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Principales medidas complementarias de control de las diarreas en terneros

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Entre las medidas complementarias más útiles para prevenir o reducir las diarreas neonatales en las granjas se incluye intensificar la inmunidad para mejorar la resistencia del ternero, así como reducir la presión de infección.

Mejora de la inmunidad y resistencia del ternero

Para reducir la aparición de casos de diarrea neonatal en una granja se debe realizar una evaluación minuciosa del manejo de las vacas secas y de aquellas en el periodo de periparto, así como de los terneros recién nacidos.

Manejo de la madre

La vacunación de las madres en la segunda mitad de la gestación frente a ETEC, ro- tavirus y coronavirus se relaciona con una reducción de la incidencia de diarreas y de los porcentajes de mortalidad debido al incremento del título de anticuerpos específicos en el calostro. Para que el animal desarrolle una respuesta inmunitaria óptima tras la vacunación debe tener un buen estado de salud en el periodo seco, además de contar con una alimentación suficiente y equilibrada. Una buena nutrición también favorece la producción de suficiente calidad de calostro para proteger al ternero. Se estima que una concentración adecuada de IgG en el calostro debe ser de al menos 50 mg/ml. Se debe tener en cuenta que las vacas vacunadas, o que hayan superado la infección con alguno de estos enteropatógenos, producen calostro con una mayor concentración de IgG. También se ha comprobado que ciertas razas, así como madres con varios partos o con un periodo seco entre los 40 y los 90 días tienen un calostro de mejor calidad. Es recomendable que, antes de encalostrar al ternero, se estime la concentración de IgG del calostro para poder calcular el volumen mínimo que debe ingerir el ternero. La valoración visual del calostro no es útil para estimar la calidad del calostro ya que, por ejemplo, una densidad alta puede ser solo indicativa de un elevado contenido en grasa. Se dispone de técnicas inmunológicas, que se realizan en el laboratorio, pero a nivel de campo se suelen emplear instrumentos de determinación directa como el calostrímetro y el refractómetro (fig. 1). Las mediciones deben realizarse con el calostro a temperatura ambiente (20-25 ºC) para evitar lecturas erróneas. Por lo general, una densidad superior a 1050, así como un valor Brix de al menos 22 % en el refractómetro representan un calostro de buena calidad.

Hay disponible calostro artificial que puede emplearse para suplementar o sustituir los calostros de mala calidad. Aunque su concentración en IgG es adecuada y permite prevenir la infección por ciertos microorganismos como Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis, se ha señalado que carece de ciertos compuestos importantes presentes en el calostro, como IgA, vitaminas, factores de crecimiento, etc.

Manejo del ternero

No es suficiente que la madre produzca un calostro de buena calidad si el ternero no ingiere la cantidad adecuada al poco tiempo de su nacimiento. La cantidad de calostro que un neonato debe ingerir depende de su calidad, del peso del animal y de la eficiencia de la absorción intestinal de anticuerpos, de modo que concentraciones de IgG en suero de al menos 10 mg/ml asegurarían una inmunidad adecuada. La mucosa intestinal es permeable a macromoléculas como las IgG solo durante un tiempo limitado, estimándose que la eficiencia de la absorción de anticuerpos calostrales oscila entre el 20 % y el 50 % en las primeras 2 horas de vida y disminuye de forma notable a partir de las 6 horas, hasta ser prácticamente nula a las 24 horas; por ello, la absorción de IgG será más eficiente si el animal ingiere el calostro in- mediatamente después del nacimiento. La administración de calostro a las 24 horas del nacimiento también presenta ventajas, ya que las IgG no absorbidas pueden unirse localmente a los enteropatógenos en el intestino, contribuyendo a reducir la incidencia del proceso y su gravedad. Aunque los protocolos de encalostrado difieren según los estudios, como norma general, se recomienda que los terneros ingieran al menos 3 litros de calostro de buena calidad en las primeras 6 horas de vida, preferiblemente durante los primeros 30 minutos tras el nacimiento, y posteriormente añadir una segunda toma de igual volumen entre las 8 y 12 horas de vida (fig. 2). El nacimiento de animales débiles o que no saben mamar, partos distócicos, rechazo del ternero por parte de la madre, competición entre terneros o vacas que presentan lesiones, malformaciones o infecciones en la ubre impiden o retrasan la ingesta de suficiente calostro. En este sentido, también se ha señalado que un porcentaje importante de terneros a los que se les permite tomar calostro ad libitum no ingieren una cantidad suficiente de manera voluntaria. Por ello, se debe asegurar un correcto encalostrado del ternero, forzando la ingestión mediante el empleo de una sonda esofágica si fuera necesario (fig. 3).

El calostro debe recogerse de forma higiénica para evitar que se contamine con bacterias como M. avium subsp. paratuberculosis, Salmonella spp. o cepas patógenas de E. coli, que podrían causar enteritis o septicemia. La pasterización del calostro (60 ºC durante al menos 30 minutos) permite reducir su carga bacteriana, aunque algunos estudios señalan ligeras pérdidas de calidad. Además, el calostro debe usarse en las 2 horas siguientes a su recogida; de lo contrario, las IgG comienzan a degradarse y pierde calidad. En este sentido, es recomendable mantener almacenado el exceso de calostro de muy buena calidad para su utilización en caso necesario (fig. 4). Así, se puede mantener refrigerado a 4 ºC durante 1 semana o congelado hasta 1 año sin grandes pérdidas de calidad. Es importante que los recipientes se etiqueten con la fecha, identificación de la vaca y su calidad, y deben ser recipientes desinfectados con una capacidad máxima de 2 litros, ya que los recipientes de mayor volumen retrasan su enfriamiento y favorecen la multiplicación de bacterias. Si se congela, debe descongelarse lentamente, evitando el sobrecalentamiento, que podría desnaturalizar las IgG, así como otras proteínas, y reducir su calidad.

Finalmente, debería evaluarse el grado de transferencia pasiva de anticuerpos en el ternero, lo que permite comprobar la eficiencia del encalostrado. Los terneros sanos de 2-7 días muestran concentracio- nes superiores a 10 mg/ml de IgG y más de 5 mg/ml de proteínas séricas totales. Se pueden medir las concentraciones de anticuerpos y/o proteínas totales en suero mediante un refractómetro (fig. 5) o con técnicas de precipitación en sulfito sódico o coagulación con glutaraldehído. Se dispone también de varias técnicas inmunológicas, incluyendo tests rápidos inmunocromatográficos, que presentan valores elevados de sensibilidad (98 %) y especificidad (93 %).

Reducir la contaminación ambiental

Se debe comprobar la posibilidad de que el ambiente esté excesivamente contaminado con distintos enteropatógenos durante el periodo del periparto o neonatal. Dado que la mayoría de los agentes relacionados con diarreas en el ternero resis- ten bastante en el ambiente, se favorece su progresiva acumulación en las explotaciones, lo que justifica la infección de los animales.

Este objetivo se consigue manteniendo las instalaciones en óptimas condiciones higiénicas, especialmente en la zona de partos y los cubículos de los terneros, además de todos aquellos utensilios empleados en la alimentación y manejo de los neonatos. En este sentido, la aplicación periódica de estrictas medidas de limpieza y desinfección es fundamental (fig. 6). En la zona de partos y de cría de los terneros se deben eliminar las heces y renovar las camas con frecuencia, de modo que los animales se mantengan siempre limpios y secos (fig. 7); esto evitará la contaminación fecal de la piel y la ubre de la madre y la infección del ternero al mamar. Además, estas zonas deben limpiarse y desinfectarse de forma rigurosa antes de introducir nuevos animales y, por supuesto, en los casos en que aparezca un brote, renovando todo el material de la cama. Los desinfectantes deben emplearse siempre sobre superficies limpias y a la concentración correcta, respetando en todo momento su periodo de actuación. Es necesario señalar que las sondas esofágicas y otros materiales empleados en la alimentación de los terneros neonatos no deben emplearse para alimentar animales de mayor edad o enfermos, debiendo desinfectarse y secarse correctamente tras su uso. Se debe recordar que no todos los desinfectantes son eficaces, puesto que algunos patógenos, especialmente los protozoos, pueden resistir durante un tiempo la acción de diversos agentes químicos, muchos de los cuales se emplean de forma rutinaria en las granjas. En este sentido, los peróxidos se encuentran entre los desinfectantes más eficaces (tabla).

Medidas preventivas complementarias

Existen otras medidas de manejo que reducen la aparición de brotes de diarrea al minimizar la infección cruzada entre animales, limitando así la exposición de los más jóvenes a los patógenos. Entre ellas se incluye el empleo de zonas de parto individuales; además, se recomienda retirar el ternero lo antes posible de esta zona (en la primera hora de vida) para prevenir su exposición a los patógenos presentes en la piel y ubre de la madre. Posteriormente, lo más adecuado sería mantener al neonato en boxes individuales (fig. 8), que impidan el posible contacto y permitan un mejor control de la carga infectante; en caso de mantenerlos en grupo, se deben realizar grupos de edad lo más homogéneos posible, evitando el hacinamiento. Además, el personal de la granja encargado del cuidado de los terneros debe cumplir diversas normas de bioseguridad, como la limpieza de manos y botas tras el manejo de diferentes lotes, para impedir la transmisión de patógenos desde las zonas de partos o desde donde se encuentran los terneros de mayor edad hacia la zona de los terneros neonatos. Es también importante que los terneros dispongan de instalaciones con ventilación adecuada, que reduce el exceso de humedad, evitando una multiplicación bacteriana excesiva en los materiales de la cama. Entre las medidas de bioseguridad no debe faltar la disponibilidad de un lazareto donde aislar animales con diarrea o aquellos sospechosos de estar enfermos. Aunque la recría propia constituye en sí

Tabla. Eficacia de las familias de desinfectantes más empleadas sobre diferentes enteropatógenos relacionados con las diarreas neonatales en terneros.

Amonio cuaternario Aldehídos Alcoholes Derivados del cloro Peróxidos Ácidos misma una excelente medida de bioseguridad, en caso de incorporar terneros de otras procedencias, se recomienda adquirirlos de explotaciones con sanidad garantizada y sin historial de diarreas, respetando siempre el periodo imprescindible de cuarentena.

Este artículo es un extracto de la obra Diarrea neonatal en terneros

Disponible en store.grupoasis.com

Tel.: 976 461 480

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