Revista Alégrate Nº 183

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AlĂŠgrate

nĂşmero 183

abril-junio 2018


Ed

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SAN PABLO APÓSTOL © Lawrence Lew, O.P.

Intenciones del mes Julio Abril

Sumario Editorial: Escuchar, discernir... 3 Catequesis Paulina: Resucitó al tercer día según las Escrituras (1Cor 15,4) 4 Como lo hizo san Pablo: La resurrección, hecho teológico... 6 Instituto Jesús Sacerdote: El sacerdote secular: buscador de desiertos 8 Instituto San Gabriel: La profesión de los consejos evangélicos 10 Instituto Santa Familia: Familia, lugar de perdón 12 Instituto Virgen de la Anunciación: El fin de la vida 14 Mayorino Vigolungo: nueva biografía 17 El Evangelio vivido: Cómo "guardar" la Palabra de Dios 18 Noticias: 23 Calendario paulino: 27 2 Alégrate

Por los que son bautizados, los que reciben la Eucaristía por primera vez o la Confirmación; para que sean miembros vivos de la Iglesia y colaboradores activos de su misión.

Julio Mayo Por las familias cristianas, para que sean auténticas iglesias domésticas donde se viva y trasmita el Evangelio de Jesucristo.

Julio Junio Por el Papa Francisco, Obispo de Roma y sucesor de Pedro, por los obispos en comunión con él y por los sacerdotes, para que el Señor les asista en su misión de ser pastores del pueblo de Dios.

Escuchar, discernir, vivir la llamada de Dios

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l próximo 22 de abril, cuarto domingo de Pascua o del Buen Pastor, celebraremos con gozo y alegría la 55 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Todos sabemos de sobra que éste, el de la escasez de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada, es uno de los problemas más acuciantes que afectan hoy a la Iglesia en general y, de manera más apremiante, a la Iglesia en el llamado primer mundo. Y si pensamos en España, la preocupación se hace aún más apremiante. En esta situación de necesidad, e incluso de urgencia, el Papa Francisco nos insta en el mensaje que ha publicado con motivo de la mencionada Jornada Mundial, a “escuchar, discernir y vivir la llamada del Señor”. En torno a estas tres palabras clave: escuchar, discernir, vivir”, leídas en el contexto del comienzo de la misión de Jesús, el Santo Padre va tejiendo su discurso con la clara intención de involucrarnos a todos en esta cuestión tan vital y tan urgente para la Iglesia en nuestros días, “en estos tiempos inquietos en que vivimos”. Parafraseando el núcleo del mensaje del Papa, podemos sinterizarlo así: Escuchar la llamada del Señor. Dado que Dios viene de modo silencioso y discreto, es necesario prestar atención a los detalles de la vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe. Discernir, cada uno en particular, su propia vocación, en diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida. Vivir la alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, sin esperar lentitudes ni desidias. Y tener muy en cuenta que cada uno de nosotros está llamado -en la vida laical, el matrimonio, el sacerdocio, el ministerio ordenado o la especial consagración- a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora. Antonio Maroño Pena, SSP

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Catequesis paulina

“RESUCITÓ AL TERCER DÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS” (1Cor 15,4)

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ada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe en la resurrección de Cristo, acontecimiento sorprendente que constituye la clave del cristianismo. En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran misterio, que ha cambiado el curso de la historia y se hace actual en cada celebración eucarística. «Resurrexit tertia die secundum Sripturas». Cada año, en el «santísimo Triduo de Cristo crucificado, muerto y resucitado», como lo llama san Agustín, la Iglesia recorre, en un clima de oración y penitencia, las etapas finales de la vida terrena de Jesús: su condena a muerte, la subida al Calvario llevando la cruz, su sacrificio por nuestra salvación y su 4 Alégrate

sepultura. Luego, al «tercer día», la Iglesia revive su resurrección: es la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, en el que se realizan en plenitud las antiguas profecías. Toda la liturgia del tiempo pascual canta la certeza y la alegría de la resurrección de Cristo. Esta celebración que de manera especial vivimos en la Pascua y de forma continuada en la Eucaristía, día tras día, nos invita a renovar constantemente nuestra adhesión a Cristo muerto y resucitado por nosotros; porque su Pascua es también nuestra Pascua, porque en Cristo resucitado se nos da la certeza de nuestra propia resurrección. La noticia de su resurrección de entre los muertos nos recuerda

que Jesús está siempre vivo; y también sigue vivo su Evangelio. «La fe de los cristianos —afirma san Agustín— es la resurrección de Cristo». Los Hechos de los Apóstoles lo explican claramente: «Dios dio a todos los hombres una prueba segura sobre Jesús al resucitarlo de entre los muertos» (Hch 17, 31). En efecto, no era suficiente la muerte para demostrar que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, el Mesías esperado. ¡Cuántos, en el decurso de la historia, han consagrado su vida a una causa considerada justa y han muerto!, y han permanecido muertos. La muerte del Señor demuestra el inmenso amor con el que nos ha amado hasta sacrificarse por nosotros; pero sólo su resurrección es «prueba segura», es certeza de que lo que afirma es verdad, que vale también para nosotros y para todos los tiempos. Al resucitarlo, el Padre lo glorificó. San Pablo escribe en la carta a los Romanos: «Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10, 9). Es importante reafirmar esta verdad fundamental de nuestra fe, cuya verdad histórica está ampliamente documentada, aunque hoy, como en el pasado, no faltan quienes de formas diversas la ponen en duda o incluso la niegan. «El debilitamiento de la fe en la resurrección de Jesús debilita, como consecuencia, el testimonio de los creyentes.

En efecto, si falla en la Iglesia la fe en la Resurrección, todo se paraliza, todo se derrumba. Por el contrario, la adhesión de corazón y de mente a Cristo muerto y resucitado cambia la vida e ilumina la existencia de las personas y de los pueblos» (Benedicto XVI obra: “Jesús de Nazaret” 2ª parte). ¿No es la certeza de que Cristo resucitó la que ha infundido valentía, audacia profética y perseverancia a los mártires de todas las épocas? ¿No es el encuentro con Jesús vivo el que ha convertido y fascinado a tantos hombres y mujeres, que desde los inicios del cristianismo siguen dejándolo todo para seguirlo y poniendo su vida al servicio del Evangelio? El anuncio que en estos días volvemos a escuchar sin cesar es precisamente este: ¡Jesús ha resucitado! Es «el que vive» (Ap 1, 18), y nosotros podemos encontrarnos con él, como se encontraron con él las mujeres que, al alba del tercer día, el día siguiente al sábado, se habían dirigido al sepulcro; como se encontraron con él los discípulos, sorprendidos y desconcertados por lo que les habían referido las mujeres; y como se encontraron con él muchos otros testigos en los días que siguieron a su resurrección.

Maite Ballesteros, ISF

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Como lo hizo san Pablo

HECHO TEOLÓGICO QUE AFIRMA NUESTRA FE

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s tan trascendental a nuestra fe el hecho de la Resurrección de Cristo, que nos parece oportuno –aunque ya se ha dedicado un espacio a este tema en el presente número de “Alégrate”-, reflexionar sobre ello según la visión que nos trasmite el Apóstol San Pablo. Y lo hacemos mediante textos bíblicos que así lo atestiguan. El primero y más antiguo testimonio escrito sobre la resurrección de Cristo se encuentra precisamente en la primera Carta de San Pablo a los Corintios. En ella el Apóstol recuerda a los destinatarios de la Carta (hacia la Pascua del año 57 d. de C.): «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los 6 Alégrate

cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y en último lugar a mí, como a un abortivo» (1Cor 15, 3-8). Como se ve, el Apóstol habla aquí de la tradición viva de la resurrección, de la que él había tenido conocimiento tras su conversión a las puertas de Damasco (Cfr. Hech 9, 3)18). Durante su viaje a Jerusalén se encontró con el Apóstol Pedro, y también con Santiago, como lo precisa en la Carta a los Gálatas (1,18-19) Debe también notarse que, en el texto citado, San Pablo no habla sólo de la resurrección ocurrida el tercer día “según las Escrituras”, sino que, al mismo tiempo, recurre a los testigos a los que Cristo se apareció personalmente. Es un signo, entre otros, de que la fe de la primera comunidad de creyentes, expresada por Pablo en la

Carta a los Corintios, se basa en el testimonio de hombres concretos, conocidos por los cristianos y que en gran parte vivían todavía entre ellos. Estos “testigos de la resurrección de Cristo” (Cfr. Hech 1, 22), son ante todo los Doce Apóstoles, pero no sólo ellos: Pablo habla de la aparición de Jesús incluso a más de quinientas personas a la vez, además de las apariciones a Pedro, a Santiago y a los Apóstoles. La verdad sobre la resurrección no es un producto de la fe de los Apóstoles o de los demás discípulos, sino la constatación visual y repetida de Cristo vivo después de haber pasado por la prueba radical de la Pasión y Muerte, que también ellos presenciaron. La sacudida provocada por la Pasión y Muerte de Cristo fue tan grande que los discípulos (al menos algunos de ellos) Inicialmente no creyeron en la noticia de la resurrección. En todos los Evangelios encontramos la prueba de esto. Lucas, en particular, nos hace saber que cuando las mujeres- regresando del sepulcro-, anunciaron todas estas cosas (o sea, el sepulcro vacío) a los Once y a todos los demás, todas estas palabras les parecieron como desatinos. Por ello, la hipótesis que quiere ver en la resurrección un 'producto' de la fe de los Apóstoles, queda desvanecida cuando el Resucitado “en persona” se apareció en medio de ellos y les dijo:

“¡Paz a vosotros!” Ellos, de hecho, “creían ver un fantasma”. En esa ocasión Jesús mismo debió vencer sus dudas y temores y convencerles de que “era El”: «Palpadme y ved, que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y puesto que ellos «no acababan de creerlo y estaban asombrados, Jesús les dijo que le dieran algo de comer y «lo comió delante de ellos» (Cfr. Lc 24,36-43). Concluimos con unas palabras tajantes del Apóstol que reafirman lo anterior: «Si no resucitó Cristo, es vacía nuestra predicación, y es vacía también vuestra fe (...) y vosotros estáis todavía en vuestros pecados» (1Co 15, 14.17). Con estas fuertes palabras de la primera carta a los Corintios, san Pablo da a entender la importancia decisiva que atribuye a la resurrección de Jesús, pues en este acontecimiento está la solución del problema planteado por el drama de la cruz. Por sí sola la cruz no podría explicar la fe cristiana. El misterio pascual consiste en el hecho de que ese Crucificado "resucitó al tercer día, según las Escrituras" (1 Co 15, 4). Aquí está la clave de la cristología paulina: toda la enseñanza del apóstol san Pablo parte del misterio de Aquel que el Padre resucitó de la muerte.

José Lozano, ISF

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Instituto Jesús Sacerdote

EL SACERDOTE SECULAR: BUSCADOR DE DESIERTOS

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l comienzo del ministerio público de Jesús pasa -necesariamente- por la prueba del desierto, lo que nos da idea de la importancia que tiene esta experiencia como el medio necesario para encontrar la identidad precisa de su misión y confirmar su decisión de llevarla a cabo con la amorosa fidelidad que dicha misión exige, que no es otra que la entrega abnegada de su vida. En este proceso de descubrimiento, confirmación y ejecución de su misión, Jesús es el modelo perfecto de la actitud del sacerdote, ante la vocación a la que Dios le llama y ante la misión que le encomienda. ¿Qué hacer cuando Dios me llama a algo? Hacer lo que hace Jesús. Esto es muy importante para el sacerdote, tanto de vida comunitaria como secular, plantearse su vocación al desierto. ¿Qué pasa con la vocación contemplativa secular? ¿Qué es el desierto? ¿Dónde encontramos el desierto? ¿Cómo se llegamos a él? 8 Alégrate

Pero todo esto hemos de considerarlo desde la perspectiva de la vida contemplativa en medio del mundo; una vida que es, al menos en apariencia, opuesta al desierto. Por tanto, muchos aspectos del desierto no se pueden aplicar a nuestra vida en el mundo; lo que nos obliga a profundizar en la experiencia del desierto para ver si se puede encontrar un modo de desierto compatible con la vida secular. Fijémonos en el pasaje evangélico de las tentaciones de Jesús en el desierto, que es el marco de nuestra contemplación y es además un episodio muy importante porque nos da las claves de quién es Cristo y de su misión. Y lo primero que observamos es que Jesús no se adentra en el desierto por gusto ni por casualidad, sino por necesidad. Es el mismo Espíritu Santo el que lo lleva (le “empuja” en Mc 1,12) al desierto, con una finalidad clara: “Para ser tentado”. La importancia y la necesidad del

desierto y de la prueba es algo que se sale de la lógica humana. No podemos entenderlo humanamente, pero tenemos que ir descubriendo que la prueba y la tentación forman parte necesaria del camino evangélico; y el primero que recorre consciente y libremente este camino es Jesús. Por eso necesitamos la luz y la fuerza del Espíritu para aceptar el desierto y entrar en él. Es significativo que Jesús no sólo pasa por el desierto al comienzo de su vida pública para afirmar su misión y su identidad ante las tentaciones del enemigo, sino que frecuentemente vuelve al desierto durante su vida pública. De hecho se retira al desierto para apartarse de la multitud, que acaba siguiéndole al desierto para pedirle ayuda. También se aparta del mundo porque necesita el desierto para afirmar y alimentar su misión; y lo aprovecha para descansar e instruir a los discípulos: Al enterarse Jesús se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados (Mt 14,13). Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar (Mc 1,35). Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes (Mc 1,45).

“Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas (Mc 6,30-34). Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos (Lc 4,42). Por tanto, podemos afirmar que el Espíritu empuja al desierto, que el desierto es el medio necesario para la purificación que lleva al encuentro verdadero con Dios, al descubrimiento de la propia identidad, vocación y misión; es decir, que Dios nos espera en el desierto… Y, si eso es verdad, podemos tener la seguridad de que el mismo Dios dispondrá el desierto que necesitamos en nuestro camino. No tenemos que inventarlo, tenemos que descubrirlo. Para lo cual hemos de estar atentos para buscar ese desierto y saberlo reconocer cuando aparezca, en vez de huir de él, que es a lo que tendemos. Antonio Díaz Tortajada, IJS

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Instituto San Gabriel Arcángel

La profesión de los consejos evangélicos La pobreza La pobreza consagrada, que los Gabrielinos se comprometen a vivir, manifiesta la participación en la condición divina de Jesús, Divino Maestro, que, “siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza (cf 2Cor 8,9). El beato Alberione comenta: «La primera bienaventuranza es la pobreza:”Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos”. Si es el primer escalón de la santidad, el que no lo sube, o lo baja, renuncia de hecho a la perfección». Con la profesión de tal con10 Alégrate

sejo, los miembros renuncian a la faculdad de usar y de disponer libremente de cualquier bien propio, estimable en dinero, sin el permiso del legítimo superior (cf CDC 600). Pero, aun profesando la pobreza consagrada, los miembros no renuncian al derecho de poseer bienes temporales ni a la facultad de adquirir otros, sometiéndose, em este último caso, al permiso del legítimo superior. Para vivir el consejo evangélico de la pobreza, cada miembro se compromete ante todo a presentar, al principio de cada año, el presupuesto de los gastos anuales previsibles, dispuesto a aceptar las

modificaciones que le sean sugeridas; a dar, al final del año, el resultado final de los gastos efectuados; a pedir el permiso al legítimo superior para los gastos extraordinarios previsibles, o a dar cuenta de ello después, si se ha estado imposibilitado a hacerlo antes. Meditando sobre la vida de Jesús, Divino Maestro, que ‘‘no tenía dónde reclinar la cabeza’’, los miembros tratarán de cultivar un estilo de vida sencillo y sobrio; se comprometerán, mediante el trabajo, a hacer fructificar los dones de la naturaleza y de la gracia recibidos de Dios; y estarán abiertos a las necesidades de los pobres. La obediencia Con la profesión de la obediencia consagrada, los miembros «ofrecen a Dios, la plena entrega de la propia voluntad como sacrificio de sí mismos, y por medio de este sacrificio, de manera más constante y segura se unen a la voluntad salvífica de Dios» (PC 14). «La obediencia -observa el beato Alberione-, es seguramente el camino de la paz, del mérito, de la gracia, de las bendiciones de Dios en el apostolado. Dios solo bendice lo que es conforme a su voluntad». La profesión del consejo evangélico de obediencia pide a los miembros que sometan la voluntad a la del legítimo superior, como representante de Dios,

cuando manda en conformidad con el Estatuto (cf PC 14; CDC 601). La obediencia tiene como fin la actuación de la doctrina de Jesús, que ‘‘asumiendo la condición de siervo’’ (Fil 2,7), se hizo presente entre los hombres para enseñarles a hacer la voluntad del Padre (cf Jn 4,34) y llegar así a ser sus hijos adoptivos (cf Ef 1,5). «Sin el amor -sigue comentando el beato Alberione- la sumisión es como una flor sin perfume, porque no es sobrenatural». Para responder adecuadamente a la obediencia consagrada, los miembros tratarán de obedecer a sus legítimos superiores, y respetarán las disposiciones de los que ejercen el servicio de la autoridad en el campo natural, civil y eclesiástico, haciendo, sin embargo, una justa valoración. «No hipocresía, sino corazón abierto y conducta clara», subraya todavía el beato Alberione. Un medio escelente, sugerido para vivir bien en el clima de obediencia, es «redactar y someter a la aprobación del legítmo Superior un reglamento de vida, adecuada a las exigencias del propio estado» (Santiago Alberione). Momento oportuno para redactar este reglamento es el encuentro anual de los Ejercicios Espirituales. Guido Gandolfo, SSP

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Instituto Santa Familia

“No existe familia perfecta: No tenemos padres perfectos, No tenemos hermanos perfectos, No tenemos tíos perfectos, No tenemos primos perfectos, No tenemos sobrinos perfectos, No somos perfectos, No nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas unos de otros. Decepcionamos unos a otros. Por eso, no hay matrimonio saludable o familia saludable sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y supervivencia espiritual. Sin el perdón, la familia se vuelve un espacio de conflictos y un cúmulo de amarguras. Sin perdón la familia se enferma. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz en el alma ni comunión con Dios. La amargura es un veneno que intoxica y mata. Guardar amargura en el corazón, es un gesto autodestructivo. Quien no perdona padece física, emocional y espiritualmente.

FAMILIA, LUGAR DE PERDÓN 12 Alégrate

Es por eso que la familia necesita ser un lugar de vida y no de muerte; territorio de cura y no de enfermedad; palco de perdón y no de culpa. El perdón trae alegría, donde la amargura produjo tristeza; y cura, donde la amargura causó enfermedad”.

Papa Francisco, 10 de junio de 2017

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Instituto Virgen de la Anunciación

Reflexionemos sobre algunas cosas que nos orienten. Nos sirven estupendamente las palabras que Jesús se aplica a sí mismo: “Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo” (Jn 16,28).

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ada uno de nosotros puede decir otro tanto: he salido de las manos de Dios creador; estoy aquí en el mundo, me encuentro en esta tierra por poco tiempo; luego dejo el mundo y vuelvo a Dios. El Señor, al crearnos, tuvo un fin, es decir, quiso hacernos partícipes de su felicidad. Él, que es sumamente feliz, desde toda la eternidad quiso otorgar su felicidad, comunicarla en cierto modo a sus criaturas. Por eso nosotros existimos y estamos ahora aquí. Este Dios creador tiene puesta en este momento su mirada bondadosa sobre nosotros. Cuando os creó, este Dios os ha dotado de dones, os ha dado la inteligencia. El Señor os ha dado una voluntad que desea el bien. Os ha dado un corazón hecho para amar y para amarlo a Él; nos ha dado todo lo que tenemos. Cuando hacemos u ofrecemos algo al Señor no hacemos más que devolverle lo que él nos ha dado. Aunque a él le agrada recibirlo de nuestras manos como un obsequio. Por eso, pongamos todo lo que tenemos al servicio de Dios. Al crearnos, al crear a cada persona, el Señor le ha marcado 14 Alégrate

un camino en la tierra. Todos están llamados al Paraíso, todos tienen vocación al cielo. Pero no todos tienen el mismo camino que recorrer sobre la tierra. Cuando el Señor elige para alguien un camino más hermoso, entonces se dice que le ha dado una vocación. Aquí tenéis marcado vuestro camino; aquí tenéis el fin. Con una vocación más hermosa, tendréis que recorrer un camino más santo para llegar a un puesto más alto en el cielo, donde “hay muchas estancias” (Jn 14,2). En segundo lugar, vine al mundo: estamos en el mundo. ¿Qué hemos de hacer en este mundo? ¿Para qué nos ha mandado? El Señor nos ha mandado para que realicemos algo y, si lo hacemos bien, tendremos el premio eterno, la vida eterna. A cada uno en particular le ha confiado una tarea a realizar. Cada persona tiene su propia historia. Aquí en la tierra vivimos en situación de prueba. Pero ¿qué prueba? Una prueba triple: prueba de fe, prueba de fidelidad y prueba de amor. Prueba de fe: el que cree se salvará. Hay quien tiene fe y quien no la tiene. Quienes no tienen fe

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se resisten a la voz de Dios, a la predicación, a la Iglesia, llegando a excesos que parecerían imposibles para un hombre racional; niegan a Dios como si el hombre fuese sólo materia y no hubiese tenido un origen divino. El primer lugar, la fe. Vivir según la fe. El Paraíso lo ha prometido Dios a quien vive según la fe y a quien acepta la doctrina y el mensaje de la salvación que Jesucristo ha dado al mundo. Y hay que añadir que la medida de la fe, será la medida de nuestra gloria eterna. La segunda prueba que el Señor ha dado a los hombres es la observancia de los mandamientos. “¿Qué debo hacer para salvarme?”, preguntaba el joven rico a Jesús. Y Él le respondió: “Guarda los mandamientos”. Creer, sí, pero al mismo tiempo observar los mandamientos. La tercera prueba es una prueba de amor. ¿En qué consiste? En el aspecto negativo consiste en no pecar, no ofender a Dios. No puede amarlo quien comete pecado. La prueba de amor consiste, pues, en vivir en gracia, unidos a Él. Pero no es lo mismo una comunión más o menos; no es lo mismo rezar las oraciones de la mañana que participar en la misa; no es lo mismo reducirse a lo indispensable que orar abundantemente; no es lo mismo hacer algún bien que gastar toda la vida por el bien; hacer alguna cosilla que emplear todo el día bien. No es lo mismo. 16 Alégrate

Mayorino Vigolungo: nueva biografía

Tenemos la posibilidad de aumentar la gracia. ¡Oh, qué precioso es el tiempo para quien quiere enriquecerse para la eternidad! ¡Qué gran regalo es el tiempo! Adelante, con valentía: hacia la vida eterna. Hemos salido de las manos de Dios y estamos en la tierra de prueba. Pronto dejaremos este mundo y volveremos a Dios. Quien tiene cinco talentos que gane otros cinco; es decir, quien tiene buena salud, gran inteligencia, multitud de dones y de gracias; y quien tiene dos, que gane otros dos, haciendo producir con amor lo que tiene. Y después, todos al Paraíso. Que no está lejos; cada día nos acercamos a él. Que nadie pierda el tiempo.

La prueba de amor consiste, pues, en vivir en gracia, unidos a Él.

MEDITACIONES PARA CONSAGRADAS SECULARES, págs. 502ss

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scrita por el P. Carlo Recalcati, sacerdote de la Sociedad de San Pablo, ha salido recientemente en Roma una nueva biografía del venerable Mayorino Vigolungo. Fiel a su propósito de “progresar un poquito más cada día”, este aspirante a la vida paulina, tuvo como acompañante y director espiritual al mismo beato Santiago Alberione. Habiendo ingresado en la Sociedad de San Pablo a los 12 años, murió sólo dos años después ofreciendo su vida por la naciente Familia Paulina y por el apostolado de la comunicación social. A pesar de su corta edad, a su partida ha dejado gratísimo recuerdo y grandes signos de santidad en todos los que lo conocieron. San Juan Pablo II lo declaró venerable, reconociendo la heroicidad de sus virtudes, el 28 de marzo de 1988. La interesante biografía de este joven aspirante paulino, que ahora acaba de salir, nos ofrece una magnífica ocasión para conocerlo mejor y para seguir pidiendo a Dios, con fe y perseverancia, su pronta beatificación. Para pedir ejemplares, dirigirse a la Postulación General de la Familia Paulina, Via Alessandro Severo 58 – 00145 ROMA, o bien al e-mail posgen@paulus.net.

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El Evangelio Vivido

CÓMO “GUARDAR” LA PALABRA DE DIOS “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19)

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ambién a nosotros como a María, cuando hacemos nuestro “Estudio del Evangelio” o de la “Palabra de Dios”, el Señor nos revela “cosas” que conviene guardarlas, porque si no lo hacemos, se nos olvidan. Y ya que no tenemos el corazón de María, que no olvidaba nada, una forma de hacerlo es ir anotando todo aquello que dicha Palabra nos sugiera. Personalmente, desde que conocí como se hacía ese “Es18 Alégrate

tudio de la Palabra de Dios”, he ido anotando las reflexiones correspondientes en cuadernos de hojas sueltas, para así poder ordenarlas según los libros de la Biblia y, a su vez, por sus capítulos y versículos correspondientes. No tengo anotaciones de todos los libros ni de todos los capítulos del Nuevo Testamento. La mayoría de ellas son, sobre todo, de las lecturas litúrgicas. Curiosamente, de un mismo texto, al tratarlo la Liturgia

una o varias veces cada año, tengo comentarios de diversas fechas. Esta forma de recopilar o “guardar” en un cuaderno esos momentos, que podríamos llamar de oración, tiene grandes beneficios, ya que, en el ser humano, tanto los recuerdos malos como los buenos se van difuminando en su memoria. Por eso, si esos recuerdos los tenemos escritos, podemos hacerlos revivir y actualizar de nuevo, siempre que lo deseemos, como en la siguiente ocasión: Hace poco, la Liturgia nos ofrecía una lectura que, como suele ocurrir en un texto muy conocido, se me presentaba árido, no me decía nada. Entonces me dije: “a ver si tengo escrito algo sobre él”. No recordaba haber escrito nada y me sorprendí a mí misma encontrándome con unas cinco reflexiones, de distintas fechas y distintas entre sí; dos de ellas preciosas. Con ellas, no me costó trabajo entrar de nuevo en la frescura de la Palabra de Dios de ese día, devolviéndome el ánimo y la fuerza. Siguiendo el hilo de lo anteriormente expuesto, puede ocurrir que la misma persona se sorprenda de lo que escribió.

Puede hasta parecerle mentira que lo haya escrito ella misma. Por eso que invito a “guardar” esos dones que el Señor da en ciertos momentos, pues si no se recogen en ese tiempo, involuntariamente se olvidan. A veces, esos escritos, pueden convertirse en una ayuda espiritual excepcional para dicha persona, ya que recogen lo que en momentos de su vida le ha comunicado el Señor. Invito por ello, a que, de vez en cuando, se realice este pequeño esfuerzo de tomar notas. Pues el estar en contacto con la Palabra de Dios con tranquilidad, es la ocasión de esas reflexiones que el Espíritu Santo nos regala y que después, normalmente, terminan en oración. Son reflexiones que nos tocan el corazón y que van cambiando, poco a poco, nuestra vida. Como María, y con Ella, también nosotros podemos “guardar” en nuestros cuadernos estas “cosas” y meditarlas en nuestro corazón. Que Ella nos bendiga con su bendición maternal y especial.

Mari Muñoz, ISVA

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Páginas Marianas

MARÍA, MUJER DEL SÍ María dijo sí al plan salvador de Dios y se prestó –haciendo posible con su maternidad la venida de Jesús– a colaborar en la obra liberadora que Dios quería emprender a favor de los hombres.

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aría entró en el silencio… ¿Qué sucede, Dios mío? Era un temblor y una alegría incontenible, una cercanía del Señor y un estremecimiento. Sintió la palabra alégrate tan fuerte, tan profunda… ¿Era un ángel o era Dios? Estás rebosando de gracia, 20 Alégrate

María. Eres rosa escogida del Espíritu; eres adviento culminado; eres llave que abre el cielo. El Hijo de David, ¡tan esperado!, ha de nacer de ti, hijo tuyo, mujer, e Hijo de Dios altísimo. Traerá el reino del amor y la justicia, y no tendrá fin por los siglos. Y ahora, ¿quieres, Señora, dar tu consentimiento?

La Virgen era un asombro; temblaba, sí, pero de emoción… ¿Qué tengo que hacer? Nada: solamente creer… Todo es cosa de Dios y de su Espíritu… Hubo silencio… Y, al fin, acepta y se proclama la sierva del Señor: “Yo soy la esclava del Señor; que se haga en mí lo que has dicho” (Lc 1,38). María, dijiste sí y se detuvo el tiempo; y tu seno de virgen se estremeció gozoso con la presencia ardiente del Verbo de la vida. Dijiste sí y tu vientre sellado fue cuna, canción, ternura, sagrario, templo, patena y altar. Dijiste sí y Dios se hizo silencio. Dijiste sí y Dios te hizo madre y esposa, compañera y amiga, corredentora del hombre, flor suprema del mundo. El Señor quiere aceptar la condición humana desde el principio. Y quiso la colaboración humana también desde el principio. Dice san Agustín: “El que te creó a ti sin ti, no te salvará sin ti”. El Señor pidió el pleno consentimiento y la colaboración de la criatura humana a su

proyecto de restauración y salvación. Fue el máximo respeto a su libertad, a su dignidad, y la mayor prueba de confianza. María brinda la respuesta de la raza humana al proyecto de Dios. El Padre necesita de ella para reiniciar una historia de amor. Precisa su voluntad y su cuerpo, su mente y su vientre, su corazón y sus entrañas. María tiene en su mano la posibilidad de aceptar o rechazar la colaboración perdida. Pues bien, la Virgen la aceptó. No era necesario que fuera consciente de todo lo que se le pedía y de todo lo que su aceptación significaba. Imposible que captara todo el misterio. Pero dio el primer paso afirmativo, el primer sí a la voluntad de Dios. Era el comienzo de toda una cadena de aceptaciones y de entregas. La respuesta afirmativa de María la eleva a la máxima dignidad, la convierte en aliada de Dios y en madre de Dios. No lo consigue con su esfuerzo, sino con su fe, con su acogida de la Palabra, con su apertura al misterio y al don. María, pues, se abandona Alégrate 21


Noticias a la voluntad del Señor para el que nada es imposible, se entrega en manos de ese Dios que ella misma –en el Magníficat– llama Poderoso. Se deja llevar libremente, despojada de sus seguridades -ella no es más que la humilde esclava en la que Dios se ha fijado-, por el Dios fiel cuya misericordia llega de generación en generación (Lc 1,49-50). María dijo sí al plan salvador de Dios salvador y se prestó –haciendo posible con su maternidad la venida de Jesús- a colaborar en la obra liberadora que Dios quería emprender a favor de los hombres. Una obra que consiste en erradicar el mundo construido sobre el no, sobre la insolidaridad, la explotación y la injusticia, y sustituirlo por una sociedad fraternal y solidaria en la que “el brazo de Dios interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacío”. El sí de la Virgen fue per22 Alégrate

manente. Desde la primera conciencia, y aun en el inconsciente, ensayó un sí. Un sí gozoso, no contrariado o angustiado. Fue fruto de la gracia. Un sí humilde, desde la pequeñez y la pobreza, no desde la autosuficiencia. Un sí libre, no por miedo o imposición, sino desde la lucidez y el amor. Un sí creyente, fruto de la confianza. No entiende del todo, pero se fía plenamente. Un sí seguro, con la confianza del hijo en el Padre que no puede fallar. Un sí maternal, con entrañas de madre, abierto a la ternura y a la misericordia. Un sí entregado, signo de obediencia radical; pone en su vida las manos de Dios. Un sí reparador, por todos los noes pronunciados desde Eva, por todas las rupturas del hombre con Dios. Un sí de plenitud, recogiendo el sí de toda la humanidad esperanzada. + P. Andrés Gainzarain, SSP

ENCUENTRO DEL CONSEJO DEL INSTITUO “SANTA FAMILIA”

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el 24 al 26 de enero se ha celebrado, en la Casa paulina de Protasio Gómez, Madrid, el III Encuentro del Instituto “Santa Familia”. Participaron en él sus integrantes: los esposos José Lozano y Maite Ballesteros, y María Antonia García Vergara juntamente con el Delegado Provincial, P. Antonio Maroño. El programa desarrollado ha sido intenso. Pero los diversos temas se han ido sucediendo, uno tras otro, con calma y serenidad, y siempre en un precioso clima de diálogo, de implicación fraterna y de oración. Como solemos hacer en este tipo de Encuentros, a la luz de lo establecido en el Estatuto, hemos evaluado los puntos clave de nuestra misión, espiritualidad, formación y vida consagrada, prestando también atención especial a la necesidad que tenemos de reavivar todo lo que tiene que ver con la pastoral vocacional. Damos gracias a Dios por la fraterna acogida que nos han brindado todos los miembros de la Comunidad Paulina de Protasio Gómez y por haber podido visitar las otras Comunidades de la Familia Paulina en Madrid. De verdad, han sido unas jornadas inolvidables en las que, al lado del trabajo realizado, hemos experimentado en primera persona que es muy cierto lo que dice el canto: “Donde hay caridad y amor, allí está Dios”.

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Noticias

SOCIEDAD DE SAN PABLO: INTERCAPÍTULO

CLÉRIGO OMAR: PROFESIÓN PERPETUA

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tres años de distancia del X Capítulo General, que tuvo lugar en la Casa de Espiritualidad de la Familia Paulina, situada en las afueras de Roma, entre enero y febrero del año 2015, y con la vista puesta en el XI Capítulo General que, de modo ordinario, deberá celebrarse en el año 2021, la Sociedad de San Pablo ha celebrado la Asamblea Intercapitular del 15 al 25 de febrero. Este importante acontecimiento de evaluación y relanzamiento de todo lo que tiene que ver con la vida y misión de la Congregación, tuvo lugar en el Centro de Convenciones de la Conferencia Episcopal de Brasil, a la sombra del santuario mariano de Nuestra Señora de la Aparecida.

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l 20 de enero de 2018, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Buen Suceso, repleta de fieles entre los que había muchos miembros de la Sociedad de San Pablo, de otras ramas de la Familia Paulina y amigos del festejado, el Clérigo paulino Omar Montañez Delgado, emitió la profesión perpetua de los consejos evangélicos. Presidió la solemne celebración eucarística el Superior Provincial de la Sociedad de San Pablo, P. Lázaro García, concelebrada por varios sacerdotes de la misma Congregación y otros presbíteros amigos del neo-profeso perpetuo. Omar Montañez Delgado, de nacionalidad filipina, ingresó en la Sociedad de San Pablo en su país de origen en el año 2005 y forma parte de la Provincia de España desde el año 2012.

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Calendario

Noticias

PÍAS DISCÍPULAS DEL DIVINO Sumario

Abril

MAESTRO: CELEBRACIÓN JUBILAR

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as Pías Discípulas del Divino Maestro, el pasado día 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, en el contexto del Encuentro Circunscripcional que todos los celebran en la Sede de la Delegación para dialogar, analizar y reflexionar sobre puntos centrales de su espiritualidad, vida consagrada y misión, han festejado también los jubileos de las hermanas que a lo largo del año habían conmemorado los aniversarios de profesión religiosa: Hnas. María Ascensión Llamazares y María Clara de la Varga, 60 años de profesión; Hna. Pierina Becerra, 50 años de profesión; y Hna. María Concepción López, 25 años de profesión. Muchas felicidades a todas ellas. 26 Alégrate

02. 1874, nacimiento del venerable Francesco Chiesa, en Montà d’Alba (Italia). 04. 1884. Nacimiento del beato Santiago Alberione, en San Lorenzo di Fossano (Italia). 06. 1967, aniversario de la muerte de la Hna. Francisca Antón, PDDM. 07. 1999, aniversario de la muerte de la Hna. Mari Carmen Cabezas, HSP. 08. 1960. Aprobación Pontificia de los Institutos Agregados a la SSP: IGS, ISGA e IMSA. 09. Solemnidad de la Anunciación del Señor (traslada) 15. 1016, aniversario de la muerte del Hno. Simón Ruiz, SSP. 22. 1999, aniversario de la muerte del Hno. Arturo Bolaños, SSP. 27. 2003, el P. Santiago Alberione es declarado beato.

Mayo 06. 1904, nace el venerable Maggiorino Vigolungo, en Benevello (Italia). 13. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. 18. 1996, aniversario de la muerte de la Hna. Rosita Díez, PDDM. 19. Fiesta de la Reina de los Apóstoles. Titular de las Apostolinas. 20. Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar 26. 1989, aniversario de la muerte de Maite Alcíbar, ISF. 27. Día Pro Orántibus o de la Vida contemplativa

Junio 01. 2008, aniversario de la muerte del P. Estanislao Conde, SSP. 03. 2012, aniversario de la muerte del Hno. Eusebio Navarro, SSP. 13. 1986, nace el beato Timoteo Giaccardo. 15. 1915, “dies natalis” de las Hijas de San Pablo. 21. Comienza la novena a san Pablo. 27. 2010, aniversario de la muerte de la Hna. Inmaculada García, PDDM. 29. 1986, aniversario de la muerte del P. Jesús Fuente, SSP. 29. 2011, aniversario de la muerte del Hno. Julián Fernández, SSP. 30. Solemnidad de San Pablo Apóstol, Patrono de la Familia Paulina. Titular de la Sociedad de San Pablo y de las Hijas de San Pablo.

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Sumario

INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA

¡Siempre debemos leer, instruirnos siempre! Y ello porque no debemos apartarnos de la sociedad, sino que debemos estar en contacto con ella, ¡con la sociedad de hoy! (AP 1958/2, p. 175).

Bello y santo es dar a conocer a nuestro Creador, bello y santo es dar a conocer a nuestro Señor Jesucristo, bello y santo es dar a conocer a la Iglesia (APim, p. 102).

El principal pensamiento sea para los jóvenes, por ellos se vive y por ellos se sufre. Se necesitan más almas que dinero; se necesitan vocaciones, se necesitan vidas (APim, p. 32).

Ocupar la cabeza en rezar, en el trabajo técnico, en la clase. Entre los libros, los amigos, las películas, los consejeros, los confesores, etc., elegir siempre el mejor (ACV, p. 86)

Protasio Gómez, 15 28027 MADRID +34 917 425 113 institutos@sanpablo.es


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