PAULINO COOPERADOR
Cuando el arte
refleja la Palabra
Peregrinos en la esperanza
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Peregrinos en la esperanza
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Miguel Carmen
Director
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Redactor-jefe
José Antonio Varela Vidal
Consejo de Redacción:
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Miguel Carmen
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Fundada, en 1914, la Sociedad de San Pablo en la ciudad italiana de Alba/Cúneo por el sacerdote piamontés Santiago Alberione, hoy beato, y consolidada ya en Italia, en el 1931 el Fundador consideró que había llegado el momento de expandirse por el mundo. El primer destino fuera de las fronteras del país alpino fue Brasil, al que siguieron, de inmediato, varios países diferentes, entre ellos España.
La persona en la que pensó el beato Santiago Alberione para implantar en España su obra fue el P. Desiderio Costa Rista (1901-1989), uno de los tres primeros aspirantes a los que él mismo les había abierto las puertas en su primera comunidad de Alba (1914). Muy poco después de haber sido ordenado sacerdote, empujado por el Fundador, hace las maletas para venir a España, ya en el año 1925. Visita las ciudades de Madrid, Barcelona y Bilbao, pero vuelve con las manos vacías al punto de partida, por no ver, de momento, las cosas claras.
Pero como el P. Alberione no dejaba de insistirle, sale de nuevo hacia España en junio de 1934, con destino a Barcelona. Pero el arzobispo, Mons. Irurita, al que le pide la aceptación para el plan que le presenta, le dice que no le parece prudente llevarlo a cabo en aquellos tiempos revueltos, previos a la Guerra Civil (el propio Irurita fue una de las
Este año se cumplen 90 años de la fundación de la Sociedad de San Pablo en España. 90 años desde que el P. Desiderio Costa Rista abriera la primera casa de los Paulinos en la ciudad de Bilbao, calle Egaña, número 31.
víctimas de esta guerra). La misma respuesta negativa tiene también en Madrid, donde el arzobispo, Mons. Eijo Garay, confunde a los «Paulinos» de los que le hablaba el P. Costa con la Compañía de San Pablo en Argentina, de la que él había tenido muy malas referencias cuando estuvo allí de viaje. Fue, finalmente, el obispo de Vitoria, Mons. Mateo Múgica, quien le dio, al perseverante P. Costa, la respuesta positiva que tanto él como el beato Alberione esperaban: «Venga padre, establézcase en Bilbao para probar por un tiempo, luego veremos». ¡De aquel «luego veremos» han pasado 90 años!
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Editorial:
90 años de la Sociedad de San Pablo España
Para una vida de especial consagración con futuro
Mons. Cecilio Raúl Berzosa
Para renovar la vida eucarística
Lino Emilio Díez Valladares
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Le ponemos voz a Dios
Victoria Luque
Año Jubilar 2025: Peregrinos en la esperanza
José Vicente Martínez
Vida consagrada 13
Alejandro Fernández Barrajón
Cuando el arte refleja la Palabra Álvaro Santos
Los talleres de oración y vida Felicidad Izaguirre Celebrar la Eucaristía para ser «Eucaristía»
Pedro Moreno
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su querer. ¿Progresamos nosotros cada día? (Pr 1, 150).
María nos interroga: «¿Tú eres mi hijo? Sé un hijo agradecido, amante, devoto; sé un hijo que a menudo piensa en mí; sé un hijo que cuida mi honor. Y yo te acogeré como hijo cuando partas de esta vida a la otra» (Pr 2, 171).
En Jesucristo el hombre puede rehacerse: en la mente, creyendo en él; en la voluntad, siguiendo sus ejemplos; en el corazón, por medio de la gracia por él merecida (ACV 29).
La Eucaristía es el más santo alimento… El corazón debe estar bien preparado a recibir a Jesús… para, como el terreno bien preparado, producir el treinta, el sesenta, el ciento por uno (Pr 2, 25).
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Mons. Cecilio Raúl Berzosa, obispo misionero en República Dominicana
Para que la vida consagrada sea auténtica y verdadera, se necesitan actitudes siempre renovadas.
Más que cosas, hay que llevar siempre, en nuestra maleta existencial, actitudes en forma de brújula:
N. Amor apasionado a Jesucristo, o vuelta al amor primero (samaritana).
S. Vida y discernimiento comunitarios (Jonás).
E. Fidelidad en creatividad a nuestro carisma y memoria carismática (Pentecostés).
O. Redescubrir los nuevos caminos de misión (buen samaritano).
NORTE. Vida interior y de oración: vuelta al amor primero
Como la mujer samaritana, de la superficialidad a la profundidad: «De la necesidad de beber y buscar agua, al encuentro con el Agua de la Vida, Jesucristo, que colma nuestra sed y nos llena de plenitud... Somos itinerantes exteriores e interiores» (Jn 4,1-30).
El texto de la mujer samaritana nos deja claro que una auténtica vida consagrada vive y se nutre de la oración, del encuentro real con Jesucristo. Con los cántaros interiores vacíos, ni tendremos identidad ni podremos ejercer nuestra misión. En este sentido, como a la mujer samaritana, se nos exige abastecer con agua viva nuestros cántaros interiores, ser tinajas o recipientes de agua pura. En esto consiste el paso de una vida superficial y rutinaria a otra vida más profunda y plena.
No basta buscar agua. Hay que dejarse hidratar por ella. No basta buscar. Hay que dejarse transformar: beber del Agua Viva, Jesucristo, para configurarnos con él. No basta con cantar al cántaro, hay que sumergirse en el agua. Existe la sed de santidad porque existe la Fuente capaz de colmarla.
SUR. Practicar el discernimiento comunitario
Como en el icono de Jonás, de la instalación existencial, a la sorpresa de la novedad: «Llamados a salir de nosotros mismos y de nuestras instalaciones personales y comunitarias... Tragados por la ballena existencial de la misericordia que nos devuelve a nuestra realidad... Escucha y discernimiento comunitario... Evangelización y misión renovadas» (libro de Jonás).
La imagen del profeta Jonás nos recuerda que la vida de especial consagración no está determinada por el propio deseo: no se trata de «ir a donde uno quiera ir», sino allí donde el Señor nos llame y envíe, y sean necesarios los voceros y las voceras de Dios.
Al mismo tiempo, Él nos regala los compañeros de camino y de comunidad. El Señor, por su parte, paciente y comprensivo, se traga al mal profeta, en un acto creativo de pura misericordia. La ballena representa, en la narrativa de Jonás, la misericordia divina, siempre «paciente» en su pedagogía, pero persistente.
El vientre del pez, o útero materno divino, es el único lugar donde, el profeta, como el consa-
grado, están tranquilos y serenos. Deben pasar tres días: símbolo de un proceso pausado para morir a nuestra terquedad y pecado, a nuestra vieja vida, y así renacer de nuevo. En resumen, el relato de Jonás nos mueve desde la instalación existencial a la sorpresa de la novedad en nuestra vida consagrada.
ESTE. Reavivar nuestro carisma: de la pasividad a la creatividad en fidelidad
Como en el icono de Pentecostés: «El Espíritu nos transforma, nos ilumina, nos enciende, nos hace comunión, nos regala creatividad y nos envía» (He 2,1-13).
A veces no crecemos en nuestra consagración por permanecer encerrados en nuestro refugio, «en nuestros nidos y miedos», así como los apóstoles temían a los judíos. Crecemos cuando somos enviados. Vivir activamente la misión es siempre un test de verdadero crecimiento.
La pasividad es no desear cooperar; la pasividad es un déficit o desagradecimiento de memoria. Cuando desaparecen la creatividad y la pasión, vivimos tan solo instalados y resignados en el presente. ¿Cómo ser, entonces, creativos?... ¿Qué podemos hacer para recuperar y crecer en creatividad?...
Hay tres dinamismos: los aprendizajes pacientes, como si estuviésemos ejerciendo un arte; el recurso a las «vidas ejemplares» de nuestros fundadores y santos y la misión compartida con otros en heroísmo ejemplar.
OESTE. Del egocentrismo a la oblatividad en la misión
Como en el icono del buen samaritano: «Salir de uno mismo para ver y compadecernos del otro, curarlo y acompañarlo y entregarle en buenas manos» (Lc 10,25-37).
El buen samaritano es un texto bíblico iluminador para la vida consagrada porque nos motiva, de manera especial, a desprogramar agendas y horarios, reuniones y proyectos, ante una persona «caída», «herida» o «necesitada»... Se trata de un signo vital que nos empuja, con fuerza, a escoger lo prioritario. El mismo Señor, que ha llamado y ha enviado al consagrado, es el mismo que le exige detenerse en las situaciones existenciales de los hermanos heridos y más sufrientes.
La vida de especial consagración no está determinada por el propio deseo: no se trata de «ir a donde uno quiera ir», sino allí donde el Señor nos llame y envíe.
El relato del buen samaritano es una llamada al amor creativo, a la salida de uno mismo, con un estilo de misión muy concreto: saber mirar, compadecernos, curar con lo poco o mucho que tengamos, llevar al hermano a donde pueda ser sanado lo mejor posible e implicarte con tu persona y con lo mejor de ti mismo.
La vocación y la misión del consagrado se juega entre dos polos: o el repliegue sobre uno mismo (egocentrismo), o la apertura a los demás (oblatividad). La vida de especial consagración tiene que ayudarnos a realizar el viaje del amor oblativo, al estilo del Señor, que nos precedió con su ejemplo. Un consagrado es un servidor; alguien dispuesto a entregar su vida. La mejor expresión de esta dinámica oblativa se encuentra en la Eucaristía, comprendida y vivida en sus dos dimensiones: la sacramental (entrega de Jesucristo) y la existencial (el ser cada uno de nosotros «eucaristías existenciales»).
Los consagrados que participan en la Eucaristía son «tomados, bendecidos, partidos y repartidos para Dios y para los demás». Es la expropiación total de vida como donación al Señor y a los hermanos, que tiene muchas traducciones prácticas: actitud para trabajar en equipo, disposición a aceptar nuevos destinos, apertura a nuevas periferias existenciales y geográficas, cercanía y compromiso con los excluidos de nuestra sociedad y la puesta en práctica del estilo que la Iglesia espera del consagrado del siglo XXI: itinerancia, inculturación e intercongregacionalidad.
Intercongregacionalidad quiere decir comunión de carismas diversos para la misión. Interculturalidad es la encarnación de los carismas en diversas culturas y en comunidades de diversidad cultural. Itinerancia es dejarnos llevar por el Espíritu Santo, descubriendo «lo nuevo del Padre» en cada momento histórico, como verdadero signo de los tiempos, para anunciar la Buena Nueva del Evangelio, para experimentar la Vida en Jesucristo y para adelantar el estilo del Reino Trinitario.
Del 8 al 15 de septiembre de 2024, la ciudad de Quito se vestirá de gala para celebrar el LIII Congreso Eucarístico Internacional. En el colorido entramado de sus calles coloniales acogerá a miles de personas de todo el mundo para compartir su fe eucarística y manifestar la alegría que brota de toda celebración fraterna.
En efecto, el 20 de marzo de 2021, en un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el papa Francisco anunció que había elegido la archidiócesis de Quito (Ecuador) como sede del LIII Congreso Eucarístico Internacional: «Se celebrará en el año 2024, con ocasión del CL aniversario de la consagración de ese noble país al Sagrado Corazón de Jesús. Este gran encuentro eclesial pondrá de manifiesto la fecundidad de la Eucaristía para la evangelización y la renovación de la fe en el continente latinoamericano».
Los Congresos Eucarísticos
Los Congresos Eucarísticos, iniciativa de una mujer, Émilie Tamisier (1834-1910), discípula de san Pedro Julián Eymard (1811-1868) y del beato Antonio Chevrier (1826-1879), sostenida y animada por mons. Gaston de Ségur (18201880), uno de los apóstoles de la devoción eucarística en Francia. A partir de finales del siglo XIX, dieron voz a las «obras eucarísticas» de la Iglesia generando un movimiento eucarístico mundial que –junto al movimiento litúrgico, bí-
blico, ecuménico y patrístico– redefinió la fisonomía conciliar de la Iglesia, reconduciéndola a su fuente.
La Eucaristía, en efecto, está en el centro de la enseñanza del Vaticano II sobre la Iglesia y es la levadura de su eclesiología. Ya durante su desarrollo, san Pablo VI sintió la necesidad de publicar la encíclica Mysterium fidei (1965) sobre el dogma eucarístico, y quiso que las enseñanzas eucarísticas conciliares fuesen recogidas armónicamente en la instrucción Eucharisticum mysterium (1967), carta magna eucarística.
En estos últimos años, además, la Iglesia católica se ha dotado de una doctrina impresionante en referencia a la Eucaristía.
En 2003 san Juan Pablo II firmaba la encíclica Ecclesia de Eucharistia, que trata sobre la relación entre la Eucaristía y la Iglesia y, un poco más tarde, el mismo Pontífice abría un año dedicado a la Eucaristía (octubre de 2004-octubre de 2005) con la carta apostólica Mane nobiscum Domine (2004). Ese año eucarístico comenzó con el XLVIII Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara (México) y terminó con la XI Asamblea general del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía (3-23 de octubre de 2005), cuyos resultados fueron recogidos por Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis (13 de marzo de 2007).
A partir de este panorama de fondo se comprende mejor la misión y el compromiso de los Congresos Eucarísticos para responder a las urgencias de la Iglesia de hoy.
Para renovar la vida eucarística
Los Congresos Eucarísticos (internacionales, nacionales o locales) no son un privilegio concedido cada vez a una Iglesia local, sino que son un servicio para el camino del pueblo de Dios; con una intención principal: que los fieles sean cada vez más conscientes de que la vida eucarística no es un añadido, algo secundario, sino que constituye la fuente y el punto culminante de la vida y de las actividades de todo bautizado. Cada Congreso, entonces, no es solo una grandiosa manifestación de fe, un gran homenaje que se rinde a la presencia de Cristo en la Eucaristía, sino una gracia de renovación permanente de la vida eucarística de todo el pueblo de Dios.
Tal renovación se juega hoy, especialmente, en el redescubrimiento de la eclesiología eucarística de comunión. De hecho, «la idea central y fundamental en los documentos del concilio Vaticano II debe ser individuada en la eclesiología de comunión… La comunión del cuerpo eucarístico de Cristo significa y produce, o sea edifica, la íntima comunión de todos los fieles en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia» (Sínodo extraordinario, 1985).
La recepción sistemática de la eclesiología eucarística de comunión se realizó, particularmente, en los decenios postconciliares, gracias a san Juan Pablo II: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia». Esta frase de apertura de la encíclica Ecclesia de Eucharis-
tia (2003) está justificada con la referencia a una serie de textos que a partir de los Padres de la Iglesia llegan hasta la afirmación de H. De Lubac: «Si la Eucaristía edifica la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía, se deduce que hay una relación sumamente estrecha entre una y otra».
«Una fe no razonable no es fe. No creemos por creer ni razonamos por razonar. Y la fe es asentimiento de la razón al encuentro con Dios. Fe y razón no son dos caminos para dos verdades, sino dos instrumentos para la única verdad».
Del capítulo «Todos lo hombres, por naturaleza, desean saber».
Unos años antes, en la carta Novo millennio ineunte (2001), el mismo Pontífice, indicando la fuerza de la koinonia, propuso también esta espiritualidad de la comunión, precisándola en sus manifestaciones y realizaciones y recuperando el léxico amado por los Padres medievales que hablaban de la comunidad cristiana como «casa y escuela de comunión». Sí, porque la eclesiología de comunión puede convertirse en instrumento y estructura solo si se instaura en el tejido cotidiano de las Iglesias una espiritualidad de comunión.
Más recientemente, Benedicto XVI afrontó las consecuencias pastorales, eclesiológicas y ecuménicas de este recentramiento en la tercera parte de su exhortación apostólica Sacramentum que presenta la dimensión eclesial de la Eucaristía y, a la vez, la dimensión eucarística de la Iglesia.
Se cumple entre 2024 y 2025 un doble aniversario de Tomás de Aquino, uno de los pensadores más influyentes de la historia: 750 años de su muerte y 800 años de su nacimiento. Su huella, que sobrepasa el siglo XIII, va más allá de la teología y la filosofía. Sus más de cien escritos han sido profusamente estudiados y no han perdido ni un ápice de actualidad. Sin embargo, quizá pensando que es una figura inalcanzable por su inteligencia, su sabiduría y su santidad, pocos se han adentrado en su personalidad. Este relato novelado se embarca precisamente en la maravillosa aventura de conocer al hombre Tomás de Aquino, profundizando en su vida, su mentalidad y su personalidad, para descubrir la intensidad y fecundidad de sus apenas 50 años de vida, presentándolo como un incansable buscador de la Verdad, y retratar a un hombre que se supo frágil y pequeño y huyó de toda etiqueta, de toda soberbia y endiosamiento.
Realidades, estas, que el mismo Pontífice destacó precisamente en la homilía de la Statio Orbis final del IL CEI de Quebec (Canadá, 2008): «Al recibir el Cuerpo de Cristo recibimos la fuerza “para la unidad con Dios y con los demás”. No debemos olvidar nunca que la Iglesia está construida en torno a Cristo y que, como dijeron san Agustín, santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno, siguiendo a san Pablo (cf. 1Cor 10,17), la Eucaristía es el sacramento de la unidad de la Iglesia, porque todos formamos un solo cuerpo, cuya cabeza es el Señor. Debemos recordar siempre la Última Cena del Jueves Santo, donde recibimos la prenda del misterio de nuestra redención en la cruz. La Última Cena es el lugar donde nació la Iglesia, el seno donde se encuentra la Iglesia de todos los tiempos».
Esta es la vocación de las Iglesias locales: llegar a ser imagen transparente del amor de Cristo en nuestra pobre historia madurando una fuerte capacidad de don para los demás, de misericordia, de escucha recíproca, de acogida, de disponibilidad y de colaboración concreta. Igualmente, habrá que trabajar no solo para preservar las formas tradicionales de devoción eucarística, sino para renovarlas en la óptica más general de una eclesiología orientada a la comunión. Esta renovación es otra de las tareas que Benedicto XVI confió en tiempos recientes a los Congresos Eucarísticos.
*El P. Lino Emilio es profesor del Instituto Superior de Pastoral del Instituto Teológico de Vida Religiosa y Párroco de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (Madrid).
Un original relato novelado que profundiza en la vida, la
de
Tomás de Aquino, un incansable buscador de la Verdad.410 págs. • 23 €
Un curso para aprender a proclamar las
EL CURSO ES EMINENTEMENTE PRÁCTICO, EL ALUMNO APRENDE A ENTONAR, VOCALIZAR Y PROYECTAR LA VOZ. SE GANA EN SEGURIDAD Y SE PIERDE EL MIEDO ESCÉNICO.
La lectura pública en las primeras comunidades cristianas era un hecho habitual ya desde el siglo I de nuestra era y proviene de la tradición literaria de los judíos. Así, en las sinagogas los judíos escuchaban la palabra de Dios y será en las primeras comunidades cristianas, nutridas por judíos de origen, donde se leerán los manuscritos de los evangelistas y las cartas de los apóstoles públicamente, siendo esta lectura en comunidad una forma de contrastar la fiabilidad de esos manuscritos bíblicos. Hoy día, salvando las distancias, la Iglesia continúa esa lectura en comunidad, principalmente, a través de las misas dominicales.
Desde hace cuatro años Ángel M. Pérez se dedica, entre otras cosas, a recorrer España enseñando a los católicos a proclamar las lecturas de la misa del domingo: «No quiero exagerar, hay quienes leen relativamente bien, pero es una minoría; la megafonía no suele ser buena, los templos son grandes, normalmente reverbera el sonido y el resultado final es que la Palabra no se oye ni se entiende». Este periodista y locutor profesional está plenamente volcado en esta misión personal a la que se ha lanzado en cuerpo y alma, desde aquel ya lejano día en que pensó que quizás él podría ayudar a los fieles a vocalizar, a proyectar la voz y a perder el miedo escénico delante de un atril: «Toda esta situación me cuestionaba interiormente... ¿Qué puedo hacer para ayudar a la Iglesia? Así empecé, llamando a las parroquias y ofreciendo este curso para lectores de misa».
El fin de semana pasado contaron con su buen hacer una parroquia del barrio de la UVA –un barrio muy precario del norte de Madrid capital– y otra de San Sebastián de los Reyes –en Madrid provincia–. Sin embargo, es en Andalucía donde este curso intensivo de tres horas y media –con quince minutos de descanso–, especialmente pensado para laicos –aunque también se imparte a seminaristas y sacerdotes–, se ha afianzado de una forma asombrosa: «Andalucía es donde más cursos imparto, entre otras razones, porque aquí hay 3000 Hermandades de Penitencia, y las Hermandades han detectado muy bien la necesidad de que los fieles escuchen y entiendan lo que se proclama desde el ambón». Señala, además, que la acogida del curso por parte de los seglares y de la jerarquía es muy positiva, de hecho «ya me he entrevistado con varios obispos y dos de ellos han coincidido en lo mismo,
me han hecho ver que esta formación que yo imparto, enseñar a proclamar la Palabra de una forma puramente práctica, no existía –hasta ahora– dentro de la Iglesia. Sí, siempre ha habido cursos de liturgia, pero esto es distinto».
A lo largo de estos años, Ángel M. Pérez ha introducido algunos elementos nuevos, pero sobre todo la clave, dice, es la sencillez. «Hay que leer mucho en voz alta para mejorar, cada vez que termina un curso abro un grupo de whatsapp con los asistentes del curso –ya tengo casi 200 grupos de whatsapp– y les envío semanalmente un texto y un audio con las lecturas del domingo siguiente, así el alumno puede seguir practicando, oyendo e imitando, esto funciona muy bien». El último proyecto que tiene entre manos es lograr que una parroquia en Sevilla acoja a un grupo de ciegos de la capital hispalense para que ellos proclamen las lecturas en braille, en su propio leccionario adaptado para ellos. «Sinceramente, dar estos cursos me ha cambiado la vida. Ha sido un regalo del cielo, sin duda», señala.
«Enseñar a proclamar la Palabra de una forma puramente práctica, no existía –hasta ahora– dentro de la Iglesia».
Y como anécdota, refiere el caso de Juan, «un señor invidente de 69 años, con grandes inquietudes, con estudios universitarios, a quien le gusta la filosofía, etc. Pero ¿qué ocurre? Que cuando habla, se atasca, tartamudea. ¿Por qué? Porque tiene muchas ideas en la cabeza y las quiere decir todas a la vez. Bien, pues lo curioso es que cuando se pone delante del texto sagrado se le quita la tartamudez. Se le quita radicalmente. Te das cuenta de que siendo tartamudo y ciego, al proclamar lee con absoluta normalidad, incluso dándole al texto un toque un poco más lento, lo cual viene bien, porque así se entiende a la perfección. Me quedé pasmado, le dije: “Juan, ahora no tartamudeas”».
Por último, este locutor de radio y periodista señala que «el curso sirve a mis alumnos de una forma que yo ni siquiera imaginaba, ellos llegan a percibir la importancia de proclamar la Palabra, porque, cómo decirlo, le estamos poniendo voz a Dios».
Contacto: vozdemisa.com / Tel. 683 196 277
EL PAPA FRANCISCO NOS CONVOCA A TODOS LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA A CELEBRAR DIGNAMENTE EL JUBILEO DEL AÑO 2025, QUE LLEVARÁ COMO LEMA: «PEREGRINOS EN LA ESPERANZA».
El Jubileo nos invita a ponernos en camino por medio de una fe activa, por medio de un amor que se concrete en obras y por medio de la inquebrantable esperanza.
De modo especial nos centraremos en la virtud de la esperanza, aunque nunca separada de la fe ni de la caridad.
En el Antiguo Testamento vemos a un arameo errante, Abrahán (Dt 26,5), nuestro padre en la fe. Y en el Nuevo contemplamos al Señor Jesús que se hace peregrino durante su predicación itinerante desde Galilea hasta Jerusalén.
Los cristianos somos el Pueblo de Dios peregrino por los senderos de la vida. Sabemos de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. El recorrido lo vamos haciendo progresivamente, según las circunstancias de cada uno y del grupo o comunidad que se pone en marcha, siempre animados por el Espíritu de Dios, contando siempre con aquel que dijo de sí mismo: «Yo soy el camino. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6).
Vamos a ponernos en marcha si todavía no lo hemos hecho, pero con alegría, con los demás hermanos y hermanas, con los más pobres, con la certeza de que el Señor camina con nosotros y no deja de estimularnos para que no cedamos ante las tentaciones que aparecen o puedan aparecer.
Probablemente viviremos situaciones diversas, pero en todos ha de palpitar el anhelo de caminar, de perseverar en la marcha, de no olvidar la meta hacia la cual nos dirigimos.
Y seguramente conoceremos nuevos hermanos y hermanas, podremos apoyarnos en ellos y ellos en nosotros, compartiremos los buenos y los malos momentos, las catequesis, los ritos y las celebraciones litúrgicas, contemplaremos la maravilla de la creación que el Señor Dios nos ha regalado para que la cuidemos y la respetemos, quizá aparezcan nuevos contenidos, nuevas perspectivas, nuevas ilusiones.
Peregrinar es también una experiencia de conversión, de cambio interior, de cambio de actitudes y sentimientos que cada uno estamos llamados a realizar para orientar nuestra existencia según la voluntad del Padre. No soy el mismo antes de empezar a peregrinar que cuando voy por el camino, y tampoco soy el mismo cuando llego a la meta.
Desde que el papa Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300, la Iglesia no ha cesado de celebrar años jubilares. Todos recordamos especialmente el Gran Jubileo del año 2000
Es conveniente que la belleza y la nobleza de cada una de las vestiduras litúrgicas se busque en el material que se emplea y en su forma (IGMR 344).
que nos introdujo en el tercer milenio de la era cristiana. Y también el Jubileo extraordinario de la misericordia que celebramos en 2015. Volvimos a caer en la cuenta de que no podemos vivir sin contar con la misericordia de Dios.
Pues bien, ahora fijemos la mirada del corazón en la esperanza, tan necesaria para todos y cada uno de los habitantes del mundo, de un mundo dividido por las guerras y las discordias, donde todavía muchos mueren injustamente, donde falta respeto, comprensión, bondad, escucha, compromiso, empatía, ánimo, calma, silencio, oración, contar con Dios, seguir a Jesús.
Quienes creemos en Jesucristo debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada. Debemos hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza, la valentía, la confianza, como signos de un nuevo renacer.
El papa Francisco confiesa que eligió precisamente el lema «Peregrinos en la esperanza» porque para poder renovarnos personal y comunitariamente «es necesario que seamos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal; que no cerremos los ojos ante las tragedias existentes que impiden a tantos vivir de manera humanamente digna. Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras, etc.» (Carta a Mons. Fisichella, 11 de febrero de 2022).
Todos juntos hemos de hacer de este momento de gracia una etapa significativa para la pastoral de las Iglesias particulares, tanto latinas como orientales, llamadas a intensificar su compromiso sinodal.
La peregrinación hacia el Jubileo fortalecerá y manifestará el camino común que la Iglesia está llamada a recorrer para ser cada vez más claramente signo e instrumento de unidad en la armonía de la diversidad.
Redescubramos las exigencias de la llamada universal a la participación responsable, con la
valorización de los carismas y ministerios que el Espíritu Santo no cesa de conceder para edificación de la única Iglesia, para el bien integral de todos.
Por todo ello es importante que en nuestras parroquias y comunidades cristianas estudiemos más a fondo las cuatro constituciones del concilio Vaticano II junto con los demás documentos del Magisterio, para que nos sigan orientando en nuestra vida y misión de llevar la alegría del Evangelio de Cristo a todos.
El 2024 debe ser un tiempo de oración, ante todo para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarle. Oración que se traduce en ser solidarios para compartir el pan de cada día y el pan espiritual, haciendo del Padrenuestro un programa de vida para cada bautizado y para el conjunto de la Iglesia.
Estos son los rasgos principales que el papa Francisco desea imprimir en todo el pueblo cristiano para que el Jubileo sea una experiencia que marque huella en nosotros.
Himno del Jubileo 2025 (letra del P. Sequeri)
Llama viva para mi esperanza, que este canto llegue hasta ti, seno eterno de infinita vida, me encamino, yo confío en ti.
Toda lengua, pueblos y naciones hallan luces siempre en tu Palabra. Hijos, hijas, frágiles, dispersos, acogidos en tu Hijo amado.
Llama viva para mi esperanza…
Dios nos cuida, tierno y paciente nace el día, un futuro nuevo. Cielos nuevos y una tierra nueva. Caen muros gracias al Espíritu.
Llama viva para mi esperanza…
Una senda tienes por delante, paso firme, Dios sale a tu encuentro. Mira al Hijo que se ha hecho hombre para todos, él es el camino.
Llama viva para mi esperanza…
¿Qué dices de ti, vida consagrada? ¿Qué podemos decir a otros de tu ser y de tu quehacer? «Que se vean desnudos los maderos, desnudos, y decididamente rectos: los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos» (León Felipe, 1981).
El poeta de Tábara (Zamora) nos traza en esos pequeños versos un boceto más que lúcido de lo que la Vida Consagrada es, sueña y celebra. Las personas consagradas lo somos para el amor y la comunión. Lo somos para la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen, la familia de la Iglesia. Y lo somos para esa otra familia dispersa y errante, de palacete y chabola, de papeles y cayucos, de epulones y mendigos, que es la familia humana.
Nuestro astil se dirige todos los días a Dios. De Él se nutre y se emociona. Por Él se siente seducida y enviada. En Él descansa y por Él se esfuerza. La Vida Consagrada no ha querido ser otra cosa en su larga historia que un impacto de Dios, marca y tatuaje de Dios, índice que señala a lo alto. En la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu, se ve reflejada como en un espejo y desde ahí quiere ser destello para el mundo. De Jesús hemos aprendido a pisar descalzos las tierras sagradas de los pobres, leprosos, cautivos, publi-
canos, prostitutas, extranjeros, excluidos de la sinagoga... y siempre nos vais a encontrar por esos andurriales.
Estamos en búsqueda de Dios y en ambiente de fiesta. Lo hemos encontrado encarnado en Jesucristo y estamos alegres. Encarnado quiere decir encarnado: en carne viva. Lo hemos encontrado abarrotado de humanidad y de misericordia: «Los brazos en abrazo hacia la tierra». En esa misma dirección queremos extender nuestro madero horizontal. El madero horizontal de la Vida Consagrada llega todos los días a rozar la piel de muchos hombres y mujeres con su oferta de gratuidad en nombre de Dios.
Vida Consagrada: casa de todos
El icono de la Trinidad nos enciende para ser familia; para construir la Iglesia familiar, casa de todos, donde Dios habita, en una apuesta inequívoca por la comunión sobre todo cuando
se disparan sospechas infundadas. No estaremos nunca fuera de la Iglesia, aunque estamos dispuestos a servir también más allá de ella. No busquéis hendiduras y brechas de la Vida Consagrada con sus pastores porque nos habita una convicción firme de cuidar nuestra comunión como un tesoro y de caminar a su lado desde nuestra libertad. Esta Iglesia católica, universal, plural, llena de carismas, de santidad y de pecado, es la nuestra, donde estamos y queremos estar, y desde ella «queremos salir al encuentro de todos al modo de Jesús».
Queremos también, a la vez, ser y sentirnos familia de la humanidad. Nuestros carismas, dones del Espíritu, encuentran su sentido y su dinamismo en las periferias y fronteras donde nuestros fundadores descubrieron a Dios mientras se arrodillaban ante los pobres. En esta dirección estamos recorriendo en los últimos tiempos, en medio del peaje de precariedad que nos ha impuesto la modernidad, un camino sin retorno; un feliz camino que se llena cada día más de nombres y de pasión. Desde la invitación que nos hizo el concilio Vaticano II a volver a las fuentes y a entrar en diálogo con el mundo, hemos hecho un esfuerzo ingente para llenar de sentido y de contenido nuestros carismas. El camino ha sido largo, pero sin duda fructífero y providencial. Nuestras familias religiosas están llenas de personalidad carismática, de deseos de mayor
La Vida Consagrada no ha querido ser otra cosa en su larga historia que un impacto de Dios, marca y tatuaje de Dios, índice que señala a lo alto.
fidelidad, de apuestas valientes y arriesgadas hacia nuevas presencias que sean encarnación más viva de nuestros carismas, de comunión y de intercongregacionismo. Y todo ello, en momentos de precariedad numérica. No queremos dar rodeos para pasar de largo ante el herido al borde del camino.
Vida Consagrada: centinela en lo alto
Quisiéramos que la Vida Consagrada fuera la voz del centinela en lo alto de la almena que nos convoca al alba de un futuro más digno para todos los seres humanos en nombre de Dios. Una voz que nos convoca a la oración agradecida por la misericordia del Sol que nace de lo alto, y al mismo tiempo nos urge a la tarea evangelizadora y humanizadora, que es lo mismo.
Alejada de la dictadura del número, de la servidumbre del prestigio y el poder, la Vida Consagrada quiere acelerar su paso para alcanzar a los hombres y mujeres que avanzan en la jornada de la modernidad y caminar con ellos, a su lado, y
acompañar sus sufrimientos, sus luchas, sus esperanzas, su fe, su increencia, su abundancia y su escasez. Cientos de miles de manos entrelazadas que quieren llegar y tocar el rostro de los empobrecidos movidos por una misericordia sin límite en nombre del Dios misericordioso. No son palabras; son hechos consumados todos los días. Están allí donde la humanidad sufre y muere, donde se cierran caminos para la esperanza, donde se debilitan las miradas y se cierra la puerta del mañana. A través de los siglos han escrito páginas únicas de santidad, de martirio, de testimonio y de anuncio. Y en la actualidad quieren seguir escribiéndolas.
Vivir la Vida Consagrada hoy es un lujo en este tiempo de vuelos cortos y pensamiento perezoso. Cuando vemos cómo la gente vive sin esperanza, nosotros hemos puesto la esperanza en Quien es la misma esperanza. ¿A dónde iremos si solo tú tienes palabras de vida eterna? Cuando sentimos que la gente que nos rodea vive con prisa, con pocos valores, gastando la vida sin muchas metas, las personas consagradas nos contemplamos y descubrimos que hemos sido convocados a una experiencia que, si por algo se caracteriza, es por estar llena de sentido, de valores, de expectativas, de esperanza, de deseos de entrega y solidaridad.
En el tiempo de la soledad, en un mundo de multitudes y comunicaciones. Cuando muchos
No estaremos nunca fuera de la Iglesia, aunque estamos dispuestos a servir también más allá de ella.
ancianos mueren solos, sin consuelo, sin un abrazo, sin una caricia, las personas consagradas hemos optado por vivir en comunidad, con otros hermanos, por compartir la vida con ellos y con los cercanos. Nunca una persona consagrada muere sola. Hemos hecho de la fraternidad una bandera que deseamos mantener izada en todo momento de nuestra vida. Cuando percibimos en nuestro entorno el fantasma de la división, del enfrentamiento y hasta de la guerra, las personas consagradas hemos decidido cultivar la unidad como un valor irrenunciable. «Padre que sean todos uno para que el mundo crea».
Sentimos muy cerca el drama de la ausencia de Dios, en un mundo que vive como si Dios no existiera, como si lo hubiéramos expulsado de la vida y de las instituciones, las personas consagradas hemos optado por cultivar la experiencia de Dios y hacerlo compañero de camino de la vida de nuestra vida. Dios se ha convertido para nosotros en la clave de bóveda del edificio de nuestro
Quisiéramos que la Vida Consagrada fuera la voz del centinela en lo alto de la almena que nos convoca al alba de un futuro más digno para todos los seres humanos en nombre de Dios.
ser. Y todo eso sin fanatismos ni proselitismos absurdos. Sentimos que Él se ha convertido en nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida y queremos responder cada día a su llamada personal. «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Y dejándolo todo le seguimos y eso no supone una renuncia a nuestra libertad.
Más bien seguirle nos ha hecho más libres. Cada vez que miramos a nuestro alrededor y contemplamos el dolor y la injustica del mundo, a las personas consagradas se nos abren las carnes y sentimos que nuestra consagración no puede ser evasión sino compromiso con el mundo sufriente al estilo del Maestro que entregó su vida por amor, y en la cruz. Por eso siempre estaremos entre los que sufren, allí donde hay un hombre caído entre Jerusalén y Jericó, que fue asaltado por los ladrones. Y alguien se acercó, le cuidó y se rascó el bolsillo para cuidar a aquel pobre desvalido. Por eso, el buen samaritano se ha convertido en un modelo para todos nosotros, las personas consagradas. El icono del buen samaritano se ha convertido en un modelo de camino y de compromiso eclesial y social.
Frente a la situación de crisis que vive nuestro mundo, como las migraciones, la pasada pandemia, las guerras actuales en Ucrania y en Palestina, la agresividad que percibimos en el mundo político, los casos de abusos dentro de la Iglesia –que tanto daño nos están haciendo–, la Vida Consagrada quiere ser oferta de autenticidad, de perdón, de serenidad y de paz delante de Dios. Porque estamos llamados a ser más que a hacer, a vivir más que a trabajar. Cuando alguien ha descubierto que Dios es capaz de llenar todo su ser y da sentido a todo su quehacer, es capaz de dejarlo todo para no renunciar a ese «paraíso» de paz y de sosiego que tanto anhelamos y buscamos con pasión. Nos amenaza un estrés agobiante y malsano que es el origen de muchas enfermedades actuales. No es una oferta de aislamiento ni de aislamiento
del mundo, sino una manera de vivir en el mundo de una forma más militante con las causas más humanas. Una manera de ser testigo en un mundo sin testigos, de ser mordiente en un mundo edulcorado y escaso de pasión, que ha hecho de la vida un objeto de consumo más.
La Vida Consagrada es un pálpito de pasión, asociado a la sed. En las personas consagradas hay mucha sed. El ser humano se caracteriza por su sed. Nos sentimos sedientos de amor, de consideración, de cariño, de justicia. Una sed que nos seca el paladar. Y queremos beber ansiosamente del manantial de la gracia divina. Beber de Cristo es la solución ante tanta sed. Un agua que brota hasta la vida eterna. Beber del agua de Cristo, más allá del pozo de Jacob, es como sentirnos de nuevo discípulos en seguimiento del Maestro. La Vida Consagrada es una apuesta por lo humano más humano, por abrir caminos de esperanza y promocionar la ternura como el mejor abono del Reino. Nos aburre ya la batalla de lo vulgar y queremos apostar por una vida de vuelos altos donde predomine el pensamiento esencial.
Ojalá nuestra vida pueda ser, en estos momentos de dispersión y de tanta carga ideológica, una palabra sencilla y un estilo de vida que pueda ser alternativo y oferta nueva de felicidad y serenidad de las que tanta necesidad tenemos en el tiempo de hoy. Porque no necesitamos fomentar espacios de agresividad y competitividad que tanto daño nos hacen. Y siempre en el horizonte de la Vida Consagrada: Dios.
Me parece que la Vida Consagrada puede ser hoy un escaparate de interés para muchos que viven la vida corriendo, compitiendo, escasos de nobles horizontes. Pero para eso necesitamos hacernos más visibles porque lo que no se oye, no existe. Estamos en salida. Hemos oído la voz de Yavé a Abrahán: «Deja tu casa y tu tierra y vete al lugar que yo te indicaré». Y Jesús nos invita a entrar mar adentro y a echar las redes. La Vida Consagrada no puede ni quiere hacer oídos sordos a esta invitación.
La Editorial San Pablo España, en colaboración con la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN), acaba de publicar Sabiduría antigua, arte contemporáneo, del artista italiano Marcello Silvestri.
Un libro que él mismo define como «un recurso espiritual para meditar sobre la Biblia con un viaje ecuménico en color».
Los artistas tienen una forma de mirar especial. Ven a su alrededor cosas que muchos de nosotros normalmente no percibimos y las plasman en sus obras para que podamos verlas. Son capaces de transformar cualquier objeto –una piedra, una madera, un trozo de tela...– en belleza que conmueve, que transmite un mensaje que nos hace pensar, nos remueve la conciencia y despierta en nosotros sensaciones insospechadas. Miramos un paisaje y nos lo devuelven transformado en contemplación de un destello de eternidad; un rostro, y nos descubren en él la esencia de la divinidad. Donde nosotros apenas oímos un sonido, ellos nos devuelven una melodía que, al escucharla, eleva el espíritu, expande el corazón y despierta la alegría.
Esto es lo que hace el artista italiano Marcello Silvestri. En el silencio de su estudio, soterrado bajo un jardín, construye sus obras sobre paneles de madera, a los que añade yesos y escayolas moldeados, piedras, arena y tierra de diferentes texturas, telas, papeles, hojas y semillas de plantas y un sinfín de materiales sencillos –hasta el polvo del camino–, que combina con color, mucho color. «En un mundo donde todo se puede reutilizar –dice el crítico de arte Gianluca Marziani, comisario y productor de exposiciones artísticas y autor de varios libros de arte–, Marcello Silvestri da una nueva forma y una nueva sustancia a lo que siempre ha existido».
Marcello Silvestri trabaja sus obras desde una visión creyente –y orante– de la realidad. Formado en filosofía, teología y comunicación, autodidacta en lo artístico, su obra, como él mismo dice, brota de la escucha de la Palabra. «No pinto santos ni vírgenes –dice–, ni proyecciones de cielos futuros, para que la fe
no se convierta en un lugar nostálgico para escapar de los problemas de la vida». No reproduce ni relata episodios bíblicos, sino que los interpreta, desde una visión contemporánea y ecuménica, transformándolos en materia, color y volumen; convirtiéndolos en una predicación actual, en una interpelación al ser humano que contempla su obra. Según la prestigiosa revista La Civiltà Cattolica, «sus obras reflexionan sobre la condición humana, sobre la globalización, sobre el cuidado de la madre tierra, en diálogo crítico con la tradición judeocristiana, tendiendo puentes entre las diversas confesiones cristianas, buscando el trasfondo común de la humanidad».
Su libro Sabiduría antigua, arte contemporáneo recoge 54 de sus obras, en un completo recorrido bíblico desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Los textos que las acompañan son a la vez explicación de la obra y del fragmento de la Palabra con la que esta dialoga, siempre desde una perspectiva ecuménica, abierta a todos. A su vez, obra y comentario son para el lector que los contempla interrogante y llamada, vehículo para su propia reflexión u oración y llamada al compromiso activo.
«La palabra de Dios está viva, es eficaz y penetra hasta lo más íntimo de la persona (Heb 4,12). Por lo tanto, léela, en ella Dios te habla. Medítala, así ella se hará presente en tu mente, en tus sentimientos y en tus acciones. Rézala, así tendrás una fuerza interior para transformarte y transformar a los demás. Vívela, así serás coherente con lo leído, meditado y rezado, y será Palabra viva en ti, no letra muerta. Enséñala, para compartir la riqueza que te ha dado la Palabra, y la felicidad se multiplicará».
Mons. Juan de la Caridad Garía Rodríguez, arzobispo de San Cristóbal de la Habana, Cuba
Para leer y vivir la palabra de Dios con provecho espiritual es necesario haber leído al menos una introducción a la Biblia. Resulta muy difícil sumergirse en las profundidades de la Palabra sin disponer de algunos criterios de interpretación, ya que correríamos el riesgo de caer en excesos o defectos en su lectura.
Tomemos una ilustración y su comentario como ejemplo de lo dicho: la obra titulada «¿Escándalo o poder?», en las páginas 106-107 del libro, que ha sido también utilizada por el autor como la felicitación de la Pascua en el año 2021. En el cuadro, un panel de madera con yeso de 80 x 57 cm, una superficie rugosa de un color verde amarillento aparece abierta como por una explosión. En el centro, sobresaliendo por encima del cráter, una figura humana, que el autor describe como «una larva humana», recurriendo a la descripción del Siervo de Dios de Isaías. La figura en cruz está nimbada por un aura, representación de la esperanza de la fe de quienes «acogen en sus vidas el don de la propuesta de fe». En efecto, la viveza de los colores, el movimiento latente en la figura aparentemente
El estudio serio de las Escrituras, junto con la meditación, la oración y la celebración, nos capacita para amar y servir mejor a Dios y a la Iglesia. Estas páginas nos ofrecen unas breves y sencillas claves de lectura de la Biblia, para conocer cómo se elaboró, cuándo y dónde se escribieron sus libros, quiénes son sus personajes más importantes, cuántas versiones de sus textos existen y por qué, y muchos otros temas y curiosidades que es preciso saber para mejorar en nuestra vida de fe y de comunidad.
inerte, el volumen que parece empujar hacia afuera dicha figura, su forma de crucificado, remiten a quien la contempla desde la fe, por encima de cualquier otra consideración, a Cristo Resucitado.
No me cabe duda de que las creaciones de Marcello Silvestri no dejan indiferente a nadie. Desde el prisma de la fe, o de la contemplación del arte, todos los trabajos que aquí se recogen son llamativos, interpelantes. Particularmente, recomiendo detenerse en la obra titulada «Cuando habla el silencio», en la página 120, inspirada en un versículo del Apocalipsis: «Cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora» (Ap 8,1). Media hora de contemplación en silencio para hablar con Dios.
Jeremías 14,17
Orlando Fernández Guerra LES DIRÁS ESTA PALABRA
Jeremías 14,17
Apoyándose en la Tradición de la Iglesia, este libro ofrece sencillas claves de lectura de la Biblia que nos ayudan a conocer mejor las Escrituras, evitando interpretaciones erróneas, y a profundizar en la palabra de Dios con provecho espiritual.
El papa Francisco nos invita a intensificar la oración para prepararnos a vivir bien el evento de gracia que será el Jubileo del año 2025 «Peregrinos de la esperanza», y así experimentar la fuerza de la esperanza de Dios.
Por esta razón, el 2024 es el Año de la Oración, para redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y del mundo, resaltó el Santo Padre al anunciar el 21 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, el inicio de este año como tiempo de preparación para el Jubileo del 2025, en el que se propone a las Diócesis promover la centralidad en la oración individual y comunitaria.
La Asociación de Talleres de Oración y Vida (TOV) trata de introducir, de modo progresivo, a los laicos en la vida de oración, por lo que ofrece su servicio como medio para adentrarnos en el camino de la oración personal, especialmente en este tiempo en el que caminamos hacia el Jubileo del 2025.
El papa Francisco, en la carta que dirigió a Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, afirma que: «En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz “de un solo corazón y una sola alma” (cf. He 4,32), que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día. Oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, para expresarle lo que tienen en el secreto del corazón. Oración como vía maestra hacia la santidad, que nos lleva a vivir la contemplación en la acción. En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos».
Los TOV son «una nueva forma de evangelización» que ofrece un servicio laical con más de 18.000 guías, que mantienen una adhesión incondicional a la Iglesia católica, a su jerarquía y Magisterio, y que dedican parte de su vida a impartir talleres para enseñar a orar y profundizar en el camino de la oración que nos señala el papa Francisco.
En los TOV se hace una presentación más vibrante y activa de JESÚS, para dar respuesta a lo que las personas realmente necesitan. Fundamentados en el AMOR, son una respuesta al
mundo de hoy. El taller está basado en la Biblia, con Cristo como centro, con un carácter totalmente práctico y experimental.
Su fundador, el padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano capuchino, originario de Tolosa (Guipúzcoa), desarrolló una amplia labor animadora y evangelizadora en América Latina, Norteamérica y Europa, iniciando los Encuentros de experiencia de Dios en Brasil en 1974, y posteriormente los Talleres de oración y vida, que datan del 1984.
Este servicio eclesial fue reconocido y aprobado por la Santa Sede en 1997 y confirmado por el Consejo Pontificio para los Laicos, el 4 de octubre de 2002.
Los más de 18.000 guías que actúan en el mundo, a través de los TOV, están enseñando al Pueblo de Dios a orar, de una manera experimental y progresiva, introduciéndolos en la oración litúrgica y en la vida sacramental. La misión del guía es la de implantar al Dios vivo en los corazones, abriendo un manantial de paz, fortaleza y alegría.
Los servicios más importantes que imparten
• TALLER PARA ADULTOS. Un Taller de oración y vida es, ante todo, un método práctico para aprender a orar. Se aprende a entrar en una relación personal con el Señor desde los primeros pasos hasta la profundidad de la contemplación, mediante la práctica de diversas modalidades de oración. También es taller de vida, y un programa de santificación cristificante.
• TALLER PARA JÓVENES, con un anuncio vibrante de Nuestro Señor Jesucristo, a fin de que los jóvenes queden fascinados por él.
• TALLER PARA ADOLESCENTES: es una evangelización que presenta la figura de Jesús como su «compañero de viaje» y referente para la vida.
• TOV NIÑOS, para enseñarles a conversar con Dios, como el Papá del cielo que ama a sus hijos de mil formas y maneras.
• CURSO MATRIMONIAL, no teórico sino práctico, acompaña a las parejas hacia el ideal conyugal.
• ENCUENTROS DE EXPERIENCIA DE DIOS, se vive una fuerte experiencia de Dios. El único requisito para asistir es querer tratar con Dios. Millones de personas han vivido un taller y ha supuesto en ellas un «antes y un después»: han aprendido a orar con diferentes modalidades y esto ha llevado a una transformación espiritual y de vida.
El servicio de TOV se ofrece en las Diócesis donde están los guías, que es prácticamente la totalidad de España.
«… y les dijo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo”» (Mt 26,26).
Volver a la Eucaristía
Volver a la Eucaristía, con la cabeza, el corazón o la pluma, siempre es bueno y siempre es oportuno. En todo tiempo y circunstancia. Se trata, como bien sabemos, del mismo centro y corazón –fuente y cumbre, dice el Concilio– de toda la vida cristiana y eclesial. Volvemos hoy, en este espacio entrañable de estas «Páginas evangélicas», a la Eucaristía para reconsiderar su valor y alcance en nuestra vida.
La Eucaristía, encuentro con el Señor
Me decían ayer, al final de un día de retiro en el monasterio: «Sin la Eucaristía, sin ese encuentro especial con el Señor de cada día, nosotras no podemos vivir...». Sí, podemos definir la Eucaristía como encuentro privilegiado con el Señor. El encuentro, ya sabemos, es lo decisivo en el arranque y en la continuidad del camino de fe. Sin «encuentro» nadie se hace cristiano y nadie permanece
cristiano (cf DCE, Introducción). El encuentro tiene un ámbito privilegiado y singular, que es la Eucaristía. De ahí que la Eucaristía siempre esté en el centro de la vida cristiana y de la vida de la Iglesia, en el centro de la vida de un cristiano. Veamos algunas notas de este encuentro.
En la Eucaristía somos encontrados
Como los de Emaús. Fueron encontrados en su situación
concreta existencial, en su oscuridad y desencanto, en su rompimiento del alma y la esperanza. El Señor, en la Eucaristía, sale a nuestro encuentro y en nuestra hora, tal cual es: en pena o alegría, en aciertos o fracasos, en buena o mala conciencia, en amor o en desamor. Le interesa nuestra vida y aquello de lo que hablamos o por lo que sufrimos. Él viene a encontrarnos. Por eso, levantamos el alma y gritamos, al comenzar: «Señor, ten piedad...».
En la Eucaristía somos iluminados
Como los de Emaús. Las lecturas de la palabra de Dios, siempre semejante al agua que cae del cielo o a la luz en nuestros senderos, nos hacen arder por dentro: «¿No ardían nuestros corazones mientras nos explicaba las Escrituras…?». La Eucaristía nos ilumina, como es propio de todo encuentro con el Señor y su Palabra de vida. Nos ilumina las ideas y los sentimientos, la cabeza y el corazón. Para caminar en la luz y ser luz en los caminos. Nos ilumina para avanzar con luz en medio de toda oscuridad.
En la Eucaristía somos transformados
Como los de Emaús. Misterio y milagro al mismo tiempo. Un poco de pan y un poco de vino, que no caben elementos más pobres y sencillos, se transforman y convierten, por la fuerza del Espíritu, en el propio cuerpo y la propia sangre del Señor. Y así nosotros mismos, pobres y pequeños también. La Eucaristía nos
hace «eucaristía», no solo la celebramos piadosamente. Nos une a él y nos transforma en él. Nos transforma y nos parte como él mismo se parte ante nuestros ojos atónitos.
En la Eucaristía somos comulgados
Antes de comulgar nosotros, que también, somos comulgados por el Señor. Hechos uno con él y con los hermanos. Fuego de misión y fraternidad, como los de Emaús (cf Juan Pablo II, Mane nobiscum Domine). No cabe mayor cercanía ni mayor intimidad: hechos uno mismo con el Señor y con todos los que comen el mismo pan.
En la Eucaristía somos enviados
Somos enviados así, como el mismo Señor, hechos pan de vida para la vida y el bien de los demás, para «el servicio de los últimos», como escribía san Juan Pablo II en Mane nobiscum Domine (Quédate con nosotros Señor, n. 28): «No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (cf Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio, se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas».
• Celebramos la Eucaristía para ser «eucaristía»...
• Celebramos el amor para ser luego el amor...
• Celebramos la fuerza de la esperanza para ser testigos de la esperanza...
Se cumplen 25 años desde que en la compostelana Rua do Vilar, a un centenar de metros de la Basílica, cuna y meta multisecular de peregrinaciones, abriera sus puertas la librería San Pablo en la ciudad de Santiago de Compostela.
Traspasar el umbral de la puerta de entrada significa adentrarse en un mundo de encuentro con la espiritualidad, la cultura y la sabiduría que fluyen y se expresan a través de los libros. Pero la librería San Pablo no es simplemente un lugar en el que uno puede adquirir títulos de interés, sino que es, sobre todo, un espacio de encuentro, de diálogo. Una especie de hogar en el que la palabra amable hace posible el sentirte muy a gusto.
Y en este sentido, sin duda alguna, son Noemí, Raquel y Paqui quienes crean este calor de hogar. Recordamos también a quienes prestaron su servicio profesional en diversos momentos, en particular, al religioso Paulino, Hno. Julio Salinas, que, en el año 1998, se trasladó expresamente a la capital apostólica para poner en marcha este hermoso proyecto, y crear un equipo humano a la altura de las circunstancias.
Pero la librería San Pablo es también una referencia como espacio para diversas actividades referidas al ámbito del pensamiento, de la religiosidad y de la cultura en general. Y qué mejor que sean las personas que, de alguna manera, forman parte ya de esta familia quienes definan lo que es, lo que sienten, lo que viven entre los estantes de esta plataforma plural de respeto y encuentro, de diálogo, de paz, de convivencia… Les cedo la palabra:
«Cuando entras en la librería San Pablo, uno sabe que no está solo; porque nos acompañan miles de historias y personajes que contienen sus libros. Te acompaña el calor culto, agradecido y humano de las que allí moran». Fernando, seminarista.
«La librería es templo, y allí llegamos los bendecidos y necesitados lectores para apagar nuestra sed. Un lugar sagrado, centro de encuentros personales. Personas y libros. ¿Para qué más?».
Roberto Buitrón, miembro de clubs literarios.
«Entrar cada día en la librería es llegar a casa. Es lugar que te envuelve, acoge y exige a partes iguales. Un espacio que invita a compartir. Noemí Varela, librera. Las librerías sois hogar de palabras y oraciones olvidadas, de páginas cuyos trazos y formas nos hacen conversos de ideas lejanas. Mantenéis el legado de lo que fuimos y seremos, evocados por autoras
y autores que traducen las faltas del mundo. ¡Que nunca nos falte la intimidad del silencio entre los libros y nosotros!».
Tomás Guerreo, autor y dibujante de novela gráfica.
«La librería es como el mejor de los restaurantes. Una carta bien amplia y cada día renovada para llenar el espíritu y el alma con historias que saboreamos».
Anita, maestra y miembro del Club de Cómic.
«La imagen del escaparate de la librería San Pablo, en mi ciudad, es una invitación a entrar; y la entrada una invitación a no salir. El amor se siente en todos los sentidos: la sonrisa, la voz de las libreras, el gusto en la distribución de espacios, las numerosas actividades, el olor a libros y el tacto de la mano tendida en cálida acogida».
Natalia, miembro del Club de Actividades.
«La bondad de las personas que trabajan en esta librería no es una habilidad que se puede aprender. Son buenas personas que me mostraron un oficio fascinante, sin dificultad, con sonrisas y mucha paciencia. Un lugar para quedarse».
Marco, estudiante italiano en prácticas en esta librería.
«Trasteo desde niño en las librerías y creo que hacen posible algo mágico: el encuentro con libros inesperados y que parecen escritos especialmente para mí. En la librería San Pablo de Santiago, gracias a Noemí, Raquel y Paqui, este encuentro es especialmente cordial. Mi agradecimiento».
Ignacio Lete, experto en literatura.
«Hace 25 años apareció en nuestra calle, en la Rua do Vilar, una esperanza en forma de librería: la librería San Pablo. Y la primera imagen que me viene a la mente es la de Eloy, con su eterna sonrisa, invitando a entrar. 25 años después aquí sigue, ampliando horizontes literarios y culturales, siempre en sintonía con la realidad que vivimos. Con cercanía, creatividad y profesionalidad. Gracias Noemí. Gra-
cias Raquel. Gracias Paqui. Habéis conseguido crear y afianzar un lugar de encuentro entre personas y libros. Suma y sigue...».
Antonieta Rodríguez Cadarso, profesora de Literatura.
«Amo los libros, amo las librerías. Entrar, pasear entre estanterías, ver novedades. Tocar, hojear. Disfrutar las portadas. Sí, amo las librerías. Pero si, además, las libreras invitan a entrar, si disfrutan de su trabajo, si lo hacen con ilusión, si miman los escaparates, si cuidan a todo aquel que entra, si aconsejan y recetan, si quieren a los libros, si hacen familia... entonces esta es tu librería. Este es mi caso. Ya está la luz encendida, la puerta abierta. Entro... la librería me abraza».
Rosa, clienta y amiga de la librería.
«Cuando voy a la librería San Pablo, sé que es un lugar muy especial por el calor, el cariño y la acogida que encuentro… Las personas que me atienden son un verdadero regalo. Es algo tan especial que agradezco todos los días. Además, siempre encuentro libros, religiosos o no, que me apetece comprar. Gracias, de corazón, y no solo por mí; también por las personas que me han acompañado y siempre se han sentido en casa».
Carlos Álvarez, Rector del Seminario Mayor Compostelano.
«Desde hace 25 años, un cura recién estrenado, encontró en Rua do Vilar. Un oasis. La librería San Pablo. Con el paso del tiempo, la librería se convirtió en un lugar de peregrinación y amistad. Buena lectura y mejores recomendaciones. Todo al servicio de la Palabra y de la vida... A por otros tantos».
Xoán Ventura Pazos Calo, sacerdote.
«Hace ya bastantes años, por indicación de un querido amigo, descubrí la librería San Pablo. A día de hoy, es parte de mi vida. Además de ser un lugar donde puedes encontrar el libro que buscas, siempre bien aconsejada por el personal que allí trabaja, amable y competente. Pero, sobre todo, encuentro ahí a la persona que me escucha, con quien reír y con quien llorar, con quien hablar de lo divino y de lo humano. La librería San Pablo es familia. Es cuidado. ¿Se puede pedir más? Si se puede, allí lo encuentras».
Puri Varela, indispensable.
«Librería San Pablo, donde habita el espíritu. Un libro es como un pájaro que, cuando se suelta, no se sabe en qué rama se posará. Cuando mi libro –Homosexualidad. Las razones de Dios– se editó, voló veloz a la librería San Pablo de Compostela. San Pablo me sabe a libertad, aceptación e inclusión. Cuando su capitana, Noemí, acogió el libro en la librería (ya lo tenía en el corazón), estaba dando voz y visibilidad a lo callado y oculto. Puedo afirmar que el Espíritu habita en San Pablo, posado en cada libro allí expuesto y siempre dispuesto a volar. Volveré a Santiago para disfrutar de sus gentes, del Apóstol y de la librería San Pablo». Miguel Zambrano, terapeuta sistémico, coach y autor de San Pablo.
El pasado día 10 de febrero, en la madrileña calle de Carril del Conde, a la edad de 87 años, ha vuelto a la casa del Padre Enedina Gutiérrez Lobete, que en la profesión religiosa tomó el nombre de Rosario.
Con solo 11 años, esta alegre y apasionada hermana, nacida en el pueblo de Ayuela (Palen-
cia), el 13 de mayo de 1936, ingresó en la congregación de las Hijas de San Pablo, por entonces recién llegadas a España, en la casa de Barcelona, el 7 de octubre de 1947. Después de haber completado su primera formación en valores humanos, cristianos y apostólico-paulinos, se desplaza a Roma para hacer el noviciado, que concluye con su primera profesión religiosa el 19 de marzo de 1955.
Después de la profesión perpetua, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1960, fue enviada como misionera a París y Marsella. En el año 1960 regresa a España para proseguir su tarea evangelizadora, ahora como librera en Valladolid, Vigo y Barcelona, sucesivamente. Posteriormente, desempeñó, con verdadera pasión y entusiasmo, otras varias ocupaciones en diversas comunidades, tanto dentro de las comunidades, como en los departamentos de la editorial o en las Librerías Paulinas. Descanse en paz.
Con ocasión del LX aniversario de la muerte de su cofundadora, la venerable Tecla Merlo, acaecida el 5 de febrero de 1964, las Hijas de San Pablo han presentado el nuevo diseño de la Editorial Paulinas y del XXX aniversario de la marca Paulinas. Esto supone una nueva identi-
dad gráfica para las Hijas de San Pablo y para la Editorial Paulinas: para un renovado anuncio del Evangelio, porque son «innovadoras por vocación».
Uno de los momentos más significativos de la celebración.
El pasado sábado 27 de enero, los clérigos de la Sociedad de San Pablo, Carlos Eduardo Aguirre Reyes y Jhon Fred Agustín María Ruaza Caranzo, ratificaron su compromiso de consagración al Señor con la emisión, en perpetuo, de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Recibió los votos el P. Miguel Carmen Hernández, Superior Provincial de los Paulinos en España.
La solemne celebración se realizó en la parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso (Madrid), un lugar que tiene gran significado para la Familia Paulina en España, pues en una de sus primeras visitas a España el Fundador, el beato Santiago Alberione, celebró la misa en ese templo y, según él mismo narra en su diario, «en esta iglesia vi sensible y claramente cómo Jesús es el principal y verdadero oferente en la misa. Y cómo el sacerdote cumple el ministerio externo, prestándose a Jesús como instrumento. Vi la misa como la fuente de toda la vida espiritual y de todas las gracias». Por eso, la Familia Paulina
en España siente este lugar como casa propia y frecuentemente realiza sus celebraciones principales y más significativas en este templo, tal como ha sucedido en esta ocasión.
Carlos Eduardo y Jhon Fred fueron acompañados por sus hermanos de Congregación, los miembros de la Familia Paulina, amigos, colaboradores en la obra apostólica y la comunidad parroquial de Nuestra Señora del Buen Suceso. También fue la oportunidad perfecta para iniciar una serie de festejos por los 90 años de presencia paulina en España, donde abrió su primera comunidad, en Bilbao, el 8 de julio de 1934.
Precisamente a esta efeméride se refirió expresamente el citado Superior Provincial en su homilía, expresándose así: «con la profesión de Carlos y Fred, los Paulinos queremos renovar nuestro entusiasmo y nuestro “sí” decidido al Señor, dispuestos como san Pablo, a lanzarnos siempre hacia delante, a 90 años de servicio al Evangelio en estas tierras».
¿Ha
El
roBerto Pasolini
Manuel Mª Bru alonso, ¿Ha fracasado la nueva evangelización?
San Pablo, Madrid 2024. 696 págs. 36,00 €
Manuel Mª Bru es sacerdote y periodista. Como sacerdote, experto en pastoral y catequesis, se ha centrado en el anuncio de la Buena Noticia –vocación fundamental de la Iglesia–, haciendo un exhaustivo análisis de la situación: cómo y a quiénes se está transmitiendo el Evangelio, a qué criterios obedece y cuáles son las propuestas de los últimos papas. Como periodista, su estilo es divulgativo, para explicar y ayudar a entender la situación, y los títulos y los epígrafes que utiliza son principalmente interrogativos. El resultado es una obra extensa, pero de fácil y rápida lectura, que invita a seguir caminando en la tarea evangelizadora, sin olvidar nunca la alegría del Evangelio, proponiendo estrategias y soluciones para su desarrollo.
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Este libro presenta de manera sencilla las claves para recuperar el arte de la oración en nuestras vidas: partir desde el corazón, escuchar, acoger, purificar la mirada, comprometerse, dejarse llevar, reconocer el Amor...
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San Pablo. Madrid 2024. 230 págs. 21,90 €
a Yahvé y
el
a los más diversos dioses paganos. Este es el panorama que vivió el rey Josías, que fomentó el culto a Yahvé y bajo cuyo reinado se produjo la compilación del libro del Deuteronomio y la predicación del profeta Jeremías. Esta novela reconstruye la vida del rey Josías desde su primera salida del palacio real hasta su muerte en la batalla de Meguido contra el faraón de Egipto. Una apasionante historia en la que le vemos pasar de la niñez a la madurez, sobrevenida por la muerte de su abuelo y el asesinato, poco tiempo después, de su despótico padre. Mientras descubre el amor y la amistad, aumenta su fe en Dios y se fortalece su carácter y su fidelidad al pueblo al que sirve como rey.
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Reconstrucción novelada de la vida del rey Josías, que vivió en el siglo VII a.C., que refleja cómo pasa de la niñez a la madurez, descubre el amor y la amistad, aumenta su fe en Dios y se fortalece su fidelidad al pueblo al que sirve.
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San Pablo. Madrid 2024. 204 págs. 16,50 €
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San Pablo. Madrid 2024. 224 págs. 17,00 €
Una mirada a las inquietudes del corazón que nos ayuda a identificar, comprender y gobernar nuestras energías emocionales para que enriquezcan y no deterioren nuestra vida y nuestra salud.
Paolo scquizzato
Paulinas. Madrid. 200 págs. 14,00 €
¿Y si para encontrarlo no fuera necesario mirar al cielo, sino dentro, en la parte más sucia e indecente de nosotros? En la reflexión personal de muchos cristianos está todavía presente un concepto de Dios no evangélico, que no proviene de cuanto ha sido revelado y comunicado por Jesús.
Ejercicios Espirituales centrados en la meditación sobre las bienaventuranzas, cuyo mensaje expresa las características que todo cristiano debe intentar imitar para, dejándose guiar por el Espíritu, conformar su vida a Cristo.
erMes roncHi
Paulinas. Madrid 2023. 192 págs. 10,80 €
La oración es ese espacio que permite al olvido dar paso al reencuentro. El autor nos va a conducir por unos caminos que nos sorprenderán llenos de belleza, de profundidad, de emoción.
B u o Fo te Bruno Forte (Nápoles, 1949) se ordenó sacerdote en 1973. Doctor en Teología y Filosofía, ha trabajado hasta 2004 como profesor ordinario de Teología dogmática, en la Pontificia Facultad Teológica de la Italia meridional, y ha impartido Ejercicios Espirituales por todo el mundo. Ha sido miembro de la Comisión Teológica Internacional y, en 2004, Juan Pablo II lo nombró arzobispo metropolitano de Chieti-Vasto. Por otro lado, el papa Francisco ha contado con él como secretario para las Asambleas de los Sínodos de Obispos para la familia de 2014 y 2015. Ha publicado numerosas obras de teología, espiritualidad y pastoral. En San Pablo destacan títulos como Pater, Ave, Gloria (2013) o El viaje de Jesús y el nuestro (2017).
Por vocación específica somos Discípulas de Jesús Maestro; mujeres consagradas, que viven en comunidades; una de las Congregaciones de la Familia Paulina, partícipes del proyecto unitario: vivir y comunicar a Jesucristo Camino, Verdad y Vida, bajo la protección de María Reina de los Apóstoles, en el espíritu del apóstol san Pablo. El fundador es el padre Santiago Alberione (1924).
Como María, Madre de Dios, y las mujeres del evangelio, transformadas por el encuentro con el Resucitado, Belleza que salva el mundo, somos enviadas, apóstoles con los apóstoles, a anunciarlo, a celebrarlo y a servirlo.
• Asumimos el ministerio de la oración incesante que se extiende en la adoración perpetua.
• Insertadas en la acción pastoral de la Iglesia, constituimos «centros eucarísticos, litúrgicos, sacerdotales».
• En el ámbito de una cultura de la comunicación, promovemos la formación litúrgica y artística: música, pintura, escultura, arquitectura; todo al servicio de la Liturgia.
En respuesta al amor de Dios. Para que Jesús Maestro, sea conocido, amado y seguido por todos.
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