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El papel de las micotoxinas en un entorno global cambiante (I
Las poblaciones más susceptibles al hambre y la pobreza dependen de cultivos básicos propensos a la contaminación por microorganismos y se enfrentan a problemas relacionados con los alimentos, la seguridad y la calidad alimentaria. Estos alimentos básicos pueden verse atacados por mohos productores de micotoxinas.
P. Vila-Donat, S. Marín, V. Sanchis y A. J. Ramos Unidad de Micología Aplicada. Departamento de Tecnología de Alimentos. Universitat de Lleida. UTPV-XaRTA, Agrotecnio. pilarvildnt@gmail.com
En 2015, y en el marco de Naciones Unidas, los líderes mundiales adoptaron de manera unánime el documento “Transformando nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. La Agenda aspira a que para el año 2030 hayamos situado al mundo y a sus sociedades en un camino hacia un futuro mejor. Entre los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030, cabe destacar tres de ellos: 1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo. 2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible. 3. Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
Estos tres ODS, no dejan de estar interrelacionados (UN, 2015). De hecho, el cambio climático es una grave amenaza para la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza a nivel mundial. La seguridad alimentaria global podría estar en peligro debido a la creciente presión sobre los recursos naturales y al cambio climático, dos aspectos que amenazan la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en general.
Se estima que para 2050 la población mundial aumente un tercio, superando los 9 mil millones de habitantes, y que el mayor crecimiento se dé en países en vías de desarrollo. La salud de las poblaciones humanas está determinada en gran medida por las condiciones de los ecosistemas productores de alimentos (FAO, 2008). La gran demanda de alimentos, contribuye a la creciente presión sobre el suministro, lo cual afecta directamente tanto a la cantidad como a la calidad de los alimentos disponibles. Las poblaciones que residen en países en vías de desarrollo y en las áreas rurales son las más susceptibles, ya que dependen de los cultivos básicos propensos a la contaminación por microorganismos y se enfrentan a problemas relacionados con los alimentos, la seguridad y la calidad alimentaria. Estos alimentos básicos, y muy especialmente los cereales, pueden verse habitualmente atacados por mohos productores de compuestos tóxicos, las denominadas micotoxinas, cuya producción depende de las condiciones climáticas, por lo que su presencia en los alimentos se verá afectada por el cambio climático. Así pues la creciente demanda de alimentos, junto con el cambio climático global, subrayan la importancia de discutir el papel de las micotoxinas en un entorno global cambiante.
MICOTOXINAS Y CAMBIO CLIMÁTICO
Las micotoxinas son metabolitos fúngicos tóxicos que representan un problema de difícil solución debido a su presencia frecuente en los cereales de consumo mundial, como el arroz, el maíz y el trigo. La exposición del ser humano a las micotoxinas se puede producir de manera directa, por el consumo de alimentos contaminados, o de manera indirecta por el consumo de alimentos de origen animal procedentes de ganado que ha consumido piensos contaminados. La mayoría de las micotoxinas son agentes inmunosupresores y algunas son cancerígenas, hepatotóxicas, nefrotóxicas y neurotóxicas (Marín et al., 2013).
A nivel mundial, la tendencia es que cada vez haya más control de las micotoxinas; sin embargo, el entorno global cambiante puede que no sea el escenario ideal para reducir la exposición a estas toxinas. Mientras los humanos hacemos frente a los cambios medioambientales, como el aumento de la temperatura global, el incremento de las catástrofes naturales (como sequías, inundaciones, etc.), la necesidad de incrementar el rendimiento de las cosechas, y otros retos relacionados con el clima, las especies fúngicas también se están adaptando al clima cambiante, modificando su patrón de producción de micotoxinas tanto geográfico como estacional y, probablemente, generando una mayor presencia de micotoxinas en un futuro próximo.
El clima afecta al crecimiento fúngico y a la producción de micotoxinas en los cultivos. Las micotoxinas se pueden producir antes de la cosecha, en el propio cultivo mientras aún está en el campo, o en poscosecha, pudiendo a menudo aumentar drásticamente su concentración si condiciones de almacenamiento inadecuadas favorecen el crecimiento de los mohos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llegó a la conclusión de que un cambio en las condiciones climáticas podría dar lugar a que los cereales se cosechen con un nivel de humedad superior lo que aumenta el riesgo de formación de micotoxinas (FAO, 2008). Por eso, el cambio climático puede, potencialmente, hacer cambiar el riesgo que los mohos micotoxigénicos suponen para la seguridad alimentaria (Medina et al., 2017).
PREVALENCIA DE MICOTOXINAS A NIVEL GLOBAL
Las micotoxinas que se consideran de mayor impacto para la salud, para la producción animal y para la economía global en general, son las aflatoxinas (AF), la zearalenona (ZEA), el deoxinivalenol (DON), las fumonisinas (FB) y la ocratoxina A (OTA), producidas principalmente por especies de mohos pertenecientes a los géneros Aspergillus, Penicillium y Fusarium, las cuales se detectan a menudo en cereales y derivados como maíz, trigo, cebada, arroz, harina de soja, harina de gluten de maíz y granos secos de destilería, entre otros (Vila-Donat et al., 2018). La FAO estimó que el 25 % de las cosechas mundiales pueden verse afectadas por las micotoxinas, con pérdidas anuales de alrededor de 1 billón de toneladas de alimentos (FAO, 2002). De hecho, hoy en día es el peligro con mayor número de notificaciones de rechazo en frontera en la UE (RASFF, 2018). Además, la existencia de micotoxinas, en casi todos los tipos de granos agrícolas, preocupa por la consiguiente contaminación de los piensos y el riesgo que implica para la producción animal. La contaminación fúngica de los granos es un problema a nivel mundial, especialmente porque a menudo los cereales utilizados para la alimentación de los animales se importan y exportan a través de todo el mundo (Zulkifli y Zakaria, 2017).
Un estudio muy reciente realizado por la empresa Biomin presentó las tendencias globales sobre la presencia de micotoxinas en granos agrícolas. Se
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gún los resultados de dicho estudio sobre la presencia de micotoxinas en 9.730 muestras de materias primas y piensos de 72 países, basados en análisis realizados entre enero y junio de 2019, la coexistencia de diferentes tipos de micotoxinas en un mismo alimento es más la norma que la excepción. El 75 % de todas las muestras analizadas contenía más de una micotoxina. El sur y sudeste de Asia mostraron un riesgo extremo. En el sur de Asia, esto se debió principalmente a la gran abundancia de AF (91 %) con una contaminación promedio de 19 μg/ kg, y también de FB y OTA. El sudeste asiático también demostró una alta concentración de AF (60 %, promedio de 47 μg/kg), FB y ZEA. En China, las AF, FB y DON fueron las micotoxinas más abundantes, al igual que en Centroamérica, donde FB y DON fueron las micotoxinas más detectadas. En América del Norte, el DON fue la micotoxina más prevalente (83 %, contaminación promedio 1.397 μg/kg), seguido de la ZEA, con un promedio de 452 μg/kg mientras que América del Sur mostró una gran abundancia de FB y DON (74 % y 64 %, respectivamente). En Europa, se observó un grave riesgo de contaminación por micotoxinas, siendo el DON y la ZEA las más prevalentes (64 % y 62 %, respectivamente). En trigo, el DON fue la principal micotoxina, con una concentración promedio de 574 μg/kg. Por su parte, en África, las AF y el DON presentaron una amenaza con respecto a la contaminación promedio (10 μg/kg y 494 μg/kg, respectivamente). Además, el 90 % de las muestras analizadas en este continente contenían más de una micotoxina (Biomin Mycotoxin Survey, 2019). Este estudio puso de manifiesto la necesidad de que los productores, a nivel global, estén muy atentos a la monitorización de las materias primas y los piensos, con relación a la contaminación con micotoxinas, y que consideren la necesidad de implementar un robusto programa de gestión de riesgos de micoto
xinas.
La creciente demanda de alimentos, junto con el cambio climático global, subrayan la importancia de discutir el papel de las micotoxinas en un entorno global cambiante.
A nivel de la UE, cabe destacar que no existen niveles máximos de micotoxinas permitidos en alimentos destinados a la alimentación animal, excepto en el caso de la AFB1.
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