AlĂŠgrate
nĂşmero 184
julio-septiembre 2018
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ito
Intenciones del mes de la Conferencia Episcopal Española
Los jóvenes en el corazón de la Iglesia
Julio Julio
Sumario Editorial: Los jóvenes en el corazón... 3 Catequesis Paulina: La ascensión del Señor 4 Como lo hizo san Pablo: El alma siente la necesidad imperiosa elevar los ojos... 6 Instituto Jesús Sacerdote: Estar con él 8 Instituto San Gabriel: El apostolado de los Gabrielinos 10 Instituto Santa Familia: Dublín: encuentro mundial de las familias/2018 12 Instituto Virgen de la Anunciación: Las Anunciatinas: mujeres para el anuncio 14 Páginas Marianas: María Santísima... 16 El Evangelio vivido: Compartiendo la Palabra 18 Omar, nuevo diácono Paulino 20 Pensando en nuestros difuntos 22 Centenario Vigolungo 24 Anunciatinas: encuentro anual 26 Noticias 27 2 Alégrate
Por los que sufren de manera especial las consecuencias de la crisis económica: los desempleados y sus familias, sobre todo los más jóvenes, para que con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos encuentren un trabajo digno y estable.
Julio Agosto Por todos los cristianos: para que, con su testimonio de vida y con su palabra, anuncien el Evangelio de Jesucristo en las actividades de cada día: familia, trabajo, ocio.
Julio Septiembre Por los catequistas, profesores de religión y quienes tienen el encargo de anunciar a Jesucristo: para que tengan siempre presente la gran importancia de su misión y se formen adecuadamente a fin de que su labor produzca frutos abundantes.
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os acontecimientos de verdadera relevancia internacional, ambos relacionados con los jóvenes, van a tener lugar en los próximos meses, dos acontecimientos a escala internacional que ya están colocando de hecho a los jóvenes en el mismo corazón de la Iglesia. En Roma se celebrará, del 3 al 28 de octubre, la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos o, dicho en otras palabras, el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, que tendrá por tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Por otra parte, en Panamá, del 22 al 29 de enero de 2019, se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud. Es la tercera JMJ que se celebrará en América Latina, después de Buenos Aires en 1987 y Río de Janeiro en 2013. “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38) es el tema de esta Jornada que tendrá como ejes principales la Virgen María y la Vocación, y que, sin duda alguna, será cámara de resonancia de los resultados que se hayan logrado en el Sínodo de los Jóvenes. Las Secretarías Generales de ambos eventos, el mismo Papa y los Obispos están tratando de implicar a fondo a los jóvenes a base de encuestas, de reuniones previas y de mucha presencia en las redes sociales, para que, tanto en la preparación como en sus fases conclusivas, asuman el protagonismo que realmente les corresponde en ambos foros y desde esas instancias hagan oír su voz en todo el mundo. Bienvenidos sean acontecimientos como estos que, de una u otra forma, nos darán ocasión de acercarnos al mundo joven y escuchar sus deseos, sus sueños, sus utopías… que seguramente aparecerán ribeteados de inquietudes, desazones y también de muchas preocupaciones y angustias. Porque de una cosa podemos estar seguros: la juventud de hoy no es, ni mucho menos, la de hace solo dos o tres décadas. Antonio Maroño Pena, SSP
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Catequesis paulina
La Ascensión del Señor
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a Resurrección de Cristo marca un hito en la historia de la Humanidad, un antes y un después, pues lo acontecido en Cristo es algo tan inaudito y sorprendente que altera todo lo humanamente comprensible a la mente humana. Sólo la fe y el testimonio de cuantos lo vivieron, hace que nos rindamos ante la evidencia y ante la obra de Dios que supera todas nuestras expectativas y limitaciones de comprensión. Pero si la Resurrección es el culmen que da sentido a toda la vida y misión de Cristo, su posterior Ascensión al cielo certifica su condición de Dios hecho hombre; porque: «Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo 4 Alégrate
del Hombre, que está en el cielo» (Jn 3,13). Hoy vamos a dedicar nuestra reflexión a la Ascensión del Señor Jesús al cielo, que constituye uno de los Misterios de nuestra fe: «Creo en Jesucristo, el Hijo único de Dios…que subió a los cielos» (Credo). Cuarenta días después de la Resurrección —según el libro de los Hechos de los Apóstoles—, Jesús sube al cielo, es decir, vuelve al Padre, que lo había enviado al mundo. La Ascensión del Señor marca el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación. Después de haber instruido por última vez a sus discípulos, Jesús sube al cielo (cf. Mc 16, 19). Él entretanto
«no se separó de nuestra condición» (cf. Prefacio); «de hecho, en su humanidad asumió consigo a los hombres en la intimidad del Padre y así reveló el destino final de nuestra peregrinación terrena. Del mismo modo que por nosotros bajó del cielo y por nosotros sufrió y murió en la cruz, así también por nosotros resucitó y subió a Dios, y que por lo tanto ya no está lejano; “la Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a la altura de Dios; así, cada vez que rezamos, la tierra se une al cielo» (papa Benedicto XVI). San León Magno explica que con este misterio «no solamente se proclama la inmortalidad del alma, sino también la de la carne. De hecho, hoy no solamente se nos confirma como poseedores del paraíso, sino que también penetramos en Cristo en las alturas del cielo». Por esto, los discípulos, cuando vieron al Maestro elevarse de la tierra y subir hacia lo alto, no experimentaron desconsuelo, como se podría pensar; más aún, experimentaron una gran alegría, y se sintieron impulsados a proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte (cf. Mc 16, 20). Más aún, Jesús no deja a sus Apóstoles y discípulos; es más, ni a nosotros mismos en desconsuelo, sino que al despedirse les dice: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta
los confines de la tierra" (Hch 1, 8). Con estas palabras, Jesús se despide de los Apóstoles. Inmediatamente después, el autor sagrado añade que "fue elevado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos" (Hch 1, 9). Es el misterio de la Ascensión. El acontecimiento no se describe como un viaje hacia lo alto, sino como una acción del poder de Dios, que introduce a Jesús en el espacio de la proximidad divina. “En el Cristo elevado al cielo el ser humano ha entrado de modo inaudito y nuevo en la intimidad de Dios; el hombre encuentra, ya para siempre, espacio en Dios. El "cielo"… la palabra cielo no indica un lugar sobre las estrellas, sino algo mucho más osado y sublime: indica a Cristo mismo, la Persona divina que acoge plenamente y para siempre a la humanidad, Aquel en quien Dios y el hombre están inseparablemente unidos para siempre” (Benedicto XVI). El estar el hombre en Dios ya es el cielo. Y nosotros nos acercamos al cielo, más aún, entramos en el cielo en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con él. Por tanto, la solemnidad de la Ascensión nos invita a una comunión profunda con Jesús muerto y resucitado, invisiblemente presente en la vida de cada uno de nosotros» Maite Ballesteros, ISF
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Como lo hizo san Pablo
El alma siente la necesidad imperiosa elevar los ojos a lo alto Palpamos de continuo la inconsistencia de las cosas, de los hechos, de los aconteceres de la vida… Sólo la fe y la esperanza en la Palabra del Señor nos mantienen y alientan
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uando se han meditado y vivido los grandes misterios de nuestra fe, esos misterios que son el fundamento de toda nuestra esperanza, como son la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, el alma siente la necesidad imperiosa de elevar los ojos a lo alto y preguntar: y de nosotros ¿qué, Señor? Palpamos de continuo la inconsistencia de las cosas, de los hechos, de los aconteceres de la vida: vacío, desengaño y vanidad. Todo pasa, y nosotros vamos pasando por la vida ¡siempre en busca del amor!, de lo perdurable, de lo que tenga sentido. Sólo la fe y la esperanza en la Palabra del Señor nos mantienen 6 Alégrate
y alientan; y es entonces cuando recordamos dos pasajes diferentes, pero complementarios, de la Escritura. El primero se refiere a unas palabras de Pedro a Jesús: “y nosotros que lo hemos dejado todo por ti, ¿qué nos espera?” (cf Mc 10,28); el segundo es de san Pablo: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9). ¿Qué responde Jesús a Pedro?: “El que haya dejado todo por mi recibirá ya en este mundo el céntuplo y la vida eterna en el siglo venidero” (Mc 10, 29). ¿Cómo explicar y adentrarnos en lo que significa la promesa de Jesús? Aquí recurrimos al segun-
do pasaje enunciado, la primera carta de san Pablo a los Corintios (1Cor 2,9). Para explicar la esencia de la bienaventuranza, la gloria y felicidad de los bienaventurados no es posible el entendimiento humano, por ello cuando san Pablo volvió en sí de aquel rapto que le elevó hasta el tercer cielo y le fueron manifestadas muchas verdades, que nosotros sólo conocemos oscura y confusamente; a manera de un hombre asombrado por la grandeza y sublimidad de lo que había visto, dice: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9). Esto es lo que viene a decirnos san Pablo: que el hombre no los puede decir, ni los sabe explicar, porque el sumo bien que Dios tiene preparado para los que le aman es superior a toda inteligencia y no hay corazón humano donde pueda caber tanta grandeza; como también lo había dicho, casi con las mismas palabras el profeta Isaías en Is 64,4 (a cuya referencia alude el Apóstol, cuando dice: según está escrito). Pero, ¿qué extraño ha de ser que no podamos explicar lo que es la bienaventuranza si esta consiste principalmente en ver a Dios cara a cara y en gozar para siempre de su bondad? Y, ¿quién puede conocer perfectamente y comprender a Dios? Solamente el mismo Dios se conoce a sí mismo. Pues bien, lo
que entonces tendremos será: ver a Dios, ver su esencia, contemplar sus atributos y sus perfecciones, y, absortos en ese abismo de gloria estaremos para siempre alabándole y bendiciéndole. ¡Esa será la felicidad plena!, como lo dice san Juan: “…cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es” (1Jn 3,2). Y el Apóstol prosigue más adelante: “ahora vemos a Dios y las cosas divinas como un enigma, como en un espejo; entonces lo veremos cómo es en sí mismo” (cf 1Cor 13,12). Pensemos por un momento, que no sería pequeño gozo si pudiéramos ver figurado en un espejo todas las cosas buenas del mundo, toda la grandeza, hermosura, sabiduría, todo cuanto puedan desear y codiciar los sentidos. Pues, ¿qué será cuando veamos a Dios, que es el dechado de plenitud de cuanto podamos desear y soñar? ¿Qué será, cuando contemplemos todo el misterio de Dios? ¿Todo el poder, la providencia, la sabiduría de Dios? ¿Qué es la sabiduría humana comparada con la de su Creador? ¿Qué es el poder humano ante el poder creador de Dios? Verdaderamente, el alma desfallece y se anonada cuando piensa todo esto; pues lo que pensamos, es sólo una sombra de lo que va a ser en realidad para los que aman a Dios. José Lozano, ISF
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Instituto Jesús Sacerdote
Estar con él
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a vida cristiana –y de un modo especial la vida sacerdotal– sólo tienen sentido en la esfera del amor libre y fiel con Jesucristo. Y en ese terreno, lo que cuenta es el deseo de la persona amada. En la relación de amor no sólo cuenta hacer cosas por el otro, sino también estar con él, hablar con él, expresar el amor. Por eso es imprescindible que en nuestra oración, en nuestro examen, y en la misma lectio divina, busquemos los deseos de Cristoesposo con el anhelo de descubrir aquello que le gusta, lo que desea realmente de nosotros; no lo que el Señor nos pide para salvarnos, sino lo que le gusta al Amado que le demos. Uno de esos deseos, quizá el principal, sale del corazón de Cristo en la oración que le dirige al Padre la noche de su pasión: “Padre, quiero que los que tú me diste estén también conmigo, donde yo estoy”. Es un deseo que el mismo Jesús ya había manifestado a sus discípulos 8 Alégrate
como un fuerte imperativo: “Permaneced en mí”. Es un anhelo de Cristo en el que estamos incluidos cada uno de nosotros. Y lo que él desea no es simplemente que no pequemos, que hagamos nuestras tareas, ni siquiera que seamos santos, sino que estemos con él. Y no debemos entender este deseo de “estar con Cristo” como algo que él quiere que se realice exclusivamente en el cielo. Él desea estar con nosotros desde ahora, en esta vida y en la eternidad. El quiere estar ya, desde ahora y siempre con nosotros. El Señor quiere que nuestra vida de ahora esté marcada por lo que será para siempre la vida eterna: Estar con él. Esa es la forma con la que san Pablo nos describe lo que es fundamentalmente el cielo: “Y así estaremos siempre con el Señor”. El deseo del Señor es que nuestra principal ocupación, nuestro anhelo y nuestro objetivo sea
estar con él. Y él ha puesto de su parte todo lo necesario para que podamos encontrarle, estar con él y permanecer en Él. Nuestro Señor Jesucristo murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos con Él. Los deseos de Cristo no son como los nuestros, que se quedan frecuentemente en propósitos o en simples “me gustaría...”, sin una traducción eficaz en la realidad. El deseo de Cristo de estar con nosotros y de que vivamos con él, le lleva a dar la vida por nosotros. También san Pablo nos ayuda a entender que hemos recibido lo necesario para poder estar unidos a Cristo: Hemos sido injertados en Él por la semejanza de su muerte. Jesús nos deja un deseo en forma de mandato: “Permaneced en mí”. La palabra “permanecer” debió hacer una mella especial en el cuarto evangelista que la recoge varias veces de labios de Jesús, y la repite una y otra vez en sus cartas. Permanecer no es “hacer visitas” al Señor, o hacer “actos de presencia” de Dios. No basta con estar junto al Señor durante el tiempo de oración. Hay que establecerse en él de tal manera que en todo lo que hagamos -–“despiertos o dormidos”, diría san Pablo--- estemos con Él. Permaneced en mí no sólo momentáneamente, durante unas horas pasajeras, sino permaneced… de un modo estable, habitualmente. Permaneced en mí: “Orad en mí, adorad en mí, amad en mí, sufrid en
mí, trabajad y obrad en mí. Permaneced en mí durante vuestras relaciones con las personas y vuestro trato con las cosas. Penetrad cada vez más íntimamente en esta profundidad” (Beata Isabel de la Trinidad). Esta permanencia en la presencia de Dios hace que se rompa la multiplicidad y la dispersión de nuestros actos, incluso de nuestros actos de piedad, y que todo encuentre su unidad en esa permanencia en Dios, que es permanente unión con Cristo. De ese modo podemos entender el corazón de la oración y de la vida entera del contemplativo: no consiste en una serie de ejercicios de piedad yuxtapuestos, sino en la intimidad con Dios en todo momento. La oración se convierte así en la experiencia viva de la presencia de Dios en uno mismo y en el canto de amor y adoración que surge del descubrimiento de esa presencia; se resume en permanecer en esa presencia que habita en nosotros y someterse a esa influencia divina... Como siempre sucede en la vida cristiana, también aquí nos encontramos primero con el don y luego con la tarea. Podemos permanecer en la presencia del que se ha hecho presente en nosotros, y así amar al que nos ha amado.
Antonio Díaz Tortajada, IJS
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Instituto San Gabriel Arcángel
© Joe Vandello
El apostolado de los Gabrielinos / 1 Afirma el beato Alberione: “El apostolado es la flor de una verdadera caridad con respecto a Dios y para con las almas; es fruto de una vida intensa, interior. Supone un corazón ardiente, que no puede contener y comprimir el fuego interior... El apostolado nos hace altavoces de Dios”. ¿Pero qué se entiende exactamente por “apostolado”? En un primer momento, resulta espontáneo pensar que con la palabra apostolado se expresan las obras que el hombre desea rea10 Alégrate
lizar para gloria de Dios y el bien de las personas. No es un concepto errado, pero, pensándolo más atentamente, se comprende que esta visión no es aún el corazón del apostolado. Porque el apostolado es obra del apóstol, el Apóstol del Padre, el mismo Jesús. Es Él quien cumple el apostolado verdadero y fecundo. Por lo tanto, se puede hablar de apostolado en el sentido más vital cuando se piensa en la obra que hace el mismo Jesús viviendo en nosotros y sirviéndose de nuestras personas y de nues-
tros medios. En tal sentido, el beato Alberione afirma que las obras apostólicas son la manifestación de la vida de Jesús operando en nuestro interior. Es Él quien nos ofrece el privilegio de participar en su “mismo apostolado”; y siendo Él quien obra a través de nosotros hace que nuestras obras sean también “divinas”, como las define el P. Alberione. Por esto, los Gabrielinos están totalmente convencidos de que ejercer el apostolado “para la evangelización y santificación de los hombres” (AA 2) sólo les es posible si cuidan intensamente la propia santidad personal, sólo si procuran llegar a ser verdaderamente una prolongación de aquel Jesús que continúa hoy realizando su obra de evangelización a través de los hombres. De modo que “quien se santifica a sí mismo – sigue afirmando aún el beato Alberione – contribuye a la santificación de toda la Iglesia”. Asociados por un particular don de Dios a la Sociedad de San Pablo, los miembros del Instituto San Gabriel Arcángel recordarán siempre que su apostolado es verdadera predicación: a la comunicación, entendida como hecho meramente humano y filosófico, la predicación añade el valor teológico de la gracia y de la salvación. Es decir, se convierte en un acto salvífico en cuanto que produce la fe, que es el mismo presupuesto del orden sobrenatural.
Sobre las múltiples formas de apostolado – sobre las que nos detendremos en el próximo número –, el beato Alberione recuerda: “Apostolado fielmente ejercido no solo en el mundo, sino con los medios del mundo, sirviéndose de las profesiones, actividades, fuerzas, lugares, circunstancias que corresponden a las condiciones de los seglares; [...] utilizando también todo lo que es novedoso y atrevido, pero siempre en el espíritu de la Iglesia y de acuerdo con sus propias normas”. Y prestarán una particular atención a la utilización de los medios técnicos y organizativos modernos para fines apostólicos. Y podrán acceder a ambientes y sectores habitualmente cerrados a los eclesiásticos y a los religiosos. Ya lo subrayaba la cosntitución apostólica de Pío XII Provida Mater Ecclesia (1947), precisando que los Institutos Seculares, además de ser útiles para una práctica seria de la vida de perfección en todo tiempo y en todo lugar, abren espacios “para el ejercicio de un apostolado multiforme y para desarrollar otros ministerios en lugares, tiempos y circunstancias a los que los Sacerdotes y Religiosos o no podrían acceder o lo harían con muchas dificultades” (n. 10). (Continuará). Guido Gandolfo, SSP
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Instituto Santa Familia
DUBLÍN: ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS 2018
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ste evento internacional, que se realiza cada tres años, congrega a familias de todo el mundo para celebrar, rezar y reflexionar acerca de la importancia del matrimonio y la familia como piedra angular de nuestras vidas, de la sociedad y de la Iglesia. El papa Francisco estará presente en el Encuentro los días 25 y 26 de agosto. 12 Alégrate
Momentos centrales del evento: • 21 de agosto, Apertura Nacional del Encuentro Mundial de las Familias 2018. Se realizará en forma simultánea en todas las diócesis de Irlanda. • 22 al 24 de agosto, Congreso de tres días, con reflexión diaria sobre el tema “El Evangelio de la Familia: Alegría para el Mundo”,
elegido por el Santo Padre. El Congreso comprenderá un programa enriquecedor para adultos con importantes oradores, talleres, charlas, testimonios y debates; un programa motivador y apasionante para los jóvenes y actividades divertidas para los niños. También habrá celebración diaria de la eucaristía, actividades de oración, ferias, eventos culturales y conciertos de música. • Sábado 25 de agosto, Festival de las Familias. Comprenderá un evento, estilo concierto, en un ambiente de alegría, reflexión y oración. Familias de todos los continentes compartirán historias personales de fe. •Domingo 26 de agosto, Solemne Celebración Eucarística. Cierre del Encuentro Mundial de las Familias 2018 con una misa, presidida por el Papa, que reunirá a miles de personas de Irlanda y el mundo entero. Los eventos principales del Encuentro Mundial de las Familias 2018 tendrán lugar en la Royal Dublin Dublín, en un prominente centro de conferencias, en el Estadio de Croke Park y el Phoenix Park, al igual que en otros lugares dentro y alrededor de la ciudad. Además, en todo el país se llevarán a cabo eventos relacionados que impliquen la recepción y acogida de grupos internacionales. Se exigirán entradas para todos los eventos oficiales. Se espera la asistencia de mi-
les de personas y familias de toda Irlanda y el mundo. Algunos vendrán por cuenta propia y otros lo harán en grupo o como parte de una organización. Tanto adultos como jóvenes y niños están invitados a participar del encuentro. Esta reunión importante y jubilosa estará precedida por un período de catequesis/programa de educación en la fe, preparado por la Iglesia en Irlanda para uso de las parroquias locales y alrededor del mundo. El programa Amoris: ¡Hablemos Familia! ¡Seamos Familia! es una plataforma multimedia interactiva de recursos catequísticos que estará en muchas páginas web con aplicaciones específicas. Está inspirado fundamentalmente en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, publicada por el Papa Francisco en marzo de 2016, después de los Sínodos de la familia celebrados en 2014 y 2015. El periodista peruano, José Antonio Varela Vidal, Cooperador Paulino residente en Lima, muy relacionado con la Familia Paulina y colaborador habitual de nuestra revista “Cooperador Paulino”, será testigo directo de todo lo que en este importante Congreso Mundial, que todo él girará en torno a la familia.
Redacción
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Instituto Virgen de la Anunciación
LAS ANUNCIATINAS: MUJERES PARA EL ANUNCIO
“No importa que se utilice uno u otro medio, lo que importa es que haya corazones ardientes y almas que quieran volcar su plenitud en los corazones de los hombres. He aquí el alma que quiere hacer apostolado, sea cual sea el medio que utilice: prensa, cine radio, escuela, palabra” (Beato Alberione). 14 Alégrate
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oda la vida de la Anunciatina está encaminada a la misión en un apostolado directo: en la familia, en la parroquia, en la diócesis, en la Familia Paulina, en nuestro Instituto o en aquello que sea necesario y esté en nuestras manos: en nuestro ambiente o ciudad. Siempre dando prioridad a los apostolados de la Familia Paulina. Pero tenemos que tener muy en cuenta que nuestra consagración vivida en el mundo como seculares y en nuestros ambientes, hace que nuestro apostolado sea toda nuestra vida: desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. En nuestras relaciones con la familia, con los vecinos, con nuestro barrio, con nuestra Parroquia, con nuestro trabajo profesional, y al igual que María todo vivido desde la caridad, la disponibilidad, el servicio a los demás, el hacer bien nuestro trabajo, en prepararnos para la misión; todo ello partiendo de nuestro encuentro personal con el Señor en nuestra vida de cada día y como María acoger en nuestro corazón lo que no comprendemos para que el Señor nos ilumine y nos oriente. Llevar a la oración todo lo que nos acontece para que podamos vivirlo desde la luz de Jesucristo para que todo lo que hacemos y vivimos esté en consonancia con la voluntad del Señor. Los miembros de nuestro Instituto ejercitamos esta misión en las condiciones típicas del estado
secular, sin que ninguna señal externa nos distinga de nuestras compañeras de ambiente social o de trabajo. No abandonamos ningún campo de acción, sino que lo convertimos todo en apostolado. Jesucristo se encontraba diariamente con el Padre y Él decía: “Yo hago lo que quiere mi Padre”. Así mismo, nosotras tenemos que hacer, en todo, lo que quiere Cristo, nuestro Maestro, Camino, Verdad y Vida, porque nuestro testimonio no tiene que reflejarnos a nosotras mismas, sino la bondad y el amor de Dios a los hombres. Nuestro Fundador, el beato Santiago Alberione, expone en pocas palabras el qué y el cómo de nuestra misión: “El fin especial del Instituto consiste en servir y cooperar con la Iglesia en la tarea de dar a la humanidad a Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, con la difusión del pensamiento y la moral cristianos, y con los medios más aptos para elevar la vida individual y social, especialmente en formas modernas”. Y añade: “El apostolado es la flor de una verdadera caridad hacia Dios y hacia las almas; es el fruto de una vida intensa, interior. Supone un corazón ardiente que no puede contener ni comprimir el fuego interior. El apostolado nos hace altavoces de Dios”.
María Dolores Andréu, ISVA
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Páginas Marianas
María santísima: Madre, Maestra y Reina
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ontemplemos a María santísima en el consejo de la Trinidad divina: El Padre la ve como a hija predilecta de la que toma vida Jesús; el Verbo, como a madre suya; el Espíritu Santo, como a aquella que es su esposa, con quien ha de realizar una unidad de vida. Contemplemos a María santísima en la historia de la humanidad: Ella es la Mujer, o sea la mujer por excelencia. Éste es el nombre que el Padre celestial le dio en el Génesis: “Yo pongo enemistad entre ti y la mujer…” (Gén 2,15); el nombre que Jesús le dio en Caná: 16 Alégrate
“¿A ti y a mí qué, mujer?” (Jn 2,4) y se lo repitió desde la cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26); es el nombre con que la designa Juan en el Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida del sol” (Ap 12,1). Y es el nombre con el que la designó san Pablo escribiendo a los Gálatas: “nacido de una mujer” (Gál 4,4), ¡la Mujer! Contemplemos a María en nuestra vida: Ella es quien “nos da a Jesús”. Lo recibió en la encarnación y nos lo dio en Belén y en el Calvario; nos lo da, tomán-
dolo donde está presente, donde se encuentra, allí donde es “divino Maestro” que ilumina, gobierna y santifica, es decir, en la eucaristía La Mujer es madre. La madre comunica la vida, la nutre, la defiende; viene siempre con las manos repletas de gracias y dones, gracias ya preparadas por ella para todos y para cada uno. La Mujer es maestra. La maestra habla a la inteligencia, a la voluntad, al corazón de sus discípulos, iluminándoles a cada paso, de continuo, interiormente, enseñándoles en modo especial a conocer, imitar y vivir al Maestro divino. La Mujer es reina. La reina socorre con su poderosa mediación a sus súbditos, obteniéndoles la ayuda oportuna en el momento oportuno, les sostiene, les protege, les defiende […] Contemplar a María, reina de los apóstoles, en el Espíritu Santo: él es el esposo que constituye con la Virgen la más estrecha unidad de vida. De las palabras del Nuevo Testamento podemos deducir la acción del Espíritu Santo en ella: “¿Cómo será esto?” (Lc 1,34): espíritu de virginidad. “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38): espíritu de docilidad. “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19): espíritu de meditación. “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn
19,26): espíritu de amor materno. “Hacían constantemente oración en común con María, la madre de Jesús” (He 1,14): espíritu de oración. La devoción a María nos hace vivir en este espíritu. María no sólo asiste a los apóstoles, sino que promueve su apostolado, lo ilumina, lo sostiene, lo fecunda. Ella es la madre que vigila y asiste, gobierna y sostiene, consuela y da gracia. María nos ama en el Espíritu Santo: respondamos con amor filial, como hijos a la madre; con amor dócil, como discípulos a la maestra; con amor solícito, esforzado y generoso, como súbditos a la reina. El devoto de María no sólo cumple la voluntad de la santísima Virgen (que es la voluntad de Dios), sino que se une a su espíritu: piensa, habla, obra y reza en el espíritu de María, unido a las intenciones de ella, empujado por su amor a Dios y a las almas. Quien está con María está seguro; quien es devoto de María vence siempre al diablo; quien es muy devoto de María se santifica y santifica al prójimo (…). En el cielo rogaremos con la Virgen mientras el mundo siga existiendo; después, bendeciremos con ella al Señor para siempre. BEATO TIMOTEO GIACCARDO, SSP
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El Evangelio Vivido
COMPARTIENDO LA PALABRA: LAS ANOTACIONES
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oy recordamos, en primer lugar, la forma de acercarnos al Evangelio o a la Palabra de Dios en toda su extensión, ya sea en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, tal como hemos explicado en artículos anteriores de este boletín Alégrate. El Espíritu Santo es el alma de este encuentro. Él inspiró a los autores sagrados cuando escribían y sólo Él puede descubrirnos lo que desea decir18 Alégrate
nos en el momento actual de nuestra vida. El peligro de que cada persona interprete la Escritura como quiera no existe en nuestro caso, porque la interpretación a la que me refiero siempre está dentro de lo que, como católicos, nos enseña nuestra Iglesia, dejando a un lado nuestros razonamientos. Oramos, por tanto, al Espíritu, para que Él nos guíe, nos acompañe y nos descubra el
sentido de la Palabra que tengamos entre manos. leemos despacito y, si en un principio, no nos dice nada -suele ocurrir cuando es un texto muy conocido y leído muchas veces en nuestra vida-, seguimos pidiendo al Espíritu y releemos en paz el tiempo que necesitemos. Con paciencia, encontraremos en la lectura, que suele ser más o menos larga, un versículo o una palabra que nos sorprenderá más. Detengámonos entonces en ellos. Anotémoslos, contemplémoslos. Es el momento de descubrir lo que el Señor nos quiere comunicar ese día. Es bueno escribir esos versículos (si son más de uno, seguidos y pocos, los necesarios para centrarnos) en la parte superior de una hoja de cuaderno recambiable. Cada
encuentro en una hoja nueva. Y, a continuación, lo que nos haya sugerido: tanto si es corto como si es largo, porque de esta manera lo podemos guardar ordenado, y encontrarlo fácilmente, cuando, en otro momento, se nos presente esa misma lectura, para ampliarlo o simplemente revivirlo. Como terminamos orando teniendo como base la Palabra, si nos ayuda, podemos anotar también lo que en ese momento decimos al Señor, o lo que Él nos dice. Pensar que es el Espíritu quien nos está conduciendo, como Iglesia que somos, y dejarnos llevar por Él. Que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos bendigan.
Mari Muñoz, ISVA
Oración a Jesús Maestro después de leer la Sagrada Escritura “Jesús Maestro, tú tienes palabras de vida eterna. Yo creo, Señor y Verdad, pero aumenta mi fe. Te amo, Señor y camino, con todas mis fuerzas, porque quieres que cumplamos tus mandamientos. Acudo a ti, Señor y vida, te adoro, te alabo, te suplico y te doy gracias por el don de la sagrada Escritura. Con María recordaré y conservaré tus palabras en mi corazón. Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros”. (De "oraciones de la Familia Paulina")
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Omar, nuevo diácono Paulino
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os congratula poder informaros de que el sábado, 16 de junio de 2018, se celebró la ordenación diaconal de nuestro hermano el Cl. Omar Delgado, perteneciente a la Sociedad de San Pablo, Provincia de España. Estuvo acompañado en todo momento por sus padres, un nutrido número de miembros de la Familia Paulina, amigos y colaboradores. Omar, junto a otros seis seminaristas, recibió el Orden del diaconado de manos de Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de 20 Alégrate
la Archidiócesis de Madrid. La solemne celebración tuvo lugar en la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena. En este contexto, Mons. Jesús Vidal señaló que «todos nos necesitamos unos a otros, para que la Iglesia muestre en toda su grandeza el misterio de Dios» y «vuestro ministerio, el orden diaconal, nace de la Encarnación y de la Cruz». De esta manera, el prelado animó a los nuevos diáconos a unirse a Cristo y al misterio de la Cruz, porque solo así «los hombres
podrán ver en vosotros la imagen de Cristo que no vino a ser servido, sino a servir». Dirigiéndose a la asamblea, el obispo expresó que la ordenación de los siete diáconos «manifiesta la belleza de la Iglesia» donde todos tenemos un lugar propio. Mons. Jesús Vidal, finalmente, insistió a los nuevos ordenados, y a toda la comunidad, a no dejar nunca de acudir a María, porque «ella se presen-
ta para todos nosotros como modelo» y «lo es, de forma singular, para vosotros, que vais a ser ahora ordenados». En este marco de alegría por la ordenación diaconal de Omar, la Sociedad de San Pablo y la Familia Paulina de España festejan con él, su familia y amigos esta nueva etapa en su camino hacia la ordenación sacerdotal.
Diversas instantáneas de la ordenación diaconal en la Catedral de Nuestra Señora La Real de la Almudena, Madrid. Miguel Carmen Hdez., SSP
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Difuntos
PENSANDO EN NUESTROS DIFUNTOS
una obra apostólica consolidada y, sobre todo, nos han dejado el ejemplo del trabajo realizado y la entrega sin medida a la misión paulina”. Este homenaje ha sido un pequeño reconocimiento que en justicia debíamos a quienes nos han precedido en el camino hacia la patria definitiva, siguen intercediendo en el cielo por nosotros, y nos han dejado claro ejemplo de como hemos de cumplir nuestra misión.
l pasado sábado, 12 de mayo, hemos vivido en la Sede ProE vincial de la Sociedad de San Pablo en España, calle Protasio Gómez 15, una jornada inolvidable marcada por la oración, el
recuerdo y la expresión de la obligada gratitud a nuestros 32 hermanos, miembros de la Provincia o que han nacido en ella y le han prestado años de servicio, que ya descansan en la Casa del Padre (15 sacerdotes y 17 Discípulos del Divino Maestro). A los muchos Paulinos que, con tal motivo, hemos participado en los diversos actos que se han ido escalonando a lo largo de la jornada (saludo y acogida, acto de homenaje en memoria de los fallecidos, celebración eucarística, ágape fraterno, tiempo para el diálogo y despedida) se han sumado, con gran alegría por nuestra parte, un nutrido grupo de familiares emparentados con 16 de los fallecidos. El Superior Provincial, P. Lázaro García, fue el primer promotor y animador de esta jornada memorable, que tan hondos sentimientos ha despertado en todos los participantes en el encuentro. El mismo P. Lázaro, que presidió la Eucaristía, destacó en la homilía de manera especial “el recuerdo, la memoria y el agradecimiento a los Paulinos que nos han dejado en herencia 22 Alégrate
Las fotos recuerdan momentos de la entrañable celebración por nuestros queridos hermanos difuntos.
Redacción
Alégrate 23
CENTENARIO DE LA MUERTE DEL VENERABLE
Padre, te doy gracias por haber llamado al joven Mayorino Vigolungo a difundir tu Palabra por medio de la “buena prensa”, y por haber concedido a tu siervo fiel, junto a un ardiente deseo de santidad, un celo tan grande por la salvación de los hombres, que lo llevó a ofrecer su joven vida por el apostolado de la comunicación social. Te pido que glorifiques en la Iglesia a este apóstol tuyo, para gozo y ejemplo de muchos jóvenes que, ayudados por tu gracia y a traídos por su ejemplo, se entreguen con amor y valentía a la misión que tú les encomiendas, para gloria tuya y para bien de todos los hombres. Concédeme también, por intercesión de Mayorino, la gracia que ahora te pido…Gloria al Padre.
ORACIÓN
Mayorino Vigolungo Mayorino Vigolungo nació en Benevello de Alba (Italia), el 6 de mayo de 1904, de padres modestos, humildes trabajadores del campo, pero ricos en fe. El 27 de julio de 1918 dejaba la tierra para ir al cielo. y de temperamento vivaz, quería ser el primero en Inteligente todo: en el estudio, en el juego, en el trabajo, en la bondad. Al encontrarse con el P. Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, se dejó orientar espiritualmente por él, entusiasmándose por tres realidades que se convertirían en su ideal: alcanzar pronto la santidad, hacerse sacerdote y ser apóstol de la buena prensa. 24 Alégrate
Respondiendo a la invitación del Señor, el 15 de octubre de 1916 ingresó en la Sociedad de San pablo. Tenía 12 años. Contento de su vocación y de poder predicar el evangelio con la buena prensa, reaccionó con firmeza contra quienes lo animaban a abandonar la obra del P. Alberione. Escribía a su familia: “Rezad para que no traicione mi vocación, porque es la más hermosa de todas”. Amante de la Eucaristía, se impuso grandes sacrificios con tal de no renunciar a la vocación. Un día de invierno, después de hacer 14 kilómetros, la mayor parte a pie, en ayunas, hacia las 9 de la mañana llegó desde su pueblo a la ciudad de Alba, cansado y tiritando de frío. A quien le ofrecía una taza de leche le respondió: “Sí, pero antes la comunión”. Reusando la mediocridad, se propuso como programa de vida “progresar un poquito cada día”. Fue fiel a este propósito hasta la muerte, realizando admirables progresos en la virtud y en el apostolado. A los 14 años, afectado por una grave enfermedad, respondió al P. Alberione cuando le preguntaba si quería curarse o ir al cielo: “Quiero cumplir la voluntad de Dios”. Ofreció su vida por la naciente Familia Paulina y por su apostolado en el mundo. Mientras sus compañeros concluían un triduo que ofrecían por él, el sábado, 27 de julio de 1918, Mayorino dejaba la tierra para ir al cielo. Sus últimas palabras fueron: “Salude a todos mis compañeros: que recen por mí y que nos encontremos todos en el cielo”. El 28 de marzo de 1988, el papa san Juan Pablo II firmaba el decreto sobre la heroicidad de sus virtudes. Alégrate 25
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ANUNCIATINAS: ENCUENTRO ANUAL
Dos momentos del encuentro ISVA, celebrado en septiembre 2017.
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el 17 al 20 de septiembre, las Anunciatinas de España celebrarán su tradicional Encuentro anual de evaluación -mirando al año actual- y programación -con la vista puesta en el año próximo-, en la ciudad de Sevilla. El Encuentro tendrá lugar en la CASA SACERDOTAL, calle Becas 5, de la mencionada capital andaluza. En clima de convivencia fraterna, de diálogo franco y distendido, y siempre en espíritu oración, las hermanas están llamadas a valorar en la presencia de Dios y a la luz del propio Estatuto, el discurrir de sus vidas a lo largo del año actual, 2018, y a consensuar el programa que han de llevar a la práctica a lo largo del próximo año, 2019. Son días de especial relevancia para nuestras hermanas Anunciatinas, a las que ya desde ahora acompañamos en la oración los Paulinos y Paulinas residentes en España y, de manera más especial, los miembros de los otros Institutos Paulinos de Vida Secular Consagrada.
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Julio 01. Jornada de Responsabilidad del Tráfico 05. 1990, muere la Hna. Elisa Ríos, HSP 08. 1934, fundación de la Sociedad de San Pablo en Bilbao 09. 2006, muere el P. Justo Fernández, SSP 20. 1995, muere el Hno. Eugenio Bañuelos, SSP 25. Fiesta del Apóstol Santiago, Patrón de España 27. 1918, muere el venerable Maggiorino Vigolungo 31. 2011, muere el P. José Fernández de Larrea, SSP
Agosto 07. 1915, inauguración del primer Tabernáculo de la Familia Paulina en Alba). 07. 2001, muere el P. Miguel Fernández de Prada, SSP 15. Solemnidad de la Asunción de la Virgen María 15. 1924, comienzo de la adoración eucarística nocturna de la Pías Discípulas 20. 1914, “dies natalis” de la Sociedad de San Pablo en Alba 20. 2013, muere el P. Antonio Fernández, SSP 29. 2004, muere el Hno. Manuel Regueiro, SSP 30. 1949, muere la Hna. Teresita Herrero, PDDM
Septiembre 03. María Madre del Buen Pastor, Fiesta Titular de las Pastorcitas 04. 2003, muere el Hno. Julián Villaizán, SSP 08. Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen 12. 1913, el P. Alberione, en el Santuario de la Moretta (Alba), recibe el encargo de dirigir la Gazzeta d’Alba: comienzo del apostolado de la comunicación social. 12. Fundación del Instituto de San Gabriel 14. Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz 15. 2013, muere la Hna. Clara Queboli, HSP 17. 1996, muere la Hna. Anunciatina Guidi, HSP 28. 2013, muere el P. Julio Bayón, SSP. 28. Fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Titular del ISGA. Alégrate 27
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INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA
El sacerdote predica no sólo desde el púlpito o en el confesionario, sino con la película y la prensa. “Ego sum lux mundi – Vos estis lux mundi”. El sacerdote es Jesús predicador (Per un rinnovamento spirituale, p. 558).
No basta leer el Evangelio, hay que asimilarlo hasta pensar como pensaba Jesús (Alle Apostoline 1958/1, p. 173).
[Hay que rezar] para que todos comprendamos que la vida paulina consiste en vivir el cristianismo más integralmente: vivirlo como lo vivió el Maestro Divino Jesucristo; vivirlo según el ejemplo de la Santísima Virgen, imbuirlo del espíritu de san Pablo (Per un rinnovamento spirituale, p. 432).
Protasio Gómez, 15 28027 MADRID +34 917 425 113 institutos@sanpablo.es