados en dirección contraria. Pero sabiendo que Dios es más grande, inmensamente más grande que nuestros pecados, le pedimos sinceramente perdón, y seguimos caminando, con la cabeza en alto y la mirada puesta en el horizonte. Y le damos gracias porque ha estado siempre a nuestro lado. También en los días nublados y en las noches oscuras. Y por eso tú has hecho el bien que reconoces haber hecho y has progresado y madurado como persona que se sabe hijo, que se sabe hija de Dios. Y ahora, justo al comienzo del Nuevo Año 2018, toca hacer una pausa para reflexionar y decidir qué quieres hacer con tu vida. Piensa en lo que hasta ahora te ha hecho daño y trata de evitarlo de una vez para siempre. Y piensa, aún con más fuerza, en los proyectos de mejora que tienes, en los sueños inconclusos, en los deseos de alcanzar grandes metas en tu vida para llevarlos a cabo. Recuerda que tienes muchos más recursos de los que piensas. Recuerda que, si quieres, puedes. Porque querer es poder. Activa, pues, el querer.
Antonio Maroño Pena, SSP
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Catequesis paulina
LA EUCARISTÍA: “FÁRMACO DE INMORTALIDAD” En el trimestre que abarca este número de Alégrate se celebran los mayores misterios de nuestra salvación: Nacimiento y Pasión de nuestro Señor Jesucristo, que culminará en la Resurrección, ya dentro del mes de abril.
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n todos estos Misterios vemos el amor misericordioso y desbordante de Dios hacia el ser creado por Él, al tiempo que la respuesta, llena de ingratitud, con que el hombre ha correspondido en muchas ocasiones. Por ello -y teniendo como tiempos propicios para cambiar esa actitud el Adviento y la Cuaresma que nos llaman a la conversión-, invitamos a centrar nuestra reflexión en una de las pruebas más grandes del Amor de Dios: la Eucaristía, momento cumbre que Cristo nos ha legado como prueba de su presencia viva y perenne junto a nosotros. Porque la conversión es un proceso, es un profundizar constante en la fe, es un acercarse sin cesar a Cristo. 4 Alégrate
Jesús resucitado está y estará con nosotros, presente en el Santísimo Sacramento «todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20). Esta verdad es fuente de la mayor alegría y de la seguridad de que, unidos a Cristo, vencemos siempre. La muerte, el pecado y Satanás ya no tienen poder sobre nosotros. Jesús está con nosotros, presente en el Santísimo Sacramento, porque desea darse a nosotros; quiere darnos su vida resucitada y gloriosa, curar los corazones y las mentes heridas, y solucionar todos los problemas. En la Eucaristía, Jesús nos da acceso al misterio de la resurrección. Nos da, como decía San Juan Pablo II, un «fármaco de inmorta-
lidad, antídoto contra la muerte» (Ecclesia de Eucharistia, 18). Por ello, «el culto que se da a la Eucaristía, fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia y de las almas. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico. La presencia de Cristo bajo las especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y el vino-, deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual» (EE, 25). En el mundo entero –y ello a pesar de las profanaciones e indiferencias-, empieza a renovarse la conciencia de que Jesucristo en el Santísimo Sacramento es el mayor tesoro que poseemos y de que únicamente en Él está la fuente de nuestra felicidad, del amor, de la paz y de la vida eterna. Distintos Documentos recientes del magisterio de la Iglesia invitan a una adoración del Santísimo Sacramento de forma perpetua. Citamos sólo dos, por ser más recientes: San Juan Pablo II, con la Redemptionis sacramentum y Benedicto XVI en la exhortación Sacramentum caritatis, en la cual pide que «cada ciudad cuente con al menos una iglesia dedicada a la adoración perpetua». En este sentido, lo más importante de la adoración, es dejarse amar, dejar que Cristo nos abrace y estreche contra Su corazón, olvidarse de uno mismo y dejarse invadir por
la presencia y la vida de CRISTO AMOR. Hace unos días me conmocionó profundamente la nota que leí en una capilla: “Hacía más de diez años que no había entrado en una iglesia católica, y si había entrado en una, había sido solamente por motivos artísticos. Todavía no sé por qué estoy aquí, pero creo en la paz que he encontrado y saber que siempre puedo volver aquí”. Cuánto sentimiento y realidad encierran estas pocas palabras… Primero: la persona manifiesta que es atea y no tiene nada que ver con la fe. Segundo: que no sabe para qué fue a esa capilla, pero fue, y esto es prueba de que Dios la llamaba, aunque ella todavía no se daba cuenta. Tercero: que encontró allí una paz que desconocía. Cuarto: Buscó dicha paz, y es así como empieza el camino de la conversión. Es lo que San Juan Pablo II y también Benedicto XVI (con distintas palabras e igual sentido), repitieron con fuerza: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». La Eucaristía no es “un mero sacramento”, sino que es Cristo vivo; y «la Comunión es un encuentro personal con nuestro Salvador y nuestro Creador» (Benedicto XVI). «El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él». (Jn 6,56). Maite Ballesteros, ISF
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Como lo hizo san Pablo
"Nacido de mujer" (Gál 4,4) “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!” (Gál 4, 4-6)
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erdadero Dios y verdadero hombre “nacido de mujer”. Poco sabemos de la relación de San Pablo con la Santísima Virgen. De hecho, no encontramos referencia de Ella en sus escritos, salvo este texto de la carta a los Gálatas, en el que nos anuncia una verdad fundamental de nuestra fe: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre" (del Credo). Esta simple referencia a María es entendida por algunos como 6 Alégrate
un reflejo de la mentalidad de la época, en la que San Pablo intenta empequeñecer la misión querida por Dios para con la joven María como la Nueva Eva. Pero esto no es así. Al contrario. «El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, ex-
cepto en el pecado» (Gaudium et spes 22). Es más, según San Pablo, Cristo, «siendo de la condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2, 6-8). De manera que el Hijo de Dios no solo se hizo hombre para “ser nuestro modelo de santidad”, sino para hacernos “partícipes de la naturaleza divina", para llamarnos la atención de que la filiación divina es el sello de identidad del cristiano, pues como señala San Pablo «todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús» (Gál 3, 26). “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48), anunció María proféticamente en el Magníficat. No sabemos lo que hubiera ocurrido si la joven adolescente, María, a pesar de su inicial sobresalto ante las palabras del Arcángel Gabriel, no hubiera aceptado ser la Madre de Dios. Lo que sí es cierto que el “hágase en mí según tú palabra” de María, no solo fue “el acto de fe más difícil de la historia”, sino que transformó el curso de la historia de la humanidad. Por su obediencia a la voluntad de Dios, Ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes, como señala san Ireneo. “De
la misma manera que aquella -es decir, Eva- había sido seducida por el discurso de un ángel –Satanás-, hasta el punto de alejarse de Dios y de su palabra; así ésta -es decir, María- recibió la buena nueva por el discurso de un ángel, para llevar en su seno a Dios, obedeciendo a su palabra; y como aquella había sido seducida para desobedecer a Dios, ésta se dejó convencer para obedecer a Dios; por ello, la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y de la misma forma que el género humano había quedado sujeto a la muerte a causa de una virgen, fue librado de ella por una Virgen; así, la desobediencia de una virgen fue contrarrestada por la obediencia de una Virgen". Por lo tanto, ¿no podremos afirmar que San Pablo, del mismo modo que el resto de la comunidad cristiana, supo comprender el misterio de la maternidad divina y la cooperación privilegiada de María en el plan redentor de Dios? De la misma manera que podemos afirmar que San Pablo no tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Jesús, ni de ser testigo de sus obras durante su vida pública, sí que podemos asegurar que San Pablo debió conversar y reflexionar largamente de todo esto con los discípulos “que han conocido a Cristo según la carne”.
José Lozano, ISF
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Instituto Jesús Sacerdote
EL AMOR DE DIOS NOS EMPAPA
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l Señor llama cuando quiere, como quiere y a quien quiere. Y su llamada es clara y fuerte y precisa ser escuchada y respondida con un corazón libre. Esta llamada hay que escucharla y responder constantemente. Esta comunión con Cristo y con el Padre constituye el núcleo y la medida de la vida cristiana verdadera. La llamada a la santidad incluye esta oferta de comunión personal con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. “El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores”, nos dice el Señor. La fe verdadera nada tiene que ver con la mediocridad. Estamos llamados a continuar las mismas obras de 8 Alégrate
Detengámonos largamente en mirar a Dios, que nos ama infinitamente, contemplando en él todo el amor que nos tiene. Que nuestra vida, con sus gozos y alegrías, conserve en el corazón todo el fuego del amor que hemos recibido de Dios
Cristo (¡y aún mayores!) porque estamos unidos a él y tenemos su Espíritu. Padre, dice Cristo, este es mi deseo: “Que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria”. El deseo de Cristo, expresado en su oración y respaldado por su entrega, no es que seamos “buenos”, sino que estemos unidos a él y compartamos su gloria. Conformarse con menos es ir en contra del deseo de Cristo. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
El bautismo que hemos recibido hace posible en nosotros la vida cristiana en plenitud. Por eso, la santidad es posible para todos los bautizados. Debemos dejar serenamente que “aflore” desde dentro la gracia y la luz de Dios, tratando de encontrar en nuestra alma el eco de una gracia que él está intentando hacer que salga. Dejemos que resuene en nuestro interior la Palabra de Dios: “Sed santos, porque yo, el Señor, soy santo” y “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Dejemos que calen en nuestro interior esas palabras, como orvallo que empapa la tierra suavemente: “Sed santos”. Debemos escucharlas dirigidos a cada uno: “Sé santo”. Escuchemos repetida y suavemente esa palabra: “Santo” hasta que se convierte en un eco en el silencio. Dejemos que el “eco” silencioso de la Palabra de Dios vaya adquiriendo, sin palabras, los tonos de amor personal, vocación desde la eternidad, providencia amorosa sobre nosotros, frutos necesarios para los demás: “Santo”, “eres mío”, “para mí”, “te amo”, “te espero”, “te he creado”, “te cuido”, “soy tuyo”... El plan de Dios, desde el principio, es claro y concreto: Que seamos santos por medio del amor. En ese plan es en el que tenemos que creer y en el que hemos de embarcarnos. Para que seamos santos Jesús
se santifica, se consagra, se entrega. Esa entrega espera nuestra respuesta: dejarnos santificar por él. Detengámonos largamente en mirar a Dios, que nos ama infinitamente, contemplando en él todo el amor que nos tiene. Asombrados de que, por ese amor, nos llame a la plenitud de vida para la que nos ha creado, y quiere que nuestra existencia dé el mayor fruto posible en favor del mundo. Quedémonos aquí, inmóviles, en silencio..., amando..., recibiendo todo el amor de Dios... Sin plazo de tiempo, quedémonos aceptando ese amor que Dios nos ofrece como lo más real; dejando que nuestro corazón se decante por ese amor que él quiere darnos, pongámonos en sus manos para que disuelva las dificultades que existen o que puedan existir... Dejemos que fluya en nuestro interior el amor de Dios en el que está nuestra vocación y nuestra misión. Lo acogemos y nos abrazamos a este amor y al proyecto que recibimos Que nuestra vida, con sus gozos y alegrías, conserve en el corazón todo el fuego del amor que hemos recibido de Dios, de manera que se realice un tránsito suave a cualquier otra actividad que permita mantener en nuestro interior el “eco” de la luz y de la gracia que hemos recibido. Antonio Díaz Tortajada, IJS
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Instituto San Gabriel Arcángel
La profesión de los consejos evangélicos: La Castidad
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specto calificativo de la vida de los miembros del Instituto San Gabriel Arcángel es la profesión de los consejos evangélicos. Como todos saben, estos son exhortaciones a una vida de más alta perfección, y son tres: castidad, pobreza, obediencia. Con tal profesión pública de los consejos evangélicos, los miembros son consagrados más íntimamente al “servicio de Dios y de la Iglesia” (cfr. PC 5) y pasan a formar parte integrante del Instituto. Es bueno recordar que la profesión de los consejos evangélicos -como afirma el Concilio Vaticano II- “manifiesta mejor a todos los creyentes los bienes celestiales, presentes incluso en esta vida y, sobre todo, da un testimonio de la vida nueva y eterna conseguida por la redención de Cristo” (LG 44). Son 10 Alégrate
de grandísima ayuda para crecer en el amor y conformarse a “aquella forma de vida virginal y pobre que el Hijo de Dios escogió para sí mismo al venir al mundo y que la Virgen su Madre abrazó” (ivi). Al beato Alberione, haciéndose eco de numerosos escritores de su tiempo, le gusta presentar los votos religiosos con expresiones al efecto, casi a modo de paradojas. ¿Profesar la castidad es apagar el amor?; ¿profesar la pobreza es renunciar a todo?; ¿profesar la obediencia es convertirse en esclavos de otros? Nada de todo esto; ¡más bien, todo lo contrario! El Fundador habla de misterio: “Hay una especie de misterio en la profesión: la castidad es el amor más grande, la pobreza es la mayor de las riquezas, la obediencia es la mayor libertad”. ¿Pero quién está en grado de
comprender estas afirmaciones? La razón por sí sola y, peor aún si está guiada por el instinto, difícilmente podría alcanzar estas alturas. Solo el hombre iluminado por Dios está en grado de comprender. Pero sigamos escuchando al P. Alberione: “Cualquiera, si está iluminado por Dios o por la recta razón, puede comprender estas tres proposiciones: la castidad perfecta es un más grande y embriagador amor; la obediencia es la mayor y gozosa libertad; la pobreza es la más alta y festiva alegría. Pero la razón debilitada, enturbiada por el sentido y apremiada por la ley de la carne, verá las cosas de manera muy diversa”.
Castidad
El consejo evangélico de castidad, vivido como un don singular de la gracia, tiene la finalidad de liberar plenamente el corazón, y “comporta la obligación de la perfecta continencia y celibato” (CDC 599). El beato Alberione afirma que “La virginidad es una virtud grande, es elegida en vista del cielo y para ocuparse más libremente de las cosas del cielo […]. No vive en soledad el corazón de quien se ha consagrado a Dios; al contrario, vive en un amor inmensamente superior, confortado por una mayor comunicación con Dios”. La castidad consagrada, vivida por el Reino, es símbolo del amor con que Cristo ama a la Iglesia; es un don del Espíritu; transforma
y penetra el ser humano hasta lo más íntimo de sí mismo. Hace a quien la profesa semejante al Maestro Divino y a la Virgen su Madre; es un “especial manantial de fecundidad espiritual en el mundo” (LG 42). Conscientes de la propia fragilidad, los miembros del Instituto han de adoptar una actitud de serena prudencia en sus relaciones con otras personas, tomando de la naturaleza y de la gracia un sabio equilibrio personal” (cfr. PC 12). Todos los miembros del Instituto San Gabriel Arcángel saben bien que para vivir mejor este voto hay que nutrirse con fe de la Eucaristía, cultivar una filial devoción a María, cuidar un clima de sana amistad, evitar los peligros, de manera especial los que puedan provenir de los mass-media y ejercitarse en una serena ascesis personal: “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me diga” (Mc 8, 34). A este respecto, es muy clarificadora la visión positiva del beato Alberione: “El alma religiosa no da al Señor solamente el fruto, sino también la planta: ésta es toda de Dios, total y enteramente… El que reserve todo su corazón para Jesús tendrá la caridad perfecta, lo que equivale a la castidad perfecta”. Guido Gandolfo, SSP
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Instituto Santa Familia
ANUNCIAR LA VERDAD DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA “Diversos factores culturales, sociales y políticos están poniendo en riesgo el mismo concepto de familia, desdibujando el valor de la indisolubilidad del matrimonio y equiparando a la unión conyugal diversas formas de convivencia que no pueden considerarse verdadero matrimonio” (Mons. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla)
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on ocasión de la Fiesta de la Sagrada Familia, que la Iglesia ha celebrado el domingo 31 de diciembre, el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, ha dedicado su más reciente carta pastoral al sacramento del matrimonio y a la célula básica de la sociedad, que es la familia. En la misiva, el prelado señala que "la promoción de una adecuada y orgánica pastoral fami-
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liar en las parroquias de nuestra Archidiócesis debe ser una prioridad", sobre todo ante la crisis que enfrenta la familia por diversos factores culturales, sociales y políticos. "Tales factores están poniendo en riesgo el mismo concepto de familia, desdibujando el valor de la indisolubilidad del matrimonio y equiparando a la unión conyugal diversas formas de convivencia
que no pueden considerarse verdadero matrimonio", indica. Es en este contexto que Mons. Asenjo hace una exhortación: "Nuestra Iglesia diocesana ha de anunciar con renovado vigor la verdad del matrimonio y la familia y su sentido en el designio salvador de Dios, como unidad de vida y amor, abierta a la procreación de nuevas vidas, así como su condición de ‘Iglesia doméstica' y su participación en la misión de la Iglesia y en la vida de la sociedad". Resalta que la familia cristiana, fundada en el sacramento del matrimonio, "es icono y reflejo del amor de Dios por la humanidad y signo del amor de Cristo por su esposa que es la Iglesia". Destaca también que la familia, como santuario de la vida, "es el ámbito donde la vida, don de Dios, es acogida, acompañada y defendida. Por ello (...) es el fundamento de la sociedad, lugar primordial de humanización de la persona y de la convivencia civil, pues en ella se adquieren los hábitos y los principios imprescindibles para una vida social vivida en el amor y la solidaridad". "Sólo por eso los poderes públicos deberían apoyar a la familia como se merece. No puedo olvidar otra dimensión importante: la familia es también comunidad evangelizadora, abierta a la misión, pues los padres cristianos tienen como uno de sus principalísimos deberes la transmisión de
la fe y la educación cristiana de sus hijos", prosigue el Arzobispo en la carta pastoral. En este sentido, prepondera que en la diócesis se esté trabajando por fortalecer la Iglesia doméstica a partir de varias iniciativas, como el Máster en Ciencias del Matrimonio y la Familia puesto en marcha recientemente. A partir de la unificación de los contenidos y metodologías de los cursillos prematrimoniales que tienen lugar en la jurisdicción eclesial, además del programa de educación para jóvenes y adolescentes bajo la luz de la antropología cristiana; así como los Centros de Orientación Familiar diocesanos, de los cuales ya son cinco en la diócesis, creados con el objeto de apoyar a los matrimonios en dificultad. "Ninguna parroquia de la Archidiócesis debería olvidar elaborar una programación específica para este sector pastoral. En todas las parroquias debe existir un pequeño equipo de servicio a la familia en las distintas dimensiones a las que acabo de aludir. Nos va en ello la felicidad de los esposos y de sus hijos, el futuro de la Iglesia y el bien común de la sociedad, pues la familia es, como nos dijera el Concilio, ‘la escuela del más rico humanismo'", concluye Mons. Asenjo.
Gaudium Press
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Instituto Virgen de la Anunciación
SANTIFICAR LA JORNADA "Comenzar bien la jornada es un sacrificio que se ha de hacer, porque si la jornada no comienza bien, no enriquece al alma como debe enriquecerla". "Pensar en los varios deberes, programar cumplirlos bien y luego rezar para lograrlo".
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l argumento que las invito a meditar es este: santificar el comienzo de la jornada. Por la mañana, cuando el cielo se ve sereno, se espera una bella jornada. Así en nuestro interior: por la mañana, haya serenidad recibiendo la gracia del Señor en una nueva jornada y la gracia de poder colmarla de méritos. ¡Cómo debemos agradecer al Señor que todas estas horas del día ganen y enriquezcan el alma con méritos siempre más grandes! Cuando el alma está más perfectamente orientada hacia Dios, con un amor cada vez más intenso, entonces cada cosa llega a ser más preciosa: en lo que respecta a los amigos que tienen, a la oración y a todas las actividades de la jornada. Comenzar bien la jornada es un sacrificio que se ha de hacer, porque si la jornada no comienza bien, no enriquece al alma como debe enriquecerla. El secreto de la jornada es el principio del día. ¿Y qué cosa hacer? La Misa, la meditación, la comunión, cuando se puede; y luego las otras prácticas de piedad. Comenzar la jornada con el Señor. Así durante las veinticuatro horas debemos prepararnos a tener con nosotros las gracias del Señor, porque no sabemos lo que habrá durante la jornada, qué tentaciones encontraremos, qué dificultades podremos tener, etc. Lo que asegura la jornada buena, santa, es la oración. Entonces hablamos en primer lugar de la
Misa. En su condición, si pueden, oírla cada día. La Misa es la oración de mayor valor, démosle la mayor importancia. Leer el Evangelio, las Epístolas, incluso antes de la Misa. Considerarlas, leerlas atentamente, profundizar en la Palabra. Luego la meditación. No es tan fácil hacer la meditación. Es una oración en la cual debemos trabajar y esto es poner en marcha nuestro ser y, por lo tanto, la mente, la voluntad, el corazón; es todo el ser el que es movido en orden a la santificación de la jornada. No es una simple lectura. La parte principal de la meditación es reflexionar, considerar, hacer nuestras esas verdades que han sido leídas. Después sigue el examen de conciencia para ver si hemos hecho lo que en la meditación viene aconsejado; luego la oración y los propósitos para mantenerlos. Por la mañana, en la meditación, organizar la jornada: ¿qué cosa haré?, ¿cómo la haré? Esto, aquello otro, este sacrificio, aquella dificultad que me espera, el trabajo, los sufrimientos o las cosas que son de consuelo. Si se lleva una vida ordinaria, la de ayer y la de hoy y la de mañana, entonces podemos establecer y hacer un programa de la jornada. ¿Y cómo hacerlo? He aquí: pensar en los varios deberes, programar cumplirlos bien, y luego rezar para lograrlo. Por la noche se hace el examen sumario de toda la jornada, pero por la mañana las almas de vida interior hacen un exa-
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men preventivo: cómo hacer las cosas de la jornada, una por una, cómo disponerlas de manera que no se pierda el tiempo. Y durante la jornada los méritos crecen. ¡Cuántas personas pierden el tiempo! No nos perdamos en cosas inútiles, sino santifiquemos cada minuto. Se deben hacer aquellas cosas que sirven para la convivencia social: la familia, la parroquia, la sociedad. Sí, es necesario disponer bien todo, como son ustedes, en las circunstancias en que se encuentran. Cierto, es necesario poner siempre un aumento de fe. Quiero decir que, para ustedes que están en el mundo, hay una gracia más abundante que para aquellos que llevan una vida claustral. Estas personas tienen todo organizado y saben ya bien cómo se presentarán las cosas de la jornada; en su vida, en cambio, se presentan incluso improvisadamente. Para ustedes hay más virtudes por practicar. La práctica de la pobreza, de la castidad, de la obediencia es más difícil; por tanto, por la mañana es necesario prever y establecer cómo actuar. Prever cómo vivir castamente, delicadamente y cómo cumplir la obediencia. Es necesario, además, que en la oración se pida al Señor la gracia de observar esos votos que se han emitido. Tenemos que considerar las dificultades, pero pedir también un aumento de gracia para que la jornada sea santificada. Tanto más cuanta libertad hay luego en 16 Alégrate
la elección de muchas cosas; entonces que haya luz que nos guíe, que nunca haya el capricho. Cuando estemos bien provistos de aquello que es necesario para hacer bien el viaje de la jornada, entonces iniciamos la jornada con el trabajo, con las obras a las cuales estamos llamados. Sí, para vivir verdaderamente su condición de Instituto de consagradas laicales. Oren todas juntas, considerarse unidas, para hacer juntas fuerza junto a Dios, para obtener abundancia y riqueza de dones, de gracias y de consuelo.
SER CRISTIANOS GOZOSOS
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n su homilía del pasado 21 de diciembre, en la capilla de la Casa de Santa Marta, el Santo Padre invitó a los presentes, y a través de ellos a todos los cristianos, a ser personas alegres porque -como dijo- “el pesimismo no es cristiano”. Inspirándose en la Primera Lectura y en el Evangelio de San Lucas, textos propuestos por la liturgia del día, el Pontífice se refirió a la alegría que brota desde dentro y que no debe confundirse con la típica de una fiesta cualquiera. De hecho, toda la liturgia del día propone este mensaje de alegría: “Sé dichoso, sé dichosa”. Pero, ¿por qué esta llamada tan fuerte del Papa a ser dichosos, a ser personas felices? Según él, por tres motivos: 1. Por ser personas perdonadas; 2. Porque el Señor camina con nosotros; 3. Porque el pesimismo de la vida no es propio del cristiano.
Tenemos que considerar las dificultades, pero pedir también un aumento de gracia para que la jornada sea santificada.
MEDITACIONES PARA CONSAGRADAS SECULARES, págs. 502ss
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El Evangelio Vivido
LA PALABRA DE DIOS: PUERTA HACIA OTRA REALIDAD La Palabra de Dios es un libro que se convierte en la entrada a una realidad desconocida y que solamente el Espíritu de Dios nos la puede revelar. Sólo si nos paramos en oración y en reflexión, podremos encontrar la novedad que encierra en sí la Palabra de Dios.
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“La Palabra de Dios”, expresión tan llena de contenido, de sugerencias, de riqueza, ¿se podría comparar con algo o con alguien? Creo que en sí misma es incomparable. Sin embargo, la forma de acercarnos a ella es otra cosa. A este propósito, me viene a la mente una secuencia de una de las películas de Harry Poters, que hace las delicias de cualquier joven de hoy día, la de la Cámara Secreta. Lo de Harry es una película, pero me recuerda que la Palabra de Dios es un libro que se convierte en la entrada a una realidad desconocida y que solamente el Espíritu de Dios nos la puede revelar cuando, con paciencia, la esperamos mediante la oración y la lectura de la misma. Hay que saber esperar. No es cuando nosotros queremos. El tiempo lo fija el Espíritu. Pero siempre se nos va a comunicar alguna novedad de ese texto, que quizá nos parezca mentira que nos pueda decir algo que no sepamos. Más aún, cada vez que entremos en el texto, se nos va a revelar de una manera que
desconocíamos. Es maravilloso. La mayoría tenemos esta experiencia al leer la Sagrada Escritura en algún momento de nuestra vida. Creo que Dios, en su pedagogía, presenta su Palabra a los que se acercan a ella, sobre todo por primera vez, de forma espectacular. De ahí las conversiones y cambios de vida de muchas personas. Es la acción de Dios, sin esfuerzo, que se puede comparar al agua de la lluvia que, suavemente o con fuerza, empapa los campos y los llena de vida. El labrador no tiene que hacer nada. Recibe el regalo del Cielo. Así es cuando la Palabra nos penetra, como dice San Pablo, como una espada que hace que nuestro ser, más o menos, se conmocione, porque nuestra relación con Dios se presenta de una forma muy viva. Pero esto no es siempre así. Ocurre en raras ocasiones. Lo normal es que la simple lectura de esta Palabra no nos diga nada. Lo que la mayoría no sabe es que esa vivencia, tan especial, la podemos nosotros provocar siempre que lo deseemos, ya que Dios siempre está Alégrate 19
dispuesto a corresponder a esa llamada a través de su Palabra. La lectura de los textos de la Biblia que nos ofrece la Liturgia, debido a nuestra edad, los hemos escuchado infinidad de veces a lo largo de nuestras vidas. Y los hemos reflexionado otras tantas, por lo que, al volver a escucharlos, no nos ofrecen, en una primera lectura, esa vida que esperamos de ellos. Sólo si nos paramos en oración y en reflexión, podremos encontrar esa novedad de la que hablábamos anteriormente. Cada contacto, hecho de esa forma, se convierte en una enseñanza directa del mismo Dios, de sentirnos amados por Él. Es el mismo Cristo, nuestro Maestro, que nos enseña, mediante su Espíritu. De ahí la alegría profunda y el cambio que sentimos en nuestra relación con Él. Es una pena que no conozcamos bien esta fuente de felicidad. Es el agua viva que Cristo ofrece a la Samaritana, que está al alcance de todos. Sólo necesitamos un poco de tiempo y saber esperar a que el Señor se nos comunique. Y, 20 Alégrate
repito, el que espera con humildad, siempre va a recibir de su agua viva. Muy importante es lo siguiente: a veces, a pesar de nuestra buena voluntad, se acaba el tiempo sin descubrir nada nuevo. Nos tenemos que ir… La experiencia me ha enseñado, que debemos estar muy contentos. En ese texto hay algo especial y por eso necesitamos más tiempo de espera. Si somos constantes, lo vamos a descubrir cuando el Señor quiera. Quizá al día siguiente, o a lo largo del día, ya incluso fuera del contexto de oración, vamos a percibir de Dios conocimientos que nadie nos ha enseñado sobre Él mismo, y que ha merecido la pena esperar. Todo el conocimiento que nos transforma, se refiere al Amor que el Padre Dios nos tiene. Para sentir ese amor, se necesita el tiempo de espera, en el que crece la fe. Una cosa es saber que Dios me ama y otra sentirlo. La Palabra de Dios es uno de los medios que Él tiene para manifestárnoslo. En su gran Misericordia nos puede hacer sentir ese amor hacia
nosotros, cuando Él lo ve conveniente. Pero en la Palabra tenemos el medio, sobre todo cuando nos sentimos “áridos” espiritualmente, de encontrarnos con ese amor que necesitamos para vivir que es el suyo, y que no se puede comparar con ningún otro. “¡La Palabra de Dios!”. Debería emocionarnos. Al pronunciar estas sílabas por la riqueza, sabiduría, gracia y vida que encierran. Sin embargo, pasa los días “durmiendo” en su atril o estante desde donde nos espera el Padre para comu-
nicarnos, a través de ella, todo lo que necesitamos para vivir, para ser felices y hacer felices a los demás. Sobre todo, para percibir el amor que Dios nos tiene, su misericordia infinita. Y ya no sólo de conocimiento, sino de sentimiento en lo más profundo del ser. Que este sea un tiempo de adoración, de alabanza, de amar y de ser amados. Que el Señor nos bendiga.
Mari Muñoz, ISVA
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Vida Paulina
JUBILEOS DE ORDENACIÓN SACERDOTAL Y DE PROFESIÓN RELIGIOSA
Después de haber compartido el Pan de la Eucaristía, todos los allí presentes, entre los que había, al lado de los Paulinos, representantes de las diversas ramas de la Familia Paulina de Madrid, familiares, amigos y colaboradores, pudimos gozar de un largo tiempo de esparcimiento, de comunicación y diálogo. Y todos, de una u otra manera, hemos rememorado tiempos de nuestra vida pasada y nos hemos dado ánimos para seguir adelante tras las huellas de nuestro amado Fundador.
E
l pasado 25 de noviembre, en la sede provincial de la Sociedad de San Pablo (calle Protasio Gómez 15, Madrid), hemos celebrado con mucho gozo los jubileos de ordenación sacerdotal o de profesión religiosa de cinco Paulinos y una Anunciatina: P. Ricardo Ares, 60 años de ordenación sacerdotal; H. Julio Salinas, 60 años de profesión religiosa; P. Antonio Maroño, 50 años de ordenación sacerdotal; Hnos. Gabriel Aparicio y Urbano López, 50 años de profesión religiosa; Dª María Rosa Córdoba, 25 años de profesión. Todo ello bajo la mirada protectora del beato Santiago Alberione, precisamente en la Vigilia de su fiesta. La celebración eucarística fue presidida por el P. Antonio Maroño y concelebrada por un buen número de sacerdotes. El Superior Provincial, P. Lázaro García, que pronunció la homilía, subrayó en ella tres momentos fundamentales en la vida consagrada de los festejados: a) agradecimiento a Dios por cada uno de ellos, b) recuerdo-memorial del “sí” que han dado a la vocación paulina y, c) celebración y fiesta por su entrega y fidelidad a lo largo de estos años. Por su parte, el P. Antonio Maroño, en unas palabras que dirigió a la Asamblea en nombre de todos los festejados después de la comunión, centró su alocución en dos palabras: gracias y perdón. Gracias a Dios, al beato Alberione a y los hermanos y hermanas de sus respectivas familias de sangre y de fe por todos los dones que de ellos habían recibido a lo largo de sus vidas. Y también perdón a los mismos por no haber llegado aún a ser tan buenos ni tan “santos” como todos, seguramente, esperaban y esperan de ellos. 22 Alégrate
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Páginas Marianas
MARÍA, APÓSTOL DEL BUEN EJEMPLO ¿Por qué es María Regina Sanctorum ómnium? Porque a todos aventajó en toda clase de virtudes
“
En la vida de María predomina la virtud de la humildad. Bien lo demuestra el episodio de la Anunciación. Sobresale después la caridad, como se comprueba en la visita que hizo a su prima, Santa Isabel. Luego viene el amor a Dios: el cántico del Magníficat es una chispita que nos lo revela y su muerte de amor lo sella. Vida de fe; por eso llamó Santa Isabel a la Virgen dichosa y bienaventurada: “Beata quoe credidisti”. Vida de obediencia, amoro24 Alégrate
sa y total: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Vida de trabajo; en la casita de Nazaret fue la mujer fuerte, hacendosa y delicada. Una vida de paciencia, puesto que siete grandes dolores traspasaron su corazón; el último, en el Calvario, superó todo lo imaginable. María es la Sancta Virgo virginum, Mater purissima, Virgo prudentissima, Virgo Clemens, Virgo fidelis, Speculum justitiae, Vas insigne devotionis…” ¿Por qué es María Regina Sanctorum ómnium? Porque a todos aventajó en toda clase de virtudes y practicó ella sola todas las que estuvieron repartidas entre los
Santos. Por otra parte, conoció y practicó otras virtudes desconocidas por los Santos, aun los más insignes, y que, por consiguiente, no pudieron practicar. Además, todo lo practicó la Santísima Virgen en forma muy humana y natural, dentro de una paz imperturbable, con espíritu de profunda religiosidad, con modestia y amabilidad sorprendentes, siempre retirada, y con humildad constante, siempre silenciosa, alegre y amorosa. Fue característica suya cierta distinción en el trato que le provenía de su santidad de pensamientos, de la solidez de sus virtudes, de sus altísimas aspiraciones. El ejemplo es un sermón que se explana sin pronunciarlo. Es toda una vida. San Francisco de Sales insiste mucho en que cada cual se comporte santamente en privado, tanto en su dormitorio y a solas como si todos lo viesen. Así lo hacía él. Para espiarlo se hicieron unos agujeros en las paredes de su aposento, comprobándose realmente que su comportamiento era siempre el mismo que mantenía en la Iglesia, en las visitas y en las comidas
en compañía de otras personas. Pero no bastan los actos externos virtuosos para edificar a las almas; es preciso que procedan de convicciones bien arraigadas y de amor interior. El día del Juicio Universal, a la clarísima luz de Dios, veremos en un instante todo lo hecho en nuestra vida. Nos daremos perfecta cuenta de todas y cada una de las palabras dichas, de todos nuestros actos y pensamientos, de cuantos sentimientos anidaron en nuestro corazón. Por eso decía San Bernardo: “Sé siempre y en todas partes el mismo. Llega un día en que el hipócrita se descubre y lo descubren; siempre termina traicionándose. Aunque alguien llegase a disimular la verdad, como quiera que para Dios no hay nada oculto y penetra en los corazones, un día será conocida, con inmensa vergüenza del ocultador, por aquellos a quienes se la veló o a quienes engañó”. En el día del Juicio aparecerá virtuoso quien realmente lo sea. Bto. Santiago Alberione
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Calendario
CALENDARIO LITÚRGICO PROPIA
Sumario
Enero
Febrero
Marzo
01. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. 61ª Jornada Mundial de Oración por la Paz. 06. Solemnidad de la Epifanía del Señor. 07. Fiesta del Bautismo del Señor. 07. 1997, aniversario de la muerte de Sor. M. Oliva García, HSP. 16. 2002, aniversario de la muerte de Guadalupe Lozano, ISVA. 20. 2017, primer aniversario de la muerte del Hno. Pablo Uriarte, SSP 20. 2001, aniversario de la muerte del H. Cirilo Peñas, SSP. 22. 1991, M. Tecla Merlo, HSP, es declarada venerable. 22. 1948, aniversario de la muerte del beato Timoteo Giaccardo, SSP. 22. 1989, aniversario de la muerte del P. Desiderio Costa, SSP.
02. Fiesta de la Presentación del Señor. 22ª Jornada Mundial de la Vida Consagrada. 05. 1964, aniversario de la muerte de M. Tecla Merlo, primera Superiora General de las HSP. 05. 2015, aniversario de la muerte del H. Lucinio López, SSP. 09. Ayuno voluntario en el comienzo de la Campaña contra el Hambre en el Mundo 09. 2011, aniversario de la muerte del H. Fco. J. Martínez de Antoñana, SSP. 10. 2017, primer aniversario de la muerte del P. Jesús Álvarez, SSP. 10. 1924, en Alba, “dies natalis” de las Pías Discípulas. 15. 2015, aniversario de la muerte del H. Lucinio López, SSP 28. 2008, aniversario de la muerte de la Hna. Mª Fidelis Puebla, HSP.
03. 1990, el Hno. Andrés R. Borello es declarado Venerable. 03. 2014, aniversario de la muerte del Hno. Arturo Guinea, SSP 08. 1916, en Mango (Italia), nace el venerable Andrés R. Borello 11. 1988, aprobación de la “Asociación de los Cooperadores Paulinos”. 19. 1935, llegan a España (Bilbao) las Pías Discípulas del Divino Maestro. 20. 2008, aniversario de la muerte del P. Antonio Díaz, SSP. 21. 2013, aniversario de la muerte del P. Antonio Pinedo, SSP. 23. 2008, aniversario de la muerte de Sor Honorina Mussi, HSP. 25. Solemnidad de la Anunciación del Señor. Fiesta Titular del Instituto “Virgen de la Anunciación”. – Jornada Pro-Vida.
DE LA FAMILIA PAULINA / 2018
25 de marzo Anunciación del Señor 22 de abril Jesús Buen Pastor 19 de mayo Fiesta de María Reina de los Apóstoles 30 de junio Solemnidad de San Pablo Apóstol 3 de septiembre Virgen María Madre del Buen Pastor 4 de septiembre San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia 29 de septiembre Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael 19 de octubre Memoria del Beato Timoteo Giaccardo 31 de octubre Dedicación de la Iglesia del Divino Maestro en Roma 28 de octubre Solemnidad de Jesús Divino Maestro 25 de noviembre Dedicación de la Iglesia de San Pablo en Alba 26 de noviembre Fiesta del Beato Santiago Alberione 29 de noviembre Dedicación del Santuario de María Reina de los Apóstoles en Roma 30 de diciembre Sagrada Familia de Jesús, María y José
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Sumario
INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA
Cuando damos algo al Señor, le devolvemos lo que Él mismo nos ha dado: energías, fuerza, corazón, la vida (A las Hijas de San Pablo, 48, pág. 571).
Trabajar por una vocación quiere decir trabajar por todas las almas a las que hará bien esa determinada vocación que hemos ayudado (A las Apostolinas, 1958/1, p. 73).
La vocación religiosa y sacerdotal necesita especialmente cuidados para crecer y desarrollarse hasta llegar a la completa madurez (Boletín San Paolo, febrero 1961).
El amor al apostolado es para todos signo verdadero y necesario de vocación y salvaguardia en el período de la juventud (Boletín San Paolo, Rosario 1946).
Protasio Gómez, 15 28027 MADRID +34 917 425 113 institutos@sanpablo.es